sábado, 5 de enero de 2008

ALFONSO ALBALA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ALFONSO ALBALA
(1924-1973)

“Aquí, sobre mi pozo de silencio,
donde mi seca voz amurallada,
llueve, canción, mujer, llueve mi voz,
llueve tu voz, tu hiedra en mi antesala.”
Alfonso Albalá.

LA VOZ AMURALLADA

De pocos contemporáneos poseemos una “poética” tan explícita y tan coherente como la que he dejado escrita Alfonso Albalá en sus Notas para un ensayo sobre la armonía. “No; el Arte no es una evasión -escribía- un ponerse el hombre de soslayo ante la urgencia de lo real... Hoy, y siempre, el Arte fue y es una evasión del Misterio”.

A Albalá hay que situarle en la corriente existencial que se manifiesta en España después que Dámaso Alonso conmoviera el panorama poético con sus Hijos de la ira. Su primer libro, Desde la lejanía, aparece en 1949 en el umbral de una década en la que predomina en España la preocupación por el aquí y el ahora, por el hombre de carne y hueso. Poeta del momento en que le toca vivir arranca del “vértigo de la carne” cuando cae en la cuenta de que está solo y de camino. Sin embargo, en la búsqueda de algo que le dé permanencia: armonía, este poeta, que es un creyente en Dios, horada el ancho tabique del Misterio.

Alfonso Albalá nació en Coria, provincia de Cáceres, el 2 de junio de 1924 y estudió Derecho en Salamanca y Filosofía y Letras en Madrid. Ejerció el periodismo, siendo secretario de redacción de los diarios Ya e Informaciones. Fue profesor de Lengua Española de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. En 1967 contrajo matrimonio con Josefina Hernández Guijarro. Murió en Madrid el 5 de octubre de 1973. Supo compartir el trabajo profesional, la vida familiar y la dedicación a una obra creadora como novelista y como poeta. Más conocido por su narrativa es, sin embargo, la poesía quien revela al hombre y al escritor que hay en Alfonso Albalá.

Sólo publicó tres libros poéticos en vida: Desde la lejanía (1949), Umbral de armonía, accésit del Premio Adonais en 1952, y El friso (1966), también ha escrito un largo poema, titulado El mendigo, los Sonetos de la sed, veinticinco composiciones que resumen el itinerario del poeta; Paisaje y hombre, una reflexión existencial motivada por el encuentro con el levantino pueblo de Polop, y una serie de poemas, a modo de meditaciones instantáneas que le sugiere el cotidiano vivir. Publicó también las novelas El secuestro (1968) y Los días del odio (1969). Póstumamente se han publicado sus novelas El fuego (1979) y Memorial del piano (2005).

Desde el punto de vista expresivo la obra de Alfonso Albalá descubre y se apoya en la función ordenadora del lenguaje; la palabra es reveladora de la intimidad, quien aclara el caos que hay en todo hombre, quien lo libera y le sirve de refrigerio, cuando la soledad se convierte en fuerza aniquiladora. No es extraño que la evolución del poeta coincida con la trayectoria de ese camino hacia la Armonía que fue su vivir, y que sea aquí donde se halle la clave de la coherencia de su producción literaria. Los temas predominantes en las distintas etapas: el paisaje, el tiempo, la mujer amada, la muerte -siempre tratados desde un sentimiento de lo insuficiente que es la condición humana- son hitos en el camino (la vida), donde el Misterio es revelador de evidencias trascendentes. Y como dijo el poeta: “Yo estoy como vosotros, prisionero, / hambriento de altos cielos y paisajes; / soñando siempre estoy con un sendero / que haga eterna mi sed honda de viajes”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
WIKIPEDIA: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Arias_Solís
¡Necesitamos vivir en paz!
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