miércoles, 30 de abril de 2008

Carducci por Francisco Arias Sois

GIOSUE CARDUCCI
(1835-1907)

“Odio la usada poesía: al vulgo
los flancos cede, y sin temblor de anhelo,
y sin vibrar bajo habitual abrazo,
tiéndese y duerme.”
Giosuè Carducci.


LA VOZ DEL ESCUDERO DE LOS CLÁSICOS

Carducci es una gran personalidad poética y literaria. “De inteligencia igualmente fuerte, activa y fecunda –dice de él un crítico-, pasó su vida ocupado en la crítica y en la poesía, sobresaliendo en ambas”. Sin embargo, son muchos los que opinan, que fue superior como poeta. Desde 1857, en que publicó su libro Juvenilia, se declaró ya, según sus mismas palabras, el escudero de los clásicos. En pleno crepúsculo del romanticismo, debió de sonar esto como un desafío, y el poeta no fue muy bien acogido; pero persistió impertérrito en el camino que se había trazado, y con su nuevo libro Levia Gravia (1868), más robusto consiguió imponerse. Su atrevido Himno a Satanás (1863) consagró principalmente su nombre, dándole (entre 1863 y 1867) una reputación de escándalo y descreimiento. Hiciera ya lo que quisiera continuaba siempre siendo (y él mismo se lamentó de ello) el no olvidado autor de aquella poesía A Satanás, que para él era “la rebelión, la fuerza vengadora de la razón, el vencedor de Jehová y de los sacerdotes”.

Carducci era un poeta revolucionario, anticlerical, pagano, centro de todos los odios antirreligiosos. Otra nota fuerte, siguió a aquélla: las Odas bárbaras (1877-1889), recibidas con aplauso por no pocos lectores cultos, entre ellos el ilustre Mommsen, que las tradujo al alemán, y con hostilidad por otros que las calificaron de oscuras, difíciles y poco armoniosas. Se comprende, pues su propósito de prescindir en absoluto de la rima y substituirla por la métrica de los antiguos griegos y latinos. No podía ser ésta una empresa popular, sino sabia y de extremada audacia. “Odio la usada poesía”, comenzaba diciendo el Preludio del libro. Y esto ha sido lo más característico en él, el poeta de las Odas bárbaras, el enemigo de la rima, que hizo casi objeto principal de su vida lo que en otros poetas alemanes, ingleses, italianos, etc., fueron tentativas aisladas, que, a lo sumo, se consideraron como sabios e ingeniosos caprichos, muy dignos de estudio.

Giosuè Carducci nació en Val di Castello, Toscana, el 27 de julio de 1835 y falleció en Bolonia el 16 de febrero de 1907. Su infancia transcurrió en la marisma toscana hasta que su padre, acusado de carbonario y mazziniano, hubo de trasladarse a Florencia. Se graduó en Pisa con una tesis sobre la influencia provenzal en la lírica italiana del siglo XIII. Por motivos políticos le fue negada una cátedra y enseñó retórica en la escuela secundaria de San Miniato. En 1860 obtuvo una cátedra de elocuencia en la Universidad de Bolonia. En 1890 fue nombrado senador del reino. Toda la poesía de Carducci está teñida de patriotismo por el cual, anclado en el pasado glorioso de su patria, cree en un nuevo resurgimiento de Italia, del que se siente forjador como poeta-profeta. Su nombre se hizo popular no solo en Italia sino en toda Europa. Sus obras son de insuperable factura horaciana. En 1906 obtuvo el premio Nobel de Literatura no sólo por el mérito de sus amplios conocimientos y su labor crítica sino también como tributo a la vitalidad y al lirismo que distingue su obra poética.

La obra que le dio fama fue el magnífico Himno a Satanás, que tanto por su atrevido fondo como por su forma, innovadora y clásica a la vez, ejerció considerable influencia. Partidario de restaurar las formas e ideales clásicos, influyó decisivamente en la evolución intelectual de Italia en la segunda mitad del siglo XIX no solo por su actitud antirromántica sino también por su concepción de la poesía como un acto ético. Rimas de San Miniato (1857), Yambos y épodas (1879), que recoge su indignación jacobina ante la restauración monárquica, Rimas nuevas (1861-1887) y Rimas y ritmos (1890), son obras o poesías que afirmaron más aún su reputación como uno de los grandes poetas del siglo XIX. Infinidad de estudios como De desenvolvimiento de la literatura nacional (1868-1871), Confesiones y batallas (1882-1883), recopilación de sus trabajos de crítica política y literaria, Don Quijote y Después de una representación de la comedia “La vida es sueño”, acreditaron también a Carducci de gran literato y fogoso polemista. En conjunto, suscitó tantos odios como admiraciones. No es frecuente que los líricos se vean traducidos en vida a idiomas extranjeros, pero Carducci lo fue al francés, por Julián Lugol (1888). Y como dijo el poeta italiano: “Fina la piel, del lirio la blancura / tiene el cuello, y una risa que perdura / agoniza en la dulce boca inerte”.

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Gracias.

Foro Libre: Homenaje a José Ortega y Gasset

FORO LIBREASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
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“Yo soy yo y mi circunstancia...”
José Ortega y Gasset.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A JOSE ORTEGA Y GASSET

El próximo lunes, día 4, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del escritor y filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955), con motivo del 125º aniversario de su nacimiento.

El krausismo, el regeneracionismo y la generación del 98 son sin duda los gérmenes de un clima de renovación filosófica que creo que puede emparentarse con el clima literario de lo que se ha llamado el “novecentismo”.

La figura máxima de dicha renovación y autor en no escasa medida de la misma, es José Ortega y Gasset, a dicho fin, utiliza todos los medios a su alcance: el periódico, la conferencia, el libro, la cátedra, el ensayo literario, etc. La tarea no le fue difícil desde el primer momento, pues su padre –Ortega y Munilla- fue un novelista conocido y director de El Imparcial, donde publicaría el futuro filósofo sus primeros escritos; su madre pertenecía a una conocida familia –los Gasset- de políticos muy influyentes durante la Restauración. El joven José tuvo una educación esmerada en España, completando posteriormente su formación filosófica en Alemania, a los veintisiete años -1910-, Ortega era ya catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid. Fundador de varios diarios, publicaciones y editoriales, entre ellas Revista de Occidente, que representó una apertura de España a la cultura internacional. La guerra civil le hace abandonar España y permanece nuevo años en el exilio. Cuando Ortega vuelve a España en 1945, apenas pudo actuar públicamente, porque nunca quiso hacerlo oficialmente. José Ortega y Gasset muere en Madrid, en 1955, y poco antes de morir dijo aquellas palabras estremecedoras: “En España ni para morirse le dejan a uno en paz”.

Su labor literaria y filosófica es la mayor y más importante de la España contemporánea. Citaremos algunos títulos: Ideas sobre la novela (1914), Meditaciones del Quijote (1914), Vieja y nueva política (1914), España invertebrada (1921), El espectador (1916-1934), El tema de nuestro tiempo (1923), La deshumanización del arte (1925), La rebelión de las masas (1930), Misión de la Universidad (1930), Goethe desde dentro (1932), Sobre el amor (1940), Historia como sistema (1940) y Papeles sobre Velázquez y Goya (1950). Después de su muerte se publicaron, entre otros textos: El hombre y la gente (1957), ¿Qué es filosofía? (1958), Idea del teatro (1958), Meditación de Europa (1960), Origen y epílogo de la filosofía (1960) y Pasado y porvenir para un hombre joven (1962).


No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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martes, 29 de abril de 2008

Jonathan Swift por Francisco Arias Solis

JONATHAN SWIFT
(1667-1745)

“La libertad de conciencia se entiende hoy día,
no sólo como la libertad de creer lo que uno quiera,
sino también de poder propagar esa creencia”
Jonathan Swift.


LA VOZ DEL MAESTRO DE LA SÁTIRA

Swift es el escritor inglés más poderosamente original de la época clásica. Fue hombre de carácter excéntrico, vivió amargado por desengaños políticos y por su tendencia a la misantropía, lo que le llevó al cultivo de la sátira, en la que fue temible maestro desde sus primeras obras. Escritor vigoroso, lleno de fuerza y de gracejo y de ingenio, apenas pinta sino aquello que es feo u odioso. Es el más temible de los libelistas y el más agrio de los humoristas; es el maestro de todos ellos, pero su ironía es particularmente acre y corrosiva. No hay quien le aventaje en desarrollar imperturbablemente las consecuencias absurdas de un principio que finge admitir. A través de la ironía Swift expresa su visión del mundo y del hombre; el humor no basta para ocultar un cierto pesimismo, basado en su desconfianza en la virtud humana.

Jonathan Swift nació en Dublín el 30 de noviembre de 1667 y falleció en la misma ciudad el 19 de octubre de 1745. Fue educado por un tío suyo, ya que su padre falleció antes de que él naciera. Estudió en el Trinity College de Dublín y tras estallar la guerra civil se trasladó a Inglaterra, donde se puso al servicio de sir William Temple, pariente lejano suyo. En la casa de éste conoció a Esther Johnson, mujer que después se convertiría en la destinataria de las cartas recogidas en su Diario para Stella (publicado póstumamente en 1766) y con la que Swift según parece, se casó en secreto. Regresó a Irlanda y recibió las órdenes sagradas (1694). Después de trabajar un año en la parroquia de Kilroot, vuelve a Londres, donde participa activamente en la vida política, religiosa y literaria y llega a ser una de las figuras más relevantes de la ciudad durante el periodo “augusto”. Defensor primero de los whigs, en 1710 inicia una evolución que le acercará al gobierno torie, cuya política apoyó abiertamente en las páginas del Examiner. En 1714, con la caída del gobierno, sus aspiraciones políticas sufren un grave revés, por lo cual decide trasladarse nuevamente a Irlanda, donde pasará prácticamente el resto de su vida, llegando a ser deán de la catedral de San Patricio en Dublín. Su apasionada posición en favor de los irlandeses contra las condiciones de la denominación inglesa lo hizo ser considerado como casi un héroe nacional.

El nombre de Swift ha trascendido, no obstante, gracias a la excelencia de su producción literaria. En 1704, y de forma anónima, apareció su primer libro, La batalla entre los antiguos y los modernos, en el que tomó partido a favor de los “antiguos” en la reedición de la clásica querelle francesa. Tras varias publicaciones de carácter fundamentalmente satírico-religioso (Cuento del barril, 1704), político (La conducta de los aliados, 1711) y social (Modesta proposición para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o para el país, 1726: auténtica joya del humor negro más sangrante), la obra que indiscutiblemente le aseguró la gloria literaria fue la novela Viajes de Gulliver (1726), catalogado hoy, por un sarcástico malentendido, como literatura infantil. La dimensión humorística del relato le permitió dar rienda suelta a su misantrópico desprecio y poner al descubierto la supuesta corrupción y estupidez de las religiones, de la enseñanza, de las academias, en fin, de la sociedad en general, valiéndose para ello de una amarga alegoría de la vida del ser humano: gigante entre enanos, enano entre gigantes, y víctima siempre de la maldad de sus allegados. Entre el resto de su producción merece mencionarse: Cadennus y Vanessa (1729), poema en el que inmortalizó sus amores con Esther Vanhomrigh, Versos sobre la muerte del Dr. Swift (1731), en los que revela su obsesión por la propia muerte, y El vestidor de la señora (1732).

Su vida terminó teniendo completamente perturbadas las facultades mentales, de lo que ya antes parecía haber en él indicios. Enterrado en la catedral de la que fue deán, junto al sepulcro de Stella. En su tumba, escrito por él mismo en latín, puede leerse este epitafio: “Aquí yace el cuerpo de Jonathan Swift, doctor en teología, deán de esta catedral, en un lugar en que la ardiente indignación no puede ya lacerar su corazón. Sigue, caminante, e intenta imitar a un hombre que fue un irreductible defensor de la libertad”.

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George Meredith por Francisco Arias Solis

GEORGE MEREDITH
(1828-1909)

“En el amor la mayor desgracia
es la muerte de la imaginación.”
George Meredith.

LA VOZ DE UN IMPORTANTE NOVELISTA
DE LA EPOCA VICTORIANA

George Meredith fue un novelista de resonante celebridad a fines de la época de la reina Victoria. Meredith es, en prosa y verso, escritor deliberadamente oscuro, excéntrico, refinado, desdeñoso con todo lo vulgar hasta la afectación, de tendencia aristocrática, satírico, enamorado de la perfección artística hasta caer en el amaneramiento, poeta de fondo romántico y psicólogo sutil. Lo que menos parecía ser por naturaleza era novelista, en el significado que suele darse a esta palabra desde el reinado del realismo, sobre todo, y, sin embargo, como novelista ha pasado a la posteridad, gracias a su ingenio excepcional y a haberse hecho un género muy suyo de novela, de las llamadas subjetivas. Pero todo el que juzgue como principalísima cualidad la de saber narrar, resulta Meredith un mal narrador; para el lector que lo que desea es que, sin meterse en muchas filosofías, le digan pronto y claramente qué es lo que le ocurrió a los personajes del libro, la obras de Meredith son de difícil lectura, y, según se ha dicho, “artificiosos dulces que no todos saborean con placer”. Para los que buscan mucho más en una novela, para los que aman el arte fino y cierto preciosismo en el cincelamiento, el autor es de los suyos, y les ofrece abundante materia, notables páginas, curiosos estudios de carácter, sobre todo femeninos, de sello muy moderno.

George Meredith nació en Portsmouth, Hampshire, el 12 de febrero de 1828 y falleció en Box Hill, Surrey, el 18 de mayo de 1909. Hijo de un sastre, perdió a su madre siendo niño. Estudió en su ciudad natal y en la escuela Moravia de Neuwied (Alemania). A su vuelta a Inglaterra, en 1844, vivió en Londres, dedicado al periodismo y a la literatura. En 1849 contrajo matrimonio con Mary Ellen Nicols, hija de un afamado escritor, que le abandonó por Henry Wally. La fuga de su mujer y su muerte posterior, marcaron profundamente al escritor. En 1864 Meredith se volvió a casar con Mary Wulliamy. Dos años más tarde, al estallar el conflicto bélico entre Austria e Italia, fue enviado a Italia como corresponsal de guerra.

En 1851 se dio a conocer como poeta con Poemas, al que siguieron El amor moderno (1862), lo mejor de su obra poética, Poemas y cantos líricos de la alegría de la tierra (1883) y Baladas y poemas de la vida trágica (1887); posteriormente cultivó la novela: La prueba de Ricardo Feverel (1859), El egoísta (1879), su obra maestra, Los comediantes trágicos (1891) y La extraña boda (1895). Aunque Meredith analizó en casi todas sus obras el tema de la relación entre los sexos, su interés se pone particularmente de manifiesto en Sandra Belloni (1886), Rhonda Fleming (1865). Victoria (1867) y Diana de las encrucijadas (1885).

Su obra, que alcanzó un éxito considerable, se caracteriza por su originalidad y el acierto en la descripción psicológica de los personajes. La ternura y el humorismo, lo trágico y lo cómico de la vida le atraen y encadenan alternativamente. Y como dijo el novelista de la época victoriana: “El cinismo es un dandismo intelectual”

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lunes, 28 de abril de 2008

Klopstock por Arias Solis Francisco

FRIEDRICH GOTTLIEB KLOPSTOCK
(1724-1803)

“Aquel que tiene una opinión de sí mismo,
pero depende de la opinión y los gustos de los demás,
es un esclavo.”
Friedrich Gottlieb Klopstock.

LA VOZ QUE RESUENA MAJESTUOSAMENTE

Faltaba a la poesía alemana de su tiempo un representante del ideal religioso, y Klopstock lo fue, dejando honda huella aun fuera de su país, pues, al fin y al cabo, aquel mismo fervor místico que movió al poeta alemán es el que se refleja en el original poema que escribió más adelante el poeta nacional de Dinamarca Oelenschlaeger, y al cual dio el raro título de Vida de Jesucristo, representada en las estaciones del año. La obra de Klopstock ha sido muy bien comparada a un gran oratorio de un gran músico y respecto a la impresión que produce su lectura desde las primeras páginas, no estuvo desacertada Madame de Stäel al decir que era como se siente al penetrar en unas de esas severas catedrales que invitan al recogimiento. Pues bien: el órgano que en esta resuena majestuosamente revela la mano de un maestro superior a todos los de su tiempo, por la inspiración, tanto como por la ciencia. Y esto es, principalmente, lo que aquí nos interesa hacer constar por su trascendencia.

Por el año de 1748, aparecían, en el diario que se publicaba en Brema, los tres primeros cantos de Der Messias, el poema de Klopstock, y con él comenzaba el gran período clásico de la literatura alemana, que va desde aquel año hasta 1805, en que murió Schiller. La impresión producida por aquellos tres primeros cantos, no en versos rimados, como de costumbre, sino en hexámetros, fue inmensa, algo como si entonces se hubiera revelado realmente el genio nacional, como si despertara de su sueño una gran literatura. Con la aparición de Klopstock, se inicia en la literatura alemana la edad de oro.

Friedrich Gottlieb Klopstock nació en Quedlinburgo el 2 de julio de 1724 y murió en Hamburgo el 14 de marzo de 1803. Era un estudiante de Teología y preceptor, de no más de veinticuatro años de edad, cuando publicó los primeros cantos de su gran poema La Mesíada (1748-1773) . Gracias a esa publicación, apoyada con entusiasmo por Bodmer y combatida por Gottsched, se vio de pronto aquel estudiante convertido en jefe de una escuela que había de enaltecer después Goethe y Schiller. Faltaban a la literatura alemana obras geniales, y entusiasmado Klopstock con la lectura de Milton, creyó que también él era capaz de producir una. Del resultado obtenido da idea esta frase de Schlegel: “llegó a ser el fundador de una época nueva y el padre de la actual literatura alemana”.

La mayor dificultad con que había de luchar aquel estudiante era que no contaba con recursos ni medios seguros de ganarse la vida, y ese inconveniente para perseverar en su trabajo se lo solucionó la generosa ayuda del rey de Dinamarca Federico V, quien por medio de su embajador le ofreció una pensión que le permitiera seguir escribiendo su poema, con la condición de irse a vivir a Copenhague. Aceptó el poeta, y su residencia allí duró veinte años. No quedó en ellos, sin embargo, terminado aún el poema, sino sólo a los veinticinco, en la misma Alemania, cuando a ella tuvo que regresar el poeta. Camino a la capital danesa conoció a la escritora, con la que contrajo matrimonio en 1754, Margareta Möller (cantada por él bajo el nombre de Cidli o Cidalia en el mismo poema), que más tarde escribiría: “Yo he asistido, por decirlo así, al nacimiento del poema...” Y añadía que: “completamente absorto por la sublimidad de éste, se le escapaban, a veces, al autor lágrimas de piadoso enternecimiento al escribir”. Fecundo resultó aquel período de ausencia de la patria, pues, además de los cantos de La Mesíada, escribió otras notables producciones como sus célebres Odas (1774) y parte de su trilogía dramática basada en el héroe legendario Arminio (1769-1787); pero el gran poema que tiene veinte cantos, es verdaderamente la obra de toda su vida. Si por un lado tal extensión y empeño son garantía de serio y sostenido esfuerzo, son también por otro su mayor defecto, porque el autor no contó con la fatiga del lector, producida por lo que podría llamarse monotonía de lo sublime y por la misma naturaleza del asunto escogido. Es éste, en rigor, una continua poetización del Evangelio, el libro de un pietista con muy altas y ambiciosas dotes de poeta. A sus setenta años de edad Klopstock, nuevamente contrajo matrimonio con Johanna Elisabeth von Winthem, viuda y sobrina de su esposa anterior.

De la alta inspiración lírica de Klopstock dan fe, además de no pocos fragmentos de su poema, la serie de odas que escribió que muchos críticos colocan por encima de La Mesíada. El hecho innegable es que de la nota sublime llega a la de una delicadeza encantadora, sin esfuerzo, inesperadamente, como él aprendió en los grandes maestros antiguos, de cuya poesía se había nutrido. La religión, la patria y la amistad, la cual para él constituye algo poco menos que sagrado, son sus asuntos favoritos, y el pretexto para elevar el pensamiento a grandes alturas, porque en la altura es donde suele gozarse su fantasía, y eso es lo que hasta él, había faltado en la poesía alemana. Johann Jacob Bodmer le llamó “poeta de la religión y de la patria”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Por la convivencia frente a la crispación.
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domingo, 27 de abril de 2008

Lessing por Arias Solis Francisco

GOTTHOLD EPHRAIM LESSING
(1729-1781)

“No es libre el que se ríe de sus cadenas.”
Gotthold Ephraim Lessing.


LA VOZ DEL PRINCIPE DE LOS CRITICOS

Crítico, poeta, fabulista en prosa, dramaturgo, polemista irreligioso, periodista, director de teatro y bibliotecario. En el primer concepto es más conocido que en ningún otro, pero también como productor literario es muy digno de elogio, cuando su producción es la teatral, que se avenía perfectamente con sus facultades. Lessing se hallaba preparado por hondos y variados estudios y es la perfecta representación del espíritu ilustrado en su país.

Al hombre que era reconocido como el príncipe de los críticos había de serle necesariamente más difícil que a otros quedar definitivamente consagrado como autor, aunque valiera, en este concepto, tanto o más que ellos: era el rival de sí mismo. Su Dramaturgia de Hamburgo se hizo célebre desde su aparición en 1767, y ha quedado ya consagrada como uno de los grandes jalones de la crítica alemana, y aun de la crítica dramática de todos los países del siglo XVIII. Estaba inspirada por un gran propósito determinado y útil: combatir hasta destruirla la excesiva influencia francesa en la literatura alemana, que acababa por robarle toda la fuerza y espontaneidad. Se creía que la suma perfección literaria se hallaba en Francia, y para convencer al público de lo contrario y desviarle hacia otros modelos no dudó Lessing en indicarle como ideal los grandes autores ingleses y españoles, para apartarle de una fanática adoración mostrándole que en el mundo había más y mejor que lo que hasta ahora se había dicho. Lessing que se reserva toda su admiración para Shakespeare, descubre los méritos de las obras de carácter verdaderamente español de Lope y Calderón, hallándolas en conjunto, preferibles a las obras del teatro francés.

La Dramaturgia de Hamburgo, no era un verdadero libro, sino una publicación periódica, unas hojas en que el autor iba anotando como crítico dramático las obras que se representaban en el teatro de Hamburgo, puesto bajo su dirección en lo concerniente a escoger las obras que debían aceptarse a fin de que sirvieran para la educación del gusto público.

Gotthold Ephraim Lessing nació en Kamenz, Sajonia, el 22 de enero de 1729 y falleció en Brunswick el 15 de febrero de 1781. Hijo de un pastor protestante de Lusacia, estudió Teología y Medicina en Leipzig. Vivió sucesivamente en Berlín, en Wittemberg, en Breslau y en Hamburgo. Fue redactor del periódico Vossische Zeitung y en Hamburgo conoció a Eva König, que sería su esposa. En 1770 fue nombrado bibliotecario de la Biblioteca del Duque Augusto de Wolfenbüttel.

Comenzó su carrera de productor en el teatro con la obra Miss Sara Sampson (1755), de inspiración inglesa, que fue el primer ejemplo notable en Alemania de la tragedia basada en la vida real de la clase media. Pocos años después, escribía Minna von Barnhelm (1767), la primera gran comedia alemana digna de recordación y del cariño con que aun modernamente ha quedado como repertorio. Es una comedia fina, delicada, de una escuela que a nosotros puede recordarnos la de Moratín y que mereció el elogio de Goethe. Después escribió la tragedia Emilia Galotti (1772), modernización del asunto romano de Virginia, a quien mató su padre para salvarle del deshonor, asunto que el autor alemán trasladó a la corte de un príncipe italiano moderno. En Nathan el sabio (1779), drama filosófico que predicaba la tolerancia en las luchas religiosas, en el que emplea el verso libre. La creencia optimista en la racionalidad y en el progreso humano aparece en su Educación del género humano (1780). Muchos consideran su obra maestra: su Laocoonte (1766), en que trató de fijar los límites y carácter de las artes plásticas y de la poesía. Es una serie de disertaciones en las que defiende que la primera ley que debe sujetarse el Arte es la realización de la belleza y que lo que caracteriza a la poesía es la acción. De la desarrollada por ésta, el Arte debe escoger sólo los pormenores que penetrando por los ojos ayudan a producir la impresión de lo bello. Lessing es autor también de otras obras notables, además de las aquí mencionadas, aunque de espíritu destructivo, y su fama era de que no solía hacer las cosas a medias y sabía decirlas magistralmente. Y como nos dijo el crítico alemán: “Algunos se equivocan por temor a equivocarse”.


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La libertad no la tienen los que no tienen su sed.

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Wieland por Francisco Arias Solis

CHRISTOPH MARTIN WIELAND
(1733-1813)

“¿Deseas mantenerte sobrio entre los que se embriagan?
¿Con qué fin? ¿Para que ellos te consideren el único borracho?”
Christoph Martín Wieland.


LA VOZ DEL MAS FRANCES DE LOS ALEMANES

Considerado el principal representante del rococó alemán, Wieland es el mejor poeta clásico de Alemania. Es ingenioso, desenvuelto, gracioso, pero al mismo tiempo posee una imaginación rica y brillante; es artista sobre todo, y enamorado del buen decir. Ha tomado de los italianos y de los franceses una elegancia y una claridad que le han granjeado el título del más francés de los alemanes, el Voltaire de Alemania.

Christoph Martín Wieland nació en Obertholzheim, cerca de Biberach, Wurtemberg, el 5 de septiembre de 1739 y falleció en Weimar el 20 de enero de 1813. Fue hijo de un pietista y pretendió serlo también en su juventud, cuando era discípulo de Bodmer y escribía obras religiosas. Estudiante brillante, a los diecisiete años se enamora da una prima suya Sophie Gutermann, y a esa edad inicia sus estudios de derecho en la Universidad de Tübingen. Bodmer le invitó a Zurich, y en su viaje por Suiza, conoció a Julie de Bondeli, amiga de Rousseau, de la que se enamoró. En 1769 fue profesor de filosofía en la Universidad de Erfurt. Más tarde llegó a Weimar como tutor de los príncipes Carlos Augusto y Constantino. Fue miembro del circulo intelectual de Weimar, el más relevante en la Alemania de finales del siglo XVIII y que contaba con la presencia de Goethe y Herder, y fundador de la revista El Mercurio Alemán (1773), órgano importantísimo en el ambiente literario de la época.

Entre la obra de Wieland destacan en una primara etapa: La naturaleza de las cosas (1752), Cartas morales y Anti-Ovidio, del mismo año, Cartas de difuntos a amigos sobrevivientes (1753), La prueba de Abraham (1753) y Sentimientos de un cristiano (1757). Hacia 1760, tras recibir la influencia de Luciano, Horacio, Cervantes, Shaftessbury, D’Alembert y Voltaire que le llevaron al escepticismo francés del siglo XVIII, su posterior producción se caracterizará por un tono irónico, sensual, licencioso y, sobre todo, mundano. Con igual facilidad dedicó su pluma a combatir lo que antes había defendido, la religión y determinada moral. El antiguo admirador de Klopstock pasó a serlo de Rousseau, de Diderot, de los ingleses Sterne y Swift. Quiso imitar Wieland a Cervantes en su novela Las aventuras de don Silvio de Rosalva (1764), que deseó fuera una especie de Don Quijote, no enfrascado en la lectura de libros de caballería, sino en los cuentos de hadas, los cuales le mueven a ir por el mundo en busca de encantamientos por aquéllas producidos, hasta que curado de ilusiones, acepta el triunfo de la prosaica realidad sobre los sueños. Siguieron a esta obra, Cuentos cómicos (1765) y la novela histórica-filosófica Agatón (1766), considerada modelo de la novela de “formación espiritual”. En El espejo de oro (1772) hizo una defensa del despotismo ilustrado; practicó la sátira en la novela Los abderitanos (1781) y consiguió crear su obra maestra con el poema caballeresco Oberón (1780), compuesto en octavas e inspirado en el Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, de quien tradujo veintidós dramas (1762-1766).

Madame Stäel que tuvo ocasión de conocerlo, ha dejado de Wieland un retrato, en pocos rasgos, cuya exactitud puede adivinarse con sólo leer al retratado: era, en el fondo, un buen padre de familia con catorce hijos, un burgués menos pervertido de lo que afectaba ser, y, en suma, lo que suele llamarse un buen hombre “cuyas cualidades naturales estaban en oposición con su filosofía” lo que más de una vez le perjudicó como escritor. Como indica muy bien la antes mencionada escritora, había en su curiosa personalidad un poeta alemán y un filósofo francés que con frecuencia andaban a la greña uno con otro.

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Gracias.

sábado, 26 de abril de 2008

Intercambio de sellos nuevos y usados Francisco Arias Solis

FRANCISCO ARIAS SOLIS
Plaza San Severiano, 2
11007 - CADIZ
Teléfono 956 / 263131
e-mail: aarias@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias


Intercambio sellos nuevos y usados de todos los países, preferentemente de Europa y América. Máxima seriedad. Para el intercambio de sellos usados se ruega que envíen 250 sellos conmemorativos como mínimo de su país, o bien, de Francia, Alemania, Suiza, Mónaco, Andorra, Vaticano, Austria, Gibraltar, Inglaterra, Chipre, Malta, Dinamarca, Finlandia, Luxemburgo, Suecia, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia..., recibirán igual número de sellos de España. Para intercambio de sellos nuevos, sólo series completas, base Yvert et Tellier. Dirección:Francisco Arias SolisPlaza de San Severiano 2, 6º D11007 Cádiz - España.

Oehlenschläger por Francisco Arias Solis

ADAM GOTTLOB OEHLENSCHLÄGER
(1779-1850)

“Hay un país hermoso,
sus bellos bosques de hayas
crecen a la orilla del Báltico.
Ondea de valles a colinas,
su nombre es vieja Dinamarca,
y aquí aún mora Freya”.
Oehlenschläger.

LA VOZ DEL GENIO POETICO MAS BRILLANTE DE DINAMARCA

Oehlenschläger es el genio poético más brillante de Dinamarca, autor de dramas, comedias, óperas, novelas, cantos líricos, poemas místicos, y en todo ello triunfante, aplaudido. Sus obras influyeron en escritores como Ibsen, Björnson y Strindberg. Figura clave del romanticismo escandinavo, está considerado uno de los renovadores de la literatura danesa.

Su rica imaginación era de una fecundidad inagotable, y su mayor defecto consistía en la excesiva facilidad, en la verbosidad algo descuidada, como de improvisador. Lo fue desde la infancia, en que ya componía versos de repente, inspirándose en los salmos o en la lectura de Holberg.

Adam Gottlob Oehlenschläger nació en Copenhague el 14 de noviembre de 1779 y falleció en la misma ciudad el 20 de enero de 1850. Después de probar suerte como actor, comenzó los estudios de derecho, que abandona para dedicarse a la literatura. En 1803 y en 1804 publicó dos colecciones poéticas que empezaron a crearle una reputación, valiéndole, además, la segunda, el ganar una bolsa de viaje que le permitió conocer a Goethe, a Madame Staël, a Benjamin Constant, a W. Schlegel, a Tieck, a Sismondi y a otros importantes escritores. En su ausencia de cinco años continuó dando a luz nuevos libros, y al regresar a su patria fue recibido en triunfo por sus amigos, no tardando el público entusiasmo en coronarle como rey de los poetas escandinavos. La ceremonia se celebró en la catedral de Lund, y quien le ciñó la corona fue su rival sueco Tegner. La poesía danesa había hallado su poeta nacional. En 1810 contrajo matrimonio con Christiana Heger y comenzó a dar clases de Estética en la Universidad de Copenhague.

Su composición Los cuernos de oro, aparecida en el volumen Poemas (1803), constituye la primera obra romántica danesa y el manifiesto del romanticismo nórdico. Oehlenschlager llevó al teatro los antiguos héroes escandinavos, inspirándose en las Eddas (colecciones de historias relacionadas con la mitología nórdica) y en las sagas, como hizo en El duque Hakon (1807), quizá la obra cumbre del teatro danés, en Axel y Valborg (1807), tomada de una antigua balada muy popular, etc. Y no fueron inferiores a sus dramas sus poesías. En Los dioses del Norte (1819) hay un ambiente de grandeza que ha sido comparado con el de Homero; Helge es un poema en que el lirismo se une a la epopeya. Otras obras también destacables son: la tragedia histórica Baldur el bueno (1808), la tragedia Correggio (1811) y la fantasía en verso Aladino y la lámpara maravillosa (1820). Las baladas de Oelhenschlager son verdaderas obras maestras que el país que las inspiró no ha olvidado nunca. Y como dijo el poeta danés: “Y nobles mujeres, hermosas doncellas, / hombres valientes e intrépidos mozos / habitan las islas danesas”.

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Sus palabras son bellas... pero luego no cumplen sus promesas.
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Gracias.

Christopher Marlowe por Francisco Arias Solis

CHRISTOPHER MARLOWE
(1564-1593)

“¿Quién ha amado, que no haya amado
a primera vista?”
Christopher Marlowe.

LA VOZ QUE DIO VIDA A LA TRAGEDIA INGLESA

Christopher Marlowe representa, se ha dicho, “lo mejor y lo peor de aquellos tiempos”. Es casi el único de los dramaturgos anteriores a Shakespeare cuya fama se ha sostenido en el extranjero. Fue un maestro en el empleo del verso blanco, en el que compuso todas sus obras, estableciendo así la norma isabelina de expresión dramática.

Christopher Marlowe nació en Canterbury, Kent, el 26 de febrero de 1564 y falleció en Deptford Strand, cerca de Londres, el 30 de mayo de 1593. Hijo de un zapatero, estudió en King’s School y en Corpus Christi College de Cambridge y finalizó su bachillerato de las artes en 1584. En 1587 se trasladó a Londres, donde llevó una vida turbulenta –que truncaría su asesinato en una taberna-, tuvo una breve carrera de actor y alcanzó notables éxitos como dramaturgo.

Su genio dramático, audaz y lleno de inspiración poética, supo expresar el espíritu vitalista de la época isabelina y ejerció una notable influencia en el romanticismo. En el plano estilístico es de señalar que, con él, el verso blanco adquiere carta de naturaleza escénica.

Sus cuatro más renombradas obras, escritas en pocos años, son Tarmelán el Grande (1587-1588), sobre el conquistador mogol Timur, La trágica historia del doctor Fausto (1588 ó 1592), enérgica recreación de la conocida leyenda y antecesora de la obra de Goethe, La famosa tragedia del rico judío de Malta (1589), Eduardo II (1592), drama histórico, la más madura de sus piezas. Por la serie de horrores y de magnificencias que contienen, las cuatro se parecen. De la primera hay que señalar el estilo enfático y declamatorio desde el título; la segunda tuvo la suerte de inspirar a Goethe su Fausto, y a pesar de todos sus defectos, presenta un carácter y una acción verdaderamente trágicos, porque el protagonista es un creyente, después de todo, terriblemente atormentado por los remordimientos, Marlowe supo terminar y suavizar su obra con la aparición de Elena, como ideal espléndido de la belleza femenina, y con las palabras que pronuncia el coro, que, a la manera griega, conservó el autor, haciéndole decir poéticamente: “cortada está la rama que pudo haber crecido y prosperado; quemada la rama del laurel de Apolo que antes coronó a este hombre de ciencia. Fausto ha dejado de existir”. Marlowe fue acusado de ateo y de blasfemo, y si escapó a la cárcel y al tormento se debió a su muerte; pero en La trágica historia del doctor Fausto el poder de Dios no se desafía sin el consiguiente castigo, y el final, contiene su moraleja.

En cuanto a La famosa tragedia del rico judío de Malta y Eduardo II, las otras dos obras capitales del autor, se considera que la primera inspiró probablemente a Shakespeare para escribir su Mercader de Venecia, aunque no pase mucho de ser una desagradable serie de crímenes y de horrores amontonados sin discreción, hasta resultar inverosímiles de puro exagerar la nota de maldad. Si ésta fue la fuente a que acudió el creador de Shilock, hay que darle una vez más la razón al historiador literario que dijo que Shakespeare supo convertir en oro el plomo. También Eduardo II le sirvió de modelo para sus crónicas dramáticas, que sabían mejorar lo que imitaban, aunque Eduardo II contenga escenas muy dignas de elogio. En la historia presentada en cuadros, que van desfilando a nuestra vista, harto sangrientos y terribles, por lo general. Pero pese a todos sus defectos, Marlowe tuvo de vez en cuando atisbos geniales de poeta, y a él afirman sus críticos se debe el haber llevado a la perfección el verso libre de Chaucer y el haber dado vida a la tragedia inglesa.

Marlowe también compuso dos dramas menores Tragedia de Dido, reina de Cartago (1594), completada por el dramaturgo inglés Thomas Nashe, y La matanza de París (1600). Entre sus obras poéticas no dramáticas destacan dos “sextiadas” de Hero y Leandro (1593), continuado luego por otros poetas, y el idilio El pastor apasionado (1599). Tradujo también pasajes de Ovidio y de la Farsalia de Lucano. Y como dijo el poeta y dramaturgo inglés: “La dulce Elena me vuelve inmortal con un beso; sus labios extrajeron mi alma, la cual revolotea por el espacio”.

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La paz no se reduce a la ausencia de guerrasAviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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viernes, 25 de abril de 2008

INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD POR LA APLICACION ESTRICTA DE LA LEY DE PREVENCION DE RIESGOS LABORALES

INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD
ASOCIACION INTERNACIONAL DE USUARIOS DE INTERNET

Francisco Arias Solís - Presidente / Tfno 956 / 263131
Plaza San Severiano, 2 11007 Cádiz.
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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28 DE ABRIL: DIA DE LA SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO

INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD
POR LA APLICACIÓN ESTRICTA DE LA LEY DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES


La Asociación Internacional de Usuarios de Internet Internautas por la Paz y la Libertad ante las escalofriantes cifras de accidentes laborales y de muertes que tienen lugar en España anualmente, exige la aplicación estricta de la Ley de Prevención de Riegos Laborales y de los Reglamentos que la desarrollan.

En España no hay problema social más persistente que el de los accidentes laborales. Los muertos y heridos en nuestro mundo laboral siguen marcando una vergonzosa diferencia con el resto de países de la Unión Europea; mientras que en España, el pasado año, la cifra de muertos por cada 100.000 trabajadores, si bien se ha reducido a 5,3, el mejor dato de toda la serie histórica, sigue superando en más de un punto a la media de la Unión Europea (4,1 muertos), lo que pone de manifiesto que la normativa de prevención de riesgos laborales en nuestro país sigue sin cumplirse.

Internautas por la Paz y la Libertad considera necesario un esfuerzo humano y financiero para asegurar que las empresas y trabajadores cumplan rigurosamente la Ley de Prevención de Riegos Laborales y los Reglamentos que la desarrollan. Dicho esfuerzo supone un coste que es preciso pagar para reducir drásticamente en nuestro país esas estremecedoras cifras de más de un millón de accidentes laborales y de unos mil muertos anuales, que configuran una sociedad que no sólo despilfarra su principal recurso, el hombre, sino que además se muestra dramáticamente injusta.

Francisco Arias Solíse-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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jueves, 24 de abril de 2008

FORO LIBRE: HOMENAJE A OCTAVIO PAZ

FORO LIBREASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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“La claridad del cristal transparente
no es claridad para mi suficiente:
el agua clara es el agua corriente.”
Octavio Paz


HOMENAJE DE FORO LIBRE A OCTAVIO PAZ

El próximo lunes, día 28, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), con motivo del décimo aniversario de su muerte.

Paz es uno de los intelectuales de mayor entidad de Hispanoamérica del pasado siglo. Poeta, ensayista, embajador, conferenciante, eventual profesor, Premio Nobel de Literatura, paradigma en suma del intelectual de su tiempo y país. Su pensamiento y su obra poética ejercen un gran ascendiente en el mundo literario que se expresa en castellano.

La reacción inmediata de Paz, apenas dos meses después que el general Franco se levantara en armas en contra del gobierno constituido, fue su poema ¡No pasarán!. Paz funda en Yucatán un “Comité pro-Democracia Española”. Acepta una invitación de Pablo Neruda al “Segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura”, que reunió en Valencia a José Bergamín, Ramón J. Sender, Nicolás Guillén, John dos Passos, André Malraux, Iliá Ehrenburg, Antonio Machado, Pablo Neruda, Octavio Paz, Emilio Prados, Miguel Hernández, etc.

Entre su poesía destacan: Luna silvestre (1933), Raíz del hombre (1937), Bajo tu clara sombra (1937), Entre la piedra y la flor (1941), A la orilla del mundo (1942), ¿Águila o sol? (1951), Semillas para un himno (1954), Piedra de sol (1957), obra fundamental en la poesía hispanoamericana moderna, La estación violenta (1958), Libertad bajo palabra (1960). Un segundo bloque de su poesía está representado por Salamandra (1962), que recoge los libros Días hábiles, Homenaje y profanaciones y Salamandra, escritos entre 1958 y 1961: se intensifica lo irracional y la indagación en el poder mágico de la palabra, en la sugerencia al partir del hermetismo. Un tercer grupo se reúne bajo el título de Ladera Este (1969), integrado por Viento entero (1965), Vrindabar (1966) y Blanco (1967) Posteriormente, el poeta ha desembocado en los textos visuales, previstos ya en Blanco, y publica Topoemas (1968), Discos visuales (1968) y Renga (1971). Otros libros suyos son Pasado en claro (1971), estructurado en un solo y largo poema, Vuelta (1976), Poemas (1979) y Árbol de adentro (1983).

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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JOHANN GOTTFRIED HERDER POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JOHANN GOTTFRIED HERDER
(1744-1803)

“Uno debe ser capaz de mirar cada libro
como si fuera la huella de un alma viviente.”
Johann Gottfried Herder.


LA VOZ DEL INSPIRADOR DE LA ESTETICA ROMANTICA

Herder fue el inspirador de la estética romántica y uno de los principales teóricos y divulgadores. Teórico del “Sturn un Drang” (“tempestad y pasión”) influye notablemente en la obra de Goethe. En oposición al racionalismo del siglo XVIII, anuncia la vuelta a la poesía popular. Para él, la poesía es la manifestación más natural y espontánea del lenguaje humano. Herder se pregunta: “¿Hay algo más valioso para un pueblo que la lengua de sus antepasados?”

Johann Gottfried Herder nació en Mohrungen, Prusia, el 25 de agosto de 1744 y falleció en Weimar el 10 de diciembre de 1803. Hijo de un maestro de escuela, fue alumno de Kant en la Universidad de Königsberg. Terminó sus estudios de Teología, que habían sido precedidos por otros de Medicina, los cuales hubo de abandonar. La sensibilidad y el entusiasmo por muchas cosas a la vez parecen haber sido sus características. En su juventud había sido en Heidelberg discípulo de Hamann, el mago del Norte. Predicador y profesor, tuvo la suerte de conocer a Goethe cuando éste era estudiante de Derecho y en él halló más tarde un protector que le atrajo a Weimar para ocupar allí el cargo de presidente del Consistorio, desde 1776 hasta su muerte.

Su primera obra fue de crítica Fragmentos sobre la nueva literatura alemana (1767) y con ella combatió el sentimentalismo y el efectismo, abogando por la vuelta a la naturalidad en la poesía, basada en el modelo de la popular y huyendo de las flores de invernadero, para ir en busca dela palabra libre y espontánea, al par que de la lengua alemana tomada de sus fuentes. Gran enseñanza fue ésta, que venía influida por las predicciones de Lessing y que cayendo en tan buen terreno como el de Goethe y Schiller, los dos grandes amigos de Herder, creció hasta adquirir trascendencia mundial, sobre todo en las obras del primero. A Herder le debió Goethe su hondo conocimiento de Shakespeare; aquel entusiasmo por Osián que fue propio de su época; el concepto de que la poesía es uno de los elementos importantes de la civilización, y el haberse familiarizado con las mejores joyas de la poesía popular. De ellas publicó Herder una famosa colección titulada Las voces de los pueblos en cantos (1778-1779), perteneciente a diversos países -desde Grecia, Italia, Francia, Inglaterra, España, hasta Groenlandia, Laponia, Perú, Madagascar...-, y traducida al alemán, como también una versión libre del Romancero del Cid, y otras diversas joyas de la Antología griega y de la poesía oriental. Entre sus obras en prosa, además de los Fragmentos, figura una acerca Del espíritu de la Poesía hebraica, obra de la cual se ha dicho que fue para la crítica una verdadera revelación de la profunda belleza de la poesía sagrada, que él canta con el entusiasmo de quien venía estudiándola y venerándola desde la infancia.

Escribió Diario de mi viaje del año 1769, que no vio la luz hasta 1947, y algunos dramas líricos de poco relieve, pero su importancia se debe sobre todo a su producción crítica: Sobre una nueva literatura alemana (1767), Ensayo sobre el origen del lenguaje (1772), Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791) y Cartas sobre el progreso de la humanidad (1793.1797).

En general, puede afirmarse que Herder cultivó todas las ramas posibles de la literatura y de la filosofía, siendo como se ha dicho, “poeta, crítico, historiador, moralista, metafísico y teólogo”. No creó grandes obras maestras, pero ayudó al progreso y a la educación de su país, lo que constituía para él el más alto ideal. Y como dijo el célebre escritor alemán: “Para la política, el hombre es un medio; para la moral, es un fin”.

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Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.
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miércoles, 23 de abril de 2008

JACINTO GRAU POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JACINTO GRAU DELGADO
(1877-1958)

“Toda la España burguesa pasada ha sido la imagen
de la prudencia, disfrazada de sensatez. Ni un solo político
ni dirigente creyó en el pueblo, ni en nuestro destino.
Toda afirmación vigorosa daba al que la sostenía
la categoría de iluso, es decir, de hombre ineficaz.”
Jacinto Grau.

LA VOZ DE HONDA RAIZ INTELECTUAL

Jacinto Grau formó parte de un grupo colindante a la generación del 98, y algunos de sus críticos le incluyen en la misma, ya que como autor coincide en lo esencial con sus compañeros de generación, atestiguando en todo momento su preocupación por el tema español. Pero, por desgracia, su vida y su obra se realizaron fuera de España, en los países centroeuropeos y en Sudamérica, privándole de un clima que, dado su rigor, hubiera constituido un saludable contrapunto para su haber literario. Aunque Jacinto Grau nació en Barcelona, sus dramas fueron más conocidos en París, Londres, Berlín, Praga y Buenos Aires, que en España. Como dramaturgo Grau se prohibió el camino fácil que le brindaban el realismo y la alta comedia, luchando por la renovación del teatro. Su teatro bastante relegado en su época resulta hoy el menos momificado de la época, el que más se acerca, sobre todo Pigmalión, a las nuevas corrientes del absurdo y del intelectualismo escénico.

Jacinto Grau Delgado nació en Barcelona el 6 de abril de 1877 y falleció en Buenos Aires el 14 de agosto de 1968. Hijo de padre catalán y madre andaluza, a los cuatro meses de edad perdió a su padre. Estudió Derecho en las Universidades de Valencia y Barcelona. Perteneció al Cuerpo Técnico de Bibliotecas y Museos de España. Fue embajador del gobierno republicano durante la guerra civil. Colaboró en la revista Hora de España, en la que publicó un interesantísimo artículo titulado “Diario íntimo de estos días”, en el que señala: “Son estos renglones un breviario de días trágicos, diversos, como el panorama del mundo, pero convergentes a una misma emoción a una preocupación dominante: la actual realidad española”. Grau se exilió en 1939, y no es sorprendente que se fuera a Buenos Aires, la ciudad con más vida teatral de toda Hispanoamérica, donde vivió el resto de su vida.

Aunque comienza su producción literaria con una novela Trasuntos (1899), escrita cuando se gestaba en España el modernismo y elogiada por Maragall, pronto se dedica al género que va a ocupar la parte más importante de su dedicación artística, el teatro. Sus obras dramáticas, de gran hondura intelectual y propósito didáctico, no tuvieron éxito en España, pero sí en el extranjero. Grau quiere rescatar el teatro de la trivialidad y convencionalismo burgués en que se encontraba. Intenta superar la escena naturalista, apegada a lo cotidiano. Su teatro es profundamente simbólico, con temas dramáticos, caracteres profundos y un cierto hálito poético. El protagonista-héroe de sus dramas suele ser el superhombre nietzscheano, el hombre de la voluntad.

Su producción teatral evoluciona desde la tragedia a la farsa, por lo que podemos distinguir dos épocas: de 1899 a 1921 y de 1921 a 1958. Al primer período corresponden la comedia lírica Las bodas de Camacho (1903), Entre llamas (1905), El conde de Alarcos (1907), tragedia poética basada en el romance del mismo nombre, El tercer demonio (1908), En Ildaria (1918), fábula política, y El hijo pródigo (1918), tragedia bíblica en la que se mezclan los temas de Fedra, el de Sara y el de Job. Al segundo período, el de sus obras más logradas, pertenecen El señor de Pigmalión (1921), “farsa tragicómica de hombres y muñecos” en la que se plantea el tema pirandelliano de la relación del autor con sus criaturas –muñecos que se convierten en hombres y viceversa-; esta obra, en la que se presenta una imagen degradada de la sociedad humana, es la que obtuvo mayor éxito. Otras farsas de esta segunda época son Los tres locos del mundo (1930), La casa del diablo (1942), Destino (1945), Tabarín (1946), Las gafas de Don Telesforo (1949), Bibí Carabé (1954) y En el infierno se están mudando (1958).

De honda raíz intelectual, Grau, quiso examinar los grandes mitos históricos en las tablas, con las obras Don Juan de Carillana (1913) y El burlador que no se burla (1930), en los que explora las notas esenciales de la personalidad de Don Juan, y con el ensayo Don Juan en el tiempo y en el espacio (1953). Por último, fruto de su pasión por la obra de Unamuno, hay que citar el ensayo Unamuno y la angustia de su tiempo (1943). Y como dijo nuestro intelectual exiliado: “La prudencia es el signo más funesto de la decadencia de un pueblo”.

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No se puede ser libre más que entre libres. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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martes, 22 de abril de 2008

LA LOCURA DE SOÑAR POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

23 DE ABRIL: DIA MUNDIAL DEL LIBRO


“Es don Quijote, tu Quijote, hermano,
y el mío y el de España y el del mundo.
Y el fiel y noble Sancho sobre Rucio a su vera,
y Rocinante caracoleando,
y en el brazo la lanza,
y al viento el corazón, no la coraza,
y la frente a los cielos con yelmo de cartón.”
Pedro Garfias.

LA LOCURA DE SOÑAR

En mi lectura infantil de Don Quijote pensé que el premio de los héroes era, ser tan pronto despreciados como apaleados. Yo era un niño y aún no conocía la ironía que el gran poeta había creado en el mundo maravilloso de su novela. Sin embargo, a medida que iba leyendo en aquel estupendo libro las aventuras de aquel desventurado caballero crecía más y más en mi estima y se atraía más mi afecto, para mí era el más noble de los hombres y el genio de más alas que conoció la tierra.

No es extraño que después de la publicación de Don Quijote no se volviera a imprimir en España ningún libro de caballería. Cervantes escribió la más grande de las sátiras contra el entusiasmo humano.

La novela antigua, la novela caballeresca, salió de los poemas épicos de la Edad Media, basados en las aventuras caballerescas. Fue la novela de la nobleza, y sus personajes eran caballeros calzados con espuelas de oro; en ninguna parte aparecía el pueblo. Estas novelas caballerescas, que había degenerado hasta lo absurdo, son las que Cervantes destronó en su Don Quijote. Pero a la par que escribía una sátira aniquiló la vieja novela, dio el modelo de una invención nueva que hoy se llama novela moderna. Así proceden siempre los grandes poetas: mientras destruyen lo antiguo fundan lo nuevo. No niegan nunca sin afirmar alguna cosa. Cervantes fundó la novela moderna, introduciendo en la novela caballeresca la descripción fiel de la vida del pueblo. Cervantes introdujo en la novela el elemento democrático.

Las dos figuras centrales del magnífico libro de Cervantes, Don Quijote y Sancho Panza, se parodian sin cesar, y a pesar de todo se completan tan maravillosamente, que forma en realidad el héroe de la novela. Es de lo más natural, la introducción de estas dos figuras, de las cuales una, la figura poética, corre en busca de aventuras, y la otra, en parte por cariño, en parte por egoísmo, trota detrás de aquella con lluvia y con sol... ¡tales cuales las hemos encontrado tan a menudo en la vida! Cada rasgo del carácter y de la persona de uno de estos dos tipos de la gran novela cervantina corresponde en el otro a un rasgo opuesto y sin embargo homogéneo. Llega a haber, entre Rocinante y el asno de Sancho, el mismo paralelismo irónico que entre el escudero y el caballero, y los dos animales son, hasta cierto punto, los portadores simbólicos de las mismas ideas.

“Ningún hombre es visible”, escribió Lulio. Sin embargo, un hombre es visible cuando tiene un pueblo detrás. Este pueblo invisible, el alma de ese pueblo se encarna para que podamos ver: como un solo hombre y como un hombre solo.

La soledad del hombre es aquella que la solidaridad de un pueblo entero verifica. La que Don Quijote y Sancho, separados y juntos, nos expresan visiblemente con su figuración humana. Figuración de la verdad invisible del hombre: de su pasión por ella, de su razón burlada.

Cargado de razones va Sancho siguiendo la locura de Don Quijote, sin razón ninguna. Y tan verdaderamente la comparte, aquella locura, que no se resignará a perderla perdiendo a Don Quijote con ella. Las razones de Sancho lo son del corazón; y tan del corazón que nos parecen llenas de cordura. Y es que, como dijo el poeta. “La verdad del corazón / es una verdad que tiene / miedo de tener razón”.


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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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lunes, 21 de abril de 2008

THOMAS HARDY POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

THOMAS HARDY
(1840-1928)

“Mientras más conozcamos el pasado,
mejor podemos interpretar el presente
y prevenir el porvenir.”
Thomas Hardy.


LA VOZ DE UN AUTOR PROFUNDAMENTE INGLES

Hardy comenzó su vida realizando estudios de arquitectura y escribiendo versos, que al principio pasaron sin llamar la atención, hasta que el autor se hizo célebre como prosista. Se dio después a escribir novelas, sin lograr muy buenos éxitos, mas como insistiera, venció al fin, y una vez asegurada su reputación, dejó la arquitectura, se retiró al campo y ya no se dedicó más que al cultivo de la literatura, colocándose con sus novelas rústicas, en primera fila entre los novelistas contemporáneos. Hay en las novelas de Hardy un realismo que tiene algo de la exactitud minuciosa del hombre científico, hasta en el tecnicismo que usa. Va el autor construyendo lentamente todo un mundo que le es propio, sin pensar tanto en el lector como en que su deber es ser espejo fiel; y hay también en él un filósofo determinista de frío y desconsolador pesimismo que presenta una humanidad víctima siempre de adverso, cruel destino; pero todo esto unido a grandes cualidades de poeta amante de la naturaleza, y este poeta nos entretiene agradablemente, haciéndonos vivir la vida del campo entre hombres y mujeres humildes, que él prefiere, porque cree hallarlos más cerca de la verdad sin velos, una verdad dura, severa, más trágica que alegre. Hardy es un gran autor, profundamente inglés, de los que escriben amplia, seria, siempre con arte culto y sólido: no es de los que fácilmente se hacen simpáticos y populares.

De sus sencillas y conmovedoras historias, de sus minuciosos análisis de sentimientos trasciende una tristeza que llega hasta una helada desesperación; pocos novelistas han hecho sentir más profundamente que él lo trágico de la vida. Sus pinturas del amor, francas y serias, han extrañado al principio por su misma sinceridad.

Thomas Hardy nació en Higher Bockhampton, cerca de Dorchester, el 2 de junio de 1840 y falleció en Max Gate, Dorchester, el 11 de enero de 1928. Su padre era cantero y constructor y su madre cocinera gustosa de la literatura. Hardy después de sus estudios primarios trabajó como aprendiz del arquitecto local John Hicks que se dedicaba a restaurar iglesias antiguas. Posteriormente trabajó para otro arquitecto londinense y, después, en Dorset, siguió en la construcción. En 1874 contrajo matrimonio con Emma Lavinia Gifford y en 1914 se casó por segunda vez con Florence Emily Dugdale, que sería su biógrafa después de su muerte. En 1913, la Universidad de Cambridge le nombró doctor honoris causa y en 1920 la de Oxford, hizo lo propio. Tomas Hardy recibió sepultura en el Rincón de los Poetas de la abadía de Westminster.

Sus novelas, ambientadas en la vida rural, tienen como protagonistas el campo y sus hombres, en una época de decadencia agrícola ante el empuje de la sociedad industrial. La precisión descriptiva del paisaje campestre y de las costumbres rurales y la visión amargada de una sociedad materialista son las notas principales de su obra narrativa. Entre sus novelas, de carácter realista y aun naturalista, destacan las siguientes: Remedios desesperados (1871), Bajo el verde ramaje (1872), Unos ojos azules (1873), La bienada, Lejos del mundanal ruido (1874), Retorno al país natal (1878), El alcalde de Casterbridge (1886), sobre la decadencia de las costumbres tradicionales en su choque con las nuevas, Tess de los Urbervilles (1891), su obra más conocida, llevada al cine por R. Polanski, narra la destrucción de la protagonista, y Judas el oscuro (1895), sobre un irresoluble conflicto interno.

Su producción poética, caracterizada por un lenguaje sobrio y sencillo, se ha revalorizado paulatinamente. Pasado los cincuentas años, Hardy volvió a escribir poesía. Sus primeros libros poéticos Poemas de Wessex (1898) y Poemas del pasado y del presente (1901), contienen poemas escritos tiempo atrás. El poema dramático Dinastías (1903-1908), que trata de las guerras napoleónicas y tiene toda Europa por lugar de la acción, está considerado su mejor libro de poesía. Otros libros de poesía publicados son: Risas del tiempo (1909), Sátiras de circunstancias (1914), Momentos de visión (1917), Poemas líricos (1922), Fantasías humanas (1925) y Palabras en invierno (1928). Y como dijo el autor profundamente inglés: “Si no puedes leer con placer no puedes leer con beneficio”.

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domingo, 20 de abril de 2008

MADAME DE SEVIGNE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

MARIE DE RABUTIN-CHANTAL
MARQUESA DE SÉVIGNÉ
(1626-1696)

“Hay palabras que suben como el humo
y otras que caen como la lluvia.”
Marquesa de Sévigné.


LA VOZ DEL ARTE DE CONTAR

Madame de Sévigné debe su fama al género epistolar, muy del gusto de su época. Fue uno de los personajes que frecuentó más asiduamente los salones literarios de París. Sin embargo, manifestó una gran preocupación por la educación de sus hijos. La mayor parte de sus cartas están dirigidas a su hija, que se había trasladado a la Provenza tras su boda. Escritas en general, de una manera improvisada, rápida, sincera, sin pretensiones al éxito literario, hablan de la corte, de la ciudad, de los sermones, del teatro, de los amigos, de la familia, y, sobre todo repiten en cien formas el cariño de una madre hacia una hija que en nada se le parecía y a la que idolatraba.

Su natural sano, honrado, grave o risueño; su bondad, que no excluye el ingenio, pero que no admite la maledicencia; su inteligencia, su arte de contar, de pintar incluso la vida familiar y algunos lindos retazos de Naturaleza, y, en fin, su rara facilidad de expresión, su estilo, ampuloso aún, pero ya desenvuelto, rico y natural, todo ello hace de estas cartas una de las obras más expresivas en su género, una de las más perfectas de la literatura clásica.

Marie de Rabutin-Chantal, marquesa de Sévigné, nació en París el 5 de febrero de 1626 y falleció en el castillo de Grignan , Provenza, el 17 de abril de 1696. Descendiente de un linaje de rancio abolengo borgoñés, nieta de la cofundadora de la Orden de la Visitación de Santa María, quedó huérfana a su niñez. A los dieciocho años de edad se casó con Henri Savigné. En 1646 nació su hija Françoise-Marguerite y dos años más tarde su hijo Charles. En 1651 Henri de Sevigné se batía en duelo por su amante Madame de Gondran, muriendo atravesado por la espada de su contrincante, quedando viuda la marquesa de Sévigné, a la edad de 26años. Casada su hija con el conde de Grignan en 1669, y nombrado este teniente general en el gobierno de Provenza, la marquesa de Sévigné, para consolarse de la ausencia de su hija le escribió durante veinticinco años la mayoría de las famosas Cartas (publicadas póstumamente en 1726) que le han proporcionado la inmortalidad.

A la correspondencia con la hija se añadió, al editar las Cartas, las que enviara a su esposo y a sus amistades más íntimas (Mme. de la Fayette, Jean Racine, Mme. de Scúdery, entre otros). Escritas en un estilo ágil, sencillo y elegante, sus cartas constituyen además un valioso documento para conocer la Francia de Luis XIV. La autora muestra en ellas su aguda sensibilidad y el carácter alegre y espontáneo de su personalidad. Y como dijo la escritora francesa: “Las infidelidades se perdonan, pero no se olvidan jamás”.

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sábado, 19 de abril de 2008

LAS ESPAÑAS EN EL RECUERDO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EN EL 60º ANIVERSARIO DEL HOMENAJE A FALLA
DE “LAS ESPAÑAS”

“Aquí estoy con los débiles;
las raíces al aire,
sin su tierra nutricia
ni el jugo de su cielo.”
José Moreno Villa (Nº 1, Las Españas).

LAS ESPAÑAS EN EL RECUERDO.

La revista Las Españas vio la luz por vez primera en la ciudad de México, el 29 de Noviembre de 1946, fundada por el aragonés José Ramón Arana y el andaluz Manuel Andújar. En números siguientes se incorporaron al grupo editorial José Puche Planás (valenciano), Anselmo Carretero (segoviano), Mariano Granados (soriano), Eduardo Robles (madrileño) y Arturo Sáenz de la Calzada (leonés).

En el editorial del número 1 se destacaba el hecho de que la revista salía en unos momentos especialmente difíciles de la historia de España, en los que, a pesar de ello, no existían, a excepción del Boletín que la Unión de Intelectuales Españoles publicaba en París, revistas dedicadas específicamente a la cultura española. En efecto, desaparecida en 1941, España Peregrina, los intelectuales exiliados en México no contaban en 1946, con ninguna publicación propia. En este sentido, Las Españas cubría un hueco sin duda necesario. Sus fundadores albergaban la pretensión de ser una revista de literatura, pero se ponía énfasis en que le interesaba la literatura que fuera expresión de un tiempo.

En este mismo número 1 se insistía en afirmar que la revista -que no pertenecía a ninguna capilla literaria ni estaba adscrita tampoco a ningún credo político-, era económicamente independiente. Los redactores de Las Españas, que abogaban por un diálogo con todos los españoles -los de fuera y los del interior, los mayores y los jóvenes-, se habían impuesto simplemente salir en defensa de la cultura española y de una concepción federal de España.

El nombre de la revista: Las Españas es ya intencionadamente significativo, pues expresa la concepción de la nación española como comunidad de todos los pueblos de España, cada uno de los cuales posee caracteres peculiares que lo distinguen de lo demás. Para Las Españas todas las lenguas de la Península Ibérica son igualmente españolas; por eso, la revista, escrita fundamentalmente en castellano, ha publicado trabajos en catalán, gallego y vasco.

En Las Españas han escrito muchos de los españoles desterrados con motivo de la guerra civil. A diferencia de otras revistas, Las Españas ha sido redactada y publicada con miras a España; ha sido siempre una revista española editada en el destierro. En ella, junto a figuras extranjeras de renombre internacional (Camus, Cassou, Bataillon, Herman Hesse, Thomas Mann, Alfonso Reyes, Gabriela Mistral...) han aparecido en sus columnas las firmas de españoles tan destacados como las ya siempre ausentes (Pedro Salinas, Luis Santullano, Juan José Domenchina, José Moreno Villa, Fernando de los Ríos, Adolfo Salazar, Eugenio Imaz, José María Gallegos Rocafull, José Bergamín, Adolfo Sánchez Vázquez...).

Entre noviembre de 1946 y julio de 1956, Las Españas, publicó, con este título, 26 números de la Revista; entre ellos dos extraordinarios. En 1948 organizó un concurso literario. En el mismo año celebró, en el Palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México, un homenaje a Falla en el que Adolfo Salazar analizó la personalidad del gran compositor y se ejecutaron obras del músico gaditano bajo la dirección de Jesús Bay y Gay. Y la soprano mexicana Oralia Domínguez logró fiel versión de las “Siete canciones españolas” y de “A Córdoba”, sobre el soneto de Góngora. También organizó Las Españas los primeros homenajes en memoria de don Antonio Machado efectuados desde su muerte.

En julio de 1957; Las Españas dio paso a Diálogo de Las Españas, en cuyo editorial se pide a todos los españoles de bien el abandono de las viejas trincheras para enfrentarse con la nueva realidad nacional. Pedro Bosch-Gimpera, con la mirada puesta también en el incierto futuro español, escribía: “Ha llegado la hora de entablar un diálogo en que sin acritud, sin reproches, examinando sinceramente los motivos de fricción entre opiniones encontradas, con examen de conciencia emprendido sinceramente valorando el pro y el contra, pueden hallarse soluciones para un futuro sin luchas fraticidas y con tolerancia para todos”.

Las ideas de Las Españas y de Diálogo de Las Españas tuvieron amplia difusión en el exilio y dentro de España. También en estas revistas de y para desterrados, tuvieron un enorme protagonismo el recuerdo de los paisajes urbanos y rurales de la amplia y variada geografía española. Y es que, como escribiera en Las Españas, el poeta gaditano Adolfo Sánchez Vázquez: “El destierro no para con tu muerte / que, implacable, dilata tu destino, / bajo la misma tierra prolongado: / Tú no descansas, no, con esta suerte / de muerte enajenada; con el sino / de estar bajo la tierra desterrado”.

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jueves, 17 de abril de 2008

EL ESPIRITU DEL 98 POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EL ESPIRITU DEL 98

“Han pasado cien años, y los nietos,
rota la placa y rota la memoria, con otro nombre lañan la rotura:
¡Revolución!”
Miguel de Unamuno.

LA REVOLUCION ESPIRITUAL DE LA GENERACION.

En la última década y en sitios muy diferentes he leído artículos sobre la Generación del 98. Al parecer todos los articulistas o una gran mayoría de ellos con una cierta desgana tratan de deshacer algunos errores de hecho referentes a lo que se ha llamado, por llamarlo de alguna manera, la Generación del 98. Están, en efecto, por restablecer la verdad histórica de esta Generación; pero ello tendría menos importancia si se hubiera establecido, reconocido ya, lo que dicha Generación fue. Pues nada menos que todo un movimiento espiritual. Hoy puede considerarse como el último movimiento espiritual habido en España. Un artículo de Azorín, un cuento de Valle-Inclán, una novela de Baroja, una comedia de Benavente, un comentario de Unamuno y hasta una indignación de Maeztu eran algo espiritualmente distinto a todo lo que entonces constituía la vida espiritual de los españoles. Han venido luego otros movimientos literarios, pero el milagro espiritual no ha vuelto a repetirse. Como que el movimiento del 98 no era literario; Benavente, Baroja y Valle-Inclán no han tenido nunca la misma literatura. El movimiento del 98 fue un brote espiritual español al contacto eléctrico de la nueva Europa, fue una intuición de Europa, una revolución espiritual.

Sus consecuencias literarias han sido visibles en todos los países de lengua española. Sus consecuencias políticas las estamos viendo en España todavía. La Generación del 98 ha removido más la modorra española que la Institución Libre de Enseñanza y, desde luego, más que todos los políticos porque ninguno de estos ha removido nada, excepto Pablo Iglesias. Aquellas ideas pedagógicas de la Institución, las nuevas normas políticas del socialismo, han hecho mucho por cambiar España; el espíritu puro e imponderable de la Generación del 98, que fue una generación espontánea, callejera, ha hecho sin duda mucho más y más profundo; no removió usos y modos del espíritu, sino del espíritu español mismo. Por desgracia, a la revolución espiritual de la generación del 98 le falló la política, se quedó en el aire. En cambio, la dificultad mayor con que ha tropezado la transformación que, a pesar de todo, se ha hecho en España, durante los últimos años, es la falta de ambiente, es decir, de espíritu; y el único peligro de la situación actual se puede hallar en esta falta de espíritu, en que España vuelve a caer, como cayó bajo el político conservador Cánovas, en una nueva restauración de todas las pobrezas espirituales de la vida más pobre de espíritu.

No hay ahora espíritu para una revolución española, porque no hay en España ninguna revolución en los espíritus. No la ha habido desde la que brotó con la Generación del 98. El espíritu del 98 se ha ido naturalmente esfumando. Sus seguidores se han ido desviando o desdibujando en los avatares de la vida. Y como dijo el poeta vasco y catedrático de Salamanca: “Y así la bola de la historia rueda... / ¡generación de las generaciones! / ¡viva, pues, la definitiva!... y todo / ¡generación!”

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Tolerancia cero contra la corrupción.
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miércoles, 16 de abril de 2008

PABLO PIFERRER POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

PABLO PIFERRER
(1818-1848)

“Ya vuelve la primavera:
Suene la gaita, - ruede la danza.
Tiende sobre la pradera
el verde manto - de su esperanza.”
Pablo Piferrer.

LA VOZ MAS PROMETEDORA DEL ROMANTICISMO

Es lógico que los románticos sintieran, al menos en el origen de su movimiento, la opresión social en el plano ético y político. Su rebeldía no fue banal ni estaba injustificada. Esta combatividad, mantenida por lo menos hasta alcanzar las posiciones que la libertad individual reclamaba, es resultante de una convicción honda en los impulsos espirituales, en la energía interna. El romántico es quien no contiene, sino quien desborda, a beneficio de su propio rescate, la emotividad. Que, desde luego, puede ser de distintas direcciones y signos. Pero que tiene también de común con los otros románticos el servir de terapéutica privada y de móvil artístico que posibilita la catarsis pública.

La fuerza, mucho más que la pasividad melancólica, es el verdadero mundo connatural a su rebeldía. Si bien el fracaso o la misma crueldad de la lucha dan lugar a frecuentes lamentaciones que suelen ser, más que simples ayes de dolor, espacios de descanso donde se retoman los ánimos de combate.

Pablo Piferrer y Fabregas nace en Barcelona el 11 de diciembre de 1818. Su padre trabajó en la industria de la confección y fue maestro de la seda, oficio que también ejercía, durante su adolescencia, el poeta Piferrer.

Tuvo Pablo Piferrer una vida dura, pues quedó huérfano de padre en su infancia y hubo de compaginar estudios y trabajo para sustentar a su madre. En 1831 aparece ya como alumno de la Real Junta de Comercio de Cataluña. Ingresó después en la carrera de Leyes. Fue Piferrer magnífico estudiante, logrando en todos sus cursos la calificación de sobresaliente, pese a las dificultades económica que acosaban a su familia.

Sus preocupaciones sociales, unidas a la grave situación política del país, conforman su primera actitud como la de un devoto de la tendencia revolucionaria. En 1836, recién cumplidos los dieciocho años, Piferrer se alista, como voluntario para luchar contra los carlistas

La campaña militar, pese a los éxitos de Espartero no despierta su entusiasmo. Y menos cuando las luchas intestinas entre los moderados y los progresistas obligan a cambios constantes en el Gabinete de Gobierno (Mendizábal, Istúriz, Calatrava, etc.) que afectan a la guerra. En 1837 publica sus primeros trabajos en El Vapor -El castillo de Monsoliu- y en la Biblioteca Romántica-Moderna -el Cuento Fantástico-. Es también el año en que compone su poema “A una hermosa”.

A su regreso Piferrer colabora en El Guardia Nacional como crítico de conciertos y representaciones teatrales. Fue magnífico crítico musical y literario y el efecto de sus artículos, junto a su inquietud creadora, motivaron que se le confiara la redacción del primer volumen de Recuerdos y bellezas de España. En 1840 entra de bibliotecario en la Biblioteca de San Juan. Su posición política es ahora mucho más conservadora. Publica su Episodio de la Historia de los Judíos en la antigua Corona de Aragón, trabajo histórico centrado en el siglo XIV.

En 1842, Piferrer acusa los síntomas de la tuberculosis que le llevaría al sepulcro. Se repone y marcha a la montaña, conciliando sus necesidades de salud y trabajo, pero ha de interrumpir el segundo tomo de Recuerdos y bellezas de España, por las alteraciones políticas y su necesidad de estar en el periódico. Escribe ya en El Diario de Barcelona. Colaboró también durante su breve duración en el periódico La Corona.

En 1844, Piferrer es elegido miembro de la Real Academia de Buenas Letras. Publica en La Verdad -el poema a Las Navas de Tolosa- y en La Fe -el poema Canción de la primavera-; sale también el segundo tomo de Recuerdos dedicado a Cataluña.

La salud de Piferrer va empeorando. Oposita, con éxito, a la Cátedra de Retórica de la Universidad de Barcelona. Obtiene el nombramiento en 1848, pero el esfuerzo ha quebrantado mucho su salud. Tiene la obsesión de dedicarse a su “mundo poético”, pero apenas formulado este deseo su enfermedad se agrava y muere el 25 de julio de 1848, a los treinta años de edad.

Piferrer, poeta de obra muy escasa, ha sido considerado como uno de los poetas más prometedores del Romanticismo. Menéndez Pelayo lo estimó en mucho y antologó su “Canción de la primavera” entre las cien mejores poesías de la lengua castellana. “La inocencia de la vida / (Calle la gaita, - pare la danza) / No torna una vez perdida. / Perdí la mía - ¡Ay de mi esperanza!”

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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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martes, 15 de abril de 2008

DIONISIO RIDRUEJO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

DIONISIO RIDRUEJO
(1912-1975)

“La libertad –me corrijo-
la libertad lo primero.
Se la comerán los lobos
si la dejas para luego.”
Dionisio Ridruejo.

LA VOZ DE LA PALABRA ENCENDIDA

“Porque tú sólo tenías corazón –escribía Giménez Caballero sobre Ridruejo-, el que te iluminaba los ojos y te encendía la Palabra. Y te impedía encarnecer al enemigo y sí: abrazarle”.

Dionisio Ridruejo nace en Burgo de Osma el 12 de octubre de 1912. Estudió en los maristas en Segovia, luego en los jesuitas en Valladolid, más tarde con los de Chamartín. Su primera vocación literaria. De 1935 a 1950 –año que obtiene el Premio Nacional de Literatura- publica una decena de libros que reúne en la antología En once años; otros nuevos se incorporan a su nueva antología Hasta la fecha.

En cuanto a su trayectoria política, el mismo no recata ninguna fase, por lo mismo que su fuerza moral y su actitud ejemplar están basadas en una severa rectificación. Afiliado desde 1933 a Falange Española ocupa altos cargos políticos. En 1940 funda con Pedro Laín Entralgo la revista Escorial. En 1941 se alista voluntariamente en la “División Azul” para combatir en Rusia como soldado raso. En el año 1942 Dionisio Ridruejo rompe con el partido oficial y dimite de todos sus cargos políticos. Es desterrado a la ciudad de Ronda y Cugat de Vallés (1947). Desde 1951 fija su residencia en Madrid, y a través de numerosas conferencias, tiende cada día más a lograr la transformación del régimen imperante en España y de sus estructuras sociales en un sentido liberal, así como a la pacificación e integración de vencedores y vencidos. “En 1952, con ocasión del primer Congreso de Poesía en Segovia –nos contaba José Luis Cano-, le oí hablar por primera vez en público, y aún recuerdo la honda emoción que sentí al escucharle. Fue su discurso un canto emocionado a la libertad y a la fraternidad de los poetas de todas las Españas. Por primera vez se hablaba, en la dura España de la posguerra, de la libertad, y no para vituperarla sino para reivindicarla y ensalzarla”.

En 1957 denuncia la situación política en un “informe confidencial” entregado a Franco. Acusado de haber fundado un grupo político “Acción Democrática” se le encarcela nuevamente y se le somete a dos procesos. Y desde entonces su voz no dejó de alzarse con tanta serenidad como valentía en todas las coyunturas, diciendo sus verdades al mundo y a su país. Ejerció la docencia en EE.UU. a principios de los años sesenta, y en 1962 acudió al encuentro de Munich entre dirigentes de la oposición del interior y del exilio. 1962 es también la fecha de su obra ensayística Escrito en España, censurada en nuestro país. Hubo de exiliarse a París desde ese años hasta 1964. En 1974 fundó la Unión Social Demócrata Española.

Escrito en España de prosa sencilla y escueta es, además del libro que revela su auténtica personalidad, el que da toda la medida de su valor, de su dignidad moral. Decir lo que se siente de verdad es lo valeroso y valiente. Callarlo es miedo, cobardía. Pedro Laín Entralgo decía de Ridruejo: “Dionisio es un ser liberal y lo será mientras haya en el mundo hombres que libertar”.

Como poeta, pertenece a la generación del 36 y se caracteriza por el clasicismo, la austeridad de la forma y el contento meditativo. Dionisio es un poeta convencido de siempre que poesia y política no son fáciles de separar, y quiso hacer clara manifestación de lo que es dignidad y sufrimiento... y lo demás.

Las equivocaciones que se pagan al precio de Dionisio Ridruejo podrían tener una síntesis expresiva en una copla de esta vieja tierra del Sur que el escuchó en su destierro en Ronda: “El que nunca se equivoca / tampoco puede acertar. / Para estar seguro y cierto / te tienes que equivocar”.

Entre su obra poética destacan Plural, Primer libro de amor, Poesía en armas, Sonetos a la piedra, En la soledad del tiempo, Elegías, En once años, Hasta la fecha, Cuaderno catalán, 122 poemas y Casi en prosa; y entre su prosa: En algunas ocasiones, Escrito en España, Guía de Castilla la Vieja y Diario de una tregua. También escribió un drama en tres actos Don Juan, y un texto autobiográfico publicado póstumamente Casi unas memorias.

El día 29 de junio de 1975, Dionisio Ridruejo murió en Madrid de un mal muy español, de acabamiento, de cansancio de corazón (como Unamuno, como Don Quijote), era un espíritu valiente, como Quevedo; era hombre de esa espíritu de verdad: moral, poético tal vez sobre todo, y, ¡naturalmente! político. Escribía en España, vivía, peleaba en ella, en una España donde “escribir es llorar”, como es sabidísimo que dijo Larra, que acaso se suicidó por eso, porque se quedaba sin lágrimas. Murió Dionisio Ridruejo de cansancio de corazón, porque peleó de corazón toda su vida, hasta que el corazón se le rompiera. Y se le rompió. Porque era hombre de verdad, poeta valeroso. Y es que, como dijo nuestro poeta: “La verdad de la verdad / y la verdad verdadera / y la verdad como un templo / son verdades como fieras”.

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lunes, 14 de abril de 2008

LA BRUYERE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

JEAN DE LA BRUYERE
(1645-1696)

“Una cualidad de la justicia es hacerla pronto
y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia.”
La Bruyère.


LA VOZ DE UN INMORTAL DE VERDAD

En el siglo de Luis XIV hay en Francia dos moralistas, que cuando menos de nombre conocen todos: La Rochefoucauld y La Bruyère, este último debe su fama a ser el autor de Les Caracteres, obra en la que se plasmó la sociedad de su tiempo. La Bruyère puso todo su talento en este libro único. No es un pensador original ni profundo pero sabe criticar los abusos con ironía y a veces con discreta aspereza. Es, sobre todo, un gran observador de fisonomías, de actitudes, de pensamientos; estudia exclusivamente al hombre social, en la corte y en la ciudad, pero lo estudia en sus menores detalles. Es, asimismo, un acabado artista.

Jean de La Bruyère nació en París el 16 de agosto de 1645 y falleció en Versalles el 10 de mayo de 1696. Se licenció en Derecho en la Universidad de Orleans, a los veinte años de edad, teniendo que regresar a París debido a la difícil situación económica por la que atravesaba su familia. En 1684 fue nombrado preceptor de Luis de Borbón, nieto del Gran Condé. En 1686, a la muerte de Condé se dio por finalizada la educación del duque de Borbón. En 1693 fue nombrado miembro de la Academia Francesa. La Bruyère fue partidario de los anciens o tradicionalistas que se oponían a las posturas defendidas por los modernes.

Su experiencia dentro de la corte le permitieron acopiar una valiosa documentación sobre las costumbres sociales de su época que luego se convertirían en el eje fundamental de sus escritos literarios, y, en especial, de su exitosa obra Los caracteres, que en un principio llamó Los caracteres de Teofrasto, traducidos del griego con los caracteres o las costumbres de este siglo (1688). Como bien indica su título, el libro incluye la traducción al francés de un texto de Teofrasto, al que La Bruyère añadió un original apéndice o comentario formado por numerosas máximas y retratos satíricos de personajes –reales e imaginarios- que reflejaron con viveza el entorno social, político y moral de su tiempo. La traducción carece hoy de valor; el comentario causó escándalo, creándole al autor, primero, muchos admiradores y muchos enemigos llevándole, después, no sin reñida lucha, a ocupar un sillón en la Academia Francesa, y, al fin, haciendo de él un inmortal de verdad, un clásico. Sus Diálogos sobre el quietismo fueron publicados póstumamente en 1699.

En cada una de las ocho reediciones de Los caracteres que se sucedieron rápidamente hasta 1696, de La Bruyère añadía nuevos fragmentos que acabaron por triplicar el texto primitivo. De los dieciséis capítulos, el primero (De las obras del espíritu) contiene sus ideas literarias; otros son sentimentales (Del corazón) o políticos (Del soberano o de la República), morales (Del hombre) o filosóficos (De los incrédulos). En cada uno de ellos, los retratos se mezclan a las reflexiones y a las máximas, en un desorden que constituye uno de los encantos de Los caracteres. Hay quien halla en este libro algo como una especie de compendio de todas las riquezas, habilidades y refinamientos artísticos del idioma, incluyendo en ellos los que ocultan, bajo risueña apariencia, la más mala intención u hondas y severas lecciones que la humanidad necesita siempre. Por aquella su intención satírica y cruel, tuvo que defenderse el autor contra el público, empeñado en poseer la clave de quiénes eran los personajes conocidos a quienes aludía en los cuadros por él pintados. “Preciso es que estos –decía La Bruyére-, reflejen muy bien al hombre en general, cuando de tantos particulares se halla en ellos el parecido. Yo no he hecho más que tomar rasgos característicos de diferentes modelos y combinarlos en un conjunto verosímil”. Y es que, como dijo el moralista francés: “Cuanto más se acerca uno a los grandes hombres, más cuenta se da de que son hombres”.

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sábado, 12 de abril de 2008

PAUL LAFARGUE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

PAUL LAFARGUE
(1842-1911)

“Nuestra época es, dicen, el siglo del trabajo,
es en efecto el siglo del dolor, de la miseria y de la corrupción.”
Paul Lafargue.
LA VOZ DEL FILOSOFO REVOLUCIONARIO

Lafargue, pensador, escritor, periodista, médico, político y revolucionario francés, fue el responsable de que en España se publicara por vez primera el Manifiesto comunista de Marx. El “abuelo del anarquismo español” Anselmo Lorenzo que le tenía por maestro y amigo, escribió sobre el escritor francés: “Diría que mi personalidad se fijó allí y entonces, siendo lo que soy, valgo lo que valga, formado por aquel filósofo revolucionario”. Y añadía: “Porque en Lafargue había dos aspectos diferentes que le hacían aparecer en constante contradicción: afiliado al socialismo, era anarquista comunista por íntima convicción”.

Paul Lafargue nació en Santiago de Cuba el 15 de enero de 1842. Hijo de una familia franco caribeña propietaria de plantaciones de café en Cuba. Inició sus estudios en su ciudad natal, pero al trasladarse su familia a Burdeos, en 1851, estudió en el Liceo de Touluse y años más tarde marchó a París a cursar estudios de medicina. Influenciado por las ideas de Proudhon, Blanqui y Bakunin se convirtió en un activista revolucionario. Ingresa, como anarquista en la sección francesa de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT, más conocida como la Primera Internacional) En 1865 tomó parte en Lieja en el I Congreso Internacional de Estudiantes lo que le valió la expulsión de Francia por parte del régimen de Napoleón III. Lafargue marcha a Londres para proseguir sus estudios. En Londres entabló una gran amistad con Karl Marx, y el 2 de abril de 1868 contrajo matrimonio con Laura, una de las hijas de este. En Inglaterra, fue elegido miembro del Consejo General de la Primera Internacional y nombrado secretario corresponsal para todo lo concerniente a España. De vuelta a Francia, tomó parte activa en la Comuna de París, y tras la caída de esta (1871) fue expulsado nuevamente –esta vez por Thiers-, refugiándose en Portugal y España. Lafargue permaneció en España durante varios años del Sexenio Revolucionario (1868-1874), siendo una personalidad clave en la introducción de las ideas marxistas en nuestro país, interviniendo destacadamente en los conflictos que enfrentaban en el seno de la Federación Regional Española de la AIT a las corrientes marxistas y bakunistas. Entre 1873 y 1874, Lafargue vivió en Londres, donde abrió un taller de litografía. Indultado en 1880, se estableció definitivamente en Francia donde colaboró con L’Egalité Socialiste y L’Humanité, y participó en la organización del Partido Obrero Francés, y dirigió el Congreso de la II Internacional Socialista, celebrado en París del 14 al 19 de julio de 1889, que resolvió que el 1º de Mayo sería, en adelante, una jornada internacional por las 8 horas de trabajo, desde entonces, esta fecha es un día de lucha y de unidad internacional de los trabajadores. En 1891, estando en prisión, Lafargue fue elegido diputado por el Partido Obrero. En Draveil, el 26 de noviembre de 1911, a la edad de 69 años, tal como había anunciado previamente, se suicidó junto con su esposa. En su carta de despedida nos decía: “Desde hace años me he prometido no sobrepasar los setenta años; he fijado la época del año para mi marcha de esta vida, preparado el modo de ejecutar mi decisión: una inyección hipodérmica de ácido cianhídrico. Muero en la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años”.

El derecho a la pereza (1883), su libro más célebre, es uno de los textos más difundidos de la literatura socialista mundial, en el que Lafargue escribe: “Trabajen, trabajen, proletarios, para aumentar la riqueza social y sus miserias individuales; trabajen, trabajen, para que, volviéndose más pobres, tengan más razones para trabajar y ser miserables. Tal es la ley inexorable de la producción capitalista”.

Lafargue escribió además de numerosos folletos y artículos, varias obras de importancia entre las cuales destacamos: El método histórico, Curso de economía social (1884), El comunismo y la evolución económica (1892), El socialismo y la conquista de los poderes públicos (1905), El determinismo económico en Karl Marx (1909), El origen de las ideas abstractas (1909). En 1959 se publicó la interesante correspondencia que mantuvo el matrimonio Lafargue con Friedrich Engels. Y como dijo el filósofo revolucionario: “Los filósofos de la antigüedad enseñaban el desprecio al trabajo, esa degradación del hombre libre; los poetas cantaban a la pereza, ese regalo de los dioses”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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