lunes, 26 de mayo de 2008

John Milton por Arias Solis Francisco

JOHN MILTON
(Londres, 1608-id., 1674)

“Denme la libertad, para saber, pensar, creer
y actuar libremente de acuerdo con la conciencia,
sobre todas las demás libertades.”
John Milton.

LA VOZ DEL MAR

John Milton está considerado como uno de los más grandes escritores ingleses, posiblemente solo superado por Shakespeare. Supo conciliar el sentido renacentista de la belleza con la severa moralidad del puritanismo. Su poesía es elevada, sublime y, además de poner de manifiesto una extensa cultura, revela una poderosa imaginación, ímpetu creador y un magistral dominio del verso blanco y del idioma inglés. El genio de Milton da interés a lo que al parecer había de estar desprovisto de él. Tal es su tendencia a lo sublime que engrandece cuanto toca. A ello contribuye hasta la música majestuosa de su verso libre, que desdeña la rima, lleno de ideas, de arte, de sabiduría, como él mismo era. Wordsworth dijo de él en un soneto: “Tu alma, como estrella, vivió aparte; / como la voz del mar sonó la tuya...” Y otro poeta, Russell Lowell, lo compara con Beethoven.

Sobre sus hombros descansa la literatura inglesa de unos treinta años, época que recibe el nombre de Milton, Él, sin embargo, no es el producto de ninguna escuela especial, ni la funda tampoco. Es único solitario en su grandeza. Su periodo empieza, poco más o menos, cuando empezó su producción poética en lengua inglesa, alrededor de 1629 y termina en 1660, en que tras la calamitosa guerra civil, la ejecución de Carlos I en 1649, la proclamación de la República, la rápida elevación y caída de Cromwel, llega la restauración de la monarquía de los Estuardos.

John Milton nació en Londres el 9 de diciembre de 1608 y falleció en la capital inglesa el 8 de noviembre de 1674. Era hijo de un money-scrivener, profesión en que se mezclaban entonces las de banquero y notario. Recibió sólida educación en Cambridge, de donde fue expulsado por una temporada, por faltas debida a su terco e irascible carácter. Se había propuesto entrar al servicio de la Iglesia; pero una vez obtenido el título, se retiró, a la casa de su padre en Horton (Buckinghmshire), donde profundizó en las lenguas clásicas y compuso El alegre y El pensativo (1631, ambos en italiano), de gran influencia sobre los poetas británicos del siglo XIX, la “masque” Comus (1634), primera de sus dramatizaciones sobre el conflicto del bien y del mal, y Lycidas (1637), una elegía a la muerte de un amigo. El erudito y sagaz Philarète Chasles nos dijo de Milton: “Ávido y enamorado de los estudios clásicos... desdeñoso ante las ambiciones vulgares, en lo que le sostenía su sentimiento de la dignidad personal... si odiaba toda suerte de tiranía... sus costumbres juveniles y sus gustos personales le inclinaban hacia una sociedad escogida. Republicano y calvinista por convicción, aristócrata por el pensamiento, esta mezcla produjo un fenómeno sin precedentes”.

Interrumpió un viaje posterior por Francia, Suiza e Italia y volvió a su país para participar en la lucha contra el rey. Abrió una escuela en Londres, contrajo matrimonio en 1642 con Mary Powel, en el que fue desgraciado desde el principio, por haberle abandonado su mujer, que no contaba más que diecisiete años, y en su indignación escribió violentos folletos a favor del divorcio, tales como, Doctrina y disciplina del divorcio (1643), que obtuvieron un éxito de escándalo. Otro tanto ocurrió con su apología del regicidio, cuando la ejecución de Carlos I: El ejercicio de la magistratura y el reinado (1649). Cromwel premió en 1649 su apología del regicidio de Carlos I nombrándole Secretario del Consejo de Estado para la redacción en latín de los documentos mandados al extranjero; y el Parlamento votó en su favor una subvención de mil libras esterlinas. Por entonces su vista comenzó a debilitarse, y parece haber quedado completamente ciego desde 1652, según algunos, o quizá más tarde, a pesar de lo cual continuó publicando folletos políticos en defensa de sus ideas, tales como, Aeropagítica (1644), su obra más famosa en prosa que es una apasionada defensa de la libertad de expresión, y Sobre la educación, ensayo en que Milton aboga por un sistema que combine la instrucción clásica con la formación religiosa.

Volvamos al poeta. Era aún estudiante cuando escribió su oda La mañana del nacimiento de Cristo (1629), y posteriormente Sobre Shakespeare (1630). Ya en estas composiciones, como en El alegre, El pensativo, Comus y Lycidas se notan el dominio de la forma y del lenguaje, la altura de sus ideales y sus culta inspiración. Pero nada de esto pertenece aún al período de la madurez de Milton, que va del 1660 al 1674, y en el cual figura la gran obra de su vida, el poema El paraíso perdido (finalizado en 1667), su obra maestra, que se ha convertido en un indiscutible clásico universal. Veinte años median entre su producción juvenil y la de su madurez. De este periodo son algunos de su sonetos magistrales, como el que consagró a su ceguera , que tituló Sobre su ceguera (1655).

El paraíso perdido, poema épico en verso blanco, lo comenzó Milton en 1658, cuando contaba ya cincuenta años, y no apareció hasta nueve años después, en 1667. El único poema con que puede ser comparado es con La Divina Comedia, de Dante. Es preciso hacer notar que en este poema religioso sobre la pérdida del Paraíso terrenal por el primer hombre “no hay más que de dos seres humanos como únicos personajes, y por toda acción un solo y sencillo incidente”. Compuesta de doce cantos, esta reflexión acerca de la tentación y caída de Adán y Eva se inspiró en Adamo Caduto, obra del monje calabrés Salandra publicada en el año 1647. En 1671 vio la luz otra de sus grandes obras El paraíso recobrado, y el mismo año, Sansón agonista. Milton, ciego y rodeado de enemigos victoriosos igual que el personaje bíblico al que se alude en el título, hace de él un trasunto de su reflexión ante las circunstancias que le tocan vivir. En el desgraciado fin del Sansón de la Biblia creyó ver Milton algo de su propio fin, ciego, pobre, desdichado, vencido, viendo hundirse con él los sueños de toda una vida. Sin embargo, Milton nos dejó sus libros. Y como nos dijo el poeta inglés: “Un buen libro es preciosa sangre de vida de un espíritu magistral, embalsamado y atesorado con el propósito de dar vida más allá de la vida”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


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Gracias.

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