martes, 15 de junio de 2010
José Mancisidor ~ Francisco Arias Solís
JOSÉ MANCISIDOR ORTIZ
(1905-1974)
“Somos solamente sembradores en los campos
fecundos del futuro.”
José Mancisidor.
LA VOZ DE UN NOVELISTA DE LA REVOLUCIÓN
José Mancisidor formaba parte de la delegación mexicana, junto con Octavio Paz y Carlos Pellicer, que asistió al II Congreso de Escritores convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas, que reunió en Valencia, en julio de 1937, a José Bergamín, Corpus Barga, Antonio Machado, Pablo Neruda, Fernando de los Ríos, Ramón J. Sender, Vicente Huidobro, Juan Marinello Vidaurreta, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Raúl González Tuñón, Pablo Rojas Paz, Cayetano Córdova Iturburu, Elena Garro, Iliá Ehrenburg, Bertolt Brecht, Anna Seghers, Ernest Hemingway, Heinrich Mann, André Malraux, Louis Aragon, César Vallejo, Rafael Dieste, Rafael Alberti, John dos Passos, Julien Benda, Martin Andersen-Nexö, Se-U, Stephen Spender, Tristán Tzara, Emilio Prados, María Teresa León, Arturo Serrano Plaja, Juan Gil-Albert, Herrera Petere, Lorenzo Varela, Miguel Hernández, Ramón Gaya, Pascual Pla y Beltrán, Ludwig Renn, André Chamson, Jef Last, Malcolm Cowley, Fedor Kelyin, etc. La escritora mexicana Elena Garro nos decía: “Estaba en España hacía unos días para asistir a un congreso de intelectuales antifascistas. Yo no era intelectual, ni era anti nada. Era coreógrafa del Teatro Universitario y me estaba licenciando en Letras. Mis ídolos eran los bailarines del ballet ruso de Montecarlo, pero me había casado unos días antes con un poeta invitado: Octavio Paz, que formaba parte de la delegación mexicana, compuesta por Carlos Pellicer y José Mancisidor. La delegación creció con los que se auto invitaron y llegaron a España a darme la lata acusándome de “pequeña burguesa...”.
Novelista, de los llamados de la Revolución, Mancisidor trata en sus novelas el tema de la revolución mexicana y escribió novelas con intención estilística e ideológica como La asonada (1931), La ciudad roja (1932), La rosa de los vientos (1940), Frontera junto al mar (1953), y El alba de las simas (1955).
José Mancisidor Ortiz nace en Veracruz el 20 de abril de 1894 y fallece en Monterrey el 22 de agosto de 1956. Hijo de una familia de prole numerosa que vivía en condiciones muy pobres, lo que le obligó a tenerse que ganar la vida desde niño. “Fui voceador de periódicos -nos cuenta Mancisidor-, recadero, parador de chueco y derecho y guía de turistas por los lugares peligrosos de la ciudad. Entre estos marineros y pescadores sin amor al dinero. Con ellos me inicié en la vida...”. Trabaja también como ayudante de un cine y como almacenista en los muelles. Cursa sus estudios primarios en la Escuela Cantonal “Francisco Javier Clavijero” y posteriormente estudia para mecánico naval en la Escuela de Maestranza de la Secretaría de Marina, hasta tercer año, pero la invasión por la infantería de marina norteamericana de la ciudad de Veracruz, le hace tomar las armas en 1914 para defender su ciudad y posteriormente participa en la revolución mexicana a las órdenes del general Cándido Aguilar, llegando a ser nombrado comandante militar y gobernador del territorio de Quintana Roo. En 1917 contrae matrimonio con Dolores Varela. Es diputado local del distrito de Xalapa durante el trienio 1926-1929. El gobernador Adalberto Tejeda le nombra director de la imprenta del gobierno de Veracruz. En 1932 se convierte en profesor de historia de México en la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”. Por ese tiempo colabora en la revista Simiente, edita la revista Ruta y crea su propia editorial denominada Integrales. En 1934 es uno de los fundadores de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Al año siguiente asiste al Primer Congreso de Escritores Norteamericanos en Nueva York como presidente de la LEAR. En 1936 viaja a la Unión Soviética donde asiste a los funerales de Máximo Gorki y conoce a célebres personalidades soviéticas. En 1938 es nombrado Jefe del Departamento de Secundarias Nocturnas del Distrito Federal. En sus últimos años de vida ejerce la enseñanza de la historia en la Escuela Nacional de Maestros, la Escuela Normal Superior, la Secundaria para Señoritas Número Ocho y en la Universidad Obrera de México.
Otras obras destacadas de Mancisidor son las novelas, Nueva York revolucionario (1935), De una madre española (1938), En la rosa de los vientos (1940), Nuestro petróleo (1956) y Se llamaba Catalina (1958); los cuentos, Cómo cayeron los héroes (1930), Ciento veinte días (1937), El juramento (1947), La primera piedra (1950), Me lo dijo María Kaimlova (1955) y los ensayos, Stalin, el hombre de acero (1950) y Balzac, el sentido humano de su obra (1952), entre otros. Y como dijo el novelista de la Revolución: “La anchas avenidas manchadas de sangre, los banderines rojos y los gallardetes desafiantes regados caprichosamente, daban a la población el aspecto exótico de una roja ciudad cuyo tinte sangriento se afirmaba por instantes”.
Francisco Arias Solís
Se ama la libertad como se ama y se necesita el aire, el pan y el amor.
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