viernes, 15 de febrero de 2008

BERNARDINO FERNANDEZ DE VELASCO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

BERNARDINO FERNANDEZ DE VELASCO
(1783-1851)

“Si mis heridas se cierran,
no es por benéfica planta,
sino por no separarse
sin decirle adiós el alma.”
Bernardino Fernández de Velasco.

LA VOZ POETICA DE UN EMBAJADOR

Un hecho característico del siglo XIX fue que los poetas (los escritores en general) aspirasen a ocupar un puesto en la organización política de la sociedad. El prestigio social que adquirió la poesía hizo que los poetas importantes fuesen llamados a puestos de responsabilidad administrativa o que los políticos se atrevieran a publicar su obra poética.

Esta importancia social de los poetas y de la poesía sólo es explicable si unos y otra responden a los intereses y gustos de la clase dominante. Es decir, en una época de dominio burgués, el que los poetas ocupen puestos destacados en la Administración Pública, por el hecho de ser escritores de renombre, significa que su escritura no contradice las decisiones del poder. Juan Valera observaba acerca de la poesía civil liberal de origen ilustrado: “Esta poesía de Quintana y de Gallego, tan popular por su origen (...) nunca fue popular en su fin”.

Las revistas burguesas del siglo XIX, especialmente de la segunda mitad, publican asiduamente poesía. Los nombres de los poetas corresponden a los que escriben la mejor poesía del momento.

El caso de Bernardino Fernández de Velasco que, además de ser embajador en París, fue el encargado de formar Gobierno, es un buen ejemplo de lo que hemos dicho anteriormente.

Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías y conde de Peñaranda, nació en Madrid el 20 de julio de 1783. Noble y oficial del ejército al producirse la invasión napoleónica, desoye los consejos de algunos familiares afrancesados y se presenta a la Junta de Sevilla. Toma parte en distintos combates y se retira a Cádiz cuando el estado de su salud le obliga a ello.

A la llegada de Fernando VII defiende el régimen constitucional, y durante el período en que éste predomina es embajador en Londres. Restaurado el absolutismo, se retira a Barcelona y de allí a Montpellier. Regresa en 1828 sufriendo la pérdida de su segunda mujer, María de la Piedad Roca de Togores, a quien dedicaron una corona fúnebre todos los poetas de la época. Embajador de París. Elegido senador por León fue el encargado de formar Gobierno, permaneciendo tres meses en el poder (septiembre-noviembre 1838). Retornó a sus actividades privadas y sólo volvió a la vida política, al ser elegido senador vitalicio. Académico de la Real Academia Española y de la de la Historia, falleció en Madrid el 28 de mayo de 1851.

La obra poética que se conserva de este autor con el título de Obras poéticas del Excmo. Sr. don Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías, ha sido objeto de una edición por la Real Academia Española, a la que hay que añadir su composición La muerte de Felipe II, premiada por el Liceo en 1842. Clasicista en la mayor parte de su lírica, muestra también algún sentimiento romántico como podemos comprobar en su “Romance morisco”, que finaliza con estos versos: “Llega a su campo, desmonta; / sigue llorando a su amada / y ansia que torne a la noche / para que le hable y hablarla”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Gracias.

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