domingo, 4 de julio de 2010
Manuel Pacheco ~ Francisco Arias Solís
MANUEL PACHECO
(1920-1998)
“Todavía el amor está dormido,
dormida la amapola, el alba y las palomas.
Todavía está el hombre jugando con los átomos
y envenenando el aire que respira.
Todavía se mueren los niños,
se matan los hombres
y la babosa del odio
mancha el campo del alma.
Todavía está Dios en las iglesias.
Todavía está todo todavía.”
Manuel Pacheco.
LA VOZ QUE GRITA LA VERDAD
El poeta extremeño Manuel Pacheco publicó más de veinticinco títulos de libros poéticos en los que destacan su poesía social, en su poética escrita en 1965 y recogida en la Antología de Poesía Social de Lepoldo de Luis, nos dice: «Aquellos que no quieren ver estropeada la paz de sus buenas digestiones, gritan contra la poesía social diciendo: “¡Han manchado la poesía, eso es poesía política!” Y la poesía social se diferencia de la poesía política en que la primera se compromete con el hombre y la segunda se compromete con el partido que el hombre impone, y tiene que cantar al régimen de ese partido sin denunciar sus defectos. La auténtica poesía social grita la verdad, y la verdad puede molestar a los unos y a los otros». Su preocupación por el hombre y por los temas sociales son tratados en toda su obra con cierta inspiración surrrealista. “El poeta más cercano de mi manera de entender y escribir poema -nos dice Pacheco- es el peruano César Vallejo”. Entre los poetas de la citada Antología de Poesía Social figuran entre otros, los poetas de postguerra Garciasol, Celaya, Crémer, Otero, Ángela Figuera, Eugenio de Nora, Hierro y Agustín Millares Sall; y los poetas de la promoción del cincuenta, Gloria Fuertes, Ángel Crespo, Carlos Sahagún, José Ángel Valente, María Beneyto, Gil de Biedma, Manuel Pacheco, Ángel González, Rafael Morales, María Elvira Lacaci y Félix Grande.
Manuel Pacheco Conejo nace en Olivenza, Badajoz, el 19 de diciembre de 1920 y fallece en Badajoz el 13 de marzo de 1998. Hijo de una familia muy humilde, cuando contaba sólo siete años de edad, muere su padre e ingresa en un hospicio de Badajoz, donde permanece más de diez años. “Desde los ocho años -nos cuenta Pacheco- leo todo lo que cae en mis manos”. A los dieciocho años de edad es movilizado y destinado a Oyarzun, en la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco. Trabajó en oficios muy diversos para matar el hambre, el propio poeta nos recuerda los siguientes: monaguillo, cantante de tangos, fotógrafo, cargador de muelle en la estación de ferrocarril, albañil, marmolista, repartidor de hojas de empadronamiento y comparsista de teatro, por último, ingresa como mecanógrafo en las oficinas de la Pagaduría Militar. En 1949 publica su primer poema “Aire” en el periódico Hoy. El 5 de octubre de 1955 contrae matrimonio con Manuela Cañón Villarroel. En 1986 se le concede la Medalla de Extremadura y dos años más tarde es elegido miembro de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes.
En su abundante obra poética destacan los siguientes títulos: Ausencia de mis manos (1949), En la tierra del cáncer (1953), El arcángel sonámbulo (1953), Los caballos del alba (1954), Presencia mía (1955), Poemas al hijo (1960), Todavía está todo todavía (1960), Poemas en forma de... (1962), Poesía en la Tierra (1970), Para curar el cáncer no sirven las libélulas (1972), El emblema del sueño (1972), Cantares de ojos abiertos (1976), Nunca se ha vivido como se muere ahora (1977), El cine y otros poemas (1978), Poesía (1942-1984) (3 vols, 1986) y Poemas de color sepia (1989). En 1995 se publicó Obra en prosa (1949-1995).
Y como dijo el poeta extremeño: “Lo que importa es el hombre / porque si el hombre muere / se apagarán para siempre / las antorchas del alba”.
Francisco Arias Solís
Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.
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