domingo, 8 de febrero de 2009

Adam Mickiewicz por Francisco Arias Solis

ADAM MICKIEWICZ
(1798-1855)

“Palabras justas y pensamientos justos son los míos;
tanto siento, escribiendo temprano y tarde;
mi alma como el de una viuda debe aún quejarse.
¿A quién mis canciones dedicaré?!”
Adam Mickiewicz.

LA VOZ DEL PRIMER ROMÁNTICO POLACO

El poeta, dramaturgo y escritor político polaco Mickiewicz fue un luchador incansable por la independencia de su patria y la libertad. Su obra caló en las entrañas populares, y ella fue, junto a su gran actividad política, la causa del constante reconocimiento del pueblo polaco hacia su persona. Sus Baladas y romances (1822) inauguraban la genuina poesía polaca y fueron saludados con entusiasmo por la juventud. Los antepasados (1822-1832), poema semiwertheriano, semifantástico, inspirado en leyendas del terruño natal, evidenciaba un raro vigor poético, y figura entre las obras capitales del Romanticismo europeo. Mickiewicz sufrió la influencia de Goethe y de Byron, mas a pesar de ello su originalidad es grandísima. Épico y lírico, religioso y patriota, realista por su observación e idealista por sus aspiraciones, menos musical que plástico, vuelto hacia la vida más que hacia la meditación o el análisis, ofrece uno de los talentos más originales y rico de las literaturas modernas.

Adam Mickiewicz de Porjaj nació en Zaosie, actual Novogrudok, Bielorrusia, el 24 de diciembre de 1798 y falleció en Constantinopla el 26 de noviembre de 1855. Estudió filología clásica y literatura en la Universidad de Vilna. A la edad de 20 años, su amor por María Wereszczacka, a quien cantó bajo el nombre de “Maryla”, determinó su dedicación poética. Su militancia nacionalista, a la que dedicaría toda su vida, le valió en 1823 ser arrestado en Vilnius y un exilio en Rusia donde entró en contacto con Alexandre Serguéievich Pushkin y donde compuso su poema romántico Konrad Wallenrod (1828). Vivió y dio clases de lengua y literatura eslava en Francia, en Suiza y en Italia, donde organizó en 19848 una legión polaca para liberar a su país de la denominación zarista. Murió durante una misión encargada por Napoleón III.

Como literato se dio a conocer con Poesías (1822 y 1823), que incluía un fragmento del drama Los antepasados, y Grazyna, obras inaugurales del romanticismo polaco. Su gloria creció aún más con obras como sus Sonetos de Crimea (1826) –cuyos paisajes orientales dejaban atrás las tentativas contemporáneas de Rückert, de Platen, de Byron y de Pushkin-, Konrad Wallenrod (1828) –episodio épico lituano, magnífico por la fuerza y la belleza del estilo, en el que Konrad , en su celda, hace pensar en Fausto y en el Caín de Byron-, El héroe, poema oriental. En París, convirtiéndose cada vez más en el profeta de su patria, publicó Los libros de la nación y del peregrinaje polacos (1832), escrito en estilo bíblico, completó y refundió Los antepasados en un tono visionario y profético, y, sobre todo compuso Pan Tadeusz (1834), escenas de la vida de la pequeña nobleza rural en Lituania hacia 1812. Este poema en doce cantos, lleno de recuerdos de infancia, de frescos paisajes, en el que dominan la emoción y la alegría, es la epopeya nacional más hermosa del mundo moderno, a la par que la novela de costumbres contemporáneas escrita en verso que intentaban realizar justamente en el mismo momento Pushkin, Lamartine y Brizeux; Mickiewicz supo idealizar mejor que ninguno de ellos, por obra de la poesía, los hombres y las gentes de una época recentísima, conservándoles todo su verismo y su vida. Pan Tadeusz que ha sido traducido a diversas lenguas, es una de las obras capitales de las literaturas eslavas. Y como escribió el poeta polaco: “¿Qué es la vida humana en este mundo inconstante? Nada más que un instante”.


Francisco Arias Solis
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