JOSÉ MANUEL PABÓN
(1892-1978)
“Serrana de la alegría,
esquiva como tu sierra,
casta como la peonía,
que llaman en esta tierra
rosal de Santa María.”
José Manuel Pabón.
LA VOZ DEL PROFESOR POETA
En los poemas de Pabón hay lozanía y maestría, finalidad y fluidez, desenvoltura e inspiración: características todas ellas de una determinadas maneras andaluzas en las que hay que insertar a José Manuel Pabón. Una Andalucía distinta a la del tópico pero más auténtica. En los poemas de Pabón, la tierra tiene un valor esencial como acontecía en Virgilio o en Horacio: la tierra o el agua, que viene a ser lo mismo, es el elemento esencial en la literatura grecolatina.
José Manuel Pabón y Suárez de Urbina, hermano del eminente historiador, Jesús Pabón, nace en Sevilla en 1892. Bachiller con los jesuitas del Puerto de Santa María. Estudiante en Deusto, Sevilla y en Granada, comienza como tantos otros la carrera de Derecho para dedicarse exclusivamente a la de Filosofía y Letras. Catedrático de Latín en los Institutos de Zaragoza y Baeza. Posteriormente gana la cátedra de Lengua y Literatura latinas de la Universidad de Salamanca y, finalmente, la de Lengua griega de la Universidad de Madrid. En colaboración con Eustaquio Echauri da la a la estampa un Diccionario de griego-español que manejan los jóvenes estudiantes que se acercan a los estudios clásicos. Diccionario que es conocido como Diccionario griego VOX, debido a la editorial que lo editó durante cierto tiempo, si bien, después ha sido editado por otras muchas editoriales.
Pabón ha sido en nuestra época, traductor de Homero al español; también de Platón, de Salustio, de Cicerón o de Tucídedes. Y publica en Barcelona, en 1940, un libro de poemas bajo el título de Poemas de la ribera. En este libro Pabón canta al pueblo sevillano de Villanueva del Río en el que pasó su juventud. En Pabón conviven muchas cosas y el poeta recuerda a sus mayores “todos de la ciudad, de la aldea, / Marqueses y pastores, / que daban al consejo a sus menores / en alto solio o en sillón de nea”. El decir popular de un San Matías que iguala las noches y los días, haciendo entrar el sol por las umbrías, le sugiere un poema ágil y vivo: “Vas de santo delantero / por el año; / alegra al ovejero y al rebaño. / Entra el sol por las umbrías, / San Matías!”.
Su pluma tocó todos los registros de la publicística normal de un profesor español: manuales, enciclopedias, diccionarios, libros, artículos en revistas de alta divulgación y en especializadas, alguna que otra esporádica aparición en la prensa diaria.
Sus dotes de gran poeta le ayudaron grandemente en su percepción de los valores literarios del pasado grecolatino. Amó a su suelo natal. Las tierras, los paisajes tan humanizados en Andalucía fueron cantados por él en versos de tersura formal y hondo contenido. Vivió en continua saudade de su Sevilla, de su Granada, de su Villanueva del Río, de su Baeza; deseó lo mejor para sus gentes. A su muerte, acaecida en el 28 de abril de 1978, y como sucede siempre aquí, estas le pagaron con impenetrable silencio y hosquedad. Cerca de la Villa y Corte reposan sus cenizas. Y en el silencio del olvido quedan versos como estos: “Oh tierra que mis abuelos con su sangre regaron, / oh tierra que mis padres con sus manos labraron, / -oh tierra que los unos ganaron al moro- / y los otros vistieron con el manto real de las espigas de oro”.
Francisco Arias Solís
Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.
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sábado, 25 de julio de 2009
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