sábado, 5 de abril de 2008

POETISAS TOLEDANAS EN LOPE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

POETISAS TOLEDANAS EN LOPE

“Si por claros varones
soberbio presumiste
laurear la cabeza,
oh rey de los ríos, venerable Tajo,
ahora es más razón que la corones
por una insigne y celestial belleza.”
Lope de Vega.

LOPE CITA EN EL “LAUREL DE APOLO”
A TRES POETISAS TOLEDANAS

En los finales del siglo XVI y principios del XVII se imprimieron varios repertorios panegíricos de escritores, siendo muy celebrado el Laurel de Apolo, de Lope de Vega.

Gran técnico en feminidad fue el gran poeta Lope de Vega, extraordinario experimentador del corazón femenino, y por ello sus opiniones sobre obras literarias de ellas tienen por fuerza máxima autoridad. En el Laurel pasa revista a poetas, es decir, a escritores de versos, ciñéndose a contemporáneos; solamente alguna vez hace alusión a figuras pasadas, pero ello obedece siempre a necesidades de pura referencia histórica. El Laurel, como toda colección de este género, tiene un sentido elogioso y, a veces, un matiz claramente hiperbólico. “Yo, señor lector, me admiro de cuán aumentada y florida está la arte de escribir versos en España”, comenta, y, a continuación, “aunque es verdad que no me agrado del nuevo estilo de algunos”. Este Laurel de Apolo “tenía prometido -añade- a las musas de mi patria”. Y, con abierta sinceridad, manifiesta a continuación: “Alabanza son de todos”.

Doce poetisas cita, o trece, si incluimos a la Latina, pero ésta es más bien mera alusión que una inclusión sistemática, pues la gran humanista es anterior con bastante al autor. Si aceptamos a ella tendríamos que marcar la falta de Oliva Sabuco de Nantes o de las hermanas Sigea, humanistas también y también compositoras de versos, en latín y en castellano.

A las tres poetisas toledanas doña Ana de Ayala, doña Clara de Barrionuevo, y doña Isabel de Rivadeneira, citadas en el Laurel, nos queremos referir no sólo por su común raíz, sino también por la carencia de noticias biográficas. Nada sabemos de ellas sino las alusiones que Lope formula en sus admirables versos de la Silva primera: “... glorioso de mirar la bizarría / de doña Ana de Ayala, / cuya hermosura y gala / ser alma de las musas merecía”?

Frecuente son las alusiones al artificio de Juanelo, que subía las aguas del río hasta el caserío toledano, y, en este caso, exclusivamente para admirar la belleza extraordinaria de doña Ana. No contento con este inaudito ditirambo, sigue Lope con más versos, siempre dirigiéndose al Tajo: “Por ella tu ribera / es siempre primavera; / de ella aprenden las aves / números dulces que trinan suaves; / y si miras atento / a su hermosura igual su entendimiento, / admira que juntó naturaleza / a ingenio tan sutil tanta belleza”.

¿Cómo serían los versos de esta poetisa tan espléndidamente festejada? Lope cierra el Laurel en 1630: a esta pertenece la dedicatoria al Almirante de Castilla, don Juan Alfonso Enríquez de Cabrera, siendo ya el poeta capellán de Madrid. ¿Correspondería a sus años toledanos el dulce recuerdo de esta mujer, de esta doña Ana incomparable, “cuya hermosura y gala ser alma de las musas merecía”.

Lope elogia también a doña Clara de Barrionuevo: “Entre la insigne y prodigiosa escuela / de damas toledanas, / que en discreción son únicas fenices, de Barrionuevo doña Clara vuela, / pasando celestial líneas humanas, / con las plumas de versos tan felices...” Aquí son los versos los elogiados más que la hermosura de la autora, de la que -conociendo la fragilidad de Lope por la belleza femenina- debía estar no demasiado dotada, ya que se hace uso del eufemismo de la “discreción”. Es cierto que la discreción de las damas de Toledo era -y es- proverbial, pero aquí sugiere un elemental recurso de cortesía.

Por último, Lope cita en el Laurel a doña Isabel de Rivadeneira: “Si de Rivadeneira / doña Isabel escribe, / ¿Cómo la fama vive / de cuantas laureó Roma ni Atenas? / Porque sus rimas, de conceptos llenas / exceden los de Laura Terraquina, cuanto fue la toscana / divinamente humana, / y está siempre divina”.

Quizá esta dama fue la más poetisa de las tres; parece incidir Lope sobre ello, pero desgraciadamente, como sucede con las otras dos anteriores, casi nada se conserva para probar los asertos entusiastas del “monstruo de la naturaleza”. Si bien de esta poetisa conocemos el soneto “A Lope de Vega y Carpio”: “Porque tu dulce estilo caudaloso / así de los demás se diferencia, / como entre las estrellas la presencia / del sol al medio curso luminoso”. Y como dijo el Fénix a una de las poetisas toledanas: “Oh musas, esparcid cándidas flores, / que canta al dios de amor versos de amores, / y, si el cordero por canceles mira, / Dios habla, el cielo escucha, amor suspira”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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