martes, 19 de mayo de 2009

Dostoievski por Francisco Arias Solis

DOSTOIEVSKI
(1821-1881)


“  Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos.”
Dostoievski.

LA VOZ DE UN NOVELISTA VERDADERAMENTE GENIAL

La novela de Dostoievki es, en principio, el mundo visto por un agujero. Lo que pasa es que este agujero toma proporciones dramáticas de telescopio. El suceso callejero se observa por el escritor, por el poeta, con la misma fantástica aproximación astronómica que los más remotos mundos estelares. Surge así la sorpresa ante el lector de encontrar un lunático mundo subterráneo ante un hecho humano cualquiera. Un crimen vulgar es el asunto de Crimen y castigo, y ya vemos qué enorme complejo de resonancias espirituales lo trascienden hasta ese otro crimen vulgar que es también el asunto del Los hermanos Karamazov.

Fiódor Mijáilovich Dostoievski nace en Moscú el 11 de noviembre de 1821. La temprana muerte de la madre por tuberculosis en 1831, sume al padre en la depresión y el alcoholismo, lo que determina que Fiódor sea enviado a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo. La muerte de su madre, el asesinato de su padre por los siervos de sus posesiones, su propia condena a muerte por implicación, aunque indirecta, en conspiraciones políticas y conmutada la pena, en el momento de la ejecución, el 22 de diciembre de 1849, por la de cuatro años de trabajos forzados en Siberia, conviviendo con gente miserable y en la mayor desesperación, dejan huella y marcan para siempre la vida, las ideas y las obras de Dostoievski. Epiléptico, enfermo de los nervios, falto total de medios económicos, frustrado y engañado en sus amores, sin embargo la inmensa galería de personajes creados por el más universal de los novelistas rusos, nos muestra a éste como panegirista del alma humana.

Su primer amor es María Dmitrievna, viuda de un maestro, con la que se casa en 1857. En San Petersburgo funda con su hermano Mijail la revista Tiempo. En los años 1862 y 1863 realiza diversos viajes por Europa, en el transcurso de los mismos, comienza una relación con Paulina Suslova, una estudiante de ideas avanzadas, que le abandona poco después. Su revista es prohibida y se suceden, en poco tiempo, las muertes de su esposa y de su hermano. Su hermano Mijail deja viuda, cuatro hijos y numerosas deudas a las que Fiódor tienes que hacer frente, hundiéndose en una profunda depresión y en el juego, lo que aumenta sus deudas. Asediado por los acreedores, decidió abandonar Rusia y vivir de las escasas ayudas que le llegaban. Este periodo estuvo presidido por su constante tránsito entre una y otra ciudad (Dresde, Hamburgo, Baden-Baden, Ginebra, Florencia), por la muerte de su hija y por su padecimiento epiléptico. En 1867 se casa con su secretaria Anna Snitkina. Las publicaciones de El idiota (1868), El eterno marido (1869) y Los endemoniados le proporcionaron el dinero suficiente para regresar a Rusia. Con la publicación de El adolescente (1875) y de Los hermanos Karamazov (1879), logró, por un lado, eclipsar la fama narrativa de Tolstoi y Turguéniev, y por otro, conquistar uno de los más altos lugares en la historia de la novela. Dostoievski muere en San Petersburgo el 28 de enero de 1881.Entre sus obras mejores y perennes, además de las citadas, destacan: Pobres gentes (1846), El doble (1846), Noches blancas (1848), Recuerdos de la casa de los muertos (1861), Memorias del subsuelo (1864), Humillados y ofendidos, Crimen y castigo y El jugador (las tres publicadas en 1866).

Veamos, pues, lo que pasa en las novelas de Dostoievski. Si es que pasa algo en ellas, Pues lo que pasa es que no pasa nada, que nunca pasa nada en una novela de este autor, porque en él todo queda; o dicho de otro modo, todo sucede. Se sucede, en el tiempo, de una manera visual, espacial; teatral, en suma: dramática. A Valle-Inclán le sugestionó la novela de Dostoievski por su aspecto de tragedia.

Todo sucede y nada pasa en esta invención novelesca de Dostoievski. Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que sucede? ¿No es lo mismo? Tal vez no sea lo mismo. No es lo mismo pasar que suceder.

Todo pasa, todo lo que pasa, todo lo que tiene o tuvo que pasar, pasa, para que Ivan Karamazov mate a su padre. Todo ha pasado, exactamente, como tenía que pasar, para que Ivan Karamazov matara a su padre. Y sucede que lo mata el criado. Nada pasaba, no había pasado nada, ni pasó, ni tenía que pasar, para que Raskolnicov matara a la vieja. Y sucede que, efectivamente, la mata. Este suceso o estos sucesos se dramatizan en cada libro de muy diverso modo. Pero coincidiendo en algo fundamental: en vincular su drama a una especie de espantosa quietud del suceso mismo: a la dramática permanencia de su imagen, presente a través de todo el libro, de toda la novela. Lo sucedido no pasará jamás. Está, por decirlo, sucediendo constantemente, aunque invisible a nuestros ojos. Presente, clavado en la memoria; como inmovilizado en ella. Como paralizándola de espanto.

Lo que sí es arte en la novela de Dostoievski, y arte verdaderamente genial, es haber vuelto a dramatizarla, a teatralizarla tan profundamente. Haber deducido de todos los mundos novelescos de la novelería romántica, o moderna, de toda la novelería del XIX, esta esperada y magnífica conclusión.

En las novelas de Dostoievski, la muerte no pasa, se queda: porque todo sucede o se sucede por ella misma; y toda la novela, todas las novelas del mundo, todos estos mundos de novela, engendrados en un suceso de muerte, tienen esta revelación humana del mundo, como novela o aventura de muerte. Así estas novelas se originan por el escándalo de la muerte. Y la muerte en ella es un crimen: la mala muerte. Es el engaño del corazón por la parada de la muerte. Y como dijo nuestro genial poeta Luis Cernuda: “Dostoievski no puede ya decirnos / si inventó a Falalei o lo encontró en la vida, / si inventó la hermosura o supo verla. / Pero el mérito igual en ambos casos”.

Francisco Arias Solis
e-mai: aarias@arrakis.es

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