lunes, 31 de diciembre de 2007

LORD BYRON POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LORD BYRON
(1788-1824)

“No me habléis del frío del Norte
no me habléis de inglesas damas
no habéis visto, no habéis visto
a la gentil gaditana”.
Lord Byron.

LA VOZ DE UN ENAMORADO DE ESPAÑA

Lord Byron es el auténtico paradigma del artista maldito, una figura que se había impuesto con el romanticismo y a la que el poeta inglés brindó mejor que nadie su ejemplo y su figura. Su extraordinario talento literario le convirtió en el escritor más famoso de Europa; sus obras fueron traducidas a todas las lenguas y las cifras de ventas que alcanzaron fueron astronómicas para aquellos tiempos y aun para los actuales; pintores y músicos de la talla de Delacroix, Tchaikovski, Schumann o Berlioz se inspiraron en sus poemas dramáticos.

En la actualidad muy pocos lectores españoles conocen su obra y el nombre de Lord Byron sólo evoca la imagen de su apostura y de las circunstancias noveleras de su ajetreada existencia y de su muerte prematura en Missolonghi, adonde había ido a luchar por la causa de la libertad.

Podría decirse que Byron ha descubierto, ha inventado la poesía moderna, como Goya la pintura. El mismo Goethe nos dice: “Byron es, sin contradicción posible, el mayor talento poético del siglo. Además, Byron, no es ni antiguo ni romántico: es como el día de hoy, presente actual”.

Byron es el poeta del presente, nos dice Goethe -que lo conoció, que lo entendió mejor que nadie-: es el poeta “del día de hoy”, de nuestro hoy, en cualquier tiempo. Sus fantasmas: Caín, Manfredo, Lara, Sardanápalo, Don Juan... pasan; su voz, su única voz, queda. En este sentido, la voz de Byron es eterna: temporalmente eterna.

“Mi música tiene notas misteriosas -escribía Byron- y hay, además, en ella, muchas frases que sólo pueden comprender los iniciados”. ¿Frases musicales solamente? “A veces he creído que los ojos oyen...”, afirma nuestro poeta. ¿Qué música aprendieron sus ojos en nuestra tierra? ¿Qué música aprendieron su oídos en esta vieja tierra del Sur? ¿Qué luces aprendieron sus oídos? Byron visitó Sevilla en el verano de 1809, cuando esta ciudad del Betis era la sede del Gobierno y el cuartel general de la Guerra de la Independencia. Después de una breve estancia en Utrera y Jerez, nuestro poeta arribó a Cádiz. “Muchos de los nobles que han abandonado Madrid -escribió Byron- durante los disturbios residen allí”. En El Puerto de Santa María presenció una corrida de toros, cuyo colorido quedó fijamente grabado en su retina. Cádiz es objeto de repetidas alabanzas. “Yo diría -escribía Byron- que es la ciudad más bonita y más limpia de Europa”. Parece ser que la hija del almirante de Córdoba, con la cual trabó amistad fue la que le inspiró la poesía The Girl of Cadiz (La joven de Cádiz). A su madre le hace la siguiente descripción de la joven: “Es muy bonita dentro del estilo español, y en mi opinión de ningún modo inferior a las inglesas en encanto y definitivamente superior en fascinación”. Cuando abandona Cádiz rumbo a Gibraltar, Byron tuvo el honor de comer con el general Castaños en Algeciras.

Byron debió contagiarse en Sevilla, en Utrera, en Jerez, en El Puerto de Santa María, en Cádiz y en Algeciras del duende andaluz, que también coincidía, por el canto, con el hondo gemido, lamento, de su voz más viva. ¡Qué bien bailado, y casi toreado, está el primer canto a la española de Don Juan! Creemos que su inventor español, nuestro Tirso, se habría sentido encantado de ver bailar así a su Don Juan. Ningún don Juan tan hoja en el viento como el byroniano, tan fuerza del sino, tan a la ventura de verdad, tan juguete del viento de verdad, tan de verdad Don Juan.

La voz que se apagó en Grecia, el 19 de abril de 1824, consumida por su propia fiebre: la de su hermosa rebeldía -rebeldía contra todas las tiranías: la de la injusticia como la de la mentira, la del mal o de la maldad, la del odio, la de la indiferencia, la del miedo...-, esa voz había dicho cantando nuestra España en el peregrino cantar del joven Harold, que el día que España fuese libre, serían libres en el mundo muchos más millones de seres humanos.

En una carta a Hodgson había escrito: “Volveré a España antes de regresar a Inglaterra, porque estoy enamorado de este país”...

Terminaremos este recuerdo a Byron con la voz del propio Goethe: “No estarás solo -donde quieras que estés- porque creemos conocerte... En los días que viviste, en la felicidad como en el dolor, tus cantos fueron como tu corazón, hermosos y grandes”.

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Gracias.

domingo, 30 de diciembre de 2007

ANDRE BRETON POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ANDRE BRETON
(1896-1966)

“Mi mujer con ojos llenos de lágrimas
Con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer con ojos de sabana
Mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer con ojos de leña siempre bajo el hacha
Con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego”
André Breton.

LA VOZ DEL SURREALISMO

Sin el esfuerzo lúcido de Breton, sin ese espíritu que condujo al surrealismo a numerosas crisis, expulsiones y rectificaciones, sin esa rigidez que le valieron no sólo la pérdida de muchos de sus mejores amigos sino también apodos como “gran inquisidor”, “dictador”, “pontífice”, “Papa negro”, pero que no le apartaron básicamente de su idea original, el surrealismo hubiera sido un movimiento más en el contexto de las vanguardias.

Breton fue el pionero de los movimientos antirracionalistas en el arte y la literatura conocidos como dadaísmo y surrealismo, surgidos del desencanto generalizado con la tradición que definió la época posterior a la I Guerra Mundial. El mismo Tristán Tzara señaló: “El surrealismo salió de las cenizas de dadá”. El poeta André Breton fue el principal promotor del surrealismo, que antes había sido uno de los puntales del movimiento dadá, en el que preconizaba la risa, la burla y la negación de todo valor artístico y literario, esto es anticompromiso por antonomasia. André Gide, el más agudo observador de todos estos movimientos de renovación por los que atravesó la literatura francesa, definió así el dadaísmo: “Dadá es el diluvio tras el cual todo renace”. El estudio por Breton de las obras de Sigmond Freud y sus experimentos con la escritura automática, escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales, influyeron en su formulación de la teoría surrealista. Breton expresa sus opiniones en Littérature, la principal publicación surrealista, revista en cuya fundación colaboró y de la que fue su editor durante muchos años, y en los Manifiestos Surrealistas. “Automatismo psíquico puro por el cual alguien se propone expresar verbalmente o por escrito, o de cualquier otra manera –nos dijo Breton-, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, al margen de toda preocupación estética o moral”.

André Breton nace en Tinchebray, Orne, el 18 de febrero de 1896 y muere en París el 28 de septiembre de 1966. Miembro de una familia modesta, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Realizó estudios de psiquiatría y leyó con devoción las obras de Sigmond Freud. Fue amigo de Guillaume Apollinaire y tuvo relación con Tristán Tzara y el movimiento dadaísta. Después de su experiencia en hospitales psiquiátricos durante la primera guerra mundial, comenzó a realizar experimentos sobre los límites de la conciencia y los fenómenos de disociación psíquica y de expresión automática. En 1924 escribió el primer Manifiesto del surrealismo, en el que asienta el principio del automatismo psíquico como medio de expresión artística, y al que se adhirieron entre otros, artistas como Paul Eluard, Louis Aragon, Max Ernst, Salvador Dalí y Luis Buñuel, y en 1929 el Segundo manifiesto. Militó en el Partido Comunista desde 1927 a 1935 y se esforzó por unir el movimiento surrealista a la idea de revolución social. En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, El 4 de mayo de 1935, llegaron a Tenerife André Breton, Jacqueline Lamba y Benjamín Péret, invitados por el grupo de la Gaceta de Arte, el día 11, del mismo mes, se inaugura la Exposición Surrealista en la capital tinerfeña. En 1937 Breton viaja a México donde conoce a Trotski e influido por el trotskismo redacta una nueva toma de posición con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente. En su exilio en Nueva York publica su Tercer manifiesto surrealista. Allí conoce a su segunda esposa, Elisa. Regresa a París en 1946, donde diez años más tarde funda una nueva revista, Le Surrealisme Même, siguiendo luchando por el surrealismo hasta su muerte.

Sus obras principales son: Los campos magnético (1920), reflejo de sus experimentos de escritura automática; Los pasos perdidos (1924), Legítima defensa (1926), la novela Nadja (1928) y los libros Los vasos comunicantes (1932), en colaboración con Paul Eluard, Posición política del superrealismo (1935), El amor loco (1937), Antología del humor negro (1940) y El surrealismo y la pintura (1940). Gran parte de su poesía ha sido recogida bajo el título genérico de Poemas (1948). Poseedor de una sorprendente capacidad crítica, Breton reflexiona a lo largo de toda su obra sobre las condiciones de la producción literaria, la función del sueño y la aspiración revolucionaria. Su obra literaria más importante es Nadja, cuyo personaje, espejo de la actitud surrealista, fluctúa entre la razón y la locura, el ensueño y el sentido común.

El surrealismo es como una revolución importante y profunda. A cualquier artista, a cualquier intelectual de nuestro tiempo el fenómeno surrealista le ha llegado, le ha influido de alguna manera. Su conexión con el “dadaísmo” en el nacimiento del siglo XX, hasta los años 20 de París y de Breton y de Aragón..., situará a este movimiento como un fenómeno del siglo XX. No sé si como proceso revolucionario desde una violenta destrucción, en el surrealismo todo es arte en sí. Se podría decir que de ese entorno violento y revolucionario sale el arte más limpio, más auténtico, más creativo, más puro. Quizá ese surrealismo del que su gran Papa, André Breton, dijo: “que no pretendía solucionar ningún problema”, soluciona muchos sin pretenderlo.

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Gracias.

EMILIO CASTELAR

EMILIO CASTELAR (1832-1899)

“¡Murió el genio!
Su exceso nombre vuela
cruzando los espacios raudamente”
Juan Ramón Jiménez. En la muerte de Castelar.

LA VOZ DEL GENIO

La fantasía de Castelar, como en todo gran poeta, tiene algo de profecía. Su fantasía, quizá este don precioso lo miran algunos como el pecado mayor del genio de Castelar: dicen que no te deja ver las cosas tales como son, que tiene la desgracia de Midas, porque todo lo que toca lo convierte en oro. Pero no miran que la fantasía de Castelar es intuición que adivina secretos, es amor que penetra en la esencia del objeto.

Emilio Castelar Ripoll nace en Cádiz el 7 de septiembre de 1832. Cursa bachillerato en el Instituto de Alicante, y la carrera de Derecho en la Universidad Central. Licenciado en Derecho a los veinte años, hace el doctorado un año más tarde. En 1858 obtiene la cátedra de Historia de la Universidad de Madrid. Por un artículo titulado “El Rasgo” (1865) sobre un acto de Isabel II se le abre expediente como catedrático. Participó en el alzamiento de 1866, reprimido por Serrano, teniendo que huir a Francia, de donde regresó después de la revolución de 1868. Es diputado por Zaragoza, en las Constituyentes, en las que defiende su ideal republicano.

Proclamada la República en 1873, llevando la cartera de Estado promulga un famoso decreto aboliendo la esclavitud en Puerto Rico. El 7 de septiembre (su cumpleaños), el político gaditano fue nombrado presidente de la República, siendo su cuarto y último presidente. Este brillante orador, de quien se había podido pronosticar que no sabría más que seguir el camino de sus predecesores, resultó todo un político.

Después del golpe de Pavía en el Congreso, el 3 de enero de 1874, Castelar se marcha al extranjero y en diciembre de ese año es proclamado diputado por Barcelona. En 1875 es diputado por Huesca. Un año más tarde funda el partido posibilista. En 1889 ingresa en la Real Academia de la Lengua. En ese mismo año disuelve el partido posibilista. Cuando el 5 de mayo se aprobó la Ley del sufragio universal, el político gaditano reconoció que ya no tenía nada que hacer en este mundo.

Se afirmó incluso que el denominado “tutor de la situación” aceptaría una cartera en algún Gobierno liberal, ante lo cual Castelar escribió a Sagasta para comunicarle “yo perteneceré siempre la República en cuyo seno pienso vivir y morir”, Castelar muere el 27 de mayo de 1899 en San Pedro de Pinatar.

Castelar perteneció a las redacciones de El Tribuno, La Soberanía Nacional y La Discusión. En 1863 funda el periódico La Democracia. Su última obra literaria fue un artículo para la Ilustración Artística de Barcelona, titulado “Murmuraciones europeas”. Antes del 1858 publicó sus novelas Ernesto y La Hermana de la Caridad. Desde 1858 hasta 1865 publica varias obras entre las que destacan: Ideas democráticas y Fomento del progreso. Después de su exilio en Francia publica Cuestiones políticas y sociales, Vida de Lord Byron, Recuerdos de Italia, El ocaso de la libertad, La redención del esclavo, Recuerdos y esperanzas, Historia de un corazón y Ensayos literarios.

Sus contemporáneos veían en Moret, el orador que fascinaba; en Martos, el que conmovía; en Salmerón, al que aterraba; en Romero, al que halagaba; en Cánovas, al que convencía; pero Castelar era el que arrebataba y su oratoria contribuía a convertirle en la gran figura de su tiempo. “Yo creía –escribía Rubén Darío-, al visitarle, entrar en la morada de un semidios”. Castelar era la sinfonía democrática, era “el espíritu del siglo”, que salpica sus discursos en el Diario de Sesiones del Congreso con acotaciones innumerables: “grandes y prolongados aplausos”, “increíble entusiasmo”, “nuevos aplausos entusiastas”...

Pero Castelar, además de todo eso era político. Sabía cantar los ideales, pero también contenerlos dentro de las realidades y lo que valía más, convencer a los demás para que lo hicieran. Su palabra tenía música. Y, como dijo el autor del Quijote, “donde hay música no puede haber nada malo”.

En el año 1879, Castelar traza el programa que ejecutará el partido posibilista, que entonces funda “encerrémonos en procedimientos electorales... y poco a poco, por convicciones íntimas y por sucesivas transformaciones, irán las clases que hasta aquí han sostenido la Monarquía Constitucional a sostener una fórmula más progresiva y más en consonancia con los derechos y la dignidad de un gran pueblo”.

El 6 de septiembre de 1888 no puede reprimir su entusiasmo: “la ilustración y la riqueza crecen. Estamos en plena democracia. Y un porvenir de progreso lento, pero seguro y ordenado, nos sonríe como a ningún otro pueblo del continente”.

“Este andaluz –decía Azorín- criado en Levante, apasionado del Mediterráneo, ha sido quien, para el arte, ha ensanchado más el idioma de Cervantes, Lope y Calderón”. Castelar poseía el don de hablar. Un don divino, don de vida. “El señor Castelar –decía Clarín- no escribe en español, escribe por lo divino...” En cada palabra de sus obras escritas y de sus discursos hay música y un recuerdo amoroso y un entusiástico saludo para su querida España. Bien haya el escritor sublime, el orador sin par, que con la música de su palabra nos orienta en el camino de la fantasía y para conducirnos a los vergeles de su espiritualismo, nos va cantando la epopeya eterna de la idea... Y es que, como dijo el poeta: “Pensamientos y palabras / no se pueden separar / ni siquiera cuando callan”.

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sábado, 29 de diciembre de 2007

ANTONIO DE TRUEBA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ANTONIO DE TRUEBA
(1819-1889)

“Es menester que compongas,
Señor, un poquito el mundo,
porque se ha deteriorado
de tal modo, con el uso,
que el enterrador de Güeñes
anda vestido de luto,
porque hace más de dos años
que no se ha muerto ninguno.”
Antonio de Trueba.

LA VOZ DE ANTÓN EL DE LOS CANTARES

Escritor vizcaíno que alcanzó gran notoriedad en el siglo XIX, Antonio de Trueba, con sus famosos cuentos realizó en el Norte de España una labor algo parecida a la de Fernán Caballero en el Sur, siendo muy leído; y al igual que Rosalía de Castro en sus Cantares gallegos, recopila cantares sobre conflictos humanos y pequeños episodios que parafrasean o glosan canciones populares de su tierra natal. De formación autodidacta, tenía gran fecundidad literaria. Canta en sus poesías los sentimientos sencillos y espontáneos del amor a la familia, al hogar, a la tierra, etc. Y como nos dijo el propio poeta vasco: “Fue autor de cantares y narraciones vulgares el que pensaba ser labrador”.

Antonio María de Trueba y de la Quintana, conocido también como Antón el de los Cantares, nació en Montellano, Vizcaya, el 24 de diciembre de 1819. Hijo de humildes campesinos, se sintió atraído desde niño por la literatura al oír los romances de ciego, pero tuvo que abandona pronto la escuela para cultivar la tierra y trabajar en las minas de su tierra natal. Al cumplir los quince años marchó a Madrid para evitar la primera Guerra Carlista. Según nos cuenta Trueba, en uno de sus cuentos: “Veinte fusiles se alzaron por un movimiento instintito y sin obedecer a voz de mando alguna, y Carmen cayó atravesada de balazos al expirar en sus labios el grito de ¡Viva Carlos V! como su padre había caído al expirar en los suyos el de ¡Viva Isabel II! Mi madre que también había caído sin sentido casi al mismo tiempo, cuando le recobró, exclamó dirigiéndose a mi padre con las manos juntas, en señal de entrañable súplica, y los ojos ciegos de lágrimas: -¡Manuel, vendamos lo poco que tenemos para enviar a este pobre hijo de nuestra alma a donde Dios le libre de la suerte que aquí le espera! Quince días después iba yo camino de Madrid, destinado a la tienda y almacén de ferretería que en la calle de Toledo, número 81, tenía don José Vicente de la Quintana, primo de mi madre y hermano del venerable párroco de mi aldea y vicario del partido eclesiástico a que ésta pertenecía”. En la ferretería robó tiempo al sueño para leer a nuestros escritores románticos. En 1845 consigue un puesto burocrático en el Ayuntamiento de Madrid, lo que le permite más tiempo libre para dedicarse a la literatura. En 1851 publicó su primer libro, El libro de cantares, que le dio a conocer en los ámbitos literarios, al tiempo que inicia sus colaboraciones en La Correspondencia de España, Correo de la Moda, El Museo Universal y La Ilustración Española y Americana. En una piso madrileño comparte esperanzas y amarguras con Luis de Eguílaz, el pintor Germán Hernández y algunos más, y en un local de veladas poéticas leían sus composiciones Trueba, Núñez de Arce, Pedro Antonio de Alarcón, Eulogio Florentino Sanz... El escritor vizcaíno también frecuentó la tertulia del Café de la Esmeralda –en la calle de la Montera-. Trueba inicia la publicación de sus cuentos, género en el que llegó a ser maestro, en los que narra los aspectos amables de la realidad. Algunos de ellos, alcanzaron gran popularidad y están recogidos en diversos volúmenes: Cuentos populares (1853), Cuentos de color de rosa (1854), Las hijas del Cid (1859) y Cuentos campesinos (1860). Muchos de estos cuentos tienen como escenario ambientes rurales del País Vasco.

En 1862, las Juntas Generales de Vizcaya proclamaron a Antonio de Trueba, Cronista y Archivero del Señorío, lo que determinó que el escritor se trasladara a Bilbao para el desempeño de sus funciones, y donde, pese a reconocer su precaria formación histórica, se dedicó a recopilar información para escribir “una modesta historia general de Vizcaya”, que los disturbios políticos le impidieron concluir. A esta época pertenecen sus obras, Capítulos de un libro, sentidos y pensados viajando por las Provincias Vascongadas (1864), Defensa de un muerto atacado (los Fueros) por el Exmo. Sr. D. Manuel Sánchez Silva (1865), la novela histórica La paloma y los halcones (1865), Cuentos de varios colores (1866), El libro de las montañas (1867), Bosquejo de la organización social de Vizcaya (1870), El molinerillo (1871), La familia cristiana (1871-1872), Resumen descriptivo e histórico de M.N.. y M.L. Señorío de Vizcaya (1872) y la novela costumbrista El gabán y la chaqueta (1872).

Tras el paréntesis de la II Guerra Carlista, que hubo de marchar a Madrid (1873) acusado de una supuesta simpatía hacia el carlismo, volvió a Bilbao donde fue rehabilitado, nombrado Padre de la Provincia (1876) y sigue publicando un buen número de obras: Narraciones populares (1874), Exposición dirigida a las Cortes de la Nación por las Diputaciones de las Provincias Vascongadas en 16 de junio de 1876 (1876), Curiosidades histórico-literarias de Vizcaya (1878), Cuentos de madres e hijos (1878), Arte de hacer versos al alcance de todo el que sepa leer (1881), De flor en flor (1882).

Entre sus obras póstumas destacan: El libro de los recuerdos (1898), Cuentos populares de Vizcaya (1905) y Cuentos de vivos y muertos (1909).

Antonio de Trueba elevó varios memoriales a las Cortes, en relación con lo que el consideraba, en defensa de las Tradiciones Vascongadas. “Terminada la guerra (la tercera guerra carlista) –escribía el escritor vizcaíno-, Don Antonio Canovas del Castillo, ansioso de popularidad, creyó excelente medio de alcanzarla la presentación a las Cortes de un proyecto de ley abolitorio de los fueros vascongados, y en efecto se presentó, y apenas hubo senador ni diputado que se atreviera a arrostrar la impopularidad de negarle su voto”.

En uno de los edificios de la plaza elegante y recoleta de los Jardines de Albia de Bilbao, falleció Antonio de Trueba el 10 de marzo de 1889 y en dicho lugar, el 10 de noviembre de 1895, se erigió en su honor, una estatua sedente realizada por Mariano Benlliure, que se costeó con los fondo recaudados entre los vascos de América y de Bizkaia. Y como dijo tan ilustre escritor vasco: “La guerra, que Dios maldiga, y sobre todo la guerra civil, no tiene entrañas ni conoce la justicia”.

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viernes, 28 de diciembre de 2007

HOMBRES CON AUTORIDAD MORAL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

HOMBRES CON AUTORIDAD MORAL

“Lo que yo quiera callarme
déjenmelo para mí;
no me obliguen al desarme
de honduras que no rendí.”
Miguel de Unamuno.

HABLAR LIBREMENTE

Hay una carta de Unamuno dirigida a Luis de Zulueta, fechada el 20 de enero de 1906, en que su autor se refiere a varios artículos inconformistas y contracorriente que acaba de publicar. Sobre cuestiones disputadas y espinosas había escrito con claridad y denuedo, con el admirable coraje civil que siempre tuvo.

Pero no está seguro Unamuno de la eficacia que ello tenga. “Por mi parte -dice- tengo conciencia de hacer lo que puedo. Doy mi manifiesto. ¿Nadie se da por enterado? ¡Sigo en mis trece! Y vuelvo a la carga... Y llegaré a ser uno de los pocos españoles que puedan hablar libremente de todo”.

Recuerda Unamuno a Pi y Margall en sus últimos años, que “decía todo lo que le parecía”. Y añade esta mirífica frase: “Gozaba de una autoridad tal que nadie le discutía ni le hacía caso”. Y todavía escribe, sin poder dejar el tema, abandonándolo y volviendo a él como sin querer: “Aquí no se cree más que en los diputados a Cortes, y yo no pienso serlo. Y basta de esto. Me habla usted de Giner. Otro hombre con autoridad moral, es decir, otro hombre a quien nadie hace caso”. Y, por último, al despedirse de su amigo Zulueta: “Que Dios le libre a usted de adquirir autoridad moral en España es lo que le desea su amigo Miguel de Unamuno”.

Sabemos que en una gran parte del mundo nadie tiene esa autoridad moral, nadie puede contar con decir lo que quiere, aunque “caiga en el vacío”, porque si intenta decirlo cae el autor en alguna parte peor. ¿No valdría la pena pensar en qué países podría escribirse al inicio del siglo XXI una carta como la de Unamuno? Uno de los errores que cometieron los intelectuales del siglo XIX y de comienzo del XX fue no estimar adecuadamente la libertad que tenían, y así la pusieron en riesgo de perderse; la consideraron “natural” -y siempre- poca-, en lugar de reparar en que era maravillosa y casi milagrosa, expuesta e insegura, necesitada de ser ejercida, afirmada y defendida (las tres cosas).

Y todavía hoy, cuando con el pretexto de que no se tiene “plena libertad” se da por supuesto que “no hay libertad”, se compromete esa que hay. Lo decisivo es que en los países en que no hay libertad, nadie la tiene para quejarse de ello, y entonces parece que la hay.

Pero hay otro tema en la carta de Unamuno. Y es su convicción de que la “autoridad moral” viene a consistir en que al que la tiene “nadie le hace caso”, y por eso puede decir lo que guste. En cierto modo es así, ¿qué duda cabe? La famosa fórmula burocrática “Se acata pero no se cumple”, tiene su equivalente en la actitud de los hombres que frente a la verdad se encogen de hombros -o hasta hacen una reverencia- y pasan de largo. Es la voz del que clama en el desierto, ese desierto que parecen segregar los profetas y los hombres veraces.

Pero esto, que es verdad, ¿es toda la verdad? Resulta que ahora, a los ochenta y dos años de haber muerto don Miguel de Unamuno, leemos con avidez las cartas que escribió hace más de un siglo, cuando no nos acordamos ni del nombre de tantos a quienes “se hacía caso”, que “mandaban” (o creían que mandaban). ¿Quién se acuerda de la gran mayoría de los diputados, de los ministros, de los hombres “influyentes” de principios del siglo XX? ¿Quién se acordará de los de hoy?

Los profetas al cabo de milenios, siguen vivos. De sus palabras, que vieron caer sobre la arena calcinada del desierto, han bebido los hombres de innumerables generaciones. Los hombres con autoridad moral han aumentado la realidad -es lo que quiere decir la palabra “autoridad”-, nos han enriquecido, nos orientan, nos ayudan, tal vez deciden hoy lo que va a pasar mañana. ¿Quién duda de que hoy es Unamuno uno de los hombres más importantes de España? Y, frente a los destinados a pasar, se podría hacer, aguas arriba, la lista de los que se han quedado, de aquellos a quienes seguimos “haciendo caso” porque los necesitamos para ser, para entender la realidad, para hablar y escribir nuestra lengua, porque no somos sin ellos.

Históricamente, en el mundo terrenal, también hay “escogidos”, y también son pocos. Y frente a un prójimo tenemos siempre una impresión definida: si es uno de ellos, si no lo es. Que no nos engañen los elogios o las muestras de acatamiento: con frecuencia se dirigen a los que se espera que no van a quedar. Y como dijo el poeta: “¡Qué melancólicamente / va deshaciendo el olvido / todo lo que hemos creído / que duraba eternamente!”

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jueves, 27 de diciembre de 2007

ANTONIO ALCALA GALIANO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ANTONIO ALCALA GALIANO
(1789-1865)

“Y peregrino por la tierra extraña
siempre esperaba el día
en que, pisando el suelo de mi España,
feliz me llamaría.”
Antonio Alcalá Galiano.

LA VOZ DEL ORADOR ROMANTICO

Alcalá Galiano fue un romántico, lo fue en su vida entera. Escritor neoclásico como toda la primera generación romántica española, en 1834, se atreve a proclamar lo que verdaderamente era, en el prólogo a El moro expósito, de su amigo y compañero el Duque de Rivas. Fue el orador romántico, género que sin él hubiera quedado manco. Y fue el historiador desde dentro, el primer hombre que en España hizo historia política general partiendo de sus propias acciones y pasiones.

Antonio Alcalá Galiano nace el 22 de julio de 1789 en Cádiz, que era una ciudad abierta al comercio de mercancías e ideas y la de más alto nivel de vida de España. Hijo de una familia ilustre fue precoz en todo: en el gusto por las letras, en el amor, casado en secreto a los diecinueve años; en el conocimiento del extranjero, en el manejo de las lenguas inglesa y francesa, en la política, en el riesgo y el atractivo de la conspiración; también en los desengaños, amarguras y reveses.

Fue un apasionado defensor de la independencia nacional frente a la invasión napoleónica y un entusiasta colaborador de la empresa de las Cortes de Cádiz. Alcalá Galiano, en rigor, asistió al nacimiento de la política, en el sentido moderno de la expresión, en España. Político imaginativo, fue hombre de ideas y de palabras, hombre de gesto literario y de facundia andaluza, conocedor del poder y la magia de la palabra; liberal, exaltado. Fue Alcalá Galiano, orador en Cádiz en la época constituyente; orador tumultuoso y apasionado. Fue el retórico por excelencia, el hombre que hacía vibrar y estremecerse a los hombres y mujeres apasionados de la era romántica. Fue también conspirador, hombre de sociedades patrióticas a la luz del día o a la luz incierta de los cafés políticos, de sociedades secretas, nacidas como hongos cuando faltó la libertad de discusión.

La culminación de Alcalá Galiano se puede situar en 1819 y 1820, en la preparación de la sublevación de Las Cabezas de San Juan para restablecer la Constitución y la libertad política. El terror absolutista de 1823, nunca igualado hasta entonces en España, trajo dos condenas de muerte sobre Alcalá Galiano. Entonces, como tanta veces en la historia de España, muchos españoles, para salvar la libertad o la vida, tienen que emprender el camino del extranjero. Alcalá Galiano, con la mayoría de los emigrados de 1823, se dirigió a Inglaterra. Allí estuvo “en olvido y en pobreza”, hasta que fundada la Universidad de Londres, en 1828, fue el primer titular de su cátedra de Lengua y Literatura Española.

El escritor gaditano escribía regularmente en las revistas Madrid, El Laberinto y El Piloto y en los periódicos gaditanos El Imparcial, El Redactor General y La Tertulia Patriótica de Cádiz. Publicó una importante carta, durante su exilio en el Times donde afirmaba que la mayoría del pueblo español deseaba una constitución liberal. Entre sus obras destacan, El espíritu de las revoluciones modernas, Recuerdos de un anciano y sus Memorias.

Alcalá Galiano ha dejado sus mejores páginas a los recuerdos del Cádiz juvenil, del Madrid ilusionado y rebelde y a los de aquel barrio londinense de Somers Town, casi colonizado por los liberales emigrados, donde un sereno daba la hora en español y donde había un árbol escuálido, al que los emigrados llamaban, apasionadamente, el “árbol de Guernica”.

En 1830, Alcalá Galiano pasa a Francia, pero no pudo volver a España hasta 1834, después de once años de destierro. A partir de su regreso, se produce una crisis en su actitud política. Poco a poco se va acercando a los moderados. Alcalá Galiano ocupa transitoriamente puestos de importancia, incluso el ministerio de Marina; es representante de España en Turín y en Lisboa; cuando se ve despojado de sus cargos acepta la dirección del famoso Colegio de San Felipe Neri, en su Cádiz natal. No puede apartarse del mundo político para el que ha nacido, pero su insatisfacción es grande: “Los gobiernos -escribe- son cosa imperfectísima en todas épocas y naciones y lo son más ahora que en otro tiempo alguno”.

El final de su vida había de confirmarlo. Ministro de Fomento en el gabinete de Narváez, en el Consejo de Ministros, celebrado el 11 de abril de 1865, mantuvo una violenta discusión con González Bravo, ministro de Gobernación, a quien Alcalá Galiano reprochó vivamente la intervención de la fuerza armada en la noche de San Daniel, en la que hubo unos cuantos de estudiantes muertos, y un par de centenares de estudiantes heridos. Un ataque cerebral deja fulminado a Alcalá Galiano, que muere pocas horas después. El viejo doceañista, el orador del romanticismo, a pesar de sus concesiones, moría reclamando la libertades públicas y los derechos fundamentales.

La melancolía acompañó frecuentemente a este orador romántico que, al regreso de su largo destierro, clamaba: “Cuando vagaba, de trabajos lleno, / del patrio suelo ausente, / un porvenir dichoso allá en su seno / me pintaba la mente”.

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No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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Gracias.

LA GESTION DEL TIEMPO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LA GESTION DEL TIEMPO

“El tiempo que ibas contando
por años, meses y días,
por horas y por minutos,
eras el tiempo que perdías. “
José Bergamín.


PARA SER CREADORES DE NUESTRO TIEMPO

El tiempo es un recurso escaso, limitado e irreversible, testigo implacable de nuestras obras. Hablar de su gestión y de su empleo es tratar de nuestra vida.

El tiempo mal utilizado es el principal causante de la insatisfacción, la angustia y la depresión; lo que origina una comportamiento de huida que provoca el activismo (múltiples y variables actividades improductivas).

Nuestra sociedad se caracteriza por una impresión generalizada de falta de tiempo. El fenómeno es relativamente reciente y somos la primera generación en acusar ese problema. Con la aceleración del tiempo se crea una situación social de estrés negativo, cuya consecuencia inmediata es una sensible disminución de la calidad de vida.

La abundancia de información -ordenadores, telecomunicaciones- nos crea nuevas necesidades que nos somete a trabajar sin poder discernir las prioridades y nos produce un estancamiento general debido a la aceleración del ritmo de trabajo.

La reciente encuesta realizada por el Institut de l’Expansión, especialista europeo en la gestión del tiempo, nos muestra que un directivo es interrumpido cada siete minutos en su trabajo. Al vivir en esta dispersión y atomización del tiempo, en una cronología de instantes (activismo), perdemos el sentido de la acción. Saber lo que hemos hecho es una cuestión de sentido, de imagen global.

Cuando vivimos día tras día este tipo de situaciones, por la noche solemos tener la sensación de haber hecho muchas cosas, pero sin sentido real, acompañado de una sensación de vacío.

Frente a este fenómeno, y para poder enfocar cualquier situación, es necesario desarrollar la capacidad de poder estructurar nuestro empleo del tiempo, no solamente en eficacia, sino también en disponibilidad.

Hoy, ser eficaz es gestionar el flujo del trabajo con más inteligencia que los demás, sabiendo elegir entre aquellas acciones que producen mayor impacto.

Debemos reapropiarnos de nuestro tiempo y dirigirlo en función de lo que queremos ser y realizar.

Hay que pasar de esta situación de tensión penosa a un estado de serenidad y, a la vez, de mayor eficacia. La presión del tiempo reduce el horizonte temporal y nos hace sentir impotentes incluso en las cosas importantes.

La buena gestión del tiempo es un ejercicio de determinación, reflexión y creatividad. Para ello, hay que saber distribuir los tiempos de los que disponemos: los necesarios, que son las preparaciones de reuniones, informes, expedientes para los clientes, etc., y el tiempo de creación, que suele ser el que más nos gusta y es en este tipo de tiempo donde el pintor pinta, el inventor inventa, el músico compone, el vendedor vende, etc. Este suele representar el 30% del tiempo total del trabajo; el secreto para conseguirlo consiste en generar tiempo de creación, transformando lo obligado en creativo para ser creadores de nuestro tiempo y de nuestra vida. Y es que, como dijo el poeta: “El tiempo no es lo que importa: / lo que importa es que la vida / con el tiempo se te acorta”.

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La peor paz es mejor que la mejor guerra. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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miércoles, 26 de diciembre de 2007

INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD CONTRA LA EXPLOTACION INFANTIL

INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD
ASOCIACION INTERNACIONAL DE USUARIOS DE INTERNET

Francisco Arias Solís - Presidente / Tfno 956 / 263131
Plaza San Severiano, 2 11007 Cádiz.
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias


INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD CONTRA LA EXPLOTACIÓN INFANTIL
La Asociación Internacional de Usuarios de Internet Internautas por la Paz y la Libertad considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle y que el niño debe, en todas circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección, y, especialmente en estas fiestas navideñas, manifiesta su enérgico rechazo a la explotación laboral de los niños.
En estos primeros años del siglo XXI se puede afirmar sin temor a equivocarse que el trabajo infantil es un fenómeno considerable por el número de niños afectados. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo cifra en unos doscientos millones de niños. Los niños trabajan cada vez más en unas condiciones que menoscaban su desarrollo físico, intelectual y moral. A estos niños se le somete a horarios de trabajo desmesuradamente largos y a cargas y ritmos de trabajo excesivos, corriendo enormes riegos de accidente o de enfermedad. El trabajo infantil no sólo no ha desaparecido en los países industrializados, sino que se asiste a un resurgimiento.

Si todos no tomamos cartas en el asunto, los niños del mundo seguirán trabajando, a menudo en condiciones de esclavitud, a una edad que deberían estar formándose.
La espantosa e intolerable situación de explotación que sufren los niños en muchos países, no se resuelve simplemente prohibiendo a los padres que manden a sus hijos a trabajar, y tampoco, como a veces se propone, boicoteando los productos fabricados por niños, sin ofrecer alternativas. Se hace necesaria la presión sobre los Gobiernos, y también la denuncia pública de las multinacionales que explotan el trabajo infantil: pero ello debe acompañarse con programas que obliguen a los empleadores a reemplazar a los menores por sus padres, y sobre todo, por ayudas a las familias que se comprometan a que sus hijos vayan a las escuelas para recibir una formación que les permita desarrollarse socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Sin formación no habrá posibilidad de salir del círculo de la miseria, y ello implica financiación. Las escalofriantes cifras sobre la explotación infantil dadas a conocer en estos días por organismos y organizaciones internacionales además de sensibilizar a la población sobre el drama del trabajo de los niños, pone en evidencia el elevado número de espontáneos para explotarlos brutalmente.
Francisco Arias Solís.

En Navidad,
Paz y Libertad. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

Gracias.

martes, 25 de diciembre de 2007

FORO LIBRE: PROGRAMACION DEL PRIMER SEMESTRE DE 2008

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias


ULTIMADA LA PROGRAMACION
DEL PRIMER SEMESTRE DE 2008

“Eres eterno, amor
como la primavera.”
Juan Ramón Jiménez

VEINTISÉIS ENCUENTROS LITERARIOS
Y DOS FESTIVALES POETICOS

La programación del primer semestre del año 2008 de la Asociación Cultural, Artística y Literaria Foro Libre incluye veintiséis encuentros literarios y dos festivales poéticos, siendo la entidad andaluza que cuenta en su programación para dicho periodo con un mayor número de actos literarios.

Los encuentros literarios estarán dedicados a los siguientes personajes y motivos: Poetas andaluces del exilio, Sofía Casanova, Alfonso Grosso, Ramón Solís, Alberto Jiménez Fraud, Manuel Curros Enriquez, Alfonso Sastre, Escritoras andaluzas, Carmen Laforet, Henrik Ibsen, Salvador Bermúdez de Castro, José de Espronceda, Juan Benet, César Vallejo, Manuel Azaña, Rafael Guillén, Octavio Paz, José Ortega y Gasset, Mayo del 68, Vicente Blasco Ibáñez, Juan Ramón Jiménez, Rosa Chacel, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Jacinto Verdaguer y
Blas de Otero.

En abril se celebrará el XVI Festival de Poesía en Primavera dedicado a Juan Ramón Jiménez, y en el mes de junio tendrá lugar el XI Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Blas de Otero.

Los encuentros literarios de Foro Libre se celebran los lunes a las 20.00 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21. Cádiz). La entrada es libre y todos los asistentes pueden participar con plena libertad en los distintos encuentros.


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lunes, 24 de diciembre de 2007

FRAY LUIS DE GRANADA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

FRAY LUIS DE GRANADA
(1504-1588)

“Porque la verdadera religión ha de ser
con obras que agraden y honren a Dios.”
Fray Luis de Granada.

LA VOZ DEL MAESTRO DE MIRADAS

En el mismo año que aparecen las tres primeras ediciones del Lazarillo (1554, ediciones de Burgos, Amberes y Alcalá), aparecía en España otro extraño libro singularísimo, que se encontró a su lado –rara coincidencia- en los Índices condenatorios de la Inquisición. Se llamaba este libro: De la oración y meditación. Su autor: Fray Luis de Granada. “Si tuviéramos que definir este libro –escribe Azorín- diríamos que es un libro shakesperiano”. Sabía, recordaba Azorín, al escribir esto, que este libro cayó en las manos del enorme poeta inglés en sus juventud, y que seguramente su lectura dejó huella imborrable en su conciencia. La realidad del mundo era para el maestro Granada cosa de maravilla: profundo piélago de maravilla y misterio la obra de Dios. La obra entera de la Creación para fray Luis es poesía, obra de arte divino. En este libro admirable de fray Luis ¿no encontramos la semilla de la mejor literatura mística y ascética española? ¿No será, a su vez, este libro, “príncipe y cabeza” de los que siguen: ascetas, místicos y moralistas, en su siglo?

Por aquellas fechas (1554, 55, 56...), por aquellos años en que estos dos libros “capitales y únicos” en nuestra literatura española (el místico y el ascético de Granada, el picaresco anónimo) se publicaban el César Carlos V, se despedía del mundo, abdicaba sus reinos, allá en sus Países Bajos donde naciera.

Luis de Sarriá nació en Granada, en 1504, el mismo año de la muerte de Isabel la Católica en Medina del Campo. Sus padres eran oriundos de Galicia, emigrados a la ciudad de la Alhambra con ocasión de las repoblaciones que se efectuaron tras la conquista de 1492.

Quedó huérfano muy niño, y casi en la indigencia: su madre era una humilde lavandera de los dominicos de Santa Cruz. El conde de Tendilla, que tiene ocasión de conocer su vivacidad en una disputa infantil, lo toma bajo su protección y le nombra paje o preceptor de sus hijos. En 1525 profesa en los dominicos; estudia en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde conoce a Bartolomé Carranza y Melchor Cano. Posteriormente en Córdoba conoce al beato Juan de Ávila que influyó notablemente sobre él. Pasa buena parte de su vida en Portugal, donde desempeña algunos altos cargos, entre ellos el de Provincial de su Orden; renuncia a la mitra de Viseo y al arzobispado de Braga para consagrarse a la predicación, en la que brilla como la máxima lumbrera de España y Portugal. De carácter ingenuo, se deja engañar por las falsas llagas de una monja del convento de la Anunziata de Lisboa; pero advertido el error, le inspira uno de sus más bellos escritos, el Sermón de las caídas públicas, sobre el pecado de escándalo. Admirados de todos y considerado como casi santo muere en el convento lisboeta de Santo Domingo –allí enterraron sus restos- el 31 de diciembre de 1588, un año en el que se había padecido la derrota de la Invencible. Su proceso de beatificación se ha cerrado en Granada, en 1997.
Existe, entre otros muchos, el curioso juicio de Felipe II, que fue a escuchar al predicador excelso con motivo de su visita a Lisboa, en 1581: “Por ser tarde –escribe en carta a su hija- no tengo tiempo de deciros más sino que ayer predicó aquí, en la capilla, fray Luis de Granada, y muy bien, aunque es muy viejo y sin dientes...” San Francisco de Sales le escribe a un neo obispo: “Os aliento a que tengáis las obras completas de fray Luis de Granada y a usarlas como un segundo breviario”.

Entre los títulos más relevantes de su obra se cuentan: Libro de la oración y meditación (1554), Guía de pecadores (1556), también incluido en el Índice, Memorial de la vida cristiana (1561), ampliada luego en sus Adiciones al Memorial (1574), Introducción al símbolo de la fe (1582-1585), Trece sermones y Meditaciones muy devotas. Otras obras suyas son sus biografías sobre el beato Juan de Ávila y fray Bartolomé de los Mártires, las traducciones de la Escala espiritual de San Juan Clímaco y la Imitación de Cristo de Kempis y su manual de predicación Retórica eclesiástica, escrita en latín y traducida al castellano en 1770. Por componer en romances algunas de su obras, se ganó la animadversión de varios compañeros con objeto de que la Inquisición prohibiera el Libro de la oración y meditación y Guía de pecadores, y que le reprendiera por “enseñar al pueblo lo que a pocos dél conviene...”

Menéndez Pelayo nos habló de la “vehemencia y el arranque oratorio” y de “la robusta elocuencia del venerable Granada, toda calor y afectos que arrancan lumbre del alma más dura y empedernida”. No hay que olvidar que Granada es, ante todo, creador y orador del más alto vuelo. Sería, sin embargo, injusto no ver en él asimismo un consumado artífice del lenguaje, de léxico abundante, original , vivo. “Su sensibilidad –escribe Azorín- va directa de los nervios a la cuartilla. Por eso no hay en nuestra literatura estilo más vivo, más espontáneo , más vario y más moderno. Fray Luis es de ahora como de hace cuatro siglos”.

“Es fray Luis quien en la Introducción al símbolo de la fe -escribía Federico García Lorca- habla de cómo resplandece más la sabiduría y providencia de Dios en las cosas pequeñas que en las grandes. Humilde y preciosista, hombre de rincón y maestro de miradas, como todos los buenos granadinos”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


En Navidad,
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ANDRE MALRAUX POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ANDRÉ MALRAUX
(1901-1976)

“El destino total del arte, el destino total de todo
lo que los hombres expresan en la palabra cultura,
está contenido en una sola idea: transformar el destino en conciencia”.
André Malraux.

LA VOZ CONSCIENTE DEL DESTINO

El tema central de las novelas de André Malraux es la lucha activa por la libertad, capaz de dar sentido a la existencia y ejemplificada en sus primeras obras en el combate revolucionario. Los héroes de su novelas son comparables a los de la tragedia clásica: encarnan la nobleza de la especie humana y contribuyen a la salvación de la patria. El novelista francés afrontó la terrible problemática del hombre de su tiempo con verdad y realismo.

Malraux participó en todos los acontecimientos históricos de la época y se inspiró en ellos con frecuencia para la temática de sus obras A lo largo de su vida participó en todos los combates por la libertad -contra el colonialismo francés en Indochina, el fascismo en España o el nazismo alemán-, como escritor, atacó la miseria del hombre y exaltó su grandeza, pero fue además un esteta y un crítico de arte que nos hizo descubrir la riqueza de las civilizaciones no europeas. En Extremo Oriente situó dos de sus novelas más importantes Los conquistadores (1928), sobre la lucha antibritánica en Hong-Kong, y La condición humana, ambientada en el Shangai de 1928, con la que obtuvo el premio Goncourt. Participó en la guerra civil española al lado de los republicanos, en la fuerza aérea de las brigadas internacionales. Fue uno de los impulsores del II Congreso de Escritores Antifascistas, que reunió en Valencia a Ramón J. Sender, Octavio Paz, Nicolás Guillén, John dos Passos, Iliá Ehremberg, Corpus Barga, Antonio Machado, José Bergamín, Pablo Neruda, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Fernando de los Ríos, María Teresa León, Emilio Prados, Gil-Albert, Miguel Hernández, Ramón Gaya, etc. En 1937 publicó La esperanza, cuyo marco es la guerra civil española. Esta obra constituye una clase teórica y práctica de táctica revolucionaria. Durante la segunda guerra mundial participó en la Resistencia, organizando una brigada contra las tropas nazis de ocupación.

Otras obras destacables del escritor francés son: La vía real (1930), El tiempo del desprecio (1935), que tiene como escenario la Alemania Nazi, Las voces del silencio (1952), Los museos imaginarios de la escultura mundial (1952-1954), La metamorfosis de los dioses (1957), Antimemorias (1967), autobiografía en la que expone su concepción del mundo, y Lo irreal (1974).

André Malraux nació el 3 de noviembre de 1901 en París. Forma parte de esa generación cuya infancia fue profundamente marcada por la guerra del 14. Concluido el bachillerato, estudia Arqueología. Tras estudiar lenguas orientales, pasó mucho tiempo en Camboya, trabajando en una misión arqueológica y en China participó en la revolución de 1927. Antes frecuentó los ambientes surrealistas y se inició en la poesía, aunque aquellos experimentos formales no se ajustaban a su temperamento. Tras la segunda guerra mundial, y con De Gaulle participa en la política, ejerciendo como ministro de Información (1945-1946) y ministro de Asuntos Culturales (1959-1969). Sus apasionados compromisos con todas las causas que incendiaron el siglo XX, le llevó, al final de su vida, a un Bangladesh devastado por la guerra como mensajero y precursor de un aliento fraterno que aún se llamaba ayuda humanitaria. André Malraux murió en París el 23 de noviembre de 1976.

Ante todo fue Malraux un maravilloso novelista, que mezcla el romanticismo de los combates solitarios y la exaltación, a primera vista paradójica, de la solidaridad del grupo, con un estilo ágil, nervioso y entrecortado por diálogos rápidos. Otra dimensión de la obra de Malraux es el clima de tórrido erotismo que reina en toda su narrativa, como contrapunto del coraje, de la abnegación, de la muerte constantemente presente. Como pensador, se sitúa a medio camino entre la generosa meditación de Albert Camus y el acuerdo sereno con el mundo de Antoine de Saint Exupéry. Como ellos también es él uno de esos individuos para quienes la nobleza del alma otorga un sentido al destino humano. “El hombre -nos decía Malraux- se define por lo que hace, no por lo que sueña”.

En 1936, André Malraux viene a Madrid, casi con gesto byroniano, a defender la libertad y la independencia de España con la República, que, desde su principio, espontánea, viva, popular, lo era con la luminosidad y claridad que la comprendieron los “intelectuales” (“que se veía hasta su fondo con la transparencia de un arroyo serrano”, escribió Ortega). Todo el libro poemático que es La Esperanza tiene para nosotros la misma fisonomía natural y sobrenatural de España que el lienzo de su amigo Picasso; que está pintando su Guernica al mismo tiempo que Malraux escribe su libro, en negro y blanco, tenebroso y luminoso a la vez. La España de Malraux es la España verdadera y eterna, la suya, por la que vino a pelear románticamente en 1936. Quedó para siempre en Malraux ese chispazo imaginático, que fundía su conciencia revolucionaria en desesperada y desesperante esperanza

La obra crítica de Malraux, que siempre es poesía, parece que conserva y acrece consigo esa música y esa luz que le dio su sangre española sacrificada. La España de La Esperanza es esa nuestra. La España de Unamuno, que la agonizaba con su propia agonía en Salamanca. Tal vez, André Malraux, en las últimas horas suyas mortales, pensó, soñó con su España de 1936, su España apocalíptica y prometéica. Siempre fiel a su compromiso: “L’art n’est pas, une soumission, c’est une conquête”.

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Cuando hay libertad, todo lo demás sobra. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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domingo, 23 de diciembre de 2007

PAZ Y LIBERTAD

Paz y libertadPorque un Niño ha nacidoen esta tierra,que suenen los tambores,cese la guerra.Porque el Niño se hizopan y alimento,que no quede en la tierraningún hambriento.Porque un Niño nos trajopaz y libertad,que a todos iluminehoy la Navidad.

Que estas fiestas navideñas y el año nuevo sean lo mejor de lo mejor.
Un fuerte abrazo


Francisco Arias Solíse-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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JULIO CARO BAROJA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JULIO CARO BAROJA
(1914-1995)

“No sé si a otros les pasará lo mismo:
pero a mí me asombra haber vivido tanto.”
Julio Caro Baroja.

LA VOZ DE UN VERDADERO HUMANISTA

“Lo que se ve en uno mismo y en torno no es gran cosa en lo que se llama vida pública. En la privada, doméstica e individual, sí, creo que puede haber bastante, pero también pasa. La de la vejez es la del asombro...”, nos cuenta Caro Baroja en su memoria Los Barojas.

Julio Caro Baroja es el más importante antropólogo de nuestro país y una figura cuyo liberalismo y amplitud intelectual dejó tras de sí una larga lista de discípulos y seguidores. Entre la historia y la etnografía, sus libros constituyen una aportación ejemplar al campo de las humanidades por su escrupuloso análisis de lo concreto contra los prejuicios y la generalización.

Julio Caro Baroja nace en Madrid el 13 de noviembre de 1914. Hijo del editor Rafael Caro Raggio y sobrino del escritor Pío Baroja. Estudió la primera y segunda enseñanza en el Instituto Escuela de Madrid. Pronto se trasladó a Vera de Bidasoa (Navarra), donde vivió con su tío, quien influyó notablemente en su formación. Siendo adolescente trabajó con los etnólogos vascos José Miguel Barandiarán y Telesforo Aranzadi. Obtuvo con premio extraordinario los grados académicos de licenciatura y doctorado (1940) en Historia Antigua. En 1944, fue nombrado director del Museo del Pueblo. Estudia Antropología en los Estados Unidos y trabajó en instituciones americanas e inglesas. En 1961 es nombrado Director de Estudios de “L’Ecole Pratique des Hautes Etudes” de París. El País Vasco fue uno de los puntos preferentes de su investigación. Director de la revista internacional de la Sociedad de Estudios Vascos. Académico de número de la Real Academia de la Lengua Española, de la Real Academia de la Historia y de la Academia de la Lengua Vasca. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (1983), la Medalla de Oro de Bellas Artes (1984). Premio Nacional de las Letras Españolas, Premio Internacional Menéndez Pelayo (1985) y Premio Príncipe de Viana de la Cultura (1989).

Serio, sencillo y silencioso. Las tres eses que según Pío Baroja, definen al vasco, cuadraban a la perfección con la figura de su sobrino, Julio Caro Baroja, un humanista en el sentido más amplio del término. Este escritor, historiador y antropólogo, modesto inconformista, este hombre bueno y libre en su vivir y pensar, movido por la necesidad de saber, entender y explicar, falleció en Itzea, su casa de Vera Bidasoa, después de una larga enfermedad, el 18 de agosto de 1995.

Entre los títulos más relevantes de su producción científica referida al País Vasco, uno de los puntos preferentes de Caro Baroja, citaremos: Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina (1945), Los pueblos del norte de la Península Ibérica (1943), Los vascos Etnología (1949), Vasconiana. De Historia y Etnología (1957) y Los Vascos y la Historia a través de Garibay (1972). Las minorías oprimidas han sido también temas preferidos por Caro Baroja y entre los libros que tratan sobre ellas, destacamos: Los moriscos del Reino de Granada (1957), Razas, pueblos y linajes (1957), Inquisición, brujerías y criptojudaísmo (1970) y Los judíos en la España moderna y contemporánea (1961). Entre los libros que tratan de lo “popular”, citaremos: El Carnaval (1965) y Ensayo sobre la literatura de cordel (1969).

El último volumen escrito por Julio Caro Baroja fue El jardín de flores raras, editado en 1993, y los artículos inéditos, que fueron encontrados por la familia se publicaron en 1994. En la casa donde Julio Caro Baroja pasó la mayor parte de su vida hay dos fantásticas bibliotecas con miles de ejemplares: una, la del escritor Pío Baroja, que ha sido ampliada por su sobrino, y otra, la realizada por el etnólogo.

Quizá Caro Baroja pensaba, como él contaba que decía su tío Pío, “que la vida no tiene objeto, que el hombre es un barco mal gobernado en un mar tempestuoso y que nada valía la pena con tantas luchas y maldades como aquellas de que había sido testigo del año treinta en adelante”.

Quizá fuera ésa su íntima y pesimista convicción, pero su vida fue para los demás, para la cultura y para sus amigos una joya llena de enriquecimiento y diversión.

“La bondad en el prójimo –decía Caro Baroja- es lo que más me impresiona. Pero hay muy poca gente que tiene esa verdadera bondad. Dar con ella es un privilegio. La inteligencia también me parece excepcionalmente rara y muy difícil de encontrar”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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viernes, 21 de diciembre de 2007

LOS MAS POBRES ENTRE LOS POBRES POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LOS MAS POBRES ENTRE LOS POBRES

“¡Qué poco me va quedando
de lo poco que tenía!”
José Bergamín.

UNA VARIEDAD DE POBREZA
QUE REUNE A MILLONES DE PERSONAS

En esta España del “todo va bien”, de “la cultura de los satisfechos”, a algunos que realmente les va bien, quieren que les vaya mejor. Algunos que viven con notable desahogo, se oponen enérgicamente a todo lo que pueda suponer un peligro, no de toda su comodidad sino de una parte de ella. Por eso nuestra cultura de la satisfacción es reacia a cambios estructurales, y sólo tolera pequeños avances y cambios estéticos. Y aunque cada vez son más los que protestan contra la pobreza de una gran porción de españoles y manifiestan una seria preocupación por el futuro, lo cierto es que no constituyen todavía una clara amenaza para la mayoría electoral.

Nuestra cultura de la satisfacción se muestra tolerante con las enormes diferencias de ingresos y rentas que hay en nuestra sociedad y con el abismo de desigualdad que existe entre los países.

No cabe duda que la ética debe jugar un papel crucial en la construcción de un futuro mejor y en la lucha contra la pobreza. La ética individual y comunitaria; la ética en el poder y en la sociedad civil organizada. Nada pueden temer más la injusticia y los defensores del actual status quo planetario que la unión y la acción organizada de la gente frente a ella. En este fin de año, si la sociedad civil encuentra el modo eficaz de encaminar su acción autónoma y consciente, podrán abrirse las puertas de ese callejón ecológico, económico y social en el que está sumida. El mundo está cercado por esta realidad: tres de cada cuatro mujeres, hombres y niños, son pobres. En la actualidad, 1.300 millones de personas viven con menos de un euro por día; 800 millones sufren hambre y desnutrición crónica; 200 millones mueren anualmente antes de alcanzar los cinco años de edad. Más de la cuarta parte de la población mundial no dispone de agua potable, de instalaciones sanitarias, de atención médica... Una inmensa cantidad de hombres y mujeres que pueblan la Tierra contemplan su presente y su futuro más inmediato sin ninguna esperanza. En estos últimos años de bonanza económica ha aumentado la pobreza y el hambre en el mundo. Ha aumentado la exclusión de la mayoría de la población en la toma de decisiones sobre su vida y su futuro. Ha decrecido el acceso a lo más básico: la tierra, el uso de los bienes, los avances técnicos, el alimento, el vestido, la salud, la educación.

La pobreza es una realidad presente también en los países ricos, en las llamadas “sociedades desarrolladas”. El progreso de la tecnología, la aparición de nuevos países industrializados que se valen de una mano de obra mucho más barata, y otro tipo de razones de carácter no sólo económico sino también político, social y cultural, han modificado totalmente las reglas de juego. La pobreza y la miseria avanzan también en importantes sectores de población de los países desarrollados.

Parados de corta o larga duración. Inmigrantes mal llamados “ilegales”. Campesinos de zonas rurales marginadas. Jóvenes sin familia. Ancianos olvidados y abandonados. Millones de mujeres que viven diariamente al límite de sus posibilidades económicas, físicas y psíquicas como precio por su condición de mujer . Personas sin techo y sin hogar. Población reclusa. Enfermos terminales y crónicos sin atención ni cuidados. Discapacitados físicos y psíquicos carentes de las más básicas prestaciones. Drogodependientes... El dibujo es una realidad social cada vez más rota, donde “las bolsas de pobreza” dejan de ser pequeños espacios aislados y localizables, para constituir, paulatinamente, un elemento cualitativo y definitorio del tejido social de las sociedades opulentas.

En los países ricos existe un número creciente de hombres y mujeres que se definen socialmente por su falta de identidad social, por el nulo reconocimiento que se hace de ellos como personas. Son los más pobres entre los pobres. Una variedad de pobreza que reúne a millones de personas.

Al no acceder a los sistemas y redes de protección social que existen en su entorno, su patología personal y su desocialización adquieren tonos límites. Ciertos grupos de población gitana, mendigos, “yonkis”, jóvenes prostitutas seropositivas, mujeres con cargas familiares y en situación límite por graves problemas o catástrofes familiares, ancianos con atrofia cerebral, abandonados por la familia y la sociedad..., son algunos de estos grupos sociales.

Desarraigo familiar, exclusión social, graves problemas de carácter sanitario y afectivo, desempleo continuado, carencia aguda de recursos económicos y soledad, son algunas de las características que describen la situación de este colectivo.

Los estudios sobre el nivel de pobreza en España llevados a cabo por diversas entidades tienen como común denominador la constatación de que, al menos, una quinta parte de la actual población española vive bajo el umbral de la pobreza, o sea, tiene ingresos inferiores a la mitad de los ingresos medios.

En nuestro país más de un millón de personas viven en una situación de auténtica miseria, con unas condiciones de vida tan límite que su existencia está gravemente amenazada. Aquí se sitúa ese millón trescientas mil personas que viven con una renta disponible inferior al 25 por ciento de la del español medio, y que constituyen la franja de lo que se llama “pobreza severa”. Esta pobreza está constituida preferentemente por madres solteras, mujeres separadas o viudas con cargas familiares, y por personas en paro de larga duración.

Los procesos de empobrecimiento que no cesan ni siquiera en estos tiempos de crecimiento económico ponen a nuestro país en situación de ruptura social. Frente a “una zona de integración”, caracterizada por un trabajo estable y por la solidez en el ambiente familiar y en el contexto comunitario, existe una “zona de vulnerabilidad”, caracterizada por la precariedad del empleo y de la protección social, y por la alteración de las relaciones familiares y sociales. Y finalmente, está la “zona de la exclusión”, en la que se encuentran aquellos españoles que viven en una completa marginación, carentes de recursos materiales básicos, con un empleo inestable o sin empleo y con una desprotección social aguda o inexistente.

Los excluidos absolutos son un sector cada vez más mayoritario. Y como dijo el poeta: “Y cuántas promesas, madre / ¡ay!, cuantas hicieron. / Y no cumplieron ninguna / de las que hicieron”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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jueves, 20 de diciembre de 2007

LO CURSI POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LO CURSI

“Ya no dici padri,
ni madri ni agüela .
“Mi papá, mi mamá, mi abuelita...”
como si el mocoso juesi un señoruco
de los de nacencia.”
Gabriel y Galán.

CARECER DEL SENTIDO DEL RIDICULO

Hace más de medio siglo, Ramón Gómez de la Serna escribió un hermoso Ensayo sobre lo cursi. Este término, hoy un poco en desuso, alude a lo afectado, pretencioso, remilgado, recargado, falsamente elegante y, como resultado, ridículo. También se decía entonces “sofisticado” para lo mismo, pero ese vocablo ha variado por completo de uso. Para nuestro autor, cursis eran sobre todo los objetos recargados. Los rechazaba uno por uno, pero encontraba un raro placer en coleccionarlos. Esta reacción es mucho más general de lo que parece. Coleccionar lo cursi puede resultar un acto entrañable. Por ejemplo, una casa de muñecas de las de antes.

Hoy hablamos menos de objetos que de personas cursis. Para ellas tenemos un nuevo término, el de horteras. Su conducta típica es la horterada. Aunque parece un vocablo femenino, el hortera es definitivamente masculino, así como cursis eran antes más bien las mujeres. Todavía un poco antes de la generación de Ramón Gómez de la Serna, el hortera era simplemente el dependiente de un comercio elegante. Es ahí donde se daba la situación de una clientela aristocrática o cortesana que era atendida por obsequiosos empleados. Estos venían obligados a adoptar el atuendo y las maneras de la clientela, pero de una manera estudiada, exagerada y falsa. De ahí el tono despectivo que -desde arriba- empezó a darse a estos vendedores. Por injusto que pueda parecer, ese sentido es el único que ha quedado del lenguaje, que incluso ignora el origen de la primitiva función comercial. Un hortera es hoy una persona que quiere pasar por elegante o distinguida, pero que resulta vulgar. Es, en definitiva, la manifestación del quiero y no puedo, la ostentación irritante del recién llegado, la expresión del mal gusto.

El término pertenece a una sociedad donde hay muchos móviles sociales, pero la clase que socialmente manda se resiste a esa incorporación de los que suben de posición. Los de arriba tienen que seguir marcando las distancias respecto de los recién llegados. Sobre gustos se puede escribir todavía mucho, por la sencilla razón de que los gustos cambian. Los que ascienden de clase o de fortuna no pueden comprender de golpe la sutileza de esas alteraciones de lo que se considera de buen tono o de buen gusto.

La horterada se manifiesta de mil formas. Suele darse especialmente cuando se trata de conductas colectivas, gregarias incluso. Así, una boda postinera, una fiesta infantil con payasos, un grupo turístico por lugares exóticos, una despedida de soltero, son ocasiones donde se manifiesta exultante la dimensión “horteril”.

Hay que estar atentos al proceso general de casi todas las modas. Lo que empieza siendo un atributo del gusto refinado, al generalizarse y abaratarse se convierte en vulgar. Es ante ese último movimiento cuando se presenta la horterada. Se podrían aducir mil ilustraciones de esta secuencia, no sólo referida a los objetos, sino a todas las conductas. El lenguaje coloquial está lleno de expresiones que empiezan por una moda exquisita y acaban trivializándose hasta la “horteridad” más ridícula. Así, decir “es la monda” ya empezaba ser una horterada hace veinte años, por lo mismo que más tarde lo fue la expresión equivalente “es de alucine”. Dentro de poco le ocurrirá lo mismo a la exclamación, todavía casi elegante, de “es fenomenal”.

Si el buen gusto es el “discernimiento de lo mejor”, al decir de los clásicos, el mal gusto consiste en ostentar burdamente que uno carece de sentido del ridículo. Esto se produce, paradójicamente, cuando uno se toma en serio, hasta el final, la función para la que se conciben ciertos objetos o se determinan ciertos comportamientos. Por ejemplo, besar realmente la mano de las señoras, ponerse gafas de sol cuando no hay sol, utilizar el teléfono móvil como exhibición, llevar la radio a la playa o sacarla a la terraza o al jardín. Ya se decía hace una generación que “no hay hortera sin transistor”. El grado de “horteridad” se mide también en decibelios, sean de la música o de la moto. La horterada es hoy llamar footing a lo que los americanos llaman “correr” y simultanear esa nociva práctica con la audición de un disco compacto a través de auriculares. Y como dijo el poeta: “Cuanto más pienso en las cosas, / mucho menos las comprendo; / por eso cuando te miro / te estoy viendo y no lo creo”.

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