martes, 3 de noviembre de 2009

Luis Araquistain por Francisco Arias Solís

EN EL CINCUENTENARIO DE LA MUERTE DE
LUIS ARAQUISTAIN (1886-1959)

“Más que por sus ideas, que de ordinario son de aluvión
e insinceras, habremos de juzgar a nuestros políticos
por el grado de universalidad de su conciencia,
por la magnitud de su espíritu público.”
Luis Araquistain.

LA VOZ DEL PRECURSOR DEL SOCIALISMO EUROPEISTA

En un ensayo sobre el carácter, decía uno de los grandes moralistas modernos, Emerson, que los hombres de carácter son la conciencia de la sociedad a que pertenecen. Araquistain escribe: “Enriquezcamos la conciencia de España, esto es, contribuyamos a aumentar el número de hombres de alto carácter, de móviles generosos y espíritu universal”.

Si de los Ríos y Besteiro representaban de modo eminente el “socialismo de cátedra” que se impuso a partir de 1914, no le iba muy a la zaga Araquistain, aunque en este caso, su formación náutica y su dedicación periodística le alejasen considerablemente de los problemas filosófico y de las cuestiones teóricas que preocuparon a aquellos. Una vez hecha esta salvedad, debemos dejar constancia que fue un intelectual destacado, formando parte del grupo de intelectuales que entonces se acercaron al partido socialista.

Luis Araquistain Quevedo nació en Bárcena de Pie de Concha, pueblo de Cantabria, en 1886. Tras terminar su carrera de marino, que nunca ejerció, marchó a la Argentina y allí iniciará su actividad periodística, jamás interrumpida. La mayor parte de sus libros fueron ante colaboraciones en prensa; su firma aparecerá en publicaciones como La Mañana, El Mundo, El Liberal, El Sol, La Voz , Claridad, habiendo sido director de la revista España, durante la segunda década del pasado siglo, y de Leviatán, durante la tercera. En Argentina estuvo poco tiempo; enseguida regresó a España, pero su actividad periodística le obligaba a viajar frecuentemente: pasó temporadas en Londres, París, Berlín, aunque su residencia habitual fue siempre Madrid, por lo menos hasta su marcha al exilio, durante este permaneció en París y en Londres (donde trabajó para la BBC) y finalmente se retiró a Ginebra, desde donde continuó sus colaboraciones en periódicos hispanoamericanos. Luis Araquistain falleció en Ginebra el 8 de agosto de 1959.

En los años de la II República, Araquistain estuvo muy ligado a Largo Caballero, ocupando el puesto de subsecretario del ministerio de Trabajo y Previsión Social cuando aquél ocupó esa cartera. Entre febrero de 1932 y mayo de 1933, Araquistain fue embajador en Berlin, quedando muy impresionado por la ascensión de nazismo, que le llevó a radicalizar su postura en España, fundando en mayo de 1934 la revista Leviatán. Entre septiembre de 1936 y mayo del año siguiente, Araquistain, fue embajador en Paris; al regreso a España siguió la línea caballerista que había mantenido anteriormente.

La obra de Araquistain tuvo su expresión en géneros muy diferentes. Escribió novelas como Las columnas de Hércules, El archipiélago maravilloso y La vuelta del muerto; dramas como El rodeo y El coloso de arcilla. Pero destaca su labor de ensayista político con títulos como los siguientes: Entre la guerra y la revolución, España en el crisol, El arca de Noé, El ocaso de un régimen, El pensamiento español contemporáneo. Posteriormente a su muerte se han editado, por vez primera, El krausismo en España (1960) y Sobre la guerra civil y la emigración (1983).

La trayectoria de Araquistain da un giro sorprendente al final de la guerra civil, cuando abandona sus principios revolucionarios y evoluciona hacia un socialismo liberal de corte anticomunista. De esta forma, el antiguo ideólogo del sector “bolchevique” del PSOE se convertirá en pionero de un socialismo europeísta y atlantista, que debía estar dispuesto, según él, a pactar con la derecha y a aceptar la monarquía con tal de acabar con el régimen de Franco y de instaurar en España una democracia duradera, lo que hace de él, un claro precursor del socialismo renovado de los años 70.

Cuando Araquistain publica su libro más importante de la primera época –España en el crisol (1920)-, el eje del análisis recae sobre los planteamientos de una “psicología de los pueblos”. De acuerdo con la misma, el “problema de España “ es el de la decadencia moral del tipo humano español. En 1933 escribe un ensayo con el título de España ante la idea sociológica del Estado, que podemos considerar un testamento teórico; pues bien, allí reaparece de nuevo su vieja obsesión por el “problema de España” visto –ahora como entonces- bajo la óptica de la “psicología de los pueblos”.

De acuerdo con el planteamiento de la generación del 14, a la que pertenecía, Araquistain participaba del “regeneracionismo” común a todos sus miembros. Era un programa reformista de modernización española, con el fin de plasmar en la sociedad los ideales de una revolución burguesa que en España no había tenido lugar.

En otoño de 1955, Luis Araquistain decía en una carta privada refiriéndose a su propio Partido, lo siguiente: “Somos una admirable Numancia errante que prefiere morir gradualmente a darse por vencida”. Y, justamente, esa expresión de “Numancia errante” es la mejor definición de lo que fue el exilio político español, que supo legar a su patria una continuidad ideológica, una consistencia espiritual, y hasta una simple ética, que fueron indispensable para la tareas reconstructoras de la España democrática.

Francisco Arias Solís

Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.

Portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre.

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