miércoles, 3 de febrero de 2010

Culto a la imagen por Francisco Arias Solís


CULTO A LA IMAGEN

“Quedóse un niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.”
Antonio Machado.

LA TELEVISION MARCA EL CONSUMO INFANTIL

Los niños en la actualidad, han abandonado el juego por ver la televisión. Este medio es el “juguete” preferido y marca las pautas del consumo infantil. La gente menuda ha dejado de interesarse por los productos y le seduce sobre todo las marcas. Vale cualquier cosa con tal de que sea de una marca determinada.

En la actualidad más del ochenta por ciento de la población ve la televisión, por lo que a nuestra civilización se le conoce por la “civilización de la imagen”.

Los niños actualmente se hallan sometidos a un bombardeo tal de imágenes visuales que en el campo de la percepción, bien podemos hablar de una verdadera dictadura ejercida por el sentido de la vista sobre los demás sentidos.

La atracción que la televisión ejerce, no solo sobre niños y adolescentes sino también sobre los adultos, es tan fuerte que se puede decir que existe una teledicción generalizada.

En España, la oferta televisiva es muy amplia, teniendo en cuenta sólo las televisiones de ámbito nacional, se programa más de doscientas horas semanales de espacios denominados infantiles, preferentemente dibujos animados y concursos.

Los programas infantiles de producción propia y que deberían dar una oferta más cultural y educativa no existen prácticamente, pues aquellos que pudieran parecerlos, sólo sirven para ofertar el producto del patrocinador, o bien como enlaces entre las distintas series de dibujos animados, que en algunos casos tienen componentes elevados de violencia y competitividad.

La programación infantil y la publicidad que se asocia a esta programación se vale de su gran poder persuasivo, de su sutil mensaje “informativo” para hacer del niño un consumidor, atrae su atención recurriendo a multitud de técnicas que manejan el color, sonido, imagen, brevedad en los mensajes, ritmos rápido y profesionales influyentes. Estos mensajes tienen tal fuerza a nivel infantil que casi se convierten en normas.

Los niños a diferencia de los adultos, no han desarrollado aún una capacidad crítica y valorativa para distinguir entre la realidad y la fantasía que presenta la televisión, así una parte del éxito de venta de los productos infantiles puede deberse a esta causa.

Por otro lado, la televisión en general limita en cierta medida lo que el juego debería ser para el niño: un medio de aprendizaje y de desarrollo afectivo e intelectual. De este modo, la actividad lúdica está mediatizada por la televisión que absorbe la atención del niño y reduce el tiempo que este dedica el juego.
Además, los mensajes publicitarios determinan en parte a qué van a jugar, con qué y con quién. La información transmitida en estos mensajes no repercute solamente en la venta, sino también influye en el aprendizaje de conductas, actitudes, emociones y más concretamente en pautas de interacción social. Pudiendo limitar el desarrollo que como seres humanos tienen tantos hombres como mujeres, al prefigurar sus ocupaciones, estilos de vida, etc., etc.; en definitiva, su forma de afrontar el mundo.

La televisión como la luna, da lo que no tiene. Y se queda con la otra mitad de lo que da. Ya lo dijo el poeta: “Mira que rara verdad: / el que da lo que no tiene, / se queda con la mitad”.

Francisco Arias Solís

No disparar donde haya niños. Stop.
En la gloria no necesitamos más ángeles.

Portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre.

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