sábado, 14 de marzo de 2009

Alejandro Casona por Francisco Arias Solis

ALEJANDRO CASONA
(1903-1965)

“Nunca sabemos el camino, pero siempre
llegamos a donde debemos ir.”
Alejandro Casona.


LA VOZ DE UN GRAN MAESTRO DEL TEATRO

“No recuerdo –escribía Sainz de Robles-, en todo el teatro español de lo que va de siglo, una obra en la que el lenguaje poético alcance la culminación y el encanto sugerente que alcanza en La dama del alba”. En efecto recordemos que Casona llega al teatro por el camino de la poesía. Ahí están para probarlo sus romances El peregrino de la barba florida o La flauta del sapo. Casona nunca deja de “sentir en poeta”. Ahora bien su obra más intensamente poética es justamente La dama del alba, que fue escrita para la eximia actriz española Margarita Xirgu, y en la que el autor se propuso expresar de la forma más convincente y verosímil “la belleza de la muerte”.

Alejandro Rodríguez Alvarez, que desde la publicación de La flauta del sapo -1930- utiliza en su vida artística el seudónimo de Casona, nace el 23 de marzo de 1903, en Besullo, concejo de Tineo (Asturias). Sus primeros años transcurren en tierra asturiana, junto a sus padres, maestros los dos. En el Instituto Jovellanos de Gijón comienza sus estudios de bachillerato, que termina en Murcia. Alejandro se hace maestro como todos sus hermanos. En Murcia, en los últimos cursos del Instituto, durante el preparatorio en la Facultad de Filosofía y Letras y en el Conservatorio de Música y Declamación empieza a perfilarse un nuevo y para él decisivo ambiente. Sus nacientes aficiones literarias encuentran allá maestros que le aconsejan y orientan.

La primera publicación de Alejandro es La empresa del Ave María, romance histórico premiado en unos juegos florales de Zamora y aparecido en la revista Polytechnicum, de Murcia –1920-. Dos años más tarde ingresa en la Escuela Superior de Magisterio, de Madrid; allí se hace Inspector. En 1928 es destinado al Valle de Arán. En octubre de ese mismo año contrae matrimonio con Rosalía Martín Bravo. En esta comarca pirenaica permanece Casona tres años, en los que escribe La sirena varada, Premio “Lope de Vega” en 1934, y El crimen de Lord Arturo. Después de unos meses de estancia en la Asturias natal, obtiene por oposición, una plaza en la Inspección Provincial de Madrid. Ese mismo año -1931- se proclama la II República Española y el recién creado Patronato de Misiones Pedadógicas le encarga, juntamente con Rafael Marquina y Eduardo M. Torner, dirigir una empresa tan significativa como fue “El teatro del pueblo”. En 1932 alcanza el Premio Nacional de Literatura con Flor de leyendas. El 1934 es seguramente un año clave en la vida de Casona, La sirena varada, es estrenada triunfalmente en el teatro Español –17 de marzo- por la compañía Xirgu-Borrás. Después se suceden otros estrenos: El misterio del”María Celeste”, Otra vez el diablo, Nuestra Natacha, esta última con enorme éxito de público.

En su vida, como en la de tantos otros, se produce un doloroso paréntesis: estalla la guerra civil. Casona marcha a Francia, y desde allí, como director artístico de la compañía Díaz de Artigas-Collado, emprende una gira artística por diferentes países de Hispanoamérica. En julio de 1939 establece su residencia en Buenos Áires, en donde permanece hasta su definitivo regreso a España.

Radicado en Buenos Aires, Casona se plantea su oficio de dramaturgo sobre la previa autoexigencia de llegar, a toda costa, al público de los teatros. Las obras maestras de este período son: Prohibido suicidarse en primavera, La dama del alba, La barca sin pescador, Los árboles mueren de pie, La tercera palabra y La casa de siete balcones.

En 1962, después de veinticinco años de silencio, vuelve a representarse su teatro en España. El 22 de abril de ese año tiene lugar en Madrid un acontecimiento memorable: el estreno en el teatro Bellas Artes de La dama del alba que es recibida con entusiasmo unánime. En 1964 se ofrece al público español El caballero de las espuelas de oro, “retrato dramático” de Quevedo. Casona es ya un clásico en vida, uno de los maestros del teatro contemporáneo. Desgraciadamente se extingue a los sesenta y dos años la vida fecunda, alegre, apasionada y generosa de Alejandro Casona, el 17 de septiembre de 1965. Y como dijo nuestro poeta: “Se había ido a vivir a las casas profundas donde los peces golpeaban las ventanas como pájaros fríos, y fue inútil que el pueblo entero le llamara a gritos desde arriba”.

Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
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La guerra es un mal que deshonra al género humano.


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Gracias.

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