lunes, 2 de marzo de 2009

Gerhart Hauptmann por Francisco Arias Solis

GERHART HAUPTMANN
(1862-1946)


“Una tarde de agosto el calor era abrasador, Burmeister
se arrastraba a través del patio con una carretilla
llena de limas. Yo miraba por la ventana cuando
noté que paró, paró de nuevo, y finalmente inclinó
la cabeza entre las piedras. Corrí hacia él, mi padre vino,
otros trabajadores llegaron, pero él apenas pudo tomar aliento
y su boca estaba llena de sangre. Ayudé a cargarlo dentro de la casa.
Era una masa de trapos sueltos, apestando a todo tipo de químicos.
Antes que le metiéramos en casa ya había muerto”.
Gerhart Hauptmann.


LA VOZ DEL NATURALISMO ALEMÁN


Autor de alto vuelo y ambiciosas pretensiones es Gerhart Hauptmann, que ha sido uno de los escritores alemanes más universales y está considerado como el principal representante del naturalismo alemán. Debe al teatro la parte más importante de su reputación, aunque sea también autor de novelas y Alemania le haya llamado su gran poeta nacional, como autor de Till Eulenspiegel (1928), basado en el poema popular medieval del mismo nombre, y que ha sido calificado de “una especie de Suma poética de los tiempos presentes, o mejor una epopeya del “eterno alemán” , un enorme y oscuro bazar, en el que brillan, a veces relámpagos de luz apocalíptica, una mezcolanza rara de hechos actuales y de reminiscencias de Dante, “fundido todo en el molde del hexámetro”.

La figura literaria de Hauptmann resulta desconcertante por sus continuos cambios de dirección y de ideas, que van desde un individualismo feroz, en lucha siempre consigo mismo, porque tan pronto quiere una cosa como otra, hasta un socialismo radical, exaltado; desde una especie de misticismo por él creado, hasta la herejía; desde el naturalismo hasta los ensueños románticos; desde la seriedad absoluta hasta un humorismo no muy fino, en que alguna reminiscencia de Anatole France, parece haber. Hauptmann se deja llevar siempre por la más contradictorias corrientes, y en esa continua receptividad de su inteligencia parece cifrar su orgullo, en estar siempre al servicio de la última impresión recibida, con tal de que ésta sea revolucionaria. Así pasó por naturalista en Los tejedores (historia de una huelga), de la escuela de Germinal de Zola, que en 1894 popularizó, fuera de Alemania, el “Teatro Libre” de Antoine, el famoso actor parisién. Aquella obra fue la consagración de su fama. Una fase completamente distinta marcan en él La ascensión de Hannele y La campana sumergida (la primera de 1893 y la segunda de 1896), por su carácter místico y simbólico. Dos años más tarde El cochero Henschel representaba ya otra dirección: la del estudio de costumbres. Su producción, amplísima, proporciona una inmenso caudal de conocimientos sobre la Alemania de su época. Sus obras han sido representadas copiosamente y con dilatado éxito en el extranjero.
El poeta, dramaturgo y novelista alemán Gerhart Hauptmann nació en Obersalzbrunn (actualmente Szczawno Zdrój, Polonia) el 15 de noviembre de 1862 y falleció en Agnetendorf el 6 de junio de 1946. Estudió en la escuela de su ciudad natal, de donde pasó a Breslau ( actualmente Wroclaw, Polonia), donde recibió por poco tiempo enseñanzas de escultura. También estudió filosofía, arte y ciencias naturales en la Universidad de Jena. Viajó a Italia (1883) y Estados Unidos (1932). En 1885 contrajo matrimonio con Marie Thienemann y se estableció en un barrio de Berlín, dedicándose de lleno a la literatura. Sus maestros fueron Ibsen y Zola. En 1901, se trasladó a Agnetendorf, para vivir con la actriz y violinista Margarett Marschalk, con quien se casó en 1904, una vez obtenido el divorcio de su primera esposa. En 1912 obtuvo el premio Nobel de Literatura.

En su producción dramática sobresalen los siguientes títulos: Antes de la aurora (1889) –sobre la degeneración alcohólica-, drama que le hizo famoso y que fijó el movimiento naturalista en Alemania, Los tejedores (1892) –drama social sobre la insurrección de los tejedores de Silesia en 1844, en el que el protagonista es la colectividad, marginada y explotada-; provocó una gran escándalo en los círculos políticos por lo que fue prohibido durante algún tiempo, La piel de castor (1893), El colega Cramptor (1893), La ascensión de Hannele (1893), el drama fantástico de carácter expresionista-simbolista, Florian Geyer (1895), La campana sumergida (1896), El cochero Henschel (1898) Rosa Bernd (1903) y La tetralogía de los átridas –piezas teatrales basadas en la antigua leyenda de la estirpe maldita de Atreo-; y en su obra narrativa: Manuel Quint, el loco en Cristo (1910), Atlantis (1912) y El hereje de Soana (1928). Y como dijo el gran dramaturgo alemán: “No hay ninguna nación, ni siquiera la británica que más tenga que Alemania derecho a calificar a Shakespeare como propio... Aunque naciese y esté enterrado en Inglaterra, es en Alemania donde realmente está vivo”.

Francisco Arias Solis
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