jueves, 15 de abril de 2010
Sor Luisa de la Ascensión por Francisco Arias Solís
SOR LUISA DE LA ASCENSIÓN
(1565-1636)
“Entre sí en la soledad
se dan estrechos abrazos;
y allí son los fuertes lazos
que atando dan libertad.”
Sor Luisa de la Ascensión.
LA VOZ DE LA MONJA DE CARRIÓN
La poesía de esta controvertida monja, procesada por la Inquisición y, posteriormente, con un proceso abierto de beatificación, ha sido calificada, por unos, de una elevadísima inspiración mística y de una gran belleza formal en sus versos, y por otros, de pésimo gusto y de versos vulgares. Menéndez Pelayo considera que La monja de Carrión “era más bien ilusa y engañada que engañadora”; otros críticos literarios, en cambio, se refieren a ella, destacando su vida colmada de santidad y como una figura singular de la poesía mística española, hasta el punto de comparar su obra poética con la de Santa Teresa de Jesús, lo que entendemos que es exagerado, si bien, es autora de muy acertados villancicos, como éste: “Cordero de tal grandeza / Está sin lana en el yelo. / Yo pienso en un terciopelo / Envolver tanta pobreza...”
Sor Luisa de la Ascensión, en el mundo María Luisa Ruiz de Colmenares de Solís, también conocida como La monja de Carrión, nació en Madrid el 16 de mayo de 1565 y fue bautizada en la parroquia de San Andrés. Fueron sus padres Juan Ruiz de Colmenares y Jerónima de Solís, carrioneses que habían ido temporalmente a la Corte, debido a la enfermedad de un familiar. A los diecisiete años de edad fue llevada a Carrión de los Condes y a los dieciocho años ingresó en el convento de Santa Clara. De novicia se distinguió por sus grandes penitencias y cuando en 1609 fue nombrada abadesa, por vez primera, sometió a la comunidad a constantes penitencias y mortificaciones y a una rígida observancia de la disciplina monástica. Sor Luisa de la Ascensión fundó una hermandad de defensores de la Purísima Concepción a la que estaban inscritos no menos de ochenta mil personas, prelados, nobles y pueblo llano. Se le atribuyeron muchos prodigios y hechos milagrosos. El padre Aspe escribió en dos volúmenes la vida de Sor Luisa, y fue esta biografía la que desencadenó que el Santo Oficio la procesara en 1634, no obstante contar ésta al propio monarca entre los más devotos de sus fieles, apartándola de su comunidad y recluyéndola en el convento de las Agustinas Recoletas de Valladolid, donde falleció el 28 de octubre de 1636. El proceso de Santo Oficio concluyó más tarde con sentencia absolutoria.
Sor Luisa de la Ascensión fue la consejera de Felipe III, desempeñando un papel similar al de Sor María Jesús de Agreda junto a Felipe IV, y también muy parecido al que representa Sor Patrocinio, La Monja de las Llagas, junto a Isabel II. Al igual que esta última presenta numerosos casos de bilocación así pudo confortar, en Japón, al mártir franciscano Fray Juan de Santa María; en Asís, visitar el sepulcro de San Francisco, o asistir en Alemania a un combate entre católicos y luteranos, al mismo tiempo que su presencia era visible en tierras de Castilla. Fueron muchos los personajes que le pidieron consejos. Felipe III que le consultaba importantes problemas de estado hasta se desplazó en 1613 a Carrión de los Condes, el Papa Gregorio XV mantuvo continuos contactos con ella y se encomendaba en sus oraciones y Felipe IV, llegó a consultarle sobre el posible casamiento de su hermana la infanta Doña María con el Príncipe de Gales, al que se opuso La monja de Carrión, al ser el Príncipe un hereje.
El padre Manuel Fraile Miguélez publica en 1890 la obra Un proceso inquisitorial de alumbrados en Valladolid o vindicación o semblanza de La monja de Carrión, en la que se le defiende como persona y como mística.
Siendo cierto que La monja de Carrión exageró sus trastornos místicos cuando nos contaba que durante su noviciado “sufrió muchos insultos del diablo, quien le azotaba con garfios de hierro y empujaba cuando bajaba la escalera de la ermita”, o cuando aseveraba que se le había aparecido Cristo “cuando estaba en el vientre de su madre”, para prometerle la virginidad, explicarle el misterio de la Trinidad y anunciarle que sería monja clarisa, no es menos cierto, que sus composiciones poéticas son de una gran inspiración, especialmente, el famoso Romance de la soledad del alma, digno de figurar en cualquier antología de la poesía mística española: “Allí el amor unitivo / junta la parte a su todo / y el cuerpo por cierto modo / anda sin el alma vivo”.
Francisco Arias Solís
DEMÓCRATAS CON EL JUEZ BALTASAR GARZÓN
Asociación por una justicia democrática y una judicatura digna.
Internautas por la Paz y la Libertad y Foro Libre.
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