viernes, 24 de abril de 2009

José Luis Hidalgo por Francisco Arias Solis

EN EL 90º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE
JOSE LUIS HIDALGO
(1919-1947)

“Mira ese árbol seco,
sin sangre y sin abrigo,
batido por tus vientos
por tus vientos, herido;
hasta las ramas secas
de su tronco ha perdido.”
José Luis Hidalgo.

LA VOZ PROFUNDA DE LA MAS PURA POESIA

José Luis Hidalgo es uno de los poetas importantes de la generación del 40. Junto con Vicente Gaos y José Hierro se da a conocer en torno a los poemas que aparecen en la revista santanderina Proel. Publica también en otras revistas (Espadaña, Escorial, Corcel). Hidalgo crea una poesía existencial y metafísica, en la que el poeta dialoga con un Dios que es incapaz de responder a sus preguntas. Poesía existencial, de desgarramiento religioso, en la que el hombre, en su profunda soledad, se enfrenta con Dios y en la que alienta constantemente un presentimiento de muerte, ante la que el poeta se rebela. Poesía meditativa y metafísica, del hombre y de Dios, de la vida y de la soledad, de la muerte. Para Julia Uceda, estudiosa de Hidalgo, el poeta “ama la vida, aunque pudiera parecer que hay en su obra elementos necrófilos, porque en las raíces del libro (Los muertos) hay un supremo grito de rebeldía ante la muerte y la destrucción”.

José Luis Hidalgo contaba veintisiete años en el momento de su muerte, tras una estancia de un año en el sanatorio. En el momento de cesar toda actividad José Luis vivía una etapa de gran dinamismo y de esperanza en sí y en su doble obra de pintor y escritor.

José Luis Hidalgo nace en Torres, una localidad próxima a Torrelavega, el 10 de octubre de 1919. Su madre murió siendo él todavía muy niño. Estudia bachillerato en el Instituto de Torrelavega. En julio de 1936 se hallaba en Madrid con motivo de una competición internacional. Presenció en esta ciudad las primeras jornadas de la conmoción que sacudió a España. Para volver a Santander tuvo que dar un rodeo por Barcelona y Francia.

La conclusión de la guerra civil lleva a José Luis a Valencia, al ser destinado a aquella guarnición –el 1 de octubre de 1939-. La vida del cuartel no le suponía grandes obligaciones y se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. No es aventurado suponer que en esta temporada veía más claro ante él el camino de la pintura que el de las letras.

Un grupo de amigos del poeta funda la revista Corcel, en la que aparece su poema “Hay que bajar”, el más significativo de su primer libro Raíz (1944). Libro que presentó a la primera convocatoria del premio Adonais y por el que recibió mención honorífica. Publica su segundo libro, Los animales (1945), que descubre la fina sensibilidad del poeta.

Alterna los días de Madrid con estancias en Valencia y Santander. En Valencia se hallaba su novia con la que pensaba casarse en cuanto consolidara un poco su situación económica. Trabaja en una novela, En la escalera, que venía escribiendo en unos grandes cuadernos.

José Luis Cano ha cogido el próximo libro Los muertos en la colección Adonais, y son otros dos constantes amigos del poeta José Hierro y Ricardo Blasco, los que hacen la ordenación y selección definitiva. Otros, Ramón de Garcíasol y Vicente Aleixandre, corrigen las pruebas. Y así, con las pausas o pequeñas esperanzas que da el curso de la enfermedad cuyo fatal fin conocen los amigos, van adelantando la edición del libro que por muy pocos días no llegó a ver el poeta, que murió de tuberculosis en Madrid el 3 de febrero de 1947.

Ricardo Blasco ha contado la génesis de Los muertos, pensado en su primera idea como un canto a la guerra civil española, vista desde sus muertos. La llanura de los muertos era su título inicial. “Al final ya no sabemos –decía Gerardo Diego- si hemos leído un libro de muertos o un libro de vida plenaria y gozosa; si hemos sobrevolado el santo campo de las tumbas o el celeste campo de las estrellas”. Y añade: “El poeta es de esa egregia familia”, refiriéndose a la que ha nombrado anteriormente, y que va desde Job a Unamuno y Antonio Machado.

Todos los poetas, sin reservas, han considerado a José Luis Hidalgo la voz más profunda de su generación. La poesía se hace con pasión –creía José Luis Hidalgo-, y la pasión puesta en el puñado de poemas que fueron naciendo en él durante los dos últimos años de su vida, se unió a una madura meditación poética sobre el hombre y su fin. Y como dijo nuestro poeta. “¿Qué piedad por los muertos vas a tener, Señor, / si ya tu voluntad los ha matado, / si ya los ha hundido para siempre / en un silencio eterno y sin descanso?”.

Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
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Si quieres la paz, prepárate a vivir en paz con todos los hombres.


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Gracias.

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