martes, 30 de junio de 2009

Manuel María de Arjona por Francisco Arias Solis

MANUEL MARIA DE ARJONA
(1771-1820)

“Al mar no vuelvas, mísera barquilla;
acógete, por fin escarmentada,
al ocio dulce de la quieta orilla.”
Manuel María de Arjona.

LA VOZ DEL GRAN POETA DE LA ESCUELA SEVILLANA

La Academia Salmantina no se forma hasta la llegada de Cadalso (1771) y aunque aceptan los moldes neoclásicos, todos sus poetas, Forner, Ramón Caseda, Iglesias, Meléndez Valdés, etc., retroceden hasta el primer Siglo de Oro buscando en Garcilaso y Fray Luis la savia para aquella poesía horaciana, anacreóntica que pretendían Así su neoclasicismo se convierte en un neorrenacentismo tematizado hacia la filosofía, el humanitarismo y las preocupaciones sociales y patrióticas. Esta vuelta hacia formas renacentistas se produce también en Sevilla, aunque algo más tarde. La Academia de Letras Humanas de Sevilla se encarga de encauzar a los nuevos poetas. La filiación de esta escuela se enraíza en el pasado sevillano; si Salamanca levanta la bandera de Fray Luis y Garcilaso, los sevillanos alzan la de Herrera y Rioja, pautando su estética sobre la nobleza de la lengua. En la Escuela Sevillana destacan los poetas Félix José Reinoso, Alberto Lista, José Marchena, Blanco White y, especialmente, Manuel María Arjona.

Entre los mejores poemas de Arjona se halla La diosa del bosque, oda de sutil elegancia, que figura entre “Las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana”, escogidas por Menéndez Pelayo, entre lo mejor de la literatura antigua y moderna.

Manuel María de Arjona de Cubas nace en Osuna, provincia de Sevilla, el 12 de junio de 1771. Estudia Filosofía y Derecho civil y canónico de Osuna y Sevilla. Funda algunas academias literarias la llamada de Silé, en su ciudad natal, y en Sevilla la famosa Academia de Letras Humanas, con Lista, Blanco, Reinoso, Marchena y otros. Consagrado a la carrera eclesiástica, en 1797 era doctoral de la Real Capilla de San Fernando y en 1801 obtuvo por oposición la plaza de canónigo penitenciario de Córdoba.

En 1808 el poeta sevillano se encontraba en Madrid, donde le sorprendió la invasión napoleónica; intentó ponerse a salvo y marchó a Córdoba, pero ya en tierras andaluzas, las tropas de Dupont se apoderaron de él y terminó por contemporizar con los invasores, lo que le ocasionó algunas represalias entre 1812 y 1814, año este último en que terminada la guerra, fue encarcelado, y tuvo que justificar su actitud fluctuante por medio de la publicación de un manifiesto.

Ya rehabilitado, regresó a Madrid a finales de 1818, pero el ministro de Gracia y Justicia le desterró a Córdoba y luego a Sevilla, ciudad en la que se hallaba al jurarse la Constitución de 1820. Poco después, regresó a Madrid, donde muere el 25 de julio de 1820.

Arjona tuvo una profunda formación humanística y cultivó la poesía didáctica y filosófica, así como la bucólica al modo de Meléndez Valdés. “De ameno y expresivo trato –decía Lasso de la Vega-; pródigo con el infortunio, dio prueba de su piedad no común, en las calamidades públicas que presenció en diversas ocasiones”. Prevalece en su poesía los motivos paganos, aunque no le faltan composiciones religiosas. Son notabilísimas sus composiciones A la Inmaculada Concepción, Al pueblo hebreo, A Cicerón y A la muerte de San Fernando. Una obra poética importante de Arjona es el poema Las ruinas de Roma. Lista decía que las composiciones de Arjona eran comparables a las mejores de la poesía griega.

Alguna vez, el gran poeta de la segunda Escuela Sevillana se aproxima a las odas del modo de Herrera, como en su poema A la decadencia de la gloria de Sevilla, y a las de Quintana, por ejemplo, en España restaurada en Cádiz.

Predomina en la obra poética de Manuel María Arjona la falta de emoción humana, un tono intelectual y cierta grandilocuencia, pero no está carente de un cuidado rigor formal en cuanto al aspecto expresivo. Inventó algunas estructuras estróficas, como la de su poema La diosa del bosque, que es el mejor que nos ha legado y en el que podemos hallar algún leve indicio de carácter romántico: “¡Oh, imagen perfectísima del orden / que liga en lazos fáciles el mundo, / sólo en los brazos de la paz fecundo, / sólo amable en la paz!”.

Francisco Arias Solís

La guerra es un mal que deshonra al género humano.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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domingo, 28 de junio de 2009

Leopoldo Marechal por Francisco Arias Solis

LEOPOLDO MARECHAL
(1900-1970)

“Llora el amor en su navío errante
y a la tormenta libra su cuidado,
porque son dos: Amante desterrado
y Amado con perfil de navegante.”
Leopoldo Marechal.

LA VOZ DEL AMOR HUMANO Y DIVINO

En el clima borgiano la Argentina experimenta la afirmación de otros poetas de particular relieve, entre los que podemos contar a Ricardo Molinari, Eduardo González Lanuza, Francisco Luis Bernárdez, Luis Cané y Leopoldo Marechal. Es un gran momento para la poesía argentina.

Leopoldo Marechal nace en Buenos Aires el 11 de junio de 1900. Poeta, novelista, dramaturgo y pedagogo. Hijo de padre francés y madre española. Profesor de la Escuela Normal, empieza a escribir por el ultraísmo, que luego abandona. Milita en las filas del catolicismo nacionalista y del justicialismo peronista. Ocupa altos cargos públicos, pero es rechazado y criticado como escritor por los sectores antitotalitarios de su país. Leopoldo Marechal muere en Buenos Aires el 1 de septiembre de 1970.

Leopoldo Marechal, después de haber militado en el grupo de Martín Fierro y de Proa, se volcó hacia la poesía mística española de Siglo de Oro, cantó el amor humano y divino en versos de exquisita factura clásica. Con todo, pese al afinamiento en las formas, su poesía no alcanza tonos extraordinarios ni en Los aguiluchos (1922), un en Días como flechas (1926), ni en las Odas para el hombre y la mujer (1929), ni tampoco en Laberinto de amor (1936), Cinco poemas australes (1937) y Sonetos a Sophia (1940), aunque este último fuera premiado por la Comisión Nacional de Cultura. Mayor importancia tiene, por la variedad de los temas y por la audacia de la forma, la colección de poemas Heptamerón (1966).

Según Ernesto Sábato se está rehabilitando la figura de Marechal, “uno de los más notables narradores argentinos, perversamente olvidado”. Su novela Adán Buenosayres (1948) es un descubrimiento todavía reciente para la crítica hispanoamericana. La obra sigue siendo, incluso hoy, lo mejor de la narrativa de Marechal por su interpretación del alma múltiple de la megápolis argentina y la sorprendente novedad del lenguaje. Adán representa al argentino con su idiosincrasia, sus problemas sin resolver, sus angustias, su inadaptación y sus aspiraciones. Marechal se convierte en fiel interprete de la realidad que lo circunda, del individuo en su encuentro cotidiano con las diferentes individualidades, cuyas connotaciones y características transfiere intactas a la literatura.

Transcurridos varios años desde su primera novela, Marechal vuelve a la narrativa con El banquete de Severo Arcángelo (1966) y luego con Megafón o la guerra (1970). La precisión aritmética, el ostentoso juego de fórmulas, humorismo e ironía, los sentimientos ironizados y el sincero desahogo hacen que los libros de este escritor sean una lectura siempre estimulante.

Cortázar ha declarado que con Adán Buenosayres, Marechal entra resueltamente en una vía por la que deben obligatoriamente transitar, sin excepción, quienes pretendan escribir novelas argentinas, la vía de no tratar de resolver las antinomias y los contrastes con un estilo comprometido, sino de expresar “rapsódicamente las maneras que van correspondiendo a las situaciones sucesivas, la expresión que se adecua a su contenido”. Y como decía el poeta argentino: “Si fuera uno, Amor, no existiría / ni llanto, ni bajel ni lejanía, / sino la beatitud de la azucena”.

Francisco Arias Solís

La fórmula salvadora es paz, libertad y justicia.

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Ibn Jaldun por Francisco Arias Solis

IBN JALDUN
(1332-1406)

“La historia es una ciencia digna,
que se distingue por la nobleza de su objetivo,
su gran utilidad y la importancia de los resultados...”
Ibn Jaldun.

LA VOZ DE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA

A veces una verdad científica duerme en el olvido durante siglos. El movimiento de la tierra alrededor del sol fue intuido por algunos astrólogos griegos; pero no toma carta de naturaleza en la ciencia moderna hasta que lo redescubre Copérnico que había leído a esos astrónomos.

Del mismo modo, la idea sociológica del Estado no empieza a ser una verdad científica hasta el siglo XIV; ya la había entrevisto Aristóteles, pero en el siglo XIV de nuestra cronología la formula magistralmente un historiador arábigo-andaluz Ibn Jaldun, descendiente de una familia andaluza (afincada en Sevilla) que se vio obligada a emigrar al norte de África cuando en el siglo XIII las tropas de Fernando III fueron conquistando la mayor parte de Andalucía. De esta forma, uno de los más ilustres representantes de la civilización arábigo-andaluza nació en Túnez el 27 de mayo de 1332.

Hasta los cuarenta años su vida intelectual la compartió con una participación activa en los asuntos políticos del Magreb y de la España musulmana. Se trasladó a Granada y vivió durante varios años en la corte del rey nazarí Mohamed V. Durante su estancia en Andalucía fue enviado como embajador a Sevilla ante el rey de Castilla y León Pedro el Cruel.

En 1365 regresó a Argelia, viéndose envuelto en conflictos políticos, hasta que en 1374 decidió volver a Andalucía para vivir definitivamente en Granada hasta el resto de sus días. Al serle denegada esta posibilidad se retiró a un castillo en Orán para apartarse de la actividad política y dedicarse al estudio.

Finalmente decidió viajar a Egipto y asentarse en El Cairo, ciudad en la que vivirá hasta su muerte. ocurrida el 19 de marzo de 1406, dedicándose los veinticinco últimos años de su vida a la investigación y a escribir sus obras. También durante estos años ejerció la profesión de maestro y cadí (juez).

La obra de Ibn Jaldun es considerada en la actualidad como una de las cimas del pensamiento medieval, sobrepasando en ciertos aspectos la fuerza intelectual de Santo Tomás de Aquino. El sociólogo austriaco Gumplowicz le redescubre en 1898 y le llama primer sociólogo de Europa. Su obra cumbre es Kitab al-‘ibar (Libro o Historia de los bereberes también conocida como Historia Universal) y se compone de tres partes, la primera es al-Muqaddima, una Introducción a la Historia Universal, con admirables reflexiones sobre la civilización humana que ha sido traducida a numerosos idiomas; a continuación aparece una historia de los pueblos y dinastías, y finalmente como colofón, una extensa y singular “autobiografía”, donde el propio Ibn Jaldun ofrece la medida de sí mismo y la conciencia de su propia valía. “Ibn Jaldun –decía Arnold Toynbee- concibió y formuló una filosofía de la historia que es sin duda el trabajo más grande que jamás haya sido creado por una inteligencia en ningún tiempo y en ningún país”. Para Ortega y Gasset se trata de “la primera filosofía de la historia que se conoce siendo al mismo tiempo la primera sociología”.

Por su interpretación materialista de la historia se le ha llegado a comparar con K. Marx, y por su notable espíritu de observación científica, similar al ofrecido por loa árabes en los campos de la astronomía o física, se le ha considerado como una de las mentes más profundas.

Su preocupación por lo cotidiano y por buscar la naturaleza y la causa de los acontecimientos históricos es lo que le induce al estudio de los hechos económicos. Ibn Jaldun no solo considera el trabajo humano como un factor de la producción sino como el más importante, sin el cual no es posible producir nada. Respecto a la agricultura, Ibn Jaldun se opone a la existencia de tierras improductivas en manos de cortesanos y describe como ello empobrece el campo y contribuye a la miseria de los pueblos. Y como dijo el poeta: “Historia / es hacer memoria”.

Francisco Arias Solis

Si quieres la paz, prepárate a vivir en paz con todos los hombres.

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sábado, 27 de junio de 2009

Francisco Giner de los Ríos por Francisco Arias Solis

FRANCISCO GINER DE LOS RIOS
(1839-1915)

“Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.”
Antonio Machado. A don Francisco Giner de los Ríos.

LA VOZ DEL MAESTRO DE RONDA

“Cuando aparecía don Francisco –escribe Antonio Machado- corríamos a él con infantil algazara y lo llevábamos en volandas hasta la puerta de la clase”.

Giner de los Ríos era sabiduría, sensibilidad y doctrina, todo ello fundido en un singular e inolvidable estilo de vida. “Aunque no hubiera escrito nada, como no lo dejó Sócrates, su obra viviría entera”, nos dejó dicho Miguel de Unamuno.

Francisco Giner de los Ríos nace en Ronda el 10 de octubre de 1839. Se traslada con su familia a Cádiz, cursando en el Colegio de Santo Tomás, su primer año de la segunda enseñanza. Posteriormente su familia se traslada a Alicante, obteniendo el grado de Bachiller en el Instituto de Alicante. Su iniciación universitaria empieza en Barcelona, de donde pasa a la Universidad de Granada. En esta ciudad recibe los grados de licenciado en Derecho y bachiller en Filosofía y Letras. En 1863 Giner se traslada a Madrid, y en la Universidad Central hace estudios de doctorado en Derecho. En 1867, Giner, gana por oposición la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional en la Universidad de Madrid

Recién llegado a la Corte traba amistad con Julián Sanz del Río, introductor y principal representante del krausismo en España. Buen número de los krausistas españoles son andaluces: Canalejas, Salmerón, Castelar, Federico de Castro y Giner de los Ríos. Sanz del Río, nace en Castilla, pero a los diez años va a educarse a Córdoba y más tarde estudia Derecho en Granada.

Sorprende leer, hoy que tanto se habla de la Unión Europea lo que Krause escribió en el Ideal de la Humanidad hace casi dos siglos (la primera edición alemana se publicó en 1811). Krause preveía que “sobre los Estados existentes en Europa puede venir en un tiempo, y mediante ellos mismos, una unión superior política...”

Giner, fue sin duda la personalidad más eminente y eficaz del krausismo español. Al maestro rondeño le toca el mérito de haber transformado toda la filosofía krausista en una práctica docente. Tuvo una influencia decisiva en toda la vida intelectual española de finales del XIX, y primer cuarto de por lo menos, del XX. Su actividad le llevó a cultivar todos los terrenos desde la Literatura hasta la Sociología, desde la Política hasta la Pedagogía. Fue en todo “hombre moderno”, el primer europeísta español; sus ideas se adelantaron a la llamada generación del 98. Jurista intentó renovar sin violencia muchas instituciones sociales; sociólogo, estudió sociológicamente la evolución de la cultura y de las ideas en general. Quizá su mayor preocupación residiera en la Pedagogía: la formación de un hombre nuevo, moralmente integro, intelectualmente cultivado, capaz de renovar el país. “Los nuevos educadores en ningún momento tratarán de ser meros transmisores del saber -decía Giner de los Ríos-, ni siquiera habrán de conformarse con la mera relación instructiva, sino que en todo momento será su ideal el formar hombres hombres nuevos y esto significa atención a todas las facultades del hombre, físicas y espirituales.”

No es posible citar todas las obras de Giner de los Ríos, entre las más notables: Estudios literarios (1866), Principios elementales de Derecho (1871), Estudios jurídicos y políticos (1875), Lecciones sumarias de Psicología (1876), Estudios de literatura y arte (1876), Educación y Enseñanza (1889), Estudios y fragmentos sobre la teoría de la persona social (1899), Ensayos sobre Educación (1913) y la interesantísima y novedosa para la época, Estudios de filosofía y sociología. (1904).

Con ser notable toda la obra como pensador nada supera la del pedagogo en acción. En 1875, fue expulsado temporalmente de la cátedra de la Universidad de Madrid, con muchos otros profesores. Giner es conducido por la guardia civil a Cádiz y recluido, durante los primeros días de su destierro, en el castillo de Santa Catalina. En 1876, funda la Institución Libre de Enseñanza, primero de enseñanza superior y después sólo primaria. Giner creía que el español adulto es irreformable y que sólo tomándolo ab ovo, podía sacarse de él algún partido. Y lo sacó, evidentemente. Por aquella modesta institución pasaron muchos hombres y mujeres que luego fueron eminentes en la enseñanza, en la ciencia, en la política y en la literatura: Azaña, Besteiro, Fernando de los Ríos, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Antonio Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí, Ortega y Gasset, Américo Castro, Salvador de Madariaga, María Lejarrága, Victoria Kent, María de Maeztu, Lorca, Dalí, Emilio Prados, María Zambrano, Buñuel...

A la sombra del Institución Libre de Enseñanza y bajo la inspiración de Giner y sus auxiliares, señaladamente su segundo, Manuel Bartolomé Cossío, el redescubridor del Greco, nacieron otras instituciones encargadas de difundir la cultura: la Escuela Superior del Magisterio, el Instituto Modelo de Enseñanza Secundaria, la Residencia de Estudiantes y la Junta de Ampliación de Estudios.

Nadie honradamente puede negar que todas estas instituciones creadas e inspiradas por Giner de los Ríos, hizo mejores a los hombres y mujeres españoles. El espíritu Giner alienta en cada uno de esos institutos, a saber, la visión de una España futura, obra de jóvenes generaciones a las que una nueva educación panhumanística había redimido de la penuria intelectual de antaño. Ese espíritu coincide con el “ideal de humanidad” del racionalismo armónico, en los decenios anteriores a la primera gran guerra. Cuando Giner de los Ríos muere en Madrid el 17 de febrero de 1915 ya se ha quebrantado ese ideal, pero, hay motivo más que suficiente para seguir profesando el de Giner con fe robusta. Y como dijo Machado: “Allí el maestro un día / soñaba un nuevo florecer de España”.

Francisco Arias Solís

La libertad no la tienen los que no tienen su sed.

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jueves, 25 de junio de 2009

Luis Cernuda por Francisco Arias Solis

LUIS CERNUDA
(1902-1963)

“No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos”.
Luis Cernuda.

LA VOZ DEL POETA DE LA SOLEDAD

Leer y releer al Luis Cernuda provoca una mezcla de entusiasmo e indignación: Luis Cernuda es sin lugar a dudas un poeta cuya trascendencia en la literatura contemporánea, adscrito a la generación que sea, o a la que no sea, no ha tenido en España el reflejo que merece. Habrá que esperar, sí, habrá que esperar a esos actos de justicia que impone el tiempo sobre las circunstancias de una época, cuando se barre la basura, llueve fuerte y sale el sol.

En su abrumadora soledad, rodeado de silencio e incomprensión, este extraordinario poeta muere en solitario en la casa de Concha Méndez en México y sólo tiene al final la compañía de un joven poeta que le admira. Para Luis Cernuda, la soledad era una forma del verdadero ver y del verdadero contemplar y saber. Pero hay otra soledad en Cernuda que le remite a sus propias soledades para que de su alma surjan ideas, surjan imágenes.

El 21 de septiembre de 1902, nace Luis Cernuda en Sevilla, en el seno de una familia burguesa. Uno de sus primeros encuentros con la poesía fue con ocasión del traslado de los restos de Bécquer, desde Madrid a Sevilla, en 1911. La lectura de la poesía de Bécquer le provocó una honda impresión.

La soledad acompañó a Cernuda desde sus años iniciales. Hacia los catorce años hace su primera tentativa de escribir versos, tentativa que según confiesa el poeta: “suscitaba en mí rubor incontrolable”.

Fue alumno de Pedro Salinas en la Universidad hispalense, donde se licenció en Derecho. En 1924, Cernuda vivía en la calle del Aire. En esa calle, surgirá su Perfil del Aire que publicarían Emilio Prados y Manuel Altolaguirre en la revista “Litoral”. Bergamín escribió: “La personalidad poética de Luis Cernuda se afirma con su librito: Perfil del Aire, joven y perfecta; idealmente andaluza, su poesía tiene, sobre todo, la gracia, el angélico don andaluz -sevillano- de la gracia, tiene ángel (auténtico, no mixtificado, por ningún sobrenaturalismo literario), y tiene arquitectura ideal viva, ligera, erguida, nítida, como una Giralda”.

En 1925 conoce Cernuda a Juan Ramón Jiménez. El año 1927 es una fecha importante para la afianzación poética de Cernuda. El poeta conoce a Lorca y a Vicente Aleixandre. En 1928 marcha a Toulouse en cuya Universidad fue lector de español, pero vuelve a Madrid, al año siguiente.

En 1936, se publica en la revista “Cruz y Raya” todos los libros escritos por Cernuda hasta entonces, bajo el conocido título de La Realidad y el Deseo. Lorca nos dijo: “La Realidad y el Deseo me ha vencido con su perfección sin mácula, con su amorosa agonía encadenada, con su ira y sus piedras de sobra. Libro delicado y terrible al mismo tiempo como un clave pálido que manara hilos de sangre por el temblor de cada cuerda. No habría escritor en España, de la clase que sea, si es realmente escritor, manejador de palabras, que no quede admirado del encanto y refinamiento con que Luis Cernuda une los vocablos para crear un mundo poético propio”.

Durante la guerra civil se exilió a Inglaterra, enseñando español en la Universidad de Glasgow y más tarde en la de Cambridge. En 1947 se traslada a Estados Unidos para enseñar como profesor en Mount Holyoke College, trasladándose en 1952 a México, de cuya Universidad Nacional Autónoma fue profesor. En México vive en casa de Concha Méndez, separada ya del que fue su esposo Manuel Altolaguirre, que en el homenaje a Luis Cernuda en 1936, dijo de él: “No conozco poesía más clara que la suya”. Desilusionado y solo, solo como siempre lo había estado, Luis Cernuda murió inesperadamente, el día 5 de noviembre de 1963, había cumplido 61 años.

El burgués educacional que configuró su nacimiento, luchaba de continuo con su rebeldía social, con su innato descontento con unas fórmulas ambientales, que habían de producir un radicalismo antiburgués.

La perfección es el signo que preside la obra del gran poeta de la soledad, hasta el punto de que, de humanismo contenido, sugiere haya sido trabajada por algún elemento: aire, sutil fuego. Hay en ella algo de intocable y aún de intangible. Y por ello, de raíz romántica, entra en el clima de lo clásico. Su poesía se hace ella misma, ella a solas. Cadencia que el aire arranca de la realidad inalcanzable. Gemido y llanto que se resuelven al fin en palabra. Canto del deseo; el canto más antiguo, enigmático, de la vida en su permanente alborear. Su lucha íntima entre la realidad y el deseo se le transparentaba en medio de un becquerianismo que le trasminaba desde su niñez sevillana y del que nunca él renegó. Y como dijo el poeta sevillano: “Tú, verdad solitaria, / transparente pasión, mi soledad de siempre, / eres inmenso abrazo; / el sol, el mar, / la oscuridad, la estepa, / el hombre y su deseo, / la airada muchedumbre, / ¿qué son sino tú misma? / Por ti, mi soledad, los busqué un día; / en ti, mi soledad, los amo ahora”.

Francisco Arias Solís

Por esa libertad bella como la vida.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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miércoles, 24 de junio de 2009

Foro Libre: Homenaje a Samuel Beckett

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org

“Quisiera que mi amor muriese
y que lloviera sobre el cementerio
y las callejas por las que camino
llorando a aquella que creyó que amaba.”
Samuel Beckett.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A SAMUEL BECKETT

El próximo lunes, día 29, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del escritor irlandés en lenguas inglesa y francesa Samuel Beckett (1906-1989), con motivo del 20º aniversario de su muerte.

Beckett es uno de los dramaturgos más originales y que mayor influencia ha ejercido en los escritores contemporáneos. Su teatro se caracteriza por la ruptura de las técnicas tradicionales. Sus obras cada vez más estáticas, sin acción y sin trucos escénicos, presentan un mundo interior sin relación con el exterior: son la apoteosis de la soledad humana sin el menor atisbo de esperanza. En su producción destaca la pieza teatral de dimensión filosófica Esperando a Godot (1952), con la que inició al mismo tiempo que el rumano Eugène Ionesco, el llamado “teatro del absurdo”, alcanzando con ella fama mundial.

A partir de mediados de los cuarenta Beckett escribe preferentemente en francés. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y Francia fue ocupada por el ejército nazi, Beckett apoya a la Resistencia Francesa y es perseguido por la Gestapo. En 1961 le otorgan el Premio Internacional de Literatura compartido por Jorge Luis Borges por su contribución a la literatura mundial y en 1969 el Premio Nobel de Literatura.

Beckett inicia su carrera literaria en el ámbito de la poesía con Whoroscope (1930). Al año siguiente escribe un ensayo crítico Proust, que sentaría las bases filosóficas de su vida y de su obra. Sus primeras novelas, Murphy (1938) y Watt (1953), intentan recoger las posibilidades humorísticas de la lengua inglesa, en combinación con su obsesión por el lenguaje y el orden lógico de éste impuesto por la mente humana; en ellas aparece ya una de sus ideas claves: la impotencia individual. Todo ello se hace más palpable en su trilogía de novelas escritas en francés Malone muere (1951), El innombrable (1953) y Como es (1961), a las que habría que añadir Molloy(1951). Su obra más famosa es una pieza teatral, En attendant Godot (Esperando a Godot) (1952). Otras obras del autor, que siguen la misma línea son Final de partida (1957), Días felices (1961) y Acto sin palabras (1962).

Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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martes, 23 de junio de 2009

Patricio de la Escosura por Francisco Arias Solis

PATRICIO DE LA ESCOSURA
(1807-1878)

“Y oprimiendo contra el pecho
a un niño ya moribundo;
sumida en dolor profundo
una mujer en la venta
te olvida, guerra cruenta:
sólo al hijo ve en el mundo.”
Patricio de la Escosura.

LA VOZ ROMÁNTICA DESTERRADA

En una primera época la novela histórica liberal, y hasta que se politiza abiertamente en dirección al republicanismo o a un cierto socialismo, es cultivada por el asturiano Patricio de la Escosura, militar, dramaturgo, político que sufrió varios destierros, además de poeta romántico. Escosura trata la Historia medieval en el Conde de Candespina (1832) y el tema del pastelero de Madrigal en Ni rey ni Roque (1835). En El Patriarca del Valle (1846-1847) a vuelta con una historia más o menos folletinesca, el autor logra embutir parte de la historia liberal de su época.

Patricio de la Escosura Morrogh López de Porto Walcott nace en Madrid el 5 de noviembre de 1807. Durante la Guerra de la Independencia su familia se traslada a Lisboa y luego a Valladolid, donde cursa estudios en el muy ilustre Colegio de San Gregorio.

Regresado a su ciudad natal en 1820 estudia Moral y Leyes en la Universidad de Madrid y completó su formación asistiendo a las clases de literatura de Don Alberto Lista, en donde conocería a sus grandes amigos Espronceda y Ventura de la Vega.

Forma parte con sus amigos de la sociedad de “Los Numantinos” y se indigna como ellos, por el ajusticiamiento de Riego en 1823. Con motivo del juicio a que fueron sometidos, Escosura emigró a Versalles, París y Londres.

Hace carrera militar, como Ros de Olano, e ingresa en 1827 en la Academia de Artillería, de donde sale con destino a Valladolid a las órdenes de O’Donnell. Vuelve, destinado a Madrid, y con motivo de la muerte de Fernando VII Escosura acompaña al cadáver al Panteón de El Escorial, al mando de dos piezas de artillería. Fue ayudante de campo de don Luis Fernández de Córdova, y –con motivo del Motín del la Granja, cuando su jefe fue separado del servicio- se retiró de la milicia con el grado de capitán.

Toma parte desde entonces en las tertulias de “El Parnasillo”, y, en su activa militancia literaria de entonces, llegó a ser Presidente del Liceo en 1840. Su participación política en el Partido Liberal le lleva a ser responsable político de Guadalajara y a enfrentarse con el pronunciamiento de Septiembre de 1840. Victoriosos los pronunciados, Escosura huye a Valencia y de allí a París, donde vuelve a estar tres años exiliado.

Gracias al pronunciamiento de 1843, regresa Escosura a Madrid y es nombrado para altos cargos de la administración. Juega un papel importante en la génesis de la Guardia Civil. En 1847 es nombrado Ministro de Gobernación.
Diputado en Cortes y miembro de la Real Academia realiza una labor meritorio fruto de la cual fue la publicación de su obra más renombrada El Patriarca del Valle, en la que no sólo narra las vicisitudes políticas del liberalismo español, sino que nos hace penetrar en la vida de las reuniones literarias de Madrid de 1830.

Su paso del partido moderado al progresista inicia su declive político pese a una etapa floreciente en la que es nombrado Embajador en Lisboa (1851) y, de nuevo, Ministro de Gobernación en enero de 1856. Su enfrentamiento con O’Donnell precipita su dimisión.

Escosura destaca, sobre todo, como autor teatral, con obras como La Corte del Buen Retiro (1837), Bárbara de Bomberg (1837), Las mocedades de Hernán Cortés (1844) y Don Pedro Calderón de la Barca, que se estrenó en un aniversario de la muerte del dramaturgo, el 25 de mayo de 1867, en el Teatro de la Zarzuela. Esa noche el autor tuvo que saludar varias veces y la obra mereció críticas muy positivas. Además de los dramas históricos citados, Escosura escribió comedias como Las flores de Don Juan, El amante universal, etc. Fue también crítico e historiador literario, y en estas actividades destacan sus estudios sobre Calderón. Se hizo muy célebre su poema “El Bulto Vestido de Negro Capuz”, que sufrió numerosas imitaciones posteriores.
En 1863 es nombrado Comisario de España en Manila, y, diez años más tarde, Embajador en Alemania, donde empieza a resentirse su salud. Es relevado de su puesto con la proclamación de la I República. Escribe sus memorias de Comisario en Manila bajo el título de Recuerdos de Filipinas (1877) y es esta su última contribución importante a las letras españolas.

Desengañado y solitario, tras una vida de permanente agitación y lucha, muere Patricio de la Escosura en Madrid, el 22 de enero de 1877. Y como dijo nuestro poeta. “Del suspirado día mensajero / el crepúsculo pálido termina / una mañana del helado enero”.

Francisco Arias Solís

La libertad no la tienen los que no tienen su sed.

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domingo, 21 de junio de 2009

Qué cantan los poetras de ahora? por Francisco Arias Solis

¿Qué cantan los poetas de ahora? ¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
Los grandes poetas siempre cantaron la Paz y la Libertad.

Federico García Lorca
"En la bandera de la Libertad
bordé el amor más grande de mi vida."
***

Pablo Neruda

"La poesía es un acto de paz. El poeta nace de la paz
como el pan nace de la harina."
***

Ernesto Cardenal

"Yo he repartido papeletas clandestinas,
gritado: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle
desafiando a los guardias armados.
Yo participé en la rebelión de abril:
pero palidezco cuando paso por tu casa
y tu sola mirada me hace temblar."
***

Pedro Garfias

"Libertad para el preso,
justicia para el pobre,
respeto para el loco,
para el gobernador honrado, ínsulas,
y palabras de miel y aro de sol
para la dulce, dulce Dulcinea."
***

Fayad Jamis

"Por esta libertad
bella como la vida
habrá que darlo todo."
***

Gloria Fuertes

"Si todos los políticos
se hicieran pacifistas
vendría la paz."
***
Blas de Otero

"Pido
la paz y la palabra."
***
Antonio Machado

"Creo en la libertad y en la esperanza."
***

Miguel de Cervantes

"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones
que a los hombres dieron los Cielos; con ella no pueden
igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre;
por la Libertad, así como por la Honra,
se puede y se debe aventurar la vida."
***


Rubén Darío

"Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad..."
***

José Bergamín

"Paloma vuelta quimera
las peores guerras del mundo
te han hecho su mensajera."
***

Miguel Hernández

"Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos."
***

Rafael Alberti

"¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa."
***


Nicanor Parra

"USA
donde la libertad
es una estatua."
***

José Antonio Muñoz Rojas

"No paro de recordar
aquello que me decía
de morir sin libertad."
***

León Felipe

"Se dice que en el mundo hay ahora
una mortífera epidemia de palomas...
Y el Consejo de la Paz no encuentra
por ninguna parte una paloma."
***

José Manuel Caballero Bonald

"Escribo la palabra libertad,
la extiendo
sobre la piel dormida de mi patria."
***
Octavio Paz

"La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que somos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar el prisionero..."


Ángela Figuera Aymerich

"Donde veas
que el látigo o la espada se levantan
que la prisión redobla su cerrojos
que los fusiles amenazan muerte
acércate y, a pecho descubierto,
lanza un tremendo NO que salve al mundo."
***


Paul Eluard

"Hay palabras que hacen vivir
y son palabras inocentes
La palabra calor la palabra confianza
Amor justicia y la palabra libertad."
***

Mayo del 68

"La poésie est dans la rue."
***

Francisco Arias Solís

La primera víctima de la guerra es la infancia.


XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
URL: http://www.internautasporlapaz.org

Para participar en el festival puede remitir sus poemas a la dirección:
pazylibertad@arrakis.es

Se ruega y agradece su difusión.

Pedro Salinas por Francisco Arias Solis

PEDRO SALINAS
(1891-1951)

“Mi única amante ya siempre
y yo a tu lado, sin ti.
Yo solo con la verdad.”
Pedro Salinas.

LA VOZ DE LA VERDAD POETICA

Solo con la verdad, el poeta, o su poesía, como Orfeo con “la respuesta inflexible”, de su infierno. Poesía de verdad, es la poesía de Salinas. Y volviendo sobre su lectura, habría que añadir: verdad de poesía. Aquella verdad de la que leemos en un texto poético de Shakespeare: “que se parece a un cuento”. “Canto y cuento es la poesía”, decía nuestro poeta Antonio Machado. La poesía es canto y cuento de vida y de verdad.

La voz poética de Pedro Salinas, es una voz desnuda, novelada –ni de ilusión ni de deseo-, que nos dice claramente, sencillamente, en verdad, una poesía de verdad. Una poesía que nos enseña, una vez más, ahora, como siempre, que la poesía es verdad, que no es un estético artificio ilusorio; porque no es sombra, ni fantasma, sino verdad, la más insospechada, la más pura. Por eso, la poesía de Salinas, tiene razón de ser, es verdadera: porque tiene razón de ser humana, o sea, razón de ser moral. Es ésta la tradición más firme de la poesía, la de la poesía amorosa, lo que tuvo su expresión en Dante y en Petrarca como en Garcilaso y Lope de Vega, o como en los grandes románticos: los Goethe, Heine, Vigny, Baudelaire, Bécquer.... Poesía de verdad. Esa voz humana, desnuda, verdadera, de la poesía eterna es la que nos habla en los libros de Salinas.

“Este madrileño, de poesía y dibujo y nada color –decía Vicente Aleixandre- me traía a mí asociaciones sevillanas, cuando le veía”.

Pedro Salinas, nace en Madrid el 27 de noviembre de 1891. Cursó Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central. Fue lector de español en la Sorbona entre 1914 y 1917. En 1915 contrajo matrimonio con Margarita Bonmartí, alicantina instalada en Argel. En 1918 ganó la cátedra de la Universidad de Sevilla. Allí tuvo por alumno a Luis Cernuda. El curso 1922-1923 lo pasó en Cambridge, también como lector. Desde 1926 vivió en Madrid, colaborando en el Centro de Estudios Históricos. En 1933 fundó la Universidad Internacional de Santander, cuyos cursos organizó hasta 1936, año en el que aceptó un puesto en Wellesley College (Vermont), de donde pasó, en 1939 a la University John Hopkins, en Baltimore. Los cursos 1942-1945 profesó en la de Río Piedras (Puerto Rico) y, durante los veranos, en el Middlebury College (Vermont). Su vida, pues, transcurrió en centros universitarios rodeado de jóvenes estudiantes de la literatura española: “No quiero callar la generosidad de este autor –decía Luis Cernuda-. Entre nosotros pocos escritores jóvenes habrá que no deban a esa generosidad, tan poco frecuente en el ámbito literario, algún favor importante o decisivo para un espíritu joven que busca su camino”. Pedro Salinas muere en Boston el 4 de diciembre de 1951.

Además de uno de los grandes poetas de la generación del 27, artista refinado del pensamiento y de la palabra, Pedro Salinas fue también un crítico de fina sensibilidad y un ensayista de notable lucidez.

Su gran amigo Jorge Guillén distingue en su trayectoria tres etapas. La primera comprendería los poemarios Presagios (1923), Seguro azar (1929) y Fábula y Signo (1931); en ellos está la huella de Juan Ramón Jiménez, por un lado y los nuevos caminos vanguardistas del ultraísmo y del futurismo por otro. No faltan, sin embargo, poemas amorosos que anuncian la segunda etapa, integrada por sus obras maestras, La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936). Es, sin duda, la época de plena lírica del poeta. El amor pasa a ser exclusivo protagonista de los versos. La tercera etapa de su poesía se inicia con el exilio y la componen El contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza (1955). En ellos se da una irrupción del objetivismo y una actitud solidaria con el hombre que desembocará finalmente en un intimismo machadiano. Entre el resto de sus escritos conviene destacar sus piezas teatrales (Judith y el tirano, El dictador, La fuente del Arcángel o La cabeza de Medusa), la novela La bomba increíble (1950), los libros de narraciones Víspera del gozo (1926) y El desnudo impecable (1951) y la importante obra crítica entre las que mencionaremos títulos como Literatura Española del siglo XX (1941), Jorge Manrique (1947), La poesía de Rubén Darío (1947), El defensor (1948) y Ensayos de literatura hispánica (1958). Un recientísimo estudio sobre la obra de Pedro Salinas realizado por la licenciada en Filología Hispánica y doctora en Literatura Española, Natalia Vara Ferrero, de la Universidad del País Vasco, ha permitido recuperar textos inéditos de la narrativa del poeta.

La poesía tiene en Salinas uno de sus más apasionados amantes. “La lírica de Salinas –decía Azorín- no es la lírica de los anteriores poetas. Todo aquí es sencillo, natural, coherente... Acaso es esta poesía lírica la más avanzada, la más física, la más honda de toda Europa...” Cuán difícil es la poesía de Salinas sin dificultad aparente, una poesía sin más artificio literario que el indispensable para manifestarse poéticamente. Poesía con sus verdades propias; distintas, claras. Poesía de verdad. Y como dijera el poeta:”Tu verdad me asegura / que nada fue mentira”.

Francisco Arias Solís

Paz y Libertad.


XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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sábado, 20 de junio de 2009

José Ortega y Gasset por Francisco Arias Solis

JOSE ORTEGA Y GASSET
(1883-1955)


“Yo soy yo y mi circunstancia...”
José Ortega y Gasset.

LA VOZ DE LA RAZON VITAL

El krausismo, el regeneracionismo y la generación del 98 son sin duda los gérmenes de un clima de renovación filosófica que creo que puede emparentarse con el clima literario de lo que se ha llamado el “novecentismo”.

La figura máxima de dicha renovación y autor en no escasa medida de la misma, es José Ortega y Gasset, a dicho fin, utiliza todos los medios a su alcance: el periódico, la conferencia, el libro, la cátedra, el ensayo literario, etc. La tarea no le fue difícil desde el primer momento, pues su padre –Ortega y Munilla- fue un novelista conocido y director de El Imparcial, donde publicaría el futuro filósofo sus primeros escritos; su madre pertenecía a una conocida familia –los Gasset- de políticos muy influyentes durante la Restauración. El joven José tuvo una educación esmerada en España, completando posteriormente su formación filosófica en Alemania; a los veintisiete años –1910-, Ortega era ya catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid.

José Ortega y Gasset nació en Madrid el 9 de mayo de 1883. Se crió entre el ruido de las rotativas y la emoción del suceso del día. El solía decir: “He nacido sobre una rotativa”. Cursó los estudios de primera y segunda enseñanza en un colegio de jesuitas en Málaga, donde, desde muy niño, mostró una gran afición por las asignaturas de lenguas clásicas. Latín y Griego. Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Central, en 1904 se doctora con una tesis titulada Los terrores del año 1000 (Crítica de una leyenda).

Estudió en Alemania con el profesor Cohen la filosofía kantiana y el neokantismo, y fue el importador en España de esas doctrinas filosóficas. Pero Ortega es un hombre del Sur, y la doctrina filosófica, adquiere un nuevo vigor, una fuerza viva, actual. No es la suya una filosofía deshumanizada. La razón pura perderá en él su pureza para convertirse en razón vital.

Muy joven, comenzó a colaborar en el diario de su familia –el más importante entonces, de España-. Sus escritos llamaron en seguida la atención por la perfección de su prosa y la profundidad de su pensamiento.

Al crearse en el año 1909 la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio fue nombrado profesor de Filosofía. Al año siguiente hace oposiciones a la cátedra de Metafísica y debuta como catedrático en la Universidad Central de Madrid, cátedra que ejercerá hasta 1936. Fundador de varios diarios, publicaciones y editoriales, entre ellas Revista de Occidente, que representó una apertura de España a la cultura internacional. La guerra civil le hace abandonar España y permanece nueve años en el exilio desarrollando ciclos de conferencias en varios países. Cuando Ortega vuelve a España en 1945, apenas pudo actuar públicamente, porque nunca quiso hacerlo oficialmente. José Ortega y Gasset muere en Madrid el 18 de octubre de 1955, y poco antes de morir dijo aquellas palabras estremecedoras: “En España, ni para morirse le dejan a uno en paz”.

En su libro Personas, obras, cosas recoge los artículos que, en forma de ensayos, fueron publicados en su primera juventud. En 1914 escribe Meditaciones del Quijote. El tema central de este libro es España. “Estos ensayos –escribe Ortega- son para el autor –como la cátedra, el periódico o la política- modos diversos de ejercer una misma actividad, de dar salida a un mismo efecto... Se trata, pues, lector, de unos ensayos de amor intelectual. El lector descubrirá hasta en los últimos rincones los latidos de la preocupación patriótica”. Quizá lo más granado de esta actitud se halle recogido en los ocho tomos de El Espectador, cuya publicación iniciará Ortega en 1916 y terminará en 1934. Ortega, desde su mocedad, ejercitó una función de orientación política, basta recordar dos de sus libros: España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas (1930).

En 1910 dio su primera gran conferencia en la sociedad “El Sitio” de Bilbao, titulándola Pedagogía Social. En 1914 desarrolló en el teatro de la Comedia, de Madrid, su disertación Vieja y nueva política, señalando nuevos rumbos a la juventud de la nueva generación.

Siendo el Estado el eje de la sociedad y el gran impulsor de la historia, es natural que Ortega se preocupara de su origen y esencia. El origen deportivo del Estado se titula uno de sus ensayos más bellos, sin embargo, es más realista el ensayo Abenjaldun nos revela el secreto, donde Ortega resume las ideas que el gran sociólogo del siglo XV expone en sus Prolegómenos, sobre el origen del Estado de conquista o sociológico, como luego se ha llamado.

Su labor literaria y filosófica es la mayor y más importante de la España contemporánea. Hay que reconocerle el gran servicio pedagógico de haber puesto en circulación más ideas filosóficas que ningún otro español de su tiempo Ha escrito de todo lo divino y lo humano y es muy difícil, no ya resumir la vasta floresta de su obra, sino diferenciar los frutos más válidos. Citaremos al menos, algunos títulos: Ideas sobre la novela (1914), Vieja y nueva política (1914), El tema de nuestro tiempo (1923), La deshumanización del arte (1925), La redención de las provincias (1929), Misión de la Universidad (1930), Goethe desde dentro (1932), Rectificación de la República (1933), En torno a Galileo (1933), Ensimismamiento y alteración (1939), Ideas y creencias (1940), Sobre el amor (1940), Historia como sistema (1940), Apuntes sobre el pensamiento (1943) y Papeles sobre Velázquez y Goya (1950. Después de su muerte se publicaron, entre otros textos, El hombre y la gente (1957), ¿Qué es filosofía? (1958), Idea del teatro (1958), La idea de principio en Leibniz (1958), Meditación de Europa (1960), Origen y epílogo de la filosofía (1960) y Pasado y porvenir para un hombre joven (1962).

La ecuación personal de Ortega puede ser ésta: un liberal de su época, un fuerte temperamento estético que hace filosofía, un brillante escritor que permanecerá en la literatura española, por su forma y por su emoción estética, por su poesía. Su obra seguirá siendo, esencialmente, una obra de arte.

“En la España de los vencedores –escribe su famoso discípulo Julián Marías-, Ortega fue eliminado, sistemáticamente atacado, y se trató de borrar hasta su última huella, especialmente en la Universidad. Muchos emigrados –aunque fuesen de 1936 y no de 1939, aunque no hubiesen participado en la defensa de la República- simularon creer que Ortega no la había defendido, aunque la verdad estricta es que la defendió contra todos (contra los que la atacaron y contra los que usurparon su nombre y destruyeron su espíritu)”.

Francisco Arias Solís

Paz y libertad.

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Gracias.

viernes, 19 de junio de 2009

Emilio Ballagas por Francisco Arias Solis

EMILIO BALLAGAS
(1908-1954)

“Si pregunta por mí, dile que habito
en la hoja del acanto y de la acacia.
O dile, si prefieres, que me he muerto.
Dale el suspiro mío, mi pañuelo;
mi fantasma en la nave del espejo.“
Emilio Ballagas.

LA VOZ DE LA LIRICA NEGRISTA

La lírica negrista se desarrolla en las Antillas en la segunda mitad del siglo XX movida por la atención que empieza a prestarse a partir de 1910, año en el cual Frobenius publicó Der Scharwarse Dekameron. Después de la Primera Guerra Mundial el agotamiento espiritual de los ambientes artísticos encontró en el motivo una evasión exótica. En París despertó numerosos entusiasmos, entre ellos el de Picasso que pobló de fetiches su arte, mientras Josephine Baker revelaba desde los escenarios europeos los secretos de la danza negra. Fue el periodo en que se descubrieron también los grandes músicos y poetas negros de los Estados Unidos.

La atención dedicada al negro en las Antillas, presencia directa y no pocas veces dominante, marcó dos corrientes en la poesía: una folklorista que se contentaba con un acercamiento epidérmico al tema, y la otra de signo más profundo que trataba de penetrar y expresar la compleja espiritualidad del alma negra. Como es sabido García Lorca, extrajo iluminaciones determinantes durante su estancia en Harlem entre 1929 y 1930 y del contacto directo con el mundo y la poesía cubana. Rafael Alberti pareció dar empuje con el “Poema del mar Caribe”, escrito tras su estancia en Cuba en 1935, al acento social de la poesía negra antillana.

Con Emilio Ballagas, al folklore se une, superándolo, una profunda participación humana. En el “Baile del papalote”, por ejemplo, él se convierte en intérprete feliz de la espiritualidad negra en la que actúan profundamente el rito y el animismo, en la “Comparsa habanera” lo que domina es el ritmo, mientras que en la “Elegía a María Belén Chacón” se impone el problema humano y social que da vida a una de las interpretaciones más sensibles de la condición negra americana.

Emilio Ballagas Cubeñas nace en Camagüey el 7 de noviembre de 1908. A los quince años ya había escrito un cuento y a los dieciocho publica su primer poema “Rostro de cara”. En 1926 se gradúa de Bachiller de Letras y Ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey . En 1928 comienza los estudios de Pedagogía en la Universidad de la Habana. En 1933 se doctora en Pedagogía y ocupa la cátedra de Literatura y Gramática en la Escuela Normal para Maestros de Santa Clara, cargo que desempeña hasta 1946. Colabora como redactor en el periódico La Publicidad. En 1937 viaja a Francia. En 1942 edita junto a otros poetas la revista Clavileño. En 1946 obtiene el título de Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana y al año siguiente se casa con Antonia López Villaverde. Se traslada a la Habana y es profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza de Marianao. En 1951 obtiene con Cielo en rehenes el Premio Nacional de Poesía. Emilio Ballagas muere en La Habana el 11 de septiembre de 1954.

Emilio Ballagas es junto al puertorriqueño Luis Palés Matos, uno de los máximos representantes de la llamada “poesía negrista, negra o negroide”, cuyo iniciador fue Nicolás Guillén. Poesía que mediante el ritmo y los registros léxicos refleja la influencia de la cultura africana en el mundo americano.

Las composiciones de Ballagas son sensuales, dramáticas, dinámicas y de lenguaje propio. Su fama se debe sobre todo, a su producción negrista en Cuadernos de poesía negra (1934) y analogías fundamentales sobre el tema Antología de la poesía negra hispanoamericana (1944) y Mapa de la poesía negra americana (1946). En realidad, él representa una de las expresiones más logradas de la poesía pura. Desde Júbilo y fuga, hasta Elegía sin nombre, Nuestra Señora del Mar y Cielo en rehenes –libros reunidos más tarde en Obras poéticas (1955)- está documentado el proceso a través del cual ha pasado su lírica: de un verbalismo jubiloso –“gimnástico” lo han definido- del que es singular ejemplo el “Poema de la ele”, en las huellas de “Verdehalago” de Brull, a una doliente expresión romántica, para llegar finalmente a tonalidades neoclásicas. El periodo negrista es, sin embargo, uno de los momentos que mejor caracteriza a la poesía de Ballagas. Y como dijo el poeta cubano: “La carne es un laurel que canta y sufre / y yo en vano esperé bajo su sombra”.

Francisco Arias Solís

La paz no se reduce a la ausencia de guerras.

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jueves, 18 de junio de 2009

José Nogales por Francisco Arias Solis

JOSE NOGALES
(1860-1908)

“¡Valiente soldado del Arte,
adiós, que luego nos veremos!...
También nosotros pronto iremos
con nuestra música a otra parte.”
Manuel Machado. A José Nogales.

LA VOZ DEL PERIODISMO MODERNO

José Nogales tenía sentido periodístico. Para un escritor tener sentido periodístico, en estricto sentido, es tener sentido del tiempo; del tiempo que vive y del tiempo en que vive (esto es, del tiempo suyo y del tiempo de los demás; del tiempo de todos y de su tiempo propio).

José Nogales Nogales nace en Valverde del Camino, provincia de Huelva, el 21 de octubre de 1860. Sin embargo, él se consideraba natural de Aracena. Su padre era notario. En Aracena estudia las primeras letras y marcha a Sevilla a estudiar Bachillerato. Allí comienza la carrera de Leyes. Nogales compaginaría sus estudios con el trabajo en los semanarios El Látigo y El Pensamiento Moderno. Antes de terminar la carrera, Nogales se marcha con unos amigos a Marruecos, en un navío contrabandista. “Fui a Marruecos a pasar unas semanas –nos cuenta Nogales- y pasé algunos años”.

En unión de un industrial inglés, Trinidad G. Absines, Nogales funda, dirige y realiza, prácticamente en solitario, casi dos años, el que fue el primer periódico de Marruecos, Al-mogreb Alaksa (El Lejano Occidente). Este periódico semanal siguió viviendo hasta bien entrado el siglo XX, en que se transformó en el Tangier Gazette.

Nogales inicia en el periódico marroquí una campaña contra la venta de esclavos que se practicaba en las plazas públicas. Es tanta la insistencia del periodista onubense, que los representantes europeos formularon ante su majestad xerifiana, una enérgica protesta por estos espectáculos de lesa humanidad, consiguiendo que la esclavitud fuese abolida. El Gobierno portugués condecoró a Nogales por esta campaña de humanidad y justicia.

En 1844 Nogales vuelve a España. Termina la carrera de Leyes y se establece en Huelva donde ejerce como abogado.

Desde el diario la Coalición Republicana emprende una campaña contra los métodos de explotación de la Compañía de Río Tinto, cuyo procedimiento de calcinación de las piritas producía unos humos que asolaban, poco a poco, todos los terrenos agrícolas sobre los que se posaban. Nogales consigue que la Compañía modifique sus sistemas y que abone las indemnizaciones a los perjudicados.

En los años finales de siglo José Nogales es secretario del Ayuntamiento de Niebla, bibliotecario de la Diputación Provincial de Huelva, se casa, y se dedica reposadamente a escribir. Aparecen sus primeros libros Mosaico, Leyendas y tradiciones de la Sierra y Nuevas cartas del Caballero de la Tenaza.

Las calidades literarias de Nogales se muestran en toda su belleza en los cuentos, artículos y relatos cortos. Las tres cosas del tío Juan es su cuento más conocido, escrito en el pueblo onubense de San Juan del Puerto. Funda y dirige la edición sevillana de El Liberal. De allí pasa a la redacción del de Madrid, donde ya vivió prácticamente sin interrupción. Publica dos novelas de costumbres andaluzas: Mariquita León y El último patriota. El libro Notas sevillanas es un compendio de sus artículos periodísticos sobre la Sevilla de principios del siglo XX.

El escritor describe en Mariquita León un pueblo corrompido por la tiranía y falta de honradez de tres caciques que intentan aniquilar el poder de la protagonista, rica terrateniente llegada a la cumbre de la jerarquía aldeana por medios honrados. Nogales alude a la corrupción del sistema electoral. Los caciques presionan a los aldeanos para que voten a favor del candidato que les designan.

En escritos de su madurez encontramos estas pinceladas sobre la dramática situación de los jornaleros en Andalucía. “El pueblo, la masa trabajadora –escribe Nogales- va despertando en fuerza de latigazos y merced a extrañas direcciones. El concepto de la propiedad es allí absolutamente feudal. Los hombres son para la tierra, no la tierra para los hombres. Y esta antigua concepción del derecho, que aún nos dan en las Universidades, donde se estudia más derecho romano que derecho español, hace que el jornalero se le considere como un apero de labranza a la entera disposición del señor de la tierra, no como un colaborador de imprescindible necesidad. El jornal supone la cantidad mínima suficiente para la sustentación del jornalero. La diferencia, entre el antiguo esclavo y el moderno jornalero consiste en que para el esclavo se señalaba la cantidad máxima de alimentación, toda ella en especie: al jornalero la mínima, y se le suele suministrar en especie y dinero”.

A los 47 años, Nogales pierde la vista, por una doble catarata, poco después el 7 de diciembre de 1908, muere José Nogales en su casa de Santa Engracia en Madrid. Manuel Machado nos dejó estos versos: “En la hora mala / de tu partida, compañero, / nos peguntamos unos a otros / cuando nos tocará a nosotros...”

Francisco Arias Solís

La peor paz es mejor que la mejor guerra.


XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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miércoles, 17 de junio de 2009

Regalos para el XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

Lista de regalos de ocasión
para obsequiar a los participantes del
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

Un 2009 sin más guerras
Un arco iris nocturno
El cuento de nunca acabar
Un montón de horas muertas
La querida libertad
Un barco hundido
Un velado desvelo
Una máscara de cristal
Un grito en el cielo
Una gota de paz
Un minuto para perderse
Un sol sin ocaso
Un viaje sin destino
Un reloj sin prisa
Una bella sonámbula perdida en el desván
La manzana de la concordia
Un trapecio para saltar sin alas
Un teléfono asesinado
Un poema enigmático
Un saber que ocupe lugar
Un silencio para gritar sin límites
Una media verdad y su otra mitad
Una pizca de felicidad
Una ilusión para vivir
Un ama de cría para el desayuno
Una música sin ruido
Un compás de espera
Una solidaridad verdadera
La salida del laberinto
Una fiesta libertina
Una ciudad sin corrupción
Un cementerio lleno de vida
Una vida sin carrera de obstáculos
Una revolución en silencio
Una idea genial encontrada en la papelera
Un milagro
Una veleta sin norte
Una invisible flor de primavera
Un dedo puesto en la llaga
Una luna tatuada
Una respuesta para todas las preguntas

Francisco Arias Solís

La primera víctima de la guerra es la infancia.


XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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Para participar en el festival puede remitir sus poemas a la dirección:
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Se ruega y agradece su difusión.

Esteban Echeverría por Francisco Arias Solis

ESTEBAN ECHEVERRIA
(1805-1851)

“Dime ¡oh pueblo soberano!
¿Qué hiciste de ellos liviano
cuando tuviste en la mano
tu destino y porvenir”.
Esteban Echeverría.

LA VOZ DEL HACEDOR DE UTOPIAS

El ambiente de violencias, peligros, prisiones, martirios y muertes en que vivió la Argentina bajo la larga e implacable dictadura de Juan Manuel Rosas infundió al romanticismo rioplatense un giro social y de lucha, de carácter abiertamente liberal. La disolución de la Asociación de Mayo, organizada por Esteban Echeverría se ha estimado como el más visible exponente de la lucha que los escritores sufrieron bajo las más duras persecuciones.

La crítica ha coincidido en resaltar La cautiva dentro de la obra de Echeverría. La acogida por parte de los poetas jóvenes porteños fue clamorosa también lo fue de la crítica en el momento de su edición, en septiembre de 1837. En La cautiva, Echeverría se propuso crear una poesía que fuera completamente nacional, argentina: la poesía dela Pampa. En Cádiz, donde según Menéndez Pelayo, se reedita el libro, se agota media edición.

Esteban Echeverría nace en Buenos Aires el 2 de septiembre de 1805, cinco años antes de la revolución de Mayo que tanto gravitará sobre su vida y la del país. Los vientos de la liberación ya soplaban con fuerza en toda América. El absolutismo retrógrado de Fernando VII no había hecho sino deteriorar más las difíciles relaciones entre la metrópoli y las colonias.

En un fragmento autobiográfico, él mismo responsabiliza de la irregularidad de sus estudios primarios a la borrascosa situación política. A la inestabilidad del entorno se suma otra : la emocional, causada por la temprana muerte de su padre, el comerciante vasco José Domingo Echeverría.

Su adolescencia es disipada y bohemia, aunque seguramente, menos peculiar a lo que él lamenta al declararse don Juan y libertino. A la muerte de su madre, en 1822, se marcha al campo para buscar paz y consuelo en la naturaleza. En ese mismo año, se inscribe en la flamante Universidad de Buenos Aires. Estudia filosofía y latín. A finales de 1823 comienza a trabajar como dependiente de aduana en unos almacenes mayoristas.

En marzo de 1826, luego de un viaje azaroso, llega a París con una guitarra y unos pocos libros. En la Sorbona estudia economía política y legislación, y “como desahogo a estudios más serios –según él mismo escribe- me dediqué a leer algunos libros de literatura. Shakespeare, Schiller, Goethe y especialmente Byron me conmovieron profundamente y me revelaron un nuevo mundo”. Y si bien su conversión al romanticismo estético fue súbita, su asimilación del socialismo utópico pertenece a una etapa posterior.

En París asiste a algunas tertulias literarias y escribe sus primeros poemas. Vuelve a Buenos Aires, en junio de 1830. “Al volver a mi patria ¡cuántas esperanzas traía! Pero todas estériles: la patria ya no existía”, diría el poeta.

Al poco tiempo de llegar de París publica en La Gaceta Mercantil “Regreso” y “Celebridad de Mayo” , que luego incluirá en Los consuelos (1834). Por esa época frecuenta el salón de Mariquita Sánchez, dama progresista y patriota, donde se vincula con jóvenes que luego formarán el grupo conocido como la Generación del 37.

En 1832 aparece Elvira o la novia del Plata , que tendrá el mérito de introducir el romanticismo en el Río de la Plata. La cumbre de su actividad poética la consigue con La cautiva, que aparece incluida en Rimas (1837). Comienza su primer poema de tema político, La insurrección del sud, que publicará años después en Montevideo. Pero su obra más conocida es el relato costumbrista de descarnado realismo, El matadero (1838), escrito el mismo año en que fundó la asociación secreta “Joven Argentina” (más tarde llamada “Asociación de Mayo” ), para luchar contra la brutal tiranía de Rosas.

Echeverría se ve obligado a exiliarse en Uruguay. En 1841 se instala en Montevideo. Allí escribe La guitarra o primera página de un libro, poema autobiográfico. Es curiosa la coincidencia de la reaparición de la guitarra, como tema de su primera composición importante del exilio. La obra cumbre de esta etapa es, sin duda, el Dogma socialista de la Asociación de Mayo.

Desterrado, pobre, enfermo y olvidado, el poeta encarna todas las fatalidades “románticas”, a su dolencia cardiaca se suma una tisis que completa el arquetipo y le anuncia continuamente “que en juventud temprana / morir es su destino”.

En 1840 participa como miembro del primer Consejo de la Universidad Nacional de Montevideo. Pero en agosto del año siguiente debe pedir la baja por el empeoramiento de su siempre precaria salud. Finalmente, y para coronación de esa adversidad “romántica” muere en Montevideo el 19 de enero de 1851, poco antes del pronunciamiento de Urquiza, sin ver cumplido el proyecto al que había consagrado su vida y su poesía. Su proyecto político se cumple en la orientación de la Constitución y en la acción de gobierno de sus compañeros de generación que dirigirán el país hasta fines de siglo.

Además de ser un propulsor de iniciativas múltiples es un realizador de utopías que consigue pensar una nación y fijarla en su literatura. Y como dijo nuestro poeta “Murió, por siempre cerrados / están sus ojos cansados / de correr por llanuras y cielo, / de sufrir tanto desvelo... “

Francisco Arias Solis

No se puede ser libre más que entre libres.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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martes, 16 de junio de 2009

Ciro Alegría por Francisco Arias Solis

EN EL CENTENARIO DE CIRO ALEGRÍA
(1909-1967)

“La soga iba desde las muñecas hasta el arzón de la montura,
colgando en una dolorosa curva humillante.
A la Marina se le quedó el cuadro en los ojos.
Desde entonces veía al Mateo, yéndose, amarrado sin poder volver,
con su poncho morado, seguido de los gendarmes de uniformes azules.
Los veía voltear el recodo y desaparecer.”
Ciro Alegría.

LA VOZ DEL MUNDO INDÍGENA

La novela indigenista surgió en los países andinos –Bolivia, Ecuador, Perú-, en los que parece prolongarse de una manera anacrónica, en ciertos aspectos relacionados con la situación de las poblaciones indígenas, una oscura época colonial de cuño feudal, con todo lo que conlleva de abuso y sometimiento. Si bien es cierto que tanto los mestizos como los blancos consiguen con frecuencia superar los condicionamientos de la explotación y de la opresión, convirtiéndose en un gran número de casos en instrumentos de la oligarquía y del poder político, no es menos cierto que los indios continúan languideciendo en condiciones de extrema pobreza y de cruel servidumbre.

Esto explica, sin lugar a dudas, el surgimiento en la narrativa de los países mencionados de una corriente que trata la situación del mundo indígena, siguiendo las lejanas huellas de la peruana Clorinda Matto de Türner, cuyo realismo abandonan para incorporar una visión aún más cruda.

En el Perú, Ciro Alegría, es uno de los grandes novelistas de la corriente indigenista. La novela de Alegría es realista, de honda preocupación humana, resuelta, sin rodeos, encuadrada en la protesta social y política, apegada a las realidades del mundo al que se refiere, pero sin concesiones a lo horripilante, como la novela de otros escritores de esta corriente; hay en ella, por el contrario, un mesurado tono lírico que presta una base todavía más convincente a la protesta.

Ciro Alegría Bazán nace en Sartimbamba, Huamachuco, el 4 de noviembre de 1909 y muere en Chaclacayo el 13 de febrero de 1967. Recibe una educación liberal y progresista en medio de la vida casi feudal de los grande fundos del interior del departamento de La Libertad. Influye en su formación espiritual y en su inquietud interior la vida a orillas del río Marañón, que determina ciertas condiciones ambientales de trabajo y de paisaje, y las narraciones de personajes-tipo que laboran en las faenas agrícolas. Estudió en el colegio nacional de San Juan de Trujillo, donde fue discípulo de César Vallejo y en la facultad de letras de la universidad de la misma ciudad. Periodista en su juventud, tiene luego una activa participación en la vida política. Fue colaborador de los diarios peruanos La Tribuna y El Norte, y del argentino La Nación. Defendió la política revolucionaria del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), por lo que fue encarcelado en 1934 y desterrado a Chile al año siguiente.

En el destierro en Chile, escribe las tres novelas que le dan fama en el continente: La serpiente de oro (1935), ambientada en las tierras situadas a orillas del río Marañón, Los perros hambrientos (1938), uno de cuyos capítulos sirvió de inspiración para El mundo es ancho y ajeno (1941), su obra más celebrada y, para muchos, uno de los máximos ejemplos de la narrativa indigenista. Alegría fue profesor de literatura hispanoamericana en Estados Unidos y Puerto Rico. Regresa a su país y ocupa cargos políticos, al mismo tiempo que traduce y publica cuentos de tipo indigenista.

Los personajes del escritor peruano viven en un bucólico y fortalecedor contacto con la tierra, que afirma su dimensión humana y deja sin justificación el encarnizamiento con que el abuso y el egoísmo se abaten sobre ellos.

Después de El mundo es ancho y ajeno, Ciro Alegría publica solamente un libro, Duelo de caballeros (1955), perteneciente a su primera época y, como tal, documento interesante para estudiar los orígenes de su narrativa.

Tras las muerte de Alegría, su esposa, Dora Varona, se dedicó no sólo a reimprimir las obras más conocidas del novelista, sino también a editar todo cuanto había quedado inédito: una obra notable, aunque no sea decisiva a la hora de evaluar los méritos artísticos de la narrativa de Alegría, que siguen siendo muchos. El dilema de Krause tiene como fondo la Penitenciaría de Lima, la experiencia del propio escritor como prisionero político durante el gobierno de Sánchez Cerro; Lázaro es una novela sin concluir, escrita en Cuba, de vibrantes acentos políticos. A estos libros se suman tres volúmenes de relatos: 7 cuentos quirománticos, escritos en los Estados Unidos y Puerto Rico; La ofrenda de piedra, relatos andinos, El sol de los jaguares, relatos amazónicos. En 1976 aparecieron unas interesantes memorias bajo significativo título: Mucha suerte con harto palo.

Su obra tiene ante todo un valor documental, guiada por el propósito de reivindicar al pueblo indígena, destruido económica y socialmente por el progreso. En ella encontramos también recuerdos infantiles, evocaciones de costumbres, folklore, etc. En suma, la cultura indígena con su acervo de leyendas, mitologías, formas distintas de ver el mundo, que apuntan un nuevo modo de narrar hispanoamericano, precursor del actual. Y como dijo el novelista peruano: “Con códigos y en papel sellado se ha escrito parte de la tragedia del Perú. La otra parte se ha escrito con fusiles y con sangre”.

Francisco Arias Solís

¡Necesitamos vivir en paz!

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Foro Libre: Homenaje a Fernando de Herrera

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
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“Procuré no rendirme al mal que siento,
y fue todo mi esfuerzo desvarío;
perdí mi libertad, perdí mi brío,
cobré un perpetuo mal, cobré un tormento.”
Fernando de Herrera

HOMENAJE DE FORO LIBRE A FERNANDO DE HERRERA

El próximo lunes, día 22, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta sevillano Fernando de Herrera (1534-1597), con motivo del 475º aniversario de su nacimiento.

A su muerte, Herrera había publicado unos pocos poemas, pese a lo cual se le conocía por el Divino; de su puño y letra preparó un manuscrito que fue robado a poco. El pintor Pacheco recogió originales y copias y editó en 1619 los Versos de Fernando de Herrera, con 365 composiciones a las que se han añadido posteriormente algo más de medio centenar. Constituyen una parte importante de su obra las poesías amorosas constituidas principalmente por sonetos, pero su gloria está fundamentada en sus canciones, y entre ellas las siguientes: Relación de la guerra de Chipre (1572), Sobre la batalla de Lepanto, A la muerte del rey don Sebastián de Portugal (1578), San Fernando y Canción a Don Juan de Austria, con motivo de la rebelión de las Alpujarras. Escribió una de las obras más polémica del siglo XVI: Anotaciones a Garcilaso de la Vega (Sevilla, 1580), en las que refleja su concepción del arte poético.
Temperamento poco dotado para la ternura, algunos se extrañaban de que le llamaran el Divino, no llegando a ser “humano”. Imposible encontrar en sus obras rasgos entrañables de amor por el humilde, el ignorante o el marginado. Altivo frente a los vulgares. Le duele haber nacido “en tiempo de necios”. Estas notas de carácter, que entonces como ahora hacían de Herrera un hombre más admirado que querido, no impiden que en su contradictoria personalidad aparezcan rasgos muy positivos. Había en su alma un gran sentido de la amistad, y hasta del afecto. No desprecia el éxito multitudinario, sino que renuncia a él. No ignora al vulgo, ni a los discrepantes; más bien desconfía de ellos y los teme.
Es un hombre del Renacimiento que ha llevado a sus últimas consecuencias el individualismo de la época. De ahí su ansia de información personal. De su ansia de autorrealización personal saca la tenacidad que necesita para llevar adelante sus trabajos de humanista y de poeta.
Más que un simple petrarquista al uso, nuestro poeta parece aspirar a ser “el petrarquista andaluz”. Es sin duda, uno de los representantes más ilustres de la corriente europea que en la segunda mitad del siglo XV y en todo el siglo XVI intenta educarse en petrarquismo.
Poeta de elevada entonación, comenzó cantando las hazañas de la España imperial, pero su enamoramiento de la Condesa Gelves le llevó a convertirse en poeta lírico. El petrarquista Herrera no dedica a su protectora una pasión, sino unos versos apasionados, poesía amorosa de la mejor estirpe literaria, nacida de un corazón que la amaba, sí, pero con respetuosa afección de súbdito y amigo.
Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

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lunes, 15 de junio de 2009

Domingo Faustino Sarmiento por Francisco Arias Solis

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO
(1811-1888)


“A los dieciséis años de mi vida entré a la cárcel,
y salí de ella con opiniones políticas.”
Domingo Faustino Sarmiento.

LA VOZ DEL ROMANTICISMO COMBATIVO

La originalidad de Sarmiento está en que la filosofía romántica de la historia vino a fundirse entrañablemente con su intuición de la propia vida como vida histórica. Sentía que su yo y la patria eran una misma criatura, comprometida en una misión histórica dentro del proceso de la civilización. De aquí que sus escritos, siendo siempre actos políticos, tengan un peculiar tono autobiográfico. En su primera autobiografía Mi defensa (1843), forjada en Chile como un arma, Sarmiento se exhibe luchando a brazo partido con la pobreza, atraso, ignorancia, violencia, injusticia y anarquía de su medio. Sus frases se refractan en dos haces: uno que ilumina el impulso de la voluntad creadora; el otro, la inercia de las circunstancias adversas. Pronto el lector advierte que esa polarización tiene un sentido filosófico: alude al conflicto entre espíritu y materia, libertad y necesidad, historia y naturaleza, progreso y tradición. Y, en efecto, cuando Sarmiento pasó del sentimiento de la propia vida personal a la interpretación de la vida pública argentina, las confidencias de Mi defensa se convirtieron en una fórmula política: Facundo o civilización y barbarie (1845), publicado como folletín en El Progreso, que no es ni historia, ni biografía, ni sociología: es la visión de un país por un joven ansioso de actuar dentro como fuerza transformadora. El Facundo ha merecido los mayores elogios de la crítica por la calidad de su prosa y el vigor de sus descripciones de hombres, situaciones y ambientes: “Este libro poderoso –escribe Pedro Henríquez Ureña- es la obra maestra de su tiempo en América”.

Domingo Faustino Sarmiento es la personalidad más vigorosa del grupo de los “Proscritos” argentinos, activos opositores al régimen de Rosas. Sarmiento incitaba a escribir con espontaneidad, con amor, con corazón, lo que veía alrededor, lo que le venía a la mente, porque todo esto resultaría bueno, en el fondo, aunque en la forma fuese incorrecto; resultaría apasionado por más que algunas veces fuera inexacto; le gustaría al lector, aunque hubiese horrorizado a Garcilaso; y sobre todo, no se parecería al lenguaje de ningún otro y, bueno o malo, nadie se lo disputaría. Sarmiento se atuvo siempre a su lema: “las cosas, hacerlas, aunque sea mal, pero hacerlas”.

Desde un punto de vista más estrictamente literario, Sarmiento se revela como escritor en los Viajes (1849), testimonio de una notable capacidad de observación, de una vena narrativa válida, de gran capacidad estilística para plasmar sus impresiones en torno a los varios países visitados, entre ellos, Francia, Italia y los Estados Unidos.

Domingo Faustino Sarmiento nace en San Juan de la Frontera el 15 de febrero de 1811 y muere en Asunción el 11 de septiembre de 1888. Desde muy niño vive la agitada situación política de su país, que acaba en guerra. De formación autodidacta, pronto revela sus extraordinarias dotes como escritor. El pensamiento de Sarmiento evoluciona hacia la afirmación de un progreso civil hispanoamericano, de la que deja testimonio en los Recuerdos de provincia (1850). El hombre político, con mayor reflexión y control, dominado por nostalgias instintivas, dirige su mirada hacia el futuro que está llamando a la puerta. Considera que la barbarie ha perdido definitivamente la partida y que la civilización está destinada a triunfar.

Rosas cae en 1851, vencido por Urquiza, situación que parece confirmar las grandes esperanzas de Sarmiento. Pero Urquiza lo desilusiona muy pronto y desde Chile escribe La campaña del Ejército Grande (1852), donde ataca al nuevo presidente con el ardor que en él es habitual.

En 1855 una amnistía permite a Sarmiento volver a la Argentina. En 1864 se le nombra representante del país en los Estados Unidos. En 1868 a su regreso de los Estados Unidos, se entera de que ha sido elegido para la presidencia de la República.

Durante su gobierno dio gran impulso a la enseñanza popular, organizó el magisterio e impulsó la instrucción técnica y profesional; estableció bibliotecas, museos, gabinetes científicos; creó el Observatorio astronómico, el Colegio militar, la Escuela naval; tendió nuevas líneas férreas y telegráficas; hizo levantar un censo demográfico; fomentó la inmigración y contrató maestros y especialistas en ciencias.

A lo largo de los años de su gobierno tuvo que hacer frente a numerosas hostilidades, en particular a la oposición de la aristocracia criolla. Nombrado ministro en el gobierno de su sucesor, Avellaneda, escribió en 1883 el libro Conflictos y armonías de razas, obra sociológica, una vez más estamos ante la revelación de un temperamento indómito de luchador, un hombre que con el tiempo se afirma con estatura continental.

El clima de la dictadura está reflejado con extraordinaria incisividad en Facundo o civilización y barbarie, que en este sentido, se convierte en un libro de importancia ejemplar. Con Facundo, “genio bárbaro”, desaparecen las tradiciones del buen gobierno, todo se degrada, las leyes llegan a ser instrumento de abuso en manos de individuos sin escrúpulos. Pero Facundo es sólo un pretexto para que el escritor argentino pueda llegar a la condena plena de Rosas y de su régimen despótico. Y como dijo el político y escritor argentino: “Educarse es ser simplemente hombre libre”.

Francisco Arias Solís

La paz pide una oportunidad.


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domingo, 14 de junio de 2009

Rafael Guillén por Francisco Arias Solis

RAFAEL GUILLÉN


“Yo sé que es mía esta tierra
que ha de ser mi sepultura;
que también mi pena es mía
aunque no tenga escritura.”
Rafael Guillén.

LA VOZ DE UNA ENVIDIABLE LIBERTAD

Rafael Guillén, casi sin darse cuenta, ha ido barruntando a través de su poesía, un tema esencial –el del tiempo y el espacio-, que intenta ahondar, al escribir un poema experimental en el que se pretende “una iluminación sucesiva y sistemática de todos los límites –espacio, tiempo, movimiento... “.

Para muchos, Rafael Guillén pasa por un poeta dedicado a cantar, de modo casi exclusivo, el amor humano. No sería poca cosa, desde luego. Al margen de las modas, éste es una de las constantes principales de la poesía de todos los tiempos y meridianos. Pero Guillén, como siempre, sublimará, poco a poco, el tema, y lo irá ligando a situaciones límites del ser humano: a la nada, al tiempo, a la soledad, a la muerte, a Dios, a los misterios de la vida.

El poeta se ha sentido atraído desde sus primeros versos por la mujer. Le basta una muchacha triste en una esquina nocturna, profesando “la alegría del que paga al contado”, para soñarla “contando mariposas” y “estrenando un blanco lino”, hasta decirle: “No sé muchacha triste, qué nube de qué otoño / te sembró de alfileres la paz de la mirada”.

Rafael Guillén nació en Granada el 27 de abril de 1933. Fundó y ha dirigido, junto con José García Ladrón de Guevara, la colección poética Veleta al Sur. Colabora en importantes revistas europeas y americanas y sus poemas y artículos han sido traducidos a varios idiomas. Ha viajado por Europa América, Asia y Africa. Ha obtenido entre otros los premios “Leopoldo Panero”, “Guipúzcoa”, “Boscán”, “Ciudad de Barcelona“ y dos internacionales en New York y Guatemala. En 1994 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura por Los estados transparentes. En el 2003 se le concede el Premio de la Crítica Andaluza. Posee la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de Granada, es miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada y Medalla de Oro de la Ciudad Entre los títulos más destacados de su obra se cuentan: Antes de la esperanza, Ríos de Dios, Pronuncio amor, Elegía, Cancionero-guía para andar por el aire de Granada, El gesto, Hombre de paz, Tercer gesto, Apuntes de la corrida, Amor, acaso nada, Los vientos, Límites, Gesto segundo, Antología poética, Los estados transparentes, Vasto poema de la resistencia, Mis amados odres viejos, El manantial, Variaciones temporales, Las edades del frío, Estado de palabra, Signos en el polvo y Los dominios del cóndor.

Rafael Guillén busca su universalismo sin desligarse de su tierra. Guillén, como buen granadino, se sienta a solas en su ventana, de cara a las nieves de la Sierra, en un sillón de “hombre en paz”, o se pierde a solas, por las callejas granadinas, por los recovecos del silencio albaicinero. Por eso Rafael, cancionero y guía para andar por el aire de Granada, conocedor de ese aire que desde niño ha respirado, granadino hasta los huesos, andaluz de pura cepa, se va haciendo universal, escarbándose por dentro los propios sésamos, los propios límites, sin buscarse otra aventura.

Rafael Guillén es un poeta que domina a la perfección la técnica poética. Es un autodidacta que no tiene ni siquiera el bachillerato, pero que domina el idioma, tiene un lenguaje propio, conoce y respeta la sintaxis como pocos. Se queja de que, a veces, incurre en lo didáctico. Que afirma mucho. Que se está haciendo un ideólogo, un ensayista en verso. Añora el sentimiento de sus comienzos, como si el sentimiento fuera el supremo de los caminos.

Es interesante la concepción de la muerte de Rafael Guillén. Su desolación de niño que, un día cualquiera, se encuentra de repente al otro lado de la valla de ese lugar en que están los desterrados, los muertos. “Hay que amar a los muertos, comprenderlos”, nos dirá volviéndonos los ojos.

Es mucho lo que separa a la poesía de Rafael Guillén –poeta de Granada, poeta de Andalucía de la nieve y del silencio- de la poesía cálida y vegetal de la Andalucía del río grande y la bahía. En Rafael late lo íntimo de la vida. La soledad. La luz, la desesperanza... No en vano, dijo el poeta granadino: “Sólo acierta en amor quien se equivoca / y entrega mucho más de lo que entrega”.

Francisco Arias Solís

No disparar donde haya niños. Stop.
En la gloria no necesitamos más ángeles.

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Alfonso Reyes por Francisco Arias Solis

ALFONSO REYES
(1889-1959)

“Amapolita morada,
del valle donde nací:
si no estás enamorada
enamórate de mí.”
Alfonso Reyes.

LA VOZ DEL MEXICANO UNIVERSAL

Alfonso Reyes, uno de los grandes humanistas que ha tenido la cultura hispánica, es el “mexicano universal” por excelencia, el hombre de letras más completo que México ha dado al mundo. Su ingente obra de polígrafo estuvo siempre abierta a todos los canales de comunicación con otras culturas y abarca casi todos los géneros: poesía, narrativa, ensayo, crítica literaria y filológica, crónica... Está considerado uno de los mejores críticos de la lengua española.

Alfonso Reyes Ochoa nace en Monterrey, Nuevo León, el 17 de mayo de 1889. Estudia en México en la Escuela Nacional de Preparatoria y en la Escuela de Jurisprudencia, en donde recibe el título de licenciado en Derecho en 1913. Fue también doctor en Letras.

Cuestiones estéticas, libro editado en París en 1911, es su primera irradiación en el mundo internacional de las letras. Ese año se casa con Manuela Mota, su compañera ideal.

Durante muchos años, estuvo en el Servicio Exterior, primero en la embajada de México en París y después en Madrid. En España pasó diez años desde 1914 a 1924. Ortega y Gasset al fundar el diario El Sol, nombra a Reyes colaborador del mismo. Con el grupo de Ramón Menéndez Pidal realiza estudios filológicos –literarios de primera importancia. Es gran amigo de Juan Ramón Jiménez, Azorín, Valle-Inclán y Gómez de la Serna. La presencia en España se traduce luminosamente en sus ensayos costumbristas e impresionistas, los Cartones de Madrid, Horas de Burgos y en otras piezas que componen Las vísperas de España.

Después de permanecer, nuevamente, tres años en Francia, Reyes es nombrado embajador mexicano en la Argentina y posteriormente en Brasil. En el libro Quince presencias, recoge deliciosas evocaciones costumbristas de paisajes y personajes brasileños. Su “correo literario” o revista personal Monterrey, redactado desde Sudamérica, refleja su preocupación por todas las culturas.

Terminada su carrera diplomática regresa la ciudad de México en 1939, para radicarse allí definitivamente. Se hace construir una casa en forma de “biblioteca con anexos”, bautizada “La capilla Alfonsina”, por su entrañable amigo español en el exilio Enrique Díez-Canedo. Fundó y regentó la cátedra de historia de la lengua y literatura españolas en la universidad de la Ciudad de México y creó el que se llamaría Colegio de México, ocupando en él la cátedra de historia de la cultura. En 1957 fue elegido presidente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Son años de consolidación de su obra literaria: El deslinde, Al yunque, Ultima Tule, No hay tal lugar..., Junta de sombras, La filosofía helenística, La X en la frente, A campo traviesa, Trayectoria de Goethe....

Preocupación constante para Reyes es el sentido y sitio de América dentro de la cultura universal. Toda su obra está matizada de erudición, toda es sensibilidad y humanismo; poesía en la más breve frase de Góngora, Lope de Vega, Quevedo, Mallarmé, Goethe...

En México, por mayo de 1959 le viene la llamada definitiva: “-Soy la muerte- me dijo. No sabía / que tan estrechamente me cercara, / (...) Ya no intento eludir su compañía: / mis pasos sigue, transparente y clara, / y desde entonces no me desampara / ni me deja de noche ni de día “. El mexicano universal nos deja el 27 de diciembre de ese año.


Francisco Arias Solís

Paz, queramos paz.

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sábado, 13 de junio de 2009

Nicanor Parra por Francisco Arias Solis

NICANOR PARRA

“Lo peor es que nosotros desaparecíamos
Teníamos que ir a veces o bien teníamos que venir
Cambiar eternamente de lugar
Eternamente cambiar de botas, cambiar de sombreros
So riesgo de ser descubiertos al fin por la policía.”
Nicanor Parra.

LA VOZ DE LA ANTIPOESÍA

Aquel martes once de septiembre, escuchaba la voz de Salvador Allende por la radio. Aquella voz ronca entre el humo y los tiros, dura ante la traición, emocionada y cariñosa cuando hablaba a su pueblo. Hablaba mientras encaraba la muerte y sabiendo el dolor que iba a inundar a su patria. Recuerdo que se dirigió a su pueblo, a los trabajadores, a las mujeres, a los jóvenes. Dijo unas frases sobre su fe en “el hombre libre que construirá una sociedad mejor”. No recuerdo bien, pero habló cada vez más ronco al decir “tengo fe en Chile y su destino”.

Después de aquellos acontecimientos dramáticos de septiembre del 73 de Chile, nada se supo por mucho tiempo del gran poeta Nicanor Parra del que dijo Pablo Neruda, triste protagonista de ese acontecimiento histórico: “La vocación poética es tan poderosa en Nicanor Parra como lo fuera en Miguel Hernández”.

“Yo no soy derechista ni izquierdista / yo simplemente rompo los moldes”, decía Nicanor Parra. Y en otra ocasión contaba: “Políticamente éramos en general apolíticos, más exactamente, izquierdistas no militantes... Yo me inclinaba por la filosofía oriental lo que me hacía sospechoso...”

A los ilustres nombres de Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Pablo Neruda hay que añadir, en el contexto de la poesía chilena del siglo XX, el de Nicanor Parra Sandoval. Nacido en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914. Es hermano de la folklorista Violeta Parra así como de Roberto Parra, folklorista también y músico trashumante. Su madre fue una modista llamada Clara Sandoval y su padre un maestro del que Nicanor heredó el nombre. Hizo sus estudios de secundaria en el Liceo de Hombres de Chillán y en el Internado Nacional de Barros Arena de Santiago. Miembro de la “generación de 1938” chilena representa, junto a sus compañeros de generación, el tipo de “poetas espontáneos, naturales, al alcance del grueso público”.

En 1937 publica su primer libro de poemas Cancionero sin nombre y en ese mismo año termina sus estudios de Matemáticas y Físicas en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

En sus comienzos literarios forma una especie de grupo literario con los poetas Oyarzún y Millas, grupo del que surgiría aquel libro titulado Tres poetas chilenos (1942). En los comienzos de su carrera literaria y, más tarde, en ratos sueltos, Parra se interesó por el motivo de la llamada poesía popular. Este gusto popular puede verse reflejado en los versos de La cueca larga (1958) y ciertas reminiscencias del mismo con poemas tales como “Es olvido” del libro Poemas y Antipoemas (1954). Su afición por los metros populares viene refrendada y avalada por la personalidad de su hermana Violeta que con su guitarra transportó la calidad de estos versos por toda Hispanoamérica. Canciones rusas (1967), posee acentos de ternura y lirismo especialmente en los poemas de evocación a Chile. Versos de salón (1962), escrito con anterioridad, enfatiza, antipoéticamente, lo vano e ilusorio de la realidad desde la voz poética de una especie de paseante que contempla lo absurdo del teatro del mundo. En Artefactos (1972) culmina el proceso de reducción, de condensación y síntesis expresiva de Parra. De muy diferente signo son los Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977) proseguido dos años después por los Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui. Reflexiones envueltas en franciscana sencillez y puestas en boca de un santón o vagabundo que es testigo marginal de una época. Es este el resultado de una enmascaramiento del poeta para expresarse críticamente. Igual táctica se sigue en Cachureo, Ecopoemas, Guatipiques, Ultimas prédicas, series incluidas en Poesía política (1983) donde el Parra “anarquista libertario” enmascara su macabro humor bajo figuras populares carentes de prestigio y se manifiesta ante la violencia institucionalizada. Entre los títulos mas relevantes de sus últimas obras citaremos: Chistes para desorientar a la poesía (1989), Hojas de Parra (1985), Poemas para combatir la calvicie (1993), Páginas en blanco (2001) y Obras completas / & algo +.

Especialista de mecánica avanzada por la Universidad de Brown (EE.UU.) ha sido director del departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile, así como profesor de la Universidad de Louisiana en 1966. Ha viajado por todo el mundo destacando de entre sus viajes los realizados a Estados Unidos, Inglaterra, China y Rusia.

Nicanor Parra obtuvo en 1969 el Premio Nacional de Literatura de su país, por Obra gruesa, en 1991 el Premio Juan Rulfo y en 2001 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Ha sido postulado en varias ocasiones para el Premio Nobel.

En 1954 la aparición de su libro Poemas y Antipoemas fue un acontecimiento cultural de primera magnitud, colocando a Nicanor Parra como uno de los mejores poetas hispanoparlantes de nuestro tiempo. Parra es la contrafigura del poeta-vate, del poeta-oráculo, del poeta-profeta y se complace en poner en solfa no sólo convencionalismos estéticos muy diferentes, sino que llega a la eliminación de la estructura del poema, de su desarrollo, su estilo. Fuera de todo pedestal, distanciado desde la ironía de una realidad hueca y falsa que se complace en agredir, ha universalizado su voz sin perder su raíz chilena.

“El antipoema -decía Nicanor Parra-, que a la postre, no es otra cosa que el poema tradicional enriquecido, con la savia surrealista -surrealismo criollo o como queráis llamarlo-, debe aún ser resuelto desde el punto de vista psicológico y social del país y del continente a que pertenecemos, para que pueda ser considerado como un verdadero ideal poético”.

Nicanor Parra es popular pero no vulgar; intelectual pero no libresco; humorístico, pero no grosero; delicado, pero no atildado; crítico, pero no amargo. Y como dijo nuestro poeta: “Reconozco que se me caen las lágrimas / Volveremos a vernos / En el mar, en la tierra, donde sea”.

Francisco Arias Solís

Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.

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viernes, 12 de junio de 2009

Ramón de Mesonero Romanos por Francisco Arias Solis

RAMON DE MESONERO ROMANOS
(1803-1882)

“Símbolo de ternura y de amistad,
ellos, señora, al dirigirse a ti,
de un corazón sensible a tu bondad
la gratitud sensible expresarán por mí.”
Mesonero Romanos.

LA VOZ DEL PINTOR DE MADRID

Es indudable que en la primera mitad del siglo XIX lo más interesante de la prosa española hay que buscarla en los escritores costumbristas. Tres prosistas románticos comienzan a escribir cuadro de costumbres casi al mismo tiempo: Estébanez Calderón, Mesonero Romanos y Larra.

Ramón de Mesonero Romanos, El Curioso Parlante, nace en Madrid el 19 de julio de 1803, de familia acomodada, y fuera de algunas escapadas al extranjero su vida transcurre sin grandes inquietudes en la Corte, donde muere el 30 de abril de 1882. Vivió por lo tanto, un periodo interesantísimo de la historia española, aunque no intervino en la política activa de su tiempo, limitándose a estudiar la vida y la historia madrileña. Elegido concejal en 1846, presentó el mismo año al Ayuntamiento su Proyecto de mejoras generales de Madrid. Fue cronista local y académico de la Real Española de la Lengua. El mismo nos narró parte de su vida en Memorias de un setentón, libro curioso por los datos que aporta para el conocimiento de hechos y personajes de la época, tanto de la historia política como de la literaria.

Mesonero Romanos comenzó a escribir muy joven notas costumbristas. A los diecisiete años compuso unas páginas, muy influido por Victor Joseph Etienne Jouy, con el título de Mis ratos perdidos o ligero bosquejo de Madrid, al mismo tiempo que se dedicaba al estudio de la historia local. Su Guia madrileña, publicada en 1831, obtuvo un gran éxito y las ediciones se sucedieron rápidamente.

Sus primeros cuadros costumbristas, reunidos después con el título de Panorama matritense, aparecieron en el periódico Cartas españolas, de Carnerero. Comenzó esta primera serie de escenas con El retrato, en julio de 1831, y terminó su colaboración en 1833. Desde esa fecha a 1835 viajó por Europa y a su vuelta fundó el Semanario Pintoresco, una de las revistas románticas más interesantes. Allí publicó la segunda serie de artículos costumbristas, las Escenas matritenses, en cuyo prólogo Juan Eugenio de Hartzenbusch escribe: “Pintar, pues, las costumbres españolas de nuestra época, llevando el objeto de corregirlas”. Mesonero Romanos colaboró después en Los españoles pintados por sí mismos, con unos artículos de gran viveza y colorido, al mismo tiempo que leía comedias clásicas y editaba en la célebre Biblioteca de Autores Españoles obras de los contemporáneos de Lope de Vega.

En las dos series de artículos hay notables diferencias. En la primera serie, Panorama matritense, los ensayos ofrecen mayor brevedad que en la segunda, pero en cambio el estilo es más dulzón y “cauteloso” según frase de Hartzenbusch y las escenas pecan de superficiales, en algunos casos.
La segunda serie se redacta en época muy distinta a la anterior. En los dos años que Mesonero Romanos pasó en Francia e Inglaterra, ocurren notables cambios en la vida española. En algunos artículos de la segunda serie se ve ya un deseo de comparar lo viejo con lo nuevo, como en El sombrerito y la mantilla. Otras veces señala con cierta profundidad diversos vicios e hipocresías como El duelo se despide en la iglesia o en Una noche en vela. Otros son artículos de punzante ironía contra las nuevas corrientes literarias, como el célebre El romanticismo y los románticos.

“ Es uno de nuestros pocos prosistas modernos –escribía Larra-; culto, decoroso, elegante, florido a veces, y casi siempre fluido en su estilo, castizo y puro en su lenguaje y muy a menudo picante y jovial”.

No obstante, no deja de ser una burla que el patriarca del costumbrismo –Mesonero Romanos- fuera uno de los mayores compradores de bienes nacionales y que no vacilara en derruir históricos conventos comprados por él para edificar inmuebles. Entre 1835 a 1855 –época de su apogeo como escritor costumbrista- participó activamente en las reformas urbanísticas efectuadas precisamente a raíz de la desamortización de Mendizábal (1834) y de la acumulación de capitales provocada por la Primera Guerra Carlista. Mientras en la letra escrita Mesonero siente añoranza por el pasado idílico, las viejas posadas y caminos, y ataca al vil metal que corroe las costumbres y convierte en prosaicos los rasgos psicológicos nacionales –hidalguía hombría de bien, espíritu individualista, dignidad en el hambre-, en la realidad, él mismo contribuye a las reformas urbanísticas que aniquilaban el pasado. El Madrid que glorifica por medio de la literatura, lo destruye en la vida cotidiana.

A este respecto, no dejan de ser curiosas las palabras que figuran al frente de las Escenas Matritenses que nos pueden servir para pintar las características literarias y, tal vez, las morales del Curioso Parlante: “Mi pluma... seguirá, como siempre, el impulso de mi carácter, la libertad de mi pensamiento, que consiste en escribir para todos en estilo llano, sin afectación ni desaliño, criticar sin encono; aplaudir sin envidia, y aspirar en fin, no a la gloria de grande ingenio, sino a la reputación de verídico observador”.

Francisco Arias Solís

Sus palabras son bellas... pero luego no cumplen sus promesas.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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