MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO
(1893-1966)
“Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios;
la sierra tu retablo.”
Federico García Lorca.
LA VOZ DEL HISTORIADOR PERIODISTA
Federico, su paisano y compañero del grupo literario “La Cuerda” granadina, le retrató diciendo que tenía traza de “moro amigo”. Y a Melchorito le dedicó su bellísima “Elegía a Doña Juana la Loca”. Tras el estreno de Mariana Pineda Fernández Almagro escribió en La Voz:”Los versos de García Lorca tienen mucho de flor y de estrella. Están en su lugar porque sí.” En las cartas de su amigo Federico pueden leerse frases como éstas: “Yo no voy a ser viejo nunca”; “Quiero ser un Poeta por los cuatros costados, amanecido de poesía y muerto de poesía. Empiezo a ver claro. Una alta conciencia de mi obra futura se apodera de mí, y un sentimiento casi dramático de mi responsabilidad me embarga...”. Fernández Almagro fue miembro de la famosa tertulia del que fue no menos famoso Rinconcillo del café Alameda, en la que participaban, entre otros, Lorca, Falla, Fernando de los Ríos, Montesinos, Manuel Ángeles Ortíz, y de la que partió la idea del concurso de cante jondo de Granada celebrado en el verano de 1922.
Melchor Fernández Almagro nace en Granada el 4 de septiembre de 1893. Realiza sus estudios primarios en el Colegio del Patriarca San José y, posteriormente, en el Instituto. Desde muy joven se dedica al periodismo y en la Universidad de Granada estudia Derecho. El autor de Historia política de la España contemporánea marcha a Madrid en 1918, volviendo ya tan sólo a su ciudad natal muy espaciada y apresuradamente. La lejanía estimuló el amor a su Granada como le había, no ha mucho, sucedido a Ganivet. Crítico teatral y literario de periódicos tan conocidos como La Época y El Sol, antes de la rebelión militar del general Franco, y de ABC y La Vanguardia con posterioridad.
La guerra civil transcurre para él entre Burgos y Salamanca incorporado a Prensa y Propaganda. Pero es realmente, a partir de los años de posguerra cuando su figura y su obra alcanzan mayor dimensión. Melchor Fernández Almagro muere en Madrid el 22 de febrero de 1966.
Académico de la Española y de la Historia, autor de libros tan valiosos como Vida y obra de Angel Ganivet, Vida y literatura de Valle-Inclán, Jovellanos, Cánovas. Su vida y su política, Viaje al siglo XX, En torno al 98 y Granada en la literatura romántica española; periodista de alto coturno, prestigioso crítico teatral y literario, Melchor Fernández Almagro ocupó un primer plano en las letras españolas durante cerca de medio siglo. Entre sus obras históricas hay que destacar sobre todo los Orígenes del sistema constitucional de España, ¿Por qué cayó Alfonso XIII? (en colaboración con el Duque de Maura), la Historia política de la España cotemporánea, La emancipación de América y su reflejo en la conciencia española, quizá su libro más logrado sea Cánovas, su vida y su políica (1951), una magnífica reconstrucción histórica de la segunda mitad de sglo XIX. Conforme a un fenómeno, demasiado repetido en nuestro país, un espeso silencio ha caído, a su muerte, sobre su memoria.
En su Viaje al siglo XX, el periodista granadino nos cuenta lo que supuso su encuentro con Madrid, su descubrimiento de la ciudad moderna: “La emoción que Madrid me iba produciendo se resolvería en cantidad. ¡Cuánto de todo! De todo, más mucho más que en Granada. Más gente, más coches y más tiendas en más calles, más plazas y más paseos. Y más grandes, por supuesto, los paseos, las plazas, las calles, las tiendas...”
Las lacras del caciquismo, los vicios del sistema electoral encontraron a un tiempo en Fernández Almagro un implacable denunciador y un concienzudo analista.
Gran parte del éxito y de la peculiaridad de la crítica de Fernández Almagro procede de su gusto de refugiarse y emplearse a fondo en la tarea de historiador, historiador de periodos cercanos, donde su obra de indagación tiene presente en todo momento. Tener siempre ante los ojos a Ganivet, Canovas, Valle-Inclán o a García Lorca, con todas sus circunstancias minuciosamente analizadas, prolonga suavemente las vigencias de todo lo anterior.
Resucitar la memoria de Melchor Fernández Almagro tiene para los españoles de hoy, por encima de las modas el interés de hacer justicia a una figura de relieve que consagró parte de su esfuerzo en hemerotecas y archivos a profundizar en capítulos y hombres decisivos de su historia.
La figura de Fernández Almagro no estuvo exenta de contradicciones y tropiezos. Talante y actitudes políticas no presentaron siempre una clara línea evolutiva. La orientación que preside su libro sobre Alfonso XIII y su reinado (1934) es muy distinta de la visible en la Historia de la II República (1940).
Pero hay un aspecto que destaca sobre cualquier otro en la figura de Fernández Almagro y es el de su humanidad en medio de la vida literaria madrileña. Su fina cortesía le viene de su Granada. La voz del “moro amigo” está llena de una inefable melancolía aristocrática, propia de la capital de un reino con arte y literatura propios, definida por el poeta granadino don Pedro Soto de Rojas con estas palabras: “Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”.
Francisco Arias Solis
e-mai: aarias@arrakis.es
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martes, 19 de mayo de 2009
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