JOHANN CHRISTIAN FRIEDRICH HÖLDERLIN
(1770-1843)
“Jamás comprendí las palabras de los hombres,
crecí en los brazos de los dioses. ”
Hölderlin.
LA VOZ ENTRE LA LOCURA Y LA RAZON
“Hölderlin, con fidelidad admirable –nos dijo Luis Cernuda- no fue sino aquello a que su destino le llamaba: un poeta. Pero ahí nadie le ha superado en su país, ni en otro país cualquiera”. Buena parte de sus mejores poemas, caracterizados por un peculiar contraste entre pureza técnica e inspiración fueron escritos entre la locura y la razón en la que siempre vivió. Está considerado el principal representante del prerromanticismo alemán y uno de los líricos más grandes de todos los tiempos.
La obra de Hölderlin, de características muy peculiares, es una mezcla de clasicismo y de romanticismo. Obsesionado por la necesidad de evadirse a un mundo ideal y puro, Hölderlin se siente atraído por la Grecia clásica, a la que considera una verdadera Edad de Oro en el desarrollo de la humanidad. Para él, Grecia representa la armonía de un mundo en el que existe concierto entre el hombre y la naturaleza. En sus odas, himnos y elegías, en los que con frecuencia intenta imitar el hexámetro, hay un profundo sentimiento religioso. Merced a una creencia mística de renacimiento espiritual, hay una evocación de los dioses griegos, junto a los que aparece Jesucristo, hermano de Dionisios, que en un segundo advenimiento actúa como intermediario entre el mundo clásico y la civilización occidental. Sus poemas amorosos –inspirados en su relación amorosa con Suzette Gontard, a la que llama Diótima- son de una gran belleza y emotividad y expresan su concepción pesimista sobre el amor, al que ve como una fuerza destructiva o como un ideal imposible de alcanzar. Otro tema importante de su obra lírica es la consideración del oficio de poeta como una misión profética.
Johann Christian Friedrich Hölderlin nació en Lauffen el 20 de marzo de 1770 y falleció en Tubinga, Württemberg, el 7 de junio de 1843. Su padre, administrador del seminario protestante de Lauffen, murió cuando el sólo tenía dos años de edad. Estudió en el seminario de Denkendorf y después teología en la universidad de Tubinga, con Hegel y con Schelling, pero abandonaría estos estudios para ejercer como preceptor, profesión que desempeñó en distintas ciudades –Jena, Francfort, Homburg, Burdeos- hasta que en 1802, agravada su enfermedad mental, vuelve a Tubinga. Conoció personalmente a Goethe, Schelling y Schilller por el que sintió particularmente admiración. Hacia 1806 la locura alcanza en él su estado final. Vivió hasta su muerte en casa de un carpintero, en Tubinga, su habitación estaba en una vieja torre, en la orilla del Neckar, donde escribía versos incomprensibles firmados con los nombres de “Scardanelli” , “Scaliger Rosa”, “Buonarotti”.
Entre sus poesías sobresalen: Himno a la humanidad, Himno al amor, Al éter, Quejas de Menón por Diótima, Al dios del sol, Ganímedes, Archipiélago, A las parcas y Patmos. Otras obras suyas son la novela epistolar Hiperión o el ermitaño de Grecia (1797-1799) y la tragedia Empédocles (1798-1799), obra simbólica de evasión hacia un mundo supraterrenal, en la que expresa el deseo de fundirse con lo absoluto. Realizó también versiones de obras clásicas: los himnos de Píndaro y las tragedias de Sófocles, Antígona y Edipo Rey.
La obra lírica de Hölderlin, a veces hermética, ha gozado del fervor y admiración de muchos escritores del siglo XX, como podemos comprobar en la obra de los poetas de la generación del 27, principalmente en la de Cernuda. Y como dijo el poeta alemán: “El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al hombre”.
Francisco Arias Solis
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Paz y libertad.
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Gracias.
miércoles, 8 de octubre de 2008
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