GIOSUE CARDUCCI
(1835-1907)
“Odio la usada poesía: al vulgo
los flancos cede, y sin temblor de anhelo,
y sin vibrar bajo habitual abrazo,
tiéndese y duerme.”
Giosuè Carducci.
LA VOZ DEL ESCUDERO DE LOS CLÁSICOS
Carducci es una gran personalidad poética y literaria. “De inteligencia igualmente fuerte, activa y fecunda –dice de él un crítico-, pasó su vida ocupado en la crítica y en la poesía, sobresaliendo en ambas”. Sin embargo, son muchos los que opinan, que fue superior como poeta. Desde 1857, en que publicó su libro Juvenilia, se declaró ya, según sus mismas palabras, el escudero de los clásicos. En pleno crepúsculo del romanticismo, debió de sonar esto como un desafío, y el poeta no fue muy bien acogido; pero persistió impertérrito en el camino que se había trazado, y con su nuevo libro Levia Gravia (1868), más robusto consiguió imponerse. Su atrevido Himno a Satanás (1863) consagró principalmente su nombre, dándole (entre 1863 y 1867) una reputación de escándalo y descreimiento. Hiciera ya lo que quisiera continuaba siempre siendo (y él mismo se lamentó de ello) el no olvidado autor de aquella poesía A Satanás, que para él era “la rebelión, la fuerza vengadora de la razón, el vencedor de Jehová y de los sacerdotes”.
Carducci era un poeta revolucionario, anticlerical, pagano, centro de todos los odios antirreligiosos. Otra nota fuerte, siguió a aquélla: las Odas bárbaras (1877-1889), recibidas con aplauso por no pocos lectores cultos, entre ellos el ilustre Mommsen, que las tradujo al alemán, y con hostilidad por otros que las calificaron de oscuras, difíciles y poco armoniosas. Se comprende, pues su propósito de prescindir en absoluto de la rima y substituirla por la métrica de los antiguos griegos y latinos. No podía ser ésta una empresa popular, sino sabia y de extremada audacia. “Odio la usada poesía”, comenzaba diciendo el Preludio del libro. Y esto ha sido lo más característico en él, el poeta de las Odas bárbaras, el enemigo de la rima, que hizo casi objeto principal de su vida lo que en otros poetas alemanes, ingleses, italianos, etc., fueron tentativas aisladas, que, a lo sumo, se consideraron como sabios e ingeniosos caprichos, muy dignos de estudio.
Giosuè Carducci nació en Val di Castello, Toscana, el 27 de julio de 1835 y falleció en Bolonia el 16 de febrero de 1907. Su infancia transcurrió en la marisma toscana hasta que su padre, acusado de carbonario y mazziniano, hubo de trasladarse a Florencia. Se graduó en Pisa con una tesis sobre la influencia provenzal en la lírica italiana del siglo XIII. Por motivos políticos le fue negada una cátedra y enseñó retórica en la escuela secundaria de San Miniato. En 1860 obtuvo una cátedra de elocuencia en la Universidad de Bolonia. En 1890 fue nombrado senador del reino. Toda la poesía de Carducci está teñida de patriotismo por el cual, anclado en el pasado glorioso de su patria, cree en un nuevo resurgimiento de Italia, del que se siente forjador como poeta-profeta. Su nombre se hizo popular no solo en Italia sino en toda Europa. Sus obras son de insuperable factura horaciana. En 1906 obtuvo el premio Nobel de Literatura no sólo por el mérito de sus amplios conocimientos y su labor crítica sino también como tributo a la vitalidad y al lirismo que distingue su obra poética.
La obra que le dio fama fue el magnífico Himno a Satanás, que tanto por su atrevido fondo como por su forma, innovadora y clásica a la vez, ejerció considerable influencia. Partidario de restaurar las formas e ideales clásicos, influyó decisivamente en la evolución intelectual de Italia en la segunda mitad del siglo XIX no solo por su actitud antirromántica sino también por su concepción de la poesía como un acto ético. Rimas de San Miniato (1857), Yambos y épodas (1879), que recoge su indignación jacobina ante la restauración monárquica, Rimas nuevas (1861-1887) y Rimas y ritmos (1890), son obras o poesías que afirmaron más aún su reputación como uno de los grandes poetas del siglo XIX. Infinidad de estudios como De desenvolvimiento de la literatura nacional (1868-1871), Confesiones y batallas (1882-1883), recopilación de sus trabajos de crítica política y literaria, Don Quijote y Después de una representación de la comedia “La vida es sueño”, acreditaron también a Carducci de gran literato y fogoso polemista. En conjunto, suscitó tantos odios como admiraciones. No es frecuente que los líricos se vean traducidos en vida a idiomas extranjeros, pero Carducci lo fue al francés, por Julián Lugol (1888). Y como dijo el poeta italiano: “Fina la piel, del lirio la blancura / tiene el cuello, y una risa que perdura / agoniza en la dulce boca inerte”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Si quieres la paz, prepárate a vivir en paz con todos los hombres.
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Gracias.
miércoles, 30 de abril de 2008
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