martes, 26 de febrero de 2008

ERNESTO GIMENEZ CABALLERO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ERNESTO GIMENEZ CABALLERO
(1899-1988)

“Y bajo el gris
y bajo el fondo negro
una abstracta oblicua rosa.”
Ernesto Giménez Caballero.

LA VOZ DE UN VANGUARDISTA

Ernesto Jiménez Caballero ha sido quizá el más importante exaltador lírico del fascismo, con sus libros: La nueva catolicidad (1932) y el inefable Genio de España (1932); aunque es autor muy prolífico, quizá estos dos libros merecen destacarse por reflejar –sobre todo el segundo- lo que fue la emoción fascista en un determinado momento histórico.

El escritor madrileño que se autodenomina “nieto del 98” sobresale por su talento de narrador, por su labor de publicista de vanguardias a través de La Gaceta Literaria, y por la de ideólogo fascista (el primero que hubo en España), cuya capacidad de acumular contradicciones en una sola página permanece imbatida en lo que va de siglo.

Ernesto Giménez Caballero, escritor, historiador de nuestra literatura y uno de nuestros primeros vanguardistas, nace en Madrid el 2 de agosto de 1899. Terminados los estudios en letras y derecho en la Central, va en 1921 de soldado a Marruecos. Fruto de estas experiencias, es su primer libro, Notas marruecas de un soldado, de 1923, reseñado muy elogiosamente por Unamuno en la revista España. Notas marruecas de un soldado es uno de los pocos libros escritos por aquellos años sobre el tema de la guerra de Marruecos que todavía puede resistir una comparación con el mejor de ellos, El blocao, de José Díaz Fernández.

Tras una estancia como lector de español en Estrasburgo, vuelve Giménez Caballero a Madrid para dedicarse de forma sistemática a la literatura, colaborando desde 1925 en El Sol. Trabajos que son recogidos en un volumen titulado Carteles (1927), que es un claro indicio de los contactos que ha tenido el autor con el vanguardismo artístico y literario. El talante novedoso y el dinamismo alegre e irracionalista que imprimió Giménez Caballero al vanguardismo son, asimismo características fundamentales de la revista fundada y dirigida por él, la Gaceta Literaria, que nació el 1 de enero de 1927, con una clara predilección por cualquier muestra de dinamismo cultural que diera la juventud. La presencia de Giménez Caballero se adivinaba siempre veloz en la revista, tal como describiera a su fundador Juan Ramón Jiménez en Españoles de tres mundos: “Escurridizo, tirante, ubicuo este madrileño futurero, fotografiado siempre desde sitio atrevido”.

Cuando en 1928 llega a Roma experimenta una conversión política y psicológica. La sensación de integridad anímica que le da su estancia en Roma ira perfilándose hasta el momento en que el advenimiento de la República le obliga a tomar la postura inequívoca que le convertirá en el precursor por excelencia de la nueva reacción española. El resultado fue que las personas que habían colaborado en su Gaceta Literaria abandonaron casi por completo a Giménez Caballero en 1931. Antonio Espina fue el primer colaborador que abandonó la revista por incompatibilidades de pensamiento. En el número 15 de abril 1929 se insertó la siguiente nota: “Nuestro compañero Antonio Espina deja de colaborar en nuestro periódico porque desea ser político y alejarse -no sabemos si temporalmente- de la literatura y el arte”.

Entre sus obras destacan sus libros vanguardistas: Carteles, Los toros, las castañuelas y la Virgen (1927), Yo, inspector de alcantarillas (1928), Julepe de menta (1929). Su Carta a un compañero de la joven España (1929) fue el manifiesto del que surgiría el nacional-sindicalismo y toda la ideología fascista a través de los libros como Circuito imperial (1929), La nueva catolicidad, Genio de España, Manuel Azaña (1932), Roma madre (1939), España nuestra (1943). Escribió también La Europa de Estrasburgo (1949), Norteamérica sonríe a España (1952), Lengua y Literatura de la Hispanidad, así como Revelación del Paraguay (1958), donde estuvo varios años de embajador. Sus últimas obras fueron: Cabra la cordobesa, balcón poético de España (1973), por la que obtuvo el premio Juan Valera, Bolívar ante un español, Literatura hispanoamericana, Memorias de un dictador y Retratos españoles (bastante parecidos), Premio Espejo de España 1985, compartido con Emilio Romero. Giménez Caballero obtuvo dos veces el Premio Nacional de Literatura.

¿Dónde y cómo se inserta en esta trayectoria artística e ideológica la obra más importante de Giménez Caballero, Yo, inspector de alcantarillas? La respuesta no resulta nada fácil dado que la prosa vanguardista de los años 20 está prácticamente sin estudiar. Por otra parte, en Yo, inspector de alcantarillas hay una gran variedad de estilos, enfoques y tendencias que refleja las corrientes y contracorrientes literarias (ramonianos, cubistas, surrealistas, etc.) del momento. Empieza evocando a André Breton y el autor nombra a otros “amigos que buscaban sus naufragios como los míos”. Son Joyce, Eluard, Unamuno, Gracián, Joan Miró y Freud.

Ernesto Giménez Caballero murió en Madrid el 14 de mayo de 1988. “Un día -decía el escritor madrileño-, cuando yo haya desaparecido, las Academias -hasta la Española- me rendirán la justicia que creo haberme ganado”.


Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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