MAURICIO BACARISSE
(1895-1931)
“La luna era incomparable
redonda, contenta y alta.
¡Quién me volviera esa noche
aunque muriera mañana!
La luna es sólo la luna
y no se parece a nada.”
Mauricio Bacarisse.
LA VOZ DE LA CREACIÓN POETICA
Mauricio Bacarisse pertenece cronológicamente a la generación del 27 y se le considera un poeta de transición entre el modernismo y el ultraísmo, movimientos de los que se separa para componer una poesía pura, al estilo de la cultivada por Juan Ramón Jiménez, aunque con la influencia de los poetas expresionistas alemanes (E. Stadler, a quien traduce).
Pedro Garfias, revalorizado hoy día como uno de los mejores ultraístas españoles, escribía en El Heraldo de Madrid: ”Y no quiero cerrar estas líneas sin citar los nombres de dos grandes artistas que, aun no perteneciendo al ultraísmo, debemos incluirlos aquí, con emoción idéntica, porque siempre nos ayudaron con su consejo, con su simpatía y su colaboración: Rafael Barradas y Mauricio Bacarisse”.
Poeta, traductor y novelista. Mauricio Bacarisse nace en Madrid el 20 de agosto de 1895. En la dedicatoria de su libro de poemas Mitos, a don Ramón del Valle-Inclán, nos cuenta el poeta su visita al maestro –marzo 1914- , que le acogió alentadoramente. “Aquel joven, casi niño, que tanto se asemejaba al monaguillo del “Entierro del Conde Orgaz”, desde aquella mañana de invierno, casi de primavera, ha aprovechado poco de aquella inicial y generosa enseñanza. Se ha engolosinado, con exceso, en la larga y sabrosa experiencia que usted preconizaba. Ha vivido, ha amado, ha sufrido, ha delinquido y ha estudiado inclusive algunos libros deleitosos y maravillosamente inútiles”.
Catedrático de Filosofía, en los Institutos de Mahón, Lugo y Ávila. Recorrió las provincias españolas, comisionado por una Compañía de Seguros. El poema “Mujeres muertas” le costó un juicio por injurias a la Guardia Civil.
Comienza siendo modernista en su obra El esfuerzo y se declara discípulo de Rubén Darío. El poeta Rogelio Buendía, en la reseña de Umbrales, de Antonio Espina, decía desde las páginas de la revista ultraísta Grecia: “Este es un primer libro que inquieta y desconcierta. Es un viril comienzo de un gran lírico. No es Espina una esperanza, es, con su primer libro, una realidad: un poeta (...). No sigue el rumbo futurista ni tampoco es un hermano de Bacarisse, que hace un culto del esfuerzo, pero es un hombre moderno”.
En 1927 publica la novela Las tinieblas floridas. En sus poemas “El Madrid de las rondas” y “Manifestación del hombre” se aprecia la influencia de la poesía social. Asiduo a las reuniones del café Pombo, en la madrileña calle de Carretas, aparece en el cuadro de Gutiérrez Solana La tertulia del Pombo (1930).
Bacarisse colaboró en la revista Nueva España, dirigida por Antonio Espina, Adolfo Salazar y José Díaz Fernández, que apareció el 30 de enero de 1930, el mismo día en que caía la dictadura de Primo de Rivera. También colaboró en la Revista de Occidente, fundada por José Ortega y Gasset.
Mauricio Bacarisse muere en Madrid el 4 de febrero de 1931, al mismo tiempo que se hacía público el Premio Nacional de Literatura que se le otorgaba por su novela Los terribles amores de Agliberto y Celedonia, una de las más inteligentes e irónicas novelas de la época.
“No es mi propósito extenderme –escribía Bacarisse- en la justificación psicológica de la formación interna de la metáfora, sino demostrar que las metáforas no se quedan en esqueleto verbal o en momia imaginativa. Cobran existencia y viven su vida”.
Francisco Arias Solis
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Gracias.
viernes, 10 de abril de 2009
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