jueves, 15 de julio de 2010

Carmen Martín Gaite - Francisco Arias Solís


CARMEN MARTÍN GAITE
(1925-2000)

“De la misma manera que las mujeres y los hombres, tendrían
que verse menos como seres enfrentados, el realismo y la fantasía
tendrían que ir más de la mano, porque la vida es una cantera
de surrealismo y gracias a eso se aguanta la llamada realidad,
esa llamada prosa de la vida.”
Carmen Martín Gaite.

LA VOZ SOBRESALIENTE DE LA NARRATIVA ESPAÑOLA

Carmen Martín Gaite es una escritora representativa de la llamada “generación del medio siglo”, cultivadora del realismo social y una de las figuras más sobresalientes de la narrativa española. Sus novelas recuperan el mundo de la infancia y adolescencia en ambientes pequeños, pero creando grandes universos narrativos.

Carmen Martín Gaite nace en Salamanca el 8 de diciembre de 1925. En la Universidad de Salamanca se licencia en Filosofía y Letras, allí conoce a Ignacio a Aldecoa y a Agustín García Calvo y participa como actriz en varias obras teatrales. Colabora en las revistas Trabajo y Días en Salamanca y Revista Nueva en Madrid, ciudad a la que llega en 1950, doctorándose en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España. Ignacio Aldecoa la introduce en su círculo literario, donde conoce a Josefina Aldecoa, Juan Benet, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos, Alfonso Sastre y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien contrajo matrimonio en 1954, y del que se separó transcurrido unos años. Carmen Martín Gaite muere en Madrid el 23 de julio de 2000.

Martín Gaite se dio a conocer con El balneario (1955) que obtiene el prestigioso Premio Café Gijón, revalidándose después con la que sería su obra señera Entre visillos (1958, Premio Nadal), novela en la que cuenta las experiencias de unas jóvenes provincianas españolas de clase media, texto crítico de la condición femenina donde operan los recuerdos de la autora. Considerada una de las máximas exponentes de la narrativa española contemporánea, lleva a cabo una detenida meditación sobre la sociedad humana y la carencia de horizontes en obras como Retahílas (1974), estructurada en un diálogo-coloquio que durante una noche mantiene la nieta y el sobrino de una anciana moribunda, entre recuerdos, historias y atmósferas misteriosas, como desahogo de su propia intimidad, Fragmentos del interior (1976), nos traslada al ambiente de una familia madrileña de clase media, y El cuarto de atrás (1978, Premio Nacional de Narrativa), relato que intensifica el aspecto misterioso y onírico a través de ensoñaciones fantásticas de la narradora, que se basan en la recuperación de la infancia y la expresión espontánea de las vivencias más elementales de su vida personal. La reflexión metanarrativa y autobiográfica dominan el discurso de El cuento de nunca acabar (1983) y Desde la ventana (1987), libros que fluctúan continuamente entre la ficción y el ensayo. Otros textos debido a su pluma son las investigaciones históricas El proceso de Macanaz (1969), Usos amorosos del siglo XVIII español (1972) y Usos amorosos de la posguerra española (1987), el libro de poemas A rachas (1976), el drama A palo seco (1988), los relatos para jóvenes El castillo de las tres murallas y El pastel del diablo, recogidos en el volumen Dos relatos (1989), y las novelas Caperucita en Manhattan (1988), en la que explora la relación existente entre los motivos de los cuentos infantiles y la simbología hollywoodense, Nubosidad variable (1992), historia de dos mujeres, amigas de la infancia, que se encuentran al pasar el tiempo, y La reina de las nieves (1994), que se vale de las claves de la narrativa folletinesca. Su libro Esperando el porvenir. Homenaje a Ignacio Aldecoa (1994) reúne las cuatro conferencias que, sobre la vida y la obras del este escritor, dictó Martín Gaite en la Universidad de Salamanca. En 1988 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, compartido con José Ángel Valente, y en 1994 el Premio Nacional de las Letras. En sus últimos años ha publicado dos éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir (1997) e Irse de casa (1998). Y como dijo la escritora salmantina: “Siempre hay uno que sufre y otro que hace sufrir”.


Francisco Arias Solís

La libertad no la tienen los que no tienen su sed.

Portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre.

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