sábado, 31 de octubre de 2009

Victoriano Crémer por Francisco Arias Solís

VICTORIANO CRÉMER
(1906-2009)

“Y conoció el dolor de la palabra pobre,
mordida en soledad, abandonada
a sí misma; y entendió que hambre
no es solamente otra palabra, que se dice;
ni justicia un altísimo refugio
para el desamparo; ni tristeza
un dulce y melancólico rincón
para morir en él tranquilamente.”
Victoriano Crémer.

LA VOZ DE LA POESÍA CON PALPITACIONES SOCIALES

El Tacto sonoro -primer libro de Victoriano Crémer- no era de linotipia como creyeron algunos de los que hacían versos en la España de 1944, sino de manos que componían tipos móviles sobre el artesano y silencioso chibalete. Pero ese tacto menestral sabía de sonoridades estelares y de sonoridades del corazón que terminaron por construir la revista Espadaña, de León, réplica parcial de la madrileña Gracilazo. “Lo que queríamos –decía Victoriano Crérmer- era convertir en cierto modo la revista Espadaña, que por algo se decía la revista de poesía y crítica, en un elemento crítico de una situación que no nos gustaba”.

La aparición en 1944 de una nueva revista independiente, modestamente provinciana, Espadaña, dirigida por poetas que pocos después empezarán a llamarse sociales, es un obvio reto al garcilasismo escapista. Los poetas son Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, cuya obra ansiosa de huir del formalismo hueco y retórico caerá a veces en extremismos tremendistas y existencialistas, de los que irá depurándose lentamente. Una poesía cuya función, según Crémer, no es otra que “comunicarse con los hombres” , y según Nora, “crear conciencia”.

Victoriano Crémer nace en Burgos el 18 de diciembre de 1906. Hijo de un trabajador de la Compañía de Ferrocarriles del Norte de España, su infancia transcurrió entre Bilbao y León. Estudia en los Hermanos Maristas de esta última ciudad, y desde muy pequeño tiene que simultanear los estudios con pequeños trabajos como vendedor de periódicos o labores en el campo. Se traslada con su familia a León, donde tras completar sus estudios comienza a trabajar de mancebo de botica y de tipógrafo. Apoyó el movimiento anarco-sindicalista y estuvo encarcelado en la época de la guerra civil. Ejerce periodismo, en radio y periódico, de crítica local, lo que es una manera de no perder el pulso, la tensión humana, la incomodidad creadora, el sentimiento comunitario y la ensoñación en ciudad tan bella como León. Fue redactor de El Correo Español-El Pueblo Vasco, de Bilbao, Las Provincias, de Valencia, Diario de León, Informaciones, de Madrid y de El Norte de Castilla, de Valladolid. Obtuvo en 1951, el Premio Boscán de Poesía, concedido en Barcelona, por su obra Nuevos cantos de vida y esperanza y ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1962; el Premio de Poesía Castellana Ciudad de Barcelona en 1971, con el Premio Castilla y León de las Letras en 1994, con la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo en 2007, el Premio Gil de Biedma en 2008 por su poemario El último jinete y con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en 2009. Victoriano Crémer falleció en León el 27 de junio de 2009, a los 102 años.

A Tacto sonoro (1944), de violenta sonoridad, siguió Caminos de mi sangre (1946), La espada en la pared (1949), Las horas perdidas (1949) Nuevos cantos de vida y esperanza (1952-1953, 2 vols.), Libro de Santiago (1954), Furia y paloma (1956), cuyo título refleja exactamente la tensión y la distensión -todo tensiones líricas- de la actitud poética de Victoriano Crémer. En 1959, publica Con la paz al hombro, y, tres años más tarde, Tiempo de soledad. Entre sus obras más recientes destacan Poesía total (1944-1966) (1967), Lejos de esta lluvia tan amarga (1974), Los cercos (1976), El fulgor en la memoria (1996) y La resistencia de la espiga (1997). En 1984 apareció una recopilación de su producción en dos volúmenes. Poesía (1944-1972) y Poesía (1972-1984). En 2008 publicó su poemario El último jinete. Es autor, además, de las novelas Libro de Caín (1958), Historias de Chu-Ma-Chuco (1970), Libro de San Marcos (1981), Los trenes no dejan huella. Historia secreta de una ciudad (1986) y La casona (2001).

Victoriano Crémer ha seguido siendo el mismo poeta de siempre. Todas las revistas poéticas de España y de más allá han seguido recibiendo con frecuencia poemas de Crémer. Este poeta que nunca terminó de hacerse enteramente, unívocamente, para la incomodidad de la clasificación, y que nunca dejó de sorprender por su gran humanismo y por su puro lirismo. “En ningún momento -escribía Crémer- he predeterminado la implicación de mi poesía en ninguna de las clasificaciones al uso”. Su nombre y su obra constituyen en la poesía de todos estos año, para quien sepa ver más que clasificar, un espectáculo emocionante. En él se hace más desnudamente patente y ejemplar la situación de los poetas surgidos después de la guerra y que continuarán precisamente en el proceso de rehumanización de la poesía iniciada antes de ella. “La poesía es siempre, siempre, siempre una forma de biografía -nos decía Victoriano Crémer-. Quien es fiel a sí mismo, hará aquella poesía que responda a su más insobornable latido vital, a sus recuerdos más entrañados, a sus demandas más fecundas”.

No ha mucho, Crémer se preguntaba: “¿Dónde está el hombre, dónde está el hombre que piensa, que dice aquellas cosas que decíamos nosotros de una manera sencilla, sin que se le vea que tiene un interés personal?” Pero el poeta de Espadaña sabe “que el hombre es una tarea larga” y que “solamente lo verdadero permanecerá”.

Francisco Arias Solís

Paz y Libertad.


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viernes, 30 de octubre de 2009

Claribel Alegría por Francisco Arias Solís

CLARIBEL ALEGRIA

“Solo éste ahora es mío
este momento
el pasado escapó
y no vislumbró el rostro
del futuro.”
Claribel Alegría.


LA VOZ VIBRANTE DE FINA SENSIBILIDAD

Entre los nombres más destacados de la poesía centroamericana se cuenta Claribel (Clara Isabel) Alegría, nacida en Esteli (Nicaragua), el 12 de mayo de 1924. Su familia se traslada al Departamento de Santa Ana, El Salvador, cuando solo tenía nueve meses de edad, al ser acusados sus padres por Anastasio Somoza de colaboradores de la guerrilla sandinista

En 1943 Claribel Alegría parte becada hacia la Universidad de Loyola en Nueva Orleáns y posteriormente estudia Filosofía y Letras en la Universidad de George Washington. En Estados Unidos fue amiga de Alfonso Reyes y discípula de Juan Ramón Jiménez, cuando ella trabajaba como traductora y secretaria de la Unión Panamericana, en la actualidad, Organización de Estados Americanos. En 1947 se casó con el escritor y diplomático estadounidense Darwin J. Flakoll, con quien viajó por México, Chile, Uruguay, Francia y España. En 1979 regresa con su esposo a Nicaragua, donde vive en la actualidad, ya sin la presencia de su esposo que falleció en Managua el 15 de abril de 1995. En 1978 Claribel Alegría obtuvo el premio Casa de las Américas por Sobrevivo, y en el año 2000 recibió el Premio de Poesía de Autores Independientes. El gobierno francés le ha concedido la Orden de las Artes y las Letras. En enero de 2006, se le ha otorgado el prestigioso Neustadt

Poetisa y narradora –ha publicado en colaboración con su marido la novela Cenizas de Izaico (1966)- la fama de Claribel Alegría se apoya, sobre todo en su obra lírica, cálida por la nota humana, vibrante de fina sensibilidad, viva por los cromatismos, controlada en la expresión, siempre antirretórica .

Claribel Alegría está considerada una de las principales figuras de la lírica centroamericana actual. Varios son sus libros: entre los que destacamos; Anillo de silencio (1948), Suite de amor, angustia y soledad (1951), Vigilias (1953), Acuario (1955), Huésped de mi tiempo (1961), Vía única (1965), Aprendizaje (1970), Pagaré a cobrar y otros poemas (1973), Sobrevivo (1978), Flores del volcán (1982) Album familiar (1984), Y este poemario (1988), Suma y sigue (Antología, 1989), Mujer del río (1989), Fugues (1993), Variaciones en clave de mí (1993), Umbrales (1997) y Saudade (1999).

En algunas de su últimas colecciones de versos Claribel Alegría parece alcanzar su tono más profundo en la evocación de una historia humana atormentada, de los nombres de la poesía –Lorca, Vallejo, Víctor Jara, Violeta Parra, Roque Dalton- arrasados por la violencia de los hombres.

Ninguna de las novelas de El Salvador o de Nicaragua ha traspasado las fronteras de esos países por su fama si se exceptúan las obras de Hugo Lindo, o de Claribel Alegría, autora, junto con su marido, de Ceniza de Izalco, basada en la revuelta popular acaudillada por Faribundo Martí y la dura represión que sobrevino. Claribel Alegría contraria a las dictaduras de El Salvador y Nicaragua y englobada dentro de la Generación Comprometida participó en el Primer Congreso de Intelectuales a Favor de la Independencia de los Pueblos de Nuestra América, celebrado en la Habana en 1981 y ha escrito varios ensayos de carácter político como La encrucijada salvadoreña (1980), Nicaragua: la revolución sandinista (1980), No me agarran viva: la mujer salvadoreña en lucha (1983) y Para romper el silencio: Resistencia y lucha en las cárceles salvadoreñas (1984). Y como dijo nuestra poetisa: “Todos lo que amo / están en ti / y tú / en todo lo que amo”.

Francisco Arias Solís

Siempre podemos hacer algo por la paz y la libertad.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en homenaje a Benedetti.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

jueves, 29 de octubre de 2009

Foro Libre: Homenaje a Schiler

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
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“Solo la fantasía permanece siempre joven;
lo que no ha ocurrido jamás no envejece nunca.”
Schiller.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A SCHILLER

El próximo lunes, día 2 de noviembre, a las 20.00 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta alemán Johann Christoph Friedrich von Schiller (1759-1805), con motivo del 250º aniversario de su nacimiento.

Goethe y Schiller son las dos más altas columnas del templo de la literatura alemana. Schiller es todo pasión, entusiasmo, patriotismo, subjetivismo, sentimentalismo, vaga idealidad. Sus Baladas se cuentan entre los poemas más queridos y está considerado como el dramaturgo más grande de la historia del teatro alemán y una de las figuras señeras de la literatura europea. Schiller a lo largo de su vida persistió en su lucha, en una u otra forma, contra la tiranía y a favor de la libertad. La mayor parte de sus dramas son un canto a la libertad.
Perteneció al movimiento de “Sturm un Drang” en su juventud literaria, luchando por la libertad política y literaria, aunque los excesos de los revolucionarios franceses le hicieron modificar su actitud en el sentido de fijarse más en la libertad interior que en la libertad social. Obtuvo un gran éxito con la representación en el Teatro Nacional de Mannheim del drama Bandidos, que atacaba a las instituciones políticas y sociales de su época y por el que se le prohibió seguir escribiendo. En Turingia publicó su tragedia La conspiración de Fiesco en Génova, calificada de “tragedia republicana”, y en 1784 se estrenó Intriga y amor, condena del absolutismo y los prejuicios sociales, con influencia de Rousseau. En el poema dramático Don Carlos, recoge la triste historia del hijo de Felipe II, de quien hace una víctima de la libertad de conciencia, en esta obra expuso su defensa de la libertad de expresión y de la pluralidad religiosa.
Además de maestro en la creación teatral, con predilección por la tragedia, y en la composición poética, Schiller fue un historiador de mérito como lo acreditan el que en 1789 fuese nombrado profesor de esta materia en la Universidad de Jena y su obra Historia de la guerra de los Treinta Años Destacan, asimismo en su producción dramática obras como las que componen la trilogía de Walenstein, María Estuardo, La doncella de Orleáns, La novia de Messina y Guillermo Tell, la última que escribió y la más popular, en la que el héroe suizo encarna la lucha por la libertad humana y política.
Entre su producción poética destacan Himno a la alegría, al que puso música Beethoven, las Odas, Los dioses de Grecia, Los artistas (1789), Baladas y el inconcluso La canción de la campana, en el que canta los grandes ideales de la Humanidad y en el que estuvo trabajando hasta su muerte y que es para muchos uno de sus mejores poemas.
Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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miércoles, 28 de octubre de 2009

La figura de Don Juan por Francisco Arias Solís

LA FIGURA DE DON JUAN


“¡Dejadme morir en paz
a solas con mi agonía!”
José Zorrilla. Don Juan Tenorio.

DON JUAN COMO MITO NO HA MUERTO

Es sabido que el día 1 de noviembre de todos los años se repone en los teatros de España el drama de Don Juan Tenorio. El mes de noviembre es el mes de los muertos; el día primero todas las familias españolas acuden al cementerio de su ciudad para visitar las tumbas de familiares y amigos: depositan allí sus flores y sus oraciones, en ofrenda ritual al tributo que los muertos merecen. Coincidiendo con esa fecha, la representación de Don Juan Tenorio, tiene pues, un carácter ejemplar para la España católica de todos los tiempos; realiza la función de una “meditatio mortis” popular, que recae sobre la vanidad de la gloria humana, lo efímero de los placeres carnales, lo inconsistente de la fama de don Juan, conquistador infatigable e irresistible de mujeres. No es, por tanto, anacrónico que nosotros retomemos el tema, este tema inagotable de don Juan y meditemos a nuestro modo sobre él en esta hora crítica de su existencia.

Hemos de recordar, aunque la cosa sea archisabida de todos, la enorme literatura que su figura ha hecho brotar. Don Juan es, entre los tres o cuatro personajes literarios más famosos del mundo, uno de los que más escritos ha inspirado, más discusiones ha levantado, más juicios contradictorios o ideas opuestas ha sugerido. Y todo ello no por pura casualidad, sino por íntima necesidad de su ser. Don Juan es, de todos los protagonistas literarios, el más confuso, el más complicado, el más lleno de sutiles recovecos o de matices paradójicos.

Un tema muy discutido es el de la actualidad o falta de actualidad de la figura de don Juan.

Creemos que en los momentos actuales el tipo biológico o psicológico de don Juan abunda con una gran frecuencia, pero desposeído de las circunstancias que le hacían un personaje interesante. En un mundo de rejas y conventos, donde la pureza de la mujer está guardada por el honor del hombre y la espada del marido, don Juan tiene cierta grandeza. Pero en un mundo donde las relaciones sexuales son fáciles y el encuentro entre hombres y mujeres se ve propiciado por el ambiente social, los instrumentos técnicos y la nueva moral de nuestra época, don Juan ha perdido todos sus timbres de gloria. Hoy en día la seducción de una mujer ha perdido sus caracteres misteriosos y aventureros. Ya no son necesarias las viejas artimañas de Ciutti y la Celestina: una llamada por teléfono y un automóvil a la puerta de nuestra dama son suficientes. “Si -como dice Marañón- el Comendador se hace el distraído cuando atropellan a su hija; si el marido hidalgo retrasa intencionadamente su retorno al hogar ante la sospecha de que a la cónyuge puede serle su presencia particularmente enojosa... ¿qué tiene que hacer entre nosotros don Juan?”. Efectivamente, su figura ha perdido grandeza y carácter. Se ha convertido simplemente en un frívolo que no quiere comprometerse con los lazos de una relación responsable y duradera.

Por el contrario, don Juan como mito no ha muerto y su expresión sigue conservando el valor simbólico de siempre. Es -como todos los mitos- la encarnación de un figura que ha resuelto todas las contradicciones de la existencia: es cínico y enamorado, pecador y arrepentido, libertino y caballeresco, impío y creyente. Su figura no ha muerto ni morirá porque es la expresión del eterno anhelo humano de resolver de golpe y en una sola vez las paradojas del amor.

Aquí está su fuerza y aquí está su grandeza y por eso sigue representándose todos los noviembres en los teatros de España. Su rostro está presente, su figura permanece. Y como dijo don Juan: “¡Cielos! ¿Qué es lo que escuché? / ¡Hasta los muertos así / dejan sus tumbas por mí!”.

Francisco Arias Solís

Sin libertad la vida vale poco.

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martes, 27 de octubre de 2009

Los españoles del éxodo y del llanto por Francisco Arias Solís

LOS ESPAÑOLES DEL ÉXODO Y DEL LLANTO

“La gran soledad del mundo,
como ala que me domina,
llevo sobre mí, y me arrastra
de una espina en otra espina.”
Concha Méndez.

70 AÑOS DE LA TREMENDA E IRREPARABLE DIÁSPORA

Al término de la guerra civil, León Felipe escribe: “Al final... después de mil episodios y disputas...el viento se hizo vendaval y borrasca... y empujó a unos españoles elegidos hacia la gran puerta que mira al mar y a las estrellas... Por allí salimos. Por allí salí yo. Por allí salieron los españoles del éxodo y del llanto”. “Y la España que se llevó la canción se llevó el salmo también” y algo más que la canción y el salmo: una carga científica, cultural, artística e ideológica con una reserva en un devenir histórico en el que confían.

Esta alternativa, la del exilio, es una constante en el proceso histórico español, con la connotación psicológica de identificaciones de posturas en quienes lo han padecido por actitudes individuales y colectivas en la defensa de la libertad, de la libertad, aquí, como riesgo. Cuando Juan Goytisolo, en tiempos y circunstancias diferentes, escribe el prólogo a la Obra Inglesa de Blanco White se produce el fenómeno de identificación entre el prologuista y el autor de la obra rescatada. Dice Goytisolo en la introducción: “En España, la represión ha actuado siempre en primer término, sobre la representación: se ha ensañado en el espejo y no en la realidad que refleja”.

Constante la dictadura, durante decenas de año, los trabajadores del verbo y la palabra adoptan distintas posturas en un país donde se vivía, como alguien ha dicho, en un estado de libertad vigilada.

Quizá la más interesante sea la evasión de la realidad por conciencia de ella y su rechazo, en el proceso inconsciente de la legítima defensa del pensamiento, y ello a través de la enajenación mental sublimada a rango de primera lógica. Blas de Otero, en Pido la Paz y la Palabra nos dejó dicho: “Debo decir “he visto y me lo callo”. / Apretando los ojos juraría / que no, que no lo he visto, y mentiría / hablando, hablando, hablando.”

O cuando, testigo excepcional del mecanismo de la dictadura añadía: “Dios me libre de ver lo que está claro” porque esa realidad doliente era la suya y la nuestra: “España, patria despeinada en llanto”.

El escritor, el poeta, el hombre pensante, en un estado de libertad vigilada, es siempre peligroso. La superestructura dominante que tantas veces se manifestó por la frase “a los pueblos los mueven los poetas”, les niega la palabra. Pero hay que decir que, aún consciente de las sanciones que pudieran sufrir frente a una generación desesperada o perdida, fueron muchos los trabajadores de la palabra poética que se alzaron constantemente frente al poder absoluto. El enfrentamiento les condujo en ocasiones a la cárcel y en otras pasaron a engrosar las filas de los exiliados, porque es válido eludir la acción de la injusticia y se exiliaron como salida a la constante claustrofobia que les impedía la expresión y se expresaron desde el exilio a través de ediciones que entraron en nuestro país o robustecieron la esperanza de los primeros exiliados. Luis Cernuda escribiría: “ De todo me arrancaron. / Me dejan el destierro”.

Blanco White, en su tiempo, y en la obra anteriormente citada, dice: “Todo español se ha visto obligado a pensar o por lo menos a hablar y escribir con arreglo a ciertas fórmulas y principios establecidos”. Hacemos esta cita, pues si antes hemos dicho de la prisión física, no podemos olvidar la prisión a que se someten las ideas y los conceptos cuando intentaban expresarse: la prisión del lenguaje. Los poetas del realismo social han de acudir a la referencia de circunstancias injustas en otros países, como medio de señalar las que se producían en el propio.

Goytisolo ha dicho: “La historia de la literatura española está por hacer; la actualmente al uso lleva la impronta inconfundible de nuestra sempiterna derecha”.

“Trasplantados son mejores”. Eso dice Gracián de los españoles en el Criticón. No sé. Creo que para la inmensa mayoría, el destierro es un golpe inesperado, absurdo; una herida dolorosa e inaceptable que el tiempo y la historia se encargan de sanar. Para muchos el fenómeno vital sigue siendo -durante muchos años, en bastantes casos hasta la muerte- el desarraigo. Una negativa obstinada, a veces consciente, otras no; y lo que se niegan a aceptar es, nada menos, que el presente tenga razón, peso, sentido. Los exiliados siguen viviendo en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Sevilla, en Bilbao, en Oviedo, en Murcia, en Valladolid, en Pontevedra, en Santander, en Cuenca, en Málaga, en Cádiz... “¿Cómo no pensar en ti, / siempre en ti, desde aquí, Cádiz?”, se preguntaba Alberti en su exilio.

La generación del exilio es especialmente rica en poetas. La España del futuro necesita de los poetas. Sobre todo de la poesía que -como decía Neruda- “es siempre un acto de paz”, porque “el poeta nace de la paz como el pan nace de la harina”. Poesía que destierre al éxodo y al llanto. Poesía que no haga brotar el agua del destierro, agua que hacía llorar al poeta malagueño Moreno Villa, muerto en el exilio: “De soledad tan vaga y tan concreta / sale un hilo de agua: / el agua del destierro, / muy parecida al llanto”.

Francisco Arias Solís

Donde mora la libertad, allí está mi patria.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en homenaje a Benedetti.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

Benito Arias Montano por Francisco Arias Solís

BENITO ARIAS MONTANO
(1527-1598)

“Quien las graves congojas huir desea,
de que está nuestra vida siempre llena,
ame la soledad quieta, amena,
donde las ocasiones nunca vea.”
Benito Arias Montano.

LA VOZ DEL SABIO HUMANISTA

La obra fundamental de este hombre eminente es la escriturística y de interpretación bíblica en la que destacan sus comentarios a libros sagrados y varios estudios encaminados a la mejor inteligencia del texto bíblico. También tiene obras piadosas, científicas y literarias. La fundamental, sin embargo, y por la que ha pasado a la historia, es su trabajo de dirección de la Biblia Regia.

Benito Arias Montano nació en Fregenal de la Sierra, provincia de Badajoz, en 1527 y murió en Sevilla el 6 de julio de 1598. Estudió en Sevilla y en Alcalá, donde se especializó en Filosofía y Teología, así como en lenguas antiguas (griego, hebreo, caldeo, siriaco) en las que era perito. En 1560, siendo ya sacerdote, ingresó en la Orden Militar de Santiago; en 1562 acompañó a Martín Pérez de Ayala al Concilio de Trento, con gran éxito; en 1566 fue nombrado capellán real; en 1568 el rey le envió a Amberes para dirigir la nueva edición políglota de la Biblia, la que se llamaría Biblia Regia. En los años siguientes, Arias Montano tuvo que defenderse de diversas acusaciones de hebraizante y menospreciador de la Vulgata. La impresión de la Biblia Regia, hecha por Cristóbal Plantin, en ocho volúmenes, duró de 1569 a 1572; una vez concluida dicha reimpresión, Montano regresó a España, donde fue comisionado por el rey para una misión en Lisboa y, sobre todo, para la catalogación de la Biblioteca de El Escorial. Sin embargo, su predilección iba por la retirada: la mayor parte del tiempo en los últimos años de su vida lo pasó en La Peña de Aracena, un rincón de la sierra de Aracena, que convirtió en delicioso lugar de retiro.

Los trabajos de Arias Montano se centran en cuatro campos. Como traductor, vertió del hebreo al latín el Itinerario de Benjamín de Tudela. Como poeta, escribía en latín con gran facilidad: son excelentes sus Rhetoricorum libri III, Hymni et Saecula, etc.; en sus poesías castellanas imita a Fray Luis de León, como lo demuestra en la Paráfrasis del Cantar de los Cantares. De su obra como teólogo y filósofo destacan la Historia Naturae y el Liber generationis Adanm seu de historia generis humani. Por último, su labor más importante, la de exegeta bíblico, aparece en la dirección de la Biblia Políglota de Amberes y en los comentarios a los Salmos de David.


La Políglota de Amberes ha sido muy elogiada. No obstante, ya en su tiempo, creó grandes dificultades a Arias Montano, que tuvo que defenderse varias veces de insistentes acusaciones inquisitoriales.

En realidad, bajo esta cuestión de la Políglota se halla un problema central en las disputas teológicas del siglo XVI: la de cuál es el verdadero texto de la Biblia. Según los escolásticos, que eran en general, lo más reaccionarios, el texto hebreo del Viejo Testamento se había falsificado por los rabinos; de aquí que aquéllos prefiriesen la edición autorizada por la tradición católica, es decir, la Vulgata de San Jerónimo, para cuya traducción se creía que dicho santo recibió una Gracia especial. En realidad, bajo este argumento se ocultaba en España un fuerte impulso que nada tenía que ver con motivos científicos: el profundo antisemitismo de grandes sectores de la población española, que llegaba hasta el rechazo de fuentes judías en el trabajo escriturístico.

Las últimas investigaciones sobre la vida y el pensamiento de Arias Montano, han confirmado que era un hombre que pisaba sin duda el terreno de la heterodoxia. Rekers ha demostrado satisfactoriamente que Arias Montano perteneció a la secta espiritualista de la Familia Charitatis, a la que se convirtió durante su estancia en Amberes. Arias Montano entró en la secta, sin duda, por la amistad que mantuvo durante sus años en Amberes con el impresor Cristóbal Plantin, a quien durante épocas enteras veía a diario. Y respecto a la heterodoxia de la secta, tampoco parece haber dudas; se ha tratado de desvirtuar este aspecto sobre la base de la poca importancia que concedían a las prácticas religiosas exteriores, principio por el cual se adaptaban de hecho a cualquiera de éstas. Sin embargo, ello parece deberse a una táctica premeditada ante el peligro que representaba entonces expresarse abiertamente contra los principios de la religión estatal; los familistas jamás actuaron contra el poder establecido, y si es verdad que tampoco rompieron con el papa, también lo es que entre ellos ignoraban su autoridad.

“Está por escribir un estudio completo de esta forma clandestina de erasmismo –decía Rekers- que hace su aparición bajo capa de biblismo y espiritualismo y por influjo de Arias Montano en la España del finales del siglo XVI”.

Francisco Arias Solís

La guerra es un mal que deshonra al género humano.

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Gracias.

lunes, 26 de octubre de 2009

César Vallejo por Francisco Arias Solís

CESAR VALLEJO
(1892-1938)

“¡Y si después de tantas palabras
no sobrevive la palabra!”
César Vallejo.

LA VOZ DE LA SOLIDARIDAD

Lo que impresiona de Vallejo es la densidad de su compromiso, la distorsión axiológica a que somete a la palabra, los resultados, siempre desgarradores de su batalla con el absurdo. Conducta que realmente no tiene antecedentes en nuestro idioma. Vallejo es el hechizado que se contempla en el hechizo. Ha llevado hasta sus últimas consecuencias el experimento romántico de atestiguar por su conciencia.

César Vallejo es, sin duda, uno de los más grandes poetas hispanoamericanos del siglo XX. Nace en Santiago de Chuco, ciudad del departamento de la Libertad, en la cordillera de los Andes del Perú, el 16 de marzo de 1892. Sus padres le transmiten sangre española mezclada con sangre indígena.

Concluidos sus estudios primarios. Vallejo deja Santiago para ir a Huamachuco, donde cursa cuatro años de enseñanza media. Es cuando descubre la literatura y empieza a borronear versos.

Su familia sufre dificultades económicas y Vallejo ha de emplearse en las minas y posteriormente en una hacienda azucarera de ayudante de cajero. En 1913, Vallejo puede cursar el primer año de Letras de la Universidad de Trujillo. A finales de 1917 marcha a Lima donde trabaja como maestro de primaria. En 1919 publica Los Heraldos Negros, que es recibido por la crítica con mezcla de asombro y admiración.

César Vallejo asume la carga del dolor ajeno al igual que la del dolor propio; pero no acepta someterse a ningún imperativo de la estrategia política. Madura el proyecto de huir más lejos, hasta “un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande” , “un sitio en el mundo que se llama París”. Vallejo es encerrado en la cárcel de Trujillo tres meses y medio. Después de que intervinieran en su favor las asociaciones estudiantiles y numeroso intelectuales, recobra su libertad. Su experiencia en la cárcel lo marca para siempre; “el momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel de Perú”, nos dice en Poemas Humanos. Entre las paredes de la celda escribe muchos de los versos que aparecerán en Trilce.

Vallejo llega a París en julio de 1923. Pasa unos meses de penuria que el invierno agrava. En 1925 empieza a escribir regularmente para el semanario limeño Mundial, luego para Variedades y El Comercio.

En 1927 renuncia a su puesto de los Grandes Periódicos Iberoamericanos, no contando en adelante con más dinero que el que le rinden sus crónicas. Va haciéndose a la idea de que la “suma miseria” es su “vía auténtica y única de existencia”. En 1928 cae gravemente enfermo. La miseria ajena y la miseria propia, dos caras de un mismo mal, le plantean el cruel interrogante de la justicia y de lo absurdo de ella.

En su primer viaje a Moscú, Vallejo queda indeleblemente marcado por su contacto con la realidad soviética. En los últimos días de 1930, Vallejo recibe orden de salir de Francia con motivo de su actividad política. Se traslada a Madrid donde vive de escasos artículos y de algunas traducciones. Dos años más tarde regresa a París.

Profundamente perturbado por la rebelión militar de julio de 1936, Vallejo no se limita a asistir a asambleas y mítines, sino que colabora denodadamente en la ayuda del pueblo español y a la causa republicana. Vallejo fue a Madrid y Barcelona durante la fatal guerra civil y volvió destrozado y casi sin esperanza.

El 13 de marzo de 1938, Vallejo se echa en la cama –dice- a “descansar”. En realidad no volverá a levantarse. El 13 de abril empieza a delirar: “Voy a España... Quiero ir a España”. Las enfermedades sufridas por Vallejo eran desconocidas en la medicina. Una de ella se llama España, y la otra una enfermedad muy vieja: el hambre. El 15 de abril de 1938, Viernes Santo, Vallejo murió de hambre.

En España, aparta de mi este cáliz, cantó con voz de hombre, lírica, dolida y solidaria, vencida y victoriosa, al mismo tiempo, entrándose en el alma del pueblo español. Vallejo disparó en España todo su amor por la humanidad. Después, guardó silencio.

Francisco Arias Solís

Sin libertad la vida vale poco.

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sábado, 24 de octubre de 2009

Julián Besteiro por Francisco Arias Solís

JULIÁN BESTEIRO
(1870-1940)

“El dilema es el siguiente: o se salva la civilización
y la vida económica de los principales pueblos
mediante un esfuerzo colectivo de personalidades
libres, tratadas como tales, consideradas como tales,
o evidentemente esta civilización, que tanto trabajo
ha costado elaborar durante muchos siglos,
corre el riesgo de perderse irremediablemente.”
Julián Besteiro.


LA VOZ DE UN INTELECTUAL FIEL A LA VERDAD Y A LA HONRADEZ

Se puede atacar la figura de Besteiro negándose a admitir que fuese un espíritu superior. Allá cada cual con su juicio. Lo que no cabe admitir es que su vida haya sido sinuosa y tortuosa por falta de desinterés. Besteiro fue un intelectual fiel a la verdad y a la honradez.

En toda España se hizo famosa la respuesta de Besteiro al juez instructor de la intentona del 17. El Gobierno no ignoraba que Besteiro, aunque coautor con Largo Caballero de aquel episodio de la lucha de clases, se había visto obligado por las circunstancias a retraerse un tanto y que sólo volvió al pleno ataque cuando el no hacerlo hubiera dejado indefensos y al descubierto a los ferroviarios. En el fondo, pues, la experiencia del episodio confirmaba su doctrina secreta. Pero el juez quería hacerle decir algo contrario a la huelga general revolucionaria; a lo que Besteiro opuso su famosa declaración: “Jamás me he opuesto yo a revolución alguna”. Ahora bien querer confrontar esta magnífica actitud (que lo era y no sólo en palabras), querer oponer estas palabras, que eran un acto, a sus matices o reservas en tal o cual ocasión donde se negaba a seguir a los exaltados, revela falta de caletre y falta de acogida del pensamiento e intención del que se pretende juzgar.

En nuestro tiempo, todos los aspectos de barullo e indisciplina de aquel episodio se empequeñecen; y queda sólo que en agosto de 1917 Besteiro, Largo Caballero, Anguiano y Saborit estaban en prisiones militares, y que las intenciones de los que lo tenían encerrados se expresaban en los martillazos, que toda la noche oyeron con los que se estaba erigiendo la capilla ardiente. Por fortuna, los cuatro condenados salieron a cumplir una pena de cárcel en el penal de Cartagena. El barbero del penal puso el toque final a la figura de Besteiro rapándole la barba krausista; y así, con su gorro de presidiario, aquel profesor de Lógica llegó a ser el ídolo más amado del pueblo español.

Julián Besteiro y Fernández nace en Madrid el 21 de septiembre de 1870. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza, donde recibió una influencia perdurable de Giner de los Ríos, que marcó su vida dotándola de un fuerte sentido ético. Al acabar el bachillerato, se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, años en los que frecuentó la Biblioteca del Ateneo. En 1897 publicó su primer libro, La psicofísica, que había sido premiado en un certamen científico-literario. El mismo año gana por oposición la cátedra de Psicología, Lógica y Ética, del Instituto de Segunda Enseñanza de Orense, donde estará muy poco tiempo, pues se traslada enseguida con el mismo puesto, a Toledo. A partir de 1912 –un año antes de su matrimonio con Dolores Cebrián-, Besteiro era miembro muy activo del socialismo español, actividad que hace compatible con su cátedra de Lógica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, conseguida también el mismo año.

Desde el punto de vista político, la vida de Besteiro estuvo marcada por una intensa actividad municipal. En 1913 se presenta por primera vez a las elecciones madrileñas por el distrito de Chamberí, formando parte de la conjunción republicano-socialista; desde entonces hasta el final de la guerra civil los madrileños siguieron votándole; así ocurrió en los comicios de 1918, 1919, 1920, 1923, 1931, 1933 y 1936, a lo que él correspondió con un entusiasmo extraordinario en el desempeño de su concejalía. Esto explica un cierto idilio entre Besterio y Madrid, que tuvo su expresión más elocuente cuando derrotada la República en 1939, decide quedarse en Madrid, compartiendo la suerte del pueblo. Murió al año siguiente, en la cárcel de Carmona, el 27 de septiembre.

Es evidente que la proyección política de Besteiro no se limitó a su proyección municipal, pues participó en la campaña contra la guerra de Marruecos, en la huelga general de 1917 y en las deliberaciones del partido socialista. Al morir Pablo Iglesias en 1925, ostentó la presidencia del PSOE hasta 1931, en que dimite de dicha responsabilidad. La consideración general de su honestidad política e intelectual le llevará a la presidencia de las Cortes Constituyentes en 1931-1933, apartándose cada vez más de la vida política activa a partir de esa fecha; incluso en 1934 abandonará la presidencia de la UGT. En 1939 formó parte como ministro de Estado del Consejo Nacional de Defensa, que presidía el general Miaja y cuyo fin era poner fin a la guerra.

Dentro del grupo de dirigentes del partido socialista, con Fernando de los Ríos, era Besteiro el de mayor autoridad intelectual. Besteiro fue el único español de aquella época que descuella por encima de Azaña.

Es emocionante su respuesta a Regino García, militante del partido socialista, cuando al final de la guerra le pregunta: “Y usted, profesor, ¿qué piensa hacer?. He aquí su respuesta: “Yo, que nunca dije “ o no salvamos todos o todos perecemos”, me quedaré con los que no pueden salvarse. Es indudable que facilitaremos la salida a muchos compañeros que deben irse y que se irán, por mar, por tierra o por aire, pero la gran mayoría, las masas numerosas, ésas, no podrán salir y yo que he vivido siempre con los obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos, será de mí”.

Francisco Arias Solís

Paz y Libertad.

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viernes, 23 de octubre de 2009

Fray Antonio de Guevara por Francisco Arias Solís

FRAY ANTONIO DE GUEVARA
(1480-1545)

“El día de la ciudad siéntese y no se goza
y el día de la aldea gózase y no se siente;
porque allí el día es más claro, es más desembarazado,
es más largo, es más alegre,es más limpio,
es más ocupado, es más gozado; y finalmente
te digo que es mejor empleado y menos importuno.”
Fray Antonio de Guevara.

LA VOZ DEL AFÁN DE NOTORIEDAD

La opinión de la crítica sobre este personaje ha cambiado paulatinamente y hoy se le ve como un clérigo resentido y sin vocación que se amparó en los hábitos y en el cultivo de las letras para obtener una seguridad y una fama que de otro modo no hubiera logrado. La distancia que separa el mensaje de sus obras de su comportamiento en la vida pública y religiosa demuestran el afán de notoriedad que tuvo este singular franciscano, que tuvo una agitada vida pública y llegó a ser hombre influyente en la época del emperador Carlos I. Su obra literaria sigue una orientación didáctica y costumbrista, alejada del eramismo doctrinario. Sus escritos se caracterizan en el aspecto estilístico por un acusado barroquismo que lo enlazan, por una parte con el retoricismo del siglo XV y lo convierten por otra en antesala del Barroco. Alardea constantemente de una gran erudición, que es, en muchos casos, producto de su invención y de su fantasía. A pesar de todo ello, es uno de los escritores más difundidos del siglo XVI y gozó en su momento de una gran popularidad.
Antonio de Guevara de Noreña nació en Treceño, Cantabria, en 1480 y murió en Mondoñedo, provincia de Lugo, el 3 de abril de 1545. Gracias a un tío suyo pude educarse en la Corte, “a do me crié, crescí y viví algunos tiempos, más acompañado de vicios que no de cuidados”. Allí fue paje del príncipe don Juan y, muerto éste, de la reina Isabel la Católica. Pero como esta falleciera, decidió tomar el hábito franciscano a la edad de veinticuatro años. Fue guardián de Arévalo, de Soria en 1518, y definidor de su provincia el 11 de noviembre de 1520. Inquisidor en Valencia y visitador de las morerías del reino de Granada, se atribuye a sí mismo un papel preponderante en la lucha de los comuneros al lado del emperador, de quien sería cronista, aunque nada dejó escrito en este sentido, sin embargo, en los discursos de Carlos I parece haber algunos rasgos de estilo de Guevara. El 7 de enero de 1528 fue nombrado obispo de Guadix, pero no entra en su diócesis hasta el otoño del año siguiente. Acompañaría a los ejércitos imperiales en la expedición a Túnez y otras correrías para regresar a España y ser designado obispo de Mondoñedo.

De sus numerosas obras, de carácter vario, nos interesan tres especialmente, Relox de príncipes o Libro áureo del emperador Marco Aurelio (1529), Menosprecio de corte y alabanza de
aldea (1539) y las Epístolas familiares (1539-1541).

El primero que algunos encasillan en el género de novela histórica, reúne en torno a un personaje diversas fantasías y hechos fabulosos, con invento por parte del autor de dioses, libros, filósofos y costumbres, a la manera borgiana en el pasado siglo. La materia novelesca se subordina a la intención de Guevara que pretendía escribir un tratado sobre la formación del príncipe al estilo del medievo. Los últimos estudios ven en el célebre pasaje El villano del Danubio una crítica del espíritu bélico e imperialista de Carlos I.

En Menosprecio de corte y alabanza de aldea, pese a denostar la vida cortesana, se regodea en su descripción, mientras su amor por el campo es más ficticio y materialista que horaciano; en resumidas cuentas, Guevara ama la aldea por su comodidad y el goce epicúreo de la vida. El humanismo renacentista era en Guevara más capa de pintura que estoico y profundo pensamiento. Modelo en su época del tópico renacentista, el Menosprecio está considerado hoy como falso y retórico.

En las Epístolas familiares, falsas porque fueron escritas para la imprenta y no destinadas libremente a los personajes, Guevara hace una demostración de cuidado del estilo y selección de temas en lo que puede considerarse como un cuadro de la sociedad de su tiempo.

Guevara escribió también Aviso de privados y doctrina de cortesanos, que unió al Menosprecio de corte; Vida de diez emperadores romanos o década de Césares (1539), Arte de marear (1539), Oratorio de religiosos (1542), Libro llamado Monte Calvario (1545) y Las siete palabras (1549).

En el fondo, la obra de Guevara es la de un medievalista en años de Renacimiento, que se pinta del color de moda; su moralismo humano tiene las raíces en el comportamiento y carece de intimismo; en resumidas cuentas, expone una moral de uso, para la vida cotidiana. Y como dijo este prelado español: “Es ley de corte que en lo que se escribe se muestre la prudencia, y en la manera de escribiros se conozca la crianza”.

Francisco Arias Solís

Si quieres la paz, prepárate a vivir en paz con todos los hombres.

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miércoles, 21 de octubre de 2009

Don Juan Manuel por Francisco Arias Solís

DON JUAN MANUEL
(1282-1347)

“… porque muchos homes las cosas sotiles non le caben
en los entendimientos, ni las entienden bien, no toman
placer en leer aquellos libros nin aprender lo que es
escripto en ellos, el porque non toman placer en ello,
nin lo pueden deprender nin saber así como a ellos
cumpliría.”
Don Juan Manuel.

LA VOZ DEL PRIMER PROSISTA CON ESTILO PERSONAL

Don Juan Manuel es el prosista más importante de su época y el iniciador del género novelesco en la literatura española. Las obras de don Juan Manuel –principalmente, El Conde de Lucanor- son una clara exposición de la ideología del autor sobre cuestiones sociales, políticas, religiosas y literarias. En este sentido, hay que destacar su conciencia de autoría. El escritor, con paciencia y tenacidad, ha ido construyendo una obra literaria de la que se siente responsable y de la que quiere dejar constancia. Este individualismo se opone al carácter colectivo de la literatura medieval y es un claro antecedente de la afirmación personal que llegará con la literatura prerrenacentista y renacentista. Por otra parte, la obra de don Juan Manuel, basada en la experiencia vital y en la aguda observación del autor, es en lo estilístico un brillante ejemplo de selección, densidad y concisión. Don Juan Manuel es el primer prosista castellano que tuvo estilo personal, y seguramente también el primero que tuvo conciencia artística, evidente en el cuidado que puso en conservar sus libros reunidos para evitar posibles modificaciones de su obra.
Don Juan Manuel nació en Escalona, provincia de Toledo, el 6 de mayo de 1282. Emparentado directamente con los reyes castellanos, pertenece a la nobleza más rancia y poderosa. Erróneamente se le ha venido otorgando el título de “infante”, que sí le había correspondido a su padre. Don Juan Manuel era nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio. Sus padres eran el infante don Manuel –hijo menor del rey Santo- y doña Beatriz de Saboya. Por su condición social participó activa y destacadamente en los acontecimientos bélicos y políticos de su tiempo. Fue Señor de Villena y de Alarcón y Adelantado de Murcia. Miembro de la casta señorial, tan poderoso casi como el rey, podía ir de Murcia a Navarra ”pasando cada jornada por villa cercada de castillos suyos”. Tomó parte en las intrigas nobiliarias de aquellos años en torno al poder en los reinos de Castilla y de Aragón. Protegido de Sancho IV, intervino en los años de la minoría de Fernando IV y en la de Alfonso XI, siendo corregente de éste último. Sus intereses y ambiciones le llevaron incluso a ponerse en contra de Alfonso XI. Se casó tres veces y consiguió que sus aspiraciones de máxima grandeza se cumplieran al casarse una de sus hijas con el heredero del rey de Portugal y otra con Enrique de Trastamara, futuro Enrique II de Castilla. Don Juan Manuel se puso de la parte que más convenía a los intereses de su linaje; aunque luchó contra los moros en El Salado y Algeciras, no dudó cuando lo exigía la política de su casa, en aliarse con el rey de Granada.
Don Juan Manuel vivió activamente un ideal triple: caballeresco, religioso y literario. Su vida osciló en la cuerda floja de la violencia injusta, de la doblez de quien antepone a todo su ideal de casta, por lo que unas veces los vemos adicto y otras rival del rey. Personaje contradictorio, abominador de la guerra, mas siempre peleando, obsesionado por el problema de la honra y de su estado, veía en todo menoscabo y desprecio; tolerante en el aspecto religioso y amante de la caza, prefería las intrigas nobiliarias a la lucha contra los moros. Paradójicamente sólo fue humilde en la faceta que mayor gloria le ha dado: la literatura. Don Juan Manuel es el primer escritor que tiene conciencia del valor de su obra y por eso se retira los últimos años de su vida, en el convento de Peñafiel, donde depositó un códice, que contenía toda su producción, para legarla cuidadosamente a la posteridad. Don Juan Manuel muere en Córdoba el 13 de junio de 1348.
La mala suerte persiguió a la obra de don Juan Manuel, porque su códice se ha perdido y las copias parciales que nos han llegado están incompletas y plagadas de errores.
Se consideran perdidas obras como el Libro de los sabios, el Libro de la cavallería, algunos de cuyos capítulos pasaron al Libro de los Estados; la Crónica cumplida, el Libro de los egennos, probable tratado sobre máquinas bélicas; el Libro de las cantigas, colección de poemas, y unas Reglas de trovar, o arte poética. Salvo del Libro de cavallería, de los demás solo conocemos los títulos.
Tradicionalmente viene dividiéndose la obra de Don Juan Manuel en obras menores y obras mayores. Entre las primeras se encuentran el Libro de la caza –con interesantes noticias sobre este deporte, sobre las diferentes aves de cetrería y, principalmente, sobre el arte de adiestrar halcones-, el Libro de las armas -de carácter autobiográfico, exalta la grandeza de su linaje-, el tratado De las maneras del amor –sobre diversas formas de amistad-, el Libro infinido o de castigo y consejos –repertorio de consejos dirigidos a su hijo-. En todos estos libros predomina lo expositivo sobre lo narrativo. Las obras mayores, aun siendo claramente didácticas, tienen una acentuada forma narrativa. Tres son las grandes obras de don Juan Manuel. El Libro del caballero y el escudero, escrito hacia 1326, nos ha llegado incompleto. Su trama argumental, a imitación de la del Libre del orde de cavalleria, de Ramón Llull, nos cuenta la historia de un joven escudero adiestrado por un anciano caballero, que vive en una ermita y que le adoctrina sobre todo lo referente a la orden de caballería. El Libro de los Estados, escrito entre 1327 y 1332, es un manual de educación de príncipes, que recoge el ideario político del escritor. Su obra más importante es, sin duda, el Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio –conocido con el título de Libro del Conde Lucanor-, escrito en 1335.
La obra se divide en dos partes, Libro de los enxiemplos y Libro de los proverbios, que guardan una estrecha unidad. El primero, el más extenso e importante, es una colección de cincuenta cuentos, narrados por el ayo Patronio para ejemplificar los diferentes problemas (sociales, religiosos, políticos y literarios, etc.) que le presenta su señor el conde de Lucanor. La narración siempre concluye en un dístico, que actúa a modo de moraleja final. El Libro de los proverbios es un repertorio de sentencias.
Pese a los intereses nobiliarios del autor, los relatos de Patronio hacen desfilar todas las clases sociales, desde el padre de don Juan Manuel hasta salteadores de sepulcros, desde mercaderes a reyes árabes, a los que enmarca en unos contextos que hacen del libro un cuadro de viva humanidad. Y como dijo nuestro autor, defendiéndose de los ataques que por ser noble y escribir recibía: “Pienso que es mejor pasar el tiempo en fazer libros que en jugar a los dados o fazer otras viles cosas”.

Francisco Arias Solís

Apostemos con el corazón en la mano por la paz.

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martes, 20 de octubre de 2009

Foro Libre: Homenaje a Rafael Alberti

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
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“¡Paz en todos los hogares.
Paz en la tierra, en los cielos,
bajo el mar, sobre los mares.”
Rafael Alberti.

HOMENAJE DE FORO LIBRE A RAFAEL ALBERTI

El próximo lunes, día 26 de octubre, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta andaluz Rafael Alberti (1902-1999), con motivo del décimo aniversario de su muerte.

Rafael Alberti, último mito viviente de la Generación del 27, murió en la madrugada del 28 de octubre de 1999 en su casa Ora Marítima de El Puerto de Santa María. Tenía 96 años. Poeta jondo, dramaturgo comprometido, pintor sensible y hombre de paz, la voz de Alberti ha sonado con potencia enorme por todos los mares a lo largo del pasado siglo. Sus cenizas fueron esparcidas en la Bahía de Cádiz, el mar de su infancia.

Es en 1923, cuando nuestro poeta comienza a trabajar en los primeros poemas de lo que luego será su primer libro Marinero en tierra. Estos poemas, escritos a la sombra de Gil Vicente y de los cancioneros musicales de los siglos XV y XVI, los escribe en la sierra de Guadarrama donde se encuentra descansando, víctima de una enfermedad de pulmón. Los días que baja a Madrid los pasa con sus nuevos amigos de la Residencia de Estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza: García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel y Moreno Villa. También entra en relación por aquellos días con Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Pedro Salinas.

En 1925 aparece Marinero en tierra que pocos meses antes ha dado a su autor, al alimón con Gerardo Diego, el Premio Nacional de Literatura. Traba conocimiento con su admirado Juan Ramón Jiménez, quien comienza a aconsejarle y establece amistad con José Bergamín.

En la misma línea de su primer libro están La amante y El alba de alhelí. Con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora (1927) escribe la prodigiosa arquitectura de Cal y canto. Sobre los ángeles, es uno de los hitos fundamentales en la lírica española moderna, y supone una doble ruptura: de forma, en su tendencia hacia el simbolismo, y de fondo, por la aparición de un cultivo más intenso de la intimidad.

En 1933, siendo ya miembro del partido comunista, funda con María Teresa León, la compañera de su vida, la revista revolucionaria Octubre; a partir de ese momento su postura se hace cada vez más comprometida con el Frente Popular, posición que se acentúa, una vez estallada la guerra civil, como secretario de la Alianza de Escritores Antifascistas. Son características a este respecto, Capital de la gloria y El poeta en la calle. Rafael Alberti, es el indiscutible iniciador de la poesía revolucionaria en España.

En 1939 llegó ese día sin alba. Una avioneta llevó a Alberti y a María Teresa a Orán. Luego; París, Buenos Aires, Roma... Viajero universal. Alberti se convirtió en uno de los símbolos más representativos de la otra España.

Con posterioridad a la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco, publica un buen número de libros que han acrecentado su reputación como uno de los más importantes poetas contemporáneos. Son de destacar: Entre el clavel y la espada, Coplas de Juan Panadero, A la pintura, Retornos de lo vivo lejano, Ora marítima, Roma, peligro para caminantes, Los ocho nombres de Picasso...

Tuvo que esperar la muerte de Franco y aún tardó en volver. El 27 de abril de 1977 llegó a Barajas con María Teresa y su hija. El canto de La Internacional le humedeció los ojos. “Me fui de España con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia”. Aceptó ser candidato al Congreso por el partido comunista.. También tuvo el reconocimiento absoluto en su país: Premio Nacional de Teatro (1981), Cervantes (1983) y Premio Andalucía de las Letras (1993).


Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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lunes, 19 de octubre de 2009

Fernán Pérez de Guzmán por Francisco Arias Solís

FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN
(1376-1460)


“La verdat e çertidumbre del origin e nacimiento
de los linajes de Castilla, non se puede bien saber
sino quanto quedó en la memoria de los antiguos.
Ca en Castilla ovo siempre e ay poca diligençia
de las antigüedades, lo qual es gran daño.”
Fernán Pérez de Guzmán.


LA VOZ DEL PRIMER BIÓGRAFO

Fernán Pérez de Guzmán ha pasado a la historia de la literatura por su obra Generaciones y semblanzas, apéndice de otra obra parcialmente suya, Mar de historias, trasunto del libro homónimo de Giovanni di Colonna, vasta crónica que trata “de los emperadores e de sus vidas e príncipes gentiles e católicos”, y de “los santos e sabios e de sus vidas e de los libros que hicieron”. A continuación, en Generaciones y semblanzas, ofrece treinta y cuatro biografías de los personajes prepotentes de las cortes de Enrique III y Juan II. Mientras Mar de historias no deja de ser una síntesis brillante de otros historiadores, Generaciones y semblanzas es una obra personal llena de originalidad que inicia un género nuevo: la biografía. El mismo explica en el prólogo, y las cumple las cualidades del historiador, que son: objetividad, que se logrará narrando hechos a los que hubiera estado presente, o conocidos directamente por personas dignas de fe; penetración psicológica para alcanzar las facetas morales ocultas de los personajes; denuncia de la anarquía, las injusticias y los abusos de poder para la cual la historia no debe ser publicada “biviendo el rey o príncipe en cuyo tiempo e señorío se hordena, porque el estoriador sea libre para escrivir la verdad sin temor”. En estilo conciso, elegante, sin complejidades sintácticas, Pérez de Guzmán esboza estos retratos en los que puso al mismo tiempo su conciencia nacional y la crítica, censurando el antisemitismo y la anarquía de los tiempos de Juan II.

Fernán Pérez de Guzmán nació en Batres, provincia de Madrid, hacia 1376 y murió el 2 de octubre de 1460. Perteneció a una familia ilustre, sobrino de Pero López de Ayala, tío del marqués de Santillana y bisabuelo de Garcilaso de la Vega. En su juventud viajó a Aviñón, lugar clave para el alumbramiento de la conciencia prehumanista, y donde conoció a Benedicto XIII, el “Papa Luna”, según se desprende de los versos de sus cantos heroicos Loores de los claros varones de España: “yo muy niño en Aviñón / en aquella turbaçión / que fue çisma en el papado”. Durante la regencia de Juan II, sus luchas contra Alvaro de Luna dieron lugar a muchas desgracias que culminaron con su apresamiento. Recuperada la libertad, se retiró a su señorío de Batres, no se sabe si desterrado o voluntariamente, donde se dedicó a la literatura moral e histórica hasta el momento de su muerte. En su poesía fue admirador de Francisco Imperial y en su visión del mundo se percibe la influencia filosófica del famoso obispo Alonso de Cartagena.

Pérez de Guzmán escribió poesías de cancionero, varias de las cuales están recogidas en el de Baena; poesías didácticas entre las que destacan Confesión rimada, Coplas de vicios y virtudes, Coplas a la muerte del obispo de Burgos, De lores divinos a los maytines , así como Requesta fecha al magnífico Marqués de Santillana, y ya anciano, un largo poema de más cuatrocientas estrofas, llamado Loores de los claros varones de España, panegírico de relevantes personajes desde Viriato hasta Benedicto XIII y Gil de Albornoz. Su fama, sin embargo, se debe a una breve obra, Generaciones y semblanzas, conjunto de biografías de personas que Pérez de Guzmán conoció, que amó y que odió, lo cual le da una inmediatez absoluta y una gran vivacidad a la descripción física y psicológica de los personajes. A pesar de sus simpatías y antipatías, se muestra en sus descripciones independiente y objetivo, pero su estilo nervioso y espontáneo las tiñe de pasión humana. La obra nos ofrece, en conjunto, un cuadro de la sociedad de su época de valor inapreciable. Y como dijo Pérez de Guzmán: “A cuerdos, necios e locos / veo heredar las riquezas / de sus padres, e muy pocos / las virtudes e proezas”.

Francisco Arias Solís

La guerra es un mal que deshonra al género humano.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en homenaje a Benedetti.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

sábado, 17 de octubre de 2009

La inmensa soledad de los exiliados por Francisco Arias Solís

LA INMENSA SOLEDAD DE LOS EXILIADOS


“De soledad tan vaga y tan concreta
sale un hilo de agua;
el agua del destierro,
muy parecida al llanto.”
José Moreno Villa.

EL CANTAR DE SOLEDAD DE LOS DESTERRADOS

Gregorio Marañón en el prólogo de su libro Españoles fuera de España (1947), al referirse a Séneca, que estuvo desterrado siete años en Córcega, nos recuerda esta exclamación del filósofo cordobés: “¡Qué sufrimiento intolerable es el vivir fuera de la patria!”

Es innecesario repetir una vez más que la mayor parte de nuestros mejores intelectuales y artistas emprendieron el camino del exilio al final de la guerra, provocada por la rebelión militar del general Franco. De este impresionante exilio -sin duda el más importante en nuestra larga historia de emigraciones- se cumplen ahora 70 años.

Al poema “Destierro” (París, 22 de marzo de 1952), del poeta José María Quiroga Plá, pertenecen estos versos: “Todos los crímenes tienen / perdón, y hallan indulgencia, / menos el crimen de echar / a los hombres de su tierra”.

El novelista y poeta catalán Alfonso Vidal y Planas, quien murió en el exilio, escribió un libro poético titulado Cirios en los rascacielos (1963), en el que figuran estos versos: “Sin España en mi vida, / yo mismo soy el muerto, / ¡y en la capilla ardiente / de Yanquilandia enciendo / un cirio por mi ánima / en cada rascacielos!”. Bernardo Clariana, nos transmite también la sensación de soledad experimentada en Nueva York, ciudad ajena, cruel... de la que quiere evadirse por medio del recuerdo: “Pero no lograrán prefabricar / los jardines de tu patio...” A su paso por Ellis Island, en 1939, Alfonso Vidal exclamó: “Enterradme en España cuando muera / (¡por caridad, hermanos, en mi España!), / si herido de su amor, en tierra extraña, / desangrado en suspiros, me muriera”.

Rafael Alberti en Roma, peligro para caminantes, nos transmite amor y nostalgia, soledad, recuerdos de una juventud y el dolor silencioso del exilio: “Dejé por ti mis bosques, mi perdida / arboleda, mis perros desvelados, / mis capitales años desterrados / hasta casi el invierno de la vida”.

Pedro Garfias vivió unos meses en 1939 en el pueblo inglés llamado Eaton Hasting: allí creó los poemas que constituirán su primer libro en el exilio que verá la luz en 1941, en México, lugar donde Garfias vivió su soledad, hasta su muerte. En estos versos de Garfias asoma la gran soledad, que crecerá más y más: “Dentro del pecho oscuro / la clara soledad me va creciendo....” Y nos grita: “Yo te puedo poblar, soledad mía, / igual que puedo hacer rocas y árboles / de estas oscuras gentes que me cercan... “

Luis Cernuda sabe que el destierro lo ha convertido en un muerto que, a pesar de todo sigue viviendo: “Tú, verdad solitaria, / transparente pasión, mi soledad de siempre, / eres inmenso abrazo; / el sol, el mar, / la oscuridad, la estepa, / el hombre y su deseo, / la airada muchedumbre, / ¿qué son sino tú misma?” Uno de los temas constantes en la poesía de Juan Rejano es España, vista en los primeros momentos del exilio con un gran dolor: “Vivir de ausencia es ya sobrevivir”. En la poesía de exilio de José Ramón Arana, aparecen algunos recuerdos de momentos dolorosos en esta “ciega soledad”: “Nadie vendrá a llorarte... / Solo el viento / avivará el clavel que me ha nacido / frente a este ciega soledad sin llanto...”

El poeta malagueño Emilio Prados, que en el exilio vive solo, apartado, quiere escapar de su soledad: “Golpeé con mi voz, con mi palabra / -no sé donde ni lo sabré jamás-: / nadie me abrió”. Y su paisano Manuel Altolaguirre, con una gran ternura, nos dice: “Estoy solo y no sé quienes / están sintiendo mi ausencia.” Y no menos agudo es el dolor de la mujer de Altolaguirre, Concha Méndez, que escribe: “La gran soledad del mundo / como ala que me domina / llevo sobre mí y me arrastra...”

Los exiliados españoles, lejos de su patria, trataron de sobrevivir su vida, sintieron la garra de la nostalgia, el incesante recuerdo de unas calles, de unos árboles, de unas fuentes como aquella a la que Alberti pedía, “que volviera para darle agua”. Supieron de angustia, de dificultades económicas para enfrentarse con ese cada día y cada mañana, pero especialmente sintieron una inmensa soledad. Soledad de soledades y todo soledad, como la del poeta malagueño José Moreno Villa: “Hay una soledad en el exilio / que no es de gente: soledad de muros, / de solera y de techo; / soledad de reflejos; / soledad de colores imprecisos”.


Francisco Arias Solís

Paz, queramos paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en homenaje a Benedetti.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

Francisco Delicado por Francisco Arias Solís

FRANCISCO DELICADO
(h. 1475-h. 1535)

“Protesta el auctor que ninguno quite o añada palabra
ni razón ni lenguaje, porque aquí no compuse modo de
fermoso dezir, ni saqué de otros libros, ni furte eloquencia
porque para dezir verdad poca eloquencia basta.”
Francisco Delicado.

LA VOZ DEL CLÉRIGO LIBERTINO

En los primeros años del siglo XVI hay una corriente crítica llena de ironía que va punteando diversos libros de mayor o menor fortuna: La Celestina, La Lozana Andaluza (1528), libros misceláneos, piezas teatrales como las de Naharro, Gil Vicente y Rueda contienen elementos realistas y críticos corrosivos; el mundo de los criados en Rojas, de rameras y cortesanas en Delicado, la crítica eclesiástica derivada por un lado de la satírica medieval, por otro del erasmismo, las punzantes acotaciones irónicas del portugués, la moralizante pulla de Naharro que describe el mundo de los señores con la lengua de los criados del tinello, los pasos de Rueda, todo esto va creando un cuerpo crítico al que se suma el autor del Lazarillo.

Se sabe muy poco de la vida de Francisco Delicado, salvo lo que de sí mismo dice en sus obras. Suele decirse que era natural de “la peña de Martos” (Jaén), atendiendo a sus palabras, pero más bien parece natural de Córdoba o algún lugar próximo, nació hacia 1475. Dados sus grandes conocimientos sobre las costumbres de los judíos conversos, puede deducirse que también él lo fuera. Fue discípulo de Antonio de Nebrija, al que llama preceptor, entró en el estado eclesiástico y fue vicario del valle de Cabezuela, y huyó de España atemorizado por la Inquisición, viajando a Italia, donde se publicó toda su obra; allí vivió en Roma, de donde se marchó tras el saqueo español de 1527, para establecerse en Venecia, hasta su muerte, ocurrida hacia 1535.

Parece ser que su primera obra fue el pequeño tratado de De consolatione infirmorum. En 1525 escribió un libro médico sobre el palo guayaco, en agradecimiento por haberse curado de Il mal francesco o sífilis, El modo de adoperare el legno de India occidentale: Salutífero remedio a ogni piaga et mal incurable. Francisco Delicado composuit in Alma Urbe anno 1525. Hizo magníficas ediciones del Amadis de Gaula (1533); La Celestina, la Cárcel de amor y de Los tres libros del caballero Primaleón y Polendos (1534). En su retiro veneciano escribió en italiano un opúsculo en el que, en otras cosas, trata el saqueo de Roma por las tropas del emperador Carlos V. Pero su obra más importante es el Retrato de la Lozana Andaluza, novela picaresca dialogada, de tipo erótico, aparecida en Venecia en 1528.

El texto del Retrato de la Lozana Andaluza se descubre en el siglo XIX en la Biblioteca Imperial de Viena, sin el nombre del autor y del impresor, por lo que durante mucho tiempo se la consideró anónima, hasta que la crítica especuló con la idea de que el autor era Francisco Delicado, “clérigo libertino y cavernario”, definiendo la obra como pornográfica y característica de la corrupción del clero del siglo XVI.

El Retrato de la Lozana Andaluza es una obra picaresca en ambiente celestinesco, dividida en “mamotretos”, en los que narra las peripecias de la cordobesa Lozana y su criado Rampín; posee gran valor histórico como documento social del ambiente romano de principios del XVI. La obra descubre todas las trampas, truhanerías y obscenidades del oficio más antiguo del mundo. Está escrita en la “lingua franca” o jerigonza italo-hispana usada en Roma por los españoles de baja estofa, junto con otros registros más elevados, siguiendo el ejemplo de multiplicidad lingüística de la Celestina, de Rojas. Su diálogo es ágil, salpicado de multitud de refranes y frases proverbiales. Su contenido es bastante libre, aunque al final invoca el saqueo de Roma de 1527 como castigo divino a los desenfrenos de sus habitantes. Cuando Aldonza, Lozana, conoce al mercader y lo abandona todo para irse con éste a Cádiz, su tía exclama: “¡Aldonza! ¡Sobrina! ¿Qué hacéis? ¿Dónde estáis? ¡Oh pecadora de mí! El hombre deja el padre y la madre por la mujer y la mujer olvida por el hombre su nido... mas no tenéis vos la culpa sino yo, que teniendo la yesca busqué el eslabón, mira qué pago, que si miro en ello, ella misma me hizo alcahueta”.

Francisco Arias Solís

La fórmula salvadora es paz, libertad y justicia.


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jueves, 15 de octubre de 2009

Manuel José Othón por Francisco Arias Solís

MANUEL JOSE OTHON
(1858-1906)

“En tus aras quemé mi último incienso
y deshojé mis postrimeras rosas.
Do se alzaban los templos de mis diosas,
ya sólo queda el arenal inmenso.”
Manuel José Othón.

LA VOZ DEL SENTIDO HUMANÍSTICO

México da un gran paso hacia el modernismo a través de la obra de Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón y Manuel José Othón. Todos cumplen la tarea de llevar la poesía del romanticismo al modernismo, en pleno siglo XIX, antes de que surja el dariísmo, asentando la base ideológica de su actuación en valores puramente estéticos. Manuel José Othón, a diferencia de sus contemporáneos poseía una educación clásica. Virgilio, Garcilaso, fray Luis y Chénier le dictan el lema de su arte: “No debemos expresar nada que no hayamos visto”. “Realizó el prodigio –escribía López Velarde- de vaciar el alma moderna en la serenidad imperturbable de los antiguos”. A pesar de habérnoslo presentado, algunos de sus interesados biógrafos, como un acólito o propagandista católico, hoy día se sabe que era simplemente un persona de enorme sentido humanístico e increíblemente solidaria.

Manuel José Othón Vargas nace el 14 de junio de 1858 en San Luis de Potosí y muere en dicha ciudad el 28 de noviembre de 1906. Terminados sus estudios primarios el poeta mexicano ingresa en el Seminario Conciliar, donde estudió latín y publicó algunos poemas y ensayos. En 1876 inicia sus estudios de Derecho en el Instituto Científico y Literario de San Luis de Potosí que finaliza en 1881. En 1876 fundó, con Colunga y Dávalos, la Sociedad Alarcón, que reunió a los mejores escritores de San Luis de Potosí. Su primer libro Poesías, se publica en 1880. Escribe en varias publicaciones potosinas y en la Revista Azul. Fue agente del Ministerio Público, juez de distinta poblaciones del centro y norte del país, director del Registro Público de la Propiedad y diputado al Congreso.

Durante su misión como funcionario en el norte de país, estuvo en contacto con la naturaleza, tema de su poesía; pero su contemplación no le lleva a un bucolismo arcaico sino a trasplantar, a transvasar su personalidad al mundo que enfrenta y describe. Su extraordinaria capacidad para trasladar las emociones propias al paisaje hace que su descripción de los desiertos, barrancas y bosques del norte de México sea insuperable.

Sus Poemas rústicos (1902), bien acogido por los modernistas, amalgama de manera total al poeta íntimo y al lírico que esboza el paisaje, sobre todo en su poema más celebrado Idilio salvaje (1905), inspirado por una pasión amorosa; lo de menos son las circunstancias del idilio; lo más, el escenario del poema, las vividas imágenes que trascienden el templo del poeta hasta integrar en su ánimo los lugares descritos.

Su libro El himno de los bosques (1890), es obra de un pintor; luz y sonido matizan el día y el mundo físico con toda una gama de cromatismos que rinden tributo a montañas, águilas, horizontes, llanuras y crepúsculos. Otra obra poética descriptiva es su famosa Noche rústica de Walpurgis (1897). La naturaleza de este poeta es grandiosa y realista a la par.

Othón escribió además cuentos y novelas cortas donde ocupan buena parte los paisajes y los apuntes costumbristas sobre las gentes aldeanas. Alfonso Reyes nos contaba: “En la paz de las aldeas gustaba Othón de pasar la vida, donde es más fácil salir al campo...” En cuanto al teatro, Lo que hay detrás de la dicha (1886) y El último capítulo (1905), carecen de valor y denuncian influjos de Echegaray.

Manuel José Othón es un poeta singular. En realidad Othón no tiene mucho que ver con el modernismo, al que no se vincula ni por ideología ni por técnica, sino por su esmero formal. Y como dijo el poeta mexicano: “Si tu voz melancólica no entona / ya sus himnos de amor, conmigo vuela / a esta región que asombra y que consuela”.

Francisco Arias Solís

Donde mora la libertad, allí está mi patria.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en homenaje a Benedetti.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Foro Libre: Homenaje a Santiago Ramón y Cajal

FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)

Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 – CADIZ
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“No soy en realidad un sabio sino un español”.
Santiago Ramón y Cajal.


HOMENAJE DE FORO LIBRE A SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL


El próximo lunes, día 19 de octubre, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del médico y escritor español Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), con motivo del 75º aniversario de su muerte.

El sentir popular español, expresado madrileñamente por un personaje de un sainete de Arniches, nos dice, con la fina gracia popular que captó y creó en su lenguaje el genial sainetero, refiriéndose a alguno al que se le atribuye mucho saber, que "sabe tanto como don Santiago Ramón y Cajal juntos".

La aportación de Ramón y Cajal al conocimiento de la morfología, fisiología y patología de las neuronas es inestimable. Sus publicaciones científicas son abundantes y siguen el ritmo de sus investigaciones, que poco a poco, transmite en su Revista de Histología normal y patológica, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y en innumerables revistas internacionales. De manera más profunda y extensa expone sus teorías en una serie de libros: Manual de Anatomía patológica general (1889), Histología del sistema de nervioso del hombre y los vertebrados (1897-1904), Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-14), La fotografía de los colores. Fundamentos científicos y reglas prácticas (1912), Manual técnico de Anatomía patológica (1918), La teoría de la neurona, etc. Premio Nobel de Medicina en 1906. Su actividad investigadora no le impide descubrir el encanto de lo cotidiano, que manifiesta en una breve, pero interesante, producción literaria: Cuentos de vacaciones (1905), Charlas de café (!923), Recuerdos de mi vida (1917) y El mundo visto a los ochenta años (1934).

Ramón y Cajal juntos, es un hombre que, efectivamente, junta en sí esas dos modalidades características de un ser humano: la de sabio y la de español. El sabio, el español auténtico, que dejó a su paso por el mundo una obra admirable de investigador, de inventor de ciencia verdadera. "Fenómeno único en la historia de las Ciencias Biológicas", le llamó el húngaro Lenhossek, sabio de su misma especialidad: porque se produjo "en la más absoluta soledad científica".

Francisco Arias Solís

No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.

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martes, 13 de octubre de 2009

Cristóbal de Virués por Francisco Arias Solís

CRISTÓBAL DE VIRUÉS
(1550-1614)

“Cerca de donde Llobregate ameno
mezcla sus aguas con el mar profundo,
de bellezas riquísimas tan lleno
que a ningún río debe ser segundo,
tiene dos islas en su dulce seno,
a donde da, la que enriquece el mundo,
todo lo de más gusto y de alegría,
que en los jardines más curiosos cría.”
Cristóbal de Virués.

LA VOZ DEL POETA TRÁGICO DE LA GENERACIÓN NEOSENEQUISTA

Cristóbal de Virués es el poeta trágico más destacado de la generación neo-senequista anterior a Lope de Vega. Debe su fama principalmente a su obra El Monserrate, poema épico religioso en octavas reales sobre la fundación del monasterio de Monserrat, celebrado por Lope de Vega y Cervantes, en el que nos cuenta la leyenda de Fray Garín, y nos habla de la magnífica y única montaña. El Monserrate, junto con La Araucana, de Alonso de Ercilla y La Austriada, de Juan Rufo, merecieron elogios de Cervantes en el escrutinio de la librería de Don Quijote. De ellos quedaron escritas estas palabras: “Todos estos tres libros –dijo el cura- son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana, están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España”.

Cristóbal de Virués nació en Valencia hacia 1550 y muere en su ciudad natal en 1614. Hijo de familia distinguida, su padre era médico, amigo de Luis Vives. Al igual que él, todos sus hermanos, incluida su hermana Jerónima, recibieron una sólida formación intelectual. Cristóbal siguió la carrera militar, participó en importantes empresas militares de su tiempo, siendo herido en la batalla de Lepanto. En 1586 se retiró con el grado de capitán. Vuelto a su ciudad natal se dedicó plenamente a las letras. Allí escribe su poema El Monserrate, que daría a la imprenta en 1587 y que le proporcionó gran notoriedad. Más tarde regresó a Italia, donde vería la luz la segunda parte de su poema titulado El Monserrate segundo, publicado en 1602. En sus Obras trágicas y líricas publicadas en 1609, dio a la luz cinco tragedias moralizadoras: La gran Semiramis, La cruel Casandra, Atila furioso, La infelice Marcela y Elisa Dido, que contienen fragmentos de singular fuerza pese al tono general exageradamente truculento y patético. A excepción de Elisa Dido, que se ajusta a los preceptos clásicos, su obra dramática forma parte de la tradición neosenequista. Su obra más “clásica” es Elisa Dido, basada en la Eneida de Virgilio, su única tragedia de cinco actos y coros. Las intrigas de sus cuatro obras adicionales se encuentran en la tragedia romana pero fueron compuestas en un estilo nuevo, o sea, con tres actos, prólogos, epílogos, y sin coros.

Como es sabido Nicolás Fernández de Moratín echó su cuarto a espadas en la polémica sobre el teatro nacional con varios folletos, Desengaños del teatro español (1763), diatriba contra Calderón y defensa de lo galo: “El teatro español es la escuela de la maldad, el espejo de la lascivia, el retrato de la desventura, la academia del desuello...”. Lope y Calderón son los “corrompedores del mismo... Lope por autorizarse él solo, abatió y despreció a toda su nación injusta e ingratamente, tratándola de irracional... Sin duda fue Lope de Vega Carpio el primer corrompedor del teatro y al mismo tiempo Cristóbal de Virués”. En dicho folleto de Moratín, Cristóbal de Virués figura junto a Lope de Vega. Y bien cumplió Cervantes, respecto de Virués, lo que en el Canto de Calíope de su Galatea anunciaba: “Yo haré que en propios reynos y en extraños / el fruto de tu ingenio levantado / se conozca, se admire y sea estimado.”

Francisco Arias Solís

Por esa libertad bella como la vida.

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El llanto de la guitarra por Francisco Arias Solís

EL LLANTO DE LA GUITARRA

“Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.”
Federico García Lorca.

EL CANTE FLAMENCO

“Una de las maravillas del cante jondo –nos dijo Federico García Lorca-, aparte de la esencial melódica, consiste en los poemas”. Poesía, música y ritmo se conjuntan para expresar acordes del mundo íntimo del cantaor. Lo más verdadero de su ser. Su verdad que salta a los labios. Para cantar como quiere. Para cantar la verdad.

Antonio Machado nos había dicho: “Si vais para poetas, cuidad vuestro folklore. Porque la verdadera poesía la hace el pueblo. Entendámonos la hace alguien que no sabemos quién es...” Y adrede cita un cante de esta vieja tierra del Sur: “Tengo una pena, una pena, / que casi puedo decir / que yo no tengo la pena: / la pena me tiene a mí”.

Lo que el cante flamenco expresa son sentimientos a intuiciones radicales del hombre; de ahí esa profundidad u hondura que le valió el epíteto de jondo. En virtud de esa inspiración profundamente humana, el cante flamenco es universal, a la vez que español y andaluz.

El cante flamenco suele impresionar por su espontaneidad, desnudez y simplicidad. Su lenguaje es el de todos los días, que es el lenguaje de la emoción sincera. En el cante flamenco hay un grito para cada dolor, una sonrisa para cada esperanza, una lágrima para cada desengaño, un suspiro para cada recuerdo.

En esta vieja tierra del Sur cuando la guitarra acompaña la soledad o soleá; ella misma parece que se queja y llora. Y como dijo Federico: “Es imposible / callarla. / Llora por cosas lejanas”. Llanto sin lágrimas. Como dice una cante del siglo XIX: “Las fatigas que se cantan / son las fatigas más grandes, / porque se cantan llorando / y las lágrimas no salen”.

Todos los sentimientos, todas las grandes ideas que constituyen la inspiración están expresadas en el flamenco, con una sobriedad y maestría que no puede por menos de llamar la atención. No hay nada más profundamente poemático que los tres versos de esta siguiriya: “Si acasito muero mira que te encargo / que con las trenzas de tu pelo negro / me ates las manos”.

Escribir en España no es llorar, es morir. El autor del Primer cancionero de coplas flamencas, Manuel Balmaseda, murió de hambre. Este trabajador era prácticamente analfabeto, tuvo que salir de Sevilla en busca de trabajo y murió en Málaga, donde tampoco lo encontró, sumido en la miseria. Balmaseda es el autor de este letra : “Si el queré era bueno o malo / a un sabio le pregunté / y el sabio no había querío / y no supo respondé”. Y también, de esta otra: “Era jondito y sin soga / el pozo donde caí , / y por más voces que daba / nadie me sacó de allí”.

Tienen los cantes de Balmaseda un aire popular inconfundible y son los que van mejor con el patetismo melancólico del cante flamenco. Su melancolía es tan irresistible que a todos nos producen un llanto íntimo y nos hacen exclamar: ¡Pobre Balmaseda! ¡Pobre poeta! Su hambre y su angustia harían llorar a la guitarra: “Es inútil callarla. / Es imposible / callarla”.


Francisco Arias Solís

Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.

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Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

lunes, 12 de octubre de 2009

Revistas poéticas andaluzas por Franciso Arias Solís

REVISTAS POÉTICAS ANDALUZAS

“Y los gitanos del agua,
levantan, por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.”
Federico García Lorca.
Litoral, nº 1, 1926

65 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE LITORAL EN MÉXICO

Andalucía ha sido cuna fecunda de escritores y poetas y sigue siendo centro propicio para la celebración de tertulias y para la edición de revistas poéticas. Es un hecho evidente que la poesía española del siglo XX tiene nombre andaluz hasta nuestra última hora, si se tiene en cuenta la influencia que siguen ejerciendo en las nuevas generaciones Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez o los poetas andaluces de la generación del 27: Federico García Lorca, Alberti, Cernuda, Prados, Altolaguirre, Aleixandre, Fernando Villalón, José María Hinojosa, Juan Rejano...

Muchos piensan que las revistas poéticas surgen del impulso creador, alentado por la necesidad de comunicación. Otros creen que nacen fatalmente, porque sí. Las revistas poéticas aparecen por toda la geografía andaluza, algunas aparecen y desaparecen casi simultáneamente. Pero si se quiere conocer las características de las corrientes literarias del siglo XX, resulta imprescindible el estudio de las numerosas revistas poéticas que han proliferado en Andalucía.

En noviembre de 1926, nace en Málaga, Litoral, dirigida por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Más tarde se incorpora a la dirección José María Hinojosa. En su primer número colaboraron: García Lorca, Alberti, Prados, Hinojosa, Bergamín, Jorge Guillén, Gerardo Diego y Benjamín Jarnés. La presencia de los poetas de la generación del 27 en Litoral fue constante y unánime. Además de los citados colaboraron en Litoral: Cernuda, Altolaguirre, Moreno Villa, Aleixandre, Pedro Garfias, Espina Rogelio Buendía, Adriano del Valle...

En la primera etapa de Litoral, ven la luz nueve números entre los que destaca el número triple dedicado a Góngora que es admirable. En 1944, Litoral se publica en México y con Emilio Prados y Manuel Altolaguirre intervinieron José Moreno Villa, Francisco Giner de los Ríos y Juan Rejano. En 1968, Litoral inicia su tercera época, junto al mismo Mediterráneo que la vio nacer.

En 1918 había aparecido en Sevilla Grecia, revista poética en la que tuvo lugar el nacimiento del ultraísmo. Su fundador fue Isaac del Vando-Villar. Con él dirigió la revista Adriano del Valle. Siete años después, nace en Sevilla, Mediodía, que no es órgano conductor de ningún movimiento determinado. El grupo fundador estaba formado por Eduardo Llosent, Rafael Porlán, Alejandro Collantes, Joaquín Romero Murube y Manuel Halcón.

Isla es la primera revista poética gaditana del siglo XX –nació en Cádiz el año 1932 y murió en Jerez en 1940-. Su fundador fue Pedro Pérez-Clotet. Isla es uno de los órganos de expresión de mayor alcance literario y proyección social de los nacidos en la provincia de Cádiz. Entre sus colaboradores se encuentran: Aleixandre, Prados, Villalón, Miguel Hernández, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Carrasco, Dionisio Ridruejo, Pemán, Luis Rosales, Muñoz Rojas, Carmen Conde, Adriano del Valle...

En junio de 1936, nace en Jerez, Cauces. El grupo fundador estuvo integrado por José Hernández Rubio y por los hermanos Francisco y Pedro Montero Calvache. Lorca, Pérez-Clotet, Pemán y Julián Permatín son los colaboradores del primer número.

En enero de 1951 aparece en Cádiz Platero, segunda época de la revista El Parnaso. El último número de Platero se publica en 1954. Entre sus colaboradores citamos: Juan Ramón Jiménez, Alberti, Aleixandre, Cela, Carlos Edmundo de Ory, Gerardo Diego, Luis Rosales, Muñoz Rojas, Bousoño, Celaya, Blas de Otero, Aquilino Duque, José Luis Cano y Fernando Quiñónez.

La huella de Andalucía es más profunda en la poesía que en cualquier otro género literario. Han sido poetas andaluces los que han sentado la base de un lenguaje poético nuevo. Y como dijo Federico: “El poeta comprende / todo lo incomprensible, / y a cosas que se odian, / él, amigas las llama”.


Francisco Arias Solís

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domingo, 11 de octubre de 2009

Diego de Torres Villarroel por Francisco Arias Solís

DIEGO DE TORRES VILLARROEL
(1694-1770)

“En una cuna pobre fui metido
entre bayetas burdas mal fajado,
donde salí robusto y bien templado
y el rústico pellejo bien curtido.”
Diego de Torres Villarroel.

LA VOZ DE UN PICARÓN

“En Torres no es virtud ni entretenimiento escribir su vida, sino desvergüenza, truhanada sólida y filosofía insolente de un picarón que ha hecho negocio en burlarse de sí mismo”, nos cuenta el propio Torres Villarroel en su libro Vida, ascendencia, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel (1743-1758), una de sus mejores obras, que algunos consideran digna de Quevedo. Relato autobiográfico en la tradición picaresca e importante documento sobre la decadencia de España en la primera mitad del siglo XVIII, en quince años aparecieron cinco ediciones.
Este insigne catedrático de la picaresca, inicia su vida de Salamanca, ciudad en la que fue bautizado el 18 de junio de 1694. Su padre era librero. “Yo nací entre las cortaduras de papel y los rollos de pergamino en una casa breve del barrio de los libreros de la ciudad de Salamanca”, escribe Torres Villarroel. A los quince años gana por oposición una beca de Retórica en el Colegio Trilingüe. Allí se entrega a toda clase de aventuras a que le arrastraba su temperamento. Empezó a estudiar filosofía pero pronto abandonó estos estudios y se dedicó a torear por los pueblos, tocar la guitarra, bailar y hacer de cómico y titiritero. ”Aprendí a bailar –nos cuenta-, a jugar a la espada y la pelota, a torear y hacer versos; abría puertas, falseaba llaves, hendía candados y no se escapaba de mis manos pared, puerta ni ventana, donde no pusiese las disposiciones de falsearla, romperla o escalarla”. Deseoso de libertad escapa (1713) a Portugal, siendo ermitaño en Trasosmontes, médico y bailarín en Coimbra, soldado en Oporto y torero en Lisboa.
Vuelve nuevamente a su casa y se entrega intensamente a la lectura de libros de matemáticas y de filosofía natural. En 1715 se ordenó subdiácono. A partir de 1718 consiguió grandes beneficios publicando almanaques con predicciones que firmaba como “El Gran Piscator de Salamanca”. Participa activamente en la disputa entre dominicos y jesuitas con motivo de la proposición de alternancia de cátedra. Su vehemencia le lleva a la cárcel. Seis meses estuvo detenido. En 1723 marcha a Madrid. Estudia medicina, matemáticas y astrología. Pero sus extravagancias e insolencias atrajeron sobre su persona la severidad del Consejo de Castilla, ordenándole volver a Salamanca. En 1726 gana la cátedra de matemáticas en la Universidad de Salamanca, tras unas sonadas oposiciones en las que fue aclamado por los estudiantes. En 1732 recibe los grados de licenciado y maestro en arte. En ese mismo año, por un lance en que salieron a relucir las espadas, fue condenado a “ser extrañado de las tierras de España”. Permanece en Portugal cerca de tres años. Vuelve a sus tareas docentes y a partir de su jubilación como profesor, su vida ofrece escasas aventuras: la Inquisición condenó su libro Vida natural y católica, que hubo de ser enmendado; en 1745 se ordena de presbítero y luego administra la hacienda salmantina del duque de Alba hasta su muerte, ocurrida en el palacio de Monterrey, de Salamanca, el 19 de junio de 1770.
Este escritor salmantino es uno de los más famosos personajes de la España del siglo XVIII. Fue Torres Villarroel un hombre singular. Su obra pertenece a la rama barroca de nuestra literatura y dentro de ella a la línea quevedesca. Su personalidad fue tan extraña y original que se comprende bien el interés que despierta: su gran sinceridad, sus ataques a todo convencionalismo inútil y a toda hipocresía y afectación, siendo popular además por su vida pícara y extravagante. “Paso entre los que me conocen y me ignoran, me abominan y me saludan, por un Guzmán de Alfarache, un Gregorio de Guadaña y un Lázaro de Tormes”, escribe este “hombre claro y verdadero” en su libro Vida. En el que también son abundantes las lamentaciones por la decadencia del estado cultural de España, que coinciden con las de Feijoo e Isla: “Yo bien conocía mi ignorancia y mi ceguedad... pero también sabía que estaba en la tierra de los ciegos, porque padeció entonces la España una oscuridad tan afrentosa que en Estado alguno, Colegio ni Universidad de sus ciudades había un hombre que pudiera encender un candil para buscar los elementos de estas ciencias”.
Entre los otros títulos relevantes de su obra citaremos: Ocios políticos en poesías de varios metros (1726), Sacudimiento de mentecatos habidos y por haber (1726) y Sueños morales, Visiones y visitas de Torres con Francisco de Quevedo (1727-1728), deudor de los Sueños de este. Por último, la poesía de Torres responde a muy diversos temas entre los que destacan los de carácter satírico-moral. Repite en docenas de sonetos las ideas de su prosa para renegar de la época; por ejemplo, en El presente siglo, La casa del gran señor, Modo de pretender, Ciencia de los cortesanos de este siglo, etc. En 1752 se hizo una edición de sus Obras completas en 14 volúmenes y por suscripción publica avalada por la nobleza.
Se ha dicho que el pícaro es el antihéroe; efectivamente lo es; pero porque es el anticaballero, en quien el heroísmo es un caballeresco supuesto natural. La realidad del pícaro y su mundo es una irrealidad del caballero y de su mundo. Y como dijo Torres Villarroel : “A la naturaleza le he debido / más que el señor, el rico y potentado / pues le hizo sin sosiego delicado / y a mí con desahogo bien fornido”.
Francisco Arias Solís

Paz y libertad.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad

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sábado, 10 de octubre de 2009

Cristóbal de Castillejo por Francisco Arias Solís

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
(1490-1550)

“Han renegado la fe
de las trovas castellanas,
y tras las italianas
se pierden diciendo que
que son más ricas y lozanas.”
Cristóbal de Castillejo.

LA VOZ DEL PALADÍN DE LA POESÍA TRADICIONALISTA

Ante el impulso de la nueva poesía, la tradicional cede pronto, o mejor dicho se ve superada por el genio de los tradicionalistas.

Cristóbal de Castillejo fue el paladín de la poesía tradicionalista española frente a la innovación italianizante, representada por Boscán y Garcilaso (“Dios dé su gloria a Boscán / y a Garcilaso poeta, / que con no pequeño afán / y por estilo galán, / sostuvieron esta seta...“ ), utilizando en su obra el octosílabo de pie quebrado propio de los poetas cancioneriles de siglos anteriores.

Cristóbal de Castillejo nace en Ciudad Rodrigo, provincia de Salamanca, en 1490. A los quince años se halla en la Corte de Fernando el Católico, como paje del archiduque Fernando, y más tarde profesó como monje del Cister en San Martín de Valdeiglesias. Cuando en 1525, el archiduque es nombrado rey de Bohemia y después Emperador, abandonó el claustro para hacer vida cortesana como secretario del mismo. Viajó entonces por toda Europa llevando una vida disoluta a pesar de sus órdenes ( vivió amancebado en Viena y tuvo un hijo) y vivió con dificultades económicas, ya que malgastó los beneficios y prebendas proporcionados por sus cargos. Anduvo enamorado de una joven dama alemana, Ana de Shaumburg, quien le dejó por un noble de Bohemia, y también fue seducido por una tal Ana de Aragón. Desengañado terminó retirándose a un convento vienés donde murió en 1550.

Apegado a la escuela antigua en la que se había distinguido, la cual se adaptaba perfectamente a sus facultades, y que Castillejo no deseaba cambiar por nada, a pesar de haberse pasado media vida residiendo en el extranjero y de conocer muy de cerca los modelos que se le proponían como ideal insuperable. No parece sino que cuanto más viajaba, más español se sentía, en lo cual, después de todo no fue el primero ni el último de los españoles a quienes esto ocurre. El resultado de la oposición de los que pensaban como el alegre, mundano y despreocupado monje Castillejo, fue que lo mejor y más aceptable de lo antiguo, dotado de una gracia y agilidad no despreciables, se uniera,
con el tiempo, lo moderno, dejando perder únicamente lo caduco e inútil.

En 1573, se publicó la primera edición de sus obras completas, las cuales aparecen divididas en obras de amores, de conversación y pasatiempo, y morales y de devoción, división que se ha mantenido en ediciones posteriores. Dignas de mencionarse son El canto de Polifemo, en donde traduce a Ovidio, el Sermón de amores, de carácter celestinesco y erótico, donde no duda de parodiar oraciones y misas; así también en el Diálogo de las condiciones de las mujeres que, al apelar al medieval juicio sobre sus virtudes y defectos, denuncia las malas costumbres de monjas y clérigos, los vicios de los príncipes y dignatarios, se burla de las reglas del culto y expone una teoría de amor libre para el hombre que, en “cuanto al cuerpo”, fue creado para el placer “porque así / nos lo dice el Genesí”. Entre las obras de entretenimiento destaca el Diálogo del autor y su pluma, y entre las filosóficas, Diálogos entre la memoria y el olvido. Su protesta contra la poesía renacentista está contenida en la Represión contra los poetas españoles que escriben en verso italiano. En ella Castillejo evoca a los poetas pretéritos, a los que hace participar en el debate como a Jorge Manrique y Cartagena. De todos modos, esta protesta de Castillejo es más formal que ideológica pues, como defienden Menéndez Pelayo y Margot Arce en sus juicios sobre él, el tradicionalismo de Castillejo se limita a la técnica, y su poesía pertenece claramente al Renacimiento, demostrando así cómo el espíritu de la época penetra en los hombres más resistentes a la nueva sensibilidad. Y como dijo el monje cisterciense: “Dame, amor, besos sin cuento, / asida de mis cabellos, / y mil y ciento tras ellos, / y tras ellos mil y ciento, / y después / de muchos millares, tres; / y porque nadie lo sienta, / desbaratemos la cuenta / y contemos al revés”.

Francisco Arias Solís

Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Benedetti.

URL: http://www.internautasporlapaz.org

Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

jueves, 8 de octubre de 2009

El éxodo de los poetas andaluces por Francisco Arias Solís

EL EXODO DE LOS POETAS ANDALUCES

“Dicen que al morir le hallaron
a España dentro del pecho. “
Juan Rejano.

LOS POETAS ANDALUCES DEL EXILIO
VIVIERON SU POESIA Y DE SU POESIA

Por su número y calidad, los poetas andaluces ocuparon un lugar preferente en la emigración provocada por la guerra de 1936, que fue un verdadero éxodo poético. A excepción de Federico García Lorca al que las estrellas de la madrugada vieron como se quedaba para siempre en su Granada, y algunos, como Vicente Aleixandre, que permanecieron en España, la mayoría de los poetas andaluces –Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Juan Rejano, José Moreno Villa, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre- salieron para el destierro.

Los poetas andaluces del exilio vivieron su poesía y de su poesía. Poesía difícil... vida difícil. Soledad a ultranza. Austeridad rayana en la pobreza. En su poesía hay una doliente luz que lo atestigua. En su destierro atesoraron solidaridad, compresión y afecto sin límites hacia todos los que sufren opresión, dolor, injusticia. Todos ellos eran poetas de verdad. Poetas por la gracia de la naturaleza. Poetas sin remedio. Poetas verdaderos. “El verdadero poeta –decía Manuel Altolaguirre- nunca es voluntario sino fatal”.

Al manantial sereno de la poesía de Antonio Machado llegó aquel inmenso dolor del destierro. Su tristísimo éxodo hacia la frontera francesa en 1939 –como el de tantos, tantísimos españoles, miles de españoles en aquel espantoso trance-, no solo confirma el buen sentido de su bondad, sino que lo supera y verifica, con su muerte.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez –unida, como en Mallarmé, a su ejemplaridad personal- ha señalado el momento inicial de la nueva evolución lírica en España. Le fue entregado el premio Nóbel en el destierro.

Pablo Neruda decía de la poesía de Rafael Alberti, que tiene “un aroma enlutado de Gustavo Adolfo Bécquer”. Del modo más perfecto, o del único modo perfecto: el poético puro. La poesía de Alberti adquiere, de este modo, sitio excepcional y distinto en la lengua española. De tal modo la voz marinera de Alberti ha logrado una poesía la mar de clara. Y aquel marinero en tierra tuvo que abandonar también su tierra para cantar solo: “Canto esta noche de estrellas / en que estoy solo, desterrado”.

La poesía de Luis Cernuda, desnuda de todo parecido externo, es originalísima; tan nueva y viva como el brote primaveral de la planta, tan graciosa, tan inspirada. Idealmente andaluza, su poesía, tiene sobre todo, la gracia, el angélico don andaluz de la gracia. El dolor del destierro es, en su caso, estímulo: el sufrimiento se transfigura en poesía -además de grandísima- sobria, precisa asombrosamente nueva e innovadora: “De todo me arrancaron. / Me dejan el destierro”.

Una dolorosa veta nostálgica, de añoranza constante de España y sobre todo de su tierra andaluza, recorre la poesía de Rejano. Casi cuarenta años viviendo y desviviéndose en el destierro dan a la poesía de Rejano su destacada dimensión ética y humanista. Juan Rejano es un poeta andaluz por los cuatro costados: “Si a mí me dan a elegir, / yo nazco bajo un olivo, / orilla al Guadalquivir”.

Moreno Villa forma con Altolaguirre y Prados la trinidad de poetas malagueños desterrados y desaparecidos en pocos años. De su circunstancia de exiliado brotan algunos de los más logrados poemas de todo los tiempos: “De soledad tan vaga y tan concreta / sale un hilo de agua: / el agua del destierro, / muy parecida al llanto”.

El nombre de Manuel Altolaguirre no puede separarse, ni en su vida, ni en su poesía, del de Emilio Prados. Hay nombres de poetas que no se deben nunca separar. Manuel Altolaguirre y Emilio Prados son inseparables. Su voz, la voz de estos dos poetas, es de una poesía purísima.

A la hora de valorar la obra de Prados hay que destacarla como una de las más originales y más conseguidas dentro del altísimo panorama de nuestra poesía del siglo XX. En los años del exilio nacen unos bellísimos poemas, llenos de nostalgia de su tierra y de su mar, su mar malagueño: “Cierro mis ojos. El sueño / por ellos baja a escuchar / dentro de mi corazón / el viento obscuro del mar”.

Su continuidad en la imagen y palabra del verso bien templado, han hecho de Altolaguirre uno de los poetas más representativos y personales del resurgir lírico de la Andalucía universal. A pie, en la hora aciaga, atravesó las gargantas heladas de los Pirineos, cuando la lucha fue ya imposible. Supo entonces del horror de vivir agonizando en un campo de concentración; del exilio en la miseria; de la desesperación sobre la nieve él, malagueño y solar. En uno de sus primeros poemas del exilio nos dice: “Mi cuerpo mira a lo lejos / su alma desnuda en la arena / tomando el sol de la muerte / junto a un río de tristezas.”

La trascendencia estética universal de Andalucía se ha afirmado por la poesía de nuestros poetas en el destierro. Y, sin embargo, como dijo Altolaguirre: “Estoy solo y no sé quienes / están sintiendo mi ausencia...”

Francisco Arias Solís

El futuro se gana, ganando la libertad.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Mario Benedetti.

URL: http://www.internautasporlapaz.org

Nos gustaría contar con su participación.

Gracias.