sábado, 27 de febrero de 2010
Simón Otaola por Francisco Arias Solís
EN EL TREINTA ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE
SIMÓN OTAOLA
(1907-1980)
“Hoy al recorrer por los mismos caminos,
siento como desde cada piedra me asaltan
los recuerdos. Y una honda e inefable
melancolía me convierte el alma en un garruño.”
S. Otaola.
LA VOZ DEL CRONISTA DEL EXILIO
Otaola, uno de los mas afortunados estilistas de la literatura contemporánea, es también un agudo humorista. Toda la producción del escritor vasco está presidida por una veta humorística cuyo precedente se encuentra en Ramón Gómez de la Serna. En Otaola la vida es literatura y la literatura vida, y ambos fenómenos se plasman en el prodigioso estilo del autor. Escritor tremendamente imaginativo que paradójicamente parte siempre de la realidad. Lo imaginativo, la visión personal se impone en sus libros que son crónica, Unos hombres, La librería de Arana, y una realidad hábilmente transformada se impone en los que son ficción, especialmente en El cortejo. Si bien, es un autor difícilmente clasificable por sus pocos frecuentes procedimientos estructurales, por sus temas, es un narrador sumamente interesado por el exilio, hasta el punto que se le podría considerar como el cronista del exilio.
Simón Otaola Oyarzábal nace en San Sebastián el 1 de mayo de 1907 y fallece en la Ciudad de México el 15 de abril de 1980. Pronto pierde a su padre que fallece a causa de un accidente de tranvía. A los diez años se traslada con su familia a Madrid. Cursa sus estudios primarios en el Centro de Hijos de Madrid. Trabaja en la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima (CAMPSA), siendo dirigente sindical de su empresa. En Madrid se le conoce como Otaola. “Yo odio profundamente a mi Simón -escribiría más tarde-, igual que él -se refiere a su amigo Blas López Fandos- odia con la misma pasión a su Blas”. Es asiduo asistente a las tertulias literarias anteriores a la guerra debida a la sublevación militar del general Franco. Durante la guerra es comisario político en la 27 División en los frentes de Lérida y Aragón, en la campaña del Ebro. Al finalizar la guerra emprende el camino del exilio, cruzando los Pirineos, y después de una corta estancia en el campo de concentración francés de Septfonds, marcha a México. Vive en Guanajato, Veracruz y en la capital del país. Trabaja como publicista en Películas Nacionales y fue uno de los fundadores de la revista Tertulia y de la Editorial Aquelarre. Colabora en diversos diarios y revistas, como Umbral, revista de la Universidad de Guanajato, y Las Españas, la revista más prestigiosa del exilio. Recientemente la película Otaola, o la República del Exilio (2000) del director mexicano Raúl Busteros ha rescatado la figura del escritor vasco del olvido.
Unos hombres (1950), es una serie de retratos de exiliados, que como dice Juanino Renau, en el prólogo, podría llamarse “galería de hombres cualesquiera”. El perfil humano de sus personajes tiene preferencia sobre el histórico. La librería Arana (1952), es una pieza fundamental para el conocimiento del exilio español en México, llena de anecdotarios de los españoles desterrados en aquel país, sus dificultades y ambiciones, sus amarguras y soledades, sus logros y fracasos aparecen tamizados por un humor suave. Cuenta Otaola en La librería Arana que dada la producción sorprendentemente abundante de Max Aub le llamaban en México “Más Aún”.
Desde estas obras pasamos a las propiamente de ficción, primero con Los tordos en el Pirul (1953), en la que mejor rinde tributo a Gómez de la Serna. Es la historia, desenfadada, disparatada, llena de humor y de greguerías, de un pueblo mexicano San Felipe Torresmochas. Aunque el relato tenga un protagonista individual, “El Pirata”, el auténtico tema del libro es el pueblo y sus gentes. El cortejo (1963), es su novela mayor, de nuevo una crónica del exilio español pero esta vez desde una ficción novelesca. El autor nos presenta una larga lista de personajes del exilio llena de humor y también de cierto sarcasmo. Sus personajes aparecen desde la óptica deformante del autor. Aunque este libro tenga apariencia distinta a los anteriores participa de un planteamiento común.
Citaremos también sus cuentos El lugar ese (1957) y De acuerdo te hablaré de Petrita (1969) y una autobiografía novelada Tiempo de recordar (1978). Otaola traza en tono burlón e irónico el perfil de algunos de sus personajes: “Se llamaba don Prudencio Romeral, pero le iba mejor a su negro pesimismo el apellido Cipresal”.
Francisco Arias Solís
Paz y Libertad.
Portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre.
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