JOSE DIAZ FERNÁNDEZ
(1898-1941)
“Queréis comprar lo imponderable -la mirada,
el arrebato, la sonrisa, el temblor- como compráis
el brazo robusto y el pecho tenso que arrancan
el mineral o rigen la máquina.”
José Díaz Fernández.
LA VOZ SENSIBLE DEL ARTE.
“Saludemos al nuevo romanticismo del hombre y de la máquina -escribía Díaz Fernández- que harán un arte para la vida, no una vida para el arte”. El novelista salmantino demostró tener sensibilidad consciente del arte. Del arte de la generación del 27, primer lugar de encuentro de los primeros hijos del siglo. El artista, que tiene una conciencia, porque empieza por reconocerse hombre; la cual conciencia es fina y dolorosa, porque separa de entre el magma, confuso de tendencias, escuelas y conceptos, que han llenado, capciosos, el panorama europeo desde principios del siglo XIX, los elementos puros, los elementos transcendentes.
José Díaz Fernández nace en Aldea del Obispo, provincia de Salamanca, el 20 de mayo de 1898, siendo por tanto de la verdadera generación que nace en el 98: García Lorca, Vicente Aleixandre, Concha Méndez, Victoria Kent, Juan José Domenchina, Juan Chabás, César Muñoz Arconada, Rosa Chacel y Xavier Zubiri.
Díaz Fernández se licenció en Derecho por la Universidad de Oviedo. Se inicia en el periodismo en El Noroeste de Gijón, del que pasó a El Sol. Ejerció un papel determinante en los últimos años de la dictadura, orientando en buena parte la evolución de las letras españolas. Por su campaña contra la dictadura fue encarcelado en 1929 y luego desterrado a Portugal. En colaboración con Joaquín Arderius publicó Vida de Fermín Galán. El 30 de enero de 1930 el mismo día en que caía la Dictadura de Primo de Rivera aparecía dirigida por José Díaz Fernández, Antonio Espina y Adolfo Salazar, la revista Nueva España, la publicación surge, en un momento histórico clave. La revista tenía la intencionalidad de cubrir “todo el ala ideológica de las izquierdas” y de mantener una línea de periodismo polémico. Más tarde se incorporó a la dirección de la revista Joaquín Arderius. En su principio Nueva España tuvo una periodicidad quincenal; a partir del número catorce, hasta su desaparición, se convirtió en semanario. Entre las colaboraciones pueden destacarse la de Salas Viu, Miguel Angel Asturias, María Zambrano, Azorín, Mauricio Bacarisse, Corpus Barga, Juan Gil Albert, Benjamín Jarnés, Ramón J. Sender, Fermín Galán y César Vallejo.
El novelista salmantino estuvo vinculado al Partido Radical Socialista y más tarde al de Izquierda Republicana de Azaña. Abandonó rápidamente la práctica de la literatura de creación y se entregó por entero a la actividad política (diputado en las Constituyentes) y la crítica literaria, alternativamente ejercida desde las páginas de El Sol, Crisol, Luz y Política. Durante la guerra fue jefe de Prensa de Barcelona y jefe de ediciones de la Subsecretaría de Propaganda del Ministerio de Estado. Al acabar el conflicto cruzó la frontera y murió en Touluse el 18 de febrero de 1941.
No sabemos lo que hubiera podido dar de sí como novelista uno de los más característicos escritores de la tendencia social de preguerra, José Díaz Fernández a causa de su temprana muerte con sólo cuarenta y dos años. Inició la tendencia social que marca el primer viraje en el vanguardismo -a fines de los años veinte- con El blocao (1928), relato de tesis pacifista sobre la campaña de Marruecos. En La Venus mecánica (1929) utiliza el estilo metafórico y el fragmentarismo propios a las técnicas vanguardistas, pero da a su novela una clara intención de crítica social y hasta revolucionaria. Los ensayos reunidos bajo el título El nuevo romanticismo (1930) ofrecen un análisis penetrante de estado de crisis en que se encuentra la vanguardia a fines de los años veinte. Apunta como posible nueva dirección de la vanguardia una literatura “de compromiso”, destinada a ser instrumento de reforma social.
Un espíritu crítico, se infiltra y baña la obra de Díaz Fernández. A juicio del periodista y novelista, el progreso que la máquina significa en la evolución del espíritu social, se halla empequeñecido y, en ocasiones, ridículamente mixtificado en el capitalismo esnobista y burgués, de ciertos grupos del llamado “arte puro”. Para estos grupos de los caducos “ismos” españoles, tiene Díaz Fernández palabras muy certeras y sensatas. Al término “vanguardia” aplicado a una clase de arte demasiado restricto y neutral en los más hondos problemas sociales y políticos, opone Díaz Fernández, el término “avanzada”. “La verdadera vanguardia -decía el novelista- será aquella que ajuste sus formas nuevas de expresión a las nuevas formas de pensamiento”. En la reseña sobre El nuevo romanticismo, afirmaba Antonio Espina, que el arte y la literatura habían de convertirse en instrumento al servicio de la transformación social; sobre las estéticas habrán de imponerse los valores éticos.
Determinados enfoques del novelista salmantino siguen teniendo plena vigencia. “No existen en las clases directoras de Occidente -escribía Díaz Fernández- preocupaciones de orden espiritual que puedan enaltecer la existencia o consagrarla a fines superiores. La acumulación de dinero o de placeres les ha hecho insensibles para los postulados de una nueva moral”.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Gracias.
sábado, 26 de mayo de 2007
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