jueves, 27 de agosto de 2009

El Brocense por Francisco Arias Solís

FRANCISCO SÁNCHEZ “EL BROCENSE”
(1523-1600)

“La pluma es el mejor y más hábil de nuestros maestros
para formarnos en el bien hablar.”
Francisco Sánchez de las Brozas.

LA VOZ DEL GRAN HUMANISTA EXTREMEÑO

El Brocense fue el nombre que dieron sus coetáneos a Francisco Sánchez de las Brozas, un humanista que participó, como anteriormente lo había hecho Nebrija, en la reforma de los estudios clásicos y en el pensamiento lingüístico, sin embargo, para la historia de la literatura, quizá lo más importante de su labor sean sus comentarios a Juan de Mena y la edición anotada de las poesías de Garcilaso (1574), en donde plantea el problema de la crítica textual; añade composiciones no incluidas en la edición de 1543 y corrige o enmienda textos (de aquí brotará una polémica respuesta
de Fernando de Herrera).

El famoso maestro Francisco Sánchez de las Brozas, se dedicó a estudiar a Garcilaso en diversas ediciones, enmendando los muchos errores que en ellas halla y escribiendo unas Anotaciones y declaraciones sobre las obras del excelente poeta, en las cuales “muestra y trae todos los lugares de poetas latinos, y griegos, italianos, y españoles, de los quales los auia sacado (el original) el dicho Garci Lasso, y los auia imitado en sus obras”. Además, recoge diversos sonetos y canciones del mismo que aun no habían visto la luz pública, y de todo ello pide al rey privilegio para hacer imprimir una edición especial. Llega al Brocense el privilegio real, fechado en Aranjuez en 28 de enero de 1574, después de lo cual Pedro Lasso publica el libro de Garcilaso en Salamanca con un prólogo de Francisco Sánchez, y al final de todas las poesías, como otra obra, las consabidas Anotaciones y declaraciones.

Francisco Sánchez de las Brozas, nace en las Brozas, provincia de Cáceres, el 20 de julio de 1523, sus padres eran hijosdalgo venidos a menos. Gracias a las ayudas de unos tíos suyos, estudia latín y humanidades, en Évora, donde residía la corte portuguesa, y en Lisboa. Posteriormente se traslada a Salamanca, donde estudia Artes y Teología y Humanidades. Todavía estudiante contrae matrimonio con Ana Ruiz del Pozo. Obtiene el título de bachiller en Artes en 1951. Tres años más tarde pierde a su esposa, con la que había tenido seis hijos, y contrae segunda nupcias con Antonia Ruiz de Posa, pariente de su primera esposa, con la que vuelve a tener seis hijos. Debido a esta gran familia, el Brocense pasó estrecheces económicas. En 1573 obtiene la cátedra de Retórica de la Universidad de Salamanca y poco después el partido de Griego. En 1584 sufrió el primer proceso con la Inquisición, que le declaró inocente, si bien fue reprendido. En 1595, se inicia el segundo proceso contra este rebelde nato contra el conformismo, que se paralizaría con su muerte, ocurrida el 5 de diciembre de 1600 con arresto domiciliario impuesto por la Inquisición.

La importancia de el Brocense en la reforma de los estudios clásicos es similar a la de Nebrija, como se manifiesta en su Arte para saber latín (1595), en el Granmaticae graecae compendium (1581), y especialmente, en Verae brevesque latinae instutiones (1587), obra ésta en la que se corrige el método de Nebrija. Compuso también tratados retóricos: De arte dicendi (1556) y Organum dialecticum et rhetoricum cunctis discipulis utiissimun en necessarium. Entre sus obras de carácter filosófico figuran Doctrina de Epitecto (1600), Paradoxa (1581). De todas éstas, la más conocida y la que ha vuelto a adquirir notable importancia para el pensamiento lingüístico actual es su Minerva, seu de causis linguae latinae (1587), planteada en principio como una polémica con Nebrija. Mientras éste se limita a describir, el Brocense intentará hallar las causas de la estructura lingüística latina; ello le llevará a plantearse las relaciones entre Gramática y Lógica y la fundamentación mental de las estructuras del lenguaje.


El gran humanista extremeño también publicó ediciones de las Bucólicas de Virgilio, algunas obras de Ovidio y el Arte poética de Horacio. Y como dijo el Brocense: “No hay ninguna lengua que no guste de la brevedad en su realización, y hablamos tanto más agradablemente cuantos más cosas dejamos sobreentendidas”.

Francisco Arias Solís

No se puede ser libre más que entre libres.

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