sábado, 31 de mayo de 2008

Yeats por Arias Solis Francisco

WILIAM BUTLER YEATS
(1865-1939)

“El vino entra en la boca
Y el amor entra en los ojos.
Esto es todo lo que en verdad conocemos
Antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
Y te miro, y suspiro.”
William Butler Yeats.


LA VOZ DEL REPRENTANTE DEL
RENACIMIENTO LITERARIO IRLANDÉS

Yeats es un poeta de verdad, excelente en más de un concepto, ha sido uno de los principales sostenedores que ha tenido el renacimiento céltico y uno de los fundadores del teatro irlandés. Su labor poética es escogida, cuidadosa, de alto mérito. Yeats, quiso desde sus comienzos literarios, en 1886, revelar Irlanda a sí misma, a Inglaterra y al mundo, por medio de adaptaciones de antiguas leyendas o con poemas nuevos, de inspiración irlandesa; sus últimas obras nos lo muestran convertido en un poeta simbolista y ocultista. Yeats ha sido el máximo representante del renacimiento literario irlandés y uno de los escritores más influyentes del siglo XX.

William Butler Yeats nació en Dublín el 13 de junio de 1865 y falleció en Roquebrune-Cap-Martin , Francia, el 28 de enero de 1939. Con dos años de edad, se trasladó con su familia a Londres, donde permaneció cinco años. Estudió arte en Dublín y Londres, donde se afilió a la Sociedad teosófica en 1887, pronto se decantó por la literatura y tomó contacto con los decadentistas que se agrupaban en torno a la revista Yellow Book y asimiló su simbolismo y su musicalidad. También se sintió atraído por la religión y la magia del Extremo Oriente, afición que conservó durante toda su vida. En una de sus visitas a Irlanda conoció a la bellísima patriota irlandesa Maud Gonne, a la que amó durante toda su vida. Yeats milita en el nacionalismo y escribe hermosos libros de poemas célticos y baladas. En 1892 fundó en Dublín la Sociedad Literaria Irlandesa. Cuatro años más tarde traba amistad con la dramaturga nacionalista lady Isabella Augusta Gregory, con cuya ayuda fundó el Teatro Nacional Irlandés (1901), que a partir de 1904 se instalaría en el Abbey Theater de Dublín. Gracias a la labor de Yeats como director y autor de obras dramáticas, dicho teatro se convirtió en uno de los más importantes del mundo. En 1922, Yeats fue elegido senador del Estado Libre de Irlanda y en 1923, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

Yeats publicó su primera colección de poemas Los vagabundos de Oisin, basada en temas célticos, en 1889. Su mejor aportación en esta época a la literatura de raíces nacionalistas la constituyen los dramas La condesa de Catleen (1892), El país de nuestros anhelos (1894), Deirdre (1907). Pero el periodo más fecundo de Yeats es el de su obra de madurez y vejez. Entre las primeras destacan los volúmenes de poesía El yelmo verde (1910), Responsabilidades (1914), Los cisnes silvestres de Coole (1919) y Michael Roberts y la bailarina (1921); en ellos se trasluce una profunda evolución de su lenguaje lírico que se hace personal, vigoroso, exacto y deslumbrante, y su gran capacidad visionaria, reflejo a su vez, de la búsqueda espiritual a que le animan los estudios herméticos y teosóficos. En cuanto a su obra dramática, al principio sigue los moldes tradicionales, con temas en verso sobre la leyenda y la historia de Irlanda, pero poco a poco se van desplazando hacia el teatro experimental con máscaras, coros y un fuerte elemento litúrgico. Obras experimentales de Yeats son: Dramas en prosa y en verso (1923) y El gato y la luna (1924). En 1925 escribió el tratado Una visión, donde expresaba la íntima relación entre la imaginación poética y la realidad universal. Con La torre (1928), La escalera de caracol (1933), La luna llena de marzo (1935) y Últimos poemas (1936-1939), donde aparece el celebrado Hacia Bizancio, alcanza el cenit su poesía. Publicó también traducciones de Sófocles (1928), una polémica antología titulada Oxford book o modern verse (1936) y su Autobiografía (1938), poco antes de morir. Y como dijo el poeta irlandés: “... antes nosotros yace la eternidad, / nuestras almas son amor y un continuo adiós”.

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Gracias.

Zamacois por Arias Solis Francisco

EDUARDO ZAMACOIS
(1873-1971)

“En pocos meses el film quedó terminado. En él aparecían:
Pérez Galdós, en el jardín de su casa; Ramón y Cajal,
en su laboratorio; Jacinto Benavente, dirigiendo un ensayo;
Valle-Inclán metido en la cama, escribiendo; los inseparables
Azorín y Baroja, en la calle, ante un puesto de libros viejos;
Blasco Ibáñez en su quinta de Fontana-Rosa; Santiago Rusiñol,
en Aranjuez, pintando y navegando por el Tajo; Romero de Torres,
en su museo de Córdoba; Emilio Carrere, representando,
asistido por una bella actriz, su poesía «La musa del arroyo»;
los hermanos Álvarez Quintero, dialogando una comedia,
según hacían antes de sentarse a escribirla. Y en distintos
lugares y situaciones: Wenceslao Fernández Flórez,
Villaespesa, Hoyos y Vinent, Mariano Benlliure, Linares Rivas.”
Eduardo Zamacois.


LA VOZ DE LA LITERATURA ERÓTICA

Zamacois es, junto a Felipe Trigo, uno de los más importantes narradores de novela erótica en el primer tercio del siglo XX, sirviendo de puente entre la novela naturalista y la novecentista.

Eduardo Zamacois marcó en su evolución un notable progreso a lo largo de su prolongada vida literaria, continuada en el exilio a partir de 1939. Si la novela de su primera época mostraba la frivolidad y ligereza del llamado género sicalíptico, la de su segunda etapa dejó paso a un realismo de mayor enjundia dramática; sus personajes fueron algo más que muñecos manejados a capricho por el autor.

Eduardo Zamacois nació en Pinar del Río, Cuba, el 17 de febrero de 1873 y murió exiliado en Buenos Aires, Argentina, el 31 de diciembre de 1971. Con cuatro años de edad se trasladó con su familia a Bruselas y luego a París. Siendo un adolescente, llegó a Sevilla, de donde pasó a Madrid, estudiando en la Universidad. Abandonados los estudios se dedicó al periodismo y la literatura. En 1897 colaboró con el semanario Germinal, fue fundador de las publicaciones semanales El Cuento Semanal (1907) y Los Contemporáneos (1909), donde aparecían narraciones cortas, colaboró con las revistas El Gato Negro, ¡Ahí Va! y fue también el fundador y director de Vida Galante. Marcha a América en 1910 y recorres varios países, dos años después vuelve a España y al estallar la Primera Guerra Mundial se traslada a Paris como corresponsal de La Tribuna. Vuelve a Hispanoamérica en 1917 dando conferencias que más tarde continuó por Europa y el norte de África. En 1936 Zamacois se encontraba en Madrid, donde conoce los efectos devastadores de la guerra civil y convertido en cronista, visita los frentes próximos. Más tarde residiría en Valencia y Barcelona, en esta última ciudad, trabaja en Mi Revista, publicación periódica publicada por Eduardo Rubio, quien le edita la novela El asedio de Madrid (1938). A finales de enero del 1939, Zamacois emprende el camino del exilio, marcha primeramente a Francia, de donde consigue llegar a México y después a los Estados Unidos y Argentina, estableciéndose en Buenos Aires, donde falleció.

Con motivo del homenaje a Cervantes organizado en 1947, en el destierro, se puso a la venta Rinconete y Cortadillo, que fue la primera entrega de La Novela Española, publicación editada en Toulouse que en su presentación decía no ser “una publicación de partido, sino una revista cultural”, y haberse asegurado la colaboración, entre otros, de los siguientes novelistas exiliados: Luis Capdevilla, Antonio Espina, Alejandro Casona, Arturo Serrano Plaja y Eduardo Zamacois.

La precocidad de Zamacois le hizo publicar a los dieciocho sus primeras novelas Consuelo y La enferma (1896). Punto Negro su primer gran éxito apareció un año más tarde, y más de 60 ediciones en veinte años demostraron el favor del público. Seguidamente publicó otras muchas obras como Incesto (1900), El seductor (1902), Memorias de una cortesana (1903), o Sobre el abismo (1905). En El otro (1910) y La opinión ajena (1913), consideradas sus obras maestras, apunta un sentido de lo dramático y una hondura de los que carecían sus anteriores obras. Algunos de sus títulos posteriores: Una vida extraordinaria (1925), Memorias de un vagón de ferrocarril (1929), Los muertos vivos (1932), El delito de todos (1933) y La antorcha apagada (1935), son obras que se caracterizan por una mayor sobriedad de los asuntos. En el exilio, entre otras obras, dio unas interesantes memorias, Un hombre se va (1964) y la novela El misterio de un hombre pequeñito (1970). Y como dijo nuestro novelista: “El medio es algo que se pega al carácter como el perfume a los vestidos”.

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viernes, 30 de mayo de 2008

Fénelon por Arias Solis Francisco

FRANÇOIS FÉNELON
(1651-1715)

“La guerra es un mal que deshonra
al género humano.”
Fénelon.

LA VOZ DE UN PREDICADOR AUDAZ

El siglo XVII francés ofrece grandes figuras en la elocuencia sagrada, como las de Bossuet, Bourdaloue, Massillon y Fénelon.

Fenélon, el famoso autor de Las aventuras de Telémaco, obra de una inmensa popularidad que fue traducida a todas las lenguas y leída en francés por toda la buena sociedad de toda Europa, era un famoso predicador, pero sólo hemos conservado dos de sus sermones. Sus obras están como su persona, llenas de desenvuelta nobleza y de elegancia natural. Su inteligencia viva y variada percibe una multitud de ideas nuevas y audaces para su tiempo, siente certeramente la antigüedad helénica, toma ejemplos de las bellas artes, se interesa por la suerte del pueblo, anuncia el siglo XVIII.

François de Salignac de la Mothe, más conocido como François Fenélon, nació en el castillo de Fénelon, Perigord, el 6 de agosto de 1651 y falleció en Cambrai el 7 de enero de 1715. Perteneciente a una familia noble, realizó sus primeros estudios con un tutor privado en el propio castillo de Fénelon. A los doce años fue enviado a la Universidad de Cahors, donde estudia retórica y filosofía. Después pasó al colegio de Plessis, donde estudió teología, y desde allí, al seminario de Saint-Sulpice, ordenándose sacerdote en 1675. Dirigió el Instituto de las “nuevas católicas”, institución para la educación de jóvenes protestantes convertidas al catolicismo. Fue partidario del quietismo místico propagado por Madame de Guyon y mantuvo una gran disputa con J. Bossuet, a cuyo círculo había pertenecido. Fue preceptor del duque de Borgoña (nieto de Luis XIV y padre de Luis XV), a quien dedicó varias de sus obras, entre ellas las Fábulas (1690). En 1693 fue admitido por la Academia Francesa, y dos años después es nombrado arzobispo de Cambrai, en cuya sede acabó sus días, casi exiliado.

Entre sus obras destacan, además: Carta a Luis XIV (1694), en la que crítica la política real, Tratado para la educación de las jóvenes (1687) y la novela didáctica Las aventuras de Telémaco (1699), escrita para educar al duque de Borgoña, que es una suerte de enciclopedia de mitología y un manual de educación moral para el futuro soberano, obra que entra dentro de la modernidad por su idea de la tolerancia. Luis XIV la consideró una burla a su corte y decidió alejar a François Fenélon de su nieto desterrándole a Cambrai. Telémaco, en un largo viaje en busca de su padre, es acompañado por el sabio Mentor, que aprovecha cada circunstancia para sacar una lección práctica. Escribió también Explicación de las máximas de los santos (1697), condenada por la Iglesia, Diálogos de los muertos (1700), que reúne semblanzas sobre diversos personajes históricos, Las tablas de Chaulnes (1711) y Carta a la Academia Francesa (1714), sobre la famosa “querelle” entre antiguos y modernos, que constituye un opúsculo encantador en el que se desbordan los recuerdos de un viejo humanista, y que trata, con un espíritu independiente, del lenguaje, de la versificación, de la historia, de la poesía. Y como dijo el predicador francés: “Todas las guerras son guerras civiles, porque todos los hombres son iguales”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


La primera víctima de la guerra es la infancia. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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jueves, 29 de mayo de 2008

Musset por Arias Solis Francisco

ALFRED DE MUSSET
(1771-1832)

“Es necesario amar siempre,
aun después de haber amado”.
Alfred de Musset.

LA VOZ DEL POETA AMANTE DEL ESCANDALO

Alfred de Musset llega al campo romántico y de la poesía como la personificación de la más alegre, turbulenta, despreocupada juventud, con aires donjuanescos y alcanzando la celebridad a los veintitrés años, aplaudido y alentado por Víctor Hugo y por Charles Nodier, al principio, después por todos los románticos. Sus Cuentos de España e Italia le revelaron como poeta en 1830, un poeta amante del escándalo, pero genial.

Musset, tenga o no defectos, es de los autores románticos que se leen aún con más gusto, y en que la poesía moderna puede hallar modelos. La forma misma de sus versos ha envejecido menos que la de otros de más ruidosa fama. Musset fue, además, excelente prosista, novelista y autor dramático.

Alfred Louis Charles de Musset nació en París el 11 de diciembre de 1810 y falleció en la capital francesa el 2 de mayo de 1857. Perteneciente a una añeja y culta familia mostró, después de haber hecho brillantes estudios en el colegio Henri IV, un precoz talento para los versos, y desde los diecisiete años frecuenta El Cenáculo, célebre salón literario fundado por Charles Nodier. Mantuvo relaciones amorosas con la famosa novelista George Sand, con quien visitó Génova, Florencia, Bolonia, Ferrara y Venecia, en donde tuvo lugar la ruptura de los dos amantes. La alegre primavera de la juventud fue corta para Musset y a los treinta años le hallamos convertido en un misántropo, sea como se ha dicho, por la influencia de George Sand o por lo que fuere. Fue bibliotecario del Ministerio del Interior durante la Monarquía de Julio y destituido en 1848. Durante el Segundo Imperio fue bibliotecario del Ministerio de Instrucción Pública. En 1845 fue galardonado con la Legión de Honor y, en 1852, fue elegido miembro de la Academia Francesa.

Su gran talento se puso de manifiesto en diversos campos -en la lírica, en cuentos en verso, en dramas y en novelas-, dominando con elegante habilidad distintos estilos. Sus obras teatrales están entre lo mejor de la dramaturgia romántica francesa: graciosas, tiernas y apasionadas, con elementos burlescos y patéticos, en ellas se une una suerte de libertad volteriana con el disgusto por la vida, tan característico del momento.

Entre sus obras destacan: Cuentos de España y de Italia (1830), colección de versos, La noche veneciana (1830), su primera obra teatral, el poema Rolla (1833), La confesión de un hijo del siglo (1836), novela autobiográfica, Lorenzaccio (1834), drama histórico, obra maestra del teatro romántico, Un espectáculo en un sillón (1834), recopilación de obras teatrales destinadas a la lectura, el poema Las noches (1835-1837), “Noche de mayo” (1835), “Noche de diciembre” (1835), “Noche de agosto” (1836) y “Noche de octubre” (1837), dedicadas a sus amores con George Sand; la última de ellas y “Recuerdos” (1841) hablan del dolor que produjo en el poeta la ruptura de esta relación, y, siguiendo el ejemplo de “El lago”, de Lamartine, pide que perdure al menos el recuerdo. Sus obras de teatro se agruparon en Comedias y proverbios (1853).

Elegante, seductor, espiritual, inteligente, culto, dotado de un corazón sensible y ardiente bajo la desenvoltura del mundano y la ironía del libertino, reunía Musset las más felices dotes. Su ruptura con George Sand dejó al poeta decepcionado y deshecho. Y como dijo el poeta francés: “Amigos míos, cuando me muera / plantad un sauce en el cementerio, / amo sus ramas desconsoladas, / su palidez amada es suave / y su sombra será ligera / a la tierra en que dormiré”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


Donde mora la libertad, allí está mi patria. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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Foro Libre: Homenaje a Rosa Chacel

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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“Bien recuerdo aquel día que me diste
tu corazón de niño desvelado
y aquel en que dejaste a mi cuidado
ejércitos y estrellas, y partiste.”
Rosa Chacel.


HOMENAJE DE FORO LIBRE A ROSA CHACEL

El próximo lunes, día 2, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra de la escritora Rosa Chacel (1898-1994), con motivo del 110º aniversario de su nacimiento.

La trayectoria de Rosa Chacel comienza unida a las tendencias ensayísticas del grupo de Ortega en los años treinta., y reflejo de aquella actitud es Estación, ida y vuelta (1930). La primera obra en el exilio de Chacel es Teresa (1941), de corte biográfico y basada en la apasionada historia de la amante de Espronceda. Poco después ofrece un libro más propiamente novelesco, Memorias de Leticia Valle (1946).

El libro fundamental de Chacel es La sinrazón (1960), admirable novela en la que se pone de manifiesto su gran dominio para la profundización psicológica. También publicó un libro de memorias, Desde el amanecer (1972), reconstrucción de los diez primeros años de la vida de la autora.

Rosa Chacel nace en Valladolid el 3 de junio de 1898. Siendo por tanto de la verdadera generación que nace en el 98: García Lorca, Vicente Aleixandre, Zubiri y Dámaso Alonso. Rosa Chacel muere en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el 27 de julio de 1994. Durante su internamiento en el hospital recibe de mano de los Reyes la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 1993

La gran maestra de la aventura íntima, alumna fiel del pensamiento de Ortega y Gasset, es una de las escritoras españolas más importantes del siglo XX. Su nombre es insustituible en nuestra literatura. Pero la eterna candidata al premio Cervantes, murió convencida de que su obra no había sido entendida.


No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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miércoles, 28 de mayo de 2008

Tomás Moro por Arias Solis Francisco

TOMAS MORO
(1478-1535)

“La realidad misma enseña que se engañan
de medio a medio quienes opinan que la
indigencia del pueblo es la garantía de la paz.”
Tomás Moro.
LA VOZ DE LA UTOPÍA

Según Ferrater Mora, se llama (desde Tomás Moro que acuñó la palabra) “utopía” a toda una descripción de una sociedad que se supone perfecta en todos los sentidos. Se llama “utópico” a todo ideal –especialmente, a todo ideal de sociedad humana- que se supone máximamente deseable, pero que muchas veces se considera inalcanzable.

La obra maestra de Tomás Moro es Utopía (Lovaina, 1516), escrita en latín, narra como un navegante extraviado llega a una isla del Nuevo Mundo, Utopía, donde habita una sociedad feliz, gobernada por una legislación liberal en la que sus dirigentes son elegidos por el pueblo y en la que la riqueza, fruto del trabajo colectivo, es repartida entre todos; no hay, pues, lucha entre los hombres, y, por tanto, tampoco ejército. Basándose en la concepción del Estado perfecto de Platón, Moro propone una sociedad ideal como contrapartida y escape a su agitado mundo contemporáneo.

El humanista, político y literato inglés Tomás Moro nació en Londres el 7 de febrero de 1478 y murió en la capital inglesa el 6 de julio de 1535. Hijo de jurista, realizó sus primeros estudios en la famosa Escuela de San Antonio de Londres, sirvió como paje del arzobispo de Canterbury. Completó su formación en la Universidad de Oxford, donde adquirió una vasta cultura humanista. En 1494 regresa a Londres donde estudia derecho. Después de pasar unos años en la Orden de los Cartujos, contrae matrimonio con Juana Colt, en 1505. A la muerte de ésta, se casa con Alicia Middleton, una viuda. Tomás Moro se convierte en un famoso abogado y tras desempeñar varios cargos públicos –miembro del Parlamento inglés (1504) mientras reinaba Enrique VII, lord canciller de Enrique VIII (1529)- se enemistó con este monarca por su oposición al “Act Supremacy”, por el que Enrique VIII se convertía en cabeza de la Iglesia en Inglaterra y al divorcio del rey con Catalina de Aragón. Al año siguiente se negó también a asistir a la coronación de Ana Bolena. Acusado de alta traición por Enrique VIII es encarcelado en la Torre de Londres, condenado a muerte el 1 de julio de 1535 y decapitado cinco días más tarde.

En 1866 tuvo lugar la beatificación de Tomás Moro por el Papa León XIII y, en 1935, su canonización por el Papa Pío XI. Finalmente, Juan Pablo II, lo proclamó, en 2002, patrón de los políticos y gobernantes.

Tomás Moro fue íntimo amigo de Erasmo de Rótterdam, con quien tradujo los Diálogos, de Luciano, y de William Lyly, con quien llevó a cabo una antología de poesía griega traducida al inglés. Su obra maestra es Utopía (1516), en la cual prefiguró un Estado que consideraba ideal. Entre sus obras destacan Historia de Ricardo III (1514) y Diálogo entre el Consuelo y la Tribulación (1534), escrito en la Torre de Londres antes de su ejecución. Y como dijo el gran humanista inglés: “Un hombre puede perder la cabeza fácilmente, y, sin embargo, no sucederle por esto ningún mal”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


No se debe admitir la violencia ni siquiera contra la violenciaAviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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lunes, 26 de mayo de 2008

John Milton por Arias Solis Francisco

JOHN MILTON
(Londres, 1608-id., 1674)

“Denme la libertad, para saber, pensar, creer
y actuar libremente de acuerdo con la conciencia,
sobre todas las demás libertades.”
John Milton.

LA VOZ DEL MAR

John Milton está considerado como uno de los más grandes escritores ingleses, posiblemente solo superado por Shakespeare. Supo conciliar el sentido renacentista de la belleza con la severa moralidad del puritanismo. Su poesía es elevada, sublime y, además de poner de manifiesto una extensa cultura, revela una poderosa imaginación, ímpetu creador y un magistral dominio del verso blanco y del idioma inglés. El genio de Milton da interés a lo que al parecer había de estar desprovisto de él. Tal es su tendencia a lo sublime que engrandece cuanto toca. A ello contribuye hasta la música majestuosa de su verso libre, que desdeña la rima, lleno de ideas, de arte, de sabiduría, como él mismo era. Wordsworth dijo de él en un soneto: “Tu alma, como estrella, vivió aparte; / como la voz del mar sonó la tuya...” Y otro poeta, Russell Lowell, lo compara con Beethoven.

Sobre sus hombros descansa la literatura inglesa de unos treinta años, época que recibe el nombre de Milton, Él, sin embargo, no es el producto de ninguna escuela especial, ni la funda tampoco. Es único solitario en su grandeza. Su periodo empieza, poco más o menos, cuando empezó su producción poética en lengua inglesa, alrededor de 1629 y termina en 1660, en que tras la calamitosa guerra civil, la ejecución de Carlos I en 1649, la proclamación de la República, la rápida elevación y caída de Cromwel, llega la restauración de la monarquía de los Estuardos.

John Milton nació en Londres el 9 de diciembre de 1608 y falleció en la capital inglesa el 8 de noviembre de 1674. Era hijo de un money-scrivener, profesión en que se mezclaban entonces las de banquero y notario. Recibió sólida educación en Cambridge, de donde fue expulsado por una temporada, por faltas debida a su terco e irascible carácter. Se había propuesto entrar al servicio de la Iglesia; pero una vez obtenido el título, se retiró, a la casa de su padre en Horton (Buckinghmshire), donde profundizó en las lenguas clásicas y compuso El alegre y El pensativo (1631, ambos en italiano), de gran influencia sobre los poetas británicos del siglo XIX, la “masque” Comus (1634), primera de sus dramatizaciones sobre el conflicto del bien y del mal, y Lycidas (1637), una elegía a la muerte de un amigo. El erudito y sagaz Philarète Chasles nos dijo de Milton: “Ávido y enamorado de los estudios clásicos... desdeñoso ante las ambiciones vulgares, en lo que le sostenía su sentimiento de la dignidad personal... si odiaba toda suerte de tiranía... sus costumbres juveniles y sus gustos personales le inclinaban hacia una sociedad escogida. Republicano y calvinista por convicción, aristócrata por el pensamiento, esta mezcla produjo un fenómeno sin precedentes”.

Interrumpió un viaje posterior por Francia, Suiza e Italia y volvió a su país para participar en la lucha contra el rey. Abrió una escuela en Londres, contrajo matrimonio en 1642 con Mary Powel, en el que fue desgraciado desde el principio, por haberle abandonado su mujer, que no contaba más que diecisiete años, y en su indignación escribió violentos folletos a favor del divorcio, tales como, Doctrina y disciplina del divorcio (1643), que obtuvieron un éxito de escándalo. Otro tanto ocurrió con su apología del regicidio, cuando la ejecución de Carlos I: El ejercicio de la magistratura y el reinado (1649). Cromwel premió en 1649 su apología del regicidio de Carlos I nombrándole Secretario del Consejo de Estado para la redacción en latín de los documentos mandados al extranjero; y el Parlamento votó en su favor una subvención de mil libras esterlinas. Por entonces su vista comenzó a debilitarse, y parece haber quedado completamente ciego desde 1652, según algunos, o quizá más tarde, a pesar de lo cual continuó publicando folletos políticos en defensa de sus ideas, tales como, Aeropagítica (1644), su obra más famosa en prosa que es una apasionada defensa de la libertad de expresión, y Sobre la educación, ensayo en que Milton aboga por un sistema que combine la instrucción clásica con la formación religiosa.

Volvamos al poeta. Era aún estudiante cuando escribió su oda La mañana del nacimiento de Cristo (1629), y posteriormente Sobre Shakespeare (1630). Ya en estas composiciones, como en El alegre, El pensativo, Comus y Lycidas se notan el dominio de la forma y del lenguaje, la altura de sus ideales y sus culta inspiración. Pero nada de esto pertenece aún al período de la madurez de Milton, que va del 1660 al 1674, y en el cual figura la gran obra de su vida, el poema El paraíso perdido (finalizado en 1667), su obra maestra, que se ha convertido en un indiscutible clásico universal. Veinte años median entre su producción juvenil y la de su madurez. De este periodo son algunos de su sonetos magistrales, como el que consagró a su ceguera , que tituló Sobre su ceguera (1655).

El paraíso perdido, poema épico en verso blanco, lo comenzó Milton en 1658, cuando contaba ya cincuenta años, y no apareció hasta nueve años después, en 1667. El único poema con que puede ser comparado es con La Divina Comedia, de Dante. Es preciso hacer notar que en este poema religioso sobre la pérdida del Paraíso terrenal por el primer hombre “no hay más que de dos seres humanos como únicos personajes, y por toda acción un solo y sencillo incidente”. Compuesta de doce cantos, esta reflexión acerca de la tentación y caída de Adán y Eva se inspiró en Adamo Caduto, obra del monje calabrés Salandra publicada en el año 1647. En 1671 vio la luz otra de sus grandes obras El paraíso recobrado, y el mismo año, Sansón agonista. Milton, ciego y rodeado de enemigos victoriosos igual que el personaje bíblico al que se alude en el título, hace de él un trasunto de su reflexión ante las circunstancias que le tocan vivir. En el desgraciado fin del Sansón de la Biblia creyó ver Milton algo de su propio fin, ciego, pobre, desdichado, vencido, viendo hundirse con él los sueños de toda una vida. Sin embargo, Milton nos dejó sus libros. Y como nos dijo el poeta inglés: “Un buen libro es preciosa sangre de vida de un espíritu magistral, embalsamado y atesorado con el propósito de dar vida más allá de la vida”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla.Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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domingo, 25 de mayo de 2008

Manuel Durán por Arias Solis Francisco

MANUEL DURAN

“La última oleada de desterrados que salió de España
me interesa especialmente. Salió de su patria al triunfar
la rebelión de Franco contra la República establecida
democráticamente. En 1939 abandonaron España,
muchos para siempre, casi medio millón de españoles,
y yo fui parte de esa oleada, junto a toda mi familia,
en un largo viaje sin regreso. Todavía recuerdo
aquellos días terribles, en que dejábamos un país
bajo la dictadura franquista para pasar a una Francia
que pronto caería bajo el avance imparable de los ejércitos nazis.”
Manuel Durán.

LA VOZ REBELDE DE UN NIÑO EXILIADO

Al margen del grueso del exilio, hay que tomar en consideración aquellos que eran niños en 1939 y, por tanto, no tenían voluntad política propia. En su mayoría salieron acompañando a sus padres, aunque luego corroboraran con su libre decisión la voluntad paterna. Sin embargo, se sienten españoles, han hecho causa común con las de sus padres y muchos de ellos –por su bagaje cultural y por la importancia de su obra intelectual- han constituido una avanzadilla de la “conciencia española” en tierras americanas. Entre el grupo más importante de éstos está incluido Manuel Durán.

Manuel Durán Gili nació en Barcelona en 1925. Su padre era un ilustre abogado miembro de la Generalitat en el cargo de Procurador General de Catalunya. En 1939 su familia emprende el camino del exilio marchando primeramente a Francia. “Salir de aquel "callejón sin salida" que era la Francia de Vichy –nos cuenta Manuel Durán-, cada vez más sometida a los caprichos de los nazis, nos llevó primero de Montpellier a Marsella, y de allí a Casablanca, y finalmente a nuestro puerto de salvación, Veracruz”. Estudió en México donde algunos de sus mejores maestros fueron también exiliados españoles. Colaborador destacado de las famosas revistas del exilio español publicadas en México Las Españas, Presencia y Hoja. También colaboró en Cuadernos de Ruedo Ibérico, revista publicada en París, que desde su primer momento quiso ser “radicalmente libre y radicalmente rigurosa”. Durán obtuvo en Princeton University, con una tesis dirigida por Américo Castro, el doctorado en Lenguas y Literaturas Romances. Después de seis años de enseñanza como profesor adjunto en el Smith College, en Northampton, Massachussets, pasa a la Yale University, en 1960, de la que ha sido catedrático, jefe de estudios graduados y jefe del Departamento del Español y Portugués.

Con curiosidad intelectual desconocedora de fronteras, Manauel Durán mezcla en su abundantísima producción crítica intereses por diversas literaturas y épocas. Es poeta, aunque no se exhiba como tal. Publicó su primer libro poético Labios del presente en 1948, al que siguieron Ciudad asediada (1954), La paloma azul (1959) y El lugar del hombre (1965), en España, en 1970, La piedra en la mano, Cámara oscura (1972) y El lago de los signos (1978). Su poesía expresa la dialéctica de la vida en la ciudad. Una gran hondura, un deseo de explorar los problemas humanos –colectivos y personales- una búsqueda de innovaciones formales... caracterizan su obra. Le debemos estudios importantes sobre El superrealismo en la poesía española contemporánea (1952), La ambigüedad en el Quijote (1960), Francisco de Quevedo (1978), dos estupendas antologías de textos críticos, Lorca: A Critical Anthology (1962) y Rafael Alberti (1976) y numerosos libros misceláneos, como De Valle-Inclán a León Felipe (1974). Recientemente ha publicado un libro de gran éxito, Diario de un aprendiz de filósofo (2007).

Durán tiene el estilo de la sencillez, de la vivacidad de quien se interesa vitalmente y no sólo estéticamente, sea de Valle o de Paz. Ha leído mucho, y se le nota, como se nota el movimiento y la pasión de su prosa, la de un crítico que cuando escribe está disfrutando del hecho mismo de escribir. Y como dijo nuestro escritor que se marchó siendo un niño “ a un largo e interminable exilio”: “La gran literatura de nuestra época –lo sabemos- es una literatura rebelde. El momento privilegiado del escritor de hoy es el de la crítica y el desafío”.

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No disparar donde haya niños. Stop.
En la gloria no necesitamos más ángeles.
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sábado, 24 de mayo de 2008

Georg Brandes por Arias Solis Francisco

GEORG BRANDES
(1842-1927)

“Lo más terrible de la guerra es que mata
todo amor a la verdad.”
Georg Brandes.

LA VOZ DE UN ESPIRITU ARISTOCRATICO
EN LAS FILAS DE LA IZQUIERDAS

Georg Brandes es una figura clave, en los países nórdicos, para la renovación cultural a través de la superación del romanticismo y el nacimiento de una literatura preocupada por la problemática social. De formación hegeliana, su pensamiento se enraíza en el positivismo lógico. El literato e historiador danés está considerado como uno de los críticos más inteligentes de su época.

Georg Brandes nació en Copenhague el 4 de febrero de 1842 y falleció en su ciudad natal el 19 de febrero de 1927. De familia judía, inició los estudios de derecho en la Universidad de Copenhague, estudiando posteriormente filosofía y estética. Graduándose en esta última en 1864, de la que se doctoró en 1870 con La estética francesa de nuestros días. Impartió clases en la Universidad de Copenhague pero al ser rechazado para el puesto de profesor de Estética por las autoridades universitarias por su origen judío y su ateismo, Brandes se marchó a Berlín en 1872, donde permaneció cinco años. A su regreso a Dinamarca dio clases particulares. Al acceder el poder el Partido Liberal fue nombrado profesor de Estética en 1902, puesto que ocuparía hasta su muerte.

De Brandes puede decirse que si bien su país le admiraba, ciertamente no le amaba, o, cuando menos, no como amó a Andersen. Brandes es un crítico, un filósofo, un pensador, descendiente de judíos portugueses, con cualidades propias de éstos, que resultó profundamente antipático para algunos, por ser hombre de lucha, removedor de grandes ideas de las que más preocupan a la humanidad, propagandista de una libertad de pensamiento que atacaba los cimientos de toda religión. Pero por encima de todo esto, que, al fin, no le condujo más que a labrar enemistades entre los poderosos de su época, es un crítico literario todo agudeza, sagacidad y abundante erudición. Es una de esas figuras europeas para quienes resultan estrechos los límites de la propia nacionalidad. No hay obra de Ibsen que no haya sido juzgada inmediatamente a su aparición por la pluma de Brandes, y la opinión de éste solía ser casi siempre la más seguida. Nietzsche consideró a Brandes un digno interprete de su filosofía. Autor de una imponente obra crítica, entre la cual destaca particularmente una serie de conferencias que dictó y luego publicó bajo el título Las grandes corrientes de la literatura en el siglo XIX (1872-1890). Son, en su conjunto, una brillante exposición de la nueva ideología artística reflejada en la literatura europea, que ejerció una gran influencia en su país y en el resto de Europa. Esta obra le creó numerosos admiradores y también muchos enemigos. Como él mismo dijo, “contiene un trozo de la historia del alma europea, y su fondo es político, no literario”.

Donde tuvo más enemigos fue, precisamente, en ese campo filosófico, social y político. Se le tuvo unas veces por socialista, otras por anarquista, a él, que era más bien un espíritu aristocrático, y siempre por revolucionario, no sin razón, aunque afirmara que la política le era indiferente y que nunca había tomado parte en sus luchas. Sin embargo, la Iglesia, la prensa y la universidad, todos vieron en él a un enemigo, y tan impopular le hicieron que, cansado de la lucha con los que se oponían al triunfo de las nuevas ideas por su pluma defendidas, las positivistas de Taine y Stuart Mill, abandonó su país más de una vez, profundamente disgustado, y se fue a Alemania, como hemos dicho, donde contrajo matrimonio, residió algunos años y se dedicó al estudio de la lengua alemana, para hablar y escribir en ella de modo perfecto, contribuyendo, al par que su propia gloria, a la de personalidades como Nietzsche, Ibsen, Björnson, etc.

Brandes escribió además La literatura de los emigrados (1872), La escuela romántica en Alemania (1873), La reacción en Francia (1874), El naturalismo en Inglaterra (1875), La escuela romántica en Francia (1881), La joven Alemania (1890), así como una serie de biografías de personajes por los que sentía admiración (William Shakespeare, Friedrich Nietzsche, Goethe, Miguel Ángel, Voltaire).

Con los años, Dinamarca acabó por apreciarle casi tanto como otros países que no eran el suyo, y él volvió a residir en Copenhague, rodeado de una pequeña corte de admiradores, condecorado por el rey con la medalla de oro por el mérito a los setenta años; pero tristemente convencido de que la juventud (como antes los viejos), no estaba con él, que iba más lejos o más cerca, y entre tanto le dejaba sólo, en el orgulloso retiro de su cuarto de estudio, materialmente tapizado de libros, proclamando que él, incrédulo en tantas cosas esenciales, no creía en la democracia, ni en la ley de las mayorías, sino en las aristocracias y en los genios, únicos impulsores; pero que, a pesar de todo, era un escritor que figuraba y figuraría siempre en las filas de las izquierdas. Brandes ya nos había dicho en 1884: “Y no quiero servir a la democracia, porque no soy demócrata; sin embargo, quisiera servirme de la democracia en provecho del pueblo”.

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viernes, 23 de mayo de 2008

Andersen por Arias Solis Francisco

HANS CHRISTIAN ANDERSEN
(1805-1875)

“Algo de esa extraña fuerza ejerció el cementerio
protestante de Málaga sobre mí. Llegué a comprender
por qué un lunático inglés se había quitado la vida
para que lo enterrasen en este lugar. “
Hans Christian Andersen.

LA VOZ DE LOS CUENTOS POPULARES

Andersen es un exponente del romanticismo en su país y el escritor danés más conocido universalmente, gracias a la serie de Cuentos que publicó y que constituyen su mejor obra. El lector español ha intimado con ellos en traducciones a nuestro idioma que le permite apreciar las dotes de fantasía, ingenuidad y gracia del autor. A ellas se añade una gran sensibilidad en las numerosas poesías que publicó. Aunque dedicados en principio a los niños, muchas de sus narraciones tienen múltiples facetas y dobles sentidos que sólo pueden ser apreciados por los adultos.

Hans Christian Andersen nació en Odense el 2 de abril de 1805. Hijo de una familia muy humilde, su padre era un pobre zapatero que murió siendo él niño. Entonces su madre que era lavandera lo mandó a Copenhague, donde luchando con grandes dificultades, intentó ser cantante de ópera y bailarín. Logró la protección de los músicos Christoph Weyse y Siboni, del poeta Frederik Hoegh Gulberg, y de Jonas Collin, director del Teatro Real, lo que le permitió instruirse. Tuvo una formación principalmente autodidacta y sus lecturas de Goethe, Schiller y Hoffmann dejarán una profunda huella en su alma. Federico VI se interesó por Andersen y le envió durante algunos años a la escuela Slagelse. En 1828 obtuvo el título de bachiller e ingresó en la Universidad de Conpenhague. Viajó por diversos países, entre ellos Alemania, Francia, Italia, Grecia, Turquía, España y el Reino Unido. En este último país trabó amistad con Charles Dickens. En 1844 Andersen nos contó: “Hace veinticinco años llegué con mi atadito de ropa a Copenhague, un muchacho desconocido y pobre, y hoy tomé chocolate con la Reina”. En 1866 le fue concedido por el rey de Dinamarca el título honorífico de Consejero de Estado y al año siguiente fue declarado Ciudadano ilustre de su ciudad natal. Hans Christian Andersen falleció en Copenhague el 4 de agosto de 1875.

Andersen siendo aún estudiante, llamó la atención por las poesías que publicaba, y ya, desde entonces, no cesó de producir, con general aplauso. Su primer éxito fue su cuento fantástico Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager (1828-1829), Hablar de la literatura danesa y no mentar a Andersen es hoy imposible. Se le admira y sobre todo se le quiere por su gran ternura.

Conocido como escritor para niños, fue también autor de epigramas y poemas de corte patriótico, de los libros de viaje En Suecia (1851) y En España (1863), de las novelas El improvisador (1835), O.T. (1836) y Tan sólo un violinista (1837), de las piezas teatrales El mulato (1840) y Los sueños de un rey (1844), y del libro autobiográfico La verdadera historia de mi vida (1855). No obstante, su reconocimiento dentro de la historia literaria se debe casi exclusivamente a sus cuentos, inspirados en la tradición popular, con los que obtuvo un reconocimiento internacional. En ellos alcanza un perfecto equilibrio entre el mundo de la realidad y el de la fantasía, mezclando personajes de la vida cotidiana con héroes míticos, animales y objetos inanimados. Publicó varios volúmenes entre 1835 y 1872. Muchos son relatos folklóricos reelaborados, otros son biográficos como Ella no servía para nada, La pequeña vendedora de fósforos o Los dos hermanos. Los títulos más famosos son, entre otros: Nicolasín y Nicolasón, La colina de los elfos, Las zapatillas rojas, La sirenita, El ruiseñor, La aguja de remendar, El traje nuevo del emperador, que recuerda a El retablo de las maravillas, de Cervantes, El patito feo, El soldadito de plomo, La sombra, La reina de las nieves y El sastrecillo valiente

Las fábulas, mitos, alegorías y parábolas son corrientes en la mayoría de sus cuentos, que, en general, destacan por el peculiar modo narrativo, por la aparente ingenuidad estilística y por la manera de dirigirse a los lectores. Y como nos dijo el escritor danés: “La vida es un cuento de hadas escrito por el dedo de Dios”.

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Nerval por Francisco Arias Solis

EN EL II CENTENARIO DE GERARD DE NERVAL
(1808-1855)

“La nieve reina en lo alto de sus picachos vírgenes,
y me han dicho que son las osamentas blancas
de los antiguos montes roídos por el diluvio.”
Gérard de Nerval.

LA VOZ DEL PRECURSOR DEL SURREALISMO

A los veinte años, Nerval publicó una notable traducción del primer Fausto de Goethe y comenzó a frecuentar a los autores románticos alemanes, por los que se sentía especialmente atraído. De la colección de poesías del Intermezzo lírico de Heine, traducido por Nerval en 1848, escribió el poeta francés, en la Revue des deux mondes, el mayor elogio que poeta alguno pudiera desear: “Ni los griegos, dijo, ni los romanos, ni Mimnermo, que la antigüedad creía superior a Homero, ni el dulce Tibulo, ni el ardiente Propercio, ni el ingenioso Ovidio, ni Dante con su platonismo, ni Petrarca con su concetti, han escrito nada que se le iguale. Para encontrar algo análogo habría que remontarse al Cantar de los Cantares, a la magnificencia de las inspiraciones de Oriente”. Nerval colaboró de manera especial a la introducción del romanticismo alemán en Francia. La obra de Nerval, plena de elementos oníricos y simbología hermética, le convierten en precursor del surrealismo, al que, precisamente, cita André Breton, en el “Primer Manifiesto Surrealista “ (1924), “Efectivamente –escribía el principal promotor del surrealismo-, parece que Nerval conoció a maravilla el espíritu de nuestra doctrina, en tanto que Apollinaire conocía tan sólo la letra”.

Es muy probable que Rosalía de Castro conociera el Intermezzo heineano por medio de la traducción francesa de Nerval, antes de que Eulogio Florentinos Sanz publicara los primeros poemas heineanos en versión castellana (1857), y muy posiblemente fuera ella quien proporcionara a Bécquer la traducción francesa de Nerval.

Gérard de Nerval, pseudónimo de Gérard Labruine, nació en París el 22 de mayo de 1808 y falleció en la capital francesa el 26 de enero de 1856. Hijo de un médico militar, cuando su padre estaba prisionero de los alemanes, su madre que le acompañaba en la campaña militar, falleció de meningitis en 1810, quedando Nerval a cargo de su tío abuelo materno, transcurriendo su infancia en el campo de Valois. Enviado a París, estudió en el colegio Carlomagno donde se apasionó por la literatura alemana. Trabajó en diversos oficios: periodista, aprendiz de imprenta, ayudante de notario. En 1834 realizó un viaje a Italia y a su regreso se enamoró de la actriz Jenny Colon, con quien se casaría en 1838. A partir de 1841 sufrió trastornos mentales, que aumentarían después de la muerte de su esposa en 1842, teniendo que ser ingresado varias veces. Emprende un viaje por Oriente que le servirá como material periodístico y literario. Posteriormente realiza viajes a Bélgica, Holanda, Londres y Alemania. El 26 de enero 1855, tras salir de uno de sus frecuentes internamientos, agobiado por las deudas y su enfermedad mental, se ahorcó de una farola de la calle Vielle Lanterne de París. “Y se fue peguntando: ¿Para qué habré venido?” , como él nos había dejado dicho.

En colaboración con Alejandro Dumas (padre) escribió varias obras dramáticas: El alquimista, la tragedia en verso Calígula, Piquillo (1837) y Leó Burckart (1839). Fue gran amigo de Théophile Gautier y Víctor Hugo. En Inglaterra conoció a Charles Dickens.

Su obra más profunda e inquietante fue escrita en los últimos años de su vida. Entre sus libros destacan: Viaje a Oriente (1851), Los Iluminados, o los precursores del socialismo (1852), Pequeños castillos de Bohemia (1852-1853), Las quimeras (1854), recopilación de sonetos, Las hijas del fuego (1854), cuyo relato más famoso, Silvia, expresa la añoranza por la madre muerte cuando tenía dos años, La bohemia galante (1855) y Aurelia o el sueño y la vida (1855), inacabado, y considerado como el punto de partida del surrealismo. Y como dijo el poeta francés: “Mi única estrella ha muerto y mi laúd lleva el sol negro de la melancolía”.

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jueves, 22 de mayo de 2008

Anna Seghers por Arias Solis Francisco

ANNA SEGHERS
(1900-1983)

“En todos los idiomas del mundo se escribe
y se dice que ante Madrid no se lucha solamente
por la libertad de España, sino por la libertad del mundo entero.”
Anna Seghers.

LA VOZ DE UNA ALEMANA EXILIADA

Anna Seghers, participante en el II Congreso de Escritores, pronunció estas palabras: “No hacemos aquí más que dar las gracias a los que luchan; a estos amigos que en la Alemania de Hitler exponen a diario sus vidas como los soldados ante Madrid, estos alemanes que con todos los medios a su alcance luchan en la ilegalidad, bajo el terror de Hitler, contra la intervención nacionalsocialista”. La propia novelista alemana fue una de las víctimas del terror de Hitler al tener que emprender el camino del exilio.

Anna Seghers, seudónimo de la escritora alemana Netty Reiling, nació en Maguncia el 19 de noviembre de 1900, en el seno de una familia judía acomodada. A los 19 años se matriculó en la Universidad de Heidelberg, donde se doctoró con la tesis sobre los judíos y judaísmo en la obra de Rembrandt. La elección de su seudónimo se debe al pintor y grabador holandés Hércules Seghers, un contemporáneo de Rembrandt. En 1925 se casó con el sociólogo húngaro László Radványi. Tres años más tarde ingresa en el Partido Comunista Alemán (KPD) y en la Asociación de Escritores Proletario-Revolucionarios. Viaja por primera vez a la Unión Soviética en 1930. Tras la toma del poder por los nazis, fue detenida por la Gestapo en 1933 y sus libros fueron prohibidos y quemados. Una vez puesta en libertad, pudo huir a Suiza, de donde se trasladó a París. Participó en el II Congreso de Escritores convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas, que reunió en Valencia, en julio de 1937, a José Bergamín, Corpus Barga, Antonio Machado, Pablo Neruda, Fernando de los Ríos, Ramón J. Sender,Vicente Huidobro, Carlos Pellicer, Octavio Paz, Elena Garro, Nicolás Guillén, Iliá Ehrenburg, Bertolt Brecht, Heinrich Mann, André Malraux, Louis Aragon, Alejo Carpentier, César Vallejo, Rafael Dieste, Rafael Alberti, John dos Passos, Julien Benda, Martín Andersen-Nexö, Stephen Spender, Tristán Tzara, Emilio Prados, María Teresa León, Arturo Serrano Plaja, Juan Gil-Albert, Herrera Petere, Lorenzo Varela, Miguel Hernández, Ramón Gaya, Juan Marinello, Ludwig Reen, André Chamson, Jef Last, Malcolm Cowley, Feedor Kelyin, etc. “Serrano Plaja nos mostró a Ludwig Renn –nos cuenta del Congreso la escritora mexicana Elena Garro, esposa de Octavio Paz-, un hombre alto, flaco, de gafas, rodeado de otros personajes, entre los que se encontraba Anna Seghers, con aire de institutriz bondadosa. A los dos los volví a ver en México...“ Con la toma de París por las tropas alemanas el marido de Seghers fue internado en el campo de concentración Le Vernet, mientras que ella consiguió huir al sur de Francia. En 1941, desde Marsella intentó conseguir la liberación de su marido mientras preparaba el viaje para México, país donde residió hasta 1947. En México participó en la dirección del movimiento “Alemania Libre”, fundó y presidió el club antifascista “Heinrich Heine” y publicó su obra más famosa La séptima cruz, que fue llevada al cine por Fred Zinnemann en 1944. En 1947 regresó a Alemania, estableciéndose en Berlín Oriental, en ese año recibió el Premio Georg Büchner y cuatro años más tarde el Premio Nacional de la República Democrática Alemana. Desde 1952 hasta 1978 fue la presidente de la Federación de Escritores de su país y en 1981 se le otorgó la Ciudadanía de Honor de su ciudad natal. Anna Seghers murió en Berlín el 1 de junio de 1983.

La obra de Anna Seghers es fundamentalmente antifascista y se mueve dentro de los moldes del “realismo socialista”, con un estilo directo y una gran diversidad narrativa. Inició su carrera literaria con la novela documental La rebelión de los pescadores de Santa Bárbara (1928), más tarde publica Los compañeros (1932), dándose a conocer internacionalmente con La séptima cruz (1942), basada en los campos de concentración de la Alemania nazi, le siguen las novelas Tránsito (1948), Los muertos no envejecen (1949), ambientada en el periodo de entreguerras, La decisión (1959), Extraños encuentros (1973) y el volumen de narraciones La fuerza de los débiles (1965). Escribió también ensayos recogidos en Sobre Tolstoi (1962) y Sobre Dostoievski (1962). Sus poemas fueron recogidos en un volumen en 1974.

Anna Seghers es una de las novelistas alemanas más importantes del pasado siglo que en nuestro país lamentablemente sigue siendo poco recordada. Y como dijo la novelista: “No olvidemos tampoco a aquellos que tan fácilmente se olvidan: los sin nombre”.

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Foro Libre: Homenaje a Juan Ramón Jiménez

FORO LIBREASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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“Eres eterno, amor,
como la primavera.”
Juan Ramón Jiménez


HOMENAJE DE FORO LIBRE A JUAN RAMON JIMÉNEZ

El próximo lunes, día 26, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez (1881-1958), con motivo del 50º aniversario de su muerte.

Poeta de gran originalidad, hondo sentimiento y suma delicadeza, constituye el nudo de enlace entre el modernismo, de fin de siglo, en que se formó, y la generación de la llamada “poesía pura” que comienza con él, su verdadero creador y maestro. Su primera época, que abarca de 1900 a 1916, se caracteriza por el predominio de lo musical, unido a un sentimiento melancólico refinado que se encuadra en formas métricas preferentemente octosilábicas. Muestra de esta primera época son Jardines lejanos, Elejías puras, Baladas de primavera, Poemas májicos y espirituales y Sonetos espirituales, sin olvidar la exquisita prosa poética del célebre libro Platero y yo.

El poeta onubense se casó con Zenobia Camprubí el 2 de marzo de 1916, en la iglesia católica de Stephen (Nueva York). Eternidades (1917) se llamó el libro del que fue prólogo el Diario de un poeta recién casado. Dedicado sencillamente “A mi mujer”, lleva un lema “Amor y poesía de cada día”.

La segunda época comienza con la publicación del Diario de un poeta recién casado, su poesía se hizo cada vez más esencial, más pura en su contenido, Eternidades, Piedra y Cielo, Segunda antolojía poética, Sucesión, Presente, y Ciego antes ciegos, jalonan la segunda época de este gran poeta.

Juan Ramón nunca disimuló sus simpatías por la República. El 22 de agosto de 1936, abandonó, con su esposa España, país al que ya no regresaría. Su poesía se torna cada vez más espiritual, más íntima, en el camino hacia un simbolismo místico. En 1956 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Tres días más tarde (28 de octubre) moría su esposa Zenobia. El jurado del Premio considera “su pureza lírica, que constituye en lengua española un ejemplo de alta espiritualidad y de pureza artística” . Y se añade a continuación: “al recompesar a Jiménez, representante de la gran tradición lírica de España, la Academia Sueca ha querido coronar igualmente a Antonio Machado y a Federico García Lorca”. En 1955, en la Universidad de Puerto Rico, se instaló una sala-museo que llevaría por nombre Zenobia-Juan Ramón. Juan Ramón Jiménez falleció en San Juan de Puerto Rico el 29 de mayo de 1958. Fiel a su lema: “Yo he sido, soy y quiero ser hasta mi final, un hombre libre”.


No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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miércoles, 21 de mayo de 2008

Vigny por Francisco Arias Solis

ALFRED DE VIGNY
(1797-1863)

“Ciudadano verdaderamente libre es aquel
que no depende de los gobiernos ni les debe nada.”
Alfred de Vigny.

LA VOZ DE UNO DE LOS PADRES DEL TEATRO ROMANTICO

Alfred de Vigny es uno de los del romanticismo francés que figuró al lado de Lamartine y de Víctor Hugo, como poeta; de Hugo y de Dumas (padre) como uno de los tres fundadores de la novela histórica y del drama moderno; aunque no tiene fuera de Francia la popularidad de sus compañeros. Su producción poética no muy abundante, pero sí muy escogida, está llena de natural distinción y de elevación moral. Mas donde Vigny procuró triunfar en seguida fue en el teatro, con una traducción del Otelo de Shakespeare (a la cual puso un prólogo que, junto con el de Cromwell, de Hugo, contiene toda la teoría del drama romántico) y con el drama original Chatterton. Al mismo tiempo que obtenía ruidosos éxitos con las publicación de sus novelas históricas.

Alfred Victor de Vigny nació en Loches el 27 de marzo de 1797 y falleció en París el 17 de septiembre de 1863. Perteneciente a una familia noble y de tradición militar; él mismo siguió también la carrera de las armas, que le iba a decepcionar, pues prácticamente solo conoció la monotonía de la vida de los cuarteles. En 1823, al no poder marchar a España con los Cien Mil Hijos de San Luis, el capitán Vigny se planteó abandonar el ejército, lo que se hizo realidad a finales de 1924. Al año siguiente, contrajo matrimonio con la joven inglesa Lydia Bunbury, que a los pocos años quedó casi inválida.

A pesar de su estirpe noble, que ya la le había hecho sufrir durante su juventud en la época del Imperio, se ilusionó por el liberalismo, y apoyó el derrocamiento de Carlos X en la revolución de julio de 1830. Viendo frustradas sus ilusiones, se consagró a la literatura, pero toda su obra se verá impregnada de amargura. Conoce a la actriz Marie Dorval que se convierte en su amante. En 1845 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Desde su nobleza, tradicionalmente partidaria de la monarquía, evoluciona hacia el republicanismo. Incluso, se presenta como diputado en las elecciones posteriores a la revolución de 1848, pero sufre una nueva decepción. Terminó sus días solitario y amargado, dedicándose nuevamente a la poesía, que será publicada después de su muerte.

Alfred de Vigny compuso poemas siendo aún militar en 1816; dedicó también gran parte de su tiempo a la lectura, sobre todo de la Biblia y de algunos escritores románticos como Chateaubriand y Byron. En 1820 frecuentó El Cenáculo, célebre salón literario fundado por Charles Nodier, al que acudían los jóvenes escritores románticos, y Vigny empezó a publicar sus poemas en revistas. Se dio a conocer con el poema Eloa o la hermana de los ángeles (1824) al que siguió, en 1826, Poemas antiguos y modernos, ampliado en 1837. Alcanzó la madurez poética con el libro Los destinos, comenzado en 1838, escrito durante el resto de su vida y publicado póstumamente en 1864, que revela, como el también póstumo Diario de un poeta (1867), una visión del mundo pesimista y estoica. Considerado uno de los principales líricos del romanticismo francés, en su producción en prosa destacan la novela histórica Cinco de marzo (1826), Stello (1832) y el libro de relatos de trasfondo autobiográfico Servidumbre y grandeza militares (1835), en donde la prosa de Vigny se acerca a sus mejores composiciones poéticas. Como dramaturgo, contribuyó a fijar las características del teatro romántico con La mariscala de Ancre (1831), Escapar del miedo (1833) y Chatterton (1835), su obra maestra, que es un drama en tres actos y en prosa, quizás inspirado en un hecho real. Es la historia de un poeta, amargado ante la incomprensión de la sociedad que lo rodea, que acaba por suicidarse. Y como dijo el genial escritor francés: “Sólo el silencio es grandioso; todo lo demás es debilidad”.

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martes, 20 de mayo de 2008

Alfieri por Arias Solis Francisco

VITTORIO ALFIERI
(1749-1803)

“Opiniones, todas las que se quieran; ofensas a las personas,
ninguna, respeto a la moral y a las buenas costumbres, siempre.
Estas han sido y serán mis únicas leyes; ninguna otra
se puede admitir ni se debe respetar.”
Vittorio Alfieri. .

LA VOZ DEL APÓSTOL DE LA LIBERACIÓN DE ITALIA

Alfieri es el grande y, sobre todo, elocuente, poeta nacional de la Italia nueva, unificada, libre que odia la opresión extranjera. Autor de transición entre el clasicismo y el romanticismo, en la historia de las letras italianas ocupa un puesto de honor, especialmente en el ámbito de la literatura dramática y por su patriotismo se convirtió en estandarte del movimiento de independencia italiano (Risorgimento). De sus tragedias se ha dicho que serán siempre, después de la Divina Comedia, el más grande monumento de la poesía verdaderamente civil, y esto no lo dice un crítico sólo: son legión los que lo repiten. Su influjo fue grande en otro tiempo: no sólo fue poeta trágico, sino lírico y notable satírico. No hay más que empezar a leer una de sus obras para comprender en seguida, por la alteza y el vigor del estilo, que nos hallamos frente a una figura de las de primera fila, ante un poeta y un buen escritor. La posteridad le ha llamado hijo y discípulo de Dante. Su influencia en España fue considerable hacia finales del siglo XVIII y, sobre todo, especialmente durante el trienio liberal. Roma libre fue representada y publicada en Cádiz en 1812 para celebrar la promulgación de la nueva Constitución.

Vittorio Alfieri nació en Asti, Piamonte, el 16 de enero de 1749 y falleció en Florencia el 8 de octubre de 1803. Perteneciente a una familia noble y de gran fortuna, estudió en una academia militar de Turín y realizó viajes por toda Europa durante los que descubrió su ideal de libertad política (en Inglaterra). “Me ha sublevado siempre el tener que someter mis obras a la censura antes de darlas a la estampa –escribiría en su autobiografía-, no porque yo crea que se debe imprimir todo lo que se escribe, ni lo quiera tampoco, sino porque he adoptado por completo la ley de Inglaterra y a ella me atengo; no he escrito nunca nada que no se pudiese publicar libremente y sin censuras para el autor en la verdaderamente libre Inglaterra”. En 1772 regresó a Turín, donde comenzó a escribir sus tragedias. Cuatro años más tarde se trasladó a Florencia para estudiar el italiano más puro que se hablaba en la provincia de Toscana, ya que él hablaba francés, el idioma de las clases dirigentes de Turín. En Florencia conoció a Louise de Stolberg, condesa de Albania, que se convirtió en su amante.

Escribió unas veinte tragedias en las que exalta, principalmente; el patriotismo y el amor a la libertad, pero con una fórmula clásica tanto en el tratamiento de sus temas como en el acatamiento de las unidades. Se citan entre las más notables Cleopatra (1775), Orestes, Antígona, Agamenón; La conjuración de los Pazzi (1777-1789), María Estuardo, Felipe II, Saúl (1782) y su obra maestra Mirra (1782-1786), en la que trata el tema del incesto. Se hace menester mencionar sus libros en prosa De la tiranía (1789) y El príncipe y las letras (1801). Escribió también Rimas (1789) y su célebre autobiografía Vida (1804), de publicación póstuma. Tradujo en verso las comedias de Terencio y la Eneida de Virgilio.

Reina en sus tragedias un espíritu de libertad, un odio a los tiranos, un culto a la energía que hicieron saludar en Alfieri a “el intrépido alóbroge”, al apóstol de la liberación de Italia, a la que quiso dar un teatro digno de ella. Y como dijo el poeta dramático italiano: “No alabemos más que aquello que enseña a ser mejor”.

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lunes, 19 de mayo de 2008

Ruiz-Funes por Francisco Arias Solis

MARIANO RUIZ-FUNES GARCIA
(1889-1953)

“Los sucesos, con velocidad emocionante,
van afirmando, por momentos, el triunfo
de la libertad en el mundo.”
Manuel Ruiz-Funes

LA VOZ DE UN BRILLANTE PENALISTA

Al recordar a Mariano Ruiz-Funes, uno de los grandes penalistas españoles, evocamos también el testamento poético de León Felipe: ¡Oh, este viejo y roto violín! Esa inolvidable elegía que es casi una “letanía” hecha con los nombres de tantos y tantos caídos en el destierro: “Piedras recogidas / en las sepulturas de los grandes españoles / desterrados y enterrados en el destierro... / Piedras elegíacas ... / ¡Oh Moreno Villa / te debo una elegía! / Y a vosotros también, amigos ilustres: / Altamira, / Canedo, / Barnés (Domingo, Francisco, Paco), / Castrovido, / Albornoz, / Pío del Río Hortega, / Miguel Prieto, /José Oteiza, / José Andrés, / Ruiz Funes...”

Hombres maduros, los profesores universitarios españoles no se arredraron ante su incierto futuro, que les ofrecía la muerte en el destierro como perspectiva ineluctable y mantuvieron una posición dignísima acorde con su ideología política, sin claudicaciones ni desviaciones, por más que la solución española, al finalizar la guerra mundial, no les trajera esperanzas de retorno a la patria.

Mariano Ruiz-Funes García nació en Murcia, el 24 de febrero de 1889 y falleció en México en 1953. Estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid, donde se licenció en 1909, doctorándose tres años más tarde con Premio Extraordinario, con la tesis “El derecho consuetudinario en la huerta y el campo de Murcia”. Ejerció por poco tiempo la abogacía y más tarde se dedicó a la enseñanza como profesor de Derecho Penal en la Universidad de Murcia, en la que fue catedrático desde 1925, siendo decano de la Facultad de Derecho y vicerrector de la Universidad. En 1927 recibió en Turín el prestigioso premio Lombroso, por su obra, Endocrinología y criminalidad (1927).

Vinculado al republicanismo, primero en Acción Republicana, y, en 1934, en Izquierda Republicana, fue elegido diputado en 1931 por Murcia, perteneciendo a la Comisión Constitucional redactora del la Constitución de 1931. Vuelve a la enseñanza universitaria, durante el Bienio Negro Republicano, siendo elegido nuevamente diputado por Vizcaya en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Azaña le encomendó el Ministerio de Agricultura, pasando a hacerse cargo, después de la rebelión militar de julio, del Ministerio de Justicia en el Gobierno de Largo Caballero hasta noviembre de 1936. Posteriormente fue nombrado embajador, primero, en Polonia y, después, en Bélgica, hasta que al finalizar la guerra, emprendió el camino del exilio a México, donde fue catedrático de Derecho Penal en la Universidad Nacional Autónoma y en la Universidad de Xalapa. Durante su exilio dio cursos ocasionales en la Universidad de Montevideo y fue catedrático honorario de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos en Lima y profesor honorario de la Universidad Autónoma de El Salvador.

Destacaremos, entre sus obras, Endocrinología y criminalidad (1927), El derecho penal de los Soviets, Tres experiencias democráticas de legislación penal, Actualidad de la venganza (1943), El delincuente y la justicia (1944), Evolución del delito político (1944) Criminología de guerra (Premio Afranio Peixoto en Brasil en 1947), Criminalidad de los menores y La crisis de la prisión.

En noviembre de 1947 se celebró la Conferencia de la UNESCO en México, acordando su Comité Ejecutivo admitir en las reuniones como invitado de honor, a la República Española, y el Gobierno republicano en el exilio, a propuesta de la Unión de Intelectuales Españoles, designó una delegación para la Conferencia compuesta, entre otros, por Benjamín Jarnés, José Moreno Villa, Isabel de Palencia y Mariano Ruiz-Funes.

Ruiz-Funes formó parte de la Junta Directiva del Grupo de la Unión de Profesores Universitarios Españoles en el Extranjero y fue uno de los firmantes de la célebre Declaración de La Habana, en cuya Universidad se celebró en 1943, la Primera Reunión de Profesores Universitarios Españoles. Ruiz-Funes fue también colaborador de la importante revista del exilio español Las Españas.

Terminaremos esta breve semblanza del ilustre penalista español, con las palabras de su hija Concha Ruiz-Funes, profesora de Historia: “Para mis padres el exilio fue una vida muy dura. Él nunca se adaptó, y se le restituyó como catedrático en 1951, dos años antes de morir. ¿Cómo me siento? A veces tengo dudas, pero a todos los efectos soy mexicana. ¿El exilio? Para España no significa nada, porque nunca se ha ocupado del exilio”.

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Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.
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domingo, 18 de mayo de 2008

Thomas Macaulay por Arias Solis Francisco

THOMAS BABINGTON MACAULAY
(1800-1859)

“Somos libres, somos civilizados, lo que vale de poco,
si impedimos a cualquier fragmento de la raza humana
de participar en igual medida de la libertad y la civilización. “
Thomas Macaulay.


LA VOZ DEL MAS GRANDE HISTORIADOR BRITANICO

Thomas Macaulay fue principalmente historiador, pero, además crítico, poeta y político, ocupando como tal altos cargos. Su claro y ameno estilo parece más bien el de un orador que quiere ser entendido y saboreado por todo el mundo, y, efectivamente, a todos se impuso. Fue no sólo famoso, sino casi popular, en su país y en el extranjero; pero cuanto mayor el aplauso que obtuvo en vida, mayor ha sido el poco aprecio, y aun podría decirse el olvido, en que se le tiene hoy, llamándole “el gran apóstol de la burguesía “.

Thomas Babington Macaulay nació en Rothley Temple, Leicestershire, el 25 de octubre de 1800 y falleció en Londres el 25 de diciembre de 1859, siendo enterrado en la Abadía de Westminster. Hijo de un gobernador colonial abolicionista, comenzó, antes de los diez años de edad, a escribir una historia universal. Estudió en Trinity College de Cambridge y en 1826 se licenció en leyes. En 1830 fue diputado por el partido liberal, destacando sus discursos sobre la reforma parlamentaria y la exclusión de los judíos en el Parlamento, también defendió el proyecto de ley para la abolición de la esclavitud. Fue asesor jurídico del Consejo Supremo de la India y residió en Calcuta varios años. Fue secretario del Ministerio de la Guerra (1839-1841) y tesorero del ejército (1846-1847). En 1849 fue elegido lord rector de la Universidad de Glasgow.

Entró en el mundo literario con un famoso ensayo sobre John Milton publicado en 1825 en la Edinburg Review; sus colaboraciones en esta revista se recogerían en Ensayos críticos y literarios, destacando entre estos últimos, los referentes a Milton y a Byron. En 1842 se presentó como poeta con su libro de poemas, Lais de la antigua Roma, de estilo vigoroso y carácter dramático. Empezó la publicación de su Historia de Inglaterra desde la ascensión de Jacobo II (1849-1861:5 vols.), donde hace una exposición popular de la historia inglesa desde 1688 hasta la muerte de Guillermo III, que fue acogida con entusiasmo y traducida a diversos idiomas. Sin embargo, no quedó completa: antes de terminarla murió Macaulay, dejando una labor considerada por la nueva crítica como brillante. Y como dijo el historiador británico: “Para sostenerte a ti mismo, usa tu cabeza, para sostener a otros, usa tu corazón”.

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La primera condición para la paz es la voluntad de lograrla.Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

Gracias.

Celia Viñas por Francisco Arias Solis

CELIA VIÑAS
(1915-1954)

“¿Sabéis? Odio las manos cansadas
de los sepultureros.
Que me entierren cuatro niños
cantando un romance viejo”.
Celia Viñas.


LA VOZ DE LA MAESTRA DE ALMERIA

Celia Viñas es una escritora española en lenguas castellana y catalana, con una producción literaria, segada por su temprana muerte, corta, pero abarca diversos géneros literarios: poesía –especialmente poesía para niños-, narrativa, ensayo y teatro. La mayor parte de sus libros tienen como protagonista o como telón de fondo la ciudad de Almería, en la que trabajó varios años como maestra y en la que desarrolló una muy importante labor cultural hasta su muerte. Destaca su obra lírica. “Los poemas breves de Celia Viñas son ricos en imágenes y colorido –dice Luis Daniel González- unen lo culto y lo popular, son intimistas y descriptivos, manifiestan ternura por los niños y conjugan, sonoridad y sencillez”.

Celia Viñas Olivella nació en Palamós, municipio de la Costa Brava, perteneciente a la provincia de Gerona, el 16 de junio de 1915 y falleció en Almería el 21 de junio de 1954. A los pocos años de su nacimiento, su familia se traslada a Mallorca, donde transcurre su infancia y parte de su juventud. En Palma estudia el Bachillerato, llegando a ser presidenta de la Asociación de Estudiantes de Izquierda. En 1934 inicia sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, donde contará con eminentes profesores. La rebelión militar de julio de 1936 truncó sus estudios, que reanudó posteriormente, graduándose en 1941, como licenciada en Filosofía y Letras. Tras su licenciatura trabajó de becaria en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid y participó en cursos del Instituto Italiano de Cultura. En 1943 se instala en Almería después de conseguir con el número uno la cátedra de Lengua y Literatura española en el Instituto de Segunda Enseñanza. En esta ciudad ejercerá su labor docente hasta su muerte, volcándose en la formación de su alumnos. Estuvo muy vinculada al movimiento indaliano. Un año antes de su muerte se casó con Arturo Medina.
Entre su obra lírica, de carácter intimista, destacan los siguiente libros: Trigo del corazón (1948), dedicado a Almería, Canción tonta en el sur (1948), cuyo tema nuclear es el tema infantil, Palabras sin voz (1953), en el que canta a las distintas regiones de España, y sus libros publicados póstumamente Como el ciervo corre herido (1955), de asunto religioso, y Canto (1964). En catalán publicó Els poetes insulars de postguerra (1951) y Del foc i la cendra (1953). Ha dejado también una obra de teatro, Plaza de la Virgen del Mar (1949), varios cuentos como El primer botón del mar y trece cuentos más, con el que logró el accésit al Concurso Nacional de Literatura en 1951, y dos novelas inéditas Viento de Levante y Tierra del sur (la primera de carácter costumbrista; la segunda, autobiográfica). Ha publicado, asimismo, el ensayo Estampas de la vida de Cervantes (1949). La ternura de la maestra de Almería por los niños se pone de manifiesto en estos versos: “¿Tú has tenido una maestra / como yo, di, / con su falda de cerezas? / No sé como se llamaba / mas tenía una cenefa / en su falda / de cerezas”.
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Gracias.

Henry Miller por Arias Solis Francisco

HENRY MILLER
(1891-1980)

“Cada guerra es una destrucción
del espíritu humano.”
Henry Miller.

LA VOZ DE UN DEFENSOR DE LA LIBERTAD

Ninguna de las seis novelas, núcleo central de la obra de Miller, han podido ser vendidas libremente en los países cuyo idioma escribe. Sin embargo, a Miller se le considera como un clásico del siglo XX, y fue miembro de la Academia Americana de Artes y Letras, elegido en 1958 por ser “autor de muchos libros cuya originalidad y riqueza técnica están unidas a la variedad y la audacia de sus temas. Su temeridad de tratamiento y su intensa curiosidad con respecto al hombre y a la naturaleza no tienen rival en la literatura en prosa de nuestro tiempo”.

El escándalo acompañó al autor durante toda su vida; sus libros estuvieron prohibidos en Estados Unidos largo tiempo y fueron identificados con el vicio y la perversión. Su acentuado erotismo y su agresiva desacralización de costumbres, ideas e instituciones, pueden ser, sin embargo, sólo aparentes. Detrás de ello hay un alto porcentaje de autobiografía –él llamó a sus libros “documentos”- de arrebato lírico, de crítica del mundo moderno y, sobre todo, de actitud vitalista, intelectual y sensorial. Pero el análisis puede llegar más lejos: lo que a primera vista parece una placentera visión del erotismo, se convierte en una pesimista convicción de que ni el mismo erotismo puede tomarse como salvación o libertad del individuo. Sus libros describen un mundo esencialmente masculino, en el que las mujeres tienen un papel secundario y subordinado a la fantasía de los hombres.

Miller contaba con un gran público en países muy dispares. Cuando al final de la Segunda Guerra Mundial, en Francia se intentó prohibir Sexus (1949), el primer libro de la trilogía La crucifixión rosada se provocó un verdadero escándalo. Se formó un comité de defensa de Henry Miller encabezado por Maurice Nadeau y con la participación de intelectuales tan destacados como André Guide, Sartre, Breton, Eluard y Camus entre otros muchos.

Miller es considerado por su público, no sólo un gran escritor, sino una figura moral de primer orden. Por otra parte, se ha demostrado que su obra es altamente terapéutica. Su obra, siempre autobiográfica, cumple aquel maravilloso propósito de Unamuno: darle la vuelta a lo que llevamos a dentro. Y nadie como el gran Henry Miller se desnuda para servir de experimento a los lectores, para curarlos de su ridículos complejos. Y recordando también al gran poeta que fue Yeats, al afirmar que el idioma poético es la lengua común, hay que agradecer vivamente al arte de Henry Miller sus inigualable fuerza para representar las emociones encontradas por el artista a través de una vida apasionada y dura.

Henry Valentine Miller nació en Nueva York el 26 de diciembre de 1891 y falleció en Pacific Palisades, California, el 7 de junio de 1980. Después de haber cursado estudios en el City College de su ciudad natal y en la universidad de Cornell, ejerció una gran cantidad de oficios, en ninguno de los cuales perseveró. Hacia 1930, huyendo de la Gran Depresión, se dirigió a Europa y, atraído por el intenso clima artístico de París, fijó allí su residencia, llevando una vida bohemia. Diez años de permanencia en la capital francesa fueron definitivos en su formación de escritor. En 1940 regresa a los Estados Unidos y se instala en Big Sur, California.

Su primera obra fue Trópico de Cáncer (1934), novela prohibida por obscenidad en Estados Unidos, a la que seguiría un ensayo sobre Proust y Joyce, El universo de la muerte (1938), culminando su estancia en París con Trópico de Capricornio (1939), para muchos su obra más lograda, en la que presenta su experiencia neoyorkina de 1920-1924. También son de destacar El coloso de Marussi (1941), original guía de Grecia, Pesadilla del aire acondicionado (1945) y la trilogía La crucifixión rosada, compuesta por Sexus (1949), Plexus (1952) y Nexus (1959). Póstumamente se publicó el libro Querida Brenda (1986), que recoge las cartas de amor a su última amante, la joven actriz Brenda Venus. Y como dijo el novelista norteamericano: “El amor es la liberación de la tiranía del yo”.

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viernes, 16 de mayo de 2008

Marqués de Sade por Francisco Arias Solis

MARQUES DE SADE
(1740-1814)

“El hombre sólo puede encontrar toda su felicidad
sirviendo todos los caprichos de su imaginación”.
Marqués de Sade.

LA VOZ DEL SOÑADOR DE PESADILLAS

Sobre Sade, Apollinaire dijo aquella conocida frase: “este hombre que parecía que apenas contaba para nada durante el siglo XIX podrá muy bien dominar al XX”. Baudelaire nos recuerda que siempre hemos de volver a Sade: sus libros le hacen –decía- constante compañía. Todos los surrealistas han tenido una constante y especial predilección por Sade.

Los sueños del constante prisionero (quince años encarcelado por “libertino” y otros tantos por “moderado”, y, por último, por inmoral o por loco) que pasó la mitad de su larga vida en prisión; sus sueños o pesadillas tienen para algunos, virtud poética de curación de espantos; para otros, por el contrario, son un peligro gravísimo, una enfermedad mortal, denominada con el conocido título de “sadismo”.

Donatien-Alphonse Francoise de Sade, Marqués de Sade, conocido como “el Divino Marqués”, nació en París el 2 de junio de 1740 y falleció en Charenton el 2 de diciembre de 1814. Hijo único del conde Jean-Bastiste de Sade y de su esposa Marie-Eléonore de Maillé. Se educó en la Provenza, bajo la tutela de su tío, el abad de Sade. Alumno del Instituto Louis-le-Grand, regentado por los jesuitas, se alistó al ejército en 1754 y participó como oficial en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). En 1763 contrajo matrimonio con Renée-Pélage de Montreuil, hija de un prestigioso magistrado. A partir de su boda, Sade emprendió una vida de libertinaje y, a los pocos meses, fue encarcelado por ver primera en el castillo de Vicennes, donde sólo estuvo quince días. En 1768, es denunciado por la joven Rose Séller, a la que supuestamente le había practicado determinadas torturas, siendo encarcelado durante unos tres meses. En 1772 fue sentenciado a muerte, por envenenamiento y sodomía, pero huyó a Italia con su cuñada. Poco después volvió a ser detenido, siendo encarcelado en el castillo de Miolans, de donde logró evadirse. En 1777, regresó a París y fue encarcelado nuevamente en Vicennes, de donde fue trasladado a la prisión de la Bastilla.

El 2 de julio de 1789 se pudo escuchar el grito que salía de una ventanita de la prisión de la Bastilla: “el Conde de Sade ha gritado desde su ventana repetidamente que estaban estrangulando a los presos de la Bastilla, que viniesen a libertarlos”. Dos días después, el 4 de julio, el preso es conducido al manicomio de Charenton y se clausura y sella su celda. Pero el grito de Sade tuvo una insospechada resonancia no prevista por sus carceleros: llegó hasta Inglaterra y tomó forma de admirable verso en la mente alucinada del místico Blake. “Ha nacido un nuevo espanto, escribe Blake, que desgarra el aire con su grito”. En 1790, Sade fue liberado de Charenton, pero, tres años más tarde, fue acusado de moderado y encarcelado cerca de un año. En 1801 fue nuevamente encarcelado, primeramente en la prisión de Sainte-Pélagie, y, más tarde, en el fuerte de Bicêtre. En 1803 fue declarado demente y recluido, una vez más, en el manicomio de Charenton.

Se ha dicho que a la alcoba del manicomio de Charenton, donde Sade anciano, agonizaba (octubre a diciembre de 1814), llegó la orden del Ministro y Director de la Policía, condenándole a reclusión perpetua en prisión del Estado. A la puerta de la habitación donde Sade agonizaba estaban esperando su decisión final un sepulturero y un policía. El 2 de diciembre de 1814, Sade se decidió, como prisión perpetua más segura, por la tumba.

Algunos moralistas superficiales suelen decir que algo tendrá Sade, cuando en vida tres regímenes políticos consecutivos tan diversos y contrarios: el Antiguo régimen, la Revolución, o la República, con el Terror y el Consulado con Napoleón coinciden en perseguirlo y encarcelarlo. Sin embargo, este argumento puede, no sólo ser desfavorable para Sade, sino al contrario. Oigamos sus propias palabras: “¡Oh imbéciles asesinos y carceleros de todos los regímenes –exclama- de todos los gobiernos! ¿Cuándo preferiréis la ciencia de conocer al hombre a la de encarcelarle para matarlo?”. Y también: “yo sólo me dirijo a gentes capaces de entenderme”. Convengamos con sus críticos defensores que no hay nada en la vida personal de Sade que justifique la feroz persecución de que fue víctima. Este profesor del libertinaje, tal vez cometió un solo error gravísimo para sus contemporáneos, más libertinos y criminales que él: querer imponerle su enseñanza. El error moral y literario, sobre todo, del Marqués de Sade fue la pedagogía de un soñador de pesadillas, de soñaciones visionarias de una razón que, como su contemporáneo, nuestro Goya, produce monstruos.

Entre su obra destacan las novelas Las ciento veinte jornadas de Sodoma (1785), llevada a la pantalla por Pier Paolo Pasolini, Justine o los infortunios de la virtud (1791), La filosofía en el tocador (1795), Aline y Valcour (1795), Valmor y Lidia, o viaje de dos amantes que se buscan (1795), La historia de Juliette (1797) y La marquesa de Gange (1813), la pieza teatral El conde Oxitern o los efectos del libertinaje (1800) y el volumen de cuentos Los crímenes del amor (1800).

Se ha perdido mucho, muchísimo de todo lo que Sade escribió, pero nos parece que con lo que nos ha quedado basta, y aun, a veces sobra. “Nada que no sea excesivo puede estar bien”, escribía Sade. No es sólo que escribió excesivamente el autor de Justine y Juliette -¿y qué otro remedio le quedaba durante treinta años de reclusión?-, es que pensó, sintió y soñó al hombre excesivamente. “Hay almas que parecen duras a fuerza de ser susceptibles a la emoción –nos dijo Sade-; estas almas suelen ir muy lejos: y lo que se interpreta en ellas como indiferencia o crueldad, no es sino una manera, solamente de ellas conocidas, de sentir más vivamente que las demás”.

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Paz y libertad.
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Lo que se perdió en Cuba por Francisco Arias Solis

LO QUE SE PERDIO EN CUBA

“Cuando llegue la luna llena,
iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Federico García Lorca.

AQUEL OTRO MAYO DEL 98
La guerra era la pesadilla de todos. La guerra todo lo entristecía. La misma vida cotidiana estaba impregnada de tristeza y tal vez por liberarse de pesadumbres, se entregaba gozosa a los espectáculos, a las fiestas, a todo lo que significara diversión, apartamiento y posibilidad de olvido. Cierto que se le había imbuido al pueblo la equivocada idea de una superioridad española tal, frente al norteamericano que no dejaba ninguna fisura por donde la duda pudiera entrar y hacer vacilar la fe en el triunfo del ejército y la marina nacionales. Mas la fe en el triunfo no bastaba al dolor de las familias. La guerra era odiada por todas las personas afectadas por ella.

La prensa responsable y los rumores bien fundados informan de que en la Casa Blanca se ha convenido y aprobado un plan de campaña estando presentes con MacKinley a la cabeza los ministros de la Guerra y de Marina, y los militares Miles, Sicard y Crowinshield. No había duda: los norteamericanos proyectaban la invasión de Cuba, pero también la de Puerto Rico y la de Filipinas.

Los últimos días del mes de mayo de 1898 presagiaban con sus vaguedades que se acercaban jornadas serias, de resultados que pudieran ser sorprendentes para la parte crédula de la nación, a la que el desastre de Cavite, si la había conmovido sentimentalmente y exaltado caballerescamente, no le había enseñado nada.

El mes de junio se inicia mal auspiciado desde todos los rumbos que señala la rosa de los vientos de la historia. Santiago de Cuba, bajo las bombas de los norteamericanos, no es más inquietante que las agitaciones y los levantamientos masivos de las Filipinas o que las críticas contra el régimen.

El Gobierno y el pueblo sabían que el Cervera había ganado el puerto de Santiago de Cuba. Y los partes de guerra, junto a las informaciones de los corresponsales de los periódicos, daban cuenta de que Santiago de Cuba había sido bombardeado por once barcos de guerra norteamericanos. Era el comienzo de una guerra en el mar por la que las informaciones victoriosas de la parte española despiertan el entusiasmo de todos. Se entusiasma el Gobierno y se entusiasma el pueblo. La reina felicita a los defensores de Santiago de Cuba en telegrama que cursa al almirante Cervera, el ministro de la Guerra.

La guerra naval de Santiago continuó y nuevos episodios vinieron a amortiguar el entusiasmo primero. Las noticias de Filipinas no son más consoladoras. El capitán general Augustín comunica que Aguinaldo había logrado sus propósitos, y el país, respondiendo a su consigna, se había levantado en masa en las provincias. Aguinaldo, ayudado por los norteamericanos con dinero y armas, en combinación con las fuerzas norteamericanas que atacarían por mar, marchaba sobre Manila, después de dominar toda la provincia de Cavite.

La situación de Santiago se hizo angustiosa. El día 22 de junio los americanos habían iniciado felizmente el desembarco; el 23 había terminado. Al tercer día, el general Linares declaraba su total imposibilidad de resistir, al no recibir los refuerzos que esperaba. No muchos días después Santiago se vería obligada a rendirse. La escuadra de Cervera había sido aniquilada, sin apenas lesionar a la enemiga.

El 14 de julio de 1898 ya se sabía en Madrid que Santiago había capitulado. De hecho todo había terminado en Cuba. Los capitulados serían repatriados a España por los norteamericanos. La perla de la Antillas dejaba de ser española.

La independencia de 1898 aumentó, como se sabe, la influencia norteamericana en Cuba y propició un acercamiento aún más estrecho entre sus dos economías. Este proceso ha sido también analizado, especialmente por historiadores cubanos, como una relación inicua de explotación.

La intuición mercantilista de que la explotación colonial es un requisito al crecimiento de la metrópoli ha llevado a algunos historiadores a considerar que la pérdida de Cuba fue un desastre económico para España. Un buen número de publicaciones recientes ha puesto de manifiesto, sin embargo, que la pérdida de Cuba quizá no fuese tan desastrosa después de todo. Sin embargo, sería precipitado e ingenuo pensar que la independencia colonial dejó intacta a la economía española; y una reflexión más amplia podría llevar a pensar que, en efecto, el 98 tuvo consecuencias desastrosas. La pérdida del 98 tuvo consecuencias políticas e institucionales de difícil medición que, a su vez, formaron el marco de referencia para la política económica española durante muchos años después.

En conclusión, puede que, después de todo, los regeneracionistas acertasen en considerar un desastre económico a la pérdida colonial de fin de siglo. El descalabro no fue, sin embargo, la pérdida de los mercados cautivos de ultramar, sino el clima político y los cambios institucionales causados por la acentuación de procesos aislacionistas, que a su vez, facilitaron la marcha hacia a la autarquía económica. Lo que realmente se perdió en Cuba fue, pues, una oportunidad más de acercar nuestra economía a la del resto de Europa. Y desde la otra orilla, vienen a mi memoria las palabras del poeta cubano José Martí: “Sepa como impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América.”

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Luis Rius por Arias Solis Francisco

LUIS RIUS
(1930-1984)

“Pero soy tuyo, España,
porque nací de ti y fui dotado
de tus mismas virtudes y tus vicios,
de tu pobre alegría y rico llanto”.
Luis Rius.
LA VOZ DE UN NIÑO DE LA GUERRA

Aquellos niños de la guerra que salieron para el exilio y que fueron como Luis Rius, poetas que no figuraron en la antologías poéticas de la literatura española de posguerra, sufriendo una injusticia más entre las muchas que durante tantas décadas se cometieron contra los vencidos en una guerra y contra sus descendientes. Pero a pesar de tamaña injusticia, el conquense Luis Rius es uno de los poetas más importantes del éxodo y de nuestro último siglo.

El poeta, ensayista y catedrático español Luis Rius Azcoitia nació en Tarancón, provincia de Cuenca, el 10 de noviembre de 1930 y falleció en la ciudad de México el 10 de enero de 1984. En 1939 salió para el exilio a México, y como otros tantos niños que fueron llevados a México al finalizar la guerra tuvo una educación española. Sus padres, que esperaron durante algunos años un pronto regreso a España, le enviaron a un colegio fundado por españoles. Doctor en Letras, funda en 1952 la facultad de Filosofía y Letras de Guanajuato. Fue profesor invitado en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad de San Luis de Potosí, en la Universidad Iberoamericana y en el México City College.

En 1948, funda con Tomás Segovia, Manuel Durán y otros la revista Presencia. Con Inocencio Burgos y otros, crea una nueva revista Clavileño. En estas revistas colaboraron también Enrique de Rivas, Pascual Buxó, Nuria Parés, etc.

Luis Rius fue uno de los primeros “ex niños” que –ya “hombre fronterizo” muy joven- reunió sus versos en libro. Al primero, Canciones de vela (1951), seguirán: Canciones de ausencia (1954), Canciones de amor y sombra (1965), Canciones a Pilar Rioja (1969), la bailarina mexicana de flamenco, hija de padres españoles, que fue su mujer desde 1968, y póstumamente se publicó Cuestión de amor y otros poemas (1984). La temática, variada; el tono, de un lirismo que, a veces, se hace un poco coloquial; la palabra, siempre transparente, aunque cargada de sugerencias, hacen de estos poemas –de formas cambiantes y no “canciones” tradicionales, como podría pensarse- un canto a las cosas. También publicó los ensayos El mundo amoroso de Cervantes y sus personajes (1954), Los grandes textos de la literatura española hasta 1700 (1966) y la biografía León Felipe, poeta de barro (1968).

A pesar de sus nueve años al salir de España, en Rius, está muy presente el desarraigo; Max Aub escribió de él: “balbucea, con voz todavía en fárfara, su melancolía de desterrado”. El ejemplo, la influencia de León Felipe contribuyeron sin duda a su actitud, al reflejo de ella en su poesía. Cultivador de todos los metros y combinaciones estróficas tradicionales y clásicos, estos heptasílabos y endecasílabos finales del poema Destierro. Recordando un óleo de Antonio Rodríguez Luna condensan líricamente la oquedad, la negrura, la mudez inmensas, absolutas, del exilio: “La noche sin estrella. / El silencio sin lágrimas. / Enormes y silenciosas, / por los parajes últimos de España / es la oscura serpiente del destierro / que en la noche se arrastra”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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