martes, 29 de abril de 2008

George Meredith por Francisco Arias Solis

GEORGE MEREDITH
(1828-1909)

“En el amor la mayor desgracia
es la muerte de la imaginación.”
George Meredith.

LA VOZ DE UN IMPORTANTE NOVELISTA
DE LA EPOCA VICTORIANA

George Meredith fue un novelista de resonante celebridad a fines de la época de la reina Victoria. Meredith es, en prosa y verso, escritor deliberadamente oscuro, excéntrico, refinado, desdeñoso con todo lo vulgar hasta la afectación, de tendencia aristocrática, satírico, enamorado de la perfección artística hasta caer en el amaneramiento, poeta de fondo romántico y psicólogo sutil. Lo que menos parecía ser por naturaleza era novelista, en el significado que suele darse a esta palabra desde el reinado del realismo, sobre todo, y, sin embargo, como novelista ha pasado a la posteridad, gracias a su ingenio excepcional y a haberse hecho un género muy suyo de novela, de las llamadas subjetivas. Pero todo el que juzgue como principalísima cualidad la de saber narrar, resulta Meredith un mal narrador; para el lector que lo que desea es que, sin meterse en muchas filosofías, le digan pronto y claramente qué es lo que le ocurrió a los personajes del libro, la obras de Meredith son de difícil lectura, y, según se ha dicho, “artificiosos dulces que no todos saborean con placer”. Para los que buscan mucho más en una novela, para los que aman el arte fino y cierto preciosismo en el cincelamiento, el autor es de los suyos, y les ofrece abundante materia, notables páginas, curiosos estudios de carácter, sobre todo femeninos, de sello muy moderno.

George Meredith nació en Portsmouth, Hampshire, el 12 de febrero de 1828 y falleció en Box Hill, Surrey, el 18 de mayo de 1909. Hijo de un sastre, perdió a su madre siendo niño. Estudió en su ciudad natal y en la escuela Moravia de Neuwied (Alemania). A su vuelta a Inglaterra, en 1844, vivió en Londres, dedicado al periodismo y a la literatura. En 1849 contrajo matrimonio con Mary Ellen Nicols, hija de un afamado escritor, que le abandonó por Henry Wally. La fuga de su mujer y su muerte posterior, marcaron profundamente al escritor. En 1864 Meredith se volvió a casar con Mary Wulliamy. Dos años más tarde, al estallar el conflicto bélico entre Austria e Italia, fue enviado a Italia como corresponsal de guerra.

En 1851 se dio a conocer como poeta con Poemas, al que siguieron El amor moderno (1862), lo mejor de su obra poética, Poemas y cantos líricos de la alegría de la tierra (1883) y Baladas y poemas de la vida trágica (1887); posteriormente cultivó la novela: La prueba de Ricardo Feverel (1859), El egoísta (1879), su obra maestra, Los comediantes trágicos (1891) y La extraña boda (1895). Aunque Meredith analizó en casi todas sus obras el tema de la relación entre los sexos, su interés se pone particularmente de manifiesto en Sandra Belloni (1886), Rhonda Fleming (1865). Victoria (1867) y Diana de las encrucijadas (1885).

Su obra, que alcanzó un éxito considerable, se caracteriza por su originalidad y el acierto en la descripción psicológica de los personajes. La ternura y el humorismo, lo trágico y lo cómico de la vida le atraen y encadenan alternativamente. Y como dijo el novelista de la época victoriana: “El cinismo es un dandismo intelectual”

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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