VINCENZO MONTI
(1754-1828)
“¡Oh Libertad! ¡Oh de héroes madre santa,
y de los hombres principal derecho
que está grabado en todo noble pecho
y nuestra parte superior levanta!”
Vincenzo Monti.
LA VOZ DESCONCERTANTE DEL ABATE MONTI
Vincenzo Monti es un poeta clásico de los que sacan a relucir continuamente la Mitología, convirtiendo, a lo mejor, en fría y enmarañada selva de citas eruditas lo que debió ser sólo poesía brotada del alma, llanamente escrita, en buenos versos. Es esto una verdadera lástima, porque cuando quiere, cuando siente hondamente, movido por el entusiasmo o por el odio, sabe hablar alto y claro, en limpios y espontáneos versos. En realidad hay en Monti un poeta que procede de los abates eruditos de la Arcadia, y otro que surge de pronto en la plaza pública, exaltado como Alfieri, hablando recio y claro.
Resulta desconcertante ir siguiendo a Monti, porque lo mismo que combate hoy es lo que defiende mañana, como le ocurre con el Papa, con Napoleón, con toda la vida italiana de su tiempo. Hay algo de veleta en él, al girar rápidamente según de donde sopla el viento, y siempre en provecho propio, con resultados que se traducían en apoyo por parte de los grandes y en pingües pensiones. En este concepto, tiene bien merecida la execración de los patriotas. Sin embargo, el hecho es que iba de triunfo en triunfo, y un autor francés habla de él, al regresar de un viaje a Italia, como de un poeta que allá por el 1821, llevaba ya medio siglo de éxitos excelentes en todos los géneros. Otro autor dice de él que comenzó siendo el abate Monti, fue después el ciudadano Monti y murió siendo el caballero Monti. Todos siempre han estado conformes en que fue un maravilloso traductor de La Iliada, de Homero, sin ser helenista, por lo cual la maledicencia inventó la frase de que “fue el mejor traductor de los traductores de Homero”.
Vincenzo Monti nació en Alfonsine, Emilia Romagna, el 19 de febrero de 1754 y falleció en Milán el 13 de octubre de 1828. Estudió en el seminario de Faenza y más tarde leyes en Ferrara, y, finalmente, se dedicó a la literatura. Perteneció desde 1775 a la academia de la Arcadia y sus primeras poesías, La visión de Ezequiel (1776), La belleza del universo (1881) y Odas al señor de Montgolfier (1784), escritas con depurado clasicismo, le dieron notoriedad en los cenáculos literarios. En 1778 marchó a Roma, siendo secretario del duque Braschi, sobrino de Pío VI, concediéndole el Papa una canonjía y el tratamiento de abate. Escribió contra los revolucionarios franceses (La basvillana, 1793), fue demócrata y poeta de la República Cisalpina y, a la caída de esta, cantor de Napoleón, lo que le valió el nombramiento de historiógrafo y profesor de elocuencia, volviendo a mudar de color político tras Waterloo. Máximo representante, junto con Ugo Foscolo, de la corriente neoclásica italiana, entre sus composiciones cabe destacar: Pensamiento de amor (1782), Versos libres al príncipe don Segismundo Chigi (1783), Prosopopeya de Pericles (1783), Mascheroniana (1800), Místico homenaje (1815) e Invitación a Palas (1819). Estrenó con éxito varias piezas teatrales, como Aristodemo (1787), Galeoto Manfredi (1788), Cayo Graco (1802), Teseo (1804) y Los pitagóricos (1808), y tradujo La doncella de Orleans, de Schiller, y la Ilíada (1810), de Homero. Y como dijo el abate Monti: “Libertà, principio e fonte / del coraggio e dell’onor”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
Se ama la libertad como se ama y se necesita el aire, el pan y el amor. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm
Gracias.
martes, 17 de junio de 2008
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