sábado, 30 de junio de 2007

JESUS DE GALINDEZ POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JESUS DE GALÍNDEZ
(1915-1956)

“Cuando se piensa que nuestros gudaris defendieron
durante tres meses los cuarenta kilómetros que separaban
el frente de Bilbao... el orgullo de ser vasco se justifica”
Jesús de Galíndez.

LA VOZ DEL PERIODISTA DESAPARECIDO

El capítulo de la emigración republicana española en Santo Domingo se cierra con un apéndice trágico. Mientras duró la guerra mundial, y sobre todo desde que se perfiló la victoria de los aliados, los españoles gozaron de una relativa libertad. Por razones políticas Trujillo trató de dar por entonces a su Gobierno las máximas apariencias democráticas; llegó a organizar él mismo una oposición y hasta legalizó la existencia del Partido Comunista. Pero la guerra fría de la postguerra le permitió modificar radicalmente su táctica. Por otra parte, los grupos dominicanos que le eran adversos organizaron desde el extranjero expediciones armadas, con la ayuda o tolerancia de algún que otro gobierno de los territorios del Caribe. Y aunque los conatos de invasión fracasaron fueron suficientes para desatar una represión cada vez más dura contra enemigos y disconformes de toda especie. Tres exiliados españoles, Jesús de Galíndez, delegado del Gobierno autónomo vasco en Nueva York, Alfredo Pereña, joven abogado catalán, y José Almoina, funcionario de Correos que había cursado Letras en la Universidad de Santiago de Compostela, que ya no vivían en Santo Domingo, figuran entre las víctimas.

Jesús de Galíndez y Suárez había nacido en Amurrio (Alava), en 1915, pero se educó en Madrid donde su padre ejercía la medicina. Hizo los primeros estudios con los jesuitas de Chamartín y en la Universidad cursó los de Leyes. Fue profesor de Derecho Civil de la Universidad de Madrid.

A su actuación durante la guerra de España se refiere él mismo en la obra titulada Los vascos en el Madrid sitiado, que es un reportaje de cómo varios nacionalistas vascos, entre ellos el propio Galíndez, organizaron al estallar la guerra civil su comité vasco con bandera y todo para transformarse luego, desde la entrada de Irujo en el ministerio republicano, en delegación del gobierno autónomo vasco. Galíndez cuenta con gran detalle la labor de aquel grupo en la organización de las milicias y sobre todo en favor de los vascos residentes en Madrid que acudían en busca de un salvoconducto al principio de la contienda o esperando más tarde ser evacuados del Madrid asediado y hambriento. Durante la guerra española escribió unos “ensayos poéticos” bajo el título de Ensueños.

En Santo Domingo empezó ganándose la vida como taquígrafo. Estenografiaba cursos y conferencias en la universidad, que luego vendía a los estudiantes, a quienes ayudó también en la redacción de algunas tesis. Por poco que ganara le bastaba para sostenerse siendo soltero y sin familiares a su cargo. Por otra parte vivió al principio, como otros exiliados solteros, en casa de una familia amiga, la de Alfredo Matilla.

Galíndez acabó siendo profesor de la Escuela Diplomática y Consular. Durante su estancia en Santo Domingo publicó, además de artículos en revistas del país y extranjeras, dos libros de carácter jurídico y uno histórico en la editorial Ekin de Buenos Aires fundada por exiliados vascos. Pero hubo otro puramente literario, Cinco leyendas del trópico, que apareció en Santo Domingo y fue premiado en un concurso organizado con motivo del centenario de la república. Colaboró en la Revista Jurídica Dominicana.

Desde que se estableció en Nueva York a principios de 1946 para ser delegado del Gobierno autónomo vasco en los Estados Unidos, sus actividades políticas se centraron por una parte en torno al exilio vasco republicano y por otra en los intentos que se organizaron para derribar a Trujillo. Entretanto trabajaba principalmente como periodista, y a él se debió uno de los mejores reportajes que se han publicado sobre la vida de los puertorriqueños en Nueva York. Con el periodismo alternaba sus estudios en la Columbia University, donde daba también algunas clases de historia hispanoamericana. Ultimando ya su tesis doctoral sobre La era de Trujillo en la que exponía minuciosamente la realidad del aparente Estado de derecho dominicano, publicó un resumen de la misma en Cuadernos Americanos de México.

El 12 de marzo de 1956 por la tarde, al salir de la universidad, Galíndez desapareció. Según todos los indicios, agentes de Trujillo lo llevaron a un campo de aviación de las cercanías de Nueva York y desde allí lo trasladaron en avión a Santo Domingo. Nada se ha sabido de él desde entonces. Sólo al cabo de algún tiempo vino a averiguarse que el piloto americano del avión, Gerald Murphy, había desaparecido también, y con él uno tras otro todos los que intervinieron en el increíble secuestro, desde el guardián del campo de aviación hasta el capitán De la Maza, dominicano que custodió en su viaje a Galíndez. Según se dijo, uno de los tres individuos que mataron a Trujillo en 1961 era hermano de dicho capitán.

La era de Trujillo puede considerarse como una extensa y minuciosa crónica periodística. A una introducción cronológica que comprende año tras año desde 1930, fecha en que alcanzó el poder Trujillo, hasta 1955, siguen los capítulos dedicados al examen del régimen político: reformas constitucionales, elecciones -siempre unánimes en dar al victorioso el total de los votos existentes-, libertades políticas -encubridoras del terror gubernamental-, destrucción de los antiguos partidos y organización del partido único, instituciones sociales, estilo personal del tirano, política internacional...

Siendo el objeto esencial mostrar la divergencia existente entre las apariencias constitucionales y jurídicas de la república y la realidad de un poder personal omnímodo, Galíndez, a diferencia de otros autores, no hace hincapié en la persecución política -de la que él mismo sería víctima- sino más bien en el funcionamiento de todo aquel artilugio montado precisamente para ocultar el carácter dictatorial del régimen. La meticulosidad de Galíndez permite ver claramente el increíble bizantinismo a que había llegado el sistema para dar apariencias legales a la arbitrariedad personal del dictador.

La muerte de Galíndez constituye por su parte un heroico sacrificio en aras de la verdad, y es un ejemplo más de la vesanía del tirano que no contentándose con hacerlo matar desde lejos, como hizo con otros, quiso darse la satisfacción de que fuese ejecutado en Santo Domingo, quizá en su presencia y quién sabe si no por él mismo.


Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Gracias.

JOSE MARIA GABRIEL Y GALAN POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JOSE MARIA GABRIEL Y GALAN
(1870-1905)

“Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura, castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, cariñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.”
Gabriel y Galán. “El ama”.

LA VOZ DEL CANTOR DEL ALMA POPULAR

La vida del campo castellano o extremeño, no entrevista a través de la literatura y en visión fugaz, ni desfigurado por los bucólicos del clasicismo, sino palpada directamente, respirada, vivida en toda su plenitud, ofrece en Gabriel y Galán un inolvidable intérprete de inspirada vena, que alcanzó a principios del siglo XX amplia popularidad, siendo todavía uno de los poetas favoritos del gran público.

José María Gabriel y Galán nace en Frades de la Sierra, provincia de Salamanca, el 28 de junio de 1870, y muere en Guijo de Granadilla, provincia de Cáceres, el 6 de enero de 1905. Hijo de labradores, hizo con singular brillantez la carrera de Magisterio, que ejerció desde los dieciséis años en Guijuelo, pueblo de Salamanca, y en Piedrahita, pueblo de Ávila. El 26 de enero de 1898, en una iglesia de Plasencia, contraía matrimonio con Desideria García Gascón (“mi vaquerilla” como solía llamarla cariñosamente). A partir de ese instante, la vida del joven poeta cambia radicalmente, abandona su dedicación a la enseñanza, y se traslada al pueblo cacereño de Guijo de Granadilla, en donde toma la dirección y administración de una gran dehesa extremeña denominada “El Tejar”, propiedad del tío de su esposa, dedicándose, en sus ratos de ocio, a la literatura.

El nacimiento de su primer hijo inspira a Gabriel y Galán para componer el poema “El Cristu benditu” con el que inicia sus famosas Extremeñas en las que el empleo de la lengua vernácula, “el castúo”, aroma y vivifica la musa del poeta.

Con 35 años no cumplidos, a consecuencia de una pulmonía no curada, fallece nuestro joven poeta. Cuando murió, en plena gloria y juventud, era probablemente el poeta más leído de España. “Era más bueno, sencillo y sincero que sus mismos versos, con serlos éstos mucho...”, afirma Federico de Onís. Según cuenta la tradición, cuando falleció el poeta, quisieron trasladar sus restos para que reposaran junto a los de su esposa. Los mozos de Guijo de Granadilla, enterados de ello, montaron guardia día y noche con sus viejas escopetas para evitar se llevaran los restos de aquel hombre a quien idolatraban.

A Gabriel y Galán le bastó una poesía, “El ama”, premiada en los Juegos Florales de Salamanca (1901), para alcanzar las cimas del éxito. Preside el jurado del certamen el insigne rector de la universidad salmantina, pensador y poeta, Miguel de Unamuno, a partir de aquel momento, Unamuno y Gabriel Galán comienzan una asidua correspondencia epistolar. La crítica le saludó como lo que era un poeta de primer orden, capaz de sentir y de expresar las mil emociones de la vida campesina con un acento tan hondo como nadie lo había hecho entre nosotros hasta entonces. Supo cantar como nadie, la belleza del alma sencilla de los campesinos extremeños y salmantinos. Luego esa misma crítica, o la que inmediatamente le sucedió, se dedicó a buscarle puntos vulnerables y se puede decir que el juicio de los que se dan por enterados le es hoy totalmente adverso. Se le censura de ser demasiado ingenuo. Esto de la ingenuidad interpretado como defecto no deja de sorprender, censurándole también de no haber sabido salirse de las formas métricas consagradas -quintilla, redondilla, silva, romance-; lo cual no es exacto, porque, sin la variedad de un Rueda o de un Villaespesa, su versificación no cede en riqueza a la de cualquier otro poeta de su tiempo.

En 1902 triunfa en los juegos florales de Zaragoza, al año siguiente obtiene los galardones de la flor natural, en los juegos florales de Murcia, de Lugo y de Sevilla. Ese mismo año es premiado por el ayuntamiento de Guijo de Granadilla, con el galardón de Hijo Adoptivo del municipio. En el solemne acto, celebrado el 13 de abril de 1903, Gabriel y Galán recita su poema “Sólo para mi lugar”, compuesto para la ocasión.

Los versos de Gabriel y Galán huelen a tomillo y a cantueso recién cortado; a pan recién sacado del horno; a brazadas de mies que se acaba de segar; a leche recién ordeñada, a sudor campesino... Los argumentos de sus poemas están arrancados del vivir cotidiano. en los medios rurales: el viejo que da consejo a la moza casadera; el vaquerillo que llora el desvío de la zagala; el rentero que, mientras empuña la mancera del arado, va calculando las rentas que debe al terrateniente; y “el ama” que al morir ha llenado de luto la alquería.

El entronque de la producción poética de Gabriel y Galán responde tanto a la corriente romántica como al influjo de las obras de Campoamor y Nuñez de Arce, caracterizándose por un nuevo enfoque de lo rural y aldeano, por un personal tratamiento del paisaje y por un acendrado carácter costumbrista.

En la producción de Gabriel y Galán, hay dos aspectos distintos: los poemas escritos en castellano, que son los más y los redactados en dialecto extremeño. Al primero corresponden las series tituladas Castellanas, Nuevas Castellanas, Religiosas y Campesinas; al segundo, las agrupadas bajo el título de Extremeñas. Entre las Castellanas merecen citarse: “Lo inagotable”, “Cuentas del tío Mariano”, “Ganadero”, “Mi montaraza”, “Ana María” y, sobre todas, “El ama”, que basta sola para prestigiar a un poeta. Algunas de las Extremeñas -”El Cristu benditu”, “Varón”, “El embargo”- se han hecho famosas con justo motivo. Y como dijo el poeta: “Señor: no soy un juglar; / soy un sincero cantor / del castellano solar. / Canto el alma popular; / no tengo nombre, señor.”

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No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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Gracias.

EMILIA PARDO BAZAN POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EMILIA PARDO BAZAN
(1851-1921).

“...Señores, a veces es necesario llamar a las cosas
por su nombre: las leyes que permiten a la mujer
estudiar una carrera y no ejercerla, son leyes inicuas.”
Emilia Pardo Bazán.

LA VOZ DE UNA AUTENTICA FEMINISTA

Considerada una de las figuras más relevante del siglo XIX español, el prestigio de Emilia Pardo Bazán no se debe solo a su extraordinaria actividad literaria, sino también su significativa participación en los movimientos sociales y culturales y a su defensa de los derechos de la mujer.

La Pardo Bazán, escritora de una pieza, tuvo en toda su producción una característica esencialmente femenina: la de recibir las huellas de cuantas influencias le salieron al paso. Tratándose de un espíritu creador de la potencia de la autora de Los pazos de Ulloa, ocioso es subrayar que las influencias que podían avasallarlo no habían de ser meras modalidades del momento. La Pardo Bazán no iba a dejarse arrastrar por unos grupos u otros. Menos aún, a contentarse con seguir los caminos que unos u otros le indicaran. Mas su misma curiosidad; esa curiosidad insaciable, que la hacía entregarse de lleno a unos estudios o a unas lecturas comenzados poco menos que al azar, y sustituirlos por otros estudios, u otras lecturas, cuando aún no se le habían revelado aquéllos sino muy superficialmente; su mismo afán de saber y de avanzar de continuo, no le permitieron nunca equilibrar, en un credo literario sereno, el ideal propuesto y el ideal aceptado.

De toda la generación del 68, la Pardo Bazán es la más resueltamente naturalista aunque, logré escribir varios títulos puramente realistas; por otra parte el naturalismo de la Pardo Bazán desembocó bien pronto, en otro “naturalismo” espiritualista, simbólico, etc.

Emilia Pardo Bazán, condesa del mismo nombre, nació en La Coruña, el 10 de Septiembre de 1851.Se casa muy joven con José Quiroga. En 1906 es nombrada presidenta de la sección de Literatura del Ateneo madrileño. Consejera del Ministerio de Instrucción Pública, y catedrática de Literaturas Contemporáneas. Su participación en la vida cultural y social fue muy activa: colaboró con La España Moderna de Lázaro Galdiano, se enfrentó a la Real Academia Española por negar esta el ingreso a las mujeres y en 1892 fundó la Biblioteca de la Mujer; publicó durante varios años la revista Nuevo Teatro Crítico. Su primera producción fue un libro de versos: Jaime. En 1876 obtuvo, con el Estudio crítico de las obras del padre Feijóo, el premio del concurso organizado como homenaje a la memoria de éste. En 1879 publicó Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina; en 1881, Un viaje de novios, cuyo prólogo levantó enorme revuelo, y, a partir de entonces, dio a la estampa, con extraordinaria abundancia, novelas, cuentos, estudios críticos, ensayos, impresiones de viaje, etc. La infatigable pluma de esta gran escritora no cesa de escribir hasta el mismo momento de su muerte, acaecida en Madrid el 12 de mayo de 1921.

Entre sus novelas, y a parte de las ya citadas, destacan: La tribuna, La madre naturaleza, Insolación, Morriña, Una cristiana, La quimera, La sirena negra. Y entre los cuentos: La piedra angular, Arco iris, Cuentos de Marineda, Memorias de un solterón, Cuentos de Navidad y Reyes, Cuentos trágicos, El fondo del alma y Cuentos de amor. Entre sus obras capitales se cuentan: El darvinismo, San Francisco de Asís y La cuestión palpitante.

A Emilia Pardo Bazán se la ha calificado de “feminista precoz”, pues ya en su infancia jugaba indistintamente con juguetes de niño y de niña. Sin embargo, su máxima afición desde muy pequeña fue la lectura de toda clase de libros, incluso de los que no se consideraban a propósito para su edad, y menos para una niña.

Esta mujer, adentrándose en terrenos vedados para su sexo, adoptó posturas intelectuales que ninguna mujer se había atrevido a adoptar en el siglo XIX. Dado los asuntos que trataba, así como sus circunstancias biográficas, no es de extrañar que su personalidad resultase un tanto sorprendente en su tiempo y que en muchas ocasiones fuese motivo de escándalo. La Pardo Bazán fue siempre una auténtica feminista convencida de la necesidad de mejorar la situación de su sexo, aunque se daba cuenta de que para ello era preciso crear un tipo nuevo de mujer.

Con un espíritu liberal extraordinario y una tolerancia muy poco común, mantuvo amistad con los prohombres de todas las ideologías, como Menéndez Pelayo, Clarín, Galdós, Francisco Giner. La amistad literaria entre la Pardo Bazán y Galdós derivó hacia una intimidad amorosa de larga duración, no exenta de sobresaltos sentimentales, que se reflejan en la obra de ambos y que son del mayor interés para explicar la génesis de algunas obras.

La escritora gallega, que no admitía, según su propia declaración, el yugo del naturalismo francés, y que siempre quiso sentar plaza de casticista, en sus primeras novelas: Un viaje de novios y La tribuna, antes se acuerda de Zola que de los maestros representativos de la novela española de entonces. Sin embargo, el naturalismo de la Pardo Bazán, no es el naturalismo del autor de los Rougon Macquart. Pese a los reproches que algunos sectores le han dirigido, a doña Emilia, aun arriesgándose cuanto es preciso al borde de la realidad descarnada, no resbala hasta cierta crudezas, y mucho menos complácese jamás en ellas. Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, las dos obras más representativas de la Pardo Bazán, son, sin duda, la manifestación más acabada -y más lograda- del naturalismo en nuestra literatura.

Y el hecho de que sean “obras rurales”; de que haya necesitado su autora mirar hacia un ambiente rural para elevarse a su máxima altura, no deja de prestarse a ciertas consideraciones. Sin proponérselo; sin saberlo tal vez, la Pardo Bazán, apasionada y diletante de todas las novedades exóticas; catadora, con frecuencia serena, y con frecuencia algo ingenua, de todas las modalidades y modas literarias, se encontró a sí misma, encontró su razón de ser, agrupándose simplemente junto a los novelistas que contemplaban el paisaje de su tierra con voluntad de penetrarlo.

A los 86 años de su muerte, todavía es lícito darle a la escritora gallega el título que nadie le ha disputado, de una de las más insignes escritoras de la literatura universal.

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viernes, 29 de junio de 2007

EL ACOSO SEXUAL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EL ACOSO SEXUAL

“No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO.”
Angela Figuera Aymerich.

UNA DE LAS EXPERIENCIAS MAS DEGRADANTES

El acoso sexual es un nuevo término que describe un viejo problema. Generaciones de mujeres han sido víctimas de una atención sexual molesta en el trabajo y de un comportamiento ofensivo basado en su sexo. Pero ha sido en el último cuarto de siglo cuando se ha dado un nombre a esta conducta.

Hasta hace poco el acoso sexual era a menudo considerado como una afrenta a la que una mujer tenía que arriesgarse para que se le permitiera trabajar. Ha habido en la última década un notable crecimiento en el conocimiento del acoso sexual en el trabajo en los países industrializados, conduciendo esto a un reconocimiento general de que es un problema que debe tratarse si la promesa ofrecida por la legislación sobre la igualdad de sexo se ha de cumplir. En particular, está comenzando a surgir el consenso de que no es suficiente proporcionar una compensación a una víctima del acoso sexual después de que se haya causado el daño, sino que se deben aplicar políticas y procedimientos preventivos a nivel empresarial con objeto de reducir el riesgo de acoso sexual.

Uno de los mitos respecto al acoso sexual es que es principalmente un problema para las mujeres que se ajustan a los estereotipos tradicionales de belleza física. No hay víctimas típicas del acoso sexual, pero la probabilidad de ser acosado sexualmente está más estrechamente asociada con la vulnerabilidad observada y la dependencia económica del acosado, y no precisamente en su apariencia física. Sólo el hecho de estar subordinado a alguien debido a la jerarquía del empleo, significa vulnerabilidad y dependencia. Más específicamente, las mujeres de minorías étnicas, las mujeres que trabajan en trabajos predominantemente masculinos, los recién ingresados en la fuerza del trabajo y las mujeres con contratos precarios, son las que tienen más posibilidades de ser acosadas.

La investigación establece sin lugar a dudas que las mujeres tienen una mayor posibilidad que los hombres de sufrir el acoso sexual en el trabajo. No obstante, muchos de los estudios disponibles muestran que los hombres también pueden sufrir acoso sexual, aunque la envergadura del problema para los hombres es sustancialmente menor.

El acoso sexual es una de las experiencias más degradantes y ofensivas que un trabajador puede sufrir. A los que son víctimas, a menudo les produce sentimientos de asco, violación, cólera e impotencia. Perjudica la salud de la víctima. Produce estrés físico y emocional. Mientras están en el trabajo, las víctimas del acoso sexual tendrán probablemente menor productividad y estarán menos motivadas, y de ese modo se verán afectadas tanto la cantidad como la calidad de su trabajo.

Las empresas sin una política y procedimientos específicos para abordar los incidentes de acoso sexual quizás tengan que enfrentarse a problemas de absentismo, a un pobre rendimiento en el trabajo y a la pérdida de trabajadores valiosos, así como a la posibilidad de litigios costosos y a sentencias de indemnización a los trabajadores sometidos a acoso sexual.

Es necesario disponer de recursos legales eficaces. Sin embargo, el propósito principal de la mayoría de las víctimas de acoso sexual no es demandar a su empresa daños y perjuicios sino que cese el comportamiento ofensivo, que no se repitan y estén protegidos contra represalias por haber presentado una reclamación. Por tanto, el modo más efectivo de hacer frente al acoso sexual es elaborar y aplicar una política preventiva a nivel empresarial. Son las mismas mujeres las que exigen -cada vez más- que se les permita dedicarse a su vida laboral con dignidad. Y como dijo el poeta: “Cuando el lenguaje es llama / que juega con su sombra, / media palabra basta; / muchas palabras sobran”.

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jueves, 28 de junio de 2007

LA VUELTA A LA INTIMIDAD POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LA VUELTA A LA INTIMIDAD

“Siempre me echabas achaques
para no salirme a hablar;
lo que es tiempo te sobraba;
te faltaba voluntad.”
Augusto Ferrán.

LO QUE FALTA ES HABLAR

La insatisfacción que produce una gran parte de las relaciones humanas, sobre todo entre hombres y mujeres, la inaudita frecuencia de los fracasos amorosos de cualquier tipo, está dejando que penetre en las mentes la conciencia de que las cosas no están bien planteadas, de que hace falta algo más. Poco a poco se va deslizando la sospecha de que quizá lo que falta es hablar. Y esto lleva a remontarse a su manera, a su lenguaje y su contenido. Lo que empieza a parecer necesario es decir.

Y esto requiere algo que, por muchos motivos, se había hecho problemático: la vuelta a la intimidad, ya que decir supone la posibilidad de “decirse”. Y como el decir es, cuando se expresa, transitivo, supone la presencia de la otra persona, también en su intimidad, a la cual se dirige la palabra, a la cual se apela, y que por tanto hay que imaginar y en cierta medida construir.

Cuando lo que se necesita comunicar tiene cierta complejidad y calidad, reclama un lenguaje adecuado, que no se puede reducir a la propia intimidad, al fluir -si se le permite- va creando su lenguaje. No, ciertamente, de la nada; en primer lugar, del depósito de la lengua, de los vocablos y giros que la constituyen y que normalmente apenas se usan; en segundo término, de lo que se ha dicho en ella, de las formas expresivas y lingüísticas acuñadas durante un milenio.

Por este camino podrá recuperar el hombre de nuestro tiempo un lenguaje amoroso adecuado; y la mujer el suyo propio, que no puede ser el mismo, sino el complementario, justamente porque se trata de la respuesta que cada uno da al otro. Si esto se inicia, pronto aparecerá como un requisito, como una condición del amor, que se distinguirá de todos los sucedáneos que quieren suplantarlo.

Y algo sorprendente y de apariencia paradójica: lo más necesario para que esto se realice es libertad. Digo paradójico porque se ha creído que lo que se había logrado en los últimos tiempos es la libertad amorosa. Pero, aparte de que esta expresión encierra una dosis de falsedad, incluso de contradicción -”nadie elige su amor”, dijo certeramente Antonio Machado-, de lo que se trata es de la libertad personal, de su posibilidad de eludir las presiones, de escapar a lo que socialmente se le impone.

En los últimos decenios, con especial intensidad en los tres más próximos, las presiones sociales, muy hábilmente orquestadas y combinadas, han sido de excepcional vigor y se han ejercido primariamente sobre la generación de los ruidos en los años centrales del pasado siglo, prolongadas con menor intensidad hacia arriba y hacia abajo.

Es difícil darse cuenta de la tupida red de vigencias que han gravitado sobre los jóvenes. Una de esas vigencias ha sido la lingüística, reforzada por algunos escritores y determinadas publicaciones. Se podría hacer un apasionante estudio lingüístico, que tendría aún mayor valor sociológico y, en su último reducto, antropológico.

La condición inexcusable de que se cree y se consolide un lenguaje amoroso que vaya más allá de la invención y la sensibilidad individual es el desarrollo y el afianzamiento de la libertad personal. Y como dijo el poeta: “Si en la calle me encontraras / y no te pudiera hablar, / háblale a mi sombra, que ella, / por mí te contestará”.

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FORO LIBRE: HOMENAJE A JOSE MARTIN RECUERDA

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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“¿Qué puede sentir un autor dramático, en constante lucha con la precariedad
y pobreza de nuestra vida cultural y, sobre todo, teatral, al decirle que una obra tan difícil
–económica y artísticamente- como Las arrecogías... vuelve a subir a las tablas
en el teatro “Rialto” de Valencia, gracias a la generosidad de un pueblo
y a la valentía y honestidad de unas autoridades culturales?”
José Martín Recuerda.



HOMENAJE DE FORO LIBRE A JOSE MARTÍN RECUERDA

El próximo lunes, día 2, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del dramaturgo granadino José Martín Recuerda (1926-2007), fallecido recientemente en Motril.

José Martín Recuerda, junto con otros autores, ha venido batallando, desde la década de los cincuenta, por una renovación de la literatura dramática española. Se le ha considerado el creador del teatro total, “radical visión del hecho dramático como un todo armónico, donde se integran en pie de igualdad todos los elementos comunicativos presentes en la representación” y, ha sido incluido en la nómina de la llamada indebidamente “generación realista”. Autor de más de una treintena de obras, su teatro pertenece al género de protesta y denuncia situado en una Andalucía trágica y violenta, amarga y dura.

Martín Recuerda estrena sus primeras obras en el ámbito universitario. En 1954 dirigió y estrenó su drama La llanura , a la que siguió, Las átridas (1955), El payaso y los pueblos del Sur (1956)... En 1959 estrena ya comercialmente El teatrito de Don Ramón, que obtuvo el Premio Lope de Vega, pero que la crítica oficial madrileña rechaza con su brutalidad y falta de sensibilidad características. Martín Recuerda escribe después Como las secas cañas del camino (no estrenada hasta 1965) que, al igual que las anteriores se sitúa en una corriente poética postlorquiana, y, por fin, escribe y estrena con rotundo éxito, en 1963, Las salvajes en Puente San Gil, obra grotesca, esperpéntica, que coloca el autor en una perspectiva decididamente crítica y que versa sobre el maltrato que reciben las actrices de una revista por las señoras conservadoras del pueblo al que van a actuar. Se vengan, divirtiéndose con los hombres del pueblo, hasta terminar en el calabozo. Entre las obras posteriores se encuentran: ¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita? (1965), El caraqueño (1968), El Cristo (editada en 1969) y, sobre todo, Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca (1977), esta última tal vez su mejor obra, que trata de la injusticia imperante en los tiempos de Mariana Pineda

De todos los autores de su generación , Martín Recuerda es quizá el que con mayor profundidad ha asumido la herencia de Valle-Inclán y de García Lorca, en este camino de un teatro popular español, desgarrado y violento. Para el autor granadino el teatro es una revolución permanente. Y todavía, en 1990, deja ver sus quejas: “Y ahora (...) todo me parece peor, que ya es decir”.



Francisco Arias Solis
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miércoles, 27 de junio de 2007

FRAY LUIS DE LEON POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

FRAY LUIS DE LEON
(1527-1591)

“¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!”
Fray Luis de León.

LA VOZ MISTICA ESCONDIDA TRAS EL SILENCIO

Hay en Fray Luis de León un ardiente deseo de refugiarse en la naturaleza, de esconderse tras el silencio. En ese jardín, de largos caminos blancos, de arboledas altas, acariciadoras, suavemente mojado de la finca del poeta, donde habita el silencio. Un silencio ondulado, donde resbalan valles y ecos y pasa de puntillas el viento. Un silencio donde yace la guitarra y donde está sepultado el llanto.

En ese profundo silencio se encuentra el gran humanista de inteligencia profunda y creadora, que se pasó casi cinco años en una celda oscura del Santo Oficio, angustiado, por no saber de qué se le acusaba y quienes eran sus acusadores. Según el retrato de Francisco Pacheco era: “El ome más callado que se a conocido... puntual en palabras y promesas... muy honesto i recogido...” De él, escribió Cervantes: “Fray Luis de León es el que digo / a quien yo reverencio, adoro y sigo”. Y Lope: “Tu prosa y versos iguales / conservan la gloria de tu nombre”. En el jardín abandonado por los siglos ... Sin ruido. Donde ni siquiera doblan las campanas. Al morir el amanecer se escucha el mundo, al sonar puro y cristalino, el silencio de su voz.

Nacido en Belmonte, provincia de Cuenca, el 15 de agosto de 1527, Luis de León pertenecía a una familia montañesa de origen converso; tras sus primeros estudios en Madrid y Valladolid, donde su padre, abogado de corte, estaba destinado, pasa a Salamanca para ingresar en 1544 en la orden de San Agustín, a la que se vinculará de por vida. En 1561, tras cortos estudios en Alcalá y Toledo, obtiene la primera cátedra, y a poco otras dos más de la universidad salmantina en reñida competencia con los dominicos. Envuelto en mil acusaciones por envidias y despechos, acusado de preferir el texto hebreo de la Biblia al latino de la Vulgata, el texto oficial, y de traducir al español El cantar de los cantares, de Salomón, es juzgado por la Inquisición y encarcelado en Valladolid (1572-1576). Sus dos compañeros de encierro no pudieron resistir las duras condiciones de vida de la cárcel y murieron. En los muros de la cárcel el agustino había dejado grabada su famosa décima: “Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado”.

Reintegrado a su cátedra con el célebre “decíamos ayer”, pronto dejó el puesto a quien lo había regentado en su ausencia. Miembro de la comisión de reforma del calendario gregoriano, participó en la reforma de su orden y preparó la publicación de las obras de Santa Teresa.

En 1582 se vio nuevamente implicado en otro proceso inquisitorial que acabó con una amonestación. Fray Luis de León falleció el 25 de agosto de 1591, en Madrigal de las Altas Torres, donde acababa de ser elegido provincial de su orden para Castilla.

Fray Luis de León está considerado como uno de los filólogos más sobresalientes de su época, conocedor del hebreo, el caldeo, el italiano y el latín. Su obra se centró en la explicación del significado oculto, alegórico, analógico y moral de las palabras de la Biblia. En 1580 publicó su Comentarios al Cantar de los cantares. Tres años más tarde publica La perfecta casada y De los nombres de Cristos. Su obra poética publicada por Quevedo en 1631 e inspirada en los clásicos, especialmente en Horacio, lo sitúa entre los mayores creadores de la poesía española. “Fray Luis de León -escribía Aubrey Bell, famoso crítico inglés-, trajo a la poesía española una nota personal subjetiva, y más íntimo amor a la naturaleza, más íntimo aún que el que aparece en Arias Montano, en Garcilaso y en Fray Luis de Granada”. Recordemos alguna de las más célebres poesías del maestro León: su Vida retirada; A Francisco Salinas, el músico ciego, gran amigo del poeta; A Felipe Ruiz, otro gran amigo, por él inmortalizado en más de una composición; Noche Serena; En la Ascensión; Morada del cielo; A Nuestra Señora; Al Licenciado Juan de Grial, y otras.

En la poesía de Fray Luis de León se ve el deseo de ascender de los cielos, el deseo de escapar de este mundo para encontrar alivio a los sufrimientos que la vida le había causado. Fray Luis no viajó por el “camino de perfección” un largo trecho como San Juan de la Cruz. Pero encontró su propio camino y un reservado para su alma en el silencio. Huyendo del ruido se hizo voz para decirnos en las noches oscuras la palabra infinita sin aliento y sin labios. Su deseo de evasión y la angustia de no poder satisfacer plenamente ese deseo, le hace más humano, más comprensible que a otros místicos. Su Dios, es el que todos buscamos y el que nunca terminamos de encontrar.

Fray Luis de León, pura voz de la lírica castellana. El prodigioso mágico de la palabra, de la palabra nacida de la plenitud del silencio. Autor de una poesía que brota de esa morada misteriosa donde habita el silencio, con música de corazón y de estrellas. Honda, pura voz del poeta. Escondida voz que nos llega en breve ráfaga, “puesto el atento oído / al son dulce, acordado / del plectro sabiamente meneado”.

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martes, 26 de junio de 2007

GOETHE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

GOETHE
(1749-1832)

“¡Hay que mostrar valor,
que sólo a los que aman
a lo alto guía el amor!”
Goethe. .

LA VOZ DEL ETERNO ENAMORADO

De personalidad múltiple y controvertida, Goethe, ha sido extremadamente admirado pero también criticado. Fue el más grande de los poetas de su patria y uno de los más grandes de todos los tiempos y de todos los países. Figura máxima del romanticismo europeo evolucionó hacia un clasicismo puro. Principal promotor del movimiento literario alemán conocido como “Sturm und Drang” (tempestad y empuje), precursor del romanticismo alemán, su drama Götz de Berlichngen (1771), con evidente huella shakesperiana, cantó al héroe defensor de los oprimidos y fue considerado un manifiesto del romanticismo alemán. Fiel a su famosa frase: “Un hombre de noble corazón irá muy lejos, guiado por la palabra gentil de una mujer”, su vida amorosa fue intensa y sus experiencias con las amadas quedan reflejadas en su obra. Su vida y su obra están estrechamente unidas, de tal forma que todos sus escritos nacen y responden a su aventura vital. Goethe amó mucho. Pero su razón acabó sometiendo a su corazón.

Goethe además de un magnífico poeta, dramaturgo, novelista, crítico literario y filósofo, fue asimismo, jurista, músico, pintor, botánico, zoólogo, físico y químico, incluso estudió ocultismo, astrología y alquimia y llegó a dedicarse a la política, como preceptor del príncipe heredero Carlos Augusto.

El 28 de agosto de 1749 nació en la ciudad de Francfort del Main Johann Wolfgang von Goethe. Fue un niño prodigio. A los ocho años de edad, en 1757, escribe su primera poesía de Navidad; dos años más tarde, realiza sus primeros intentos dramáticos; en 1762, a los trece años, empieza una novela epistolar en seis lenguas. Su primer amor se lo inspiró la joven Gretchen, cuyo nombre debía inmortalizar en Fausto, su obra maestra. En Leipzig., donde estudió Derecho, tuvo un nuevo amor, la señora Von Böhme, esposa de un catedrático suyo. Ella le introdujo en la alta sociedad. Poco después tuvo un nuevo amor: Ana Catalina Schoenkopf, hija de su patrona, a la que dedicó su primera comedia, La locura del galán. Enfermo de pecho, a causa de un accidente de carruaje, se puso en manos de un médico alquimista que le inculcó la naturalidad, la serenidad, la claridad de las ideas, el amor por las letras.

Para continuar sus estudios, en 1770 vivió en Estrasburgo, por entonces, sintió la pasión más profunda de su juventud: el amor de Federica Brion, hija de un pastor protestante. En 1772, estando en Wetzler, una nueva pasión: Carlota Buff, novia de un amigo suyo. Y más romanticismo. Algún amigo suyo se suicida. Goethe emocionado, publica su Wherter (1774), que causa sensación en el mundo. Corresponde también a este periodo el drama Clavijo, sobre el escritor español Clavijo y Fajardo, y la tragedia Stella, y otras obras teatrales como Mahoma, Julio César, El judío errante y Prometeo.

Ya famoso, en 1775 llegó Goethe a Weimar. Fue de importancia capital para su porvenir y el de las letras alemanas su amistad con Carlos Augusto, duque de Weimar, que le hizo noble, consejero privado y presidente de la Cámara. Y otra gran pasión: la de Carlota von Stein, dama de la corte, esposa del caballerizo mayor que tenía siete hijos.

En 1786, Goethe emprendió el anhelado viaje a Italia: Verona, Venecia, Bolonia, Roma, Nápoles. Estudió mucho. Admiró mucho. Asimiló mucho. La señora de Stein no le perdonó aquella larga ausencia ni sus amoríos con la joven y bella Cristina Vulpius, que en seguida empezó a darle hijos. Durante su viaje por Italia nacen: Viaje a Italia, Elegías romanas y Epigramas venecianos.

Acompañó al duque a la campaña de los prusianos contra Francia, ocasión histórica de la que captó con lucidez toda su trascendencia. Comenzó en 1794 su gran amistad con Schiller, continuada hasta la muerte de este en 1805, de amplia y benéfica repercusión para las dos figuras, con fruto evidente en los Xenien, epigramas escritos en colaboración, y en la interesante correspondencia mantenida por ambos. Puede hablarse de una etapa clásica en Weimar a la que pertenecen los dramas Ifigenia en Táuride, Egmont y Torcuato Tasso, y el poema idílico Hermaan y Dorotea.

En 1808, en Weimar, conquistada por las tropas francesas, se encontraron y conversaron Goethe y Napoleón. Y se comprendieron y quedaron amigos. En 1810 terminó la impresión de la Teoría de los colores, obra que se reputaba como una de las mejores de las suyas.

Una vez más, Goethe, a la senectud, cayó bajo la soberanía de una mujer. Era esta Mariana von Villmer, recién casada con un banquero de Francfort, amigo del poeta. La correspondencia entre Goethe y Mariana, duró hasta casi el día de la muerte del eterno enamorado. Goethe descubre el teatro de Calderón de la Barca, para él el número uno en técnica teatral, en presentación plástica, el único que hace un teatro total: el teatro del mundo.

Terminadas, en 1831, dos de sus obras fundamentales Poesía y Verdad y la cuarta y última parte de Fausto, Goethe exclama con la máxima sinceridad: “¡El resto de mi vida puedo ya considerarlo como un puro regalo!”. En la mañana del 22 de marzo de 1832, apoyó su cabeza en el sillón y se durmió definitivamente, sin que una mueca ensombreciera su expresión augusta. Antes de dormirse se le ocurrió murmurar: “¡Luz! ¡Más luz!”. Ante sus restos mortales desfilaron más de doscientas mil personas, con un sincero sentimiento en el que se traducía el convencimiento de que acababa de perder Alemania uno de sus genios culminantes, el más luminoso hasta entonces.

No cabe una crítica, ni siquiera un nuevo elogio, de la obra de Goethe, el más grande de los poetas alemanes. Con Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare y Cervantes forma el grado más alto de la literatura universal. Su talento era avasallador. Su sentimiento era voraz.

“El Fausto de Goethe es, sin duda –decía Ortega y Gasset-, una de las cimas más altas de la cordillera poética...” Y Menéndez Pelayo exclamó con entusiasmo: “No hay sentimiento de alguna importancia que no tenga en sus libros el punto de partida”.


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JORGE MANRIQUE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JORGE MANRIQUE
(1440-1479)

“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.”
Jorge Manrique.

LA VOZ DE LAS COPLAS POETICAS

Este poeta cortesano tuvo un momento de intensa inspiración al ocurrir la muerte de su padre, a quien dedicó una soberbia elegía en la que se aúnan las piedad filial, la fe religiosa, el sentido de la vanidad y brevedad de las cosas humanas y el temor a la muerte. Estos temas habían sido tratados por otros poetas, eran un lugar común del siglo: Jorge Manrique debe su fama inmarcesible a la expresión de estos tópicos en forma sencilla, sincera, profunda y majestuosa como el tema. Sus cuarenta coplas de pie quebrado están inundadas por un caudal poético de gran riqueza.

Nacido hacia 1440 en Paredes de Nava, Palencia, Miembro de una de las familias más poderosas de la corte castellana, se hallaba emparentado con Santillana, los Lara e incluso con la casa reinante. Hijo del maestre de Santiago don Rodrigo Manrique y sobrino de Gómez Manrique, es un ejemplo de noble que participa en las luchas de la época, y compone poemas artificiosos de amor cortesano y logra en un momento de inspiración la mejor elegía con que cuenta nuestra literatura. Se casó con doña Guiomar de Castañeda. Fue el 11de noviembre de 1476 cuando murió don Rodrigo, a causa de esta muerte surgen las Coplas. Este guerrero de profesión que luchó en las banderías de Fernando e Isabel contra los partidarios de doña Juana la Beltraneja, murió en su juventud peleando contra el rebelde marqués de Villena, ante el castillo de Garcimuñoz, Cuenca, en 1479, en que le es encontrado en su pecho ensangrentado, entre sus ropas, el poema moral ¡Oh mundo!, pues que no matas..., que dejó inconcluso y que seguramente componía por aquellos días, alternando el ejercicio de la guerra con el de la poesía. El poeta llevaba sobre su pecho la banda en que con letras de oro estaba bordada su famosa divisa “Ni miento ni me arrepiento”. Y así lo cumplió siempre.

Los poemas menores de Jorge Manrique son de elegante factura, “más que a la historia de la poesía -escribía Menéndez Pelayo- interesan a la de las costumbres y del trato cortesano”. Ente ellos destacan: Castillo de amor, Escala de amor, canciones como Es una muerte escondida, Sin Dios y sin Vos y mí, Quien no estuviera en presencia, Porque estando él durmiendo le besó su amiga, No tardes, Muerte, que muero, y las composiciones burlescas Un convite que hizo a su madrastra y A una beoda que empeñó el brial en la taberna. A raíz del fallecimiento de su padre compuso la famosa elegía conocida como Coplas por la muerte de su padre, publicada por primera vez en Sevilla en 1494. Están compuestas en estrofas llamadas de pie quebrado o manriqueñas, metro que se consideraba muy adecuado para la expresión de un sentimiento profundo. Pocas veces un ritmo métrico se ha ceñido con tanta precisión al espíritu de la poesía.


Manrique vivió inmerso en la plena tradición poética de su tiempo y en un ambiente favorable para la carrera de las armas y de las letras. Considera el amor un dios y hace profesión en la orden del amor, detallando sus promesas de pobreza, obediencia y ser subiecto / al amor y a su servicio... La doctrina amorosa medieval se ha construido con materiales tomados de la religión y ese origen se transparenta en las formas y en el lenguaje. Las expresiones de la poesía erótica están muy cerca de las de la poesía mística, y sus razonamientos son también cercanos a los del proceso ascético. Jorge Manrique permanece fiel a los cánones de la Edad Media y nos dará una visión compendiadora de los estados de amor con locuras, enojos, placeres, tristuras y dolencias mortales.

La celebridad de las Coplas por la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique, Maestre de Santiago es justa y por derecho propio figura entre las obras eternas. La naturalidad y la sencillez de este poema son encantadoras, su arte es elemental sin perder en profundidad y trascendencia y su forma poética es de una expresión pocas veces igualadas -nunca superada- en cuanto a pureza y eficacia estéticas. La fama y el éxito de tal composición poética provocó el interés de traductores y glosadores, constituyendo una de las obras poéticas más importante de la literatura universal.

El acierto de este poema que coloca en la cúspide a la expresión lírica de Medievo español no lo es de motivo, ni de interpretación, sino que dicho acierto estriba en el logro de la expresión equilibrada del dolor sereno. Los lugares comunes -que realmente existen- tornan a su hondura poética original y las expresiones manriqueñas vienen, como lluvia primaveral, a reverdecer un brío oculto que yace inerte en el virtuosismo literario.

¿Cómo puede ser antológico un poema tan elemental y sencillo? Precisamente ahí radica lo grandioso de las Coplas en que Jorge Manrique -usando un lenguaje claro y sencillo para cualquier lector de entonces y de hoy- ha sabido subyugarnos con elementos (lenguaje, pensamiento, métrica) tan elementales. Ese es el secreto de que algo tan añejo como son estas Coplas no envejezcan nunca: su sobriedad y esencial profundidad castellana.

Jorge Manrique en las Coplas perfila primeramente el marco filosófico donde ha de desarrollarse la elegía, sin enunciados completos asumidos de la filosofía perenne o de la teología (la poesía no se hace con ideas, según dijo Malllarmé), pero no se puede decir que las Coplas carecen de filosofía (la poesía no se hace sin ideas). El didactismo ético del poema de Manrique toca con equilibrio reflexiones profundas sin caer en la prosaica moralidad de la hoja de calendario. Manrique canta en sus inmortales versos lo que siempre pasó y pasará y está pasando ahora mismo. Por eso consigue darnos no una visión histórica y añorante de lo que fue, sino el tremendo escalofrío del fluir permanente y del tiempo que camina sin detenerse. El genio manriqueño dirá para la Historia: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir...”

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lunes, 25 de junio de 2007

CON BUENOS OJOS POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

CON BUENOS OJOS.

“Hace ya muy largos años
que en todas partes te veo,
pero no tal como eres,
sino según mi deseo.”
Augusto Ferrán.

LA FACULTAD DE DESEAR.

Si hubiese -o llegase a haber- un partido político inteligente, dedicaría e estos meses que nos separan de la fecha de las elecciones generales a estimular la facultad de desear en los españoles. Con excepciones muy contadas, se han dedicado a todo lo contrario: a intentar convertir a España en un pueblo sin deseo.

Y esto en dos sentidos. El primero consiste en rebajar el nivel de la esperanza. Se da por supuesto que las cosas no pueden ir bien; sobre todo que no pueden ser interesantes. Se insiste tanto en los “problemas” que el mundo se presenta erizado de dificultades y enojos, sin mezcla de atractivo alguno. A lo más que se aspira es a “ir tirando”, a que las cosas no se pongan demasiado mal. Que se desacelere el crecimiento del paro, que se reduzca o no crezca demasiado la inflacción, que la corrupción sea la excepción y no la regla, que el terrorismo sea un poco más espaciado, que no aumente el consumo de drogas. Por supuesto, todo eso se presenta como “culpa” particular de unos u otros españoles, sin pensar ni un momento que puede ser consecuencia de una situación más amplia, tal vez inmodificable mientras no se busque y encuentre su origen verdadero y se apliquen los remedios oportunos.

Es rarísimo que se invite a alguna acción positiva y que pueda ser apetecible; por ejemplo, en el terreno económico, aumentar la productividad, aceptar el riesgo de la inversión, o ciertos sacrificios si las dificultades son grandes, para que dejen de serlo, compartir los beneficios si los hay, para que disminuya la desigualdad. La idea de que a nadie le puede ir peor, aunque las cosas vayan a peor para el país, es de las más absurdas que han cruzado por la mente del hombre.

Se ha difundido mucho la convicción de que lo inteligente es ver todo con malos ojos; siempre he pensado que lo inteligente es ver las cosas -buenas o malas- con buenos ojos, es decir, verlas como son. Ha hecho mucho daño aquella frase de Gide de que con buenos sentimientos no se hace buena literatura; no porque literalmente no sea verdad, sino porque se entiende que con malos sentimientos, sí; y con malos sentimientos se hace desde luego mala literatura, aunque no baste con los buenos para que valga la pena.

Pero hay otro sentido de ese intento de anular los deseos. Y es quizá más grave. Consiste en proponer lo que no se puede desear. Si se repasa lo que muchos partidos proponen (en sus programas o en su práctica cotidiana, por ejemplo en sus propuestas de ley, en sus enmiendas, votos particulares, etc.), la inmensa mayoría de los españoles no puede desearlo.

¿Es que no se puede proponer nada incitante? ¿No se puede invitar a los ciudadanos a hacer algo, y no cualquier cosa, sino algo interesante, atrayente, capaz de entusiasmar, de justificar el esfuerzo? Algo que prometa una España en la cuál dé gana de vivir, no una España con la cual tenga uno que aguantarse.

Yo estoy seguro de que el primero que lo haga se encontrará con la agradecida sorpresa, primero, con la adhesión después, de innumerables españoles; de todos aquellos que no hayan perdido enteramente la facultad de desear; de los que no hayan llegado a convencerse de que nada agradable es posible, o quizá bueno.

Mientras un pueblo mantiene viva su facultad de desear, está vivo y, por tanto, lleno de posibilidades. Su horizonte histórico está abierto, puede hace frente a las dificultades, imaginar nuevas formas de acción y convivencia, fijarse metas atractivas y que conduzcan al máximo perfeccionamiento posible. Y es que como dijo el poeta: “Los días y más días / iguales suman cero”.

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Tolerancia cero contra la corrupción.
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sábado, 23 de junio de 2007

RUBEN DARIO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

RUBEN DARIO
(1867-1916)

“Yo supe del dolor desde mi infancia.
Mi juventud... ¿fue juventud la mía?
Sus rosas aún me dejan su fragancia,
una fragancia de melancolía”.
Rubén Darío.

LA VOZ CON FRAGANCIA DE MELANCOLIA

Poeta de alientos y acentos, más que renovadores, revolucionarios; audaz de palabras, imágenes y ritmos; insólitos, antiacadémico en tantos de sus versos, claro está que esas audacias y originalidades chocaron abiertamente con la tradición poética de España, tan larga y prestigiosa, originando críticas acerbas, censuras no mal intencionadas y, en el peor de los casos, mezquinas burlas y zurdos vituperios, valió no poco, aquí, para la difusión del nombre que nos llegaba de América. Se le atribuye haber sido el creador del término “modernismo”, con el que se denominó la ruptura con el realismo imperante, caracterizada por utilizar un lenguaje nuevo, consciente de sí, exquisito, lleno de metáforas y sonoridad, y por la huida de la realidad por medio del refugio en mundos exóticos, llenos de princesas y refinamientos.

Hoy, a los noventa y un años de su muerte aún se escuchan admirativamente en la redondez de lo español los versos sonoros de aquel errante nicaragüense. Sin ninguna duda, es el poeta hispanoamericano de mayor rango, y está, alto, entre los altos de nuestra lengua. Su personalidad y su obra anunciaron la revolución literaria que Hispanoamérica realizó en el siglo XX.

El 18 de enero de 1867, nace en la aldea nicaragüense de Zocoyos, posteriormente llamada Metapas, Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío, el primer gran poeta americano capaz de marcar honda huella en la poesía castellana y alterar el rumbo de la lírica. Hijo de padres mal avenidos, se educó al lado de su tío, pero pronto abandonó Nicaragua para, en su vagabundeo recorrer el continente americano. El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Chile, la Argentina pueden ser otras tantas patrias de este poeta que no tuvo más que una la Poesía. Su vida, entre viajes constantes, estuvo surcada de irregularidades: hay en ella etapas de riqueza y de miseria vergonzante, de honores fama y gloria y de olvido casi total. Como corresponsal del periódico argentino “La Nación”, visita Europa, París y Madrid. París para contemplar de cerca el parnasianismo. En Madrid actuará como maestro. Llegó a ser en Europa ministro de Nicaragua y representante de ésta en determinados casos: el más notorio, el de la conmemoración, en España, del cuarto centenario del descubrimiento de América.

Diplomático activo. A raíz de la I Guerra mundial recorre EE.UU., dando conferencias en pro de la paz. Bohemio incluso cuando vivía en medio de la riqueza, morfinómano, gustador de los paraísos artificiales que le indicaran Baudelaire y Verlaine, y amante del amor, a este estado seguía otro de profundo ascetismo: Daireux le califica de “pagano por amor a la vida y cristiano por amor a la muerte”. Amante de la vida, de la vida en sus más estallantes expresiones, temía a la muerte, “ese espantoso horror de la agonía”. Difundida rápidamente la noticia de la muerte del poeta, ocurrida el día 6 de febrero de 1916, en la ciudad nicaragüense de León, un verdadero mar de tinta cayó sobre su nombre. El coro laudatorio fue, coro de las Españas, coro de hermanos. Señalando lo más notable de cuanto por entonces se dijo, forzoso es fijarnos, por sólo citar una, en la poesía de Antonio Machado: “Que en esta lengua madre la clara historia quede; / corazones de todas las Españas, llorad. / Rubén Darío ha muerto en Castilla del Oro; / esta nueva nos vino atravesando el mar”. En 1959 quedó instalado en Madrid el Archivo-seminario Rubén Darío, constituido por cartas, autógrafos inéditos, documentos y fotografías referentes al poeta adquiridos de Francisca Sánchez (quien había sido en España compañera sentimental de Darío durante quince años y madre de tres de sus hijos) por el Ministerio de Educación.

Con su fardo de imágenes poéticas en el alma, su mirada incurablemente ilusionada, sus gruesos labios madurecidos por el constante sonar de sus versos, su garganta cuajada de palabras de poeta, su andar y su hablar casi sin sosiego... así pasó Darío por tantos lugares del ancho mapa, dejando en tantos el recuerdo de su figura corpulenta, su tipo mestizo y el timbre de su voz.

Muchos versos hizo el gran poeta modernista. Más de setecientas poesías, casi todas breves, brevísimas algunas, es lo que nos legó su verbo. Mayor aún es su cosecha de prosa. De mil quinientos pasan los artículos y cuentos que le debemos. Espléndida prosa, en ocasiones, es la suya; original y sugestiva, a menudo; coloreada y musical, con frecuencia; pocas veces superficial y anodina. Pero lo que le dio a Rubén su vasto y rápido renombre no fue su prosa, con ser excelente; fue su verso. Tres libros, principalmente, hicieron el milagro: Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza.

El modernismo significa en los dos últimos decenios del XIX una renovación de la poesía hispana equiparable a la revolución que supusieron en su momento las innovaciones de Garcilaso y Boscán, en los albores del renacimiento español. Durante años, su nombre fue placeado incansablemente como portaestandarte de la renovación poética que las letras hispánicas necesitaban y demandaban.

Rubén Darío en uno de sus viajes a España visita Andalucía, pasa a Málaga (“Esta es la dulce Málaga, llamada la Bella, de donde son las famosas pasas, las famosas mujeres y el vino preferido para la consagración.”); de aquí a Granada (“He venido a visitar el viejo paraíso moro”.); luego baja a Sevilla (“Aunque es invierno, he hallado rosas en Sevilla... He visto, pues, maravilla.”).

En Cantos de vida y esperanza vive de cuerpo entero, el españolismo de aquel que se llamó, precisamente hablando de esta obra, “español de América y americano de España.

Si hubiera que hacer hincapié en algún tono dominante, sería en el hedonista y en el erótico, que le sirven para meditar sobre la vida, la muerte y el mundo, sus temas de siempre. Con Cantos de vida y esperanza, Darío cierra su propio ciclo con un mundo exactamente idéntico al de los libros anteriores en cuanto a aristocracia estética, en cuanto a finura y elegancia del pensamiento y en cuanto a atmósfera y climax que desprende. La obra de Rubén Darío perdura y vale ante todo por su enriquecimiento del idioma, por su doctrina cosmopolita, por su huida de la vulgaridad y del tópico, por la concepción del artista y de la estética. Y como nos dijo el poeta: “Yo soy aquel que ayer no más decía / el verso azul y la canción profana...”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
¡Necesitamos vivir en paz!
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JOSE MORENO VILLA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JOSE MORENO VILLA
(1887-1955)

“En ninguna pausa morir
y morir en todo momento.
Cada minuto de la pausa vivir
y dejar cada vida al tiempo.”
José Moreno Villa.

LA VOZ DE LA POESIA DESNUDA

“Entre los nuevos poetas españoles -muchos son y de mérito indudable- ocupa Moreno Villa una posición firme, que debe ser señalada... Muy bellas son las canciones de Moreno Villa. Creo que ninguno de nosotros las haría mejores”, escribía Antonio Machado. En la obra poética de Moreno Villa se acusa una tendencia a la ponderación y al equilibrio. Es un poeta de su tiempo que no parece interesarse por las modas del día. “He intentado -escribía Moreno Villa- decir lo más posible y del modo más directo y más sencillo”. Y añadía: “Poesía desnuda y francamente humana he pretendido hacer”.

José Moreno Villa nace en Málaga el 16 de febrero de 1887. Entre Málaga y Churriana transcurre su infancia y a ambas ciudades evoca en su exilio. Siempre fue un enamorado de su ciudad natal. “En veinte años -decía- no se puede ver lo que hay allí”. Aprende las primeras letras en los colegios de San Rafael y San Agustín. En el año 1897 ingresa como alumno interno en el colegio de San Estanislao, de los jesuitas, en El Palo. Allí estudia tres años. Al cuarto sale del colegio a examinarse en el Instituto Oficial de Málaga. Allí termina su bachillerato.

En 1904, sale del puerto de Málaga, con destino a Alemania. Allí estuvo desde los dieciocho a los veintidós años, estudiando en la ciudad de Friburgo, para estudiar química, pero no termina la carrera. Según nos contaba Moreno Villa, “no podía ni quería dedicarme a analizar vinos en Málaga...”.

A su regreso de Alemania, después de una corta estancia en Málaga, marcha a Madrid. En 1911, empieza a viajar por diversas ciudades españolas. Inicia sus colaboraciones en la revista España y en Revista de Occidente y, sobre todo, en el periódico El Sol. Sobre sus artículos publicados en El Sol, Azorín le envió una tarjeta alentadora: “Ha llegado usted al sumun, la sencillez”. En 1913, publica su primer libro de versos Garba, que dedica a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío.

En 1917, se va a vivir a la Residencia de Estudiantes y allí permanece hasta el 29 de noviembre de 1937 cuando la guerra civil acabó con ella. En 1921, abandonó la Residencia por un año, al aprobar unas oposiciones al cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos; fue destinado a Gijón. Vuelve a Madrid donde acepta la dirección del Archivo del Palacio Nacional. En 1924, forma parte del jurado del Premio Nacional de Literatura, resultando premiado Rafael Alberti con su libro Marinero en tierra.

Moreno Villa frecuenta la tertulia del Café “Regina”, de la que forman parte, entre otros contertulianos, Azaña, Araquistain, Negrín y Luis Bello. En casa del director de la Residencia de Estudiantes, Alberto Jiménez Fraud, conoció Moreno Villa a Florence, joven neoyorquina de la que se enamoró hasta el punto de pensar en el matrimonio. Cuando el poeta malagueño contaba cuarenta años de edad pidió su mano a los padres de Florence pero éstos no le aceptaron. Moreno Villa regresa solo a Madrid.

Fue por el año 1929, cuando Moreno Villa publica Jacinta la pelirroja, posteriormente, publica una serie de Carambas (1931), Puentes que no acaban (1933) y Salón sin muros (1936).

Al estallar la guerra civil es trasladado a Valencia, alojándose en la “Casa de la Cultura”. Con Gil-Albert, Dieste, Gaya y Sánchez Barbudo, colabora en la fundación de la revista Hora de España. La República le envía a Estados Unidos en 1937, en misión de propaganda cultural, de allí pasa a la capital azteca. Moreno Villa se casa con Consuelo Nieto, viuda del diplomático mexicano Genaro Estrada. En México publica numerosos libros, entre ellos, Cornucopia de México, Puerta Severa, Vida en claro, Lo que sabía mi loro, La música que llevaba, y su obra póstuma Voz en vuelo a su cuna. Poeta, pintor, crítico literario y crítico de arte, en esas varias facetas de su trabajo, con su inteligencia, su sensibilidad, su cultura y buen gusto supo ver a México y expresar esa visión en sus obras. José Moreno Villa muere en México el día 25 de abril de 1955 a los 68 años de edad.

En sus primeros libros tiende a la descripciones impresionistas, a las reflexiones de carácter filosófico, lo que lo aproxima a los escritores del 98, a la manifestación, por las vías del simbolismo, de sus inquietudes espirituales y a la incursiones en el folklore andaluz. El deliberado prosaísmo, el humor, la ironía, el interés por la poesía popular, las actitudes iconoclastas, la desnudez formal y el moderado empleo de técnicas vanguardistas caracterizan sus entregas posteriores. La progresiva sustitución del humorismo, la ironía y la sátira por un gesto mucho más desengañado y pesimista ante los problemas humanos, sociales y políticos de la época constituye lo más destacado de sus libros de los años 30. Ya en el exilio cobran relieve la nostalgia serena y amarga de España -”Yace tu tierra más allá del agua. / Nunca tus ojos volverán a verla”-. la dimensión trascendente de que dota a su paternidad y los motivos mexicanos.

Los mundos de Moreno Villa eran el de la historia, el de la pintura y el de la poesía. Decía este gran malagueño, que los poetas, en los últimos tiempos, habían aparecido por parejas: Machado y Juan Ramón, Salinas y Guillén, Lorca y Alberti, Prados y Altolaguirre, pero que él, como también León Felipe, había venido solo.

Las líneas finales del poeta malagueño determinada por el recuerdo y la asunción del propio destino, es una constante evocación de su Málaga natal: “Todo está quieto en el tiempo / menos yo, nadie respira, / ¿se habrán muertos los naranjos? / El agua ya no camina”.

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Gracias.

viernes, 22 de junio de 2007

SANTIAGO RAMON Y CAJAL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

SANTIAGO RAMON Y CAJAL
(1852-1934).

“No soy en realidad un sabio sino un español.”
Santiago Ramón y Cajal.

LA VOZ DE UN ESPAÑOL DE VERAS.

En este año que conmemoramos el 155º aniversario del nacimiento de Don Santiago Ramón y Cajal, viene a cuento aquella anécdota, contada por Barrés, de una aristócrata española que, al preguntarle un invitado suyo, extranjero -disponiéndose para ir a presenciar una corrida de toros y viendo que la dama vestía de calle, tocándose con sombrero-: “¿Cómo usted para ir a los toros no se pone mantilla?, respondió: “Porque como soy española, no necesito disfrazarme de española”. Ramón y Cajal era un español tan verdaderamente sabio que no necesitaba disfrazarse de serlo. Don Santiago Ramón y Cajal, como era sabio, no necesitaba disfrazarse de sabio. Su imagen perdura como casticísima figura popular de la calle, y de sus cafés madrileños: El Suizo, Castilla...

Don Miguel de Unamuno dijo que el café es la Universidad Popular de España. Un tiempo lo era. Este Don Santiago Ramón y Cajal, tan castizamente español, ¿lo fue tanto -recordemos sus Charlas de café y El mundo visto a los ochenta años- que, a fuerza de serlo, nos podría parecer que si, como español, nunca se disfrazó de sabio, tal vez, como sabio, algunas veces parecía que se quería disfrazar de español? El se llamó a sí mismo españolista. El mismo escribió en sus memorias: “Mi fuerza fue el sentimiento patriótico. Mi ideal, aumentar el caudal de ideas españolas circulantes por el mundo, granjeando respeto y simpatía para nuestra ciencia. No soy en realidad un sabio sino un español”.

Me adelantaré a declarar, para evitar equívocos, que tengo al genial sabio que fue Cajal por uno de los grandes españoles de todos los tiempos. El sentir popular español, expresado madrileñamente por un personaje de un sainete de Arniches, nos dice, con la fina gracia popular que captó y creó en su lenguaje el genial sainetero, refiriéndose a alguno al que se le atribuye mucho saber, que “sabe tanto como don Santiago Ramón y Cajal juntos”. Meditemos esto. Pues advertimos que este juntos de la frase chistosa corresponde a la dualidad de Cajal: un español que nunca se disfrazó de sabio: un sabio que parecía que alguna vez -más o menos consciente, voluntariamente- se nos aparece como disfrazado de español. Como si al no querer enmascararse de sabio se desenmascarase, por así decirlo, naturalmente, de español. Y este español, digo, tiene conciencia histórica de serlo.

Santiago Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón, pequeño pueblo navarro, el 1 de mayo de 1852. Hijo de un médico rural que inclina su vocación hacia la Medicina, cambiándola por su incipiente atracción pictórica. Estudia en la Universidad de Zaragoza. Dedica toda su vida a la investigación y a la enseñanza: catedrático de Anatomía en Valencia y de Histología normal y Patología en Barcelona y Madrid. Director del Instituto Nacional de Higiene (1899) y del Laboratorio de Investigaciones Biológicas (1901). Premio Nobel de Medicina (1906), que comparte con Golgi, como reconocimiento a sus trabajos acerca de las células nerviosas. Premio Internacional de Moscú (1899) y medalla de oro de Helmholtz (1905). Con su teoría y descubrimientos sobre la neurona, que es acogida con gran éxito en Berlín (1889), irrumpe por primera vez en la Historia de la Medicina; siguen su hipótesis acerca de la continuidad de la sustancia nerviosa, con lo que rompe definitivamente con la teoría de Galeno; y culmina la obra comenzada por Schleiden, Schwuan y más tarde pro Virchow, acerca de la teoría celular. Santiago Ramón y Cajal murió en Madrid el 17 de octubre de 1934.

La aportación de Ramón y Cajal al conocimiento de la morfología, fisiología y patología de las neuronas es inestimable. Sus publicaciones científicas son abundantes y siguen el ritmo de sus investigaciones, que poco a poco, transmite en su Revista de Histología normal y patológica, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y en innumerables revistas internacionales. De manera más profunda y extensa expone sus teorías en una serie de libros: Manual de Anatomía patológica general (1889), Histología del sistema de nervioso del hombre y los vertebrados (1897-1904), Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-14), La fotografía de los colores. Fundamentos científicos y reglas prácticas (1912), Manual técnico de Anatomía patológica (1918), La teoría de la neurona, etc. Su actividad investigadora no le impide descubrir el encanto de lo cotidiano, que manifiesta en una breve, pero interesante, producción literaria: Cuentos de vacaciones (1905), Charlas de café (!923), Recuerdos de mi vida (1917) y El mundo visto a los ochenta años (1934).

Cuando hace ciencia, es cuando Cajal se nos figura español de veras. Como aquel otro gran español y gran sabio que recordamos, su contemporáneo Menéndez Pelayo (al que Cajal, como tantos otros españoles, leyó muy poco y entendió muy mal), el genial neurólogo nos habla de ciencia española, de ideas españolas. Y yo no quisiera figurarme, tomando un sentido literal y literario esta adjetivación de españolidad, algo así como una ciencia con capa castiza como la que llevaron, muy garbosamente, don Marcelino y don Santiago; o, también, unas bellas ideas tocadas castizamente con mantilla, y hasta de madroños madrileñísimos; blanca y negra, correspondiendo a las dos leyendas de nuestra España; la negra y la blanca; a la que el propio Cajal propuso seriamente que añadiésemos una tercera, para verificar con exactitud: la leyenda gris. Y esto de gris ya nos acerca al genial morfólogo de la neurología, al analítico inventor (invención es hallazgo) de la maravillosa “textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados”.

Ramón y Cajal juntos, es un hombre que, efectivamente, junta en sí esas dos modalidades características de un ser humano: la de sabio y la de español. El sabio, el español auténtico, que dejó a su paso por el mundo una obra admirable de investigador, de inventor de ciencia verdadera. “Fenómeno único en la historia de las Ciencias Biológicas”, le llamó el húngaro Lenhossek, sabio de su misma especialidad: porque se produjo “en la más absoluta soledad científica”. ¡Soledad española! Científica y poética. En la soledad de las soledades. Y como dijo el poeta: “Solo y a solas conmigo / mis soledades las siento / como si no fueran mías, / ni fuese yo quien las tengo”

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jueves, 21 de junio de 2007

FORO LIBRE: HOMENAJE A AGUSTIN ESPINOSA

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
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“Dame la sed exacta.
El bosque azul recién pintado.
El fauno de espada numerada.
Y el taxímetro de sensualidad.”
Agustín de Espinosa.


HOMENAJE DE FORO LIBRE A AGUSTÍN ESPINOSA

El próximo lunes, día 25, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta surrealista Agustín Espinosa (1897-1939), con motivo del 68º aniversario de su muerte.

Crimen (1934) es la obra cumbre de Espinosa, considerada - junto a La flor de California del malagueño José María Hinojosa- como la expresión más acabada del surrealismo español, esto es, la obra más próxima al espíritu defendido por los Manifiestos franceses del surrealismo.

Agustín Espinosa García nace en Puerto de la Cruz, Tenerife, el 23 de marzo 1937. Sus primeros poemas de clara influencia modernista fueron publicados en la revista Castalia. Cursó estudios de Filosofía y Letras en Granada y Madrid, donde conoció a Federico García Lorca, Gerardo Diego, Pedro Salinas y Dámaso Alonso.Animó en Tenerife, junto a Juan Manuel Trujillo y Ernesto Pestana, La Rosa de los Vientos (1927-1928), primera revista de vanguardia en Canarias y momento germinal de un brillante proceso de la cultura literaria y artística en las Islas que a partir de esas fechas, y gracias al efecto dinamizador de un grupo de artistas vanguardistas y, entre ellos, el propio Espinosa, conoce un extraordinario desarrollo, siendo uno de los focos culturales más activos del país. En 1929 publicó en Madrid Lancelot, 28º-7º, “guía integral” de la isla de Lanzarote, en cuyos planteamientos creadores se dan la mano el cubismo y el creacionismo. A partir de 1929, fue asiduo colaborador de La Gaceta Literaria, revista con cuyos planteamientos críticos se sentía muy identificado. La mejor expresión colectiva de este periodo en las Islas es sin duda la revista Gaceta de Arte (1932-1936), considerada por C. B. Morris como “probablemente la mejor revista cultural que viera la luz en España en los años 30”, de la que Espinosa fue redactor y en cuyas ediciones ve la luz precisamente Crimen.

De 1932, son los Poemas a Mme. Josephine, de 1933 es Media hora jugando a los dados, sobre el pintor José Jorge Oramas, y de 1935 Sobre el signo de Viera. Para la posteridad, el nombre de Agustín Espinosa ha quedado asociado, esencialmente a un libro, Crimen (1934), que ha sido considerado como uno de los más altos exponentes del surrealismo español.

La sublevación militar en 1936 acabó con Gaceta de Arte, algunos de sus redactores fueron encarcelados, otros deportados y otros, como Domingo López Torres, arrojados al mar, enfundados en sacos. Agustín Espinosa fue separado de su cátedra y muere el 28 de enero 1939 en Los Realejos, Tenerife.

Francisco Arias Solis
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Gracias.

MAYOR SEGMENTACION SOCIAL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

MAYOR SEGMENTACION SOCIAL

“Para los que no se acuerdan,
siempre habrá que repetirlo:
no hay más que pueblo en la tierra.”
Rafael Alberti.


EL PROCESO DE GLOBALIZACION ECONOMICA

Se aprende mucho viajando. Pero no me refiero a hacer turismo más o menos lejos, y contemplar que otros son más pobres o más ricos que nosotros, sino a salir de nuestra propia casa de todos los días y mirarla desde fuera, desde otras culturas, el mirarnos autocríticamente. Y para esto el establecer comparaciones con todo tipo de sociedades es enormemente interesante. Por un lado vemos más globalmente nuestra realidad, por otro aparecen nuevas sugerencias, e incluso podemos aprender y animarnos con experiencias muy avanzadas que hoy son posibles. Claro que este planteamiento tiene poco que ver con quienes van a otros países a “vender” que en España es donde tenemos la verdadera receta para la democracia y el desarrollo, y que como en nuestro pueblo no hay nada mejor. Que también entre nosotros hay mucho recién llegado a la democracia que ya va dando lecciones de modelos alternativos para todo. Nada más lejos de la realidad, pues cada cual, cada localidad y cada sociedad, tienen que construirse su propio camino, y para eso es justamente para lo que sirve mirarse desde fuera, desde otras experiencias.

Europa e Hispanoamérica son los contextos más cercanos donde poder mirarnos en sus espejos. En Europa hay más programas locales, más ideas de desarrollo, hay más representatividad local, pero menos prácticas alternativas en cuanto a participación ciudadana y desarrollos integrales, por ejemplo, que en algunos países hispanoamericanos. Existen muchas experiencias muy interesantes por las problemáticas que allí se les han planteado y que no se nos plantean a nosotros con mucha frecuencia. La famosa frase de “en mi pueblo no ocurre eso” no es más que un mecanismo defensivo para no cuestionarse determinados problemas, pues un mundo tan globalizador como el actual casi todos los temas, también los locales son más comunes de lo que parecen.

Es más, hoy existe un movimiento mundial que no sólo no contrapone, sino que apoya precisamente el “actuando localmente, pensando globalmente”, y conjuga ambas perspectivas. Asistimos al hermanamiento entre muy diversas ciudades del mundo a través de sus Ayuntamientos, a la multiplicación de iniciativas de voluntariado para el desarrollo, etc. Y aunque es muy interesante lo que se puede apoyar materialmente desde las ciudades y países enriquecidos hacia los empobrecidos, es tanto o más interesante lo que se puede aprender de los procesos en marcha de otras ciudades y países. Son muchas las cosas que están cambiando en el mundo, y sobre todo de las periféricas se conocen aún muy poco. La mayor parte de las noticias provienen de las capitales financieras centrales. Una enorme riqueza de experiencias periféricas se pierden en sí mismas por falta de conocimiento y apoyo suficiente.

La polarización y dualización de las sociedades de algunos países, al copiar sus gobiernos las recetas neoliberales, no da los mismos resultados que en los países enriquecidos. De ahí que no sólo la pobreza extrema, sino también los trabajadores fijos y las clases medias se organicen socialmente en defensa de sus derechos y por mayores grados de ciudadanía social y política.

De hecho, el proceso de globalización económica acentúa la segmentación social. También en Europa tiene lugar una dualización de la sociedad, pero en América Latina las desigualdades se están agravando de manera explosiva. En los países de la OCDE el 20 por ciento más rico de la población, en promedio, tiene un ingreso seis veces mayor que el quintil más pobre; en los países de América Latina el quintil más rico de la población tiene un ingreso casi 19 veces mayor que el 20 por ciento más pobre.

Las clases medias y los trabajadores fijos de muchos de países americanos entienden que sólo formando bloque con los sectores más carenciados pueden conseguir un cambio que les salve de su situación. De la misma manera que desde los países ricos hay que entender que es desde estos países periféricos desde donde se están fraguando alternativas que nos convienen para una transformación social de importancia. Y es que, como dijo el poeta: “¡Qué poco me va quedando / de lo poco que tenía! / Todo se me va acabando / menos la melancolía”.

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miércoles, 20 de junio de 2007

RAFAEL MORALES POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

RAFAEL MORALES
(1919-2005)

“Y entró en la tabernilla donde el vino
abre las puertas de la libertad,
los grandes ventanales de la dicha.
Pero allí estaban la pobreza y el hambre,
el llanto y la blasfemia,
pero allí estaba el dolor de ser hombre.”
Rafael Morales.

LA VOZ PIONERA DE LA POESIA SOCIAL

Rafael Morales, allí junto al Tajo rompió a cantar en sonetos que sonaban maravillosamente bien. Allí había un encinar y unos toros: “Toda la noche sueña y se estremece / fundida con toros y paisaje / rueda redonda, caudalosa crece”. Es fácil decir que estos versos al toro suenan a Villalón, a Lorca, a Alberti, a Miguel Hernández, pero es muy difícil demostrarlo.

“Yo quiero ser siempre -escribía Rafael Morales- un poeta libre y entero. Pero si ser poeta social quiere decir ser poeta con los dos ojos muy abiertos para la verdad, la libertad, el amor y la justicia, a mí me honra muchísimo ser considerado como tal”. Rafael Morales fue el primer poeta en presentar un libro decididamente social con Los desterrados en 1947. Tras el cual vendría el libro Defensa del hombre (1950) de Ramón de Garciasol. Y seguirán entre otros, Las cartas boca arriba (1951) de Gabriel Celaya, Nuevos cantos de vida y esperanza (1952) de Victoriano Crémer, Antología y poemas del suburbio (1954) y Pido la paz y la palabra (1955) de Blas de Otero.

Rafael Morales Casas nace en Talavera de la Reina el 31 de julio de 1919. Graduado en Filología Románica por la Universidad de Madrid, ejerció la enseñanza de la literatura en diversos centros privados. Fue director del Aula de Literatura del Ateneo de Madrid. Crítico literario de diversos diarios y revistas, dirigió La Estafeta Literaria. Fue profesor de Literatura en la Universidad Complutense. En 1954 obtuvo el Premio Nacional de Literatura. En 1993 obtiene el premio internacional de poesía Ciudad de Melilla con su libro Entre tantos adioses. Rafael Morales muere en Madrid el 20 de junio de 2005.

Con sus Poemas del toro (1943) inició la famosa colección “Adonais” de poesía y una nueva corriente literaria en la que lo afectivo primaría sobre lo conceptual. A través de los poemas que forman su primer libro vemos al toro, no como elemento de la fiesta nacional, sino como ser solitario cuya plenitud se alcanza sólo en contacto directo con la naturaleza.

El corazón y la tierra está impregnada de dolor y amor por los seres olvidados y desdichados que continuará en Los desterrados y culminará en Canción sobre el asfalto. Los desterrados abre más nítidamente la poesía llamada social en España. Morales se ocupa de los más perseguidos por la injusticia. Lo específico de estos seres es el rechazo por parte de los otros seres humanos, los “normales”, su soledad, su desamparo, que parece rodearles con una malla.

Canción sobre el asfalto, Premio Nacional de Literatura, es un libro triste, con mucho pozo amargo. “El dolor de lo mínimo, de lo leve y lo viejo”, dice muy bien lo característico de las cosas inservibles, a las que tiernamente canta Morales porque evocan un pasado que fue vivo, fue presente. En el fondo, es el paso del tiempo lo que Morales lamenta. La “Cancioncilla de amor a mis zapatos” es uno de los más felices poemas de Morales. “Los zapatos en que espero / el tiempo de mi partida, / tienden dos alas de nuevo / para sostener mi vida...”

En La máscara y los dientes fustiga la hipocresía y la mentira. La rueda y el viento es un libro que continúa el anterior. De sus libros en prosa, Dardo, el caballo del bosque es una narración para adolescentes y Granadeño, toro bravo intenta penetrar en el mundo psíquico del toro. Morales ha publicado numerosas narraciones y leyendas para niños: Narraciones de la vieja India, Leyendas del Río de la Plata, Leyenda del Caribe, Leyenda de los Andes, Leyenda del Al-Andalus... En 1982 publica Reflexiones sobre mi poesía. De sus últimos libros, citaremos: Entre últimos adioses (1993) y Poemas de la luz y la palabra (2003).

Entre los sesenta años transcurridos desde su primer libro hasta el último, vemos la constante preocupación del poeta por un solo asunto: el hombre y su vivir angustioso dentro de una sociedad profundamente egoísta y deshumanizada.

Rafael Morales traía de su Talavera, “la de las claras plazas / de calles maternales y geranios”, nada menos que una de las claves por las que siempre se salvará la poesía, el noble gusto por la palabra, la primacía del sentimiento, de la verdad humana. Versos de un franciscanismo que no rehuye en llamar a las cosas sencillas por su nombre, pero que el amor y el entendimiento de la poesía levantan a la zona que los grandes poetas han situado los temas que llamamos clásicos. Como en los dos tercetos del soneto con que se termina La rueda y el viento: “Y el viento sigue y sigue y sopla fuerte / en la rueda del mundo giradora, / donde la vida su inclemencia advierte. / Y el hombre, llanto a llanto, hora tras hora, / en las ruedas dentadas de la muerte, / todo su anhelo y su esperanza llora”.

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LOS TIMOS MODERNOS POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LOS TIMOS MODERNOS

“La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés.”
Antonio Machado.

LA PUBLICIDAD NO DEBE SER AJENA A LA VERDAD

Leemos, en una revista de orientación del consumidor que los “batidos y las galletas para adelgazar son caros y poco sanos”. Ni siquiera los productos en cuestión, aunque no sirvan para adelgazar, son inocuos.

Puesto que la acusación es rotunda, merecería que las autoridades competentes investigaran el asunto y, de confirmarse el engaño, aplicaran una sanción ejemplar a sus responsables.

Perder kilos se ha convertido en una obsesión de una sociedad en la que la imagen personal vale más que mil palabras. Lo que hace que proliferen multitud de empresas con su legión de fórmulas más o menos milagrosas, que aseguran resultados espectaculares a los consumidores de sus productos, aunque en algunos casos sólo se vende ilusión, o tal vez, frustración, a precios elevados, y en otros, además, se puede poner en peligro la salud física.

Ahora bien, tan escandaloso tema plantea una cuestión de mayor calado, ¿hasta cuando la publicidad podrá seguir siendo manipulada, para estafar a un gran número de ciudadanos, aprovechando sus frustraciones personales y sociales a fin de levantar el señuelo de paraísos a precio de ganga? Las fórmulas y productos mágicos para adelgazar, cosméticos prodigiosos, los estudios sin esfuerzo o bebidas isotónicas para deportistas que no sirven de gran cosa.... tantos y tantos “duros a peseta” que se reiteran diariamente y que no sirven sino para el enriquecimiento indebido de mercachifles aprovechados. Técnicas nuevas para estafas de siempre.

Bien es cierto, que estos modernos timos se basan como los antiguos en cierta actitud de timador por parte del estafado. Quienes creían comprar un paquete de billetes de banco por unos pocos de euros, o adquirir un décimo de lotería premiado por una ínfima parte de valor del premio, no diferían mucho de quienes aspiran a comprar de baratillo la belleza, la inteligencia o los conocimientos profesionales y técnicos.

Sin embargo, también estos ciudadanos –ingenuos o “listos”- deben ser protegidos. Y nadie mejor para ello que los propios publicitarios, vigilando atentamente, a través de asociaciones y organismos profesionales, para impedir sin extremismos pero con rigor, un uso ilegal de la publicidad. Como información la publicidad puede ilusionar, sugerir, incluso incitar; pero nunca debe cruzar la frontera de la distorsión o el engaño. Y es que, como dijo el poeta: “Lo que tú me estabas diciendo / ni tú lo puedes creer / ni yo me lo estoy creyendo”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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martes, 19 de junio de 2007

ROSALIA DE CASTRO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ROSALIA DE CASTRO
(1837-1885)

“Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos.”
Rosalía de Castro.

LA VOZ DE LA EMOCION

Una emoción personal anima bastante versos de Rosalía de Castro, emoción asociada a la visión de un lugar campestre. “No habiendo aprendido en otra escuela que en la que nuestros pobres aldeanos -escribía la poetisa en el prólogo a los Cantares gallegos-, sólo guiada por aquellos cantares, aquellas palabras cariñosas y aquellos giros nunca olvidados, que tan dulcemente resonaron en mis oídos desde la cuna, y que fueron recogidos por mi corazón como herencia propia, atrevíme a escribir estos cantares”. Por todo ello, los mejores versos de Rosalía de Castro son los que escribió en gallego.

No siempre sus temas derivan de alguna emoción nostálgica o melancólica; también ocurren otros de inspiración religiosa. Otros derivan del patriotismo regionalista, en los cuales halla la voz contra la injusticia (“Y el hambre de justicia que abate y que anonoda”), que estima cometida por el resto de España contra su región nativa; injusticia simbolizada en la figura del emigrante gallego. “Este vaise e aquel vaise, / e todos, todos se van; / Galicia, sin homes quedas / que te poidan traballar”.

En general, el amor, frustrado es verdad, y el odio, excitan casi siempre a la poesía gallega, y ella misma nos repite en varias ocasiones lo que dice este verso: “En mi pecho ve juntos el odio y el cariño”. Esa confusión de emociones contrarias origina quizás en ella el desasosiego, el descontento de que sus versos se hacen eco tantas veces; aunque acaso otras dé a su voz el tono enérgico que tiene en composiciones como la que comienza: “Atrás, pues, mi dolor vano con sus acerbos gemidos”.

Rosalía de Castro de vida difícil y dolorosa, nace en Santiago de Compostela, el 24 de febrero de 1837 y fue inscrita como “hija de padres incógnitos”. Se cría en Ortoño, al cuidado de una tía, hasta que es reconocida por su madre. Un buen día la niña escribe sus primeros versos. En el Liceo de la Juventud, con 17 años, actúa como protagonista de una representación dramática. En 1856, Rosalía de Castro se traslada a Madrid, al año siguiente publica su primer libro de poemas, en lengua castellana: La flor.

En 1858 Rosalía contrae matrimonio con Manuel Martínez Murguía, destacado historiador de Galicia. A partir del casamiento, el matrimonio cambiará constantemente de domicilio; viajes por Andalucía, Extremadura, La Mancha, Levante. Sufre de un modo punzante, casi enfermizo, la nostalgia de su tierra, del paisaje que le rodea siempre y sin el cual no sabría vivir. El 15 de julio de 1185 muere Rosalía de Castro en la casa de La Matanza, en la parroquia de Iría.

Rosalía de Castro tiene una disposición natural para “sentir como propias las penas ajenas”. En el prólogo de Follas novas se excusa de que puedan tomarla por una “inspirada”, y no estima su libro un libro “trascendental”, ya que por ser mujer es “arpa sólo de dos cuerdas, la imaginación y el sentimiento”. Una observación interesante es: “En este libro prefiero, a las composiciones que pudieran decirse personales, las otras que con más o menos acierto expresan las tribulaciones de aquellos que, unos tras otros y de distintos modos, vinieron durante largo tiempo a sufrir a mi alrededor”. Y eso, en una época cuando el poeta se iba ya alzando frente al resto de la humanidad como criatura única y solitaria por excelencia.

Descontando la originalidad de su obra, la conexión de ella con la poesía galaica, y sobre todo con la gallega medieval, el recuerdo de Bécquer es visible en ella. Y hasta puede hallarse en los versos de la poetisa gallega anticipaciones al acento de algún poeta futuro, como éstos: “Bajemos, pues, que el camino / antiguo nos saldrá al paso... / lleno aún de las blancas fantasmas / que en otros tiempos adoramos”, que hoy pueden recordarnos a Machado, y hasta el tema de un poema bien conocido de Machado: “Yo voy soñando camino”, y lo hallamos en un poema gallego de Rosalía de Castro: “Unha vez tiven un cravo”. En algunos suyos hay cierto anticipo del tono modernista, como en esta otra “salutación del optimista”: “Frescas voces juveniles, armoniosos instrumentos”. Por último, no insistiendo más en estas coincidencias curiosas, sus versos: “Para llenar el mundo / basta a veces un solo pensamiento”, despiertan un eco de aquella sentencia maravillosa de San Juan de la Cruz: “Un solo pensamiento vale más que el mundo”.

En Rosalía de Castro se da esa doble perspectiva: hacia el pasado, de una parte, y hacia el futuro, hacia la poesía moderna, de otra, conectando la poesía de fin del siglo XIX con la mejor poesía de hoy. El atractivo de su poesía ha ido resistiendo el paso del tiempo porque en ella vibra la voz armoniosa y desbordante de la emoción poética.

Rosalía de Castro que tanto lugar hizo en sus versos a los humildes, a las víctimas de las injusticias sociales, a la pobreza y al dolor, comprendía y apoyaba a sus paisanos cuando salían de su tierra en busca de pan y... sólo recogían humillaciones y durezas... “Castellanos de Castilla, / tratade ben ós gallegos; / cuando van, van como rosas; / cuando vén, vén como negros”.

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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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Gracias