martes, 29 de septiembre de 2009

Foro Libre: Homenaje a José Antonio Muñoz Rojas

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
URL: http://www.internautasporlapaz.org

“Nadie sabe las palabras
que caben en un silencio.”
José Antonio Muñoz Rojas.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

El próximo lunes, día 5 de octubre, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas, con motivo del centenario de su nacimiento.

José Antonio Muñoz Rojas nace en Antequera, provincia de Málaga, el 9 de octubre de 1909, en la misma ciudad en la que fallece, el 29 de septiembre de 2009. Estudia Derecho en la Universidad Central. En 1929 publica Versos de retorno. Con Leopoldo Panero y otros amigos funda Nueva Revista. En 1929 conoce a Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas y Luis Cernuda. En 1930 acaba la carrera de Derecho. Hace el servicio militar en Sevilla, allí establece relación con el grupo de Mediodía, haciendo amistad con Adriano del Valle, Porlán y Romero Murube.
Publica en las revistas Isla, Papel Azul, Poesía, Los Cuatro Vientos, Nueva Poesía, Cruz y Raya, Caballo verde para la poesía... En 1932 visita por primera vez Cambridge. Escribe algunos cuentos de los que publicará tardíamente bajo el título de Cuentos surrealistas. En 1934 presenta al Concurso Nacional de Literatura Ardiente jinete. Ese mismo año llega Neruda a España. Muñoz Rojas, lo encuentra, en casa de Aleixandre, junto con Miguel Hernández y Federico García Lorca. A comienzos de 1936 marcha a Cambridge. Visita en su residencia londinense de Russell Square a T.S. Eliot.
En 1939 regresa a España. Conoce a una chica que, con el andar del tiempo, llegará a ser su compañera: María Lourdes Bayo Alessandri. Desde su vuelta del Reino Unido al año 1951 Muñoz Rojas reside alternativamente en Málaga y Antequera, entre la ciudad y el campo. En 1942, se publican los Sonetos de amor por un autor indiferente. Un año después se publica Abril del alma. En 1945 publica un libro fundamental, Historias de familia.
En los cincuenta se traslada a la capital de España. El mismo día de su llegada a Madrid publica la que muchos consideran su obra maestra en prosa: Las cosas del campo (1951). “Libro de poemas en prosa”, le llamó José Luis Cano. En Málaga, dirige, en colaboración con Alfonso Canales, Papel Azul, suplemento de la revista Gibralfaro. Colabora hasta 1954 en Platero, la revista poética gaditana fundada por Fernando Quiñones. Ese mismo año escribe también para Aljibe, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla. En marzo de 1952 entra en el Banco Urquijo. En 1954 publica Cantos a Rosa. “Tras Cantos a Rosa -afirma Muñoz Rojas-, acaba mi etapa optimista”. “El resto de mis intentos en esta aventura poética -nos dice el poeta antequerano-, que abarca desde 1954 a 1980, es decir unos veinticinco años, lo considero agrupado en dos posibles libros: las Consolaciones y Oscuridad adentro”.
En 1957, publica uno de los libros en prosa más bellos de cuantos han salido de su pluma: Las musarañas. En 1962 aparece Lugares del corazón en nueve sonetos que lo celebran. En 1966 publica en Málaga una colección de Coplillas, en que la gracia popular se une a la exquisitez expresiva propia de los escritores de honda cultura. En 1970 publica el Salmo. Con igual amor al pasado aparece en 1977 Antequera, norte de mi pluma.
En 1992 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. En 1998 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Objetos perdidos y en 2002 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana por el conjunto de su obra.
Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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domingo, 27 de septiembre de 2009

Arturo Barea por Francisco Arias Solís

ARTURO BAREA
(1897-1957)

“Hijo, yo de la guerra no entiendo.
Pero ¿por qué matarse?”
Arturo Barea.

LA VOZ DE UN REBELDE

Arturo Barea es un novelista que ha alcanzado un gran prestigio internacional. Su gran obra, La forja de un rebelde, escrita en buena parte durante la guerra, solamente aparece muchos años después. Es libro de curiosa historia: se publicó primero en inglés (Londres 1941-1944), para ser retraducido después a su lengua original (Buenos Aires, 1951).

La forja de un rebelde constituye una trilogía integrada por tres libros -La forja, La ruta, La llama- y en cuanto que es básicamente una autobiografía, resulta ser una crónica de la España en que su autor vivía. El elemento autobiográfico, en ningún momento ocultado, pues aparece el autor con nombre y apellido, no cuenta en función de la biografía de Barea, sino de una rememoración de las vivencias del autor que sirven para la reconstrucción decisiva de la historia española. No todos los libros de la serie tienen el mismo valor y el primero de ellos, La forja, más independiente de juicio, constituye una de las obras novelescas más importantes de nuestro siglo. La forja es una afortunada evocación del mundo juvenil del protagonista, narrada con gran veracidad y con un sereno, pero dolorido, sentir del Madrid humilde de finales-comienzo de siglo. La capacidad de observación y la afortunada notación costumbrista conceden al libro un valor testimonial extraordinario. La narración directa, la ingenua perspectiva infantil o juvenil es de un considerable valor, lo mismo que sucede con el afortunado relato del acceso a la experiencia del muchacho protagonista. La forja es, sin duda, el libro más valioso, más afortunado de Barea. El siguiente de la serie, La ruta, es un relato fundamentalmente crítico sobre la guerra de Marruecos -próxima, en este sentido, a otros libros de Sender, Díaz Fernández o Gaya Nuño-, donde el fondo que la alienta no obstaculiza una narración tersa, vibrante y llena de calor humano. En La llama aparece también la problemática personal de Barea, su vida matrimonial fracasada, su deseo de integración en la lucha popular, su incorporación definitiva a esa lucha sus tareas de censor de despachos de prensa en los corresponsales extranjeros desde su “oficina” instalada en la Telefónica de Madrid, en torno a la cual silban los obuses. Toda la guerra, desde los días heroicos, trágicos y violentos de julio de 1936, pasando por los bombardeos de la capital, la presencia de las Brigadas Internacionales, las luchas ideológicas, la resistencia republicana, la Valencia de la retaguardia, el éxodo final, figuran en las fascinantes páginas de Barea, que en muchos casos recuerdan al mejor Galdós madrileñista y popular.

Arturo Barea Ogazón nació en Badajoz el 14 de agosto de 1897 y murió en Feringdon (Inglaterra) el 24 de diciembre de 1957. De humilde origen, la mayor parte de su vida se desarrolló en Madrid; la pobreza y dificultades de los barrios populares marcaron su trayectoria ideológica. Su formación fue autodidacta. Trabajó como meritorio en un banco, fue uno de los organizadores del sindicato de empleados de oficina de la UGT. Hizo el servicio militar en Ceuta y Marruecos, luchando en la llamada Guerra del Rif. Su biografía hasta la guerra puede seguirse a lo largo de La forja de un rebelde. Durante la guerra se casó con una periodista austriaca. Al finalizara la guerra se exilió Francia y posteriormente a Londres, donde se dedicó al periodismo y a la crítica, siendo autor de dos ensayos: Lorca. El poeta y el pueblo (1944) y Unamuno (1952). Adoptó la nacionalidad inglesa en 1948. Bajo el nombre de “Juan de Castilla” tomó parte en las emisiones españolas de la BBC de Londres. Comenzó su carrera literaria con un volumen de cuentos basados en la guerra civil española, Valor y miedo, que se publicó en Barcelona en 1939, su fama literaria comenzó con la publicación La forja de un rebelde. Posteriormente publicó la novela La raíz rota (1952 en inglés; 1955 en español) Su última obra, un volumen de cuentos titulado El centro de la pista, se publicó póstumamente en 1960, en Madrid.

En su novela La raíz rota plantea un tema de gran interés, el de regreso del exilio, asunto poco tratado por los escritores del destierro como por los de interior. El título de Barea es alusivo a la falta de enraizamiento que se encuentra el exiliado a su regreso, lo que le obliga, tras sucesivas decepciones, a volver al destierro. Y como dijo el escritor extremeño: “Tengo la nacionalidad inglesa, pero soy español”.

Francisco Arias Solís

La primera víctima de la guerra es la infancia.

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sábado, 26 de septiembre de 2009

Se alquila plaza de garaje (amplia) en Cádiz

En Cádiz, Plaza de San Severiano (Bahía Blanca), se alquila plaza de garaje amplia (coche + moto). Garaje con muy cómodo acceso y la plaza tiene también un acceso fácil (sin necesidad de maniobras). Alquiler mensual 130 € (incluida comunidad).

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Antón el de los Cantares por Francisco Arias Solís

ANTONIO DE TRUEBA
(1819-1889)

“Es menester que compongas,
Señor, un poquito el mundo,
porque se ha deteriorado
de tal modo, con el uso,
que el enterrador de Güenes
anda vestido de luto,
porque hace más de dos años
que no se ha muerto ninguno.”
Antonio de Trueba.

LA VOZ DE ANTÓN EL DE LOS CANTARES

Escritor vizcaíno que alcanzó gran notoriedad en el siglo XIX, Antonio de Trueba, con sus famosos cuentos realizó en el Norte de España una labor algo parecida a la de Fernán Caballero en el Sur, siendo muy leído; y al igual que Rosalía de Castro en sus Cantares gallegos, recopila cantares sobre conflictos humanos y pequeños episodios que parafrasean o glosan canciones populares de su tierra natal. De formación autodidacta, tenía gran fecundidad literaria. Canta en sus poesías los sentimientos sencillos y espontáneos del amor a la familia, al hogar, a la tierra, etc. Y como nos dijo el propio poeta vasco: "Fue autor de cantares y narraciones vulgares el que pensaba ser labrador".

Antonio María de Trueba y de la Quintana, conocido también como Antón el de los Cantares, nació en Montellano, Vizcaya, el 24 de diciembre de 1819. Hijo de humildes campesinos, se sintió atraído desde niño por la literatura al oír los romances de ciego, pero tuvo que abandonar pronto la escuela para cultivar la tierra y trabajar en las minas de su tierra natal. Al cumplir los quince años marchó a Madrid para evitar la primera Guerra Carlista. Según nos cuenta Trueba, en uno de sus cuentos: "Veinte fusiles se alzaron por un movimiento instintivo y sin obedecer a voz de mando alguna, y Carmen cayó atravesada de balazos al expirar en sus labios el grito de ¡Viva Carlos V! como su padre había caído al expirar en los suyos el de ¡Viva Isabel II! Mi madre que también había caído sin sentido casi al mismo tiempo, cuando le recobró, exclamó dirigiéndose a mi padre con las manos juntas, en señal de entrañable súplica, y los ojos ciegos de lágrimas: -¡Manuel, vendamos lo poco que tenemos para enviar a este pobre hijo de nuestra alma a donde Dios le libre de la suerte que aquí le espera! Quince días después iba yo camino de Madrid, destinado a la tienda y almacén de ferretería que en la calle de Toledo, número 81, tenía don José Vicente de la Quintana, primo de mi madre y hermano del venerable párroco de mi aldea y vicario del partido eclesiástico a que ésta pertenecía". En la ferretería robó tiempo al sueño para leer a nuestros escritores románticos. En 1845 consigue un puesto burocrático en el Ayuntamiento de Madrid, lo que le permite más tiempo libre para dedicarse a la literatura. En 1851 publicó su primer libro, El libro de cantares, que le dio a conocer en los ámbitos literarios, al tiempo que inicia sus colaboraciones en La Correspondencia de España, Correo de la Moda, El Museo Universal y La Ilustración Española y Americana. En un piso madrileño comparte esperanzas y amarguras con Luis de Eguílaz, el pintor Germán Hernández y algunos más, y en un local de veladas poéticas leían sus composiciones Trueba, Núñez de Arce, Pedro Antonio de Alarcón, Eulogio Florentino Sanz... El escritor vizcaíno también frecuentó la tertulia del Café de la Esmeralda -en la calle de la Montera-. Trueba inicia la publicación de sus cuentos, género en el que llegó a ser maestro, en los que narra los aspectos amables de la realidad. Algunos de ellos, alcanzaron gran popularidad y están recogidos en diversos volúmenes: Cuentos populares (1853), Cuentos de color de rosa (1854), Las hijas del Cid (1859) y Cuentos campesinos (1860). Muchos de estos cuentos tienen como escenario ambientes rurales del País Vasco.

En 1862, las Juntas Generales de Vizcaya proclamaron a Antonio de Trueba, Cronista y Archivero del Señorío, lo que determinó que el escritor se trasladara a Bilbao para el desempeño de sus funciones, y donde, pese a reconocer su precaria formación histórica, se dedicó a recopilar información para escribir "una modesta historia general de Vizcaya", que los disturbios políticos le impidieron concluir. A esta época pertenecen sus obras, Capítulos de un libro, sentidos y pensados viajando por las Provincias Vascongadas (1864), Defensa de un muerto atacado (los Fueros) por el Exmo. Sr. D. Manuel Sánchez Silva (1865), la novela histórica La paloma y los halcones (1865), Cuentos de varios colores (1866), El libro de las montañas (1867), Bosquejo de la organización social de Vizcaya (1870), El molinerillo (1871), La familia cristiana (1871-1872), Resumen descriptivo e histórico de M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya (1872) y la novela costumbrista El gabán y la chaqueta (1872).

Tras el paréntesis de la II Guerra Carlista, que hubo de marchar a Madrid (1873) acusado de una supuesta simpatía hacia el carlismo, volvió a Bilbao donde fue rehabilitado, nombrado Padre de la Provincia (1876) y sigue publicando un buen número de obras: Narraciones populares (1874), Exposición dirigida a las Cortes de la Nación por las Diputaciones de las Provincias Vascongadas en 16 de junio de 1876 (1876), Curiosidades histórico-literarias de Vizcaya (1878), Cuentos de madres e hijos (1878), Arte de hacer versos al alcance de todo el que sepa leer (1881), De flor en flor (1882).

Entre sus obras póstumas destacan: El libro de los recuerdos (1898), Cuentos populares de Vizcaya (1905) y Cuentos de vivos y muertos (1909).

Antonio de Trueba elevó varios memoriales a las Cortes, en relación con lo que el consideraba, en defensa de las Tradiciones Vascongadas. "Terminada la guerra (la tercera guerra carlista) -escribía el escritor vizcaíno-, Don Antonio Cánovas del Castillo, ansioso de popularidad, creyó excelente medio de alcanzarla la presentación a las Cortes de un proyecto de ley abolitorio de los fueros vascongados, y en efecto se presentó, y apenas hubo senador ni diputado que se atreviera a arrostrar la impopularidad de negarle su voto".

En uno de los edificios de la plaza elegante y recoleta de los Jardines de Albia de Bilbao, falleció Antonio de Trueba el 10 de marzo de 1889 y en dicho lugar, el 10 de noviembre de 1895, se erigió en su honor, una estatua sedente realizada por Mariano Benlliure, que se costeó con los fondo recaudados entre los vascos de América y de Bizkaia. Y como dijo tan ilustre escritor vasco: "La guerra, que Dios maldiga, y sobre todo la guerra civil, no tiene entrañas ni conoce la justicia"

Francisco Arias Solís

La fórmula salvadora es paz, libertad y justicia.


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viernes, 25 de septiembre de 2009

Pierre de Marivaux por Francisco Arias Solís

PIERRE DE MARIVAUX
(1688-1763)

“El amor hace creer siempre en aquello
en que más habría que dudar.”
Pierre de Marivaux.

LA VOZ EN TORNO AL AMOR

La temática del poeta, novelista y dramaturgo francés Pierre de Marivaux gira sobre el amor y el matrimonio. Lo más importante de su obra es la producción dramática, que también gira siempre en torno al amor y que Marivaux desmenuza con toda escrupulosidad y penetración psicológica; sin embargo, todo parece demasiado razonado y sus piezas teatrales se apoyan muy especialmente en los diálogos, en la palabra preciosista. Sus personajes femeninos tienen una enorme importancia. Pocos autores tratan el amor con tanto realismo y sentido común, sin exageraciones librescas y malamente literarias.

Marivaux fue el creador de un nuevo estilo de comedia risueño, exquisito, ingenioso y fundamentado en un atento análisis de los caracteres y las relaciones amorosas, estilo que llegó a denominarse “marivaudage”. Llegó a convertirse en el más importante representante del sentimentalismo y en el precursor de la comedia de análisis. En este teatro, el más netamente clásico que existe, todo -marco, intriga, personajes- está simplificado en extremo; lo único que importa son los sentimientos. Es casi exclusivamente un teatro de amor; éste, en él, es un sentimiento delicado cuyo nacimiento, crecimiento, decepciones, susceptibilidades y contradicciones observamos. Marivaux terció en la famosa “querella de antiguos y modernos”, poniéndose al lado de La Motte a favor de los últimos. El comediógrafo Molière ensombreció la fama de Marivaux como hombre de teatro, que quedó un tanto olvidado por la crítica de sus contemporáneos y no ha sido sino en el siglo XX cuando su obra ha adquirido un mayor relieve. En la actualidad está considerado como uno de los dramaturgos emblemáticos del XVIII.

Pierre Carlet de Chamblain de Miravaux nació en París el 4 de febrero de 1688 y falleció en la capital francesa el 12 de febrero de 1763. Nació en el seno de una familia burguesa. Asiduo de los salones intelectuales, escribió en su juventud algunas novelas, pero solo se dedicó activamente a la literatura cuando, tras una quiebra financiera, lo necesitó para ganarse la vida. Perteneció a la Academia Francesa (1743). Atraído por el periodismo fundó tres periódicos: Le Spectateur Française (1722-1723), L’Indigent Philosophe (1726-1727) y Le Cabinet du Philophe (1734).

Escribe y estrena muchísimo: Arlequín, refinado por el amor (1720), La sorpresa del amor (1722), La doble inconstancia (1723), El juego del amor y del azar (1730), la más popular de sus obras, El triunfo del amor (1732), Las falsas confidencias (1737) y La prueba (1740). También es necesario citar sus dos novelas inacabadas que influyeron notablemente sobre narradores posteriores: La vida de Marianne (1731) y El campesino enriquecido (1735-1736), y, finalmente mencionaremos, la parodia de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Cervantes. Y como dijo el dramaturgo francés: “Algunas personas se creen todo en cuanto se las susurra el oído”.


Francisco Arias Solís

Siempre podemos hacer algo por la paz y la libertad.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

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Nos gustaría contar con su participación.

Gracias.

martes, 22 de septiembre de 2009

Miguel Ángel Asturias por Francisco Arias Solís

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
(1899-1974)

“Mi libertad llamadla fantasía
en todo lo demás soy prisionero,
cárcel la realidad, la noche, el día,
la carne, el mundo,todo lo que quiero.”
Miguel Ángel Asturias.

LA VOZ DE LA POESÍA ENAMORADA

La obra poética de Miguel Ángel Asturias ha sido desplazada en cierto modo por la enorme difusión de su obra de novelista. Pero la sensibilidad poética del escritor guatemalteco impregna toda su obra literaria.

La poesía de Asturias, como casi toda su obra, refleja los sentimientos del autor. El amor hacia la humanidad; el amor hacia la rica fuente inspiradora de su pasado maya-quiché; como el acendrado amor por la libertad y la justicia. Es el amor el que conduce continuamente su verso. Cuando lo guía por senderos de lucha, produce una voz bronca; cuando es hacia la ternura, arranca dulces sonidos para el ser amado. En su obra poética hay cabida para la poesía sobre el amor y para la poesía enamorada. Es este último aspecto el que interesa observar, para determinar el concepto que, a través de la poesía, demuestra tener del amor, así como el tratamiento que da a la mujer de la cual se halla enamorado.

Miguel Ángel Asturias nace en Guatemala el 19 de octubre de 1899. De padre español y madre india, sus simpatías se inclinarán por la ascendencia materna. Prueba de su cariño por los pueblos primitivos de su patria sería el tema de la tesis de su doctorado en Derecho –El problema social indio (1923)- y la traducción con el mexicano González de Mendoza, del Popol Vuh (1927), libro sagrado de los indios quiché.

Con sólo cinco años marcha con su familia a Salamá, huyendo de las iras del dictador Estrada Cabrera. Con ochos años de edad vuelve a Guatemala. Poco antes de finalizar 1917, tuvo una impresionante experiencia: el terremoto que asoló a Guatemala el día de Navidad. Vio caer parte de su casa, así como muchas casas vecinas. Vio toda una población presa de terror, corriendo y dando alaridos por las calles.

Tembló la tierra y tembló el régimen político que dominaba Guatemala durante cuatro lustros. Los estudios de Derecho de Miguel Ángel se alternan con su quehacer literario y la actividad política, participando en las reivindicaciones estudiantiles y luchando contra la dictadura de su país. Fue uno de los fundadores de la revista El Estudiante, la más combativa de su época. También es uno de los más destacados colaboradores de la revista Cultura. Los estudiantes del grupo Cultura, serían más tarde conocidos por la “generación de 1920”, en recuerdo del año en que cayó el régimen de Estrada Cabrera.

Abogado en 1922, fue uno de los fundadores de la Universidad Popular. Movido por su inquietud social se convierte en un nuevo y gran defensor de los indios. Asturias es un luchador a favor de esa clase social desposeída de todo, sojuzgada, despreciada.

Viaja a Londres y desde allí marcha a París, donde se encuentra con Vicente Huidobro, César Vallejo, Alejo Carpentier, Alfonso Reyes. Conoce también a los más importantes inspiradores del surrealismo: Breton, Aragon, Eluard.

En 1928 vuelve a su país, después de pasar por La Habana. Publica Arquitectura de una nueva vida. Deslumbrado por el mundo quiché, publica en 1930, una de sus obras cumbres Leyenda de Guatemala. Al promediar el año 1930, llega a Madrid. Frecuenta la tertulia del salón de la Granja del Henar, que era presidida por don Ramón del Valle-Inclán. Escribe su primea novela importante El señor presidente. En su país funda el Diario del Aire.

La revolución de 1944, que inicia un periodo democrático en Guatemala, repercute hondamente en la vida del poeta. Viaja por América del Sur como agregado cultural de la embajada en Buenos Aires. Pasa a París como ministro consejero de la embajada y de allí, a El Salvador, con el cargo de embajador, pero el golpe de Estado de 1954, que terminó con la caída de Arbenz, le obligó a exiliarse en Buenos Aires por no querer aceptar la dictadura de Castillo Armas.

En 1966 es galardonado con el premio Lenin de la Paz. Al año siguiente recibe el premio Nobel de Literatura, siendo embajador de Guatemala en París. En mayo de 1968, estuvo en Mallorca, siguiendo el consejo de su amigo y médico, doctor Falicoft. A partir de esa fecha no dejó de visitar la isla. En abril de 1974 fue invitado a pronunciar una conferencia sobre Fray Bartolomé de las Casas, en Sevilla. Después de una breve estancia en Sevilla, Miguel Ángel Asturias volvió a Madrid, donde falleció el 9 de junio de 1974.

Entre sus novelas, además de las citadas, recordamos: Hombres de maíz, Viento fuerte, El papa verde, Los ojos de los enterrados, Week-end en Guatemala, El alhajadito, Mulata de tal, El espejo de Lida Sal y Viernes de Dolores. Escribe piezas teatrales como Soluna, La audiencia de los confines, Chantaje, Dique seco y El rey de la altanería. Entre los títulos más relevantes de su obra poética se cuentan: Rayito de estrellas, Sonetos, Anoche, 10 de marzo de 1543, Sien de alondra, Ejercicios poéticos sobre temas de Horacio y Clarivigilia primaveral.

La primera poesía de Asturias tiene indiscutiblemente una honda huella modernista. El surrealismo llegará al poeta guatemalteco con tanta fuerza como el modernismo. Pero junto a ambas influencias, continúa latiendo siempre la personalísima impronta de un vigoroso pasado. Y como dijo nuestro poeta: “... Madre, / gracias porque me inventaste; / yo no era, fui inventado por ti / en las letras, las estrellas, las hojas y los sueños”.

Francisco Arias Solís

Donde mora la libertad, allí está mi patria.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

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Gracias.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Feliciano de Silva por Francisco Arias Solís

FELICIANO DE SILVA
(1492-1548)

“...y á mí paresciéndome que debajo deste estilo
podria más hacer ver la virtud enjerida en tal
representacion, esta segunda comedia de Celestina
escribí y á vuestra señoría la enderecé.”
Feliciano de Silva.


LA VOZ DE LA SEGUNDA COMEDIA DE CELESTINA

Feliciano de Silva es famoso en la literatura española por ser continuador de dos obras: La Celestina y el Amadís de Gaula. Su mejor obra es la Segunda comedia de Celestina (1534), que fue censurada por la Inquisición en 1559, en la que el autor resucita a su protagonista, que vuelve a encontrarse con Elicia y Areusa. Silva fue el primero de los seguidores de Rojas que percibió en la vieja alcahueta, y no en la pareja de amantes, el centro y raíz de la famosa novela dialogada, de ahí que no dude a resucitar a la zurcidora de malas voluntades. El éxito de esta segunda comedia fue tan arrollador que desbordó la influencia directa de Rojas. Los continuadores o imitadores se fijaron más en la resucitada remendadora de virgos que en la original: el toledano Gaspar Gómez, en la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina no repara en su paisano Rojas y recoge los personajes de Silva. Igual hará más tarde Alonso de Villegas.

Sólo el durante mucho tiempo anónimo autor de la Tragicomedia de Lisandro y Roselia (1540) Sancho de Muñón, abreva en el original. Menor mérito tiene Silva como continuador de la primera novela de caballerías. Es autor del Noveno libro de Amadís de Gaula, cuyo larguísimo título reza Crónica del muy valiente y esforçado príncipe y cavalleresco de la Ardiente Espada Amadís de Grecia, hijo de Lisuarte de Grecia, Emperador de Constantinopla, y rey de Rodas, que tracta de los grandes hechos en armas y de los de sus altos cargos y extraños amores. Este título es bien significativo de la complicación argumental de la obra, con lances inverosímiles, y también del enrevesamiento de su lenguaje. El mismo carácter tienen, Lisuarte de Grecia (1514), Don Rogel de Grecia (1534) y Don Florisel de Niquea (1532-1551) cuyo protagonista, hijo de Amadís de Grecia, continúa el linaje de los Amadises.

Los libros de caballerías del mirobrigense Silva fueron muy celebrados en su época y traducidos a varias lenguas europeas, aunque Cervantes los trató duramente en el Quijote. En América, la reputación de Silva fue inmensa y Don Florisel de Niquea llegó a ser el libro más popular del Nuevo Mundo. Fue autor asimismo del libro autobiográfico Sueño de Feliciano de Silva (1532).

Feliciano de Silva y Guzmán nació en Ciudad Rodrigo, provincia de Salamanca, hacia 1492 y murió en su ciudad natal el 24 de junio de 1558. Estuvo en Sevilla al servicio del arzobispo don Diego de Deza, al que le dedicó Lisuarte de Grecia, publicado en esta ciudad. Sirvió dos años al emperador Carlos V, durante los cuales pudo haber participado en la Guerra de las Comunidades (1520-1521) del lado del emperador. Hacia 1520 Silva se casó con Gracia Fe, hija de Hernando de Caracena, un judio converso. Feliciano de Silva tuvo siete hijos, cuatro hijas y tres hijos. El 23 de agosto de 1523 se le otorgó el puesto de regidor de Ciudad Rodrigo de por vida, fue también árbitro en los tribunales, perito en testamentos, testigo en posesiones de canonjías. A pesar de ser lego y nuevo cristiano, el cabildo de la catedral le designó como representante en el concilio de Salamanca.

El autor de la Segunda Celestina, Feliciano de Silva, tan maltratado por Cervantes en el Quijote por sus famosos libros de caballerías, fue, como, los otros dos mejores –Rojas y Sancho Muñón-, un encubierto o enmascarado autor de tan excelente obra dramática. Y nos sorprende su lectura por la vivacidad, desenfado, gracia que manifiesta en todas sus escenas esta admirable Segunda comedia de Celestina. Comedia y no tragicomedia, como la de Rojas y Sancho Muñón; difícil le hubiese sido, en efecto; a su autor, volver a matar a Celestina, después de haberla resucitado. Y, de no matarla, tampoco era cosa de hacer morir trágicamente a los apasionados amantes, cuyos nombres, en esta Segunda Comedia, son los algo enrevesados para nosotros de decir: Felides y Polandria. Una vez decidida la meta de fingirse Celestina resucitada ya toda la perspectiva dramática de la obra de Rojas quedaba desviada y no podía seguir ese cauce trágico de su primitiva invención; como haría, con tan extraordinario acierto, apenas unos años después que Silva, el también seudo-anónimo Sancho Muñón, en su Celestina tercera.

La lectura de esta extraordinaria comedia de Silva, no sólo nos divierte y conmueve, sino que nos ofrece curiosidad mayor al compararla y equipararla con su antecesora de Rojas y con sus sucesoras de Sancho Muñón y Lope de Vega en su incomparable Dorotea.

Es curioso que, siendo esta deliciosa comedia de Silva anterior de unos pocos años a la Tragicomedia de Lisandro y Roselia (ésta se sitúa pasado 1540 y aquélla hacia 1534 ), nos parezca más moderna la de Silva, y sobre todo, mucho más cercana a la de Lope. Aunque la Gerarda de Lope muera tragicómicamente, a su vez, cayéndose por la escalera, como es sabido, y mereciendo el comentario adecuado a los testigos de su desdichado accidente mortal: porque “iba a buscar agua y no vino”.

El fantasma de Celestina, resucitada por Silva es tan fantasmal, en efecto, que las jóvenes enamoradas convierten ingeniosamente, a esta Celestina con natural facilidad, en la más infeliz e inofensiva casamentera.

La segunda o renovada Celestina de la comedia de Silva está muy lejos de la endemoniada bruja hechicera, vieja barbuda que envenenó infernalmente el amor natural y puro de Calixto y Melibea, precipitándolo en la tragedia. La comedia de Silva –la más enriquecida de músicas, canciones y serenatas-, tan expresa como expresivamente, elude el canto erótico de la sangre. Por eso es cómica y no trágica . Por eso (tan natural como sobrenaturalmente por eso) acaba en bodas.

Francisco Arias Solís

Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.

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viernes, 18 de septiembre de 2009

Bartolomé de Torres Naharro por Francisco Arias Solís

BARTOLOME DE TORRES NAHARRO
(h. 1485-h.1524 ó 1531)

“Si por amarte esperaba cortesía,
por mis huesos la querría
si viniesen en tus manos
que la triste carne mía
sé que antes de año y día,
será un montón de gusanos.”
Bartolomé de Torres Naharro.

LA VOZ DEL PRIMER PRECEPTISTA TEATRAL

En el reinado de Carlos I encontramos dos autores, Gil Vicente y Torres Naharro, que a caballo entre el pasado y el Renacimiento, ponen las primeras piedras del teatro español. A Torres Naharro se le considera el primer maestro de la comedia “a fantasía” o drama novelesco -que trata lo fantástico con visos de realidad-, por la complicación y enriquecimiento de la intriga, la multiplicación de personajes, quizá llevada al exceso, y el estudio de los caracteres.

La Propalladia (1517), título con el que Torres Naharro recopiló el conjunto de su obra, es un libro curiosísimo en el que lo mismo se leen versos escritos en latín, como en italiano y en catalán, además del castellano. Hay ya allí el germen del futuro teatro español, con su gracejo, ciertos caracteres, el desarrollo de la intriga, más complicado que antes, con mayor número de personajes, y con tirada de versos que tienen, a veces un primor literario y una gallardía a que antes no se estaba acostumbrado.

Bartolomé de Torres Naharro nace en la Torre de Miguel Sesmero, provincia de Badajoz, hacia el año 1485, las únicas noticias que de su vida tenemos las ofrece él mismo. Soldado, cautivo en Argel y sacerdote en sus últimos años, vivió en Roma y Nápoles al servicio de varias personalidades civiles y eclesiásticas. Sus obras se representaron en la corte pontificia con asistencia en alguna ocasión del Papa. En fecha desconocida regresó a Sevilla, donde escribió sus últimas comedias y al parecer murió entre 1521 y 1531, dándose como fecha más probable la de 1524.

Torres Naharro escribió Propalladia en medio de una corte pontificia de religiosidad barrida por los vientos paganizantes del Renacimiento. Más soldado y cortesano que sacerdote, él mismo es un hombre renacentista aunque aferrado a las fuerzas vectoras del medievo; así, los poemas que incluye en Propalladia, pese a su residencia italiana, son tradicionales y su temática se arraiga en el moralismo satírico medieval, destacan por la flexibilidad métrica Lamentaciones de amor y las Epístolas; y por el contenido, las sátiras, furiosas diatribas contra la curia, contra aquel “castillo de malicia” como define a Roma: “digo que Roma es lugar / do para el cuerpo ganar / habéis de perder el alma”.

Al frente de su “opera omnia”, Propalliada, puso Naharro un prólogo que le convierte en el primer preceptista teatral de la Europa renaciente. Aceptando la división horaciana de las cinco jornadas, define la comedia como un “artificio de notables y finalmente alegres acontecimientos”, dividiéndolas en dos clases; son comedias “a noticia” aquellas que tienen una base real, y “a fantasía” las creadas sobre la pura invención. Y ejemplifica esta división afirmando que al primer tipo corresponden Soldadesca y Tinellaria; al segundo; Serafina e Himenea.

Las primeras piezas de Naharro, Diálogo del Nacimiento y Trofea son ejercicios de aprendizaje a base de Juan del Encina. Pero ya en las dos comedias a noticia, aunque no faltan las influencias de los clásicos latinos, el autor parece haber encontrado camino propio. En Soldadesca, militares italianos y españoles dialogan en un ambiente de vida alegre y desenfadada, no exenta de lances atrevidos. La nota satírica anticlerical se acentúa en Tinellaria: la acción transcurre en una cocina (tinello) de la curia romana y consiste en los comentarios que los criados van desgranando para poner al descubierto las entrañas de la vida pontificia sin pararse en barras ni en la grosería de los vocablos.

En el grupo de comedias de fantasía encontramos dos piezas claves Serafina e Himenea, y dos mediocres, Jacinta y Aquilana (no incluida en la edición de 1517), aunque estas contengan delicadas escenas y otra de dura crítica social. Jacinta, antecedente de Himenea, escenifica un tema socorrido: la protagonista, so disculpa de elegir a uno de ellos por marido, hace relatar a tres peregrinos noticias de sus países.

Himenea es la clave del teatro de Naharro que se anticipa a la comedia de capa y espada del siglo siguiente al poner en escena el problema de la honra: Himeneo y Fabia son sorprendidos durante una cita nocturna por el hermano de la doncella, el cual pretende salvar el honor de la familia matándola. Himeneo le persuadirá a permitir el casamiento.

Torres Naharro es también poeta lírico, aunque utilizó sólo los metros tradicionales y los temas procedentes de la poesía cancioneril. Destacan entre ellas sus Lamentaciones de amor, algunos romances, las sátiras de la Corte papal y un poema licencioso, el Concilio de los galanes y cortesanos en Roma.

Propalladia supone en 1517 para el teatro un paso gigantesco en lo referente a técnica, al manejo de los personajes, a expresividad y a estudio de tipos realistas, de una vitalidad poderosa. Que los esquemas escénicos de Naharro no se impusieran hasta Lope puede parecer extraño; pero la culpa de ello hay que achacársela a la Inquisición que prohibió Propalladia y hasta 1573 no permitió una edición expurgada del libro. Y como dijo nuestro autor: “El decoro en las comedias es como el gobernalle en la nao, el cual el buen cómico siempre debe traer ante los ojos”.

Francisco Arias Solís

Si quieres la paz, trabaja por la justicia.


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Foro Libre: Homenaje a Xavier Zubiri

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
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“El ser no es algo entendido, sino que es ser sentido”.
Xavier Zubiri.



HOMENAJE DE FORO LIBRE A XAVIER ZUBIRI

El próximo lunes, día 21 de septiembre, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del filósofo vasco Xavier Zubiri (1898-1983), con motivo del 26º aniversario de su muerte.

Junto a los numerosos pensadores que se especializan en cualquier rama del saber o de las ciencias humanas, emerge un filósofo (sin duda, una de las cabezas pensantes más sobresalientes de la Península), que se mantiene apartado del mundo político-social para consagrarse estrictamente a la reflexión metafísica y antropológica: Xavier Zubiri. Perteneciente a la tradición de los especulativos puros y dotado de una inmensa cultura científica, teológica y filosófica, fue un hombre de primerísimo rango, cuya aportación merece ser comparada con la de los más grandes maestros del siglo XX de la filosofía mundial.
Se trata de la figura más importante de la llamada Escuela de Madrid. Su filosofía pretende volver a las raíces del pensamiento y la inteligencia, reaccionando contra las corrientes positivistas, tecnicistas y pragmáticas.
Xavier Zubiri y Apalategui nació en San Sebastián el 4 de diciembre de 1898, siendo por tanto de la verdadera generación que nace en el 98, García Lorca, Vicente Aleixandre, Concha Méndez, Victoria Kent, Juan José Domenchina, César Muñoz Arconada, Rosa Chacel y José Díaz Fernández. Zubiri vivió en Madrid desde siempre, ciudad en la que falleció el 21 de septiembre de 1983.
A partir de su tesis doctoral Ensayo de una teoría fenomenológica del juicio, Zubiri, ha publicado una larga serie de ensayos de gran contenido filosófico, reunidos casi en su totalidad en el volumen Naturaleza, Historia, Dios. De ellos, los más importantes son: Sobre el problema de la filosofía, Qué es saber, Ciencia y realidad, Cinco lecciones sobre filosofía, Inteligencia sentiente, Inteligencia y logos, Inteligencia y razón, Nuestra situación intelectual, Sócrates y la sabiduría griega y Sobre la esencia.

Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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sábado, 12 de septiembre de 2009

Enrique de Villena por Francisco Arias Solís

ENRIQUE DE VILLENA
(1384-1434)

“... después de elegido el Rei don Fernando,
en cuyo servicio vino Don Enrique de Villena,
el cual procuró la Reformación del Consistorio
i señaláronle por el principal dellos”.
Enrique de Villena.

LA VOZ DEL AUTOR DEL PRIMER TRATADO DE MÉTRICA

Enrique de Villena es uno de los escritores más interesantes del siglo XV español. Su vida estuvo rodeada de cierta leyenda; parece que fue muy aficionado a todo género de placeres, especialmente eróticos y gastronómicos. Pero fue también un hombre de estudios, interesado por los temas más diversos, cuya curiosidad refleja, por una parte, el mundo y la cultura medievales y anuncia ya las preocupaciones del humanismo prerrenacentista, por otra. Como humanista tradujo la Eneida (1428) y la Divina Comedia (1427), las primeras en castellano; pese a sus deficiencias y errores serían los útiles indispensables del naciente humanismo.

Enrique de Villena, maestre de Calatrava, nació en Cuenca en 1384. Aunque nunca fue marqués se le ha conocido como marqués de Villena y es uno de los personajes ilustres de la época. Nieto de Enrique II de Castilla y biznieto del infante Pedro de Aragón. Quedó huérfano a temprana edad, su padre que había sido desposeído del título de marqués de Villena murió en la Batalla de Aljubarrota en 1398. Educado en la corte de su abuelo Enrique II y posteriormente en la de Enrique III, estudió matemáticas, filosofía y astrología y alquimia. Aficionado a las artes mágicas, tuvo fama de brujo y encantador. Fue destituido de la dignidad de la orden de Calatrava, otorgada por Enrique III. Su capacidad moral ha sido puesta repetidas veces en tela de juicio y Pérez de Guzmán asegura que “fue avido en pequeña reputación de los reyes de su tiempo y en poca reverencia de los cavalleros”, como parecen demostrar algunas bajezas tales como acceder al divorcio para que su mujer, doña María de Albornoz, se convirtiera en amante de Enrique III. A su muerte, ocurrida en Madrid en 1434, casi todas sus obras fueron quemadas por el obispo Lope de Barrientos por orden de Juan II de Castilla.

Entre los títulos que nos han llegado de lo que dejó escrito, se halla el Arte de trovar (1424), dedicado al marqués de Santillana, muy importante para la historia de la literatura ya que es el primer tratado de métrica de nuestra lengua, del que sólo se conservan fragmentos, y del que parece se inspiraba en su gran conocimiento de libros de los trovadores provenzales y catalanes. Otros títulos de sus obras son: el Tratado de la lepra; el Tratado del Arte de cortar del cuchillo o Arte cisoria (1423), la primera obra de recetas culinarias; el Libro de aojamiento o fascinología, compendio de datos médicos y supersticiosos con interesantes descripciones sobre usos pintorescos; Los doce trabajos de Hércules (1417), obra que escribió primero en catalán a ruegos de su amigo el caballero mosén Pero Pardo, y que tradujo luego al castellano, reformándola algo; siguiendo a Dante, Petrarca, Villena hace tras cada trabajo una exposición alegórica, “la verdad de la historia y su aplicación moral”, distinta según los estados o clases sociales del mundo, doce trabajos que se aplican a los doce estados del mundo: “estado de príncipe: estado de perlado: estado de cauallero: estado de religioso: estado de cibdadano: estado de mercader: estado de labrador: estado de oficial: estado de maestro: estado de discípulo: estado de solitario: estado de mujer”.

Francisco Arias Solís

La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla.

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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Foro Libre: Homenaje a Joaquín Costa

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
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“Siendo abogado en España se puede ser de todo,
hasta Reina Madre.”
Joaquín Costa.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A JOAQUIN COSTA

El próximo lunes, día 14 de septiembre, a las 19.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del político, erudito e historiador aragonés Joaquín Costa (1846-1911), con motivo del 163º aniversario de su nacimiento.

“Escuela y despensa”, pide Joaquín Costa, la personalidad más robusta de la generación del 98. Cronológicamente pertenece a la anterior; su primer trabajo jurídico date de 1876; pero políticamente hay que incluirlo en la del 98, es el dolor de la guerra con los Estados Unidos el que le arranca de sus admirables estudios sobre el derecho, la poesía, la mitología y la organización política y social de la España Ibérica primitiva, y la lanza a un apostolado de regeneración nacional. Es el máximo representante del regeneracionismo, ideología que tanta influencia tuvo en la generación del 98.
Joaquín Costa nació en Monzón, pueblo de la provincia de Huesca, el 14 de septiembre de 1846. Hijo de una familia de humildes labradores. Su infancia y juventud transcurrieron agobiadas por la más extrema pobreza, teniendo que pagarse sus estudios con su corto salario de albañil. Dos acontecimientos juveniles dejaron en él profunda huella. Su visita a la Exposición Universal de París en 1867, a la que asistió como trabajador del pabellón de España, y su paso por la Universidad. Allí, se vinculó al grupo krausista, mientras preparaba los doctorados en Filosofía y Letras y en Derecho. Fue profesor de la Institución Libre de Enseñanza e ingresó en el cuerpo de notarios. Murió en Graus (Huesca), el 8 de febrero de 1911.

Su palabra, oral o escrita, cuando flagela tiene acentos de profeta bíblico. Su prosa política es de antología. Sus fórmulas son sencillas, pero clarividentes. En una de ellas, Reconstitución y europeización de España, título de uno de su libros (1900), resume su más ambicioso programa político. Por europeización entiende, predominantemente, transformación de medio físico económico de España: repoblación forestal, canales y pantanos, regadíos; en suma revolución de la agricultura y de toda la producción. Quiere que España sea rica para todos antes de pensar en repartir la miseria común.

Lo mejor de Costa es el problema vivo de España y lo mejor de España está representado en la obra de Costa. Hay que “fundar improvisadamente en la península una España nueva, es decir, una España rica y que coma, una España culta y que piense, una España fuerte y que venza, una España, en fin, contemporánea de la humanidad, que al trasponer la frontera no se sienta forastera como si hubiese penetrado en otro planeta o en otro siglo”.

Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

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martes, 8 de septiembre de 2009

Rabindranath Tagore por Francisco Arias Solís

RABINDRANATH TAGORE
(CALCUTA, 1861- SANTINIKETAN, 1941)

“Con la mañana, el mundo ha abierto su corazón de luz.
¡Corazón mío, ve, con tu amor, en su busca!”
Rabindranath Tagore.

LA VOZ DE UN INMENSO CORAZON

Hemos conocido la obra de Tagore a través de la exquisita versión castellana realizada por Zenobia Camprubí en colaboración con su esposo Juan Ramón Jiménez: una versión exacta, bella, como hecha con sabiduría y con amor.

“Rabindranath -escribía Ortega y Gasset- es un poeta místico. Tuvo en su mocedad amores terrenos, que cantó en El jardinero; pero el resto de su obra, espléndido edificio lírico, no tiene más inquilino que Dios”.

El poeta hindú en lengua bengalí, cuyo nombre real era Rabindranath Thakur nació el 6 de mayo de 1861 en Calcuta. Asiste a la escuela, pero su educación es un tanto anárquica. Rebelde desde pequeño a toda instrucción rutinaria, elude una y otra vez la asistencia regular a los diversos centros de enseñanza -después de la escuela, la Academia de Bengala, el Colegio de San Javier- donde sucesivamente es matriculado. Pasado el tiempo, cuando ya se haya en la cumbre de la fama, un periódico de su ciudad natal le reprochará que no tiene aprobadas ni las asignaturas más elementales.

A los trece años empieza ya un poema que titula “Flores silvestres”. Dos años más tarde surgen de su pluma ensayos, artículos, dramas... En 1877 marcha a Inglaterra. A raíz de este viaje terminó un drama sentimental, El corazón roto. A punto de cumplir veinte años fue enviado nuevamente a Inglaterra para que terminase los estudios iniciados en la visita anterior, pero el viaje se malogró y tuvo que regresar pronto a su país.

En diciembre de 1883, el poeta contrajo matrimonio con Mrinalinidebi, de la que tuvo un hijo y una hija. En diciembre de 1900 funda la escuela de Santiniketan -localidad próxima a Bolpur-. En esta escuela Tagore volcó lo más noble de sus afanes y lo más escogido de su enseñanza, buscando hacer de ella una especie de hogar para el espíritu de la India, cuyo don más precioso -en su opinión- es la serenidad reflexiva. Tagore siempre vio en esta escuela, que fue la ilusión de su vida, un ensayo de humanismo práctico y de convivencia humana de alcance universal.

En los primeros años del siglo XX, la prosa de Tagore está representada fundamentalmente por un grupo de novelas, entre las que destaca Gora, en opinión de algunos la más acabada de toda la literatura bengalí. Por esta época reanuda también su producción teatral, Raja (El rey), cuya versión castellana fue titulada El rey del salón oscuro (1910). Un paso más en el camino del simbolismo lo constituye El cartero del rey (1912). La elaboración de estos dramas es coetánea, poco más o menos, de la de Gitánjali, cuyos poemas están escritos entre 1907 y 1910. Gitánjali, cuya versión inglesa, constituyó una especie de revelación en Occidente, es quizá la obra que más ha contribuido a la fama mundial de Tagore. En 1913 se le concedió el premio Nobel de Literatura.

A raíz de la publicación de su novela La casa y el mundo que provocó violentas críticas tachándole de inmoral y antipatriota, Tagore pensó en apartarse ya definitivamente de todo. Pero vencida esa pasajera crisis de desaliento, emprendió, en el verano de 1916, un viaje al Japón y a los Estados Unidos, para dar una serie de conferencias sobre nacionalismo y personalidad, de contenido acusadamente pacifista. Durante la travesía fue escribiendo esos aforismos que constituyen tal vez la más alquitarada quinta esencia de su genio poético y que más adelante reuniría bajo el título de Pájaros perdidos. En 1917 escribió La fugitiva, una quincena de historias donde sus dotes de narrador alcanzan notas de un patetismo emocionante.

Otros títulos destacados de la vastísima producción literaria de Tagore son: los poemarios Cantos del crepúsculo y Cantos de aurora, El bajel del oro, El libro de los cumpleaños, La ofrenda lírica, El jardinero y La luna nueva; dramas como El rey y la reina, La máquina y Adelfas rojas; la novela La feria de la reina recién casada; obras de contenido filosófico-místico y político: La realización de la vida, La religión del hombre; y su autobiografía Recuerdos de mi vida.

A finales de 1921, Tagore funda en Santiniketan, la Universidad Internacional Visba Bharati, con la misión de “alcanzar en su integridad la Cultura Universal”.

Los dos últimos decenios de la vida de Tagore son de una actividad asombrosa al servicio de su más noble idea: la de la paz entre los pueblos, la de la convivencia humana. Como embajador oficioso y como símbolo de la India, como apóstol fervoroso del entendimiento entre Oriente y Occidente, recorre una y otra vez Asia, Europa, las Américas, tan insensible al desaliento de la incomprensión como al cansancio del tremendo esfuerzo físico.

Frente a las atrocidades desencadenadas por la segunda guerra mundial por todo el haz de la tierra, ya no es indignación, como antes, sino dolor, un lacerante dolor, lo que siente. Un dolor que viene de lo mucho que ama; para Tagore, toda guerra es fratricida. El 5 de agosto de 1941 pierde el sentido. Dos días más tarde en su Santiniketan se cierran para siempre los ojos penetrantes del que Gandhi había llamado “Gran Centinela de la India”. Y como dijo el poeta hindú: “La muerte es de la vida, igual que el nacer”.

Francisco Arias Solís

Vivimos en el mundo, cuando lo amamos (R. Tagore).

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

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Nos gustaría contar con su participación.

Gracias.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Rosalía de Castro por Francisco Arias Solís

ROSALÍA DE CASTRO
(1837-1885)

“Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien, pronto, tendrá los cabellos canos.”
Rosalía de Castro.

LA VOZ DE LA EMOCIÓN

Una emoción personal anima bastante versos de Rosalía de Castro, emoción asociada a la visión de un lugar campestre. “No habiendo aprendido en otra escuela que en la que nuestros pobres aldeanos -escribía la poetisa en el prólogo a los Cantares gallegos-, sólo guiada por aquellos cantares, aquellas palabras cariñosas y aquellos giros nunca olvidados, que tan dulcemente resonaron en mis oídos desde la cuna, y que fueron recogidos por mi corazón como herencia propia, atrevíme a escribir estos cantares”. Por todo ello, los mejores versos de Rosalía de Castro son los que escribió en gallego.

No siempre sus temas derivan de alguna emoción nostálgica o melancólica; también ocurren otros de inspiración religiosa. Otros derivan del patriotismo regionalista, en los cuales halla la voz contra la injusticia (“Y el hambre de justicia que abate y que anonada”), que estima cometida por el resto de España contra su región nativa; injusticia simbolizada en la figura del emigrante gallego. “Este vaise e aquel vaise, / e todos, todos se van; / Galicia, sin homes quedas / que te poidan traballar”.

En general, el amor, frustrado es verdad, y el odio, excitan casi siempre a la poesía gallega, y ella misma nos repite en varias ocasiones lo que dice este verso: “En mi pecho ve juntos el odio y el cariño”. Esa confusión de emociones contrarias origina quizás en ella el desasosiego, el descontento de que sus versos se hacen eco tantas veces; aunque acaso otras dé a su voz el tono enérgico que tiene en composiciones como la que comienza: “Atrás, pues, mi dolor vano con sus acerbos gemidos”.

Rosalía de Castro de vida difícil y dolorosa, nace en Santiago de Compostela, el 24 de febrero de 1837 y fue inscrita como “hija de padres incógnitos”. Se cría en Ortoño, al cuidado de una tía, hasta que es reconocida por su madre. Un buen día la niña escribe sus primeros versos. En el Liceo de la Juventud, con 17 años, actúa como protagonista de una representación dramática. En 1856, Rosalía de Castro se traslada a Madrid, al año siguiente publica su primer libro de poemas, en lengua castellana: La flor.

En 1858 Rosalía contrae matrimonio con Manuel Martínez Murguía, destacado historiador de Galicia. A partir del casamiento, el matrimonio cambiará constantemente de domicilio; viajes por Andalucía, Extremadura, La Mancha, Levante. Sufre de un modo punzante, casi enfermizo, la nostalgia de su tierra, del paisaje que le rodea siempre y sin el cual no sabría vivir. El 15 de julio de 1885 muere Rosalía de Castro en la casa de La Matanza, en la parroquia de Iría.

Rosalía de Castro tiene una disposición natural para “sentir como propias las penas ajenas”. En el prólogo de Follas novas se excusa de que puedan tomarla por una “inspirada”, y no estima su libro un libro “trascendental”, ya que por ser mujer es “arpa sólo de dos cuerdas, la imaginación y el sentimiento”. Una observación interesante es: “En este libro prefiero, a las composiciones que pudieran decirse personales, las otras que con más o menos acierto expresan las tribulaciones de aquellos que, unos tras otros y de distintos modos, vinieron durante largo tiempo a sufrir a mi alrededor”. Y eso, en una época cuando el poeta se iba ya alzando frente al resto de la humanidad como criatura única y solitaria por excelencia.

Descontando la originalidad de su obra, la conexión de ella con la poesía galaica, y sobre todo con la gallega medieval, el recuerdo de Bécquer es visible en ella. Y hasta puede hallarse en los versos de la poetisa gallega anticipaciones al acento de algún poeta futuro, como éstos: “Bajemos, pues, que el camino / antiguo nos saldrá al paso... / lleno aún de las blancas fantasmas / que en otros tiempos adoramos”, que hoy pueden recordarnos a Machado, y hasta el tema de un poema bien conocido de Machado: “Yo voy soñando camino”, y lo hallamos en un poema gallego de Rosalía de Castro: “Unha vez tiven un cravo”. En algunos suyos hay cierto anticipo del tono modernista, como en esta otra “salutación del optimista”: “Frescas voces juveniles, armoniosos instrumentos”. Por último, no insistiendo más en estas coincidencias curiosas, sus versos: “Para llenar el mundo / basta a veces un solo pensamiento”, despiertan un eco de aquella sentencia maravillosa de San Juan de la Cruz: “Un solo pensamiento vale más que el mundo”.

En Rosalía de Castro se da esa doble perspectiva: hacia el pasado, de una parte, y hacia el futuro, hacia la poesía moderna, de otra, conectando la poesía de fin del siglo XIX con la mejor poesía de hoy. El atractivo de su poesía ha ido resistiendo el paso del tiempo porque en ella vibra la voz armoniosa y desbordante de la emoción poética.

Publicó en gallego la que es para muchos su obra cumbre, la colección de poemas Cantares gallegos (1872), que alcanzó un gran éxito y es uno de los libros pioneros en el renacimiento de la literatura gallega, a la que siguieron los poemas recogidos en Follas novas (1880); y en español, En las orillas del Sar (1884). También cultivó la prosa, en la que merecen citarse las novelas La hija del mar (1859), en la que exalta la condición femenina, y Flavio (1867). Se interesó de un modo especial por los temas de la humanidad doliente, de donde nace el carácter social de sus obras.

Rosalía de Castro que tanto lugar hizo en sus versos a los humildes, a las víctimas de las injusticias sociales, a la pobreza y al dolor, comprendía y apoyaba a sus paisanos cuando salían de su tierra en busca de pan y... sólo recogían humillaciones y durezas... “Castellanos de Castilla, / tratade ben ós gallegos; / cuando van, van como rosas; / cuando vén, vén como negros”.

Francisco Arias Solís

Debe haber otro modo … de ser humano y libre.

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Gracias.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Victor Hugo por Francisco Arias Solís

VICTOR HUGO
(1802-1885)


“Dejad amar a la mujer caída,
dejad al polvo su vital calor,
porque todo recobra nueva vida
con la luz y el amor.”
Victor Hugo.

LA VOZ POETICA Y PROFETICA

Victor Hugo es uno de los poetas más geniales del romanticismo y el mayor genio poético que ha tenido Francia. Esto último lo formulaba André Gide diciendo: “¿Que cuál es el mayor poeta de Francia? Victor Hugo, helás!” Y nuestro Menéndez Pelayo, a principios del siglo XX, al iniciar su magnífico estudio sobre el enorme poeta francés, escribía: “Todo indica que la gloria de Victor Hugo ha de pasar todavía por muchas depuraciones y pruebas antes que resueltamente se le tenga por clásico”.

Victor Hugo nació el 26 de febrero de 1802, en Besançon. Hijo de un general de Napoleón, fue educado tanto con tutores privados como en escuelas públicas de París, desde niño viaja por el centro de Europa; Italia y España (1811-1813). A muy corta edad decidió convertirse en escritor. En 1817 la Academia francesa le premió un poema y, cinco años más tarde, publicó su primer libro de poemas, Odas y baladas de corte clasicista. A los veintiún años escribió su primera novela, Han de Islandia (1823), a la que siguieron los dramas Cromwel (1827), primer drama histórico, cuyo prefacio constituye un manifiesto de la nueva estética romántica, que impugna la regla aristotélica de las tres unidades, respetando solo la de acción, admite lo bufo y lo sublime en una misma obra e insiste en la presencia del color local, Marion Delorme (1829) y la obra que marcó un hito en la historia literaria por su ruptura con las rígidas normas de la tragedia francesa: Hernani (1830), de ambiente español y cuyo estreno resultó un escándalo por la polémica originada entre sus detractores, últimos partidarios del clasicismo, y los jóvenes románticos. Para el teatro escribió además Lucrecia Borgia (1833) y Ruy Blas (1838). Tal vez, el aspecto más popular de Hugo es el de novelista, género al que aportó su gran imaginación poética: Nuestra señora de París (1830), reconstrucción histórica del París del siglo XV, Los miserables (1862), epopeya humana, Los trabajadores del mar (1866), El hombre que ríe (1869) y El noventa y tres (1874). La excelencia y perfección formal de sus composiciones poéticas se demuestra en libros como Odas y baladas (1822), Nuevas odas y baladas (1826), Las hojas de otoño (1831) y Los cantos del crepúsculo (1835); a estas siguieron: Las contemplaciones (1856), La leyenda de los siglos (1859-1883), extensa reflexión sobre la lucha entre el bien y el mal, y El año terrible (1872), evocación del sitio de París y de la época de la Comuna. Durante el exilio en Bruselas publicó dos libros satíricos contra Napoleón III: Los castigos (1853) y Napoleón el pequeño. Otros dos poemas fueron publicados a título póstumo: Fin de Satán (1886) y Dios (1891).

La familia de Victor Hugo siempre había sido bonapartista, y él mismo, en su juventud, había sido monárquico, pero cuando se produjo la revolución de 1848, Hugo era ya republicano. En 1851, después del fracaso de la revuelta contra el presidente Luis Napoleón, más tarde emperador con el nombre de Napoleón III, Hugo hubo de emigrar a Bélgica. En 1855 dio comienzo su largo exilio de quince años en la isla de Guernsey. Hugo regresó a Francia después de la caída del Segundo Imperio en 1870, y reanudó su carrera política. Fue elegido primero para la Asamblea Nacional y más tarde para el Senado.

Las obras de Victor Hugo marcaron un decisivo hito en el gusto poético y retórico de las jóvenes generaciones de escritores franceses. Después de su muerte, acaecida el 22 de mayo de 1885, en París, su cuerpo permaneció expuesto bajo el Arco del Triunfo y fue trasladado, según su deseo, en un mísero coche fúnebre, hasta el Panteón, donde fue enterrado junto a algunos de los más célebres ciudadanos franceses.

A pesar del paso de tiempo, el gran fantasma del poeta francés merodea alrededor de su tumba, cantando, con voz vibrante y profunda, cantando y contando su Leyenda de los Siglos Humanos: su poética y profética visión humana de la Historia: visión iluminada, y ensombrecida, de todos los pueblos de Dios. La visión histórica de Hugo, ¿era, fue, sigue siendo una visión humana y fantasmal, una visión profética? ¿Con su libertad y su justicia, su progreso y su paz? Nuestro Menéndez Pelayo nos afirma, muy retóricamente a su vez, que “el martillo de Victor Hugo es el más formidable que ha caído nunca sobre el yunque de la retórica” ¿De la retórica?

¿Es visión retórica la de Victor Hugo o sencillamente poética como la de Dante o Shakespeare, Cervantes o Goethe? ¿Es visión retórica la de la Historia humana victorhuguesca, que levantó en los pueblos esperanzas de paz, de justicia, de progreso, de libertad? Los miserables, Los trabajadores del mar, Los castigos, Las contemplaciones, La leyenda de los siglos con su Fin de Satán, ¿todo eso es visión retórica de la vida y del mundo, retórica del sentimiento, emoción retórica del pensamiento? ¿O de una retórica de verdad? “Respóndate, retórico, el silencio” contestaba la Rosaura de Calderón a su Segismundo. El silencio retórico de la verdad se llama sangre vertida: la voz divina de los pueblos que Hugo escuchó y cantó: “¿Hasta dónde -pregunta, se pregunta a sí mismo Victor Hugo- pertenece el canto a la voz y la voz al poeta?” ¿Por qué, entonces, llamarle retórica y sólo retórico al estilo, al admirable, portentoso estilo poético de Victor Hugo?

Hay una buena y una mala retórica de la poesía: como de la vida; como de la muerte. La retórica, a veces infernal, de Victor Hugo, y precisamente por serlo, nos parece la expresión efectiva -y no expresamente efectista- de la mejor poesía posible.

Victor Hugo, enorme poeta y profeta de nuestro tiempo. “El hombre más dotado -escribe Baudelaire, acaso su mejor discípulo retórico-, más visiblemente elegido, para expresar, por la poesía, el misterio de la vida”. “Ningún artista más universal que él -añade Baudelaire-, más ágil para tomar contacto con las formas universales de la vida”.

Y terminaremos evocando, por siempre actuales cuando se habla de verdadera poesía, como la del mayor genio poético de Francia, estas palabras poéticas que parecen retóricas porque son proféticas: “El hombre que no piensa vive ciego; el que piensa, en la oscuridad. No podemos elegir más que entre negruras”.

Francisco Arias Solís

Donde mora la libertad, allí está mi patria.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

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Nos gustaría contar con su participación.

Gracias.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Mariano José de Larra por Francisco Arias Solís

MARIANO JOSE DE LARRA
(1809-1837)

“Un pueblo no es verdaderamente libre
mientras que la libertad no está arraigada
en sus costumbres e identificada con ellas.”
Mariano José de Larra.

LA VOZ DE UN VERDADERO PROGRESISTA

Larra fue el primer escritor de España que consideró con gesto intelectual los problemas y vicisitudes nacionales que siempre han flotado en nuestra atmósfera. Por el enfoque siempre actual de su visión, la calidad de su ironía y el alcance de las meditaciones que fulgen en la obra de Larra, queda plenamente justificado el gusto nuevo y la vuelta a Larra que se manifestó hace ya algo más de un siglo. La iniciativa partió de la generación del 98.

Mariano José de Larra, nacido el 24 de marzo de 1809 en Madrid, cumple diecinueve años cuando se decide, en 1828, a publicar un periódico a sus expensas, El Duende Satírico del Día, sólo aparecieron cinco números, pero ya encontramos en él el esbozo de varios de los grandes temas que el escritor desarrollará en los años siguientes. Es una época de censura muy estricta: por eso debe dar prueba de gran habilidad para presentar sus críticas contra la España caótica y desecada, nula y vacía, y para abogar por otro gobierno, por las libertades y la civilización.

En agosto de 1832, después de haber ensayado otros géneros literarios, vuelve con obstinación al periodismo. Publica el primer número del famoso periódico El Pobrecito Hablador, del que saldrán catorce números. En ellos encontramos artículos tan célebres como “El castellano viejo”, “Vuelva usted mañana”, “¿Quién es el público y dónde se le encuentra?”, etc.

Larra ha comprendido que por medio de la prensa puede llegar a sus contemporáneos, modificar la sociedad, sentar las bases de un credo político y sacudir la apatía general. Estos son los motivos por los que este autor pone su genial originalidad al servicio de esta obra bien cívica.

Si Larra no hubiese escrito más que su novela El doncel de don Enrique el Doliente, su débil teatro y sus versos –aquellas odas que “el diablo le tentó a escribir”-, no nos acordaríamos en el segundo centenario de su nacimiento, de su nombre. Pero hizo artículos. Observó, criticó y analizó. Expuso con ironía y justeza. Trazó cuadros y siluetas de gran aire español. Derrochó aquí y allá juicios de universal alcance y logró en ocasiones lo que no pudo hallar en versos ramplones: el acento del verdadero poeta.

Larra tiene de don Francisco Quevedo, la crueldad y el sarcasmo implacable. Pero el verdadero y legítimo antecedente del gran articulista es, como señala Azorín, Beaumarchais. En el autor de El barbero de Sevilla se encuentra implícito el humorismo del español, que supo adoptarle originalmente con temperamento propio.

Al anochecer del 13 de febrero de 1837 Larra se suicidó. Le faltaba más de un mes para cumplir los veintiocho años. Los periódicos de la época dieron poca importancia al suicidio de Fígaro. Apenas si le dedicaron comentario alguno. Azorín se escandaliza de ello. La llamada generación del 98 y la siguiente revisaron aquel silencio como un proceso de insensibilidad española o de mal gusto. “La obra de Larra estaba acabada allí donde él la dejó –escribió Antonio Machado-, y fue el suicidio su último y definitivo artículo de costumbre”.

Larra nos recuerda constantemente que si la sociedad es una amalgama él escribe para esta sociedad, es decir, para la mayoría, en defensa de una amplia difusión de la cultura para sacar al pueblo de su marasmo.

Llegamos con esto al final de la evolución personal de Larra. Ha discernido que en una sociedad cuanto mayor es el número de individuos implicados en sus transformaciones tanto más este gran número –que llama “masa”, “masas” y “pueblo”- tiene probabilidades de transformar profundamente la historia. De aquí sus incesantes llamadas a este gran número.

El hecho de que hayamos aplicado el calificativo de “progresista” cobra así toda su significación. El elemento más importante de su evolución personal, es, sin duda, esta progresiva toma de conciencia de la realidad histórica de España, realidad móvil y no definitiva.

Y preguntamos hoy como ayer. ¿Por qué se suicidó Larra? “Larra se mató –nos cuenta Machado- porque no pudo encontrar la España que buscaba y cuando hubo perdido toda la esperanza de encontrarla”. Larra, nuestro romántico escritor, fue un peregrino en su patria. La ideó y la idealizó peregrinamente. Larra, fue un peregrino de amor, un enamorado. Y como dijo el poeta: “Fue peregrino en su patria / desde que nació. / Y lo fue en todos los tiempos / que en ella vivió”.

Francisco Arias Solís

El futuro se gana, ganando la libertad.


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jueves, 3 de septiembre de 2009

Arturo Cuadrado por Francisco Arias Solís

ARTURO CUADRADO
(1904-1998)

“Tuve el capricho y la suerte de entregarme a la famosa
generación del 98. Fueron mis amigos y maestros
don Ramón María del Valle Inclán, don Miguel de Unamuno,
don Pío Baroja, Ortega y Gasset. Con ellos he vivido,
con ellos he aprendido a luchar y también a vencer. Porque en mi
generación no sabemos de derrotas, no. Hemos sufrido persecución,
guerra, cárcel, exilio y todo se ha transformado en una canción.”
Arturo Cuadrado.

LA VOZ TRANSFORMADA EN CANCIÓN

El poeta Arturo Cuadrado, íntimo colaborador de Luis Seoane, veterano en tareas editoriales minoritarias y director de la revista Resol en su Compostela, había publicado un sólo libro en España, durante la guerra: Aviones. Prácticamente toda la obra poética de Cuadrado se editó en la República Argentina. Sus poemas tienen un tono, sereno y contenido, y una palabra justa, precisa, sean cuales fueran los temas, entre los que se repiten con cierta frecuencia, la comunicación, la muerte y la vida. Con un lenguaje en extremo sencillo, deliberadamente sencillo, el poeta transmite su ansia, su esperanza de vencer a la muerte y a la soledad, por medio de la comunicación. Expresa su amor hacia la madre, mezclado con el terror de la muerte de ella, lejos. “Buscaría para ti / El hábito reluciente de los dioses / La estela que deja el amor / O el recuerdo vivo del hijo muerto...”

Arturo Cuadrado Moure nació en Denia, el 3 de mayo de 1904 y falleció en Buenos Aires el 6 de agosto de 1998. Al fallecer su padre, maestro nacional, se traslada con su madre y hermanos a Agolada, Pontevedra, de donde era natural la madre. En 1920 se marcha a Santiago de Compostela, donde termina sus estudios secundarios y comienza a trabajar como dependiente de una tienda de telas de confección. Allí conoce a Luis Seone y Valle-Inclán. Ingresa en la masonería y trabaja como funcionario en el Ayuntamiento de Santiago. Se hace corresponsal de varios periódicos como El Pueblo Galllego de Vigo, El Sol de Madrid y de la revista literaria El Yunque, entre otros. Funda la revista Resol, hojilla volandera del pueblo y monta la librería y editorial “Niké”. Tiene una activa participación en la primera Asamblea para constituir la Asociación de Escritores Galegos, también participa en la redacción del manifiesto de Esquerda Galeguista. Interviene como Secretario General de la Comisión del Estatuto de Autonomía de Galicia en la redacción del mismo. La rebelión militar del general Franco le sorprende en Madrid, donde se había desplazado como miembro de la comisión gallega encargada de presentar el Estatuo de Autonomía de Galicia a las Cortes Republicanas. Cuadrado se casa con Amparo Alvajar en Valencia, siendo Castelao el padrino de la boda. Se traslada a Barcelona, desde donde emprende su exilio a Francia. En el vapor francés “Massilia”, fletado por las organizaciones solidarias argentinas, llega a Buenos Aires.

En la capital argentina, además de publicar su libro de poemas, Soledad imposible (1944), en la editorial Botella al Mar, y un ensayo testimonial, Muerte y permanencia de don Ramón del V.I., en los Estudios de la Universidad de la Plata, contribuye asiduamente a la presentación de casi todos los libros reimpresos y nuevas ediciones salidos de “sus” editoriales Emecé, con sus dos colecciones más importantes , “Dorna” y “Hórreo”, Nova, Botella al Mar y Camino de Santiago. En la revista Galicia Emigrante, una de las publicaciones de mayor alcance de las producidas en el exilio gallego, lo mismo que en sus emisiones radiales, Cuadrado colabora en casi todos sus números, ocupándose de la exaltación de los valores auténticos entre los argentinos y uruguayos oriundos de Galicia, contribuyendo de este modo a aumentar la cohesión entre exiliados y residentes en aquellos países. Sobre los últimos días de Valle Inclán, con quien convivió estrechamente en Santiago, publicó un detallado relato en la revista Galicia: “Agonía y muerte de V.I.”. En “Hórreo” publica la antología Veinte cuentos gallegos. Crítico de arte, el Centro Gallego premió un libro suyo sobre pintura gallega. Con Luis Seoane y Lorenzo Varela fundó y dirigió la importante revista quincenal El Correo Literario (1943-1945). En 1981 publica un nuevo libro de poema, Amar sin amor. En 1995, la Embajada de España lo condecoró con la Medalla del Mérito Civil. Y como dijo nuestro poeta: “En 1936, en enero, yo era Secretario General de la Autonomía de Galicia. Habíamos decidido por el 90% del voto popular que Galicia quería ser libre, gobernarse por sí misma. Los pueblos como los hombres tienen el derecho a dirigir su destino”.

Francisco Arias Solís

La primera víctima de la guerra es la infancia.

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Foro LIbre: Homenaje a Emilio Castelar

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
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“Jóvenes oíd a un viejo a quien oían los viejos cuando era joven.
Desechad toda idea de fundar un República con los republicanos solos
y para los republicanos solos; es la República como el sol para todos los españoles:
forma suprema de la libertad y del derecho.”
Emilio Castelar (5 de mayo de 1899).

HOMENAJE DE FORO LIBRE A EMILIO CASTELAR

El próximo lunes, día 7 de septiembre, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del orador, repúblico, escritor, historiador y catedrático gaditano Emilio Castelar (1832-1899), con motivo del 177º aniversario de su nacimiento.

Licenciado en Derecho a los veinte años, Castelar hace el doctorado un año más tarde. En 1858 obtiene la cátedra de Historia de la Universidad Central, de la que fue separado en 1864. Participa en el alzamiento de 1866, reprimido por Serrano, teniendo que huir a Francia, de donde regresa después de la revolución de 1868. Su actividad en pro de la causa republicana es incansable y cuando finalmente en 1873 llegue a la I República ocupará la más alta magistratura: ministro de Estado, primero, con Estanislao Figueras; y luego, presidente de la República, sustituyendo a Nicolás Salmerón, mandato que terminará con la disolución del Parlamento ante la terminante conminación del general Pavía.

Entre sus numerosas obras destacan, entre otras, Ideas democráticas, Fomento del progreso, Cuestiones políticas y sociales, Vida de Lord Byron, Recuerdos de Italia, El ocaso de la libertad, La redención del esclavo, Recuerdos y esperanzas, Historia de un corazón, Abolición de la esclavitud, Historia crítico-filosófica de España, La idea del progreso, Discursos parlamentarios, Discursos políticos y Ensayos literarios.

“Este andaluz -decía Azorín-, criado en Levante, apasionado del Medíterráneo, ha sido quien, para el arte, ha ensanchado más el idioma de Cervantes, Lope y Calderón”. Galdós, a su muerte, escribirá: “¡Triste ocaso! No volveremos a tener colonias. No nacerá otro Castelar”. Y La Liberté escribe a la muerte de Castelar: “Francia saluda en el hombre que desaparece a una de las más nobles figuras de este final de siglo...”

Sus contemporáneos veían en Moret, el orador que fascinaba; en Martos, el que conmovía; en Salmerón, al que aterraba; en Romero, al que halagaba; en Cánovas, al que convencía; pero Castelar era el que arrebataba y su oratoria contribuía a convertirle en la gran figura de su tiempo. “Yo creía, al visitarle -escribía Rubén Darío-, entrar en la morada de un semidiós... Su oratoria tenía del prodigio, del milagro; y creo difícil que se repita dicho fenómeno... Castelar era en ese tiempo, sin duda alguna, la más alta figura de España, y su nombre estaba rodeado de la más completa gloria”.

Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Sylvia Plath por Francisco Arias Solís

SYLVIA PLATH
(1932-1963)

“Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.
Esta es la Número Tres,
Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.”
Sylvia Plath.

LA VOZ DE LA AMANTE DE LA PERFECCIÓN

La vida y obra de la poetisa y novelista estadounidense Sylvia Plath, eje de numerosos debates feministas, revelan el estrecho vínculo entre la mujer escritora, la locura y la historia. Las condiciones sociales de la identidad femenina y la pasión de la inspiración poética fueron temas recurrentes en su escritura. A su fama mundial contribuyó, además de su suicidio a la edad de treinta años, la condición de mujer emblemática que le otorgaron ciertos grupos de defensa de los derechos femeninos. Plath, una de las exponentes de la poesía confesional, fue una amante de la perfección. “El no ser perfecta -dijo-, me hiere”. Para muchos Plath es la poeta estadounidense más importante del siglo XX y todos la consideran una de las figuras más relevantes del panorama literario estadounidense.

Sylvia Plath nació en Boston, Massachusetts, el 27 de octubre de 1932 y falleció en Pimrose Hill, Londres, el 11 de febrero de 1963. Sus padres de ascendencia alemana se dedicaron a la enseñanza, el padre era profesor de la Universidad de Boston y un especialista en entomología y su madre profesora de alemán e inglés. A muy temprana edad la poetisa mostró su gran talento, extraordinaria sensibilidad y su tremendo amor a la literatura. Cuando escribió su primer poema sólo contaba con ocho años de edad. La muerte del padre en 1940 la marcó durante toda su corta vida. Estudió en la universidad Smith College, donde ya intentó el suicidio por lo que hubo de ser tratada en una institución psiquiátrica. Tras su brillante graduación, con una beca Fulbright se trasladó a Gran Bretaña para estudiar en la Universidad de Cambridge, donde colaboró en el periódico universitario Varsity y conoció al poeta Ted Hughes, con quien contrajo matrimonio en 1956. Su viaje de boda fue a España. La infidelidad de Hughes puso fin al matrimonio y las relaciones de éste con Assia Guttman, esposa del poeta David Wevil, acrecentaron la inestabilidad emocional y la depresión de Silvya Plath, que terminó con su vida abriendo la espita de gas en la cocina de su domicilio. Se suicidó por celos. Mucho antes había escrito en las páginas de su diario: “Tengo celos de los hombres. Una envidia profunda y peligrosa que puede corroer, imagino, cualquier tipo de relación. Una envidia nacida del deseo de ser activa y hacer cosas, no ser pasiva y sólo escucharlas”.

Antes de su temprana muerte había publicado ya un libro de poesías, El coloso (1960) y una novela autobiográfica, con el seudónimo de Victoria Lucas, La campana de cristal (1963), ambientada en la Nueva York de los años cincuenta. Entre sus libros póstumos destacan Ariel (1965), Cruzando el agua (1971) y Árboles invernales (1972). En 1982 se le concedió póstumamente el Premio Pulitzer a su colección de Poemas escogidos editada y publicada por Ted Hughes en 1981. Y como dijo la poeta estadounidense: “Quizás cuando nos encontramos deseando todo, es porque estamos peligrosamente cerca de no desear nada”.

Francisco Arias Solís

Se ama la libertad como se ama y se necesita el aire, el pan y el amor.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Mario Benedetti.

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Nos gustaría contar con su participación.

Gracias.

martes, 1 de septiembre de 2009

Luis Seoane por Francisco Arias Solís

LUIS SEOANE
(1910-1979)

“Dieciséis años soñando día a día con el regreso
que seguramente nunca podremos realizar los que
estamos aquí y los que están en otra parte,
olvidados de casi todos...”
Luis Seoane.

LA VOZ DE LA ESPONTANEIDAD Y DE LA SOBRIEDAD

En Luis Seoane, el artista plástico y literario se conjugan sin que las esencias de ambos quehaceres interfieran u oscurezcan sus legítimos linderos. De Luis Seoane existe una abundante bibliografía que se ocupa de él como pintor, grabador, muralista, ceramista e ilustrador, pero, si a esto se une su labor lírica, narrativa, teatral y ensayística, se echa de ver del humanismo que entraña uno de los más importantes artistas gallegos en el exilio. “Un poema no puede ser sólo un prisma de colores -nos dijo Seoane-, una habilidad de unir hermosas palabras y producir sonidos; es el grito de un hombre, el desgarre que producen en su espíritu los hechos del pasado vueltos eternidad y mito.... Pretendo decir con palabras lo que supongo que no puedo expresar cumplidamente con líneas y colores, pensando que la obra de arte efectuada por el hombre significa siempre cuando se analiza en su totalidad una actitud moral”. A la lírica, el teatro, la narrativa, lo mismo que a sus artes plásticas le van bien dos adjetivos que el propio Seoane considera como constante de toda su obra: espontaneidad y sobriedad.

El pintor y escritor galleguista Luis Seoane López nace en Buenos Aires el 1 de junio de 1910 y fallece en A Coruña, el 5 de abril de 1979. Hijo de emigrantes gallegos, retorna a Galicia con seis años de edad. Hace bachillerato en A Coruña y cursa Derecho en la Universidad de Santiago, al tiempo que estudia en la Escuela de Bellas Artes. En 1929 realiza su primera exposición en la Sala de Amigos del Arte de Santiago de Compostela. En 1934, junto a Manuel Boedo, crea en A Coruña el primer “Estudio Xurídico Colectivo”, trabajando como abogado laboralista, e ingresa en el Partido Galleguista. La rebelión militar del general Franco le obliga a exiliarse en Buenos Aires, a finales de 1936. Colabora con el periódico Crítica y, posteriormente, trabaja como redactor en El Diario. Se casa por poderes con su prima Maruxa Fernández. En 1938 comienza a colaborar con la editorial Losada como ilustrador. En 1939 comienza a dirigir la revista Galicia, del Centro Gallego de Buenos Aires. Funda Emecé Editores. En 1943 funda y dirige con Lorenzo Varela y Arturo Cuadrado la revista Correo Literario. Más tarde, con Lorenzo Varela y Joan Merlí, funda y dirige la revista literaria Cabalgata, cuyo primer número fue publicado el 1º de octubre de 1946. Fue director, editorialista e ilustrador de la revista Galicia Emigrante, una de las publicaciones de mayor alcance del exilio gallego. A partir de 1963 Luis Seone reside alternativamente en Buenos Aires y Galicia.

Más de cuarenta álbumes de dibujos y grabados, ilustraciones de hermosos libros de Alberti, Lorca, Gerardo Diego, Neruda, Lorenzo Varela, etc., realizador de más de medio centenar de murales, constituyen junto a su obra pictórica, un logro y un sueño, un trabajo manual y un movimiento del espíritu, arte e ideas. Sus libros de poemas: Fardel de eisilado (1956), Na brétema, Sant-Yago (1955), As cicatrices (1959), A maior abondamento (1972), todos ellos reunidos en Obra poética (1977). El exilio, los exiliados y la emigración gallega en América y Europa son los temas centrales de su poesía. Su “esquema de farsa” Día del Emigrante Gallego, es una parodia de una ridícula y oficial ceremonia celebrada en A Coruña en 1956. Antes, como intentos de teatro popular, publicó A soldadeira (traducido al castellano) y O irlandés astrólogo. Su libro en castellano Tres hojas de ruda y un ajo verde (1949) tiene como tema las leyendas históricas gallegas. En su editorial Nova, en 1944, publica Seoane un álbum de dibujos: Homenaje a la torre de Hércules, con prólogo de Rafael Dieste. El American Institute of Graphic Arts y la Pierpont Morgan Library of New York seleccionan este albúm como una de los diez mejores libros impresos en el mundo en los últimos diez años. Su obra como crítico de arte está representada, entre otros ensayos, por Castelao artista, publicado en 1969, Eiroa (1957) y Comunicación mesturadas (1973). Y como dijo Seoane, una de las figuras más relevantes de la Galicia del pasado siglo que sufrió como tantos otros el exilio : “Cuesta mucho esperar por aquello que jamás llega y que en mi caso, en el caso de todos, nuestra esperanza, primero, fundamental, estaba cifrada, está, en el regreso”.


Francisco Arias Solís

Sin libertad la vida vale poco.

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