domingo, 29 de junio de 2008

Prosper Merimée por Francisco Arias Solis

PROSPER MERIMÉE
(1803-1870)

«Es una amable y buena persona, desgraciadamente
un poco viciada por lecturas frívolas y por la compañía
de los mequetrefes de la capital. Aburriéndose mortalmente
con un marido del cual tiene pocos motivos de alabarse,
me hizo el honor de favorecerme con su aprecio.
Todos eran regalos, convites y proyectos en que yo era necesario.
“Abate, quiero aprender latín.... Abate quiero aprender botánica.”»
Prosper Mérimée.

LA VOZ DE UN ARTISTA DELICADO

Poco después de Balzac, en 1803, nacía un artista delicado, gran amigo de Stendhal, Prosper Mérimée. Viajó por España, donde conoció a la marquesa de Montijo, a quien dedicó una de sus obras, la historia de Don Pedro el Cruel, que, para él, no fue más que justiciero. Cuando la hija de la marquesa se convirtió en 1853 en la emperatriz Eugenia de Francia al casarse con Napoleón III, llegó a ser nombrado senador. Se dio a conocer Mérimée, en 1825, apelando a una superchería literaria: El teatro de Clara Gazul. La obra produjo gran impresión, trocada en sorpresa cuando se supo que era la invención de un joven. Tenía una tendencia especial a los asuntos en que intervenía algo sobrenatural o monstruoso, y le encantaban los países poco conocidos, los bandidos, los gitanos, como también los crímenes, mientras no fueran vulgares, mientras tuvieran algo de pintoresco. Fue modificándose, con gran ventaja para él, hasta escribir, a los treinta y siete años, ya en plena madurez, su obra maestra, Colomba (1840), tipo de corsa en el que halló pretexto para la descripción del país. Lo mismo se propuso al publicar Mateo Falcone (1829). Reconocen todos los críticos el encanto especial de ambas obras; pero Colomba, la mejor, tiene una rival española, Carmen, y Carmen no se borra ya fácilmente de la memoria de las gentes. Sobre esta novela compuso Bizet su célebre ópera. Merimée tiene otras obras en que habla de España y que es curioso leer (como Cartas de España), aunque no se le puede aplaudir siempre.

Prosper Mérimée nace en París el 28 de septiembre de 1803 y muere en Cannes el 23 de septiembre de 1870. Estudió Derecho y varias lenguas: inglés, ruso, griego y árabe. Fue uno de los primeros traductores de numerosos libros de lengua rusa. Fue funcionario, teniendo entre otros cargos el de inspector general de monumentos, que le permitió visitar toda Francia. Frecuentó los salones literarios. En 1844 fue nombrado miembro de la Academia francesa.

En 1825 publicó su primera obra, El teatro de Clara Gazul, y en 1827 La guzla, una recopilación de baladas, y presentó ambas como meras traducciones de supuestas obras españolas; posteriormente comenzó aparecer su obra narrativa: novelas históricas, como La jacquerie (1928) y Crónica del reinado de Carlos IX (1832) y, sobre todo, volúmenes de narraciones y novelas cortas, ámbito en que alcanzó una gran perfección: Mateo Falcone (1829); Las ánimas del purgatorio (1834), La Venus de Ille (1837), Carmen (1845), Arsène Guillot (1852) y La habitación azul (1866), entre las más conocidas. Resultan también destacables sus Cartas de España (1830), escritas durante un viaje a la Península, y las Cartas a una desconocida (1873). Y como escribió Mérimée: «El domingo pasado nos hizo un sermón que no era malo para sermón de pueblo, y que venía como de molde: “Que la desgracia era un beneficio de la Providencia para purificar nuestras almas”».

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


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Gracias.

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