EUGENIO DE NORA
“¡Dejadme aquí! Quiero gritar,
tan hondo en el dolor, tan alto,
que mi voz no se oiga sino lejos, muy lejos,
libertada del tiempo y del espacio.
¡Dejadme aquí! Dejadme aquí,
gritando... “
Eugenio de Nora.
LA VOZ DE LA POESIA CIVIL
La aparición en 1944 de una nueva revista independiente Espadaña, modestamente provinciana, dirigida por poetas que poco después empezaron a llamarse sociales, es un obvio reto al garcilasismo escapista. Los poetas son Victoriano Crémer y Eugenio de Nora cuya obra ansiosa de huir del formalismo hueco y retórico caerá a veces en extremismos tremendistas y existencialistas, de lo que irá depurándose lentamente. Una poesía cuya función según Crémer, no es otra que “comunicarse con los hombres” y según Nora, “crear conciencia”.
Se nos revela así la posibilidad de que esta poesía, confusamente llamada social y que otros –siguiendo también un lenguaje de los años cuarenta y cincuenta tampoco muy preciso- llamaron comprometida, tenga implícitamente, dimensiones políticas.
En el difícil trayecto hacia la humanización son de gran importancia la obra y la actitud de Victoriano Crémer, y tal vez más aun la de Eugenio de Nora. No sólo plantean muy pronto la necesidad de una nueva poesía y en la propia, especialmente Nora, atacan directamente el esteticismo de los garcilasistas, sino que pasan ya al intento de hablar de lo que les rodea: “Aquí hubo un hombre. Aquí, sobre este borde mismo, / yo vi un chorro erguido crear, caer de pronto. / En esta misma esquina del tiempo estaba, estuvo. / Pero aquí ya no hay nadie. El silencio y mi llanto”.
Eugenio de Nora nace en Zacos (León) el 13 de noviembre de 1923. Estudió Filosofía y Letras. Desde 1949 se dedicó a la enseñanza de la Literatura Española en la Universidad de Berna. En 1953 obtuvo el Premio Boscán de Poesía con su libro España pasión de vida. Otros títulos relevantes de su obra poética son: Pueblo cautivo, Cantos del destino, Amor prometido, Contemplación del tiempo y Siempre. También ha sido autor de un importante ensayo crítico sobre La novela española contemporánea (1958-1962).
Hablar de poesía social se ha terminado por convertir en un saco sin fondo, o una manta zamorana que encubre cualquier posibilidad mínima de matiz, según denunció recientemente Eugenio de Nora. “El adjetivo de poesía social es un rótulo vacío –dice el poeta leonés-, que acaba por estigmatizar al poeta que se le aplica, y que no tiene en cuenta, en todo caso, las diversas cosmologías e intersecciones éticas y estéticas que caben en ese tópico”. Para Eugenio de Nora “la actividad poética es un trabajo más” y le gusta aplicar a su trabajo el calificativo de “poesía civil o testimonial”. De Nora considera aún más grave y presto a la confusión el término de poesía “desarraigada” con que Dámaso Alonso deslindó a Eugenio de Nora y Victoriano Crémer del resto de la promoción de posguerra, tal y como aún hoy figuran en algunos libros.
“Nunca he comprendido por qué nosotros somos los desarraigados, mientras que Panero, Vivanco, Rosales o Ridruejo, por ejemplo, son los autores de una poesía arraigada, como no sea que tuvieran arraigados al régimen”, ironiza de Nora.
La precocidad de aquel poemario Pueblo cautivo, publicado a sus veinte años, provocó su adscripción a esa promoción de poetas –y de otros como Celaya u Otero- muchos mayores que él, cuando por edad, Eugenio de Nora se halla más próximo a la generación del medio siglo.
Eso unido a sus cuarenta años de permanencia en el extranjero, ha contribuido a su desubicación. “Creo, en todo caso, que la guerra civil pesa como una losa sobre aquella promoción de inmediata posguerra. Hoy ha quedado excluida del marketing mediático que propicia una injusta laguna entre la generación del 27 y del 50”, concluye el poeta leonés. Mucho antes nos había dicho: “Hijo fui de una patria . Hombre perdido, fuerte / para luchar ahora, para morir, mañana”.
Francisco Arias Solís
La guerra es un mal que deshonra al género humano.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
URL: http://www.internautasporlapaz.org
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
Wenceslao Fernández Flórez por Francisco Arias Solis
WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ
(1885-1964)
“El humor es, sencillamente,
una posición frente a la vida”.
Wenceslao Fernández Flórez.
LA VOZ DE UN EXCELENTE HUMORISTA
La labor periodística de Fernández Flórez se llevó en él la parte del león, y su facilidad para pergeñar el artículo diario se filtró en sus novelas en grado suficiente como para disminuir su dimensión literaria. De raigambre realista dominada por el humorismo, con resabios de diversas escuelas, pero sin casarse con ninguna, pertenece a esos tipos aislados de escritor que resisten con independencia los intentos de la crítica por definirlos. Pese a lo que esto supone en el olvidadizo y poco sistematizado mundo de las valoraciones críticas, Fernández Flórez tiene que ser considerado como una importante figura de nuestra narrativa, en la cual le corresponde un plano muy superior al de otros provisionalmente más encumbrados.
Fernández Flórez fue un escritor y ciudadano compactamente conservador, tributó a Antonio Maura un fidelidad ejemplar y aceptó las dictaduras de Primo de Rivera y del general Franco. Pero tales actitudes no se dieron sin matices ni reservas. En 1932, el comentarista político que era Fernández Flórez aseguraba hallarse ante la mejor Constitución que el país había tenido y no regateaba elogios a las reformas cívicas de Manuel Azaña.
Wenceslao Fernández Flórez nace en La Coruña el 12 de febrero de 1885 y muere en Madrid el 29 de abril de 1964. Hijo de un médico con aficiones literarias, quedó huérfano de padre muy tempranamente, y desde muy pronto hubo de ganarse la vida en actividades periodísticas. Ingresó en la Real Academia Española el 1945. Su fama se ha cimentado en la novela y en la crónica periodística. Logra el premio Mariano de Cavia en 1922.
El humorismo de Fernández Flórez está entreverado de ironía, a veces de sarcasmo, mitigado por un aliento lírico que dulcifica su pesimismo, en ocasiones lindante con el nihilismo. El atractivo que Fernández Flórez sintió por los personajes de humilde condición, víctimas resignadas del fracaso y de su propia bondad, suele ir más lejos del ejercicio de un “ternurismo” trivial. El tema de la relación amorosa tiene también un significativo tratamiento, donde no siempre es muy evidente el deseo de despojarlo de la rigidez, la doblez y el hispánico sentido del pecado.
En 1910 publica La tristeza de la paz y cuatro años más tarde La procesión de los días. Posteriormente publicó Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón (1920), obra predilecta del autor, que supusieron el final de su etapa neonaturalista, a la que pertenece también su novela Los que nos fuimos a la guerra, frágil en sus aspecto literario, aunque divertida en lo anecdótico.
Volvoreta apareció en marzo de 1917. Al poco de su aparición, obtuvo el premio del Círculo de Bellas Artes madrileño y alcanzó una considerable popularidad que testimonia en forma indirecta, el que el famoso “coplero” Luis de Tapia escogiera su título -Volvoreta en gallego quiere decir mariposa y es el apodo que la protagonista- como emblema de aquel año político que se convirtió en una de las fechas claves de nuestro siglo XX.
En una segunda etapa, Fernández Flórez acomete un proceso de desrealización al situar sus acciones narrativas en lugares imaginarios. Crítica de los prejuicios de carácter sexual, del chauvinismo, del jactancioso y falso heroísmo... Actitud ésta que, al carecer de un verdadero espíritu reformador, desemboca en el escepticismo. De esta etapa destacan: El secreto de Barba Azul (1923), Las siete columnas (1926), Relato inmoral (1928), El malvado Carabel (1930) y El bosque animado (1944).
No debe silenciarse, por agrupar en su seno algunas de las más logradas creaciones del autor, su producción de novelas cortas, en la que se incluyen pequeñas obras maestras del género, como La familia Gomar (1915), Unos pasos de mujer (1924), Huella de luz (1924), La casa de la lluvia (1925), El ladrón de glándulas (1929) y Fantasmas (1930).
Aunque no insistió en su actividad poética inicial, se advierte un trasfondo de lírico galaico en su producción, que le salva de quedarse en protesta o desprecio y descreimiento en la bondad humana. El escritor gallego reconocía con cínico desencanto que cualquier tipo de ética reposa su quicio en el egoísmo humano elevado a norma.
Fernández Flórez fue amigo personal de Castelao y aceptó figurar en el primer consejo de dirección de la revista Nós, la más importante publicación gallega. Y como dijo la poetisa gallega Rosalía de Castro: “Unos con la calumnia le mancharon, / otros falsos amores le han mentido / y aunque dudo si algunos le han querido / de cierto sé que todos le olvidaron”.
Francisco Arias Solís
La libertad no la tienen los que no tienen su sed.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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(1885-1964)
“El humor es, sencillamente,
una posición frente a la vida”.
Wenceslao Fernández Flórez.
LA VOZ DE UN EXCELENTE HUMORISTA
La labor periodística de Fernández Flórez se llevó en él la parte del león, y su facilidad para pergeñar el artículo diario se filtró en sus novelas en grado suficiente como para disminuir su dimensión literaria. De raigambre realista dominada por el humorismo, con resabios de diversas escuelas, pero sin casarse con ninguna, pertenece a esos tipos aislados de escritor que resisten con independencia los intentos de la crítica por definirlos. Pese a lo que esto supone en el olvidadizo y poco sistematizado mundo de las valoraciones críticas, Fernández Flórez tiene que ser considerado como una importante figura de nuestra narrativa, en la cual le corresponde un plano muy superior al de otros provisionalmente más encumbrados.
Fernández Flórez fue un escritor y ciudadano compactamente conservador, tributó a Antonio Maura un fidelidad ejemplar y aceptó las dictaduras de Primo de Rivera y del general Franco. Pero tales actitudes no se dieron sin matices ni reservas. En 1932, el comentarista político que era Fernández Flórez aseguraba hallarse ante la mejor Constitución que el país había tenido y no regateaba elogios a las reformas cívicas de Manuel Azaña.
Wenceslao Fernández Flórez nace en La Coruña el 12 de febrero de 1885 y muere en Madrid el 29 de abril de 1964. Hijo de un médico con aficiones literarias, quedó huérfano de padre muy tempranamente, y desde muy pronto hubo de ganarse la vida en actividades periodísticas. Ingresó en la Real Academia Española el 1945. Su fama se ha cimentado en la novela y en la crónica periodística. Logra el premio Mariano de Cavia en 1922.
El humorismo de Fernández Flórez está entreverado de ironía, a veces de sarcasmo, mitigado por un aliento lírico que dulcifica su pesimismo, en ocasiones lindante con el nihilismo. El atractivo que Fernández Flórez sintió por los personajes de humilde condición, víctimas resignadas del fracaso y de su propia bondad, suele ir más lejos del ejercicio de un “ternurismo” trivial. El tema de la relación amorosa tiene también un significativo tratamiento, donde no siempre es muy evidente el deseo de despojarlo de la rigidez, la doblez y el hispánico sentido del pecado.
En 1910 publica La tristeza de la paz y cuatro años más tarde La procesión de los días. Posteriormente publicó Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón (1920), obra predilecta del autor, que supusieron el final de su etapa neonaturalista, a la que pertenece también su novela Los que nos fuimos a la guerra, frágil en sus aspecto literario, aunque divertida en lo anecdótico.
Volvoreta apareció en marzo de 1917. Al poco de su aparición, obtuvo el premio del Círculo de Bellas Artes madrileño y alcanzó una considerable popularidad que testimonia en forma indirecta, el que el famoso “coplero” Luis de Tapia escogiera su título -Volvoreta en gallego quiere decir mariposa y es el apodo que la protagonista- como emblema de aquel año político que se convirtió en una de las fechas claves de nuestro siglo XX.
En una segunda etapa, Fernández Flórez acomete un proceso de desrealización al situar sus acciones narrativas en lugares imaginarios. Crítica de los prejuicios de carácter sexual, del chauvinismo, del jactancioso y falso heroísmo... Actitud ésta que, al carecer de un verdadero espíritu reformador, desemboca en el escepticismo. De esta etapa destacan: El secreto de Barba Azul (1923), Las siete columnas (1926), Relato inmoral (1928), El malvado Carabel (1930) y El bosque animado (1944).
No debe silenciarse, por agrupar en su seno algunas de las más logradas creaciones del autor, su producción de novelas cortas, en la que se incluyen pequeñas obras maestras del género, como La familia Gomar (1915), Unos pasos de mujer (1924), Huella de luz (1924), La casa de la lluvia (1925), El ladrón de glándulas (1929) y Fantasmas (1930).
Aunque no insistió en su actividad poética inicial, se advierte un trasfondo de lírico galaico en su producción, que le salva de quedarse en protesta o desprecio y descreimiento en la bondad humana. El escritor gallego reconocía con cínico desencanto que cualquier tipo de ética reposa su quicio en el egoísmo humano elevado a norma.
Fernández Flórez fue amigo personal de Castelao y aceptó figurar en el primer consejo de dirección de la revista Nós, la más importante publicación gallega. Y como dijo la poetisa gallega Rosalía de Castro: “Unos con la calumnia le mancharon, / otros falsos amores le han mentido / y aunque dudo si algunos le han querido / de cierto sé que todos le olvidaron”.
Francisco Arias Solís
La libertad no la tienen los que no tienen su sed.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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viernes, 29 de mayo de 2009
José Martí por Francisco Arias Solís
JOSE MARTI
(1853-1895)
“Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
me complace más que el mar.”
José Martí.
LA VOZ DEL LIBERTADOR DE CUBA
José Martí es una de las figuras históricas más altas, puras y profundas de las Américas. Rubén Darío con garra crítica excepcional, le hermana la genialidad a la de Domingo Faustino Sarmiento. “El genio, ha intentado aparecer dos veces en América; la primera en un hombre ilustre de esta tierra, la segunda en José Martí”, dejó escrito, en La Nación, de Buenos Aires.
José Martí nace en La Habana el 28 de enero de 1853. Los padres eran españoles, valenciano el padre, y canaria, la madre. Su hogar fue el de un niño pobre, agobiado de estrecheces.
Al llegar a la adolescencia publica el drama Abdala, transido de amor patriótico y de ansia de libertad, siendo condenado a trabajos forzados por las autoridades españolas a los dieciséis años. Quebrantada su salud, se le cambia la pena por la de relegación a la Isla de Pinos y, en 1871, por la de destierro a España.
En Madrid escribe un folleto, El presidio político en Cuba, recuerdo dramático sangrante, del castigo que acaba de sufrir en Cuba. Cursa estudios universitarios en Madrid y Zaragoza. “Para Aragón, en España, / tengo yo en mi corazón / un lugar todo Aragón...”, cantará más tarde el poeta.
De España parte Martí para México, donde desarrolla una intensa labor como conferenciante y periodista. Allí escribe para la escena y ejerce la crítica teatral. A principios de 1877 visita Cuba en rápido viaje y sale hacia Guatemala. En la tierra del quetzal trabaja sin descanso con la pluma y la palabra. Cuando se firma en Cuba la Paz de Zanjón, en 1878, vuelve Martí a su tierra. Nuevamente es condenado a destierro. Sale hacia España, pasa por París y arriba en Nueva York en 1880. En ese año visita Venezuela, donde reside durante seis meses. Al dejar la tierra de Bolivar escribe: “Déme Venezuela en qué servirle. Ella tiene en mí un hijo...”
En los últimos catorce años de su vida la ciudad de Nueva York es la residencia de Martí. Al entrar en Estados Unidos tiene decidido Martí darse en cuerpo y alma a la tarea de libertar a Cuba. En 1891, funda Martí el Partido Revolucionario Cubano. Hasta el inicio de la revolución en 1895, su vida será un viajar sin descanso. El 11 de abril de 1895 desembarca Martí en Cuba, integrándose como un soldado más de las tropas insurgentes. El 19 de mayo de 1895 una bala terminó con su vida en Dos Ríos, paraje del Oriente de Cuba.
Martí cultiva todos los géneros literarios. Entre sus bellísimos cuentos destacan La muñeca negra y Los dos ruiseñores, y entre las obras dramáticas Adúltera y Amor con amor se paga. En 1882, a los dos años de llegar a Nueva York, publica Martí su Ismaelillo; del mismo año son buena parte de sus Versos libres. En 1889 aparecen los poemas incluidos en la Edad de Oro, admirable revista que dirige y redacta para los niños hispanoamericanos, en 1891 ofrece los Versos sencillos; intenso registro autobiográfico en que alcanza la originalidad más exacta y depurada. En sus Flores del destierro, vuelca sus conflictos y presagios de revolucionario y de hombre.
José Martí como advirtió felizmente Federico de Onís no fue precursor del modernismo, sino iniciador de una obra literaria de mayor trascendencia y de más larga vida. “Los versos –decía Martí- no han de hacerse para decir que se está alegre o se está triste, sino para ser útiles al mundo”.
Sus Versos sencillos, son en muchos sentidos, una obra culminante en que se afinan y depuran todas sus virtudes poéticas. Y como dijo, el poeta cubano: “Mi verso es de un verde claro / y de un carmín encendido: / Mi verso es un ciervo herido / que busca en el monte amparo”.
Francisco Arias Solís
El futuro se gana, ganando la libertad.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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(1853-1895)
“Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
me complace más que el mar.”
José Martí.
LA VOZ DEL LIBERTADOR DE CUBA
José Martí es una de las figuras históricas más altas, puras y profundas de las Américas. Rubén Darío con garra crítica excepcional, le hermana la genialidad a la de Domingo Faustino Sarmiento. “El genio, ha intentado aparecer dos veces en América; la primera en un hombre ilustre de esta tierra, la segunda en José Martí”, dejó escrito, en La Nación, de Buenos Aires.
José Martí nace en La Habana el 28 de enero de 1853. Los padres eran españoles, valenciano el padre, y canaria, la madre. Su hogar fue el de un niño pobre, agobiado de estrecheces.
Al llegar a la adolescencia publica el drama Abdala, transido de amor patriótico y de ansia de libertad, siendo condenado a trabajos forzados por las autoridades españolas a los dieciséis años. Quebrantada su salud, se le cambia la pena por la de relegación a la Isla de Pinos y, en 1871, por la de destierro a España.
En Madrid escribe un folleto, El presidio político en Cuba, recuerdo dramático sangrante, del castigo que acaba de sufrir en Cuba. Cursa estudios universitarios en Madrid y Zaragoza. “Para Aragón, en España, / tengo yo en mi corazón / un lugar todo Aragón...”, cantará más tarde el poeta.
De España parte Martí para México, donde desarrolla una intensa labor como conferenciante y periodista. Allí escribe para la escena y ejerce la crítica teatral. A principios de 1877 visita Cuba en rápido viaje y sale hacia Guatemala. En la tierra del quetzal trabaja sin descanso con la pluma y la palabra. Cuando se firma en Cuba la Paz de Zanjón, en 1878, vuelve Martí a su tierra. Nuevamente es condenado a destierro. Sale hacia España, pasa por París y arriba en Nueva York en 1880. En ese año visita Venezuela, donde reside durante seis meses. Al dejar la tierra de Bolivar escribe: “Déme Venezuela en qué servirle. Ella tiene en mí un hijo...”
En los últimos catorce años de su vida la ciudad de Nueva York es la residencia de Martí. Al entrar en Estados Unidos tiene decidido Martí darse en cuerpo y alma a la tarea de libertar a Cuba. En 1891, funda Martí el Partido Revolucionario Cubano. Hasta el inicio de la revolución en 1895, su vida será un viajar sin descanso. El 11 de abril de 1895 desembarca Martí en Cuba, integrándose como un soldado más de las tropas insurgentes. El 19 de mayo de 1895 una bala terminó con su vida en Dos Ríos, paraje del Oriente de Cuba.
Martí cultiva todos los géneros literarios. Entre sus bellísimos cuentos destacan La muñeca negra y Los dos ruiseñores, y entre las obras dramáticas Adúltera y Amor con amor se paga. En 1882, a los dos años de llegar a Nueva York, publica Martí su Ismaelillo; del mismo año son buena parte de sus Versos libres. En 1889 aparecen los poemas incluidos en la Edad de Oro, admirable revista que dirige y redacta para los niños hispanoamericanos, en 1891 ofrece los Versos sencillos; intenso registro autobiográfico en que alcanza la originalidad más exacta y depurada. En sus Flores del destierro, vuelca sus conflictos y presagios de revolucionario y de hombre.
José Martí como advirtió felizmente Federico de Onís no fue precursor del modernismo, sino iniciador de una obra literaria de mayor trascendencia y de más larga vida. “Los versos –decía Martí- no han de hacerse para decir que se está alegre o se está triste, sino para ser útiles al mundo”.
Sus Versos sencillos, son en muchos sentidos, una obra culminante en que se afinan y depuran todas sus virtudes poéticas. Y como dijo, el poeta cubano: “Mi verso es de un verde claro / y de un carmín encendido: / Mi verso es un ciervo herido / que busca en el monte amparo”.
Francisco Arias Solís
El futuro se gana, ganando la libertad.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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Carmen Conde por Francisco Arias Solis
CARMEN CONDE
(1907-1996)
“Dormida por los siglos se ha quedado
sin nadie que libere tanto sueño,
la niña que me dio lo que yo he sido.”
Carmen Conde.
LA VOZ DEL VITALISMO ROMANTICO
En esa tierra que había un poco antes dado a Azorín, Gabriel Miró y Oscar Esplá, en un momento determinado y prodigioso breve e intenso, se produce con vigor y una fuerza inigualable, un joven movimiento literario que estalla entre Orihuela y Cartagena con los nombres de Ramón Sijé, Miguel Hernández, Antonio Oliver y Carmen Conde, pertenecientes todos ellos a la llamada generación poética de 1936 de la que también forman parte entre otros Gabriel Celaya, Juan Antonio Muñoz Rojas, Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco.
Mucho de la claridad de su tierra tiene la poesía de Carmen Conde cuando dice: “Confianza en la luz tengo yo siempre”, mucho de taranta y cartagenera en la sangre, mucho de latigazo de sol en la tierra sedienta. Pero la poderosa, anhelante voz de Carmen Conde no es voz de una tierra, ni de unos hombres, ni de unos anhelos colectivos sino desnuda lírica que amalgama todo aquello.
Su voz sale –como la enuncian los títulos de sus libros- del propio Brocal; es Pasión del verbo, Ansia de gracia, Honda memoria de mí, anhelo de que Sea la luz, desasosegada finalidad en Mi fin en el viento y Mujer sin edén, esperanza en Iluminada tierra y Vivientes de los siglos; confesión apasionada en Monólogos de la hija, sublimación humana en Derribado arcángel. En su voz, le doy a la noche, Cancionero de la enamorada y Días para la tierra la poetisa emprende la más grande salida de sí misma; queriendo iluminar las palabras. Libremente, inconteniblemente a Carmen Conde le van saliendo los poemas. Carmen lo ve todo con una penetrante mirada que no descansa. Es una mirada amplia y directa. Mira con los ojos abiertos y eternos de la poesía. Su vitalismo es de raíz romántica y con visión que a veces recuerda a Vicente Aleixandre se abrazan en su poesía la expresión jubilosa de la plenitud de los sentidos y la comunión con el universo.
Carmen Conde Abellán nace en Cartagena el 15 de agosto de 1907. En 1914 se traslada con su familia a Melilla lugar en que reside hasta 1920. De nuevo en su ciudad natal, cursa la carrera de Magisterio, que termina en 1930. Cursa estudios de Filosofía en la Universidad de Valencia. A los 15 años comenzó a publicar artículos en Los Lunes del Imparcial, La Esfera e Informaciones. Antes de la guerra civil española, fundó junto a Miguel Hernández, Sijé y su esposo Antonio Oliver Belmás, la revista de creación literaria El Gallo Crisis. En 1929 publicó su primer libro de poesía Brocal.
En la década de los 30 fundó junto con su marido la Universidad Popular de Cartagena, creada a imagen y semejanza de la fundada por Machado en Segovia. Obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla por su obra Yo soy la madre, el Premio Elisenda de Montcada, por su novela Las oscuras raíces, el Premio Simón Bolivar, por su libro de poesía Vivientes de los siglos. En 1967 recibe el Premio Nacional de Literatura por su Obra poética. Carmen Conde fe elegida miembro de la Real Academia Española, para el sillón K, el 9 de febrero de 1978. Tomó posesión de su cargo el 28 de enero del año siguiente, convirtiéndose en la primera mujer que alcanzaba este honor. Cuando fue elegida Carmen Conde dijo: “El machismo evidente en la lengua castellana es triste consecuencia de la historia que arrastramos las mujeres españolas”. Carmen Conde falleció en Madrid el 8 de enero de 1996.
Carmen Conde ha figurado en primera línea de la creación poética. No ha habido revista de las muchas que han aparecido en los últimos cincuenta años en la que no haya algún poema de Carmen Conde. Esta poetisa hace pensar en Keats, en Rilke, en Juan Ramón y hasta en Paul Valery como caminos seguidos y como coincidencia de gesto estético.
Canto y fecundación es la poesía. En este país se hace preciso reconocer en el decimotercer aniversario de la muerte de Carmen Conde la edad eterna de la verdadera poesía. Y como dijera nuestra poetisa: “ Parada en el umbral de lo infinito / como pueda, detendré el tiempo. / Quiero ver y escuchar, quiero olvidar, / cuando lo sepa este secreto”.
Francisco Arias Solís
La fórmula salvadora es paz, libertad y justicia.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
(1907-1996)
“Dormida por los siglos se ha quedado
sin nadie que libere tanto sueño,
la niña que me dio lo que yo he sido.”
Carmen Conde.
LA VOZ DEL VITALISMO ROMANTICO
En esa tierra que había un poco antes dado a Azorín, Gabriel Miró y Oscar Esplá, en un momento determinado y prodigioso breve e intenso, se produce con vigor y una fuerza inigualable, un joven movimiento literario que estalla entre Orihuela y Cartagena con los nombres de Ramón Sijé, Miguel Hernández, Antonio Oliver y Carmen Conde, pertenecientes todos ellos a la llamada generación poética de 1936 de la que también forman parte entre otros Gabriel Celaya, Juan Antonio Muñoz Rojas, Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco.
Mucho de la claridad de su tierra tiene la poesía de Carmen Conde cuando dice: “Confianza en la luz tengo yo siempre”, mucho de taranta y cartagenera en la sangre, mucho de latigazo de sol en la tierra sedienta. Pero la poderosa, anhelante voz de Carmen Conde no es voz de una tierra, ni de unos hombres, ni de unos anhelos colectivos sino desnuda lírica que amalgama todo aquello.
Su voz sale –como la enuncian los títulos de sus libros- del propio Brocal; es Pasión del verbo, Ansia de gracia, Honda memoria de mí, anhelo de que Sea la luz, desasosegada finalidad en Mi fin en el viento y Mujer sin edén, esperanza en Iluminada tierra y Vivientes de los siglos; confesión apasionada en Monólogos de la hija, sublimación humana en Derribado arcángel. En su voz, le doy a la noche, Cancionero de la enamorada y Días para la tierra la poetisa emprende la más grande salida de sí misma; queriendo iluminar las palabras. Libremente, inconteniblemente a Carmen Conde le van saliendo los poemas. Carmen lo ve todo con una penetrante mirada que no descansa. Es una mirada amplia y directa. Mira con los ojos abiertos y eternos de la poesía. Su vitalismo es de raíz romántica y con visión que a veces recuerda a Vicente Aleixandre se abrazan en su poesía la expresión jubilosa de la plenitud de los sentidos y la comunión con el universo.
Carmen Conde Abellán nace en Cartagena el 15 de agosto de 1907. En 1914 se traslada con su familia a Melilla lugar en que reside hasta 1920. De nuevo en su ciudad natal, cursa la carrera de Magisterio, que termina en 1930. Cursa estudios de Filosofía en la Universidad de Valencia. A los 15 años comenzó a publicar artículos en Los Lunes del Imparcial, La Esfera e Informaciones. Antes de la guerra civil española, fundó junto a Miguel Hernández, Sijé y su esposo Antonio Oliver Belmás, la revista de creación literaria El Gallo Crisis. En 1929 publicó su primer libro de poesía Brocal.
En la década de los 30 fundó junto con su marido la Universidad Popular de Cartagena, creada a imagen y semejanza de la fundada por Machado en Segovia. Obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla por su obra Yo soy la madre, el Premio Elisenda de Montcada, por su novela Las oscuras raíces, el Premio Simón Bolivar, por su libro de poesía Vivientes de los siglos. En 1967 recibe el Premio Nacional de Literatura por su Obra poética. Carmen Conde fe elegida miembro de la Real Academia Española, para el sillón K, el 9 de febrero de 1978. Tomó posesión de su cargo el 28 de enero del año siguiente, convirtiéndose en la primera mujer que alcanzaba este honor. Cuando fue elegida Carmen Conde dijo: “El machismo evidente en la lengua castellana es triste consecuencia de la historia que arrastramos las mujeres españolas”. Carmen Conde falleció en Madrid el 8 de enero de 1996.
Carmen Conde ha figurado en primera línea de la creación poética. No ha habido revista de las muchas que han aparecido en los últimos cincuenta años en la que no haya algún poema de Carmen Conde. Esta poetisa hace pensar en Keats, en Rilke, en Juan Ramón y hasta en Paul Valery como caminos seguidos y como coincidencia de gesto estético.
Canto y fecundación es la poesía. En este país se hace preciso reconocer en el decimotercer aniversario de la muerte de Carmen Conde la edad eterna de la verdadera poesía. Y como dijera nuestra poetisa: “ Parada en el umbral de lo infinito / como pueda, detendré el tiempo. / Quiero ver y escuchar, quiero olvidar, / cuando lo sepa este secreto”.
Francisco Arias Solís
La fórmula salvadora es paz, libertad y justicia.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
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jueves, 28 de mayo de 2009
Hugo von Hofmannsthal por Francisco Arias Solis
HUGO VON HOFMANNSTHAL
(1874-1929)
“La buena y severa educación que debo a mi difunto padre
y el haberme habituado tempranamente a no dejar desocupada
ninguna hora del día, es, así me parece, lo único que, hacia fuera,
sigue dando a mi vida una consistencia suficiente y una apariencia
adecuada a mi condición y a mi persona.”
Hugo von Hofmannsthal.
LA VOZ DEL SIMBOLISMO VIENÉS
La obra literaria de Hofmannsthal surge en los años de la desintegración del imperio austrohúngaro, fenómeno que se encuentra en el trasfondo de sus escritos. De espíritu escéptico y melancólico, en su obra se funden el sueño oriental y las formas mediterráneas. Influido por D’Annunzio y Stefan George, con quienes colaboró en Hojas para el Arte, tras una crisis espiritual se orientó hacia los clásicos griegos y romanos, con influencias de Nietzsche y de Freud, intentando recuperar, desde el esteticismo, los valores espirituales europeos. En la última época se inspiró en el drama barroco y se convirtió en el más lírico representante del simbolismo vienés, cada vez más preocupado por lo social. La obra literaria del escritor austriaco representa la búsqueda de unas señas de identidad en el legado socio-cultural europeo.
El poeta y dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal nació en Viena el 1 de febrero de 1874 y falleció en Rodaun, cerca de Viena, el 15 de julio de 1929. De ascendencia judía y familia aristocrática, estudió leyes y filología románica y realizó numerosos viajes por el ámbito mediterráneo. Pasó su juventud en Viena, donde entró en contacto con D’Annunzio. Empezó a escribir muy joven bajo el seudónimo de “Teophil Moren” y fue el creador de la escuela neorromántica germana. Con Max Reinhardt fundó los festivales de Salzburgo y escribió para Richard Strauss los libretos de sus más conocidas óperas (El caballero de la rosa, 1911; Ariadna en Naxos, 1912; La mujer sin sombra, 1916).
Hofmansthal escribió dramas poéticos: La muerte de Tiziano (1892), El loco y la muerte (1893); o metafísicos: El aventurero y la cantante (1899), en donde trata el tema de la importancia de la fidelidad a uno mismo; adaptaciones de tragedias griegas: Electra (1903) y Edipo y la esfinge (1906), y de las obras de otros dramaturgos, como Calderón: El gran teatro del mundo de Salzburgo (1922) y La torre (1923-1925). Completan su producción los libros de cuentos El cuento de la noche 672 (1905) e Historia de caballeros (1920) y la novela inacabada Andreas o los unidos (1930). Su obra ensayística La escritura como espacio intelectual de la nación (1927) se ocupa de diversos temas culturales y literarios dentro de la tradición occidental. Y como dijo el escritor austriaco: “Sólo los artistas y los niños ven la vida tal como es”.
Francisco Arias Solis
No se puede ser libre más que entre libres.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
(1874-1929)
“La buena y severa educación que debo a mi difunto padre
y el haberme habituado tempranamente a no dejar desocupada
ninguna hora del día, es, así me parece, lo único que, hacia fuera,
sigue dando a mi vida una consistencia suficiente y una apariencia
adecuada a mi condición y a mi persona.”
Hugo von Hofmannsthal.
LA VOZ DEL SIMBOLISMO VIENÉS
La obra literaria de Hofmannsthal surge en los años de la desintegración del imperio austrohúngaro, fenómeno que se encuentra en el trasfondo de sus escritos. De espíritu escéptico y melancólico, en su obra se funden el sueño oriental y las formas mediterráneas. Influido por D’Annunzio y Stefan George, con quienes colaboró en Hojas para el Arte, tras una crisis espiritual se orientó hacia los clásicos griegos y romanos, con influencias de Nietzsche y de Freud, intentando recuperar, desde el esteticismo, los valores espirituales europeos. En la última época se inspiró en el drama barroco y se convirtió en el más lírico representante del simbolismo vienés, cada vez más preocupado por lo social. La obra literaria del escritor austriaco representa la búsqueda de unas señas de identidad en el legado socio-cultural europeo.
El poeta y dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal nació en Viena el 1 de febrero de 1874 y falleció en Rodaun, cerca de Viena, el 15 de julio de 1929. De ascendencia judía y familia aristocrática, estudió leyes y filología románica y realizó numerosos viajes por el ámbito mediterráneo. Pasó su juventud en Viena, donde entró en contacto con D’Annunzio. Empezó a escribir muy joven bajo el seudónimo de “Teophil Moren” y fue el creador de la escuela neorromántica germana. Con Max Reinhardt fundó los festivales de Salzburgo y escribió para Richard Strauss los libretos de sus más conocidas óperas (El caballero de la rosa, 1911; Ariadna en Naxos, 1912; La mujer sin sombra, 1916).
Hofmansthal escribió dramas poéticos: La muerte de Tiziano (1892), El loco y la muerte (1893); o metafísicos: El aventurero y la cantante (1899), en donde trata el tema de la importancia de la fidelidad a uno mismo; adaptaciones de tragedias griegas: Electra (1903) y Edipo y la esfinge (1906), y de las obras de otros dramaturgos, como Calderón: El gran teatro del mundo de Salzburgo (1922) y La torre (1923-1925). Completan su producción los libros de cuentos El cuento de la noche 672 (1905) e Historia de caballeros (1920) y la novela inacabada Andreas o los unidos (1930). Su obra ensayística La escritura como espacio intelectual de la nación (1927) se ocupa de diversos temas culturales y literarios dentro de la tradición occidental. Y como dijo el escritor austriaco: “Sólo los artistas y los niños ven la vida tal como es”.
Francisco Arias Solis
No se puede ser libre más que entre libres.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
César González Ruano por Francisco Arias Solís
CESAR GONZALEZ RUANO
(1903-1965)
“Vino, venció. Fue vencido
en lo que quiso vencer.
Escribió, y en el tintero
dejó lo que quiso hacer
por hacer lo que quisieron.
Y se fue.”
César González Ruano.
LA VOZ DEL PERIODISTA POETA
Baudeleriano apasionado –fue en su juventud biógrafo de Baudelaire-, amador de las flores del mal estético de cada día, siempre ha creído con el poeta, y este es uno de los secretos mayores de su triunfo que la inspiración en caso de existir, le coja trabajando... Viajes, aventuras, casas en Capri, palacio en Cuenca, cafés...; pero la mayor sorpresa era verle trabajar en el café con la misma puntualidad de una oficina y sin levantar la cabeza. Escribir todos los días y todos los días muchas horas con destino a una publicación concreta, y tantas veces con el pie forzado de una fotografía recibida, de una crónica encargada, de una entrevista pedida, de una sección abierta, para los folios justos del hueco que le espera. Fue César González Ruano en esto el ejemplo mayor del escritor devorado por el periodismo. César aludió muchas veces a la transformación del oro en calderilla que significa esta manera de trabajar. Nos lo había advertido:”Esta profesión lleva en el tuétano la maldición del olvido”. Pero también he oído decir de los aciertos, consistencia del estilo, obra que levanta este disciplinado y remero escribir por la honra y mantenencia de cada jornada. Los periódicos y los lectores salen ganando. El escritor, ¿quién sabe? Lope hacía comedias para demandas así, pues más de cientos en horas veinticuatro pasaron de la musa al teatro.
César González Ruano ha conseguido así que ese lujo de la colaboración literaria en los periódicos –ventana cultural, divagación estética, ensayismo- se haya convertido en funcional, periodística pura, pues todos los articulistas que han venido después de él tienen, si quieren permanecer -¡esto es lo bueno!-, mucho de su levedad, pues comentar una noticia se ha ennoblecido de belleza literaria.
César González Ruano nace en Madrid el 22 de febrero de 1903 y en su ciudad natal cursó la enseñanza elemental, así como en Santiago de Compostela la superior, que terminó en Zaragoza y Madrid, donde se licenció en Derecho en 1916, carrera que sólo ejerció un año para cultivar después, con absoluta dedicación el periodismo y la literatura en todos sus géneros. Su fama se debe fundamentalmente a los artículos cortos que escribía habitualmente en el desaparecido café Teide del paseo del Recoletos de Madrid. González Ruano murió en Madrid el 15 de diciembre de 1965.
Ha pertenecido a las redacciones de La Epoca, Heraldo de Madrid e Informaciones, y como corresponsal de A B C, residió en Berlín y Roma. Estuvo varios años en Lisboa y París. En Lisboa como corresponsal de Heraldo de Madrid. Ha colaborado en las revistas españolas Estampa, Nuevo Mundo, Crónica, Mundo Gráfico y La Esfera., así como, en Social, de La Habana, entre otras. Ha obtenido el premio Mariano de Cavia de 1931 y el del Café Gijón , de novelas cortas, por la suya titulada Ni César ni nada. En 1960 le fue concedida una pensión March de Literatura.
González Ruano vino escritor sin desmayo a lo popular del periódico y en lo popular del periódico continuó hasta que le llegó la muerte. Y puso notas humanas y populares cuando su periodismo, sus crónicas de Berlín, Roma y París, le cargó de la responsabilidad de pulsar el acontecer del mundo en los centros neurálgicos heridos. Pero en lo popular se infiltró fácilmente las fantasías del arte, y, lo que ya es más difícil, el otro aristocratismo de su estilo lírico, lleno de vibraciones sutiles, de quintaesencias y primores, de refinamientos y de gracias.
César Gonzáles Ruano ha sido un corresponsal de periódicos en el extranjero o, en todo caso, un colaborador asiduo. El tono poético predomina en toda su obra, sea novela, reportaje, artículo o colección de ellos, aparte de sus poemas propiamente dicho.
Como escritor dramático escribió la comedia poética La luna en las manos (1934). Sus poemas que van desde el ultraísmo a formas más tradicionales, están recogidos en dos libros antológicos: Aún (1934) y Poesía (1944). La balada de Cherche-Midi (1944), está basada en su misteriosa detención por la Gestapo, en el París ocupado por los nazis, y su encarcelamiento en la prisión de Cherche-Midi. Sus primeras novelas, entre las que destacan La inmolada (1926), Circe (1935), Manuel de Montparnase (1944) e Invitación al amor (1947), retratan personajes mundanos, a estas siguieron: Ni César ni nada (1951), Los oscuros dominios (1953), Cita con el pasado (1954) y el volumen A todo el mundo no le gusta el amarillo (1961), de trasfondo biográfico. Entre sus restantes obras citaremos sus libros de memorias. Mi medio siglo se confiesa a medias (1951), La memoria veranea (1960) y Diario íntimo (1951-1965) (1970), publicado póstumamente.
Pero de toda su obra, nada tan sugeridor y perfecto como sus trabajos periodísticos, hechos con gracia, no exenta de lirismo, y en los que, entre una sutil ironía, se ajustan y relumbran los detalles como en una pieza de orfebrería. En el artículo premiado con el Mariano de Cavia, "Señora: ¿se le ha perdido a usted un niño?", escribía el periodista: "Producen tristeza noticias así. Es feroz y es doloroso. Su manita tierna y blanca, la que llevaba el ritmo del reloj cuando hasta el reloj le aupaban, parece salir de Madrid y arañar el cielo. ¡Pequeña mano blanca! Enorme mano, más grande ya que toda la ciudad, donde el niño perdido estaba solo bajo la luna del miedo, que le daba a beber leche de plata, leche de sueño... ¡Pequeña mano blanca!". Y como dijo nuestro periodista –sin dejar de ser poeta-: “Y con las cuencas de mis ojos / querrá adivinar tal vez / lo que vi... cuando veía / y yo nunca miré”.
Francisco Arias Solis
No se puede ser libre más que entre libres.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
(1903-1965)
“Vino, venció. Fue vencido
en lo que quiso vencer.
Escribió, y en el tintero
dejó lo que quiso hacer
por hacer lo que quisieron.
Y se fue.”
César González Ruano.
LA VOZ DEL PERIODISTA POETA
Baudeleriano apasionado –fue en su juventud biógrafo de Baudelaire-, amador de las flores del mal estético de cada día, siempre ha creído con el poeta, y este es uno de los secretos mayores de su triunfo que la inspiración en caso de existir, le coja trabajando... Viajes, aventuras, casas en Capri, palacio en Cuenca, cafés...; pero la mayor sorpresa era verle trabajar en el café con la misma puntualidad de una oficina y sin levantar la cabeza. Escribir todos los días y todos los días muchas horas con destino a una publicación concreta, y tantas veces con el pie forzado de una fotografía recibida, de una crónica encargada, de una entrevista pedida, de una sección abierta, para los folios justos del hueco que le espera. Fue César González Ruano en esto el ejemplo mayor del escritor devorado por el periodismo. César aludió muchas veces a la transformación del oro en calderilla que significa esta manera de trabajar. Nos lo había advertido:”Esta profesión lleva en el tuétano la maldición del olvido”. Pero también he oído decir de los aciertos, consistencia del estilo, obra que levanta este disciplinado y remero escribir por la honra y mantenencia de cada jornada. Los periódicos y los lectores salen ganando. El escritor, ¿quién sabe? Lope hacía comedias para demandas así, pues más de cientos en horas veinticuatro pasaron de la musa al teatro.
César González Ruano ha conseguido así que ese lujo de la colaboración literaria en los periódicos –ventana cultural, divagación estética, ensayismo- se haya convertido en funcional, periodística pura, pues todos los articulistas que han venido después de él tienen, si quieren permanecer -¡esto es lo bueno!-, mucho de su levedad, pues comentar una noticia se ha ennoblecido de belleza literaria.
César González Ruano nace en Madrid el 22 de febrero de 1903 y en su ciudad natal cursó la enseñanza elemental, así como en Santiago de Compostela la superior, que terminó en Zaragoza y Madrid, donde se licenció en Derecho en 1916, carrera que sólo ejerció un año para cultivar después, con absoluta dedicación el periodismo y la literatura en todos sus géneros. Su fama se debe fundamentalmente a los artículos cortos que escribía habitualmente en el desaparecido café Teide del paseo del Recoletos de Madrid. González Ruano murió en Madrid el 15 de diciembre de 1965.
Ha pertenecido a las redacciones de La Epoca, Heraldo de Madrid e Informaciones, y como corresponsal de A B C, residió en Berlín y Roma. Estuvo varios años en Lisboa y París. En Lisboa como corresponsal de Heraldo de Madrid. Ha colaborado en las revistas españolas Estampa, Nuevo Mundo, Crónica, Mundo Gráfico y La Esfera., así como, en Social, de La Habana, entre otras. Ha obtenido el premio Mariano de Cavia de 1931 y el del Café Gijón , de novelas cortas, por la suya titulada Ni César ni nada. En 1960 le fue concedida una pensión March de Literatura.
González Ruano vino escritor sin desmayo a lo popular del periódico y en lo popular del periódico continuó hasta que le llegó la muerte. Y puso notas humanas y populares cuando su periodismo, sus crónicas de Berlín, Roma y París, le cargó de la responsabilidad de pulsar el acontecer del mundo en los centros neurálgicos heridos. Pero en lo popular se infiltró fácilmente las fantasías del arte, y, lo que ya es más difícil, el otro aristocratismo de su estilo lírico, lleno de vibraciones sutiles, de quintaesencias y primores, de refinamientos y de gracias.
César Gonzáles Ruano ha sido un corresponsal de periódicos en el extranjero o, en todo caso, un colaborador asiduo. El tono poético predomina en toda su obra, sea novela, reportaje, artículo o colección de ellos, aparte de sus poemas propiamente dicho.
Como escritor dramático escribió la comedia poética La luna en las manos (1934). Sus poemas que van desde el ultraísmo a formas más tradicionales, están recogidos en dos libros antológicos: Aún (1934) y Poesía (1944). La balada de Cherche-Midi (1944), está basada en su misteriosa detención por la Gestapo, en el París ocupado por los nazis, y su encarcelamiento en la prisión de Cherche-Midi. Sus primeras novelas, entre las que destacan La inmolada (1926), Circe (1935), Manuel de Montparnase (1944) e Invitación al amor (1947), retratan personajes mundanos, a estas siguieron: Ni César ni nada (1951), Los oscuros dominios (1953), Cita con el pasado (1954) y el volumen A todo el mundo no le gusta el amarillo (1961), de trasfondo biográfico. Entre sus restantes obras citaremos sus libros de memorias. Mi medio siglo se confiesa a medias (1951), La memoria veranea (1960) y Diario íntimo (1951-1965) (1970), publicado póstumamente.
Pero de toda su obra, nada tan sugeridor y perfecto como sus trabajos periodísticos, hechos con gracia, no exenta de lirismo, y en los que, entre una sutil ironía, se ajustan y relumbran los detalles como en una pieza de orfebrería. En el artículo premiado con el Mariano de Cavia, "Señora: ¿se le ha perdido a usted un niño?", escribía el periodista: "Producen tristeza noticias así. Es feroz y es doloroso. Su manita tierna y blanca, la que llevaba el ritmo del reloj cuando hasta el reloj le aupaban, parece salir de Madrid y arañar el cielo. ¡Pequeña mano blanca! Enorme mano, más grande ya que toda la ciudad, donde el niño perdido estaba solo bajo la luna del miedo, que le daba a beber leche de plata, leche de sueño... ¡Pequeña mano blanca!". Y como dijo nuestro periodista –sin dejar de ser poeta-: “Y con las cuencas de mis ojos / querrá adivinar tal vez / lo que vi... cuando veía / y yo nunca miré”.
Francisco Arias Solis
No se puede ser libre más que entre libres.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
Foro Libre: Homenaje a Carlos Barral
FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org
“Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.”
Carlos Barral.
HOMENAJE DE FORO LIBRE A CARLOS BARRAL
El próximo lunes, día 1, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta Carlos Barral (1928-1989), con motivo del X aniversario de su muerte.
El poeta Barral pertenece de pleno a la generación de la poesía social, la del realismo critico o socialrealismo, la de los niños de la guerra. Sin embargo, no faltan quienes llaman a este grupo de escritores la generación pacifista porque no hay pacifismo más auténtico que el de quienes vivieron su infancia en guerra, de mayores nunca combatieron y eligieron el bando de los vencidos.
Residió regularmente en Barcelona, su ciudad natal, donde ejerció de editor, dirigiendo primero la Editorial Seix Barral, y más tarde Barral Editora. En 1982, fue elegido Senador por Tarragona, figurando en las candidaturas del PSOE. Sus amigos, los pescadores de Calafell, fueron testigos de su boda con Ivonne Hortet en 1955 y compañeros de su última singladura un 1989, en que las cenizas de Carlos Barral fueron esparcidas en el mar.
Premio de Literatura Ciudad de Barcelona (1978) por Los años sin excusa. Fundó el premio de novela "Biblioteca Breve" y en colaboración con doce editores de otros tantos ámbitos linguísticos, el "Prix International de Litteratura" y el "Prix Formentor", que se otorgaron entre 1950 y 1967.
Sus primeros poemas aparecen en 1952 bajo el título Las aguas reiteradas, que, junto a Poemas previos y en forma de apéndice, se incorporan a la primera edición de Metropolitano (1957), cuya segunda edición Metropolitano y poema (1973-1975), se abre con un estudio original de Jaime Gil de Biedma.
Diecinueve figuras de mi historia civil dio lugar a una edición bilingüe en traducción al italiano de Dario Puccini. Otras de sus obras poéticas más relevantes son: Usuras, Figuración y fuga, Informe personal sobre el alba y acerca de algunas auroras particulares, Lecciones de cosas y Veinte poemas para el nieto Malcom.
Años de penitencia y Los años sin excusa constituyen los dos primeros tomos de las Memorias de Barral; y Penúltimos castigos, su primera novela. También su obra en prosa cuenta con dos libros de viajes escritos en catalán: Per cal de fora, Catalunya des del mar y Catalunya a vol d’ocell. De su trabajo de traductor debe resaltarse la versión al castellano de los Sonetos a Orfeo, de Rainer María Rilke.
Francisco Arias Solís
No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org
“Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.”
Carlos Barral.
HOMENAJE DE FORO LIBRE A CARLOS BARRAL
El próximo lunes, día 1, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta Carlos Barral (1928-1989), con motivo del X aniversario de su muerte.
El poeta Barral pertenece de pleno a la generación de la poesía social, la del realismo critico o socialrealismo, la de los niños de la guerra. Sin embargo, no faltan quienes llaman a este grupo de escritores la generación pacifista porque no hay pacifismo más auténtico que el de quienes vivieron su infancia en guerra, de mayores nunca combatieron y eligieron el bando de los vencidos.
Residió regularmente en Barcelona, su ciudad natal, donde ejerció de editor, dirigiendo primero la Editorial Seix Barral, y más tarde Barral Editora. En 1982, fue elegido Senador por Tarragona, figurando en las candidaturas del PSOE. Sus amigos, los pescadores de Calafell, fueron testigos de su boda con Ivonne Hortet en 1955 y compañeros de su última singladura un 1989, en que las cenizas de Carlos Barral fueron esparcidas en el mar.
Premio de Literatura Ciudad de Barcelona (1978) por Los años sin excusa. Fundó el premio de novela "Biblioteca Breve" y en colaboración con doce editores de otros tantos ámbitos linguísticos, el "Prix International de Litteratura" y el "Prix Formentor", que se otorgaron entre 1950 y 1967.
Sus primeros poemas aparecen en 1952 bajo el título Las aguas reiteradas, que, junto a Poemas previos y en forma de apéndice, se incorporan a la primera edición de Metropolitano (1957), cuya segunda edición Metropolitano y poema (1973-1975), se abre con un estudio original de Jaime Gil de Biedma.
Diecinueve figuras de mi historia civil dio lugar a una edición bilingüe en traducción al italiano de Dario Puccini. Otras de sus obras poéticas más relevantes son: Usuras, Figuración y fuga, Informe personal sobre el alba y acerca de algunas auroras particulares, Lecciones de cosas y Veinte poemas para el nieto Malcom.
Años de penitencia y Los años sin excusa constituyen los dos primeros tomos de las Memorias de Barral; y Penúltimos castigos, su primera novela. También su obra en prosa cuenta con dos libros de viajes escritos en catalán: Per cal de fora, Catalunya des del mar y Catalunya a vol d’ocell. De su trabajo de traductor debe resaltarse la versión al castellano de los Sonetos a Orfeo, de Rainer María Rilke.
Francisco Arias Solís
No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
URL: http://www.internautasporlapaz.org
miércoles, 27 de mayo de 2009
XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad
FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org
“para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo”
Mario Benedetti.
XIII FESTIVAL POÉTICO INTERNACIONAL
POR LA PAZ Y LA LIBERTAD
EL PRÓXIMO FESTIVAL ESTARÁ DEDICADO A MARIO BENEDETTI
La Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará en el mes de mayo de 2010 su XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad, con la finalidad de que todos los poetas del mundo pongan en el corazón de los valores universales la paz y la libertad. Este festival estará dedicado a Mario Benedetti (1920-2009), poeta del amor total y del compromiso. Toda su obra refleja su espíritu solidario y su hambre de libertad, que llevaron a este hombre de paz a “doce turbios y enturbiadores años de exilio”.
FORO LIBRE al convocar este XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad lo hace en el convencimiento de que nada va a lograrse en lo porvenir por caminos de violencia y ha considerado que las páginas de Internet deben tomar la palabra, para cantar la paz y la libertad. Porque lo que es indudable es que los grandes cambios, las grandes convulsiones, las grandes transformaciones de la Historia, las sanas revoluciones, las han hecho siempre los poetas.
Desde cualquier parte del mundo se puede participar en el XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad remitiendo los poemas (máximo 40 versos)) al e-mail: pazylibertad@arrakis.es
Los poemas seleccionados serán publicados en el portal de FORO LIBRE E INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD URL: http://www.internautasporlapaz.org
FORO LIBRE invita a todos los poetas a participar en este festival en memoria de Mario Benedetti y a poner su granito de arena en el camino de la paz, la libertad y la tolerancia.
Francisco Arias Solís
Paz y Libertad.
Nuevo portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre
URL: http://www.internautasporlapaz.org
Se ruega la difusión. Gracias.
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org
“para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo”
Mario Benedetti.
XIII FESTIVAL POÉTICO INTERNACIONAL
POR LA PAZ Y LA LIBERTAD
EL PRÓXIMO FESTIVAL ESTARÁ DEDICADO A MARIO BENEDETTI
La Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará en el mes de mayo de 2010 su XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad, con la finalidad de que todos los poetas del mundo pongan en el corazón de los valores universales la paz y la libertad. Este festival estará dedicado a Mario Benedetti (1920-2009), poeta del amor total y del compromiso. Toda su obra refleja su espíritu solidario y su hambre de libertad, que llevaron a este hombre de paz a “doce turbios y enturbiadores años de exilio”.
FORO LIBRE al convocar este XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad lo hace en el convencimiento de que nada va a lograrse en lo porvenir por caminos de violencia y ha considerado que las páginas de Internet deben tomar la palabra, para cantar la paz y la libertad. Porque lo que es indudable es que los grandes cambios, las grandes convulsiones, las grandes transformaciones de la Historia, las sanas revoluciones, las han hecho siempre los poetas.
Desde cualquier parte del mundo se puede participar en el XIII Festival Poético Internacional por la Paz y la Libertad remitiendo los poemas (máximo 40 versos)) al e-mail: pazylibertad@arrakis.es
Los poemas seleccionados serán publicados en el portal de FORO LIBRE E INTERNAUTAS POR LA PAZ Y LA LIBERTAD URL: http://www.internautasporlapaz.org
FORO LIBRE invita a todos los poetas a participar en este festival en memoria de Mario Benedetti y a poner su granito de arena en el camino de la paz, la libertad y la tolerancia.
Francisco Arias Solís
Paz y Libertad.
Nuevo portal de Internautas por la Paz y la Libertad y de Foro Libre
URL: http://www.internautasporlapaz.org
Se ruega la difusión. Gracias.
martes, 26 de mayo de 2009
José María Eça de Queirós por Francisco Arias Solís
JOSÉ MARÍA EÇA DE QUEIRÓS
(1845-1900)
“Curiosidad: Impulso humano que oscila
entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar
detrás de las puertas o a descubrir América.”
José María Eça de Queirós.
LA VOZ DEL MAYOR NOVELISTA PORTUGUÉS
El gran novelista portugués Eça de Queirós está considerado el creador de la novela portuguesa y una de la figuras principales de la literatura de su país. Fue el introductor del realismo en Portugal. Estuvo vinculado al grupo universitario “Escola de Coimbra” que dirigían Antero de Quental y Teófilo Braga y que reaccionó contra el romanticismo conservador en 1865. A este novelista debe su país el que en los tiempos realistas el nombre de un escritor portugués adquiriera un carácter de internacionalidad que no lograban imprimirle otros. Su afán crítico de la sociedad, de la aristocracia, le lleva a no arredrarse ante crudezas descriptivas, con tal de vapulear la mediocridad e ignorancia de sus compatriotas. En su etapa de madurez se aparta de esa inquietud airada y mordaz, pesimista e irónica. Sus aficiones orientalitas acabaron por ejercer en él gran influjo, y llevaron su atención, con excelente éxito, a las narraciones de viaje, última o una de las últimas evoluciones de su inquieto y culto espíritu.
Eça de Queirós fue un revolucionario de las letras lusitanas, y su prosa, llena de finísimas observaciones y de sutiles ironías, va envuelta en un estilo original lleno de vigor y colorido, sembrado de imágenes y descripciones y despojado de toda clase de convencionales adornos, de donde surgen ideas atrevidas que fueron motivos de escándalo.
José María Eça de Queirós nació en Póvoa de Varzim, Miño, el 25 de noviembre de 1845 y falleció en París el 16 de agosto de 1900. Hijo natural de un magistrado perteneciente a la burguesía culta, cursó la enseñanza secundaria en el Colégio da Lapa de Oporto y estudió derecho en la Universidad de Coimbra. Durante la época de sus estudios comienza su actividad literaria escribiendo unos opúsculos que más tarde serán recogidos en el volumen Prosas bárbaras. Ejerce como abogado en Lisboa (1866) y colabora en revistas literarias. En la época de la apertura del canal de Suez visitó Egipto y Palestina. Fue cónsul de su país en La Habana, Newcastle, Bristol, China y París, donde falleció. Participó en 1871 en las conferencias del Casino de Lisboa con una intervención titulada “El realismo como nueva expresión del arte”.
Eça de Queirós escribió numerosas novelas que le dieron reputación universal, entre las que destacan: El crimen del Padre Amaro (1875), relato de un amor sacrílego en un ambiente cerrado provinciano, El primo Basilio (1878), sobre el adulterio de una mujer perteneciente a la burguesía media de Lisboa, La reliquia (1887), texto complejo que funde los recuerdos de un viaje a Oriente Medio y la crítica positivista sobre la religión, y revestido de un juego entre misticismo y sensualidad, Los Maias (1888), para muchos su mejor obra, en la que critica a la burguesía y apuesta por un nuevo Portugal. Después vendrían La correspondencia de Fadrique Mendes (1890), La ilustre casa de Ramires (1900) y La ciudad de las sierras (1901), de publicación póstuma; y entre sus narraciones cortas El misterio de la carretera de Cintra, Otro milagro amable y El señor diablo. Se conservan numerosos ensayos e impresiones de viajes, abundante obra epistolar y periodística, recogido todo en varios volúmenes que forman un sugestivo panorama de la cultura europea de fin de siglo visto por un intelectual solitario que ve destruidos los valores de su mundo de origen. De todos modos, Eça de Queirós es no sólo un primera figura en Portugal, sino uno de los grandes novelistas europeos del siglo XIX. Y como dijo el escritor portugués: “El arte es un compendio de la naturaleza formado por la imaginación”.
Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
Tolerancia cero contra la corrupción.
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URL:http://www.internautasporlapaz.org
(1845-1900)
“Curiosidad: Impulso humano que oscila
entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar
detrás de las puertas o a descubrir América.”
José María Eça de Queirós.
LA VOZ DEL MAYOR NOVELISTA PORTUGUÉS
El gran novelista portugués Eça de Queirós está considerado el creador de la novela portuguesa y una de la figuras principales de la literatura de su país. Fue el introductor del realismo en Portugal. Estuvo vinculado al grupo universitario “Escola de Coimbra” que dirigían Antero de Quental y Teófilo Braga y que reaccionó contra el romanticismo conservador en 1865. A este novelista debe su país el que en los tiempos realistas el nombre de un escritor portugués adquiriera un carácter de internacionalidad que no lograban imprimirle otros. Su afán crítico de la sociedad, de la aristocracia, le lleva a no arredrarse ante crudezas descriptivas, con tal de vapulear la mediocridad e ignorancia de sus compatriotas. En su etapa de madurez se aparta de esa inquietud airada y mordaz, pesimista e irónica. Sus aficiones orientalitas acabaron por ejercer en él gran influjo, y llevaron su atención, con excelente éxito, a las narraciones de viaje, última o una de las últimas evoluciones de su inquieto y culto espíritu.
Eça de Queirós fue un revolucionario de las letras lusitanas, y su prosa, llena de finísimas observaciones y de sutiles ironías, va envuelta en un estilo original lleno de vigor y colorido, sembrado de imágenes y descripciones y despojado de toda clase de convencionales adornos, de donde surgen ideas atrevidas que fueron motivos de escándalo.
José María Eça de Queirós nació en Póvoa de Varzim, Miño, el 25 de noviembre de 1845 y falleció en París el 16 de agosto de 1900. Hijo natural de un magistrado perteneciente a la burguesía culta, cursó la enseñanza secundaria en el Colégio da Lapa de Oporto y estudió derecho en la Universidad de Coimbra. Durante la época de sus estudios comienza su actividad literaria escribiendo unos opúsculos que más tarde serán recogidos en el volumen Prosas bárbaras. Ejerce como abogado en Lisboa (1866) y colabora en revistas literarias. En la época de la apertura del canal de Suez visitó Egipto y Palestina. Fue cónsul de su país en La Habana, Newcastle, Bristol, China y París, donde falleció. Participó en 1871 en las conferencias del Casino de Lisboa con una intervención titulada “El realismo como nueva expresión del arte”.
Eça de Queirós escribió numerosas novelas que le dieron reputación universal, entre las que destacan: El crimen del Padre Amaro (1875), relato de un amor sacrílego en un ambiente cerrado provinciano, El primo Basilio (1878), sobre el adulterio de una mujer perteneciente a la burguesía media de Lisboa, La reliquia (1887), texto complejo que funde los recuerdos de un viaje a Oriente Medio y la crítica positivista sobre la religión, y revestido de un juego entre misticismo y sensualidad, Los Maias (1888), para muchos su mejor obra, en la que critica a la burguesía y apuesta por un nuevo Portugal. Después vendrían La correspondencia de Fadrique Mendes (1890), La ilustre casa de Ramires (1900) y La ciudad de las sierras (1901), de publicación póstuma; y entre sus narraciones cortas El misterio de la carretera de Cintra, Otro milagro amable y El señor diablo. Se conservan numerosos ensayos e impresiones de viajes, abundante obra epistolar y periodística, recogido todo en varios volúmenes que forman un sugestivo panorama de la cultura europea de fin de siglo visto por un intelectual solitario que ve destruidos los valores de su mundo de origen. De todos modos, Eça de Queirós es no sólo un primera figura en Portugal, sino uno de los grandes novelistas europeos del siglo XIX. Y como dijo el escritor portugués: “El arte es un compendio de la naturaleza formado por la imaginación”.
Francisco Arias Solis
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lunes, 25 de mayo de 2009
Ricardo Molina por Francisco Arias Solís
RICARDO MOLINA
(1917-1968)
"Dulce es vivir aunque se goce en vano,
aunque se sufra en vano dulce es vivir.”
Ricardo Molina.
LA VOZ QUE CANTA Y ENCANTA
“Ricardo –escribe Dámaso Alonso- qué cantidad de armónica belleza no has dejado. Yo leo tus páginas preciosas y el corazón me palpita con desconocida intensidad”. La primera condición del canto es aceptar la vida, pregonar su excelencia. La poesía de Ricardo Molina es siempre una interpretación sensorial de su entrega a la vida. El poeta se siente expresado por la naturaleza, que es su naturaleza, la andaluza: el sol, el olivar, los largos horizontes hacia el mar... Su sabiduría se encuentra en el amor, en la identificación con el gozo mismo de vivir. Su ciencia es la vida la que se le negó pronto.
Ricardo Molina Tenor nace en Puente Genil (Córdoba) el 28 de diciembre de 1917. Poco después se traslada con su familia a Córdoba. Realizó sus primeros estudios en el Instituto Nacional de Enseñanza de Córdoba, en 1941 terminó su licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla.
En Córdoba se entregó a la actividad docente, aunque no obtuvo una plaza de funcionario público hasta 1966, y colaboró en la prensa local con multitud de artículos literarios y folklóricos. En octubre de 1947 se enciende en Córdoba la antorcha de la poesía. Aparece el primer número de Cántico, revista que fundó con Pablo García Baena, Juan Bernier, Mario López, Julio Aumente, Vicente Núñez y otros escritores y artistas cordobeses. Más tarde, Ricardo Molina se preguntaría: “¿Es ésta aquella Córdoba de la “solera pálida” / en las viejas tabernas patriarcales / cuando con voz un poco tembloroso leía / Pablo García Baena la Egloga de Belisa”.
Molina cultivó tanto la poesía como la prosa, de la que merecen destacarse sus ensayos sobre el cante flamenco, y sus reflexiones sobre la función social de la poesía. Firmó con el que sería posteriormente famoso pseudónimo Eugenio Solís. Como traductor realizó importantes versiones de poetas latinos, italianos y franceses. En 1949 obtuvo el premio Adonais Ricardo Molina muere en Córdoba el 23 de enero de 1968, tenía sólo 50 años.
Ricardo Molina canta a la vida y no a la muerte y canta a la vida y no al sueño, la otra imagen de la muerte. Ni sueño ni ensueño, sino realidad vivida hasta los bordes. Al canto lo mueve fundamentalmente el amor. Y tratándose de amor, el gran libro de Ricardo Molina es Elegías de Sandua (1948). Libro de recuerdos amorosos, biografía de dos. “Pero la vida es siempre más larga que el amor”, nos confiesa el poeta pontanés.
El río de los Angeles , Regalo de amantes , Cancionero, Corimbo, Elegía de Medina Azahara, La casa, A la luz de cada día son títulos publicados antes de su muerte. Elegía de Medina Zahara es el libro donde hay más noche y más luna. Los poetas árabes como él, cantaban a la luna, y entre las ruinas de Medina Zahara él evoca la música, el amor, la “noche escanciando / vino de luna”.
Homenaje es un libro escrito entre 1956 y 1966 que reúne más de un centenar de poemas homenajes a poetas de cualquier época: Virgilio, Ovidio, Dante, Garcilaso, Góngora, Goethe, Whitman, Bécquer, Verlaine, Rilke, Unamuno, Nietzche Juan Ramón Jiménez, Antonio y Manuel Machado, Lorca, Neruda, Salinas, Brecht, Miguel Hernández, Alberti, Dámaso Alonso, Gabriela Mistral, Gerardo Diego, Guillén, Borges, Aleixandre, Rejano, José Luis Cano, Otero, Celaya, los compañeros de Cántico...
Ricardo Molina es un infatigable paseante, Juan Bernier lo ha pintado en prosa paseando en su tierra cordobesa mientras se hermanaba con la mejor cultura suya andaluza, árabe, occidental, universal. “Me acuerdo de tu manera de enseñarnos Córdoba”, escribía Dámaso Alonso. Y este poeta cordobés tan de la tierra y cruzador de sus caminos, jamás abandonó la poesía.
El vino es el gran símbolo dionisíaco en la poesía de Molina. Córdoba es tierra de buenos vinos, igual que de hermoso sol. En el vino hay un “ardiente ruiseñor”. El poeta es otro ruiseñor. Ricardo Molina es un importante eslabón en esa cadena de cantares cuya voz y cuyo destino brillan sobre cielo y tierra, cantando, encantando con el estremecimiento puro del ruiseñor. Y como dijo el poeta pontanés: “Muy corto es el camino que conduce / de todo a nada”.
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(1917-1968)
"Dulce es vivir aunque se goce en vano,
aunque se sufra en vano dulce es vivir.”
Ricardo Molina.
LA VOZ QUE CANTA Y ENCANTA
“Ricardo –escribe Dámaso Alonso- qué cantidad de armónica belleza no has dejado. Yo leo tus páginas preciosas y el corazón me palpita con desconocida intensidad”. La primera condición del canto es aceptar la vida, pregonar su excelencia. La poesía de Ricardo Molina es siempre una interpretación sensorial de su entrega a la vida. El poeta se siente expresado por la naturaleza, que es su naturaleza, la andaluza: el sol, el olivar, los largos horizontes hacia el mar... Su sabiduría se encuentra en el amor, en la identificación con el gozo mismo de vivir. Su ciencia es la vida la que se le negó pronto.
Ricardo Molina Tenor nace en Puente Genil (Córdoba) el 28 de diciembre de 1917. Poco después se traslada con su familia a Córdoba. Realizó sus primeros estudios en el Instituto Nacional de Enseñanza de Córdoba, en 1941 terminó su licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla.
En Córdoba se entregó a la actividad docente, aunque no obtuvo una plaza de funcionario público hasta 1966, y colaboró en la prensa local con multitud de artículos literarios y folklóricos. En octubre de 1947 se enciende en Córdoba la antorcha de la poesía. Aparece el primer número de Cántico, revista que fundó con Pablo García Baena, Juan Bernier, Mario López, Julio Aumente, Vicente Núñez y otros escritores y artistas cordobeses. Más tarde, Ricardo Molina se preguntaría: “¿Es ésta aquella Córdoba de la “solera pálida” / en las viejas tabernas patriarcales / cuando con voz un poco tembloroso leía / Pablo García Baena la Egloga de Belisa”.
Molina cultivó tanto la poesía como la prosa, de la que merecen destacarse sus ensayos sobre el cante flamenco, y sus reflexiones sobre la función social de la poesía. Firmó con el que sería posteriormente famoso pseudónimo Eugenio Solís. Como traductor realizó importantes versiones de poetas latinos, italianos y franceses. En 1949 obtuvo el premio Adonais Ricardo Molina muere en Córdoba el 23 de enero de 1968, tenía sólo 50 años.
Ricardo Molina canta a la vida y no a la muerte y canta a la vida y no al sueño, la otra imagen de la muerte. Ni sueño ni ensueño, sino realidad vivida hasta los bordes. Al canto lo mueve fundamentalmente el amor. Y tratándose de amor, el gran libro de Ricardo Molina es Elegías de Sandua (1948). Libro de recuerdos amorosos, biografía de dos. “Pero la vida es siempre más larga que el amor”, nos confiesa el poeta pontanés.
El río de los Angeles , Regalo de amantes , Cancionero, Corimbo, Elegía de Medina Azahara, La casa, A la luz de cada día son títulos publicados antes de su muerte. Elegía de Medina Zahara es el libro donde hay más noche y más luna. Los poetas árabes como él, cantaban a la luna, y entre las ruinas de Medina Zahara él evoca la música, el amor, la “noche escanciando / vino de luna”.
Homenaje es un libro escrito entre 1956 y 1966 que reúne más de un centenar de poemas homenajes a poetas de cualquier época: Virgilio, Ovidio, Dante, Garcilaso, Góngora, Goethe, Whitman, Bécquer, Verlaine, Rilke, Unamuno, Nietzche Juan Ramón Jiménez, Antonio y Manuel Machado, Lorca, Neruda, Salinas, Brecht, Miguel Hernández, Alberti, Dámaso Alonso, Gabriela Mistral, Gerardo Diego, Guillén, Borges, Aleixandre, Rejano, José Luis Cano, Otero, Celaya, los compañeros de Cántico...
Ricardo Molina es un infatigable paseante, Juan Bernier lo ha pintado en prosa paseando en su tierra cordobesa mientras se hermanaba con la mejor cultura suya andaluza, árabe, occidental, universal. “Me acuerdo de tu manera de enseñarnos Córdoba”, escribía Dámaso Alonso. Y este poeta cordobés tan de la tierra y cruzador de sus caminos, jamás abandonó la poesía.
El vino es el gran símbolo dionisíaco en la poesía de Molina. Córdoba es tierra de buenos vinos, igual que de hermoso sol. En el vino hay un “ardiente ruiseñor”. El poeta es otro ruiseñor. Ricardo Molina es un importante eslabón en esa cadena de cantares cuya voz y cuyo destino brillan sobre cielo y tierra, cantando, encantando con el estremecimiento puro del ruiseñor. Y como dijo el poeta pontanés: “Muy corto es el camino que conduce / de todo a nada”.
Francisco Arias Solis
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Luis Rosales por Francisco Arias Solís
LUIS ROSALES
(1910-1992)
“La Creación sigue abierta paso a paso
y tiene en ti un trasplante de alegría ,
la mano eres de Dios, Pablo Picasso,
que hace el mundo de nuevo cada día.”
Luis Rosales.
LA VOZ DE LA MEMORIA DEL VIVIR
Luis Rosales, poeta de la generación del 36, sólo vive desviviéndose. Lentamente se desvive Rosales en su poesía. Desde su juventud, era ya para los amigos “el poeta Rosales”. En el se adivinaba la realización de la poesía como forma de vida. La poesía formaba parte de su realidad. Es decir, la poesía era su condición, su ambiente, su morada. Probablemente por esto Rosales no ha abandonado nunca la poesía, ni la ha sacrificado a otra cosa.
Luis Rosales nace en Granada el 31 de mayo de 1910. En su ciudad natal cursa los estudios primarios y secundarios. Se licencia y doctora en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, ciudad donde residió y donde murió el 24 de octubre de 1992.
Fue secretario de la revista Escorial. Estuvo también unido al grupo de José Bergamín, en torno a la revista Cruz y Raya. Fue durante años director de la revista del Instituto de Cultura Hispánica Cuadernos Hispanoamericanos y de la revista Nueva Estafeta. En 1962 es elegido miembro de la Real Academia Española. Por su obra Rimas (1951), obtuvo el Premio Nacional de Poesía, por su obra Lírica española (1973), obtuvo ex aequo con Antonio Gallego Morell, el Premio Miguel de Unamuno y por su obra Un rostro en cada ola (984), el Premio Ciudad de Melilla. También ha obtenido el Premio Mariano de Cavia en 1962 y el Premio de la Crítica en 1970. Finalmente, ha sido galardonado con el Premio Miguel de Cervantes en 1982.
Rosales empezó en Abril (1935), su primer libro, escribiendo poesía amorosa: como Garcilaso, como Lope, como Espronceda, como Bécquer, como Salinas; pero luego llegó –como Antonio Machado- a escribir “poesía enamorada”, que no es lo mismo y es más sutil. Algunos estudiosos recuerdan con relación a Abril, al Jorge Guillén de Cántico. Sonetos, décimas, romances octosílabos mostraban su preocupación formal, la búsqueda de un clasicismo del verso y la estrofa, en los que igualmente se instalaba su compañero de la generación del 36, Miguel Hernández. Todos los comentaristas de Abril destacan la presencia religiosa de este primer libro del joven poeta granadino. Religiosidad que también aparece en los poemas juveniles de Miguel Hernández, pero que estaba casi por completo ausente –con la excepción de Gerardo Diego- en los poetas del 27. A este libro le siguió, después de la guerra civil, Retablo sacro del Nacimiento del Señor (1940), de impecable corrección formal y del que publicó en 1964, una segunda versión aumentada.
Pero, quizá sea La casa encendida la obra más importante de Rosales. Se publicó por primera vez en 1949, una nueva versión algo más ampliada, apareció en 1967. La casa encendida es un poema largo, de verso libre, en el que se aproxima a los giros realistas y, a la vez, al superrealismo aumentando su emotividad anterior. Rimas (1951) es más conceptual e intimista. El contenido del corazón (1969) es un magnífico libro de poemas en prosa. Ha escrito también un estudio sobre Cervantes y la libertad (1960), Antología de la poesía heroica española en colaboración con Luis Felipe Vivanco, Primavera y flor de la literatura hispánica (1967), antología en colaboración con Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato. Publicó además: Canciones (1973), Como el corte hace sangre (1974), Diario de una resurrección (1978), Un puñado de pájaros (1979), Un rostro en cada ola (1981) y Oigo el silencio universal del miedo (1984).
Fue en los poetas “puros”, desde Juan Ramón Jiménez a Guillén y a Aleixandre, donde ciertamente tuvo su aprendizaje y devoción Luis Rosales. El buscaba la palabra limpia, la rima absolutamente limpia, la expresión ágil para llegar con toda pureza a la manifestación más clara, más evidente de las más universales certezas del corazón.
“Quiero –escribe Rosales- decir una cosa tan sólo, que creo en la poesía, y lo diré, y lo seguiré diciendo”. Y uno llega al convencimiento de que sin la poesía, Rosales no hubiera podido vivir. “Si es que algo queda –continúa escribiendo Rosales-, en la ceniza de mis palabras será también poesía. Vivir es ver volver. El tiempo pasa; las cosas que quisimos son caedizas, fugitivas se van. Y esto es morir: borrarse de sí mismo”.
Su verso y su prosa son, a sabiendas una viva memoria de lo verdadero, para mantener, como se pueda, “esa memoria del vivir, que es la unidad de nuestra vida personal, la poesía, y solamente la poesía”.
Francisco Arias Solis
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(1910-1992)
“La Creación sigue abierta paso a paso
y tiene en ti un trasplante de alegría ,
la mano eres de Dios, Pablo Picasso,
que hace el mundo de nuevo cada día.”
Luis Rosales.
LA VOZ DE LA MEMORIA DEL VIVIR
Luis Rosales, poeta de la generación del 36, sólo vive desviviéndose. Lentamente se desvive Rosales en su poesía. Desde su juventud, era ya para los amigos “el poeta Rosales”. En el se adivinaba la realización de la poesía como forma de vida. La poesía formaba parte de su realidad. Es decir, la poesía era su condición, su ambiente, su morada. Probablemente por esto Rosales no ha abandonado nunca la poesía, ni la ha sacrificado a otra cosa.
Luis Rosales nace en Granada el 31 de mayo de 1910. En su ciudad natal cursa los estudios primarios y secundarios. Se licencia y doctora en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, ciudad donde residió y donde murió el 24 de octubre de 1992.
Fue secretario de la revista Escorial. Estuvo también unido al grupo de José Bergamín, en torno a la revista Cruz y Raya. Fue durante años director de la revista del Instituto de Cultura Hispánica Cuadernos Hispanoamericanos y de la revista Nueva Estafeta. En 1962 es elegido miembro de la Real Academia Española. Por su obra Rimas (1951), obtuvo el Premio Nacional de Poesía, por su obra Lírica española (1973), obtuvo ex aequo con Antonio Gallego Morell, el Premio Miguel de Unamuno y por su obra Un rostro en cada ola (984), el Premio Ciudad de Melilla. También ha obtenido el Premio Mariano de Cavia en 1962 y el Premio de la Crítica en 1970. Finalmente, ha sido galardonado con el Premio Miguel de Cervantes en 1982.
Rosales empezó en Abril (1935), su primer libro, escribiendo poesía amorosa: como Garcilaso, como Lope, como Espronceda, como Bécquer, como Salinas; pero luego llegó –como Antonio Machado- a escribir “poesía enamorada”, que no es lo mismo y es más sutil. Algunos estudiosos recuerdan con relación a Abril, al Jorge Guillén de Cántico. Sonetos, décimas, romances octosílabos mostraban su preocupación formal, la búsqueda de un clasicismo del verso y la estrofa, en los que igualmente se instalaba su compañero de la generación del 36, Miguel Hernández. Todos los comentaristas de Abril destacan la presencia religiosa de este primer libro del joven poeta granadino. Religiosidad que también aparece en los poemas juveniles de Miguel Hernández, pero que estaba casi por completo ausente –con la excepción de Gerardo Diego- en los poetas del 27. A este libro le siguió, después de la guerra civil, Retablo sacro del Nacimiento del Señor (1940), de impecable corrección formal y del que publicó en 1964, una segunda versión aumentada.
Pero, quizá sea La casa encendida la obra más importante de Rosales. Se publicó por primera vez en 1949, una nueva versión algo más ampliada, apareció en 1967. La casa encendida es un poema largo, de verso libre, en el que se aproxima a los giros realistas y, a la vez, al superrealismo aumentando su emotividad anterior. Rimas (1951) es más conceptual e intimista. El contenido del corazón (1969) es un magnífico libro de poemas en prosa. Ha escrito también un estudio sobre Cervantes y la libertad (1960), Antología de la poesía heroica española en colaboración con Luis Felipe Vivanco, Primavera y flor de la literatura hispánica (1967), antología en colaboración con Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato. Publicó además: Canciones (1973), Como el corte hace sangre (1974), Diario de una resurrección (1978), Un puñado de pájaros (1979), Un rostro en cada ola (1981) y Oigo el silencio universal del miedo (1984).
Fue en los poetas “puros”, desde Juan Ramón Jiménez a Guillén y a Aleixandre, donde ciertamente tuvo su aprendizaje y devoción Luis Rosales. El buscaba la palabra limpia, la rima absolutamente limpia, la expresión ágil para llegar con toda pureza a la manifestación más clara, más evidente de las más universales certezas del corazón.
“Quiero –escribe Rosales- decir una cosa tan sólo, que creo en la poesía, y lo diré, y lo seguiré diciendo”. Y uno llega al convencimiento de que sin la poesía, Rosales no hubiera podido vivir. “Si es que algo queda –continúa escribiendo Rosales-, en la ceniza de mis palabras será también poesía. Vivir es ver volver. El tiempo pasa; las cosas que quisimos son caedizas, fugitivas se van. Y esto es morir: borrarse de sí mismo”.
Su verso y su prosa son, a sabiendas una viva memoria de lo verdadero, para mantener, como se pueda, “esa memoria del vivir, que es la unidad de nuestra vida personal, la poesía, y solamente la poesía”.
Francisco Arias Solis
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domingo, 24 de mayo de 2009
Manuel Andújar por Francisco Arias Solís
MANUEL ANDUJAR
(1913-1994)
Dormís,
rendidas las pupilas
por sudarios de bancales
y las desiertas esquinas.
En vez de cirios, llamas.
Un gemido seco
impregna de humedad
las hostiles moradas
Geografía española de la muerte.”
Manuel Andújar.
LA VOZ DE UN HONDO PENAR
“Penar –decía Andujar-, es una palabra sureña, rica y terruñera, que no dice del mismo modo ni con inflexión pareja en Andalucía que en el resto de España. Penar es un poco cante jondo”.
Manuel Andujar Muñoz nació en La Carolina, provincia de Jaén, el 4 de enero de 1913. Antes de la guerra residió alternativamente en Linares, Málaga, Madrid, Lérida, Barcelona. En Málaga cursó la carrera de comercio y en Madrid terminó sus estudios de perito mercantil. Ejerció el periodismo y funciones administrativas. En enero de 1939 pasa a Francia, donde fue internado en el campo de concentración de Saint-Cyprien; el mismo año embarcó hacia México en la expedición del Sinaia. "De Sète a Veracruz-nos cuenta Andújar-, el Sinaia, un viejo barco matalón transportó -avanzado mayo, al 13 de junio de 1939- a más de 1.600 republicanos españoles. Procedentes en su gran mayoría, de los campos de concentración franceses. Entre ellos, nutrido y lucido haz de intelectuales, escritores y artistas". Andújar vivió todo el exilio en México hasta su regreso a España en 1967, excepto una estancia en Santiago de Chile de 1956 a 1957. Ha sido librero, corresponsal, agente de editoriales (estuvo más de once años en la famosa editorial mexicana Fondo de Cultura Económica), pero destaca por su importante obra literaria como poeta y narrador. Fundó la revista Las Españas, con José Ramón Arana, una de las más importantes revistas del exilio. A su regreso a España, compagina su labor de escritor con su trabajo en Alianza Editorial. Manuel Andujar muere en una residencia de ancianos madrileña, justamente el 14 de abril de 1994.
Andujar ha abordado prácticamente todos los géneros literarios: poesía, teatro, crónica, ensayo, narrativa breve, novela. Es uno de nuestros más exigentes e importantes novelistas del siglo XX.
Toda la producción narrativa de Andujar se encuadra en un vasto ciclo titulado “Lares y penares” en el que con absoluta independencia temática y clara evolución formal, se realiza una interpretación novelada de la España del siglo XX. Desde su más recientes obras, tentadas por nuevos moldes expresivos y por una progresiva concepción simbólica del relato, la serie de Manuel Andujar es una indignación profundamente ética del comportamiento humano del pueblo español que ha configurado su trayectoria histórica. De esta manera lo particular y lo social se compenetran de forma indisoluble al servicio de un mensaje profundamente humano y social.
“Lares y penares” se inicia con Cristal herido (1945), primera muestra novelesca de Andujar, que a pesar de ser un primer libro nos presenta a un escritor de seguro instinto narrativo. Con ella da paso Andujar a una exploración organizada de la España de preguerra que se realiza en la trilogía Vísperas: Llanura (1947), El vencido (1949) y El destino de Lázaro (1959).
Llanura es una novela que, sin deseo de buscarle filiaciones literarias, comparte la estructura del drama rural con la de novela de asunto caciquil. El vencido nos traslada a la zona minera jienense donde Miguel consigue pasar de hijo de un modesto obrero a rico empresario, pero ello no le salvará de su irremediable soledad, pues el triunfo económico no conlleva satisfacción espiritual. El destino de Lázaro se desarrolla en un recinto portuario, y en la misma, la tesis social o la censura de las anteriores, cede el paso a una historia más particularizada en la que, por otra parte, un aliento de esperanza ha empezado a infiltrarse.
“Lares y penares” posee otra novela mayor, Historias de una historia (1973), individualmente su libro más importante. Esta novela está situada en la guerra –contada desde el lado republicano-. Resalta en el libro ese aire de verdad que posee toda literatura auténtica, sobre todo porque la obra no obedece a unos esquemas previos ni a ninguna clase de maniqueísmo, sino a unas motivaciones estrictamente humanas. El ciclo novelístico de Andujar se completa con La voz y la sangre (1984), Cita de fantasmas (1984) y Mágica fecha (1989). En 1992 vio la luz su novela Un caballero de barba azafranada , cuya temática, centrada en la historia de dos mujeres, marca una distancia con respecto a su anterior producción.
Andujar publica su primera colección de poesía , La propia imagen, en 1961, en México. El siguiente libro de poesía, Campana y cadena, se edita en España en 1965. Otras obras poéticas son: Fechas de un retorno (1979) y Sentires y querencias (1984). Entre sus ensayos más relevantes se cuentan La literatura catalana en el destierro, Andalucía e Hispanoamérica: Crisol de mestizajes (1982) y Signos de admiración (1986). Entre sus obras teatrales destacan: El primer juicio final y El sueño robado, publicadas ambas en 1962. Y entre los cuentos y crónicas-relatos podemos citar: Los lugares vacíos, La franja luminosa, Secretos augurios, Partiendo de la angustia y Saint Cyprien , plage, campo de concentración (1942), sobre su experiencia en este campo de concentración.
La literatura de Andujar es fundamentalmente interpretativa. En cualquier caso, y en toda su obra, resulta de vital importancia el talante ético del autor, que curiosamente, no le lleva a ninguna clase de moralización. Tras un tono crítico, tras una palabra cruda, se ocultan siempre un gran dolor, un hondo penar y un gran amor. Esto es muy patente en una serie de poemas dedicados a España: a la España que el desterrado contempló –entrevió- en su realidad –no en su sueño de desterrado- durante un breve viaje: “Con recatado amor / y pasión requemada / adobáis la espera / mientras / lejanos árboles de ocres y cenizas, / sempiternas caras cenceñas, / roídas murallas amarillas y flamantes máquinas, / la madeja devanan / de España”.
Francisco Arias Solis
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(1913-1994)
Dormís,
rendidas las pupilas
por sudarios de bancales
y las desiertas esquinas.
En vez de cirios, llamas.
Un gemido seco
impregna de humedad
las hostiles moradas
Geografía española de la muerte.”
Manuel Andújar.
LA VOZ DE UN HONDO PENAR
“Penar –decía Andujar-, es una palabra sureña, rica y terruñera, que no dice del mismo modo ni con inflexión pareja en Andalucía que en el resto de España. Penar es un poco cante jondo”.
Manuel Andujar Muñoz nació en La Carolina, provincia de Jaén, el 4 de enero de 1913. Antes de la guerra residió alternativamente en Linares, Málaga, Madrid, Lérida, Barcelona. En Málaga cursó la carrera de comercio y en Madrid terminó sus estudios de perito mercantil. Ejerció el periodismo y funciones administrativas. En enero de 1939 pasa a Francia, donde fue internado en el campo de concentración de Saint-Cyprien; el mismo año embarcó hacia México en la expedición del Sinaia. "De Sète a Veracruz-nos cuenta Andújar-, el Sinaia, un viejo barco matalón transportó -avanzado mayo, al 13 de junio de 1939- a más de 1.600 republicanos españoles. Procedentes en su gran mayoría, de los campos de concentración franceses. Entre ellos, nutrido y lucido haz de intelectuales, escritores y artistas". Andújar vivió todo el exilio en México hasta su regreso a España en 1967, excepto una estancia en Santiago de Chile de 1956 a 1957. Ha sido librero, corresponsal, agente de editoriales (estuvo más de once años en la famosa editorial mexicana Fondo de Cultura Económica), pero destaca por su importante obra literaria como poeta y narrador. Fundó la revista Las Españas, con José Ramón Arana, una de las más importantes revistas del exilio. A su regreso a España, compagina su labor de escritor con su trabajo en Alianza Editorial. Manuel Andujar muere en una residencia de ancianos madrileña, justamente el 14 de abril de 1994.
Andujar ha abordado prácticamente todos los géneros literarios: poesía, teatro, crónica, ensayo, narrativa breve, novela. Es uno de nuestros más exigentes e importantes novelistas del siglo XX.
Toda la producción narrativa de Andujar se encuadra en un vasto ciclo titulado “Lares y penares” en el que con absoluta independencia temática y clara evolución formal, se realiza una interpretación novelada de la España del siglo XX. Desde su más recientes obras, tentadas por nuevos moldes expresivos y por una progresiva concepción simbólica del relato, la serie de Manuel Andujar es una indignación profundamente ética del comportamiento humano del pueblo español que ha configurado su trayectoria histórica. De esta manera lo particular y lo social se compenetran de forma indisoluble al servicio de un mensaje profundamente humano y social.
“Lares y penares” se inicia con Cristal herido (1945), primera muestra novelesca de Andujar, que a pesar de ser un primer libro nos presenta a un escritor de seguro instinto narrativo. Con ella da paso Andujar a una exploración organizada de la España de preguerra que se realiza en la trilogía Vísperas: Llanura (1947), El vencido (1949) y El destino de Lázaro (1959).
Llanura es una novela que, sin deseo de buscarle filiaciones literarias, comparte la estructura del drama rural con la de novela de asunto caciquil. El vencido nos traslada a la zona minera jienense donde Miguel consigue pasar de hijo de un modesto obrero a rico empresario, pero ello no le salvará de su irremediable soledad, pues el triunfo económico no conlleva satisfacción espiritual. El destino de Lázaro se desarrolla en un recinto portuario, y en la misma, la tesis social o la censura de las anteriores, cede el paso a una historia más particularizada en la que, por otra parte, un aliento de esperanza ha empezado a infiltrarse.
“Lares y penares” posee otra novela mayor, Historias de una historia (1973), individualmente su libro más importante. Esta novela está situada en la guerra –contada desde el lado republicano-. Resalta en el libro ese aire de verdad que posee toda literatura auténtica, sobre todo porque la obra no obedece a unos esquemas previos ni a ninguna clase de maniqueísmo, sino a unas motivaciones estrictamente humanas. El ciclo novelístico de Andujar se completa con La voz y la sangre (1984), Cita de fantasmas (1984) y Mágica fecha (1989). En 1992 vio la luz su novela Un caballero de barba azafranada , cuya temática, centrada en la historia de dos mujeres, marca una distancia con respecto a su anterior producción.
Andujar publica su primera colección de poesía , La propia imagen, en 1961, en México. El siguiente libro de poesía, Campana y cadena, se edita en España en 1965. Otras obras poéticas son: Fechas de un retorno (1979) y Sentires y querencias (1984). Entre sus ensayos más relevantes se cuentan La literatura catalana en el destierro, Andalucía e Hispanoamérica: Crisol de mestizajes (1982) y Signos de admiración (1986). Entre sus obras teatrales destacan: El primer juicio final y El sueño robado, publicadas ambas en 1962. Y entre los cuentos y crónicas-relatos podemos citar: Los lugares vacíos, La franja luminosa, Secretos augurios, Partiendo de la angustia y Saint Cyprien , plage, campo de concentración (1942), sobre su experiencia en este campo de concentración.
La literatura de Andujar es fundamentalmente interpretativa. En cualquier caso, y en toda su obra, resulta de vital importancia el talante ético del autor, que curiosamente, no le lleva a ninguna clase de moralización. Tras un tono crítico, tras una palabra cruda, se ocultan siempre un gran dolor, un hondo penar y un gran amor. Esto es muy patente en una serie de poemas dedicados a España: a la España que el desterrado contempló –entrevió- en su realidad –no en su sueño de desterrado- durante un breve viaje: “Con recatado amor / y pasión requemada / adobáis la espera / mientras / lejanos árboles de ocres y cenizas, / sempiternas caras cenceñas, / roídas murallas amarillas y flamantes máquinas, / la madeja devanan / de España”.
Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
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sábado, 23 de mayo de 2009
Amado Nervo por Francisco Arias Solís
AMADO NERVO
(1870-1919)
“Más que las rosas, amo los lirios,
y las gardenias inmaculadas;
más que los claveles de sangre y fuego,
la sensitiva mi vista encanta...”.
Amado Servo.
LA VOZ DEL POETA SENSITIVO
Para llegar a la bondad extrema y la dejación que lo hicieron tan grato a todos los ojos, trataba de convencerse de que sólo era pensamiento, de que no existía: “Dios sí existe / nosotros somos lo que no existimos”.
Su espíritu de renunciación lo perdonaba todo. El odio no se alojaba en su pecho. Una vez en su propia casa, le robaron algún dinero. La cantidad era considerable. Nervo sospechó del ladrón, y se avistó con un jefe de policía para que rogara al miserable la restitución , no de los dineros, sino de la cartera vacía, recuerdo de una mujer a la que había amado mucho. Por ese camino de la bondad y la sencillez llegó al éxito y fue tremendamente popular: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
Amado Nervo, por encima de todo es un fiel representante del poema de la belle époque. Bueno, sentimental, inconstante. Enamorado eterno de la mujer, melancólico y con porte parisino. Reunió todas las cualidades para obtener un gran éxito, tanto en lo que se refiere a su persona como a su obra, ambas muy del gusto de la gente refinada de aquellos tiempos pasados. En el último año de su vida, en una conferencia pronunciada en Buenos Aires dirige sus palabras a las mujeres, “yo empecé a quereros a vosotras antes que vosotras me conocierais a mí”. A su muerte, en Montevideo, hubo duelo nacional y el gobierno de Uruguay lo transportó a México en uno de sus cruceros, entrando en Veracruz escoltado por otros cuatro que enviaron la Argentina y Cuba. Fue enterrado en la Rotonda de Hombres Ilustres. La popularidad de Nervo fue extraordinaria, y su poesía fue, sin duda, una de las más representativas del modernismo.
Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo Ordaz nace en Tepic, ciudad mexicana, el 27 de agosto de 1870. Estudia Derecho y Teología, Abandonó la carrera eclesiástica para abrazar el periodismo. Realiza una activa labor poética en su patria, en los albores del silgo XX, perteneciendo a los grupos modernistas de la Revista Azul. Posteriormente vive en París, donde ejerce como periodista, y desde allí marcha a Italia. Es nombrado profesor de Literatura en la Escuela Nacional de México.
Como diplomático reside en Madrid (1908-1918). Sus fechas más señaladas, las vive en la capital de España, donde traba amistad con Rubén Darío, y con la inspiradora de su famoso poema La amada inmóvil, Ana Cecilia Daillez. Un día frío entierra a su bien amada, principal musa poética, la que le desespera con su quietud en el recuerdo por más que intenta resucitarla en sus versos.
Es nombrado embajador plenipotenciario en Buenos Aires y Montevideo. Amado Nervo muere en Montevideo el 14 de mayo de 1919.
“Busco –llegó a confesar- el tono discreto, el matiz medio, el colorido que no detona”. Su poesía, lírica, es delicada y elegante, con acento religioso y honda preocupación por los problemas de la existencia humana, el dolor y la muerte. Toda su obra, aun con sus juegos y sus ironías, está influida por la imitación de Kempis, que pareció ser su libro de cabecera. Entre sus numerosos libros poéticos destacan: Perlas negras (1898), Místicas (1898), Poemas (1901), Lira heroica (1902) El éxodo y las flores del camino (1902) Los jardines interiores (1905), En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917), Plenitud (1918) y El estanque de los lotos (1919); otras dos obras, La amada inmóvil y El arquero divino aparecieron póstumamente. Escribió también algunas novelas: El bachiller (1895), Pascual Aguilera (1896), El domador de almas (1899), El sexto sentido (1918) y Amnesia (1918).
Rubén Darío decía del poeta mexicano: “Sensitivo, verleniano, virtuoso en la ejecución del verso, y, sobre todo, sincero y de conciencia, que en esto, como en todo, es lo principal; tiene su triunfo seguro”.
Amado Nervo, poeta radical, ha resistido y resiste los embates de los modos y modas literarias. Mientras haya personas sensitivas amantes de la claridad, de la música y de la hermosa palabra, la poesía del gran bardo mexicano tendrá un lugar de honor en el corazón de las gentes que se duelen, aman y esperan. Y como dijo nuestro poeta: “El amor es un lázaro perenne / cuando apenas ha muerto, resucita”.
Francisco Arias Solis
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(1870-1919)
“Más que las rosas, amo los lirios,
y las gardenias inmaculadas;
más que los claveles de sangre y fuego,
la sensitiva mi vista encanta...”.
Amado Servo.
LA VOZ DEL POETA SENSITIVO
Para llegar a la bondad extrema y la dejación que lo hicieron tan grato a todos los ojos, trataba de convencerse de que sólo era pensamiento, de que no existía: “Dios sí existe / nosotros somos lo que no existimos”.
Su espíritu de renunciación lo perdonaba todo. El odio no se alojaba en su pecho. Una vez en su propia casa, le robaron algún dinero. La cantidad era considerable. Nervo sospechó del ladrón, y se avistó con un jefe de policía para que rogara al miserable la restitución , no de los dineros, sino de la cartera vacía, recuerdo de una mujer a la que había amado mucho. Por ese camino de la bondad y la sencillez llegó al éxito y fue tremendamente popular: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
Amado Nervo, por encima de todo es un fiel representante del poema de la belle époque. Bueno, sentimental, inconstante. Enamorado eterno de la mujer, melancólico y con porte parisino. Reunió todas las cualidades para obtener un gran éxito, tanto en lo que se refiere a su persona como a su obra, ambas muy del gusto de la gente refinada de aquellos tiempos pasados. En el último año de su vida, en una conferencia pronunciada en Buenos Aires dirige sus palabras a las mujeres, “yo empecé a quereros a vosotras antes que vosotras me conocierais a mí”. A su muerte, en Montevideo, hubo duelo nacional y el gobierno de Uruguay lo transportó a México en uno de sus cruceros, entrando en Veracruz escoltado por otros cuatro que enviaron la Argentina y Cuba. Fue enterrado en la Rotonda de Hombres Ilustres. La popularidad de Nervo fue extraordinaria, y su poesía fue, sin duda, una de las más representativas del modernismo.
Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo Ordaz nace en Tepic, ciudad mexicana, el 27 de agosto de 1870. Estudia Derecho y Teología, Abandonó la carrera eclesiástica para abrazar el periodismo. Realiza una activa labor poética en su patria, en los albores del silgo XX, perteneciendo a los grupos modernistas de la Revista Azul. Posteriormente vive en París, donde ejerce como periodista, y desde allí marcha a Italia. Es nombrado profesor de Literatura en la Escuela Nacional de México.
Como diplomático reside en Madrid (1908-1918). Sus fechas más señaladas, las vive en la capital de España, donde traba amistad con Rubén Darío, y con la inspiradora de su famoso poema La amada inmóvil, Ana Cecilia Daillez. Un día frío entierra a su bien amada, principal musa poética, la que le desespera con su quietud en el recuerdo por más que intenta resucitarla en sus versos.
Es nombrado embajador plenipotenciario en Buenos Aires y Montevideo. Amado Nervo muere en Montevideo el 14 de mayo de 1919.
“Busco –llegó a confesar- el tono discreto, el matiz medio, el colorido que no detona”. Su poesía, lírica, es delicada y elegante, con acento religioso y honda preocupación por los problemas de la existencia humana, el dolor y la muerte. Toda su obra, aun con sus juegos y sus ironías, está influida por la imitación de Kempis, que pareció ser su libro de cabecera. Entre sus numerosos libros poéticos destacan: Perlas negras (1898), Místicas (1898), Poemas (1901), Lira heroica (1902) El éxodo y las flores del camino (1902) Los jardines interiores (1905), En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917), Plenitud (1918) y El estanque de los lotos (1919); otras dos obras, La amada inmóvil y El arquero divino aparecieron póstumamente. Escribió también algunas novelas: El bachiller (1895), Pascual Aguilera (1896), El domador de almas (1899), El sexto sentido (1918) y Amnesia (1918).
Rubén Darío decía del poeta mexicano: “Sensitivo, verleniano, virtuoso en la ejecución del verso, y, sobre todo, sincero y de conciencia, que en esto, como en todo, es lo principal; tiene su triunfo seguro”.
Amado Nervo, poeta radical, ha resistido y resiste los embates de los modos y modas literarias. Mientras haya personas sensitivas amantes de la claridad, de la música y de la hermosa palabra, la poesía del gran bardo mexicano tendrá un lugar de honor en el corazón de las gentes que se duelen, aman y esperan. Y como dijo nuestro poeta: “El amor es un lázaro perenne / cuando apenas ha muerto, resucita”.
Francisco Arias Solis
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jueves, 21 de mayo de 2009
Delmira Agustini por Francisco Arias Solis
DELMIRA AGUSTINI
(1886-1914)
“Yo muero extrañamente... No me mata la vida,
no me mata la muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne y no alcanza a dar flor?”
Delmira Agustini.
LA VOZ DE UN PROFUNDO Y ANHELANTE SOÑAR
¿Presagiaba Delmira en estos versos su trágico fin? Lo cierto es que se casó con un hombre vulgar y corriente, que sin duda la quería, pero que no llegó a comprenderla. Realmente debía ser muy difícil comprender a un alma tan compleja como la de Delmira Agustini. Se separaron a los pocos días, pero aún siguieron reuniéndose a hurtadillas, como amantes ilegítimos. Un día él la citó para una entrevista; la mató y acto seguido se suicidó.
Delmira Agustini nació en Montevideo el 24 de octubre de 1886 y murió en la misma ciudad asesinada por su ex marido el 6 de julio de 1914. Compuso versos desde su niñez y estudió francés, música y pintura. Vivió admirada y agasajada. “La Nena”, como se conocía familiarmente a la poetisa uruguaya, era hija de familia rica, se había educado en el mejor ambiente para el cultivo de la poesía y de la música, sus dos aficiones dominantes. Por sus venas corría sangre de razas diversas: uno de sus abuelos era francés; otro alemán; sus dos abuelas, uruguayas. Ella era rubia y hermosa. Con un temperamento ardiente y una inteligencia precoz, soñó con exprimir de la vida los mejores zumos. Su vida terminó trágicamente a manos de su ex marido Enrique J. Reyes, negociante de ganado caballar, con quien había contraído matrimonio el 14 de agosto de 1913, y de quien ella se había divorciado el 5 de junio de 1914.
Todavía adolescente, casi una niña asombró y escandalizó a la burguesa sociedad rioplatense con unos cuantos libros de versos El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913); en los que cantaba al amor. Completan su producción El rosario de Eros y Los astros del abismo, que fueron publicados póstumamente en 1924. En 1969 apareció su Correspondencia íntima. Por vez primera una mujer joven y bella, abría su corazón, y con un lenguaje tan audaz como poético y sugestivo sacaba a la luz sus más íntimos sentires. En El rosario de Eros, exclama la poetisa: “¡Mi vida toda canta, besa, ríe! / ¡Mi vida toda es una boca en flor!” En la carta que le escribió Don Miguel de Unamuno, el 15 de abril de 1910, en la que analiza algunos de los versos de su obra Cantos de la mañana, al referirse al verso “Fuerte como en los brazos de Dios”, Unamuno comenta: “Qué poético, es decir, ¡qué intensamente verdadero es esto! Y los brazos de Dios son la soledad”.
Agustini colaboró en las revistas La Alborada y Apolo. Formó parte de la generación de 1900, a la que también pertenecieron Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones y Rubén Darío, y fue una de las pocas mujeres que perteneció al grupo poético del Río de la Plata (1910-1920). Su poesía, marcadamente erótica y enraizada por completo en la estética modernista, se caracterizó por la abundancia en imágenes y metáforas y por una temática centrada en la consumación espiritual y amorosa. Poesía de un profundo y anhelante soñar: con lenguaje audaz, tempestuoso y sugestivo expone sus sentimientos más íntimos. Los cálices vacíos es una obra de erotismo dramático y sensualidad, ansias de goce y anhelos sexuales hasta entonces velados tras metáforas en la poesía femenina, pero que en ella se hacen palpables. Por otro lado, en su poesía se observa la lucha entre la realidad y sueños, entre cuerpo y alma, yendo la autora de uno a otro en la búsqueda de sí misma. Agustini está considerada una de las iniciadoras de la poesía femenina hispanoamericana.
La aparición de Delmira Agustini, junto a otras inolvidables poetisas en las letras del Continente americano a principios del siglo pasado constituye uno de los hechos más notables de toda la historia de la cultura hispánica. En el coro muy nutrido, de poetisas uruguayas destacan dos voces de calidad: la de Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou. Un signo trágico, parecido al de Delmira, presidió también la vida de Alfonsina Storni
Hay en la poesía de Agustini, que se beneficia de todas las conquistas formales del modernismo, evidentes influencias de Rubén Darío, y aún más evidentes de D’Annunzio. Pero hay también en ella un estilo personal que se caracteriza por el lenguaje tempestuoso y lleno de fuego. Sin embargo, ese torrente abrasador no ha pasado directo del corazón al poema. Antes de plasmarse en éste, ha sido filtrado por el cerebro, de modo que toda esa poesía, amasada con el barro humano más grosero, queda en virtud del arte, ennoblecida, casi purificada y transformada en materia estética de la más alta calidad. Poemas como Plegaria, Lo inefable, Mis amores, El intruso, Las alas, Desde lejos, Nocturno, La sed y el citado El rosario de Eros, merecen figurar al lado de los mejores de la lengua castellana. Y como dijo la poetisa uruguaya: “... nos velará llorando, llorando hasta morirse / nuestro hijo: el recuerdo”.
Francisco Arias Solis
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Gracias.
(1886-1914)
“Yo muero extrañamente... No me mata la vida,
no me mata la muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne y no alcanza a dar flor?”
Delmira Agustini.
LA VOZ DE UN PROFUNDO Y ANHELANTE SOÑAR
¿Presagiaba Delmira en estos versos su trágico fin? Lo cierto es que se casó con un hombre vulgar y corriente, que sin duda la quería, pero que no llegó a comprenderla. Realmente debía ser muy difícil comprender a un alma tan compleja como la de Delmira Agustini. Se separaron a los pocos días, pero aún siguieron reuniéndose a hurtadillas, como amantes ilegítimos. Un día él la citó para una entrevista; la mató y acto seguido se suicidó.
Delmira Agustini nació en Montevideo el 24 de octubre de 1886 y murió en la misma ciudad asesinada por su ex marido el 6 de julio de 1914. Compuso versos desde su niñez y estudió francés, música y pintura. Vivió admirada y agasajada. “La Nena”, como se conocía familiarmente a la poetisa uruguaya, era hija de familia rica, se había educado en el mejor ambiente para el cultivo de la poesía y de la música, sus dos aficiones dominantes. Por sus venas corría sangre de razas diversas: uno de sus abuelos era francés; otro alemán; sus dos abuelas, uruguayas. Ella era rubia y hermosa. Con un temperamento ardiente y una inteligencia precoz, soñó con exprimir de la vida los mejores zumos. Su vida terminó trágicamente a manos de su ex marido Enrique J. Reyes, negociante de ganado caballar, con quien había contraído matrimonio el 14 de agosto de 1913, y de quien ella se había divorciado el 5 de junio de 1914.
Todavía adolescente, casi una niña asombró y escandalizó a la burguesa sociedad rioplatense con unos cuantos libros de versos El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913); en los que cantaba al amor. Completan su producción El rosario de Eros y Los astros del abismo, que fueron publicados póstumamente en 1924. En 1969 apareció su Correspondencia íntima. Por vez primera una mujer joven y bella, abría su corazón, y con un lenguaje tan audaz como poético y sugestivo sacaba a la luz sus más íntimos sentires. En El rosario de Eros, exclama la poetisa: “¡Mi vida toda canta, besa, ríe! / ¡Mi vida toda es una boca en flor!” En la carta que le escribió Don Miguel de Unamuno, el 15 de abril de 1910, en la que analiza algunos de los versos de su obra Cantos de la mañana, al referirse al verso “Fuerte como en los brazos de Dios”, Unamuno comenta: “Qué poético, es decir, ¡qué intensamente verdadero es esto! Y los brazos de Dios son la soledad”.
Agustini colaboró en las revistas La Alborada y Apolo. Formó parte de la generación de 1900, a la que también pertenecieron Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones y Rubén Darío, y fue una de las pocas mujeres que perteneció al grupo poético del Río de la Plata (1910-1920). Su poesía, marcadamente erótica y enraizada por completo en la estética modernista, se caracterizó por la abundancia en imágenes y metáforas y por una temática centrada en la consumación espiritual y amorosa. Poesía de un profundo y anhelante soñar: con lenguaje audaz, tempestuoso y sugestivo expone sus sentimientos más íntimos. Los cálices vacíos es una obra de erotismo dramático y sensualidad, ansias de goce y anhelos sexuales hasta entonces velados tras metáforas en la poesía femenina, pero que en ella se hacen palpables. Por otro lado, en su poesía se observa la lucha entre la realidad y sueños, entre cuerpo y alma, yendo la autora de uno a otro en la búsqueda de sí misma. Agustini está considerada una de las iniciadoras de la poesía femenina hispanoamericana.
La aparición de Delmira Agustini, junto a otras inolvidables poetisas en las letras del Continente americano a principios del siglo pasado constituye uno de los hechos más notables de toda la historia de la cultura hispánica. En el coro muy nutrido, de poetisas uruguayas destacan dos voces de calidad: la de Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou. Un signo trágico, parecido al de Delmira, presidió también la vida de Alfonsina Storni
Hay en la poesía de Agustini, que se beneficia de todas las conquistas formales del modernismo, evidentes influencias de Rubén Darío, y aún más evidentes de D’Annunzio. Pero hay también en ella un estilo personal que se caracteriza por el lenguaje tempestuoso y lleno de fuego. Sin embargo, ese torrente abrasador no ha pasado directo del corazón al poema. Antes de plasmarse en éste, ha sido filtrado por el cerebro, de modo que toda esa poesía, amasada con el barro humano más grosero, queda en virtud del arte, ennoblecida, casi purificada y transformada en materia estética de la más alta calidad. Poemas como Plegaria, Lo inefable, Mis amores, El intruso, Las alas, Desde lejos, Nocturno, La sed y el citado El rosario de Eros, merecen figurar al lado de los mejores de la lengua castellana. Y como dijo la poetisa uruguaya: “... nos velará llorando, llorando hasta morirse / nuestro hijo: el recuerdo”.
Francisco Arias Solis
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Paz y libertad.
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Gracias.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Antonio Murciano por Francisco Arias Solís
FORO LIBRE
ASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA (Fundada en 1992)
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.internautasporlapaz.org
“Soy uno más que cree, que espera y que ama
y que defiende a todo el que reclama
su pedazo de pan y de justicia.”
Antonio Murciano.
HOMENAJE DE FORO LIBRE A ANTONIO MURCIANO
El próximo lunes, día 25, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta gaditano Antonio Murciano, con motivo del 80º aniversario de su nacimiento.
Andaluz, nacido en un pueblo de poetas, iniciador de la revista Alcaraván cuando sólo contaba veinte años, ha llevado a los versos la “sencilla historia de su hombría”. Su amplia bibliografía le convierte en uno de los poetas más representativos de la Generación del 50. El primer libro está dedicado a la Navidad y es de 1952. Antonio Murciano es el poeta contemporáneo de la joven generación con mayor producción sobre este tema: Nuevo cuaderno de Navidad y Nochebuena en Arcos. También es cultivador de la poesía flamenca; Perfil del cante consigue el Premio Nacional de la Poesía Flamenca en 1966.
La poesía fue su amiga desde su niñez arcense. Estudia el Bachiller en el Colegio Salesiano de Utrera y, posteriormente, Comercio en Jerez y Derecho en la Universidad de Sevilla. Profesor Mercantil y Abogado en ejercicio, Antonio reside desde siempre en Arcos. En otoño de 1948 gana la Flor Natural en los Primeros Juegos Florales de Arcos. En septiembre de 1953 gana, junto con su hermano Carlos, el Premio de la Vendimia de Jerez de la Frontera con Los ángeles del vino de Jerez. En 1955 se publica el libro de Antonio El Pueblo, que está dedicado a su hermano Carlos
En Los días íntimos vierte la experiencia en la ciudad como lugar de su no ser y el reencuentro con Arcos, donde se recobra de nuevo: “... pueblo, / norte de un sur y para siempre mío”. Canción mía, finalista del Premio Nacional de Literatura de 1965, comprende un conjunto de poemas en los que canta a la esposa, al hijo en los que vuelve a hablarnos de sí mismo, y Canciones con fondo de esperanza nos dice cuál es el hombre nuevo que puede levantar el mundo. Fe de vida significa la mirada a los otros y al tiempo presente, que sólo puede resistirse desde la esperanza. “porque hombre es esperanza, busco, encuentro / este verso de paz contra la guerra / que el hombre libra, corazón adentro”. Poesía flamenca nos ofrece una variada muestra de sus poemas dedicados al mundo del flamenco y de sus coplas. Citaremos también dos obras muy conocidas: Campo Sur y Concierto en mí. Conjuntamente con su hermano Carlos ha publicado varias obras: Los ángeles del vino de Jerez; Antología de poetas de Arcos, Corpus Crhisti, Plaza de la Memoria y Arcos entre la realidad y el sueño.
“Para mí -nos decía Antonio- poesía equivale a conciencia, a razón de ser. La razón de mi vida es mi canto”. Y añadía: “El amor es la clave del mundo. Sin amor no habría poesía”.
Francisco Arias Solís
No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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“Soy uno más que cree, que espera y que ama
y que defiende a todo el que reclama
su pedazo de pan y de justicia.”
Antonio Murciano.
HOMENAJE DE FORO LIBRE A ANTONIO MURCIANO
El próximo lunes, día 25, a las 20.30 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta gaditano Antonio Murciano, con motivo del 80º aniversario de su nacimiento.
Andaluz, nacido en un pueblo de poetas, iniciador de la revista Alcaraván cuando sólo contaba veinte años, ha llevado a los versos la “sencilla historia de su hombría”. Su amplia bibliografía le convierte en uno de los poetas más representativos de la Generación del 50. El primer libro está dedicado a la Navidad y es de 1952. Antonio Murciano es el poeta contemporáneo de la joven generación con mayor producción sobre este tema: Nuevo cuaderno de Navidad y Nochebuena en Arcos. También es cultivador de la poesía flamenca; Perfil del cante consigue el Premio Nacional de la Poesía Flamenca en 1966.
La poesía fue su amiga desde su niñez arcense. Estudia el Bachiller en el Colegio Salesiano de Utrera y, posteriormente, Comercio en Jerez y Derecho en la Universidad de Sevilla. Profesor Mercantil y Abogado en ejercicio, Antonio reside desde siempre en Arcos. En otoño de 1948 gana la Flor Natural en los Primeros Juegos Florales de Arcos. En septiembre de 1953 gana, junto con su hermano Carlos, el Premio de la Vendimia de Jerez de la Frontera con Los ángeles del vino de Jerez. En 1955 se publica el libro de Antonio El Pueblo, que está dedicado a su hermano Carlos
En Los días íntimos vierte la experiencia en la ciudad como lugar de su no ser y el reencuentro con Arcos, donde se recobra de nuevo: “... pueblo, / norte de un sur y para siempre mío”. Canción mía, finalista del Premio Nacional de Literatura de 1965, comprende un conjunto de poemas en los que canta a la esposa, al hijo en los que vuelve a hablarnos de sí mismo, y Canciones con fondo de esperanza nos dice cuál es el hombre nuevo que puede levantar el mundo. Fe de vida significa la mirada a los otros y al tiempo presente, que sólo puede resistirse desde la esperanza. “porque hombre es esperanza, busco, encuentro / este verso de paz contra la guerra / que el hombre libra, corazón adentro”. Poesía flamenca nos ofrece una variada muestra de sus poemas dedicados al mundo del flamenco y de sus coplas. Citaremos también dos obras muy conocidas: Campo Sur y Concierto en mí. Conjuntamente con su hermano Carlos ha publicado varias obras: Los ángeles del vino de Jerez; Antología de poetas de Arcos, Corpus Crhisti, Plaza de la Memoria y Arcos entre la realidad y el sueño.
“Para mí -nos decía Antonio- poesía equivale a conciencia, a razón de ser. La razón de mi vida es mi canto”. Y añadía: “El amor es la clave del mundo. Sin amor no habría poesía”.
Francisco Arias Solís
No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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Gracias.
martes, 19 de mayo de 2009
Juan Ramón Jiménez por Francisco Arias Solís
JUAN RAMON JIMÉNEZ
(1881-1958)
“Eres eterno, amor,
como la primavera.”
Juan Ramón Jiménez.
LA VOZ ERRANTE DE LA LIBERTAD
“Dadme siempre una mujer –escribía Juan Ramón-, una fuente, una música lejana, rosas, la luna –belleza, cristal, ritmo, esencia, plata-, y os prometo una eternidad de cosas bellas”. De la capacidad de vivir y crear esta belleza alternativa nace el orgullo, que ya nunca le abandonará, de ser poeta.
Nace Juan Ramón Jiménez Mantecón el 23 de diciembre de 1881, al filo de la medianoche, en Moguer (Huelva). El poeta no tarda de impregnarse de andalucismo de una Andalucía universal, real y mítica. “Te llevaré Moguer –decía Juan Ramón-, a todos los países y a todos los tiempos”.
Juan Ramón estudia bachillerato en el colegio que los jesuitas tenían en El Puerto de Santa María, donde tiene como compañeros de curso a Fernando Villalón y a Pedro Muñoz Seca. En 1896 aprueba el Bachillerato Superior en el Instituto de Jerez. Desde su infancia mostró un gran entusiasmo por las artes y una notable predilección por la pintura. Su mayor travesura en el colegio de los jesuitas fue pasarle a su compañero Fernando Villalón un dibujo de una tiple italiana, en la clase de catecismo.
En 1900 llegó a Madrid y en seguida contó con las amistades más prestigiosas en el mundo de las letras. De esta primera estancia en Madrid datan sus primeros libros Ninfeas y Almas de violetas. En 1903 apareció Arias tristes, del que Antonio Machado dijo: “¡Hermoso libro de juventud en sueños!... Juan Ramón Jiménez sigue el camino de sí mismo, que es el bueno”. “Veo en usted –escribía Rubén Darío- un poeta verdadero que tiene el corazón sano. Ve alto, vuela alto, vive en un sueño de hermosuras. “
En 1905 volvió a Moguer, en donde permaneció hasta 1912. Vive Juan Ramón una Andalucía inefable en la que todo se tiene en cuenta para conseguir una felicidad paradisíaca y se oyen frases como la de ese mozalbete, que define el gozo de piar los pajarillos del atardecer, diciendo: “Están contentos porque el resto de la noche es de ellos”. A esta etapa corresponden sus libros Las hojas verdes, Baladas de primavera, Elegías, La soledad sonora, Poemas mágicos y dolientes, Melancolía y Laberinto. Hay que señalar en estos años la iniciación de su obra Platero y yo.
A finales de 1912 vuelve a Madrid. Se aloja en la Residencia de Estudiantes y allí conoce a Zenobia Camprubí, con la que, en 1916, en Nueva York contraerá matrimonio. A partir de esa fecha y con la publicación de Diario de un poeta recién casado se inicia un cambio fundamental en su obra poética.
La poesía de esta época (Eternidades, Piedra y Cielo, Sonetos espirituales), supone una nueva interpretación de su sensibilidad. A esta etapa pertenecen sus famosos poemas: “¡Inteligencia dame / el nombre exacto de las cosas!” y “¡No le toques ya más, / que así es la rosa!”.
En 1917 publicó Poesías escogidas y en 1922 la Segunda antología poética. Juan Ramón implacable con su esteticismo, concentra toda su atención de lo bello. Eleva la poesía a religión, viviendo exclusivamente por y para ella. Vida humana y poética a la par, una sola las dos. Para él poesía no es cosa de género es pura esencia. Y donde aliente ella está el poeta entero.
En 1935 Juan Ramón publica un manifiesto en apoyo de Antonio Espina, preso en la cárcel de Bilbao, por haber escrito un artículo contra Hitler. Al estallar la guerra civil española, Juan Ramón y su mujer salen de España y tras viajar a distintas ciudades y países americanos, en 1951 fijó definitivamente su residencia en Puerto Rico. En 1956 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, que recibió tres días antes de morir Zenobia. Juan Ramón Jiménez falleció en San Juan de Puerto Rico el 29 de mayo de 1958.
La obra poética de Juan Ramón Jiménez –unida, como en Mallarmé, a su ejemplaridad personal –señaló el momento inicial de la nueva evolución lírica en España.
A partir del Diario, su poesía se hizo cada vez más esencial, más pura, más intensa en su contenido (Poesía, Belleza, La estación total...). Toda su obra es una afirmación por la libertad. Y es que, como dijo Juan Ramón: “Yo he sido, soy y quiero ser hasta mi final, un hombre libre”.
Francisco Arias Solis
e-mai: aarias@arrakis.es
Paz y Libertad.
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(1881-1958)
“Eres eterno, amor,
como la primavera.”
Juan Ramón Jiménez.
LA VOZ ERRANTE DE LA LIBERTAD
“Dadme siempre una mujer –escribía Juan Ramón-, una fuente, una música lejana, rosas, la luna –belleza, cristal, ritmo, esencia, plata-, y os prometo una eternidad de cosas bellas”. De la capacidad de vivir y crear esta belleza alternativa nace el orgullo, que ya nunca le abandonará, de ser poeta.
Nace Juan Ramón Jiménez Mantecón el 23 de diciembre de 1881, al filo de la medianoche, en Moguer (Huelva). El poeta no tarda de impregnarse de andalucismo de una Andalucía universal, real y mítica. “Te llevaré Moguer –decía Juan Ramón-, a todos los países y a todos los tiempos”.
Juan Ramón estudia bachillerato en el colegio que los jesuitas tenían en El Puerto de Santa María, donde tiene como compañeros de curso a Fernando Villalón y a Pedro Muñoz Seca. En 1896 aprueba el Bachillerato Superior en el Instituto de Jerez. Desde su infancia mostró un gran entusiasmo por las artes y una notable predilección por la pintura. Su mayor travesura en el colegio de los jesuitas fue pasarle a su compañero Fernando Villalón un dibujo de una tiple italiana, en la clase de catecismo.
En 1900 llegó a Madrid y en seguida contó con las amistades más prestigiosas en el mundo de las letras. De esta primera estancia en Madrid datan sus primeros libros Ninfeas y Almas de violetas. En 1903 apareció Arias tristes, del que Antonio Machado dijo: “¡Hermoso libro de juventud en sueños!... Juan Ramón Jiménez sigue el camino de sí mismo, que es el bueno”. “Veo en usted –escribía Rubén Darío- un poeta verdadero que tiene el corazón sano. Ve alto, vuela alto, vive en un sueño de hermosuras. “
En 1905 volvió a Moguer, en donde permaneció hasta 1912. Vive Juan Ramón una Andalucía inefable en la que todo se tiene en cuenta para conseguir una felicidad paradisíaca y se oyen frases como la de ese mozalbete, que define el gozo de piar los pajarillos del atardecer, diciendo: “Están contentos porque el resto de la noche es de ellos”. A esta etapa corresponden sus libros Las hojas verdes, Baladas de primavera, Elegías, La soledad sonora, Poemas mágicos y dolientes, Melancolía y Laberinto. Hay que señalar en estos años la iniciación de su obra Platero y yo.
A finales de 1912 vuelve a Madrid. Se aloja en la Residencia de Estudiantes y allí conoce a Zenobia Camprubí, con la que, en 1916, en Nueva York contraerá matrimonio. A partir de esa fecha y con la publicación de Diario de un poeta recién casado se inicia un cambio fundamental en su obra poética.
La poesía de esta época (Eternidades, Piedra y Cielo, Sonetos espirituales), supone una nueva interpretación de su sensibilidad. A esta etapa pertenecen sus famosos poemas: “¡Inteligencia dame / el nombre exacto de las cosas!” y “¡No le toques ya más, / que así es la rosa!”.
En 1917 publicó Poesías escogidas y en 1922 la Segunda antología poética. Juan Ramón implacable con su esteticismo, concentra toda su atención de lo bello. Eleva la poesía a religión, viviendo exclusivamente por y para ella. Vida humana y poética a la par, una sola las dos. Para él poesía no es cosa de género es pura esencia. Y donde aliente ella está el poeta entero.
En 1935 Juan Ramón publica un manifiesto en apoyo de Antonio Espina, preso en la cárcel de Bilbao, por haber escrito un artículo contra Hitler. Al estallar la guerra civil española, Juan Ramón y su mujer salen de España y tras viajar a distintas ciudades y países americanos, en 1951 fijó definitivamente su residencia en Puerto Rico. En 1956 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, que recibió tres días antes de morir Zenobia. Juan Ramón Jiménez falleció en San Juan de Puerto Rico el 29 de mayo de 1958.
La obra poética de Juan Ramón Jiménez –unida, como en Mallarmé, a su ejemplaridad personal –señaló el momento inicial de la nueva evolución lírica en España.
A partir del Diario, su poesía se hizo cada vez más esencial, más pura, más intensa en su contenido (Poesía, Belleza, La estación total...). Toda su obra es una afirmación por la libertad. Y es que, como dijo Juan Ramón: “Yo he sido, soy y quiero ser hasta mi final, un hombre libre”.
Francisco Arias Solis
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Melchor Fernández Almagro por Francisco Arias Solís
MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO
(1893-1966)
“Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios;
la sierra tu retablo.”
Federico García Lorca.
LA VOZ DEL HISTORIADOR PERIODISTA
Federico, su paisano y compañero del grupo literario “La Cuerda” granadina, le retrató diciendo que tenía traza de “moro amigo”. Y a Melchorito le dedicó su bellísima “Elegía a Doña Juana la Loca”. Tras el estreno de Mariana Pineda Fernández Almagro escribió en La Voz:”Los versos de García Lorca tienen mucho de flor y de estrella. Están en su lugar porque sí.” En las cartas de su amigo Federico pueden leerse frases como éstas: “Yo no voy a ser viejo nunca”; “Quiero ser un Poeta por los cuatros costados, amanecido de poesía y muerto de poesía. Empiezo a ver claro. Una alta conciencia de mi obra futura se apodera de mí, y un sentimiento casi dramático de mi responsabilidad me embarga...”. Fernández Almagro fue miembro de la famosa tertulia del que fue no menos famoso Rinconcillo del café Alameda, en la que participaban, entre otros, Lorca, Falla, Fernando de los Ríos, Montesinos, Manuel Ángeles Ortíz, y de la que partió la idea del concurso de cante jondo de Granada celebrado en el verano de 1922.
Melchor Fernández Almagro nace en Granada el 4 de septiembre de 1893. Realiza sus estudios primarios en el Colegio del Patriarca San José y, posteriormente, en el Instituto. Desde muy joven se dedica al periodismo y en la Universidad de Granada estudia Derecho. El autor de Historia política de la España contemporánea marcha a Madrid en 1918, volviendo ya tan sólo a su ciudad natal muy espaciada y apresuradamente. La lejanía estimuló el amor a su Granada como le había, no ha mucho, sucedido a Ganivet. Crítico teatral y literario de periódicos tan conocidos como La Época y El Sol, antes de la rebelión militar del general Franco, y de ABC y La Vanguardia con posterioridad.
La guerra civil transcurre para él entre Burgos y Salamanca incorporado a Prensa y Propaganda. Pero es realmente, a partir de los años de posguerra cuando su figura y su obra alcanzan mayor dimensión. Melchor Fernández Almagro muere en Madrid el 22 de febrero de 1966.
Académico de la Española y de la Historia, autor de libros tan valiosos como Vida y obra de Angel Ganivet, Vida y literatura de Valle-Inclán, Jovellanos, Cánovas. Su vida y su política, Viaje al siglo XX, En torno al 98 y Granada en la literatura romántica española; periodista de alto coturno, prestigioso crítico teatral y literario, Melchor Fernández Almagro ocupó un primer plano en las letras españolas durante cerca de medio siglo. Entre sus obras históricas hay que destacar sobre todo los Orígenes del sistema constitucional de España, ¿Por qué cayó Alfonso XIII? (en colaboración con el Duque de Maura), la Historia política de la España cotemporánea, La emancipación de América y su reflejo en la conciencia española, quizá su libro más logrado sea Cánovas, su vida y su políica (1951), una magnífica reconstrucción histórica de la segunda mitad de sglo XIX. Conforme a un fenómeno, demasiado repetido en nuestro país, un espeso silencio ha caído, a su muerte, sobre su memoria.
En su Viaje al siglo XX, el periodista granadino nos cuenta lo que supuso su encuentro con Madrid, su descubrimiento de la ciudad moderna: “La emoción que Madrid me iba produciendo se resolvería en cantidad. ¡Cuánto de todo! De todo, más mucho más que en Granada. Más gente, más coches y más tiendas en más calles, más plazas y más paseos. Y más grandes, por supuesto, los paseos, las plazas, las calles, las tiendas...”
Las lacras del caciquismo, los vicios del sistema electoral encontraron a un tiempo en Fernández Almagro un implacable denunciador y un concienzudo analista.
Gran parte del éxito y de la peculiaridad de la crítica de Fernández Almagro procede de su gusto de refugiarse y emplearse a fondo en la tarea de historiador, historiador de periodos cercanos, donde su obra de indagación tiene presente en todo momento. Tener siempre ante los ojos a Ganivet, Canovas, Valle-Inclán o a García Lorca, con todas sus circunstancias minuciosamente analizadas, prolonga suavemente las vigencias de todo lo anterior.
Resucitar la memoria de Melchor Fernández Almagro tiene para los españoles de hoy, por encima de las modas el interés de hacer justicia a una figura de relieve que consagró parte de su esfuerzo en hemerotecas y archivos a profundizar en capítulos y hombres decisivos de su historia.
La figura de Fernández Almagro no estuvo exenta de contradicciones y tropiezos. Talante y actitudes políticas no presentaron siempre una clara línea evolutiva. La orientación que preside su libro sobre Alfonso XIII y su reinado (1934) es muy distinta de la visible en la Historia de la II República (1940).
Pero hay un aspecto que destaca sobre cualquier otro en la figura de Fernández Almagro y es el de su humanidad en medio de la vida literaria madrileña. Su fina cortesía le viene de su Granada. La voz del “moro amigo” está llena de una inefable melancolía aristocrática, propia de la capital de un reino con arte y literatura propios, definida por el poeta granadino don Pedro Soto de Rojas con estas palabras: “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”.
Francisco Arias Solis
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(1893-1966)
“Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios;
la sierra tu retablo.”
Federico García Lorca.
LA VOZ DEL HISTORIADOR PERIODISTA
Federico, su paisano y compañero del grupo literario “La Cuerda” granadina, le retrató diciendo que tenía traza de “moro amigo”. Y a Melchorito le dedicó su bellísima “Elegía a Doña Juana la Loca”. Tras el estreno de Mariana Pineda Fernández Almagro escribió en La Voz:”Los versos de García Lorca tienen mucho de flor y de estrella. Están en su lugar porque sí.” En las cartas de su amigo Federico pueden leerse frases como éstas: “Yo no voy a ser viejo nunca”; “Quiero ser un Poeta por los cuatros costados, amanecido de poesía y muerto de poesía. Empiezo a ver claro. Una alta conciencia de mi obra futura se apodera de mí, y un sentimiento casi dramático de mi responsabilidad me embarga...”. Fernández Almagro fue miembro de la famosa tertulia del que fue no menos famoso Rinconcillo del café Alameda, en la que participaban, entre otros, Lorca, Falla, Fernando de los Ríos, Montesinos, Manuel Ángeles Ortíz, y de la que partió la idea del concurso de cante jondo de Granada celebrado en el verano de 1922.
Melchor Fernández Almagro nace en Granada el 4 de septiembre de 1893. Realiza sus estudios primarios en el Colegio del Patriarca San José y, posteriormente, en el Instituto. Desde muy joven se dedica al periodismo y en la Universidad de Granada estudia Derecho. El autor de Historia política de la España contemporánea marcha a Madrid en 1918, volviendo ya tan sólo a su ciudad natal muy espaciada y apresuradamente. La lejanía estimuló el amor a su Granada como le había, no ha mucho, sucedido a Ganivet. Crítico teatral y literario de periódicos tan conocidos como La Época y El Sol, antes de la rebelión militar del general Franco, y de ABC y La Vanguardia con posterioridad.
La guerra civil transcurre para él entre Burgos y Salamanca incorporado a Prensa y Propaganda. Pero es realmente, a partir de los años de posguerra cuando su figura y su obra alcanzan mayor dimensión. Melchor Fernández Almagro muere en Madrid el 22 de febrero de 1966.
Académico de la Española y de la Historia, autor de libros tan valiosos como Vida y obra de Angel Ganivet, Vida y literatura de Valle-Inclán, Jovellanos, Cánovas. Su vida y su política, Viaje al siglo XX, En torno al 98 y Granada en la literatura romántica española; periodista de alto coturno, prestigioso crítico teatral y literario, Melchor Fernández Almagro ocupó un primer plano en las letras españolas durante cerca de medio siglo. Entre sus obras históricas hay que destacar sobre todo los Orígenes del sistema constitucional de España, ¿Por qué cayó Alfonso XIII? (en colaboración con el Duque de Maura), la Historia política de la España cotemporánea, La emancipación de América y su reflejo en la conciencia española, quizá su libro más logrado sea Cánovas, su vida y su políica (1951), una magnífica reconstrucción histórica de la segunda mitad de sglo XIX. Conforme a un fenómeno, demasiado repetido en nuestro país, un espeso silencio ha caído, a su muerte, sobre su memoria.
En su Viaje al siglo XX, el periodista granadino nos cuenta lo que supuso su encuentro con Madrid, su descubrimiento de la ciudad moderna: “La emoción que Madrid me iba produciendo se resolvería en cantidad. ¡Cuánto de todo! De todo, más mucho más que en Granada. Más gente, más coches y más tiendas en más calles, más plazas y más paseos. Y más grandes, por supuesto, los paseos, las plazas, las calles, las tiendas...”
Las lacras del caciquismo, los vicios del sistema electoral encontraron a un tiempo en Fernández Almagro un implacable denunciador y un concienzudo analista.
Gran parte del éxito y de la peculiaridad de la crítica de Fernández Almagro procede de su gusto de refugiarse y emplearse a fondo en la tarea de historiador, historiador de periodos cercanos, donde su obra de indagación tiene presente en todo momento. Tener siempre ante los ojos a Ganivet, Canovas, Valle-Inclán o a García Lorca, con todas sus circunstancias minuciosamente analizadas, prolonga suavemente las vigencias de todo lo anterior.
Resucitar la memoria de Melchor Fernández Almagro tiene para los españoles de hoy, por encima de las modas el interés de hacer justicia a una figura de relieve que consagró parte de su esfuerzo en hemerotecas y archivos a profundizar en capítulos y hombres decisivos de su historia.
La figura de Fernández Almagro no estuvo exenta de contradicciones y tropiezos. Talante y actitudes políticas no presentaron siempre una clara línea evolutiva. La orientación que preside su libro sobre Alfonso XIII y su reinado (1934) es muy distinta de la visible en la Historia de la II República (1940).
Pero hay un aspecto que destaca sobre cualquier otro en la figura de Fernández Almagro y es el de su humanidad en medio de la vida literaria madrileña. Su fina cortesía le viene de su Granada. La voz del “moro amigo” está llena de una inefable melancolía aristocrática, propia de la capital de un reino con arte y literatura propios, definida por el poeta granadino don Pedro Soto de Rojas con estas palabras: “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”.
Francisco Arias Solis
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Dostoievski por Francisco Arias Solis
DOSTOIEVSKI
(1821-1881)
“ Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos.”
Dostoievski.
LA VOZ DE UN NOVELISTA VERDADERAMENTE GENIAL
La novela de Dostoievki es, en principio, el mundo visto por un agujero. Lo que pasa es que este agujero toma proporciones dramáticas de telescopio. El suceso callejero se observa por el escritor, por el poeta, con la misma fantástica aproximación astronómica que los más remotos mundos estelares. Surge así la sorpresa ante el lector de encontrar un lunático mundo subterráneo ante un hecho humano cualquiera. Un crimen vulgar es el asunto de Crimen y castigo, y ya vemos qué enorme complejo de resonancias espirituales lo trascienden hasta ese otro crimen vulgar que es también el asunto del Los hermanos Karamazov.
Fiódor Mijáilovich Dostoievski nace en Moscú el 11 de noviembre de 1821. La temprana muerte de la madre por tuberculosis en 1831, sume al padre en la depresión y el alcoholismo, lo que determina que Fiódor sea enviado a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo. La muerte de su madre, el asesinato de su padre por los siervos de sus posesiones, su propia condena a muerte por implicación, aunque indirecta, en conspiraciones políticas y conmutada la pena, en el momento de la ejecución, el 22 de diciembre de 1849, por la de cuatro años de trabajos forzados en Siberia, conviviendo con gente miserable y en la mayor desesperación, dejan huella y marcan para siempre la vida, las ideas y las obras de Dostoievski. Epiléptico, enfermo de los nervios, falto total de medios económicos, frustrado y engañado en sus amores, sin embargo la inmensa galería de personajes creados por el más universal de los novelistas rusos, nos muestra a éste como panegirista del alma humana.
Su primer amor es María Dmitrievna, viuda de un maestro, con la que se casa en 1857. En San Petersburgo funda con su hermano Mijail la revista Tiempo. En los años 1862 y 1863 realiza diversos viajes por Europa, en el transcurso de los mismos, comienza una relación con Paulina Suslova, una estudiante de ideas avanzadas, que le abandona poco después. Su revista es prohibida y se suceden, en poco tiempo, las muertes de su esposa y de su hermano. Su hermano Mijail deja viuda, cuatro hijos y numerosas deudas a las que Fiódor tienes que hacer frente, hundiéndose en una profunda depresión y en el juego, lo que aumenta sus deudas. Asediado por los acreedores, decidió abandonar Rusia y vivir de las escasas ayudas que le llegaban. Este periodo estuvo presidido por su constante tránsito entre una y otra ciudad (Dresde, Hamburgo, Baden-Baden, Ginebra, Florencia), por la muerte de su hija y por su padecimiento epiléptico. En 1867 se casa con su secretaria Anna Snitkina. Las publicaciones de El idiota (1868), El eterno marido (1869) y Los endemoniados le proporcionaron el dinero suficiente para regresar a Rusia. Con la publicación de El adolescente (1875) y de Los hermanos Karamazov (1879), logró, por un lado, eclipsar la fama narrativa de Tolstoi y Turguéniev, y por otro, conquistar uno de los más altos lugares en la historia de la novela. Dostoievski muere en San Petersburgo el 28 de enero de 1881.Entre sus obras mejores y perennes, además de las citadas, destacan: Pobres gentes (1846), El doble (1846), Noches blancas (1848), Recuerdos de la casa de los muertos (1861), Memorias del subsuelo (1864), Humillados y ofendidos, Crimen y castigo y El jugador (las tres publicadas en 1866).
Veamos, pues, lo que pasa en las novelas de Dostoievski. Si es que pasa algo en ellas, Pues lo que pasa es que no pasa nada, que nunca pasa nada en una novela de este autor, porque en él todo queda; o dicho de otro modo, todo sucede. Se sucede, en el tiempo, de una manera visual, espacial; teatral, en suma: dramática. A Valle-Inclán le sugestionó la novela de Dostoievski por su aspecto de tragedia.
Todo sucede y nada pasa en esta invención novelesca de Dostoievski. Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que sucede? ¿No es lo mismo? Tal vez no sea lo mismo. No es lo mismo pasar que suceder.
Todo pasa, todo lo que pasa, todo lo que tiene o tuvo que pasar, pasa, para que Ivan Karamazov mate a su padre. Todo ha pasado, exactamente, como tenía que pasar, para que Ivan Karamazov matara a su padre. Y sucede que lo mata el criado. Nada pasaba, no había pasado nada, ni pasó, ni tenía que pasar, para que Raskolnicov matara a la vieja. Y sucede que, efectivamente, la mata. Este suceso o estos sucesos se dramatizan en cada libro de muy diverso modo. Pero coincidiendo en algo fundamental: en vincular su drama a una especie de espantosa quietud del suceso mismo: a la dramática permanencia de su imagen, presente a través de todo el libro, de toda la novela. Lo sucedido no pasará jamás. Está, por decirlo, sucediendo constantemente, aunque invisible a nuestros ojos. Presente, clavado en la memoria; como inmovilizado en ella. Como paralizándola de espanto.
Lo que sí es arte en la novela de Dostoievski, y arte verdaderamente genial, es haber vuelto a dramatizarla, a teatralizarla tan profundamente. Haber deducido de todos los mundos novelescos de la novelería romántica, o moderna, de toda la novelería del XIX, esta esperada y magnífica conclusión.
En las novelas de Dostoievski, la muerte no pasa, se queda: porque todo sucede o se sucede por ella misma; y toda la novela, todas las novelas del mundo, todos estos mundos de novela, engendrados en un suceso de muerte, tienen esta revelación humana del mundo, como novela o aventura de muerte. Así estas novelas se originan por el escándalo de la muerte. Y la muerte en ella es un crimen: la mala muerte. Es el engaño del corazón por la parada de la muerte. Y como dijo nuestro genial poeta Luis Cernuda: “Dostoievski no puede ya decirnos / si inventó a Falalei o lo encontró en la vida, / si inventó la hermosura o supo verla. / Pero el mérito igual en ambos casos”.
Francisco Arias Solis
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(1821-1881)
“ Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos.”
Dostoievski.
LA VOZ DE UN NOVELISTA VERDADERAMENTE GENIAL
La novela de Dostoievki es, en principio, el mundo visto por un agujero. Lo que pasa es que este agujero toma proporciones dramáticas de telescopio. El suceso callejero se observa por el escritor, por el poeta, con la misma fantástica aproximación astronómica que los más remotos mundos estelares. Surge así la sorpresa ante el lector de encontrar un lunático mundo subterráneo ante un hecho humano cualquiera. Un crimen vulgar es el asunto de Crimen y castigo, y ya vemos qué enorme complejo de resonancias espirituales lo trascienden hasta ese otro crimen vulgar que es también el asunto del Los hermanos Karamazov.
Fiódor Mijáilovich Dostoievski nace en Moscú el 11 de noviembre de 1821. La temprana muerte de la madre por tuberculosis en 1831, sume al padre en la depresión y el alcoholismo, lo que determina que Fiódor sea enviado a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo. La muerte de su madre, el asesinato de su padre por los siervos de sus posesiones, su propia condena a muerte por implicación, aunque indirecta, en conspiraciones políticas y conmutada la pena, en el momento de la ejecución, el 22 de diciembre de 1849, por la de cuatro años de trabajos forzados en Siberia, conviviendo con gente miserable y en la mayor desesperación, dejan huella y marcan para siempre la vida, las ideas y las obras de Dostoievski. Epiléptico, enfermo de los nervios, falto total de medios económicos, frustrado y engañado en sus amores, sin embargo la inmensa galería de personajes creados por el más universal de los novelistas rusos, nos muestra a éste como panegirista del alma humana.
Su primer amor es María Dmitrievna, viuda de un maestro, con la que se casa en 1857. En San Petersburgo funda con su hermano Mijail la revista Tiempo. En los años 1862 y 1863 realiza diversos viajes por Europa, en el transcurso de los mismos, comienza una relación con Paulina Suslova, una estudiante de ideas avanzadas, que le abandona poco después. Su revista es prohibida y se suceden, en poco tiempo, las muertes de su esposa y de su hermano. Su hermano Mijail deja viuda, cuatro hijos y numerosas deudas a las que Fiódor tienes que hacer frente, hundiéndose en una profunda depresión y en el juego, lo que aumenta sus deudas. Asediado por los acreedores, decidió abandonar Rusia y vivir de las escasas ayudas que le llegaban. Este periodo estuvo presidido por su constante tránsito entre una y otra ciudad (Dresde, Hamburgo, Baden-Baden, Ginebra, Florencia), por la muerte de su hija y por su padecimiento epiléptico. En 1867 se casa con su secretaria Anna Snitkina. Las publicaciones de El idiota (1868), El eterno marido (1869) y Los endemoniados le proporcionaron el dinero suficiente para regresar a Rusia. Con la publicación de El adolescente (1875) y de Los hermanos Karamazov (1879), logró, por un lado, eclipsar la fama narrativa de Tolstoi y Turguéniev, y por otro, conquistar uno de los más altos lugares en la historia de la novela. Dostoievski muere en San Petersburgo el 28 de enero de 1881.Entre sus obras mejores y perennes, además de las citadas, destacan: Pobres gentes (1846), El doble (1846), Noches blancas (1848), Recuerdos de la casa de los muertos (1861), Memorias del subsuelo (1864), Humillados y ofendidos, Crimen y castigo y El jugador (las tres publicadas en 1866).
Veamos, pues, lo que pasa en las novelas de Dostoievski. Si es que pasa algo en ellas, Pues lo que pasa es que no pasa nada, que nunca pasa nada en una novela de este autor, porque en él todo queda; o dicho de otro modo, todo sucede. Se sucede, en el tiempo, de una manera visual, espacial; teatral, en suma: dramática. A Valle-Inclán le sugestionó la novela de Dostoievski por su aspecto de tragedia.
Todo sucede y nada pasa en esta invención novelesca de Dostoievski. Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que sucede? ¿No es lo mismo? Tal vez no sea lo mismo. No es lo mismo pasar que suceder.
Todo pasa, todo lo que pasa, todo lo que tiene o tuvo que pasar, pasa, para que Ivan Karamazov mate a su padre. Todo ha pasado, exactamente, como tenía que pasar, para que Ivan Karamazov matara a su padre. Y sucede que lo mata el criado. Nada pasaba, no había pasado nada, ni pasó, ni tenía que pasar, para que Raskolnicov matara a la vieja. Y sucede que, efectivamente, la mata. Este suceso o estos sucesos se dramatizan en cada libro de muy diverso modo. Pero coincidiendo en algo fundamental: en vincular su drama a una especie de espantosa quietud del suceso mismo: a la dramática permanencia de su imagen, presente a través de todo el libro, de toda la novela. Lo sucedido no pasará jamás. Está, por decirlo, sucediendo constantemente, aunque invisible a nuestros ojos. Presente, clavado en la memoria; como inmovilizado en ella. Como paralizándola de espanto.
Lo que sí es arte en la novela de Dostoievski, y arte verdaderamente genial, es haber vuelto a dramatizarla, a teatralizarla tan profundamente. Haber deducido de todos los mundos novelescos de la novelería romántica, o moderna, de toda la novelería del XIX, esta esperada y magnífica conclusión.
En las novelas de Dostoievski, la muerte no pasa, se queda: porque todo sucede o se sucede por ella misma; y toda la novela, todas las novelas del mundo, todos estos mundos de novela, engendrados en un suceso de muerte, tienen esta revelación humana del mundo, como novela o aventura de muerte. Así estas novelas se originan por el escándalo de la muerte. Y la muerte en ella es un crimen: la mala muerte. Es el engaño del corazón por la parada de la muerte. Y como dijo nuestro genial poeta Luis Cernuda: “Dostoievski no puede ya decirnos / si inventó a Falalei o lo encontró en la vida, / si inventó la hermosura o supo verla. / Pero el mérito igual en ambos casos”.
Francisco Arias Solis
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Paz y Libertad.
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domingo, 17 de mayo de 2009
Mario Benedetti por Francisco Arias Solís
MARIO BENEDETTI
(1920-2009)
Mario Benedetti In Memoriam, poeta del amor total y del compromiso 1920-2009
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
Mario Benedetti.
Qué linda época aquella en que decíamos revolución
Francisco Arias Solis
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Gertrudis Gómez de Avellaneda por Francisco Arias Solis
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
(1814-1873)
“Se vuelve con rostro encendido
quiere gritar...
Mas yo murmuraba a su oído.
¡Ley es amar!”
Gertrudis Gómez de Avellaneda.
LA VOZ DE LA DIVINA TULA
Para Enrique Piñeyro la obra poética de Tula apelativo con que se conoció en su siglo a Gertrudis Gómez de Avellaneda representa “la fusión hábil y completa del arte clásico, del arte de Quintana y Gallego, con el lirismo de Byron, Lamartine y Victor Hugo”, a quienes tradujo repetidas veces. A este carácter conciliador, en efecto, responde la mayor parte de las odas y las Elegías de Tula, cuyas características más acusadas podrían sintetizarse en las siguientes: vigorosa inspiración, innovaciones métricas, profunda intuición de lo estético y sublime, delicada finura melódica, una armoniosa tendencia musical y, finalmente, un acusado propósito de sinceridad. Su poesía se centra en el tema amoroso y en el religioso. Merecen especial atención poemas suyos como “Ley es amar”, “Paseo por el Betis”, “Amor y orgullo”, “La plegaria de la Virgen”, “A la esperanza”, “A la poesía”, “A él” y “La Cruz”. En ningún género alcanzó la gran poetisa hispano-cubana una tan alta significación.
Gertrudis Gómez de Avellaneda nace en Puerto Príncipe, provincia de Camagüey, Cuba, el 23 de marzo de 1814. Su padre era sevillano y su madre cubana. El padre muere cuando Gertrudis tiene solo nueve años. Desde niña mostró aficiones literarias. En el año 1836 embarcó para España. Residió primero en La Coruña, después en Sevilla y más tarde en Madrid, donde se relacionó rápidamente con las más destacadas figuras de las letras: Espronceda, Quintana y Nicasio Gallego, a quienes precede en la amistad Alberto Lista, que la conoció en Cádiz.
Si existe una vida romántica ésa es la de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Mujer de gran belleza, tuvo una vida amorosa agitada y triste: siendo aún adolescente la quisieron casar, en Cuba, con un adinerado solterón y huyó de su casa, más tarde estuvo a punto de casarse en La Coruña, y en Sevilla, donde fue muy cortejada, comenzaron sus atormentados amores con Ignacio Cepeda; pero en 1844 su nuevo amor era el poeta sevillano Gabriel García Tassara, del que tuvo una hija. En 1846, se casó con Pedro Sabater, diputado en Cortes y gobernador de Madrid, pero enviudó a los tres meses. Entonces se retiró a un convento, pero pronto volvió a la vida social. Al poco tiempo morirá Brehilde, su hija ilegítima. Viuda ya, tornó a los amores con Cepeda, pero duraron poco. En 1855 volvió a contraer matrimonio con el coronel Verdugo y fueron padrinos nada menos que los reyes. Herido gravemente el coronel Verdugo en una reyerta con un periodista enemigo de Tula, es nombrado por la reina Gobernador de Cuba (1859), para que se reponga, y allí fue a vivir el matrimonio. La Avellaneda escribe su composición, “La vuelta a la Patria”, en Cuba pasa unos años a los que llamará “los años de mi paraíso”. En el Gran Teatro de la Habana será coronada poetisa en un acto de gala celebrado en 1860. Al morir su marido, la poetisa regresa a España en 1864 y fija su residencia en Sevilla.
Pese a esta agitada vida amorosa, Gertrudis Gómez de Avellaneda no dejaba de cultivar su obra literaria y seguía publicando libros de prosa y de verso y estrenando obras teatrales. Más tarde trasladó su residencia a Madrid, donde murió el 1 de febrero de 1873, completamente olvidada. A su entierro, sólo asistieron una docena de personas entre los que se encontraban Don Juan Valera.
Gertrudis Gómez de Avellaneda llegó a presentar su candidatura a la Real Academia Española pero como a otras mujeres a ésta tampoco le abrió sus puertas.
Escribió varias novelas –quizá lo más endeble de su obra-, entre las que hay que recordar Sab (1841), considerada la primera novela antiesclavista, Espatolino, Dos mujeres Guatimozín, que se inspira en la vida del sucesor de Moctezuma, La velada del helecho o el donativo del diablo y Dolores. Es mejor su teatro que obtuvo grandes éxitos en su tiempo. Sus títulos son numerosos: Saúl, Baltasar, Leoncia, El príncipe de Viana, Egilona, Recaredo y muchos más. A todo ello hay que añadir varios artículos y biografías, entre éstas las de Santa Teresa e Isabel la Católica.
A su sexo lo defendió en una serie de artículos que, con el nombre de La mujer, publicó en 1860. Aunque su feminismo no es beligerante ni agresivo, Gertrudis Gómez de Avellaneda se nos muestra en estos artículos llena de una ironía muy mordaz. Y fue su actitud ante la vida, así como la energía y el brío de su producción literaria, lo que probablemente indujo a Bretón de los Herreros a pronunciar la famosa frase de “es mucho hombre esta mujer”, refiriéndose a ella, la misma que había escrito: “Prodigábanme nombres; / mas yo altanera, con orgullo vano, / cual águila real al vil gusano / contemplaba a los hombres”.
Francisco Arias Solis
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Paz, queramos paz.
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Blas de Otero por Francisco Arias Solis
BLAS DE OTERO
(1916-1979)
”Digo
“del hombre y su justicia”,
“océano pacífico”,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.”
Blas de Otero.
LA VOZ QUE PIDE LA PAZ Y LA PALABRA
Cuando se publica en 1950, Ángel fieramente humano, el nombre de Blas de Otero va a representar la encarnación de una orientación que puede ser encabezada con la devoción de Quevedo El quevedismo, que ya había tenido precursores en prosa y verso, alcanza en aquel momento su madurez. Blas de Otero venía de San Juan de la Cruz, en cuyo seguimiento había publicado en 1942, un Cántico espiritual y todo San Juan está presente en esta noche oscura que es Ángel fieramente humano.
La presencia o ausencia de Dios, inseparable de su central tema humano en estos primeros libros, como también en Redoble de conciencia (1951), se anuncia ya en ese homenaje a San Juan de la Cruz que forman los poemas de Cántico espiritual: en el soneto del mismo título nos sorprende “el golpe de Dios” y la petición, el llanto y el clamor a Dios, brotan en los endecasílabos del poema I, sin título: “Gimo y clamo hacia Ti como un pecado / girasol de tu gracia en esta niebla”. De esta “niebla “ unamunesca y machadiana surge el verso existencial de este primer Blas de Otero, el que crece, se ramifica, en los dos grandes libros siguientes y culmina y hace crisis en Ancia (1958), tras haber publicado ya, en 1955 –iniciando nuevos rumbos o centrando ya sólo en el hombre, en los hombres, el tema de su poesía- Pido la paz y la palabra.
La brevedad de las formas poéticas le permite a Otero realizar su ideal de poema condensado. El vocabulario resulta ser indicativo de la profunda situación de angustia en que se encuentra el poeta. Redoble de conciencia pone aún más de manifiesto las condiciones de desolación, límites y orfandad del ser humano, si bien algunos poemas ya llevan implícito el tema de la solidaridad humana que ya no abandonaría su obra poética.
Blas de Otero nace en Bilbao el 15 de marzo de 1916. Su infancia transcurre en Bilbao y Madrid. Estudia bachillerato en Madrid. Se licenció en Derecho y Filosofía y Letras, profesiones que abandonó. Trabajó de asesor de una fábrica de forja, fue minero una temporada y ejerció la enseñanza privada en su ciudad natal. Residió en París y La Habana. Viajó por la URSS y China, escribe allí los poemas que integrarán Que trata de España (1964). Recibió el premio Boscán de Poesía en 1950, el premio de la Crítica en 1959, y el premio Fastenrath de la Real Academia Española en 1961. En Cuba recibió el premio Casa de las Américas, en 1964, allí se casó con Yolanda Pina, de la que se divorció en 1967. En La Habana escribe su único libro en prosa Historias fingidas y verdaderas. A su regreso a Madrid, reanuda su antigua amistad y amor con Sabina de la Cruz, relación que duró hasta la muerte del poeta. Comienza a escribir Hojas de Madrid y La Galerna, que quedarán inéditos. Blas de Otero muere en Majadahonda el 29 de junio de 1979.
Blas de Otero con los vientos existenciales percibirá también el mensaje literario de la poesía social. Y entonces el poeta vasco pide la paz y la palabra –su libro es Pido la paz y la palabra-.Después publica en Francia En castellano (1960), prohibido por la censura española, y en el que nos cuenta la verdadera situación por la que atraviesa España.
En Pido la paz y la palabra, con poesía fuerte y viva nos confiesa: “Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre / aquel que amó, vivió, murió por dentro / y un buen día bajó a la calle: entonces / comprendió: y rompió todos sus versos”. Y terminó dando todos sus versos por un hombre en paz.
Dámaso Alonso le calificó entre sus “desarraigados”, pero hay en Otero un extraordinario dominio de la palabra y un arraigo fundamental, aunque sea desesperado, en los temas esenciales del hombre.
De Blas de Otero nos han quedado unos estremecedores sonetos atravesados de furia, de ternura, de delicadeza. Su arraigo quevedesco lo sitúa entre los poetas que dejan huellas y un sabor a clásico. Por los frutos de su “arraigo” le reconoceremos gozosamente siempre. Y como nos dijo el propio Blas de Otero: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré como un anillo al agua / si he perdido la voz en la maleza / me queda la palabra”.
Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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sábado, 16 de mayo de 2009
Claudio Sánchez-Albornoz por Francisco Arias Solis
EN EL 25 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE
CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ
(1893-1984)
“¡Ay, dulce y cara España,
madrastra de tus hijos verdaderos,
y con piedad extraña
piadosa madre y huésped de extranjeros!”
Lope de Vega.
LA VOZ DE TODO UN HOMBRE
Don Claudio, con un pie en el estribo para el último viaje, decía: “Mucho debo a España y a la Argentina, pero algo me deben ellas a mí”.
Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña nace en Madrid el 7 de abril de 1893. Cursó estudios en la Institución Libre de Enseñanza. En 1913 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Un año más tarde se doctoró. De archivero pasó a catedrático de Historia de España en las Universidades de Barcelona, Valencia, Valladolid y Madrid y posteriormente a medievalista insigne. Miembro de Acción Republicana, el partido de Manuel Azaña, fue diputado durante la II República por Ávila. En 1932 comenzó a ejercer como Rector de la Universidad Central, tomó parte en la creación del Centro de Estudios Históricos, fue ministro de Estado (1933). La guerra civil le cogió como embajador de España en Lisboa. Después de una gran labor de ayuda a los exiliados españoles, tuvo que abandonar Portugal, estableciéndose en París. Imparte clase en la Universidad de Burdeos. Se ve obligado a huir para evitar caer en manos de los nazis y de la policía franquista. Llega a Argel, y desde allí se traslada a su amada Argentina, “que me acogió generosa y fraterna, y que con su generosidad me ha permitido trabajar científicamente durante muchas décadas y crear en ella una brillante escuela de medievalistas que constituye mi orgullo”. En la Universidad de Mendoza inicia su labor docente, pasando después a la Universidad de Buenos Aires (1942), en la que funda el Instituto de Historia de España. Es elegido presidente de la Asociación de Intelectuales Republicanos Españoles. En 1962 y por encargo de Jiménez de Asúa, Sánchez-Albornoz asumió la jefatura del gobierno de la República española en el exilio, cargo que desempeña hasta su renuncia en 1970.
En octubre de 1976, tras numerosos años en el exilio Sánchez-Albornoz regresó temporalmente a España. La visita culminó –pocas horas antes de emprender regreso a Buenos Aires- en la audiencia regia del palacio de la Zarzuela. De esta entrevista escribió: “Azcárate había visitado a Alfonso XII en el Palacio Real sin dejar de ser republicano, bien podía yo a acudir a conversar con su nieto sin dejar de serlo”.
Don Claudio, catedrático sin par y maestro de historiadores, es conocido y reconocido universalmente. En 1925, en plena juventud, fue elegido por unanimidad miembro de número de la Academia de la Historia. En 1935 le acogió en su seno la Academia de Sciencias de Lisboa. Doctor “honoris causa” por las Universidades de Burdeos, Gantes, Tubinga, Lima, Buenos Aires, Oviedo, Valladolid, Lisboa... Hijo adoptivo de Asturias, Medalla de Oro de la ciudad de Ávila,, Gran Cruz de Carlos III... En 1970 la Academia de Roma le otorgó el Premio Internacional Feltrinelli, especie de Nobel de Historia, que le consagra como único español que le obtiene en este campo específico. En 1978, el rey impuso la gran cruz de Alfonso X el Sabio, al que durante tiempo fuera figura visible del republicanismo español. En 1984 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En julio de 1983, Claudio Sánchez-Albornoz vuelve a España estableciéndose en Ávila, donde fallece el 8 de julio de 1984..
Su producción histórica es sencillamente colosal. Ahí están su España musulmana, su monumental Orígenes de la nación española, sus valiosos Viejos y nuevos estudios sobre las instituciones medievales españolas, sus Estudios visigodos y Despoblación y repoblación del valle del Duero, su magnífico y exhaustivo Reino astur-leonés, el extraordinario España, un enigma histórico y su célebre Estampas de la vida en León hace mil años.
Su dignidad le llevó a permanecer más de la mitad de su vida en el destierro. Un gran historiador francés, Jacques Fontaine, le ha aplicado la frase unamunesca y ha dicho de él que es “nada menos que todo un hombre”.
Esta era su afirmación básica: “He dicho y repetido que la Historia es la hazaña de la libertad y la libertad la hazaña de la Historia”. Fundidas, a su fe religiosa, y su fe en la libertad, se afirma en el historiador una convicción optimista en el progreso, indefinido del hombre, llamado siempre a un más alto destino. La identificación de ese destino histórico con la búsqueda eterna de la libertad, le lleva a contemplar, serenamente, reduciéndola en todo caso a episodio pasajero en el transcurso de los siglos, incluso la posibilidad de una realización plena de la utopía comunista. “Aunque el comunismo triunfe en todo el mundo –decía Sánchez-Albornoz-, cosa que es inimaginable ..., siempre habría un después diferente”.
Este “conservador revolucionario” acaba siempre, por encima de todo, en historiador. Y es que, como dijo nuestro maestro de historiadores: “Hoy no se puede negar que el hombre y los pueblos somos ante todo historia”.
Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias
No se puede ser libre más que entre libres.
Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:
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Gracias.
CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ
(1893-1984)
“¡Ay, dulce y cara España,
madrastra de tus hijos verdaderos,
y con piedad extraña
piadosa madre y huésped de extranjeros!”
Lope de Vega.
LA VOZ DE TODO UN HOMBRE
Don Claudio, con un pie en el estribo para el último viaje, decía: “Mucho debo a España y a la Argentina, pero algo me deben ellas a mí”.
Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña nace en Madrid el 7 de abril de 1893. Cursó estudios en la Institución Libre de Enseñanza. En 1913 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Un año más tarde se doctoró. De archivero pasó a catedrático de Historia de España en las Universidades de Barcelona, Valencia, Valladolid y Madrid y posteriormente a medievalista insigne. Miembro de Acción Republicana, el partido de Manuel Azaña, fue diputado durante la II República por Ávila. En 1932 comenzó a ejercer como Rector de la Universidad Central, tomó parte en la creación del Centro de Estudios Históricos, fue ministro de Estado (1933). La guerra civil le cogió como embajador de España en Lisboa. Después de una gran labor de ayuda a los exiliados españoles, tuvo que abandonar Portugal, estableciéndose en París. Imparte clase en la Universidad de Burdeos. Se ve obligado a huir para evitar caer en manos de los nazis y de la policía franquista. Llega a Argel, y desde allí se traslada a su amada Argentina, “que me acogió generosa y fraterna, y que con su generosidad me ha permitido trabajar científicamente durante muchas décadas y crear en ella una brillante escuela de medievalistas que constituye mi orgullo”. En la Universidad de Mendoza inicia su labor docente, pasando después a la Universidad de Buenos Aires (1942), en la que funda el Instituto de Historia de España. Es elegido presidente de la Asociación de Intelectuales Republicanos Españoles. En 1962 y por encargo de Jiménez de Asúa, Sánchez-Albornoz asumió la jefatura del gobierno de la República española en el exilio, cargo que desempeña hasta su renuncia en 1970.
En octubre de 1976, tras numerosos años en el exilio Sánchez-Albornoz regresó temporalmente a España. La visita culminó –pocas horas antes de emprender regreso a Buenos Aires- en la audiencia regia del palacio de la Zarzuela. De esta entrevista escribió: “Azcárate había visitado a Alfonso XII en el Palacio Real sin dejar de ser republicano, bien podía yo a acudir a conversar con su nieto sin dejar de serlo”.
Don Claudio, catedrático sin par y maestro de historiadores, es conocido y reconocido universalmente. En 1925, en plena juventud, fue elegido por unanimidad miembro de número de la Academia de la Historia. En 1935 le acogió en su seno la Academia de Sciencias de Lisboa. Doctor “honoris causa” por las Universidades de Burdeos, Gantes, Tubinga, Lima, Buenos Aires, Oviedo, Valladolid, Lisboa... Hijo adoptivo de Asturias, Medalla de Oro de la ciudad de Ávila,, Gran Cruz de Carlos III... En 1970 la Academia de Roma le otorgó el Premio Internacional Feltrinelli, especie de Nobel de Historia, que le consagra como único español que le obtiene en este campo específico. En 1978, el rey impuso la gran cruz de Alfonso X el Sabio, al que durante tiempo fuera figura visible del republicanismo español. En 1984 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En julio de 1983, Claudio Sánchez-Albornoz vuelve a España estableciéndose en Ávila, donde fallece el 8 de julio de 1984..
Su producción histórica es sencillamente colosal. Ahí están su España musulmana, su monumental Orígenes de la nación española, sus valiosos Viejos y nuevos estudios sobre las instituciones medievales españolas, sus Estudios visigodos y Despoblación y repoblación del valle del Duero, su magnífico y exhaustivo Reino astur-leonés, el extraordinario España, un enigma histórico y su célebre Estampas de la vida en León hace mil años.
Su dignidad le llevó a permanecer más de la mitad de su vida en el destierro. Un gran historiador francés, Jacques Fontaine, le ha aplicado la frase unamunesca y ha dicho de él que es “nada menos que todo un hombre”.
Esta era su afirmación básica: “He dicho y repetido que la Historia es la hazaña de la libertad y la libertad la hazaña de la Historia”. Fundidas, a su fe religiosa, y su fe en la libertad, se afirma en el historiador una convicción optimista en el progreso, indefinido del hombre, llamado siempre a un más alto destino. La identificación de ese destino histórico con la búsqueda eterna de la libertad, le lleva a contemplar, serenamente, reduciéndola en todo caso a episodio pasajero en el transcurso de los siglos, incluso la posibilidad de una realización plena de la utopía comunista. “Aunque el comunismo triunfe en todo el mundo –decía Sánchez-Albornoz-, cosa que es inimaginable ..., siempre habría un después diferente”.
Este “conservador revolucionario” acaba siempre, por encima de todo, en historiador. Y es que, como dijo nuestro maestro de historiadores: “Hoy no se puede negar que el hombre y los pueblos somos ante todo historia”.
Francisco Arias Solis
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No se puede ser libre más que entre libres.
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Gracias.
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