SILVIO PELLICO
(1789-1854)
“El deber va unido inevitablemente a nuestro ser,
nos lo advierte la conciencia cuando apenas
comenzamos a tener uso de razón.”
Silvio Pellico.
LA VOZ DE UN POETA ROMÁNTICO EN SUS PRISIONES
Silvio Pellico, uno de los fundadores y secretario de la publicación Il Conciliatore (1818-1819), cayó en manos de la policía austriaca en 1820 por sus ideas políticas de afiliado a la sociedad carbonaria y condenado a muerte, primero, vio después conmutada la pena por quince años de prisión. De ellos cumplió nueve, y amnistiado en 1830, vivió después en voluntario retiro y oscuridad, alejado de la política. De este encarcelamiento nació su célebre libro Le mie prigioni, que hizo popular al autor desde que aquél apareció en 1832, siendo traducido a todas las lenguas. La forma en que está escrito impresiona al lector; el fondo es de una humildad y resignación extremas, que aparecen aprendidas de Manzoni e inspiradas por su larga permanencia en las mazmorras austriacas. Cuenta el autor italiano de su carcelero, el suizo Schiller, un viejo soldado que tenía que trabajar de esclavo en su vejez para poder comer, que cierto día le dijo: “Soy malo, señor, me hicieron prestar juramento al que no faltaré jamás, Estoy obligado a tratar a todos los prisioneros sin respeto alguno a su condición, sin indulgencia, sin concesión de abusos y tanto más a los prisioneros de Estado. El Emperador sabe lo que hace, yo debo obedecerle”. Cuando el Emperador de Austria, Francisco de Habsburgo, leyó Mis prisiones, exclamó: “¡Hasta ese jesuita de Pellico ha querido tomarse su venganza!”
El escritor piamontés, perteneciente al grupo romántico de Milán, Silvio Pellico nació en Saluzzo, Piamonte, el 25 de junio de 1789 y falleció en Turín el 31 de enero de 1854. Realizó estudios en Pinerolo, Turín y Lyon, donde se dedicó durante cuatro años a profundizar en la literatura francesa. Posteriormente se estableció en Milán donde trabajó como profesor de francés. Fue amigo de Ugo Foscolo y tuvo relaciones con los personajes de la cultura extranjera como Madame de Staël, Thorvaldsen y Lord Byron. Problemas familiares y físicos hacen que tenga que interrumpir su actividad literaria en el último año de su vida y trabaja en la casa de la Marquesa de Barolo como secretario.
En 1815 se dio a conocer con las tragedias Laodamina y Francesca da Rimini; esta última, con un rotundo éxito de público fue traducida al inglés por Lord Byron.
Pellico escribió varias piezas románticas –Eufemio di Messina, de 1820, Iginia d’Asti y Ester d’Engaddi, compuestas en prisión y publicadas en 1830, o Leoniero da Dertona, de 1834 –poemas y una obra sobre temática moral, Los deberes del hombre (1834); pero su consagración se debe a Mis prisiones (1832), memorias del tiempo pasado en cautividad, considerada una obra emblemática de la causa de la independencia de Italia, dominada entonces por los austriacos. Y como dijo el poeta italiano: “El que se encoleriza ante la posibilidad de no ser amado es un tirano. Si te arriesgas a hacer el mal para conseguir un placer, renuncia a ese placer. Si te arriesgas a ser un tirano por un amor, renuncia a ese amor”.
Francisco Arias Solis
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La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla.
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Gracias.
miércoles, 27 de agosto de 2008
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