sábado, 20 de junio de 2009

José Ortega y Gasset por Francisco Arias Solis

JOSE ORTEGA Y GASSET
(1883-1955)


“Yo soy yo y mi circunstancia...”
José Ortega y Gasset.

LA VOZ DE LA RAZON VITAL

El krausismo, el regeneracionismo y la generación del 98 son sin duda los gérmenes de un clima de renovación filosófica que creo que puede emparentarse con el clima literario de lo que se ha llamado el “novecentismo”.

La figura máxima de dicha renovación y autor en no escasa medida de la misma, es José Ortega y Gasset, a dicho fin, utiliza todos los medios a su alcance: el periódico, la conferencia, el libro, la cátedra, el ensayo literario, etc. La tarea no le fue difícil desde el primer momento, pues su padre –Ortega y Munilla- fue un novelista conocido y director de El Imparcial, donde publicaría el futuro filósofo sus primeros escritos; su madre pertenecía a una conocida familia –los Gasset- de políticos muy influyentes durante la Restauración. El joven José tuvo una educación esmerada en España, completando posteriormente su formación filosófica en Alemania; a los veintisiete años –1910-, Ortega era ya catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid.

José Ortega y Gasset nació en Madrid el 9 de mayo de 1883. Se crió entre el ruido de las rotativas y la emoción del suceso del día. El solía decir: “He nacido sobre una rotativa”. Cursó los estudios de primera y segunda enseñanza en un colegio de jesuitas en Málaga, donde, desde muy niño, mostró una gran afición por las asignaturas de lenguas clásicas. Latín y Griego. Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Central, en 1904 se doctora con una tesis titulada Los terrores del año 1000 (Crítica de una leyenda).

Estudió en Alemania con el profesor Cohen la filosofía kantiana y el neokantismo, y fue el importador en España de esas doctrinas filosóficas. Pero Ortega es un hombre del Sur, y la doctrina filosófica, adquiere un nuevo vigor, una fuerza viva, actual. No es la suya una filosofía deshumanizada. La razón pura perderá en él su pureza para convertirse en razón vital.

Muy joven, comenzó a colaborar en el diario de su familia –el más importante entonces, de España-. Sus escritos llamaron en seguida la atención por la perfección de su prosa y la profundidad de su pensamiento.

Al crearse en el año 1909 la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio fue nombrado profesor de Filosofía. Al año siguiente hace oposiciones a la cátedra de Metafísica y debuta como catedrático en la Universidad Central de Madrid, cátedra que ejercerá hasta 1936. Fundador de varios diarios, publicaciones y editoriales, entre ellas Revista de Occidente, que representó una apertura de España a la cultura internacional. La guerra civil le hace abandonar España y permanece nueve años en el exilio desarrollando ciclos de conferencias en varios países. Cuando Ortega vuelve a España en 1945, apenas pudo actuar públicamente, porque nunca quiso hacerlo oficialmente. José Ortega y Gasset muere en Madrid el 18 de octubre de 1955, y poco antes de morir dijo aquellas palabras estremecedoras: “En España, ni para morirse le dejan a uno en paz”.

En su libro Personas, obras, cosas recoge los artículos que, en forma de ensayos, fueron publicados en su primera juventud. En 1914 escribe Meditaciones del Quijote. El tema central de este libro es España. “Estos ensayos –escribe Ortega- son para el autor –como la cátedra, el periódico o la política- modos diversos de ejercer una misma actividad, de dar salida a un mismo efecto... Se trata, pues, lector, de unos ensayos de amor intelectual. El lector descubrirá hasta en los últimos rincones los latidos de la preocupación patriótica”. Quizá lo más granado de esta actitud se halle recogido en los ocho tomos de El Espectador, cuya publicación iniciará Ortega en 1916 y terminará en 1934. Ortega, desde su mocedad, ejercitó una función de orientación política, basta recordar dos de sus libros: España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas (1930).

En 1910 dio su primera gran conferencia en la sociedad “El Sitio” de Bilbao, titulándola Pedagogía Social. En 1914 desarrolló en el teatro de la Comedia, de Madrid, su disertación Vieja y nueva política, señalando nuevos rumbos a la juventud de la nueva generación.

Siendo el Estado el eje de la sociedad y el gran impulsor de la historia, es natural que Ortega se preocupara de su origen y esencia. El origen deportivo del Estado se titula uno de sus ensayos más bellos, sin embargo, es más realista el ensayo Abenjaldun nos revela el secreto, donde Ortega resume las ideas que el gran sociólogo del siglo XV expone en sus Prolegómenos, sobre el origen del Estado de conquista o sociológico, como luego se ha llamado.

Su labor literaria y filosófica es la mayor y más importante de la España contemporánea. Hay que reconocerle el gran servicio pedagógico de haber puesto en circulación más ideas filosóficas que ningún otro español de su tiempo Ha escrito de todo lo divino y lo humano y es muy difícil, no ya resumir la vasta floresta de su obra, sino diferenciar los frutos más válidos. Citaremos al menos, algunos títulos: Ideas sobre la novela (1914), Vieja y nueva política (1914), El tema de nuestro tiempo (1923), La deshumanización del arte (1925), La redención de las provincias (1929), Misión de la Universidad (1930), Goethe desde dentro (1932), Rectificación de la República (1933), En torno a Galileo (1933), Ensimismamiento y alteración (1939), Ideas y creencias (1940), Sobre el amor (1940), Historia como sistema (1940), Apuntes sobre el pensamiento (1943) y Papeles sobre Velázquez y Goya (1950. Después de su muerte se publicaron, entre otros textos, El hombre y la gente (1957), ¿Qué es filosofía? (1958), Idea del teatro (1958), La idea de principio en Leibniz (1958), Meditación de Europa (1960), Origen y epílogo de la filosofía (1960) y Pasado y porvenir para un hombre joven (1962).

La ecuación personal de Ortega puede ser ésta: un liberal de su época, un fuerte temperamento estético que hace filosofía, un brillante escritor que permanecerá en la literatura española, por su forma y por su emoción estética, por su poesía. Su obra seguirá siendo, esencialmente, una obra de arte.

“En la España de los vencedores –escribe su famoso discípulo Julián Marías-, Ortega fue eliminado, sistemáticamente atacado, y se trató de borrar hasta su última huella, especialmente en la Universidad. Muchos emigrados –aunque fuesen de 1936 y no de 1939, aunque no hubiesen participado en la defensa de la República- simularon creer que Ortega no la había defendido, aunque la verdad estricta es que la defendió contra todos (contra los que la atacaron y contra los que usurparon su nombre y destruyeron su espíritu)”.

Francisco Arias Solís

Paz y libertad.

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Gracias.

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