domingo, 26 de abril de 2009

Eugenio D'Ors por Francisco Arias Solis

EUGENIO D’ORS
(1881-1954)

“El conocimiento concreto, la noticia
nos da la mitad del saber; la clasificación,
el orden, la otra mitad. Lo primero satisface
a nuestro ímpetu de curiosidad; lo segundo,
a nuestra exigencia de razón.”.
Eugenio de D’Ors.


LA VOZ DEL ESPECIALISTA EN IDEAS GENERALES

La generación de escritores españoles para quienes D’Ors acuñó el concepto de novecentismo, está integrada principalmente por ensayistas, historiadores, críticos y novelistas de sólida formación y cultura amplia que pretenden enseñar e influir con sus ideas en el porvenir de España; unas ideas para las que buscan la forma más cuidada y literaria.

Los caracteres del novecentismo español fueron expuestos por Eugenio D’Ors, inventor del concepto; en principio, hacia 1910 crece con carácter ciertamente homogéneo otra generación hija del 98 pero diferente de ella, que posee ideas propias y si no enfrentadas a las de sus padres literarios al menos opuestas; cumplen más o menos, con los requisitos generacionales y se agrupan en torno a una fecha clave: la guerra del 14 que les presta una orientación común, salvando siempre las individualidades.

Eugenio D’Ors y Rovira nace en Barcelona el 28 de septiembre de 1881; su padre era catalán, doctor en medicina y su madre cubana. D’Ors evoca el paisaje isleño con palabras ilusionadas. “Cuando cierro los ojos y pienso en los días de mi niñez y en las imaginaciones que primeramente me he complacido, veo confusamente un paisaje tropical, con grandes árboles de hoja lasciva y siestas doradas sobre el azul...”.

Era un niño de gabán de pieles, y él nos contó que se extravió un 1º de mayo: “Me encontré entonces solo por primera vez en mi vida, solo en medio de todo un pueblo de manifestantes, con mi famoso gabán forrado de piel, por el cual sentía tanta vergüenza... pero la corriente de la manifestación que pasaba me incorporó en seguida a sus olas tumultuosas. Y fue así cómo he pedido, sin sospecharlo y lloriqueando, la jornada de ocho horas”. A las dieciséis años comienza a escribir firmando Xenius, declinación familiar de Eugenio.

D’Ors estudió en la Universidad de Barcelona Derecho y Filosofía. En 1906 se trasladó a París para continuar sus estudios en la Sorbona y en el Colegio de Francia. Se doctoró en Derecho la Universidad de Madrid y en Filosofía en la Universidad de Barcelona. Fue catedrático de Historia de la Cultura y miembro de la Real Academia.

En 1910 le nombran director de Instrucción Pública de la Mancomunidad y funda el Instituto de Estudios Catalanes y la Escuela de Bibliotecario, cargo que desempeñó hasta 1920.

Cultiva la novela, el ensayo, la glosa, la crítica de arte, la didáctica con su contenido filosófico, pero él se niega a ser adscrito a un determinado género literario e insiste en llamarse “especialista en ideas generales”. Colaboró en varias revistas literarias de su época, entre ellas, Quatre Gats, La Creu del Montseny, Pèl y Ploma o Auba, y en El Poble Catalá publicó sus escritos de crítica de arte.

Entre su producción destacan: La muerte de Isidro Nonell (1905), Glosario (1906), su obra más notable y a la cual está ligada su fama, en la que recoge una serie de “glosas” o comentarios sobre literatura, arte, política, etc. El Glosario es para D’Ors algo así como una especie de “memorias” de su propia vida. Recogido el Glosario en libros, forman más de treinta volúmenes, que los han llamado “summa de los tiempos nuevos”.

“La glosa de Eugenio d'Ors es el resto de un naufragio. Ni filósofo reconocido -escribía Francisco Umbral-, ni poeta ni narrador, d'Ors es todas esas cosas en catalán, francés y español, dentro de un recuadro de periódico… Eugenio d'Ors aporta al periodismo un tonelaje de filosofía y de humor, una cultura pasada por la calle, pasada y paseada, haciendo familiares los grandes nombres a los lectores de periódico. Todo el periodismo literario que se ha hecho después de d'Ors, o se asemeja a la glosa o cae en el editorial”.

Eugenio D’Ors quiso llevar a Cataluña por el camino de la “regeneración”. Esta regeneración quiso hacerla Xenius por el camino de la ética y de la estética. El Sócrates de la moderna España, como llamó Eberhard Vogel a Xenius, quiso establecer un orden jerárquico dentro de la ciencia. Hay que vivir según una ley de armonía. Los últimos románticos aconsejaron: ordena tu propia vida como un poema. La novela La bien plantada (1912), modelo del ideario “noucentista”, aconseja: ordena tu propia vida como la elegante demostración de un teorema matemático. Sin esta elegante ordenación el hombre persiste en el caos combatido por la realidad. En 1936 D’0rs apoyó la sublevación militar contra la II República y más tarde defendió el clasicismo y el catolicismo ecuménico y combatió el modernismo a favor de “la obra bien hecha” y de una cultura aristocrática, elitista y minoritaria.

Otros títulos relevantes de la obra de Xenius son: Filosofía de un hombre que trabaja y que juega (1914), Nuevo glosario (1921), Novísimo glosario (1947) y las publicaciones póstumas, La verdadera historia de Lidia Cadaqués (1954) y La ciencia de la cultura (1964). Xenius fue, además, un lúcido crítico de arte, como bien demuestran Tres horas en el Museo del Prado (1923) o Lo barroco (1935). Eugenio D’Ors murió en Vilanova i la Geltrú el 25 de septiembre de 1954.

La filosofía dorsiana es esencialmente dualista. En su obra Filosofía del hombre que trabaja y que juega, expone que el hombre no puede consagrarse al trabajo o al juego sin que haya en él una lucha entre su libertad interior y la resistencia o fatalidad exterior.

Narrador y artista Xenius lo es de cuerpo entero, narra fugazmente, con precisión, con sutileza y cuando crea, el artista se yergue con un estilo inimitable. Gran lanzador de frases, unas con suerte y otras sin ellas ha abundado en apotegmas de escándalo, es decir, contrarios a su propia naturaleza, siempre castigada por la prudencia. Así contra toda renovación dice: “Lo que no es tradición es plagio”.
Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias

Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.


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