PABLO DE XÉRICA
(1781-1841)
“Juega de manos Tomás
con sutileza asombrosa,
cual no se verá jamás:
Si él llega a ver una cosa,
su dueño no la ve más.”
Pablo de Xérica.
LA VOZ DE UN LIBERAL
Para Victor Hugo, liberalismo y romanticismo eran prácticamente dos caras de una misma moneda. En nuestro país además, y dada la fuerza de los grupos conservadores y reaccionarios, liberalismo correspondía a cultura.
El romanticismo no es sino el desarrollo natural de los propios ideales ilustrados de la revolución. La prédica de la libertad tenía que chocar en algún momento con la rigidez de las formas literarias. Fruto del deseo de libertad de origen ilustrado son el descubrimiento de la naturaleza, el irracionalismo, los sentimientos localistas y nacionalistas o la manifestación destacada de la individualidad. Si una de las características más clara del romanticismo es el gusto por lo local y lo regional, que se corresponde con la manifestación de los sentimientos personales y la importancia que adquiere el individuo, la guerra contra los franceses será ocasión para que ello se manifieste y, a la vez, se controle. En nuestra poesía del siglo XIX, los poemas a la libertad se confunden muchas veces, o se entremezclan, con las odas a los héroes del 2 de mayo de 1808.
También se integra el sentido de la libertad en los poemas sobre la marginalidad precediendo a cierta poesía modernista que llegará a alabar el vicio y el desorden.
Pablo de Xérica es un liberal. En sus poemas se mantiene una postura ética y estética que no se atreve a romper radicalmente con lo establecido. En una de sus composiciones nos dice: “Vivir tranquilo deseo; / mi juventud pasó ya”.
Pablo de Xérica y Corta nació en Vitoria-Gasteiz el 15 de enero de 1781. Estudió Filosofía con los religiosos dominicos de su ciudad natal y, más tarde, Derecho en la Universidad de Oñate. Por entonces publicó una traducción de las Heroidas de Ovidio. Al acabar sus estudios, pensó dedicarse al comercio y en 1804 publicó Cuentos jocosos en diferentes versos castellanos. Ese mismo ese año se trasladó a Cádiz para establecerse, pero tuvo la mala fortuna de coincidir con la epidemia que en la ciudad se declaró y con la batalla de Trafalgar. Publicó y estrenó en esta ciudad (1807) Los títeres o lo que puede el interés, comedia traducida del francés. Fue redactor del Diario Mercantil.
En el Cádiz de las Cortes existían dos periódicos “serviles y detestables” el Diario de la Tarde y El Censor, a los que Xérica dedicó el conocido epigrama “El suscriptor arrepentido”: “Arrepentido voime a confesar. / Jamás a delinquir he de volver: / ¡Oh buen Jesús! ¿querrásme perdonar? / De culpa tanta ¿quién me ha de absolver? / Pues, si ningún pecado he de ocultar, / decir al Confesor he menester, / ¡Oh Dios mío! que soy un suscriptor / al Diario de la Tarde y al Censor”.
Xérica se trasladó a La Coruña, donde se convierte en secretario de la Junta de Censura y Protección de la Libertad de Imprenta. Terminada la guerra de la Independencia, vuelve a su ciudad natal, y colabora en el Correo de Vitoria. En 1814 Fernando VII declaró nula la Constitución, Xérica fue perseguido por sus ideas liberales, procesado y condenado a un destierro en Melilla por diez años y un día. Se le inició un segundo proceso a consecuencia de la publicación de unos artículos en el Correo de Vitoria, siendo sentenciado a seis años de presidio en Pamplona. Prevenido, sin embargo, escapó a Francia, se mantuvo próximo a la frontera y hubo de pasar tres meses en la prisión de Pau, acusado de conspirar (1817); pasó a París, y allí permaneció tres años, dedicado a estudios literarios. En 1814 publica en Valencia su primer volumen de Ensayos poéticos, donde incluye algunos cuentos que habían sido publicados anteriormente, siendo prohibido por la Inquisición, y reimpreso en 1822 en Vitoria-Gasteiz bajo el título de Poesías de don Pablo de Xérica.
Xérica regresó a España, como tantos, en 1820, y, de acuerdo con su filiación liberal, fue comandante del Batallón de Voluntarios Constitucionales de Vitoria y miembro de la Junta de Censura de la Diputación Provincial de Álava, y, en 1823, alcalde constitucional de Vitoria-Gasteiz. Derrocada la Constitución, permaneció en nuestro país, ocultándose de la persecución que se le hacía. Finalmente, vendió todos sus bienes, pasó a Francia, donde contrajo matrimonio con la francesa Victoria de Cambotte y adquirió la nacionalidad francesa. Establecido en Dax, publicó Colección de cuentos, fábulas, descripciones, anécdotas, diálogos selectos (1831), Miscelánea instructiva y entretenida (1836) y unas Letrillas y fábulas (1837). Pablo de Xérica falleció en la ciudad francesa de Cagnotte (Landas), en marzo de 1841.
De ingenio fácil, festivo, libre y mordaz, los versos de este poeta vasco están llenos de gracia, soltura, malicia y agudeza, y, sin embargo, han caído en un olvido tan vergonzoso como injusto, tal vez, por lo que nos dejó dicho en este epigrama: “Infinitas crueldades / ha concitado tu escrito / y no por sus falsedades. / ¿No sabes porque, maldito? / Porque dice las verdades”.
Francisco Arias Solís
Paz y Libertad.
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