jueves, 17 de enero de 2008

CARLOS MURCIANO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

CARLOS MURCIANO

“Esto de no ser más que tiempo espanta.
La solución bajo el costado izquierdo:
un fiel reloj que jamás me acuerdo
de darle cuerda y, sin embargo, canta.”
Carlos Murciano.

LA VOZ DEL CANTOR DEL TIEMPO

Carlos Murciano hablándonos de su hermano Antonio nos contaba: “Hasta que, en agosto de 1949, surge Alcaraván. Ya para entonces su naturaleza contagiante había infiltrado en mí el virus de la poesía (como, más tarde, el apego al tema navideño y, lo que es más sorprendente, a la copla flamenca). La poesía nos une (iba a decir “nos hermana”). Pronto empezamos a escribir y a concursar juntos, y los premios nos permiten formar poco a poco nuestra biblioteca”.

El poeta arcense se comunica con los hombres, haciendo de su mensaje “un simple recado” por la “claridad de la caridad, que es la que pasa por el corazón”. Nacido en Arcos de la Frontera en 1931. Su pueblo, la niñez y la vida familiar llegan a los versos desde el recuerdo, su estancia en Madrid, no se advierte si no es por lo que en los poemas recoge de su mujer, Antoñita, y de sus hijos. Este poeta y prosista andaluz, destaca también como musicólogo, crítico de arte y crítico literario, habiendo traducido a numerosos poetas ingleses y norteamericanos.

Premio Nacional de Literatura en 1970 por el libro Este claro silencio, se había dado a conocer con El alma repartida, escrito cuando traspasaba el umbral de los veinte años. Desde entonces ha publicado Angeles de siempre, Viento en la carne, donde padece la dura búsqueda de un porqué para su existencia.

La tristeza adquiere forma de muchacha en Poemas tristes de Madia y le sigue pesando en Cuando da el corazón la medianoche. Tiempo de ceniza es una consideración del tiempo -del todo y la nada del tiempo- para un poeta aún perdido en la búsqueda, que prosigue en Un día más o menos. Desde la carne al alma contiene los poemas decisivos y últimos de esta búsqueda. En los restantes libros se ocupa de lo que es para él experiencia eternizada de lo cotidiano: de la muerte es el Libro de epitafios, del retorno a la infancia son Los años y las sombras, El mar y Este claro silencio; en Claves es la música su musa inspiradora.

También ha cultivado el cuento, La aguja y La escalera; y la novela La calle nueva, Cartas a Tobby y Triste canta el búho, entre otras. En 1982 obtuvo el Premio Nacional de literatura infantil y juvenil por El mar sigue esperando y en año 2000 el Premio Internacional Atlántida por el conjunto de su obra.

Las coordenadas temáticas del poeta son la Muerte y el Tiempo; con predominio del Tiempo, que en su deslizarse alude siempre a la Muerte como meta final. Sin embargo, Carlos Murciano no es un escritor a quien abrume esta postrimería; él mismo ha escrito en Notas para una poética: “Detenerse ante algo triste, algo sucio, sí. Y cantarlo. Pero para salvarlo por la belleza, para levantarlo con el verso, con el verbo privilegiado; no para hundirlo más en su tristeza, en su mísero existir, al airear sus defectos. Ver en el perro muerto no la carne que se pudre, sino los dientes que, blancos, hermosos, permanecen. He ahí el secreto”.

Carlos es un enamorado de su pueblo, e inspirado en tanta belleza, escribe: “Arcos, alguien lo ha dicho, es como un belén de ensueño. Allí la piedra amarilla de vientos de años junto al fresco verdor de la hierba olorosa; el río curvándose y descurvándose espejante; el molino que espumea orillando una agua nítida; los eucaliptos de despeinada cauda, los álamos de nieve y ceniza buscándose -narcisos- el reflejo; el rebaño, triscador y albeante, la mula parda y el buey lento, asomando sus ojos mansos por cualquier cueva umbría, los hombres curtidos de sol y de reatas, casi filósofos en sus sentencias; la cuesta de Belén, con un barranco delirante de cal que deja ver a sus espaldas un cerro de olivares y chumberas; todo un escenario, en fin, dispuesto a recibir el milagro de un Dios descendido”.

Y en su pueblo, cuna de la poesía, Carlos sintió como le brotaban, a golpes, sus versos, unos versos de tan sencillos, milagrosos: “A veces suena a Dios. De todos modos / es un reloj y un día, como todos, / se quedará parado en cualquier hora”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Gracias.

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