martes, 19 de junio de 2007

ROSALIA DE CASTRO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ROSALIA DE CASTRO
(1837-1885)

“Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos.”
Rosalía de Castro.

LA VOZ DE LA EMOCION

Una emoción personal anima bastante versos de Rosalía de Castro, emoción asociada a la visión de un lugar campestre. “No habiendo aprendido en otra escuela que en la que nuestros pobres aldeanos -escribía la poetisa en el prólogo a los Cantares gallegos-, sólo guiada por aquellos cantares, aquellas palabras cariñosas y aquellos giros nunca olvidados, que tan dulcemente resonaron en mis oídos desde la cuna, y que fueron recogidos por mi corazón como herencia propia, atrevíme a escribir estos cantares”. Por todo ello, los mejores versos de Rosalía de Castro son los que escribió en gallego.

No siempre sus temas derivan de alguna emoción nostálgica o melancólica; también ocurren otros de inspiración religiosa. Otros derivan del patriotismo regionalista, en los cuales halla la voz contra la injusticia (“Y el hambre de justicia que abate y que anonoda”), que estima cometida por el resto de España contra su región nativa; injusticia simbolizada en la figura del emigrante gallego. “Este vaise e aquel vaise, / e todos, todos se van; / Galicia, sin homes quedas / que te poidan traballar”.

En general, el amor, frustrado es verdad, y el odio, excitan casi siempre a la poesía gallega, y ella misma nos repite en varias ocasiones lo que dice este verso: “En mi pecho ve juntos el odio y el cariño”. Esa confusión de emociones contrarias origina quizás en ella el desasosiego, el descontento de que sus versos se hacen eco tantas veces; aunque acaso otras dé a su voz el tono enérgico que tiene en composiciones como la que comienza: “Atrás, pues, mi dolor vano con sus acerbos gemidos”.

Rosalía de Castro de vida difícil y dolorosa, nace en Santiago de Compostela, el 24 de febrero de 1837 y fue inscrita como “hija de padres incógnitos”. Se cría en Ortoño, al cuidado de una tía, hasta que es reconocida por su madre. Un buen día la niña escribe sus primeros versos. En el Liceo de la Juventud, con 17 años, actúa como protagonista de una representación dramática. En 1856, Rosalía de Castro se traslada a Madrid, al año siguiente publica su primer libro de poemas, en lengua castellana: La flor.

En 1858 Rosalía contrae matrimonio con Manuel Martínez Murguía, destacado historiador de Galicia. A partir del casamiento, el matrimonio cambiará constantemente de domicilio; viajes por Andalucía, Extremadura, La Mancha, Levante. Sufre de un modo punzante, casi enfermizo, la nostalgia de su tierra, del paisaje que le rodea siempre y sin el cual no sabría vivir. El 15 de julio de 1185 muere Rosalía de Castro en la casa de La Matanza, en la parroquia de Iría.

Rosalía de Castro tiene una disposición natural para “sentir como propias las penas ajenas”. En el prólogo de Follas novas se excusa de que puedan tomarla por una “inspirada”, y no estima su libro un libro “trascendental”, ya que por ser mujer es “arpa sólo de dos cuerdas, la imaginación y el sentimiento”. Una observación interesante es: “En este libro prefiero, a las composiciones que pudieran decirse personales, las otras que con más o menos acierto expresan las tribulaciones de aquellos que, unos tras otros y de distintos modos, vinieron durante largo tiempo a sufrir a mi alrededor”. Y eso, en una época cuando el poeta se iba ya alzando frente al resto de la humanidad como criatura única y solitaria por excelencia.

Descontando la originalidad de su obra, la conexión de ella con la poesía galaica, y sobre todo con la gallega medieval, el recuerdo de Bécquer es visible en ella. Y hasta puede hallarse en los versos de la poetisa gallega anticipaciones al acento de algún poeta futuro, como éstos: “Bajemos, pues, que el camino / antiguo nos saldrá al paso... / lleno aún de las blancas fantasmas / que en otros tiempos adoramos”, que hoy pueden recordarnos a Machado, y hasta el tema de un poema bien conocido de Machado: “Yo voy soñando camino”, y lo hallamos en un poema gallego de Rosalía de Castro: “Unha vez tiven un cravo”. En algunos suyos hay cierto anticipo del tono modernista, como en esta otra “salutación del optimista”: “Frescas voces juveniles, armoniosos instrumentos”. Por último, no insistiendo más en estas coincidencias curiosas, sus versos: “Para llenar el mundo / basta a veces un solo pensamiento”, despiertan un eco de aquella sentencia maravillosa de San Juan de la Cruz: “Un solo pensamiento vale más que el mundo”.

En Rosalía de Castro se da esa doble perspectiva: hacia el pasado, de una parte, y hacia el futuro, hacia la poesía moderna, de otra, conectando la poesía de fin del siglo XIX con la mejor poesía de hoy. El atractivo de su poesía ha ido resistiendo el paso del tiempo porque en ella vibra la voz armoniosa y desbordante de la emoción poética.

Rosalía de Castro que tanto lugar hizo en sus versos a los humildes, a las víctimas de las injusticias sociales, a la pobreza y al dolor, comprendía y apoyaba a sus paisanos cuando salían de su tierra en busca de pan y... sólo recogían humillaciones y durezas... “Castellanos de Castilla, / tratade ben ós gallegos; / cuando van, van como rosas; / cuando vén, vén como negros”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
WIKIPEDIA: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Arias_Sol%C3%ADs
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