jueves, 9 de julio de 2009

Manuel García Morente por Francisco Arias Solís

MANUEL GARCIA MORENTE
(1886 –1942)

“Una nación es un estilo; un estilo de vida colectiva.”
Manuel García Morente.

LA VOZ DE LA INTUICIÓN

Como filósofo original García Morente introdujo dos innovadores conceptos: el del progreso y el de la intuición. En primer lugar se trata de la distinción entre proceso y progreso (Ensayos sobre el progreso). El proceso es un simple devenir del espíritu, que descubre hace suyos y desarrolla al máximo los valores mediante un esfuerzo moral continuo. En segundo lugar hay que señalar tres forma de intuición. La primera, la de Bergson, es totalmente emotiva; opera mediante una inmersión en lo más profundo de lo real. La segunda, la de Dilthey, es volitiva y se experimenta en la resistencia que los objetos oponen a la conciencia al revelarle su existencia. La tercera, la de Husserl, es intelectual y abstrae la singularidad de cada representación poniendo entre paréntesis el problema del objeto para concentrarse exclusivamente en la esencia.

Manuel García Morente nace en Arjonilla, provincia de Jaén, el 22 de abril de 1886. Recibe de su padre, oculista de gran renombre, una educación agnóstica mitigada por la influencia piadosa de su madre. Después de realizar los primeros estudios en Granada, hizo el bachillerato en el Liceo de Bayona; luego pasó a la Sorbona de París, donde fue alumno de Boutrux, Rauh y, sobre todo, de Bergson. Después de enseñar durante algún tiempo en la Institución Libre de Enseñanza, se trasladó a Marburgo, y posteriormente a Berlín y a Munich. En 1911 se doctoró en filosofía en la Universidad de Madrid y el 23 de mayo de 1912, con veinticuatro años, gana la cátedra de Ética de la Universidad Central. Los estudios filosóficos en la Universidad de Madrid gozaban de prestigio europeo; allí enseñaban Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, Juan Zaragüeta, José Gaos, García Morente, etc... que habían creado, si no una escuela -se ha hablado de la Escuela de Madrid-, sí por lo menos un equipo de investigación y de trabajo, donde la filosofía no estaba aislada; la conexión de estos pensadores con el Centro de Estudios Históricos, con la Institución Libre de Enseñanza, con la Residencia de Estudiantes..., era conocida y vivida por los protagonistas de aquella época. Padre de familia modelo García Morente, también llevó una vida de salones literarios en la época que lo llamaban “el filósofo de las duquesas”. Fue redactor de la Revista de Occidente, de la Revista General, de El Sol y del Diario de Madrid; tradujo numerosas obras francesas y alemanas, principalmente las de los fenomenólogos: Brentano, Husserl, Dilthey, Spengler, Keyserling, etc. En 1917 se encargó de la recepción en Madrid de los universitarios franceses (entre los cuales estaba Bergson) que vinieron a defender la causa de los Aliados. En 1930 fue nombrado subsecretario de Estado para la Instrucción Pública, y al año siguiente Decano de la Facultad de Filosofía y Letras.

Al producirse la rebelión militar García Morente se refugió en París y luego en Tucumán (Argentina), donde ejerció la enseñanza durante algunos meses. Su obra más importante Lecciones preliminares de Filosofía (1937), es un compendio de las lecciones expuestas en Tucumán. Otras obras destacadas son: La Filosofía de Kant, La Filosofía de Henri Bergson e Idea de la Hispanidad. En 1939, poco después de su conversión al catolicismo, volvió a España, se hizo sacerdote y se reincorporó a las clases de la facultad. La conversión de García Morente, dados los vínculos filosóficos y el lugar que había ocupado, fue recibida con alborozo por los ideólogos del nacional catolicismo y sus seguidores En sus Ensayos anticipa filosóficamente la orientación religiosa de sus últimos años. En noviembre de 1942 sufre una operación quirúrgica que parecía intrascendente pero que provoca su fallecimiento el 7 de diciembre de 1942.

La primera etapa de la trayectoria de García Morente es la de su formación neokantiana. Parece que la aportación del bergsonismo fue todavía más fuerte y duradera. García Morente, de acuerdo con Bergson, condena con vehemencia el cientificismo y el matematismo invasor, “contra esta sequedad estadística y matemática ha protestado en mil modos el alma contemporánea. Un anhelo de espiritualidad pura se ha manifestado” (La filosofía de H. Bergson). El mérito de Bergson es haber analizado los tres problemas más importantes: el alma, la vida y la libertad, que sólo puede iluminar una intuición bien conducida.

La talla de García Morente no es en absoluto despreciable, aunque su intensa vida se truncara prematuramente. En la confluencia del pensamiento francés y germánico, por los cuales se desvivió generosamente por aclimatar a la Hispanidad, supo encontrar, más allá del realismo y del idealismo, en un existencialismo muy comprensivo, pero exigente, el verdadero horizonte del problema del Infinito. Y como dijo García Morente: “La historia de la filosofía no es, como muchos se creen, una confusa y desconcertante sucesión de doctrinas u opiniones heterogéneas, sino una razonable continuidad de ordenadas superaciones”.

Francisco Arias Solís.

Solidaridad con el pueblo hondureño.

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