lunes, 28 de diciembre de 2009
Luis Amado Blanco por Francisco Arias Solís
LUIS AMADO BLANCO
(1903-1975)
“Yo no sé nada.
Nada.
Nada.
Tengo, es verdad, mis manos
mis ojos y mi boca
mi modo de mirar las golondrinas,
pero de aquel juego sagrado de los Dioses
solo me queda el sueño desvelado,
la fontana aterida en las mañanas
del invierno. El sol en el ocaso tras los montes.”
Luis Amado Blanco.
LA VOZ DE UN CUBANO NACIDO EN AVILÉS
El poeta, novelista, autor y director de teatro, crítico literario y artístico, periodista y odontólogo Luis Amado Blanco, riguroso y exigente en sus escritos, solía decir: “Yo soy un cubano nacido en Avilés”. La presencia de Avilés es un tema recurrente en toda la producción de este asturiano, perteneciente a la generación del 27.
Luis Amado Blanco Fernández nació en Riberas de Pravia, Asturias, el 4 de abril de 1903 y falleció en Roma el 9 de marzo de 1975. Cuando contaba sólo dos meses se trasladó con su familia a Avilés donde pasó su infancia y juventud, y donde cursó sus primeros estudios. Su padre quiso que estudiase peritaje mercantil y, para ello, le inscribió en la academia de la Inmaculada de Avilés, pero se marchó a Madrid, donde en 1935 se licenció como odontólogo en la Facultad de Medicina de San Carlos. En 1924 publicó su primer cuento “Madrigal” en la revista Bohemia. Colaboró en la Gaceta Literaria, Nueva España, Revista de Occidente, Blanco y Negro y Diario de Madrid. Estuvo en Cuba en 1934 como enviado del Heraldo de Madrid, tras la caída del régimen de Gerardo Machado. La rebelión militar del general Franco le sorprendió en Asturias, donde se encontraba veraneando con su esposa Isabel Fernández. Decidió marcharse a Cuba y acogerse a la ciudadanía cubana. Fue presidente de la Sección de Cultura de Izquierda Republicana Española de La Habana. En 1938 convalida su título de odontología en la Universidad de La Habana. Colaboró en la revista Nuestra España (1939-1940), que dirigida por don Alvaro de Albornoz, vio la luz en La Habana, en la imprenta “La Verónica”, del poeta malagueño Manuel Altolaguirre. Fue redactor del periódico Información desde 1944 a 1959. También fue colaborador de las publicaciones Carteles, Avance, Luz y Patria. Participó activamente en la Academia de Artes Dramáticas (ADAD), fundada y dirigida por José Rubia Barcia. En 1950 fue elegido presidente de la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos. Tras el triunfo de la revolución cubana fue jefe del Departamento de Teatro, Música y Ballet de la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación, al tiempo que ejercía como profesor de Lengua Española y Literatura Española e Hispanoamericana en la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling. En 1961 se traslada seis meses a Lisboa como embajador en Portugal. A su regreso a La Habana ocupa el cargo de jefe de la Sección Religiosa del Ministerio de Asuntos Exteriores. En 1962 fue designado embajador con carácter simultáneo ante la UNESCO y la Santa Sede. Al poco tiempo quedó definitivamente como embajador de Cuba en el Vaticano, siendo decano del cuerpo diplomático desde 1969 hasta su muerte. Obtuvo el premio de cuentos Hernández Catá (1951), por su cuento Sola, el premio Justo de Lara (1951), por su labor periodística, el primer premio de artículo o crónica Juan Gualberto Gómez (1953) y el premio Talia (1950) por la dirección de la obra teatral La dama de alba de Alejandro Casona, entre otros premios.
Amado Blanco publicó en España, antes de la guerra, el libro de poemas Norte (1928) y el libro de viajes Ocho días en Leningrado (1932), obra a la que quiso llamar Diario de un poeta en la ciudad de Leningrado, en homenaje a Juan Ramón Jiménez, en la que relata su estancia en la antigua ciudad de los zares, al objeto de conocer la realidad soviética. Ya en su exilio publica los poemarios Poema desesperado (A la muerte de Federico García Lorca) (1937), al que pertenecen estos versos, “El frío de los robles / está cuajado en ruda primavera. / ¡Federico García Lorca, quién te viera!”, Claustro (1942) y Tardío Nápoles (1970); y los libros de narrativa Un pueblo y dos agonías (1955), Doña Velorio; nueve cuentos y una nivola (1960) y Ciudad rebelde (1970), que es su novela más famosa, historia de las actividades de diversos grupos clandestinos contra la dictadura de Batista, que termina con la caída y huida de éste. Dicha novela de acción es un “poema en prosa”, con esta dedicatoria: “Al doctor Fidel Castro, que un día nos resucitó con la Primavera de una antigua esperanza”.
Francisco Arias Solís
El futuro se gana, ganando la libertad.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad dedicado a Mario Benedetti.
URL: http://www.internautasporlapaz.org
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