sábado, 10 de abril de 2010

Gutierre de Cetina por Francisco Arias Solís


GUTIERRE DE CETINA
(1520-1557)

“Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos”.
Gutierre de Cetina.

LA VOZ INMORTALIZADA POR UN MADRIGAL

Gutierre de Cetina se ha inmortalizado por su célebre y bellísimo Madrigal por unos ojos a una hermosa mujer llamada Laura Gonzaga. El Madrigal de este poeta sevillano figura entre “Las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana”, escogidas por Menéndez Pelayo entre lo mejor de la literatura española antigua y moderna, pero son muy pocos los que se interesan por los versos de Gutierre de Cetina. Y, sin embargo, sus composiciones poéticas deben figurar entre las más destacadas de su época y, algunas, entre las más avanzadas: “¿Para qué es ocupar la fantasía / en desear mandar, y en grandes cargos / andar embebido noche y día? / Los años de los ricos, ¿son más largos, / por ventura, o viven más quietos, / o muertos no han de dar de sí descargos?”

Gutierre de Cetina nace en Sevilla hacia el año 1520, en el seno de una familia dedicada al comercio y la administración, y proyectada hacia las Indias en busca de mejor fortuna. Poesía en clave bucólica de quien se autodenomina Vandalio (“el andaluz”) que entona sus quejas amorosas en las riberas de su Betis natal, reconstruyeron los años juveniles de Gutierre de Cetina, que se enrolará pronto en los ejércitos de Carlos V, Italia será el necesario impulso fundamental de su vida en la década 1538-1548, años claves en la política imperial. Cetina participa en la campaña del Adriático en 1538 y en la cuarta guerra franco-española en 1543-1544, empresas bélicas que se combinan con el ocio al amparo de los príncipes de Molfeta o de los marqueses del Vasto.

Es la dimensión europea del poeta-soldado la que une este autor con los otros poetas italianistas de la época imperial: Garcilaso, Hernando de Acuña, Diego Hurtado de Mendoza... Junto a esa dimensión Cetina encarna la aventura americana, donde encontrará su final. En viaje de negocios en 1544 con un tío suyo, y cuando iba a Veracruz “a embarcar cierta plata para enviar a Castilla”, una enfermedad le retiene en Puebla de los Ángeles (Nueva España), donde –en un lance propio de la comedia de capa y espada- es seriamente acuchillado en la oscuridad y por error, a consecuencia de lo cual muere en 1557. Sin embargo, ya Pacheco escribe que “de su muerte ai varias opiniones”.

La estancia en Italia proporciona a Cetina el conocimiento directo del lenguaje poético surgido a la sombra del gran Petrarca y de la revitalización de los clásicos. “Si pusiera intención en la fuerza –escribía Fernando de Herrera- como en la suavidad y pureza ninguno le fuera aventajado... en número, lengua, terneza y afectos ninguno le negará lugar con los primeros”. Cetina se prodiga en una poesía que le sirve para cantar sus desesperadas quejas de amor (a Dórida, a Amarilada, a Laura) y bucear en su propio autoanálisis sentimental. Pero para esto último Cetina también se hace eco de otra herencia importante, de raíz hispánica en este caso, la de Ausias March, con la que conecta a la perfección en su espíritu atormentado, construido de puro intelectualismo y pasión reconcentrada. Así surge un cancionero amoroso (de madrigales, sonetos, canciones, sextinas) en una evolución matizada hacia el desengaño. Y junto a él, otro mundo poético en Cetina que también tiene su importancia: el de las epístolas, a caballo entre la comunicación culta y la noticiosa familiar, que presenta un mundo vivaz presidido a menudo por la sátira. El mejor Cetina nos llega a sorprender en ocasiones como en los sonetos “Como de duro entalle una figura”, “Como teniendo en tierra bien echadas”, “¡Ay sabrosa ilusión, sueño süave!”, “Dulce, sabrosa, cristalina fuente”, “Este andar y tornar, ir y volverte”, “Amor mueve mis alas, y tan alto”... El resto de la obra de Cetina, aunque desigual, no alcanza la sencillez espontánea de los madrigales. Sus canciones se salvan por una dúctil musicalidad semejante a la de los sonetos; y en la Epístola a Hurtado de Mendoza hay fragmentos vigorosos donde asoma una punta moralista, frecuentemente citada al hablar de los antecedentes de la Epístola moral a Fabio. Y como dijo el poeta sevillano: «Que si otro puso al mar perpetuo nombre / do el soberbio valor le dio la muerte, / presumiendo de sí más que podía, / de mí dirán: “Aquí fue muerto un hombre / que si al cielo llegar negó su suerte, / la vida le faltó, no la osadía“».

Francisco Arias Solís
Movilización ciudadana por una justicia democrática y una judicatura digna.

EN APOYO AL JUEZ GARZÓN
En Cádiz: Plaza de San Juan de Dios. Martes 13 de abril a las 20:00 horas.
Internautas por la Paz y la Libertad y Foro Libre.
URL: http://www.internautasporlapaz.org

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