jueves, 28 de mayo de 2009

Hugo von Hofmannsthal por Francisco Arias Solis

HUGO VON HOFMANNSTHAL
(1874-1929)

“La buena y severa educación que debo a mi difunto padre
y el haberme habituado tempranamente a no dejar desocupada
ninguna hora del día, es, así me parece, lo único que, hacia fuera,
sigue dando a mi vida una consistencia suficiente y una apariencia
adecuada a mi condición y a mi persona.”
Hugo von Hofmannsthal.

LA VOZ DEL SIMBOLISMO VIENÉS

La obra literaria de Hofmannsthal surge en los años de la desintegración del imperio austrohúngaro, fenómeno que se encuentra en el trasfondo de sus escritos. De espíritu escéptico y melancólico, en su obra se funden el sueño oriental y las formas mediterráneas. Influido por D’Annunzio y Stefan George, con quienes colaboró en Hojas para el Arte, tras una crisis espiritual se orientó hacia los clásicos griegos y romanos, con influencias de Nietzsche y de Freud, intentando recuperar, desde el esteticismo, los valores espirituales europeos. En la última época se inspiró en el drama barroco y se convirtió en el más lírico representante del simbolismo vienés, cada vez más preocupado por lo social. La obra literaria del escritor austriaco representa la búsqueda de unas señas de identidad en el legado socio-cultural europeo.

El poeta y dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal nació en Viena el 1 de febrero de 1874 y falleció en Rodaun, cerca de Viena, el 15 de julio de 1929. De ascendencia judía y familia aristocrática, estudió leyes y filología románica y realizó numerosos viajes por el ámbito mediterráneo. Pasó su juventud en Viena, donde entró en contacto con D’Annunzio. Empezó a escribir muy joven bajo el seudónimo de “Teophil Moren” y fue el creador de la escuela neorromántica germana. Con Max Reinhardt fundó los festivales de Salzburgo y escribió para Richard Strauss los libretos de sus más conocidas óperas (El caballero de la rosa, 1911; Ariadna en Naxos, 1912; La mujer sin sombra, 1916).

Hofmansthal escribió dramas poéticos: La muerte de Tiziano (1892), El loco y la muerte (1893); o metafísicos: El aventurero y la cantante (1899), en donde trata el tema de la importancia de la fidelidad a uno mismo; adaptaciones de tragedias griegas: Electra (1903) y Edipo y la esfinge (1906), y de las obras de otros dramaturgos, como Calderón: El gran teatro del mundo de Salzburgo (1922) y La torre (1923-1925). Completan su producción los libros de cuentos El cuento de la noche 672 (1905) e Historia de caballeros (1920) y la novela inacabada Andreas o los unidos (1930). Su obra ensayística La escritura como espacio intelectual de la nación (1927) se ocupa de diversos temas culturales y literarios dentro de la tradición occidental. Y como dijo el escritor austriaco: “Sólo los artistas y los niños ven la vida tal como es”.

Francisco Arias Solis

No se puede ser libre más que entre libres.


XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad
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