martes, 25 de agosto de 2009

Enrique Azcoaga por Francisco Arias Solís

ENRIQUE AZCOAGA
(1912-1985)

“Apenas si soy más que los olivos.
Apenas llego más que a su revuelo.
Apenas si pretendo otro consuelo
que ser motivo, apenas sin motivo.”
Enrique Azcoaga.


LA VOZ DE UN POETA DEL 36

El poeta, ensayista, novelista y crítico de arte Enrique Azcoaga es un destacado miembro de la “generación del 36”, de la que forman parte, entre otros, Miguel Hernández, Arturo Serrano-Plaja, Germán Bleiberg, Gabriel Celaya, José Antonio Muñoz Rojas, José Luis Cano, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Ildelfonso-Manuel Gil, Luis Rosales, Salvador Espriu, Alejandro Gaos, Juan Gil-Albert, Juan Panero, Federico Muelas y Luis Felipe Vivanco. Azcoaga es un muy representativo miembro de esa generación escindida, dispersa, truncada, en gran parte malograda que fue la generación literaria de la guerra civil española.

En 1953, en Buenos Aires, Azcoaga publica su obra Panorama de la poesía moderna española, en la que por primera vez se intenta reunir en un volumen la obra poética producida en la España del interior y la producida en la España peregrina, tomando en cuenta no sólo a los incluidos en otras antologías elaboradas en nuestro país, sino, además, tomando en consideración a una serie de figuras que la guerra y el exilio habían borrado de las historias y panoramas de nuestra poesía.

Enrique Azcoaga Ibas nace en Madrid el 27 de marzo de 1914. Realiza estudios en la Escuela de Artes y Oficios. Con Ramón Gaya, Sánchez Barbudo, Rafael Dieste, Luis Cernuda y otros, participó muy activamente en el Museo del Pueblo del Patronato de las Misiones Pedagógicas lo que le permitió visitar muchos pueblos de la geografía española. Por mediación de María Zambrano, conoce a Miguel Hernández, con quien traba una gran amistad. Colabora en los periódicos Luz y El Sol. En 1933 obtuvo, con su primer libro de ensayo Línea y acento, el Premio Nacional de Literatura y, en ese mismo año, fundó la revista Hoja Literaria, con Arturo Serrano-Plaja y Antonio Sánchez Barbudo. En los primeros años de las posguerra, fue uno de los “académicos” fundadores de la Academia Breve de Crítica de Arte, cuyo nacimiento había sido impulsado por Eugenio d'Ors. Azcoaga está ligado en esta época al grupo del Café Gijón y a la revista Garcilaso, sus versos están dentro de neoclasicismo de posguerra y muestra un gran dominio técnico de las estrofas. Emigra a latinoamérica, y se establece en Buenos Aires, donde permanece once años. En la capital argentina funda la revista de poesía Mairena (1952-1953), y dirige la revista Atlántida. A su regreso a España prosigue su quehacer literario y obtiene el premio Lázaro Galdiano, por su labor de crítico, y, en los últimos años de su vida. es nombrado presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte (AICA). Enrique Azcoaga fallece en marzo de 1985.

Entre sus numerosas obras destacaremos: libros de poemas, La piedra solitaria (1942), El canto cotidiano (1943), Versos (1943), El poema de los tres carros (1952), Dársena del hombre 1952-1956 (1957), Cancionero de Samborombón (1960), España es un sabor (1964), Del otro lado (1968), Olmeda (1969) y Primera antología de poemas truncados (1971); novelas, El empleado (1949) y La arpista (1965); ensayos sobre arte y artistas, Agustín Redondela (1943), Entregas (1945), Cristino Mallo (1947), El cubismo (1949), Goya (1956), Luis García-Ochoa (1967), Alberto (1977), Martínez Novillo. Pintura para vivir (1979), Los dibujos de Gregorio del Olmo (1980) y Las pinturas murales de Vela Zanetti (1981). En 1985 se publicó su libro Reflexiones sobre mi poesía y quedaron sin editar sus memorias, que tienen como título Diario de un ex-muerto. Y como dijo el poeta: “Porque tu verso acerca a la belleza; / tu canto al ser, y el alma en tu armonía / comprende la razón de las campanas”.

Francisco Arias Solís

La peor paz es mejor que la mejor guerra.

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