domingo, 12 de julio de 2009

Francisco Bances Candamo por Francisco Arias Solís

FRANCISCO BANCES CANDAMO
(1662-1704)

“Digo todo cuanto siento
del general al soldado;
si por esto no he medrado
por esto vivo contento.”
Bances Candamo.

LA VOZ DEL DRAMATURGO OLVIDADO

Bances Candamo puede considerarse el último de los comediógrafos del Siglo de Oro, el final definitivo de la línea calderoniana. En algunas de sus comedias de historia nacional, Bances reacciona contra el falso concepto del honor extendido en la época, señalando la conducta personal como única fuente de honor.

Francisco Antonio de Bances y López-Candamo nació en Sabugo, aldea asturiana en las proximidades de Avilés, e1 26 de abril de 1662. Su madre, viuda y probablemente falta de recursos lo envía niño aún a Sevilla, al cuidado de un tío canónigo. Cursó allí estudios y recibe muy joven órdenes menores. De su Teatro de teatros de los pasados y presentes siglos, se desprende que en Sevilla también terminó su carrera, llegando a doctor de Sagrados Cánones. Pasa a Madrid y a los veintiún años ya lleva fama de poeta. Protegido por Carlos II, se convierte en poeta palatino, y ante la Corte se representan muchas de sus comedias. Herido gravemente por aquellas fechas (1683), según unos por enemistades literarias y según otros por duelo, el propio rey se interesa por él diariamente y le envía sus médicos, y se dice que se mandó a enarenar su calle para que no le molestase ningún ruido mientras se reponía. Se sabe que en 1691 tuvo un hijo natural, Félix Leandro José; y que, asqueado por los tiquismiquis, envidias y rencillas de literatos y poetas, abandonó la Corte para convertirse en un burócrata. Desempeñó varios cargos: primero fue nombrado administrador de rentas de Cabra, y seguidamente en 1694, visitador general de alcabalas en Córdoba, Sevilla, Málaga, Jerez, Sanlúcar, Gibraltar y Ronda, cargo que desempeñó con eficacia y honradez, teniendo que ir incluso a Ceuta para abastecer de provisiones a la plaza que estaba sitiada por el rey de Mequínez. En 1697 fue nombrado administrador de las Rentas Reales de Ocaña y su jurisdicción. Le revoca Hacienda el nombramiento quedando Bances cesante, y tiene que intervenir el propio rey, que le encomienda las superintendencias de Cuenca, Ubeda, Baeza y San Clemente y al final es mandado el calidad de juez inquisidor a Lezuza (Albacete), donde muere casi repentinamente el 8 de septiembre de 1704.
En la copiosa producción dramática de Bances tropezamos con todos los géneros vigentes en el teatro del siglo XVII: entremeses y bailes (Las visiones, El astrólogo tunante, El flechero rapaz); autos (El gran químico del mundo, El primer duelo del mundo, La mística monarquía); comedias de historia nacional (Más vale hombre que el nombre, El sastre del Campillo o Duelos de amor y de celos, La inclinación española y musulmana nobleza, El español más amante y desgraciado Macias); de historia clásica (El esclavo en grillos de oro, Cambises triunfante en Menfis); de historia extranjera (Quién es quien premia al amor, La Garretiera de Inglaterra, Sangre valor y fortuna, El Austria en Jerusalén); costumbristas (El duelo contra su dama, Por su rey y por su dama); filosóficas (La piedra filosofal); religiosas (El vengador de los cielos y rapto de Elías, San Bernardo Abad, en colaboración con Juan Claudio de la Hoz y Mota; La Virgen de Guadalupe); mitológicas (Duelos de ingenio y fortuna); y algunas zarzuelas (Cómo se curan los celos y Orlando furioso, El imposible mayor en amor lo vence amor).
La preparación teológica que Bances Candamo poseía otorga a sus autos un puesto de primera importancia en ese arte menor del teatro religioso.
Las mejores comedias de Bances han de buscarse entre las de historia nacional: El sastre del Campillo, sobre la oposición de León y Castilla, con duelos caballerescos, intrigas amorosas, damas disfrazadas de caballeros, traiciones, etc., todo muy bien dosificado; El español más amante y desgraciado Macías, ya llevado a la escena por Lope de Vega en Porfiar hasta morir, y, sobre todas, Más vale el hombre que el nombre, en la que reacciona briosamente contra el duelo, “¡Ay de España, si no quita / esta costumbre de España!”, y contra el falso concepto del honor, destacando a cada paso la conducta como el mayor timbre de nobleza.
Sin ser mejor que otras, la obra que más prestigio dio a Bances en su tiempo es La piedra filosofal, urdida con retazos de La vida es sueño de Calderón. Bances Candamo es autor también de un poema épico incompleto, en octavas reales, El César africano, sobre la conquista de Túnez por Carlos V; y de una colección de Obras líricas en las que hay poemas notables, como el soneto Vida de aldea, o el romance histórico A la imagen de Santa Magdalena de Pedro de Mena, rico en pasajes de alto valor descriptivo. Y como dijo el poeta asturiano: “Que aquel que afectado ves, /es haciéndose a sí mal, / verdugo del natural / y mártir del interés”.
Francisco Arias Solís

La primera víctima de la guerra es la infancia.

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