CONCHA MÉNDEZ (1898-1986)
“Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.
Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.”
Concha Méndez.
LA VOZ DE LA SIRENITA DEL MAR
“Concha Méndez era la niña desarrollada que veíamos, adolescentes -escribía Juan Ramón Jiménez , en el prólogo de Vida a Vida-, con malla blanca, equilibrada de alambre en el casino de verano; la que subía con blusa de marinero del aire, prologuista de la aviación, en el trapecio de Montgolfier cabeceante y recortaba su desnudo chiquito blanco negro sobre el poniente rojo; la sirenita del mar que sonreía secreta a los mocitos en su nicho de cristal, acuario esmeraldino, entre algas corales y otras conchas; la campeona de natación de jiu-jitsu, de gimnasia sueca. La hemos encontrado en el Polo, el Ecuador, el cráter de Momotombo, la mina de Társis”. Y el novelista José Díaz Fernández nos contaba: “Veintitrés años, campeona de natación en los veraneos de San Sebastián, automovilista del Madrid deportivo, risa trepidante en las tertulias vanguardistas. Y, al fin, poetisa. Esta es una muchacha actual, ceñida y tensa por el deporte y el aire libre”.
Concha Méndez Cuesta nace en Madrid el 27 de junio de 1898, viajera infatigable, amiga y compañera de la mayoría de los que constituyeron la Generación del 27. En 1931, Federico García Lorca le presenta en la granja El Henar, a Manuel Altolaguirre. Desde este momento inician una interesante labor en común, cuyo primer fruto fue la imprenta del hotel Aragón, donde editaron la revista Héroe, que contó con la colaboración de Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Salinas y Guillén. En 1932 contrae matrimonio con Manuel Altolaguirre, en una iglesia madrileña de Chamberí. Fueron sus testigos García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Guillén, Cernuda. El matrimonio se instala en Madrid, en el número 35 de la calle Viriato. Al año siguiente, muere, al nacer, su primer hijo. Parte para Londres, acompañando a su marido. Fundan la revista 1616 en recuerdo al año de la muerte de Cervantes y Shakespeare y con la pretensión de aproximar la cultura de los países. En 1935 nace Paloma Altolaguirre en Londres. Regresan a Madrid y en la misma calle Viriato, en el número 73, instalan una nueva imprenta denominada “La Verónica”. Prosiguen su labor editora y confeccionan Caballo Verde para la poesía, revista dirigida por Pablo Neruda. En 1937 colabora con distintos poemas en Hora de España. Se traslada con su marido y su hija a París, donde les recibe cordial y generoso Paul Eluard. Publica en Hora de España su prólogo de El Solitario, drama poético en tres actos. En 1939 abandona París rumbo a América. En la Habana Concha y Manuel se detienen y permanecen allí hasta 1943. Reanudan con fervoroso entusiasmo, sus actividades literarias y fundan una nueva imprenta denominada asimismo, “La Verónica” y una colección poética que llaman “El ciervo herido”. En 1943 parten para México. En 1944 se separa de Manuel Altolaguirre. Concha Méndez permanece en México hasta su muerte, ocurrida en diciembre de 1986.
Concha Méndez publicó su primer libro en 1926, con el título de Inquietudes, dos años después aparece Surtidor, en ambos se aprecia cierta influencia de Alberti y Cernuda, especialmente del primero, cuya poesía le marcará durante casi toda su obra. A finales de 1929 viaja a Uruguay y Argentina donde publica su tercer libro Canciones del mar y tierra. Visita Francia e Inglaterra. En marzo de 1932 aparece su cuarto libro Vida a Vida y en 1936`ve la luz Niño y sombras. En Cuba publica su sexto libro Lluvias enlazadas, que incluye casi todo los poemas de Vida a Vida. En 1944 publica en México Villancico de Navidad y Sombras y sueños. Después de muchos años sin publicar poesía, aparece en 1979 Vida o río, su último libro.
Que su condición de mujer -en un mundo como el de entonces, dominado por los hombres- perjudicase a Concha Méndez, es seguro, también que estuviera siempre a la sombra de hombres de brillante porvenir (Buñuel, Alberti, Lorca, Cernuda, Altolaguirre), y no menos, que acabara en el exilio o que perteneciera a una generación dominada por un grupo más o menos conjuntado de excelentes poetas. Por eso, que su fama literaria, las ediciones con que su obra cuente y los estudios consagrados a ella no sean los que sin duda merece tampoco debe extrañar.
En México, los poetas malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre resucitaron de nuevo Litoral con José Moreno Villa, Juan Rejano y Francisco Giner de los Ríos. En aquel resucitado Litoral, la voz de Concha Méndez nos decía: “En las aguas de estanque / donde el cielo se refleja, / había otro cielo de agua / con misteriosas estrellas. / Me senté al borde. La muerte / había tendido velas. / Me pareció como un barco / que la inmensidad nos lleva...”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
Jamás hubo una guerra buena o una paz mala. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm
Gracias.
viernes, 11 de mayo de 2007
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