HORACIO QUIROGA
(1878-1937)
“Cree en un maestro -Poe, Maupassant,
Kipling, Chejov- como en Dios mismo.”
Horacio Quiroga.
LA VOZ DE UN PERFECTO CUENTISTA
El primer gran prosista de criollismo fue el uruguayo Horacio Quiroga, que, aunque nacido en Uruguay, es un adelantado de la literatura argentina y se le considera como maestro de narradores y uno de los cuentistas más destacado de la América Hispana.
Horacio Quiroga nace el 31 de diciembre de 1878 en Salto. En 1897 publica sus primeras colaboraciones en medios periodísticos. En 1900 viaja a París. Había ya publicado algunas obras cuando se fue como fotógrafo, acompañando a Leopoldo Lugones, a la región de Misiones, situada al nordeste de la Argentina. Allí conoce a los hombres y el ambiente que inspirarían sus grandes cuentos. La vida era dura; los hombres recios y podía ocurrir lo más imprevisible; la selva y sus animales acechaban constantemente. Quiroga transmitió, con sus excepcionales dotes de cuentista, la tensión de una vida en la que la muerte está siempre presente.
En 1906 publica su relato Los perseguidos, un adelanto de lo que después se conocería como literatura psicológica. Tres años más tarde se casa con Ana María Cires. En 1911 es nombrado juez de paz. En 1917, publica Cuentos de amor, de locura y de muerte y en 1918, Cuentos de la selva. En 1927 se casa con María Bravo.
Su vida pareció estar perseguida por un sino fatal que sembró de muertes trágicas su entorno familiar. Cuando contaba con dos meses muere su padre al disparársele accidentalmente su escopeta. En 1891 se suicida su padrastro, con una escopeta. En 1902, Quiroga mata accidentalmente, con una pistola, a su amigo Federico Ferrando. En 1915 se suicida su primera esposa Ana María Cires. También se suicida su maestro Leopoldo Lugones, y Alfonsina Storni por quien sostuvo una profunda pasión. El 19 de febrero de 1937 Horacio Quiroga, aparece muerto en un hospital de Buenos Aires, por ingestión de cianuro poco después de enterarse que sufre cáncer de próstata. En 1939 se suicida su hija Egle y poco años después, su hijo Darío, haría lo mismo.
Ese sino trágico y la bárbara naturaleza de la selva, con su retahíla de “amor, locura y muerte” -como hemos visto que titula uno de sus libros de relatos-, presiden su obra, cuyos protagonistas son a veces animales, o en caso de humanos, resultan dominados por las fuerzas de la naturaleza. El último rasgo característico de su estilo, una imaginación impregnada de misterio, le convertirá en exponente de la literatura fantástica: Maupassant, Poe, Kipling y Chejov son los maestros en los que cree “como en Dios mismo”.
Se inició en el modernismo, influido por Leopoldo Lugones, con Arrecifes de coral (1901), obra que mezcla prosa y verso. Posteriormente escribió novelas como Historia de un amante turbio (1908) y Pasado amor (1929). No obstante, su género principal fue el cuento, donde se advierte, sobre todo al principio, la influencia de las narraciones de misterio y terror de Edgar Allan Poe.
Sus numerosos cuentos, superiores sin lugar a dudas a algunos versos, dos novelas y un drama, fueron recogidos en varios volúmenes: Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), El Salvaje, Anaconda (1921), El desierto (1924), Los desterrados (1926) y La gallina degollada y otros cuentos. Aunque cultiva otras vetas, la humorística, por ejemplo, predominan en calidad aquellos relatos donde la enfermedad, el fracaso, las frustraciones, las alucinaciones y el terror a algo inconcreto y sobrenatural forman el motivo desencadenante: una veces será la tragedia de un amor imposible e impuro (La muerte de Isolda); otras, el tema morboso y alucinante de una madre que prostituye a su hija (Una estación de amor); o cuatro hermanos anormales que matan a su única hermana normal repitiendo una escena que acaban de ver (La gallina degollada), o el hombre devorado por las hormigas carnívoras (La miel silvestre), o el padre que sueña con la muerte de su hijo que terminará cumpliéndose en las circunstancias prescritas por el sueño. Con su último libro, El más allá, Quiroga hace una incursión en el campo de la ficción para ofrecer visiones de ultratumbas, actos telepáticos, etc. Sus Cuentos completos fueron publicados en 1956 en Buenos Aires. Su obra, repleta de horror, locura y violencia, se caracteriza por su crudo realismo y por la observación de la conducta humana en situaciones extremas.
En Decálogo del perfecto cuentista expone Quiroga sus ideas respecto del cuento como unidad nacional y señala sus modelos favoritos, al tiempo que nos dejó dicho: “Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Gracias.
domingo, 30 de marzo de 2008
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