sábado, 10 de octubre de 2009

Cristóbal de Castillejo por Francisco Arias Solís

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
(1490-1550)

“Han renegado la fe
de las trovas castellanas,
y tras las italianas
se pierden diciendo que
que son más ricas y lozanas.”
Cristóbal de Castillejo.

LA VOZ DEL PALADÍN DE LA POESÍA TRADICIONALISTA

Ante el impulso de la nueva poesía, la tradicional cede pronto, o mejor dicho se ve superada por el genio de los tradicionalistas.

Cristóbal de Castillejo fue el paladín de la poesía tradicionalista española frente a la innovación italianizante, representada por Boscán y Garcilaso (“Dios dé su gloria a Boscán / y a Garcilaso poeta, / que con no pequeño afán / y por estilo galán, / sostuvieron esta seta...“ ), utilizando en su obra el octosílabo de pie quebrado propio de los poetas cancioneriles de siglos anteriores.

Cristóbal de Castillejo nace en Ciudad Rodrigo, provincia de Salamanca, en 1490. A los quince años se halla en la Corte de Fernando el Católico, como paje del archiduque Fernando, y más tarde profesó como monje del Cister en San Martín de Valdeiglesias. Cuando en 1525, el archiduque es nombrado rey de Bohemia y después Emperador, abandonó el claustro para hacer vida cortesana como secretario del mismo. Viajó entonces por toda Europa llevando una vida disoluta a pesar de sus órdenes ( vivió amancebado en Viena y tuvo un hijo) y vivió con dificultades económicas, ya que malgastó los beneficios y prebendas proporcionados por sus cargos. Anduvo enamorado de una joven dama alemana, Ana de Shaumburg, quien le dejó por un noble de Bohemia, y también fue seducido por una tal Ana de Aragón. Desengañado terminó retirándose a un convento vienés donde murió en 1550.

Apegado a la escuela antigua en la que se había distinguido, la cual se adaptaba perfectamente a sus facultades, y que Castillejo no deseaba cambiar por nada, a pesar de haberse pasado media vida residiendo en el extranjero y de conocer muy de cerca los modelos que se le proponían como ideal insuperable. No parece sino que cuanto más viajaba, más español se sentía, en lo cual, después de todo no fue el primero ni el último de los españoles a quienes esto ocurre. El resultado de la oposición de los que pensaban como el alegre, mundano y despreocupado monje Castillejo, fue que lo mejor y más aceptable de lo antiguo, dotado de una gracia y agilidad no despreciables, se uniera,
con el tiempo, lo moderno, dejando perder únicamente lo caduco e inútil.

En 1573, se publicó la primera edición de sus obras completas, las cuales aparecen divididas en obras de amores, de conversación y pasatiempo, y morales y de devoción, división que se ha mantenido en ediciones posteriores. Dignas de mencionarse son El canto de Polifemo, en donde traduce a Ovidio, el Sermón de amores, de carácter celestinesco y erótico, donde no duda de parodiar oraciones y misas; así también en el Diálogo de las condiciones de las mujeres que, al apelar al medieval juicio sobre sus virtudes y defectos, denuncia las malas costumbres de monjas y clérigos, los vicios de los príncipes y dignatarios, se burla de las reglas del culto y expone una teoría de amor libre para el hombre que, en “cuanto al cuerpo”, fue creado para el placer “porque así / nos lo dice el Genesí”. Entre las obras de entretenimiento destaca el Diálogo del autor y su pluma, y entre las filosóficas, Diálogos entre la memoria y el olvido. Su protesta contra la poesía renacentista está contenida en la Represión contra los poetas españoles que escriben en verso italiano. En ella Castillejo evoca a los poetas pretéritos, a los que hace participar en el debate como a Jorge Manrique y Cartagena. De todos modos, esta protesta de Castillejo es más formal que ideológica pues, como defienden Menéndez Pelayo y Margot Arce en sus juicios sobre él, el tradicionalismo de Castillejo se limita a la técnica, y su poesía pertenece claramente al Renacimiento, demostrando así cómo el espíritu de la época penetra en los hombres más resistentes a la nueva sensibilidad. Y como dijo el monje cisterciense: “Dame, amor, besos sin cuento, / asida de mis cabellos, / y mil y ciento tras ellos, / y tras ellos mil y ciento, / y después / de muchos millares, tres; / y porque nadie lo sienta, / desbaratemos la cuenta / y contemos al revés”.

Francisco Arias Solís

Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.

XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Benedetti.

URL: http://www.internautasporlapaz.org

Nos gustaría contar con la participación de numerosos poetas.

Gracias.

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